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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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515- Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre la humildad
Pero poco puede estar Jesús con sus pensamientos. Juan y su primo Santiago, luego Pedro y Simón, lo alcanzan y atraen su atención hacia el panorama que desde lo alto del collado se ve. Y, quizás con intención de distraerlo, porque está visiblemente muy triste, evocan hechos acontecidos en esas zonas que se muestran a sus ojos.
El viaje hacia Ascalón... la casa de los campesinos de la llanura de Sarón, donde Jesús devolvió la vista al anciano padre de Gamala y Jacob... el retiro de Jesús y Santiago en el Carmelo... Cesárea Marítima y la jovencita Áurea Gala... el encuentro con Síntica... los gentiles de Joppe... los ladrones de cerca de Modín... el milagro de las mieses en casa de José de Arimatea... la ancianita espigadora... Sí, son cosas, todas ellas, que tienen la intención de alegrar... pero que contienen, para todos o para Él sólo, un hilo de llanto y un recuerdo dolor. Se dan cuenta de ello los propios apóstoles, y susurran:
-Verdaderamente en todas las cosas de la Tierra uno encuentra un dolor. Es lugar de expiación...
Pero, justamente, Andrés, que se ha unido al grupo junto con Santiago de Zebedeo, observa:
-Es ley justa para nosotros, pecadores, pero para Él ¿por qué tanto dolor?
Surge una benévola discusión, y continúa también cuando, atraídos por las palabras de los primeros, que hablan en tono alto, se unen al grupo todos los otros. Menos Judas Iscariote, que está muy enfrascado con algunas personas modestas -a las cuales está enseñando-, imitando al Maestro en la voz, en el gesto, en el concepto.
Pero es una imitación teatral, pomposa, a la cual le falta el calor del convencimiento. Y los que lo escuchan se lo dicen, incluso sin rodeos, lo cual pone nervioso a Judas, que les echa en cara el ser obtusos y el que no comprenden nada por eso. Y Judas declara que los deja porque «no conviene arrojar las perlas de la sabiduría a los cerdos».
Pero se detiene, porque esta gente modesta, mortificada, le ruega que sea indulgente, confesándose «inferiores a él como un animal es inferior a un hombre»...
Jesús está distraído de lo que dicen en torno a Él los once, para escuchar lo que dice Judas; y, ciertamente, no le alegra lo que oye... pero suspira y calla. Hasta que Bartolomé le hace participar directamente. Somete a su consideración los distintos puntos de vista acerca de la razón de por qué Él, inocente sin pecado, debe sufrir. Bartolomé dice:
-Yo sostengo que esto sucede porque el hombre odia al bueno. Hablo del hombre culpable, o sea, de la mayoría.
Esta mayoría comprende que, comparada con quien está libre de pecado, resaltan aún más su culpabilidad y sus vicios, y por rabia se venga haciendo sufrir al bueno.
-Yo, sin embargo, sostengo que sufres por el contraste entre perfección y nuestra miseria. Aunque ninguno te despreciara en ningún modo, igualmente sufrirías, porque tu perfección debe ser una dolorosa repulsa de los pecados de los hombres -dice Judas Tadeo.
-Yo, por el contrario, sostengo que Tú, no careciendo de humildad, sufres por el esfuerzo de deber dominar con tu parte sobrenatural los impulsos de tu humanidad contra tus enemigos -dice Mateo.
-Yo, que sin duda me equivoco porque soy un ignorante, digo que sufres porque tu amor es rechazado. No sufres por no poder castigar como tu lado humano puede desear, sino que sufres por no poder beneficiar como querrías -dice Andrés.
-Y yo sostengo que sufres porque debes padecer todo el dolor para redimir todo el dolor. No predominando en ti una u otra naturaleza, sino estando igualmente estas dos naturalezas tuyas en ti, fundidas, con un perfecto equilibrio, para formar la Víctima perfecta ( tan sobrenatural, que puede ser válida para aplacar la ofensa hecha a la Divinidad; tan humana, que puede representar a la Humanidad y conducirla nuevamente a la pureza inmaculada del primer Adán, para anular el pasado y generar una nueva humanidad; recrear una humanidad nueva, conforme al pensamiento de Dios, o sea, una humanidad en que esté realmente la imagen y la semejanza de Dios y el destino del Hombre: la posesión, el poder aspirar a la posesión de Dios, en su Reino), debes sufrir sobrenaturalmente, y sufres, por todo lo que ves hacer y por lo que te rodea -podría decir-con perpetua ofensa a Dios, y debes sufrir humanamente, y sufres, para cercenar las tendencias de nuestra carne envenenada por Satanás. Con el sufrimiento completo de tus dos perfectas naturalezas, anularás completamente la ofensa a Dios, la culpa del hombre dice el Zelote.
Los demás guardan silencio. Jesús pregunta:
-¿Y vosotros no decís nada? ¿Cuál es, según vosotros, la definición más apropiada?
Unos dicen una, otros otra. Sólo callan Santiago de Alfeo y Juan.
-¿Y vosotros dos? ¿No aprobáis ninguna de ellas? -dice
Jesús para moverlos a hablar.
-No. Sentimos en todas algo de verdad, o mucho de verdad.
Pero sentimos también que falta la verdad más verdadera.
-¿Y no sabéis encontrarla?
-Quizás yo y Juan la hemos encontrado. Pero nos parece casi una blasfemia el decirla, porque... Somos unos buenos israelitas y tememos tanto a Dios, que casi no podemos pronunciar su Nombre. Y el pensar que, si el hombre del pueblo elegido, el hombre hijo de Dios, no puede pronunciar casi el Nombre bendito y crea nombres sustitutivos para nombrar a su Dios, el que pueda Satanás osar perjudicar a Dios nos parece pensamiento blasfemo. Y, no obstante, sentimos que el dolor es siempre activo contra ti porque Tú eres Dios y Satanás te odia. Te odia como ningún otro. Tú encuentras el odio, hermano mío, porque eres Dios -dice Santiago.
-Sí, encuentras el odio porque eres el Amor. No es que los fariseos o los rabíes, o éste o aquél, o por éste o por aquél, se alcen para hacerte sufrir. Sino que es el Odio el que inviste de sí a los hombres y los lanza contra ti, lívidos de odio, porque con tu amor arrancas demasiadas víctimas al Odio -dice Juan.
-A las muchas definiciones les falta todavía una cosa. Buscad la razón más verdadera. La razón por la cual he...» anima Jesús.
Pero ninguno la encuentra. Piensan, piensan. Se rinden, diciendo:
-No la encontramos...
-¡Es tan simple! Está siempre ante vosotros. Resuena en las palabras de nuestros libros, en las figuras de nuestras historias... ¡Animo, buscad! En todas vuestras definiciones hay algo de verdad, pero falta la primera razón. Buscadla no en nuestros días, sino en el pasado más lejano, antes de los profetas, antes de los patriarcas, antes de la creación del Universo...
Los apóstoles están pensativos... pero no hallan la razón. Jesús sonríe. Luego dice:
-Pues, si recordarais mis palabras, encontraríais la razón. Pero podéis recordar todo todavía. Eso sí, un día recordaréis. Escuchad. Remontemos juntos el curso de los siglos, hasta más allá de los límites del tiempo. Vosotros sabéis quién fue el que dañó el espíritu del hombre.
Satanás, la Serpiente, el Adversario, el Enemigo, el Odio.
Llamadlo como queráis. Pero ¿por qué lo dañó? Por una gran envidia: la de ver al hombre destinado al Cielo del que él había sido expulsado. Deseó para el hombre el mismo destierro que había recibido.
¿Por qué había sido expulsado? Por haberse rebelado contra Dios. Esto lo sabéis. ¿Pero en qué? En la obediencia. En el principio del dolor hay una desobediencia. Y entonces, ¿no es también necesariamente lógico que lo que restablezca el orden, que es siempre alegría, sea una obediencia perfecta?
Obedecer es difícil, especialmente si se trata de una materia grave. Lo difícil produce dolor a aquel que lo lleva a cabo. Pensad, pues, si Yo, al que el Amor solicitó si quería devolver la alegría a los hijos de Dios, no tendré que sufrir infinitamente, para llevar a cabo la obediencia al Pensamiento de Dios. Yo, pues, debo sufrir para vencer, para borrar no uno o mil pecados, sino el propio Pecado por excelencia que, en el espíritu angélico de Lucifer o en el que animaba a Adán, fue y será siempre hasta el último hombre, pecado de desobediencia a Dios.
Vosotros, hombres, debéis obedecer limitadamente a eso poco -os parece mucho pero es muy poco-requerido por Dios, que, en su justicia, os pide solamente aquello que podéis dar. Vosotros, de lo que Dios quiere, conocéis solamente lo que podéis cumplir. Pero Yo conozco todo su Pensamiento, respecto a los grandes y pequeños acontecimientos. Yo no tengo puestos límites en el conocimiento ni en la ejecución.
El amoroso sacrificador, el Abraham divino, no exime a su Víctima e Hijo suyo. Es el Amor no satisfecho y ofendido el que exige reparación y ofrecimiento. Y, aunque viviera millares de años, nada sería, si no consumara el Hombre hasta la última fibra; de la misma forma que nada habría sido, si ab aeterno no hubiera dicho Yo “sí” al Padre mío, disponiéndome a obedecer como Dios Hijo y como Hombre, en el momento que mi Padre considerara bueno.
La obediencia es dolor y es gloria. La obediencia, como el espíritu, no muere nunca. En verdad os digo que los verdaderos obedientes serán dioses, aunque después de una lucha continua contra sí mismos, contra el mundo y contra Satanás. La obediencia es luz. Cuanto más se es obediente, más luminoso se es y más se ve. La obediencia es paciencia, y, cuanto más se es obediente, más se soportan las cosas y a las personas. La obediencia es humildad, y, cuanto más obediente se es, más humilde se es para con nuestro prójimo.
La obediencia es caridad porque es un acto de amor, y, cuanto más obediente se es, más numerosos y perfectos son los actos. La obediencia es heroísmo. Y el héroe del espíritu es el santo, el ciudadano de los Cielos, el hombre divinizado.
Si la caridad es la virtud en que uno encuentra a Dios Uno y Trino, la obediencia es la virtud en que soy hallado Yo, vuestro Maestro. Haced que el mundo os reconozca como discípulos míos por una obediencia absoluta a todo lo santo. Llamad a Judas. Tengo que decirle algo también a él...
Judas acude. Jesús señala al panorama que se estrecha a medida que bajan, y dice:
-Una pequeña parábola para vosotros, futuros maestros de espíritu. Cuanto más subáis por el camino de la perfección, que es arduo y penoso, más veréis. Antes veíamos las dos llanuras, filistea y de Sarón, con sus muchos pueblos y campos y árboles frutales, e incluso un azul lejano, que era el gran mar, y el Carmelo verde allá en el fondo.
Ahora no vemos más que un poco. El horizonte se ha estrechado y se seguirá estrechando, hasta desaparecer en el fondo del valle. Lo mismo sucede con quien desciende en el espíritu en vez de subir. Su virtud y sabiduría se van haciendo cada vez más limitadas, y restringido su juicio hasta quedar anulado. En ese momento, un maestro de espíritu ha muerto en orden a su misión. Ya ni discierne ni guía. Es un cadáver y, de la misma manera que se ha corrompido, puede corromper. La bajada, a veces, es estimulante, casi siempre lo es, porque abajo hay satisfacciones de los apetitos.
También nosotros bajamos al valle en busca de descanso y alimento. Pero, si ello es necesario para nuestro cuerpo, no es necesario satisfacer los apetitos de la carne y la desgana del espíritu, bajando a los valles de la sensualidad moral y espiritual. Sólo en un valle se concede poner pie: en el de la humildad. Y es porque a éste el mismo Dios desciende a raptar al espíritu humilde para elevarlo hasta Él. Quien se humilla será enaltecido. Cualquier otro valle es letal, porque aleja del Cielo».
-¿Me has llamado para esto, Maestro?
-Para esto. Has hablado mucho con los que te preguntaban.
-Sí, y no merece la pena; son más duros de mente que los mulos.
-Y Yo he querido expresar un pensamiento donde todo quede reflejado. Para que puedas nutrir tu espíritu.
Judas lo mira confundido. No sabe sí es un don o un reproche. Los otros, que no se habían percatado de la conversación de Judas con los seguidores, no comprenden que Jesús está reprendiendo a Judas por su soberbia.
Y Judas prefiere prudentemente llevar la conversación por otros derroteros, así que pregunta:
-¿Maestro, Tú que piensas? ¿Esos romanos, y lo mismo el hombre de Petra, que han tenido un contacto muy limitado contigo, podrán llegar alguna vez a tu doctrina? ¿Y aquel Alejandro? Se marchó... No volveremos a verlo. Y éstos lo mismo. Se diría que en ellos hay una instintiva búsqueda de la verdad, pero están sumergidos hasta el cuello en el paganismo. ¿Lograrán alguna vez concluir alguna cosa buena?
-¿Quieres decir encontrar la Verdad?
-Sí, Maestro.
-¿Y por qué no iban a lograrlo?
-Porque son pecadores.
-¿Sólo ellos son pecadores? ¿Entre nosotros no hay
pecadores?
-Muchos, lo admito. Pero precisamente lo que yo digo es que si nosotros, nutridos de sabiduría y verdad ya desde hace siglos, somos pecadores y no conseguimos hacernos justos y seguidores de la Verdad que representas, ¿cómo podrán hacerlo ellos, si están saturados de impurezas?
-Todos los hombres, cualquiera que fuera el punto del que partieran, pueden llegar a alcanzar y poseer la Verdad, o sea, a Dios Cuando no hay soberbia de la mente ni depravación de la carne, sino sincera búsqueda de la Verdad y de la Luz, pureza de finalidad y anhelo de Dios, una criatura está ciertamente en el camino de Dios.
-Soberbia de la mente... y depravación de la carne... Maestro... entonces...
-Continúa tu pensamiento, que es bueno.
Judas elude continuar, y dice:
-Entonces ellos no pueden alcanzar a Dios, porque son unos depravados.
-No era eso lo que querías decir, Judas. ¿Por qué has amordazado tu pensamiento y tu conciencia? ¡Oh, qué difícil es que el hombre suba a Dios! Y el obstáculo mayor está en sí mismo, que no quiere confesar y reflexionar sobre sí mismo y sus defectos.
Verdaderamente también Satanás es calumniado muchas veces, cargándole a él toda causa de ruina espiritual. Y más calumniado aún es Dios, al cual se le cargan todos los hechos que suceden. Dios no viola la libertad del hombre.
Satanás no puede prevalecer contra una voluntad asentada en el Bien. En verdad os digo que setenta veces sobre cien el hombre peca por su voluntad. Y -no se considera esto, pero es así-y no se restablece de su pecado porque evita el examinarse, y a pesar de que la conciencia, con imprevisto impulso, se yergue dentro de él y grita las verdades que él no ha querido meditar, el hombre ahoga ese grito, borra esa figura que, severa y dolorosa, se yergue delante de su intelecto, modifica con esfuerzo su pensamiento influido por la voz acusadora, y no quiere decir, por ejemplo:
"Pero entonces nosotros, yo, no podemos alcanzar la Verdad, porque tenemos soberbia de la mente y corrupción de la carne". Sí, en verdad, en nuestro pueblo no se camina hacia la senda de Dios, porque en nuestro pueblo hay soberbia de la mente y corrupción de la carne. Una soberbia que es verdaderamente imitadora de la satánica, tanto que se juzgan u obstaculizan las acciones de Dios cuando son contrarias a los intereses de los hombres y de los partidos. Y este pecado hará de muchos de Israel réprobos eternos.
-Bueno, pero no somos todos así.
-No. Todavía hay espíritus buenos, en todos los niveles; más numerosos entre los humildes del pueblo que entre los doctos y ricos, pero los hay. Mas ¿cuántos son?, ¿cuántos, respecto a este pueblo de Palestina al que desde hace casi tres años evangelizo y favorezco, y por el cual me consumo? Hay más estrellas en una noche nubosa que en Israel espíritus deseosos de venir al Reino mío.
-¿Y los gentiles, esos gentiles, irán?
-No todos, pero sí muchos. Incluso entre mis propios discípulos algunos no perseverarán hasta el final. ¡Pero no nos preocupemos de los frutos que, podridos, caen de la rama! Tratemos, hasta cuando se pueda, de impedir que se pudran, con la dulzura, con la firmeza, con la recriminación y el perdón, con la paciencia y la caridad.
Luego, si dicen "no" a Dios y a los hermanos que quieren salvarlos, y se arrojan en los brazos de la Muerte, de Satanás, y mueren impenitentes, bajemos la cabeza y ofrezcamos a Dios nuestro dolor por no haberlo podido alegrar con esa alma, salvándosela. Todos los maestros tienen experiencia de estas derrotas; las cuales también son útiles, para mantener mortificado el orgullo del maestro de almas y probar la constancia de éste en el ministerio. La derrota no debe cansar la voluntad del educador de espíritus. Es más, debe impulsarlo a hacer más y mejor, en el futuro.
-¿Por qué has dicho al decurión que lo vas a volver a ver en un monte? ¿Cómo puedes saberlo?
Jesús mira a Judas con una mirada larga y extraña, mezcla de tristeza y sonrisa juntas, y dice:
-Porque será uno de los que estén presentes en mi exaltación, y dirá al gran doctor de Israel una severa palabra verdadera. Y desde ese momento comenzará su seguro camino hacia la Luz. Pero ya estamos en Gabaón. Que Pedro vaya con otros siete a anunciarme. Voy a hablar enseguida, para despedir a los que me han seguido desde los pueblos cercanos.
Los demás permanecerán conmigo hasta después del sábado.
Tú, Judas, estáte con Mateo, Simón y Bartolomé.
(No he reconocido en el decurión a ninguno de los soldados presentes en la Crucifixión. Pero debo decir también que centrada en la observación atenta de mi Jesús, no me di mucha cuenta de ellos. Eran, para mí, un grupo de soldados encargados de hacer ese servicio. Nada más. Y además, cuando habría podido observarlos mejor porque "todo estaba consumado", había una luz tan no luz que sólo las caras muy familiares podían ser reconocidas. De todas formas, por las palabras de Jesús pienso que es ese soldado que dice a Gamaliel algunas palabras que no recuerdo y que no puedo verificar, porque estoy sola y no puedo pedir a nadie que me dé el cuaderno de la Pasión).
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