Saturday December 14,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

334- También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico


El valle del Kisón, a pesar del sol resplandeciente en el cielo sereno, aparece inclemente, peinado por un viento helado que viene salvando los collados septentrionales y destruyendo los tiernos cultivos, que se estremecen de frío y se arrugan quemados, destinados a morir en sus verdes renuevos.

-¿Pero va a durar todavía mucho este frío? -pregunta Mateo, arrebujándose más todavía en el manto, bajo el cual aparece únicamente un trocito de cara, o sea, los ojos y la nariz.

Con voz ahogada por el manto, que también a él le cubre la boca, le responde Bartolomé:

-Quizás el resto de la luna.

-¡Pues estamos apañados! ¡Bueno, paciencia! Menos mal que en Nazaret estaremos en casa hospitalaria... Mientras tanto, pasará.

-Sí, Mateo. Pero para mí ya ha pasado la cosa, viendo a Jesús menos apesadumbrado. ¿No te parece que está más alegre? -pregunta Andrés.
-Lo está. Pero yo... bueno, quiero decir que me parece imposible que se haya consumido tanto por lo que sabemos. ¿No ha habido realmente ninguna otra cosa nueva, que vosotros sepáis? -pregunta Felipe.

-Nada. Nada, nada. Te digo que en los confines siro-fenicios le dieron mucha alegría espíritus creyentes, e hizo esos milagros que te hemos dicho -asegura Santiago de Alfeo.
-Desde hace algunos días está mucho con Simón de Jonás. Y Simón está muy cambiado... ¡Sí! Estáis todos cambiados. No sé... sois más... eso: austeros -dice Felipe.

-¡Eso es que te da esa impresión!... En realidad somos iguales que antes. Claro, ver al Maestro tan apenado por tantas cosas, no ha sido motivo de satisfacción, ni tampoco el oír con qué saña le atacan... Pero lo defenderemos. ¡No le harán nada si estamos con Él! Ayer noche le he dicho, después de haber oído lo que decía Hermas, que es un hombre serio y digno de credibilidad:

"De ahora en adelante, no debes estar solo. Ya tienes a los discípulos, que, ya lo ves, actúan, y bien, y aumentan continuamente. Por tanto, nosotros estaremos contigo. No quiero decir que tengas que hacer todo Tú, que ya es hora de aliviarte, hermano mío. Pero Tú estarás con nosotros, entre nosotros, como Moisés en el monte, y nos batiremos por ti, dispuestos, si fuese necesario, a defenderte incluso físicamente.

Lo que le ha sucedido a Juan Bautista no te debe suceder a ti". Porque, en fin, si los discípulos del Bautista no se hubieran reducido a dos o tres, no habría sido apresado. Nosotros, al fin y al cabo, somos doce, y quiero convencerlo de que se una, o, por lo menos, de tener a su lado a alguno de los más fieles y enérgicos discípulos. Los que estaban con Juan en Maqueronte, por ejemplo. Hombres de fe y coraje. Juan, Matías y también José. ¿Sabéis que ese joven promete mucho?-dice Judas Tadeo.

-Sí, Isaac es un ángel, pero su fuerza está enteramente en el espíritu. José, sin embargo, es fuerte también en el cuerpo. Tiene la misma edad que nosotros.
-Y aprende rápidamente. ¿Has oído lo que ha dicho Hermas?

"Si éste hubiera estudiado, sería, además de un justo, un
rabí.” Y Hermas sabe lo que dice.

-Yo, no obstante... tendría cerca también a Esteban y a Hermas y al sacerdote Juan. Por su conocimiento de la Ley y del Templo. ¿Sabéis lo que significa su presencia frente a los escribas y fariseos? Un control, un freno... Y para la gente vacilante equivale a decir: "¿Veis como no faltan en torno al Rabí, a su servicio y como discípulos, los mejores de Israel?" -dice Santiago de Alfeo.

-Tienes razón. Se lo decimos al Maestro. Ya habéis oído lo que ha dicho ayer: "Vosotros debéis obedecer, pero tenéis también la obligación de abrirme vuestro corazón y decirme lo que juzgáis justo. Para habituaros a saber dirigir en un futuro. Yo, si veo que es como decís, aceptaré vuestros pensamientos" -dice el Zelote.

-Quizás lo hace también para mostrarnos que nos quiere, visto que estamos todos más o menos convencidos de que somos la causa de su sufrimiento -observa Bartolomé.
-0 está realmente cansado de tener que pensar en todo y de ser el único que toma decisiones y asume responsabilidades.

Quizás también reconoce que su santidad perfecta es... casi una imperfección, yo diría, respecto a quienes tiene frente a sí: el mundo, que no es santo. Nosotros no somos santos perfectos. Sólo un poquito menos granujas que los otros... y, por tanto, capaces de responder a aquellos que son casi como nosotros -dice Simón Zelote.

-¡Y de conocerlos, debes decir! -aumenta Mateo.
-¡Oh, respecto a esto, estoy seguro de que El también los conoce.' Es más, los conoce mejor que nosotros, porque lee en los corazones. Estoy seguro de ello como de que estoy vivo -dice Santiago de Zebedeo.

-¿Y entonces por qué algunas veces hace lo que hace, buscándose problemas y peligros? -pregunta, desconsolado, Andrés.

-La verdad es que no sé que responder -dice Judas Tadeo encogiéndose de hombros; y con él confiesan lo mismo los otros.
Juan guarda silencio. Su hermano lo provoca:

-Tú que sabes siempre todo de Jesús -parecéis dos enamorados algunas veces -, ¿no te ha dicho nunca por qué actúa así?

-Sí. Se lo he preguntado, incluso recientemente. Siempre me ha respondido: "Porque debo hacerlo. Debo actuar como si el mundo estuviera compuesto enteramente de criaturas ignorantes pero buenas. A todos les doy la misma doctrina; así se separarán los hijos de la Verdad de los de la Mentira". Me ha dicho también: "¿Ves, Juan? Esto es como un primer juicio, no universal, colectivo, sino individual. Sobre la base de sus acciones de fe, caridad, justicia, serán separados los corderos de las cabras. Esto continuará después, cuando Yo ya no esté, cuando esté mi Iglesia, durante siglos y siglos, hasta el fin del mundo.

El primer juicio de las masas humanas se cumplirá en el mundo, en el lugar en que los hombres actúan con libertad, teniendo frente a sí el Bien y el Mal, la Verdad y la Mentira; como el primer juicio fue dictado en el Paraíso Terrenal, ante el árbol del Bien y del Mal, violado por los que desobedecieron a Dios. Después, en la hora de la muerte de cada uno de los hombres, será ratificado el juicio, ya escrito en el libro de las acciones humanas, por una Mente que no tiene defecto alguno. Por último, el
Gran Juicio, el Terrible, y entonces, nuevamente, en masa, serán juzgados los hombres. Desde Adán al último hombre.

Juzgados por aquello que hayan querido para ellos, libremente, en la tierra. Ahora bien, si Yo por mí mismo ya seleccionara a quien merece el Milagro, el Amor, la Palabra de Dios, y a quien no la merece -y podría hacerlo por derecho divino y por divina capacidad, los que quedasen excluidos, aunque fueran verdaderos diablos, gritarían fuerte el día de su juicio individual: “¡El culpable es tu Verbo, que no quiso adoctrinarnos!” Pero esto no podrán decirlo... O sea, lo dirán mintiendo una vez más. Y serán juzgados por ello".

-¿Entonces, no acoger la doctrina es ser un réprobo? -pregunta Mateo.

-Eso no lo sé. No sé si todos los que no crean serán realmente réprobos. Si os acordáis, hablando a Síntica, dio a entender que los que obran con honestidad en la vida no son réprobos, aunque crean en otras religiones. Pero se lo podemos preguntar. Claro que Israel, que tiene conocimiento del Mesías y que ahora cree parcialmente y mal en el Mesías, o que lo rechaza, será severamente juzgado.

-El Maestro habla mucho contigo, y sabes muchas cosas que nosotros no sabemos-observa su hermano Santiago.
-Culpa tuya y vuestra. Yo le pregunto con sencillez.

Algunas veces pregunto cosas que deben darle una imagen de su Juan como persona muy necia. Pero no me importa dar esta imagen. Me basta con conocer su pensamiento, y tenerlo dentro de mí para hacerlo mío. Deberíais hacer lo mismo vosotros. ¡Pero tenéis siempre miedo!... ¿Y de qué? ¿De ser ignorantes? ¿De ser superficiales? ¿De ser cabezotas? Deberíais tener miedo sólo de estar todavía pobremente preparados cuando Él se marche. Lo dice siempre... y me lo digo siempre, para prepararme a la separación... Pero siento que significará siempre un gran dolor...

-¡No me lo recuerdes! -exclama Andrés. Y repiten lo mismo los otros, y suspiran.
-Pero, ¿cuándo sucederá? Dice siempre: "Pronto". Pero "pronto" puede ser dentro de un mes o de años. Es muy joven y el tiempo pasa muy rápido... ¿Qué te pasa, hermano? Te estás poniendo muy pálido... -pregunta Judas Tadeo a Santiago.

-¡Nada, nada! Pensaba... -dice pronto Santiago, con la cabeza agachada.

Y Judas Tadeo se inclina para verlo bien...
-¡Pero si se te saltan las lágrimas! ¿Qué te pasa?...
-No más que lo que os pasa a vosotros... Pensaba en cuando estemos solos.

-¿Pero qué le pasa a Simón de Jonás, que se adelanta corriendo y gritando como un somorgujo en día de tempestad? ­pregunta Santiago de Zebedeo, señalando a Pedro, que ha dejado a Jesús solo, y que ahora corre, gritando palabras que el viento impide oír.

Aceleran el paso y ven que Pedro ha tomado un senderillo que viene de la ya cercana Sefori (eso dicen los discípulos, mientras se preguntan si va a Sefori por orden de Jesús por aquel atajo). Pero luego, observando bien, ven que los dos únicos viandantes que de la ciudad vienen hacia la vía principal son Tomás y Judas.

-¡Atiza! ¡Aquí? ¿Precisamente aquí? ¿Y qué hacen aquí? De Nazaret, si acaso, tenían que ir a Caná y luego a Tiberíades... -se preguntan varios.

-Quizás venían buscando a los discípulos. Era su misión -dice prudente el Zelote, que siente que la sospecha, cual serpiente despertada, alza su cabeza en el corazón de muchos.

-Vamos a acelerar el paso. Jesús está solo y parece que nos espera... -aconseja Mateo. Van, y llegan donde Jesús al mismo tiempo que Pedro, Judas y Tomás.
Jesús está palidísimo, tanto que Juan pregunta:

-¿Te encuentras mal?
Pero Jesús le sonríe y hace un gesto de negación; mientras tanto, saluda a los dos que han regresado después de tanta ausencia.

Abraza primero a Tomás, pujante y alegre como siempre, pero que se pone serio mirando al Maestro, tan manifiestamente cambiado, y pregunta solícito:
-¿Has estado enfermo?

-No, Tomás. En absoluto. ¿Y tú?, ¿has estado bien, contento?
-Yo sí, Señor. Siempre bien y siempre contento. Sólo me faltabas Tú para hacer beato a mi corazón. Mi padre y mi madre te agradecen el que me hayas mandado un tiempo. Mi padre estaba un poco enfermo, así que he trabajado yo. He estado donde mi hermana gemela y he conocido al sobrinito.

Le hemos puesto el nombre que me dijiste. Luego vino Judas, y me ha hecho dar más vueltas que una tórtola en período de amores: arriba, abajo... donde había discípulos. Él ya se había movido, por su propia cuenta, no poco. Pero bueno, ahora te contará él, porque ha trabajado como diez y merece que lo escuches.
Jesús lo deja y ahora es la vez de Judas, que ha esperado pacientemente y que se acerca franco, desenvuelto, triunfante. Jesús lo perfora con su mirada de zafiro. Pero lo besa y recibe su beso, igual que con Tomás. Y las palabras que siguen son afectuosas:

-¿Y tu madre, Judas, ha estado contenta de tenerte? ¿Está bien esa santa mujer?
-Sí, Maestro, y te bendice por haberle enviado a su Judas. Quería mandarte unos presentes. Pero, ¿cómo podía llevármelos conmigo acá y allá por montes y valles? Puedes estar tranquilo, Maestro. Todos los grupos de discípulos que he visitado trabajan santamente. La idea se va extendiendo cada vez más. Yo he querido personalmente controlar las repercusiones de ella en los más poderosos escribas y fariseos. A muchos de ellos ya los conocía, a otros los he conocido ahora, por amor a ti.

He tratado con saduceos, herodianos... ¡Oh, te aseguro que me han machacado bien la dignidad!... ¡Pero, por amor a ti, haré esto y más! He sido desdeñosamente rechazado, he recibido anatemas. Pero también he logrado suscitar simpatías en algunos que tenían prevenciones respecto a ti. No quiero tus elogios.

Me basta con haber cumplido mi deber, y agradezco al Eterno el que me haya ayudado siempre. He tenido que usar el milagro en algunos casos, lo cual me ha dolido, porque merecían rayos y no bendiciones. Pero Tú dices que hay que amar y ser pacientes... Lo he sido, para honor y gloria de Dios y para alegría tuya. Espero que muchos obstáculos queden abatidos para siempre; mucho más si consideramos que por mi honor he garantizado que ya no estaban aquellos dos que creaban tanta sombra.

Después me vino el escrúpulo de haber afirmado lo que no sabía con certeza. Y entonces quise verificar para poder tomar las oportunas medidas, para no ser hallado en embuste, lo cual me habría colocado para siempre en situación sospechosa ante los que caminan hacia la conversión... ¡Fíjate! ¡He ido a ver incluso a Anás y a Caifás!...

¡Oh, querían reducirme a cenizas con sus censuras!... Pero yo me he mostrado tan humilde y persuasivo, que al final me han dicho: "Bueno, pues si las cosas están exactamente así... Pensábamos que estaban de otro modo. Los rectores del Sanedrín, que podían conocer la situación, nos habían referido lo contrario y...".

-No querrás decir que José y Nicodemo han sido unos embusteros» interrumpe el Zelote, que se ha contenido hasta ese momento, pero no más, y está lívido por el esfuerzo hecho.

-¿Y quién ha dicho eso? ¡Todo lo contrario! José me vio cuando salía de donde Anás y me dijo: "¿Por qué estás tan alterado?". Le conté todo. Le dije también que, siguiendo el consejo suyo y de Nicodemo, Tú, Maestro, habías despedido al presidiario y a la griega. Porque los has despedido, ¿no es verdad? -dice Judas mirando fijamente a Jesús con sus ojos de azabache, brillantes hasta la fosforescencia. Parece como si quisiera perforarlo con la mirada para leer lo que Jesús ha hecho.

Jesús, que sigue frente a Judas, cercanísimo, dice sereno:
-Te ruego que continúes tu narración, que me interesa mucho. Es un relato exacto, que puede ser muy útil.

-¡Ah!, bueno, decía que Anás y Caifás han cambiado de opinión. Lo cual significa mucho para nosotros, ¿no es verdad? ¡Y luego!... ¡Ahora os voy a hacer reír! ¿Sabéis que los rabíes me metieron en medio y me sometieron a otro examen, como si fuera un menor en el paso a la mayoría de edad? ¡Y qué examen! Bien. Los convencí y ya no me entretuvieron más.

Entonces me vino la duda y el miedo de haber dicho algo que no fuera verdad. Y pensé tomar conmigo a Tomás e ir de nuevo a donde estaban los discípulos, o donde se podía pensar que se hubieran refugiado Juan y la griega. He estado con Lázaro, con Manahén, en el palacio de Cusa, con Elisa de Betsur, en Béter en los jardines de Juana, en el Getsemaní, en la casita de Salomón del otro lado del Jordán, en Agua Especiosa, donde Nicodemo, donde José...

-¿Pero no lo habías visto?

-Sí. Y me había asegurado que no había vuelto a ver a esos dos. Pero... ya sabes... yo quería asegurarme... Resumiendo: he inspeccionado todos los lugares en que pensaba que pudiera estar él... Y no creas que sufría por no encontrarlo. Sería injusto. Siempre -y Tomás lo puede confirmar -siempre que salía de un lugar sin haberlo encontrado y sin haber visto siquiera algún indicio de él, decía:

"¡Alabado sea el Señor!", y decía: "¡Oh, Eterno, haz que no lo encuentre jamás!". Exactamente así. El suspiro de mi alma... El último lugar fue Esdrelón... ¡Ah, a propósito! Ismael ben Fabí, que está en su palacio de los campos de Meguiddó, desea invitarte a su casa... Pero yo en tu lugar no iría...

-¿Por qué? Iré sin falta. También Yo deseo verlo. Es más, iremos enseguida. En vez de ir a Sefori, vamos a Esdrelón, y, pasado mañana, que es vigilia de sábado, a Meguiddó, y de allí a la casa de Ismael».

-¡No, no, Señor! ¿Por qué? ¿Piensas que te estima?
-Pero, si has ido a hablar con él y lo has cambiado a favor mío, ¿por qué no quieres que vaya?

-No fui a hablar con él... Estaba él en las tierras y me reconoció. Pero yo -¿verdad, Tomás? -quería huir cuando lo vi. No pude porque me llamó por el nombre. Yo... sólo puedo aconsejarte que no vayas nunca más donde ningún fariseo, o escriba, o seres semejantes. No es útil para ti. Quedémonos nosotros solos con el pueblo y basta.

Incluso Lázaro, Nicodemo, José... será un sacrificio... pero es mejor, para no crear celos, rencores, y dar armas a las críticas... En la mesa se habla... y ellos estudian deslealmente tus palabras. Pero, volvamos a Juan... Yo estaba yendo a Sicaminón, a pesar de que Isaac, que lo he visto en los confines de Samaria, me había jurado que desde Octubre no lo había vuelto a ver.

-Pues Isaac ha jurado una cosa verdadera. Pero esto que aconsejas respecto a los contactos con escribas y fariseos se contradice con lo que has dicho antes. Tú me has defendido... Eso has hecho, ¿no es verdad? Has dicho: "He desmontado muchas prevenciones contra ti". Has dicho esto, ¿no es verdad?
-Sí, Maestro.

-¿Y entonces por qué no puedo Yo mismo terminar de defenderme? Así que iremos a casa de Ismael. Y tú, ahora, vuelves, y vas a avisarle. Contigo van Andrés, Simón el Zelote y Bartolomé. Nosotros nos detendremos donde los campesinos. Respecto a Sicaminón, venimos de allí. Éramos once. Te aseguramos que Juan no está allí. Y tampoco en Cafarnaúm, o en Betsaida, Tiberíades, Magdala, Nazaret, Corazín, Belén de Galilea, y así sucesivamente en todas las etapas que quizás tenías pensado recorrer para... tu propia seguridad respecto a la presencia de Juan entre los discípulos o en casas amigas.

Jesús habla sereno, con tono natural... Y, no obstante, algo debe haber en El que turba a Judas, el cual, por un instante, cambia de color. Jesús lo abraza como para besarlo... Y, mientras lo tiene así, su mejilla al lado de la de Judas, le susurra quedo:

-¡Desdichado! ¿Qué has hecho de tu alma!

-Maestro... yo...

-¡Vete! ¡Que apestas a infierno más que el mismo Satanás! ¡Calla!... Y arrepiéntete si puedes.

Judas... Bueno yo me habría escapado a todo correr. ¡Pero él!... Dice con desfachatez en alta voz:

-Gracias, Maestro. Lo que sí que te rogaría, antes de marcharme, sería dos palabras en secreto.

Todos se separan bastantes metros.

-¿Por qué, Señor, me has dicho esas palabras? Me han dolido.

-Porque son la verdad. Quien trata con Satanás se coge el olor de Satanás.  

-¡Ah! ¿Es por la nigromancia? ¡Qué miedo me has hecho pasar! ¡Una broma! ¡Sólo una broma de niño curioso! Y me ha servido para conocer a algunos saduceos y perder el hambre de la nigromancia. Como ves, me puedes absolver con toda tranquilidad. Son cosas inútiles cuando se tiene tu poder. Tenías razón. ¡Venga, Maestro! ¡Es tan leve el pecado!... Grande es tu sabiduría. Pero, ¿quién te lo ha dicho?

Jesús lo mira severamente y no responde.

-¿Pero verdaderamente me has visto en el corazón el pecado? -pregunta un poco atemorizado Judas.

-Y me has dado repugnancia. ¡Vete! Y no digas ni una sola palabra más.

Y le vuelve la espalda. Regresa adonde los discípulos y les ordena que cambien de camino. Pero primero despide a Bartolomé, Simón y Andrés, los cuales van hasta donde Judas y se echan a andar a buen paso. Los que se quedan, por el contrario, caminan lentamente, desconocedores de la verdad que sólo Jesús conoce.

Tan desconocedores, que elogian a Judas por su actividad y sagacidad. Y el honesto de Pedro se acusa sinceramente del pensamiento temerario que tenía en el corazón respecto a su compañero...

Jesús sonríe, una sonrisa leve, de persona un poco cansada, como si estuviera abstraído y apenas oyera el charloteo de sus compañeros, que de las cosas saben sólo aquello que su humanidad les permite saber.

   


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