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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

453- Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico


Jesús entra en Ippo una clara mañana. Debe haber pernoctado en la casa campestre de algún habitante de la ciudad que ha venido a escucharlo, para entrar luego en la ciudad en las primeras horas de la mañana de un rumoroso día de mercado.

Muchos de Ippo están con Él. Muchos de Ippo, habiendo sido avisados por otros de que ha llegado el Rabí, acuden solícitos a su encuentro. Mas no son sólo los habitantes de esta ciudad los que están alrededor de Jesús; están presentes también los del arrabal del lago. Falta sólo alguna mujer que, por sus condiciones físicas o por tener niños demasiado pequeños, no ha podido alejarse demasiado de casa.

La ciudad, ligeramente elevada sobre el nivel del lago, extendida sobre las primeras ondulaciones de la llanura elevada que está allende el lago y que va subiendo hacia oriente para alcanzar al sudeste los montes de la Auranítida y al nordeste el grupo montañoso presidido por el gran Hermón, tiene buena presencia: ciudad rica en comercio y en bienes; importante también como nudo de caminos, y eslabón de enlace entre muchas regiones de allende el lago, como se deduce de los postes de los caminos (están colocados en sus cercanías y llevan los nombres de Gamala, Gadara, Pel.la, Arbela, Bosra. Gerguesa, y otros más).

Muy poblada y muy visitada por forasteros que vienen de los pueblos vecinos para compras o ventas o por otros motivos de negocios. Veo a muchos romanos, civiles o militares, entre la multitud, la cual -no sé si es propiedad de esta ciudad o si lo es de la región-no me parece tan agresiva contra los romanos, no me parece que los rechace tanto. Quizás los negocios, más que en las zonas de la otra orilla, han estrechado vínculos recíprocos, que, si no son de amistad, por lo menos son de conveniencia.

La muchedumbre aumenta a medida que Jesús avanza hacia el centro de la ciudad, hasta que se detiene en una vasta plaza arbolada, donde, a la sombra de los árboles, se desarrolla el mercado, o sea, conciertan los negocios más importantes.

Porque la compraventa de poca envergadura de alimentos y enseres se realiza detrás de esta plaza, en un terreno sin pavimentar donde ya pega el sol. De éste se defienden los compradores y vendedores con toldos montados sobre estacas y que proyectan un pequeño espacio de sombra sobre las mercancías expuestas en el suelo.

El lugar, estando así cubierto con toldos poco elevados y de todos los colores, entre los cuales hormiguea la gente, vestida con indumentos variopintos, parece un prado engalanado con flores gigantescas: unas fijas, otras móviles por los senderillos que hay entre uno y otro toldo. Ello comunica al lugar un aspecto de belleza, que pierde, sin duda, cuando, desmontadas las... barracas prehistóricas, la explanada debe aparecer con su amarillenta desolación de lugar estéril y desierto.

Ahora está lleno de vocerío. ¡Pero cuánto gritan estos pueblos, y cuántas palabras dicen gritando para llegar a un acuerdo... pues... simplemente sobre una escudilla de madera, un cernedor, o un puñado de semillas! Y al vocerío de los que compran y venden se une todo un coro de mendigos que fuerzan la voz para que se les oiga por encima del vocerío.

-¡Pero aquí no puedes hablar, Maestro! -exclama Bartolomé -¡Tu voz es potente, pero no puede superar este ruido!
-Esperaremos. ¿Veis? El mercado está terminando. Ya hay quien empieza a quitar las mercancías. Entretanto, id a ofrecer a los mendigos la limosna, con lo que han dado los ricos de aquí. Será para el discurso prólogo y bendición, porque la limosna dada con amor pasa del grado de ayuda material al de amor al prójimo, y atrae gracias -responde Jesús.

Los apóstoles van a cumplir la orden.
Jesús sigue hablando entre la atenta gente:

-La ciudad es rica y próspera. Al menos en esta parte. Veo que estáis vestidos con túnicas limpias y bonitas. Vuestras caras denotan buena alimentación. Todo me dice que no sufrís la miseria. Lo que os pregunto ahora es si aquellos que allí se lamentan son de Ippo o son mendigos ocasionales que han venido aquí de otros lugares en busca de una ayuda. Sed sinceros...

-Mira. Te vamos a responder, aunque ya la reprensión se entrevé en tus palabras. Algunos han venido de fuera. La mayor parte son de Ippo.

-¿Y no hay trabajo para ellos? He visto que aquí se construye mucho y debería haber trabajo para todos...
-Los que alistan para el trabajo casi siempre son los romanos...

-Casi siempre. Tú lo has dicho. Porque también he visto a habitantes de aquí superentendiendo trabajos; y entre ellos he visto a muchos que tienen a gente que no es de aquí. ¿Por qué no ayudar primero a los del lugar?

-Porque... es difícil trabajar aquí, porque, sobre todo, hace años, antes de que los romanos construyeran buenas calzadas, era laborioso traer aquí los bloques de piedra y abrir los caminos... Y muchos enfermaron o quedaron maltrechos... y ahora son mendigos porque ya no pueden trabajar.

-Pero ¿vosotros disfrutáis del trabajo que hicieron?
-¡Por supuesto, Maestro! Fíjate qué bonita ciudad, qué cómoda, con agua abundante en cisternas profundas, y hermosos caminos que comunican con otras ciudades ricas. Fíjate qué construcciones más sólidas. Fíjate cuántos trabajadores. Fíjate...

-Veo todo. ¿Y a construir estas cosas os han ayudado los que ahora os piden quejumbrosamente un pan? ¿Respondéis que sí? ¿Y entonces por qué, si disfrutáis de lo que ellos os han ayudado a tener, no les dais ni una pequeña porción de disfrute? El pan, sin que lo pidan: una yacija, para que no se vean obligados a compartir las madrigueras de los animales agrestes; una ayuda para sus enfermedades (que si se curasen de ellas tendrían la manera de hacer todavía algo, en vez de sentirse rebajados a un ocio forzado y humillante).

¿Cómo podéis sentaros contentos a la mesa y participar con alegría de la abundante comida, rodeados de vuestros hijos festivos, sabiendo que, a poca distancia, hermanos vuestros tienen hambre? ¿Cómo ir a descansar en una cama bien cobijada, cuando sabéis que afuera, de noche, hay hombres que no disponen de camastro ni refugio? ¿No os queman la conciencia esas monedas que guardáis en las arcas, sabiendo que muchos no tienen ni una moneda con que comprarse un pan?

Me habéis dicho que creéis en el Señor Altísimo y que observáis la Ley, que conocéis a los Profetas y los libros de la Sabiduría. Me habéis dicho que creéis en mí y que deseáis con avidez mi doctrina. Bueno, pues entonces tenéis que hacer bueno vuestro corazón, porque Dios es Amor y preceptúa amor, porque la Ley es amor, porque los Profetas y los libros de la Sabiduría aconsejan el amor, y mi doctrina es doctrina de amor. Los sacrificios y oraciones son vanos si el amor al prójimo no es su base y altar, y especialmente al pobre indigente, al cual es posible ofrecer todas las formas de amor con el pan, la cama, los vestidos, con el consuelo y la enseñanza, y conduciéndolo a Dios.

La miseria, degradando, lleva al espíritu a perder esa fe en la Providencia que es saludable para resistir en las pruebas de la vida. ¿Cómo podéis pretender que el mísero sea siempre bueno, paciente, pío, cuando ve que los favorecidos por la vida -y, por tanto, según el concepto común, favorecidos por la Providencia­ son duros de corazón, carecen de verdadera religión -porque a su religión le falta la parte primera y esencial: el amor-, carecen de paciencia y, teniéndolo todo, no saben soportar ni siquiera la súplica del hambriento?

¿Que a veces imprecan contra Dios y contra vosotros? ¿Y quién los conduce a este pecado? ¿No meditáis nunca, vosotros, ricos ciudadanos de una rica ciudad, que tenéis un gran deber: el de instruir en la Sabiduría a los abandonados con vuestro modo de actuar?

Alguien me ha dicho: "Todos querríamos ser tus discípulos para predicarte". Y Yo digo a todos: podéis hacerlo. Estos que vienen amedrentados, avergonzados con sus vestidos andrajosos y sus caras demacradas, son los que esperan la Buena Nueva, la que es dada, sobre todo, para los pobres, para que tengan una confortación sobrenatural en la esperanza de una vida gloriosa después de la realidad de su triste vida presente. Vosotros podéis practicar esta doctrina mía con menor esfuerzo material, aunque con mayor esfuerzo espiritual, porque las riquezas son peligrosas para la santidad y la justicia.

Ellos pueden practicarla no sin toda suerte de fatigas. El pan que les falta, el vestido insuficiente, el techo inexistente los mueven a preguntarse:

"¿Cómo puedo creer que Dios es mi Padre, si no tengo lo que tienen las aves del aire?". ¿Cómo podrá la dureza del prójimo hacerles creer que hay que amarse como hermanos? Tenéis la obligación de darles la certeza de que Dios es Padre, y de que vosotros sois hermanos, con vuestro amor operativo. La Providencia existe, y vosotros sois sus ministros, vosotros, los ricos del mundo. Considerad este hecho de ser medios como el mayor honor que Dios os da y como la única vía para hacer santas las riquezas peligrosas.

Y actuad como si en cada uno de éstos me vierais a mí mismo. Yo estoy en ellos. He querido ser pobre y padecer persecución para ser como ellos y para que el recuerdo del Cristo pobre y perseguido perdurase a través de los siglos, proyectando una luz sobrenatural sobre los pobres y perseguidos como Cristo, una luz que os hiciera amarlos como a otros Cristos.

Y Yo, efectivamente, estoy en el mendigo al que se da comida, bebida, o vestido o posada; estoy en el huérfano recogido por amor, en el anciano socorrido, en la viuda ayudada, en el peregrino hospedado, en el enfermo asistido; estoy en el afligido consolado, en el vacilante confirmado, en el ignorante instruido; estoy donde se recibe amor. Y todo lo que se hace -o en medios materiales o en medios espirituales-a un hermano pobre se me hace a mí.

Porque Yo soy el Pobre, el Afligido, el Varón de Dolores; y lo soy para dar riqueza, alegría, vida sobrenatural a todos los hombres, que muchas veces -no lo saben pero así es­ son ricos sólo aparentemente, y tienen una alegría sólo aparente, mientras que en realidad son íntegramente pobres respecto a las riquezas y alegrías verdaderas, porque carecen de la Gracia por la Culpa original que de ella los priva.

Vosotros sabéis que sin la Redención no hay Gracia y sin Gracia no hay alegría y vida. Y Yo, para daros Gracia y Vida, no he querido nacer rey u hombre poderoso, sino pobre, lugareño, humilde. Porque ni la corona ni el trono ni el poder son nada para quien del Cielo viene para guiar al Cielo; mientras que el ejemplo que un verdadero Maestro debe dar para dar fuerza a su doctrina lo es todo. Porque la parte mayor está compuesta por los pobres e infelices, mientras que los poderosos y felices constituyen la menor parte.

Porque la Bondad es Piedad. Para esto he venido y el Señor ha ungido a su Cristo: para que anunciara la Buena Nueva a los mansos y sanase a los que tienen el corazón quebrantado, para que predicara la libertad a los esclavos, la liberación a los cautivos, para consolar a los que lloran y para poner a los hijos de Dios, a los hijos que saben seguir siéndolo tanto en la alegría como en el dolor, su diadema, la vestidura de la justicia, y transformarlos, de árboles agrestes, en árboles del Señor; en campeones suyos; en glorias suyas.

Yo soy todo para todos, y quiero conmigo a todos en el Reino de los Cielos, que está abierto para todos, a condición de saber vivir en la justicia. La justicia está en la práctica de la Ley y en el ejercicio del amor. A este Reino no se accede por derechos derivados de la riqueza, sino por heroísmos de santidad.

Quien quiera entrar en él que me siga y haga lo que Yo hago: ame a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como Yo lo amo; no blasfeme contra el Señor y santifique sus fiestas; honre a sus padres; no alce la mano violenta contra su semejante; no cometa adulterio; no robe a su prójimo en ningún modo; no levante falso testimonio; no desee lo que no tiene y tienen otros, antes bien, conténtese con su suerte, pensando que ésta es siempre transitoria y es camino y medio para conquistar un destino mejor y eterno; ame a los pobres, a los afligidos, a los mínimos de la Tierra, a los huérfanos, a las viudas; no preste con usura.

Quien haga estas cosas, independientemente de su nación o lengua, condición o grado de riqueza, podrá entrar en el Reino de Dios, cuyas puertas os abro Yo.

Venid a mí todos los que tengáis buena voluntad. No os asuste ni lo que sois ni lo que fuisteis, Yo soy el Agua que lava el pasado y fortalece para el futuro. Venid a mí los que tengáis pobreza de sabiduría. En mi palabra hay sabiduría. Venid a mí, haceos una vida nueva sobre la base de otros conceptos. No temáis no saber ni no poder hacer. Mi doctrina es fácil, mi yugo es ligero. Yo soy el Rabí que da sin pedir nada en cambio, nada sino vuestro amor.

Si me amáis, amaréis mi doctrina, y, por tanto, también a vuestro prójimo, y tendréis la Vida y el Reino. Ricos, despojaos del apego a las riquezas y comprad con ellas el Reino con todas las obras de misericordioso amor al prójimo; pobres, despojaos de vuestro sentimiento de humillación y caminad por el camino de vuestro Rey. Con Isaías (55, l) digo: "Sedientos, venid a las aguas; y también vosotros, los que no tenéis dinero, venid a comprar". Con el amor compraréis lo que es amor, lo que es alimento que no se estropea, alimento que verdaderamente sacia y fortalece.

Yo me marcho, hombres y mujeres, ricos y pobres de Ippo. Me voy para obedecer a la voluntad de Dios. Pero quiero marcharme de vuestra presencia menos afligido que como he llegado. Vuestra promesa será lo que consuele mi aflicción. Por el bien vuestro, ricos, por el bien de esta ciudad vuestra, sed, prometed ser, misericordiosos en el futuro respecto a los más pequeños de entre vosotros.

Todo es hermoso aquí; pero, como una nube negra de tormenta pone aspecto temible a la más bella de las ciudades, así aquí domina, cual sombra que hace desaparecer toda belleza, vuestra dureza de corazón. Eliminadla y gozaréis de bendición. Recordad que Dios prometió no destruir Sodoma, si en ella hubiera habido diez justos.

Vosotros no conocéis el futuro. Yo sí. Y en verdad os digo que está cargado de castigos más que una nube estival de granizo. Salvad vuestra ciudad con vuestra justicia, con vuestra misericordia. ¿Lo vais a hacer?
-Lo haremos, Señor, en tu nombre. ¡Háblanos, sigue hablándonos! Hemos sido duros y pecadores. Pero Tú nos salvas. Eres el Salvador. Háblanos...

-Estaré con vosotros hasta el anochecer. Pero hablaré con mis obras. Ahora, mientras el sol domina, id cada uno a su casa y meditad en mis palabras.

-¿Y Tú a dónde vas, Señor? ¡A mi casa! ¡A mi casa!
Todos los ricos de Ippo quieren que vaya con ellos, y casi discuten por defender cada uno el motivo por el que Jesús debe ir a casa de éste o de aquél.

Él levanta la mano imponiendo silencio. A duras penas lo obtiene. Dice:
-Voy a estar con éstos.

Y señala a los pobres, los cuales, apiñados en un grupo al margen de la multitud, lo miran con los ojos de quienes, siempre vilipendiados, se sienten queridos. Y repite:

-Voy a estar con éstos, para consolarlos y compartir el pan con ellos. Para darles un adelanto de la alegría del Reino, donde el Rey estará sentado entre los súbditos en el mismo banquete de amor. Entretanto, puesto que su fe está escrita en sus caras y en sus corazones, les digo a ellos: "Hágase lo que en vuestro corazón pedís, y alma y cuerpo exulten con la primera salvación que os dona el Salvador".

Habrá al menos un centenar de pobres. De éstos, al menos los dos tercios, tienen taras físicas, o están ciegos, o visiblemente enfermos; el otro tercio es de niños que mendigan para sus madres viudas o para sus abuelos...

Bien, pues es prodigioso ver que los brazos tullidos, las caderas baldadas, las espaldas contractas, los ojos apagados, las personas extenuadas que literalmente se arrastran, toda la flora dolorosa de las enfermedades y desdichas, debidas a accidentes de trabajo o contraídas por exceso de fatigas y de privaciones, se restauran, dejan de existir, y estos infelices vuelven a la vida, vuelven a sentirse capaces de bastarse a sí mismos. Los gritos llenan la vasta plaza y en ella retumban.

Un romano se abre paso a duras penas por entre la multitud delirante y se llega a Jesús mientras Él, también con dificultad, se dirige hacia los pobres que han sido curados y que desde su sitio lo bendicen, pues no pueden hender la muchedumbre compacta.

-¡Salve, Rabí de Israel! ¿Lo que has hecho es sólo para los de tu nación?

-No, hombre. Ni lo que he hecho ni lo que he dicho. Mi poder es universal, porque universal es mi amor. Y mi doctrina es universal, porque para ella no hay castas, ni religiones, ni naciones, que limiten. El Reino de los Cielos es para la Humanidad que sabe creer en el Dios verdadero. Y Yo soy para aquellos que saben creer en el poder del Dios verdadero.

-Yo soy pagano. Pero creo que eres un dios. Tengo un esclavo al que quiero, un anciano esclavo, que me sigue desde que yo era niño Ahora la parálisis lo está matando lentamente y con muchos dolores Pero es un esclavo y quizás Tú...

-En verdad te digo que no conozco sino una verdadera esclavitud que me produzca repulsión: la del pecado, la del pecado obstinado Porque quien peca y se arrepiente halla mi piedad. Tu esclavo será curado. Ve y cúrate de tu error, entrando en la verdadera fe.
-¿No vienes a mi casa?
-No, hombre.

-Verdaderamente... he pedido demasiado. Un dios no va a casas de mortales. Eso se lee sólo en las fábulas... Pero nadie hospedó jamás a Júpiter o a Apolo.

-Porque no existen. Pero Dios, el verdadero Dios entra en las casa del hombre que cree en Él, y lleva a ellas curación y paz.

-¿Quién es el verdadero Dios?

-El que es.
-¿No Tú? ¡No mientas! Te siento dios...
-No miento. Tú lo has dicho. Yo lo soy. Yo soy el Hijo de Dios venido para salvar a tu alma también, como he salvado a tu amado esclavo. ¿No es ése que viene llamando a voces?
El romano se vuelve, ve a un anciano, seguido por otras personas, que envuelto en una manta corre gritando:
-¡Mario! ¡Mario! ¡Amo mío!

-¡Por Júpiter! ¡Mi esclavo! ¡Y corre!... Yo... he dicho: Júpiter... No. Digo: por el Rabí de Israel. Yo... yo... -el hombre ya no sabe qué decir...

La gente se abre de buena gana para dejar pasar al viejo curado.

-Estoy curado, amo. He sentido un fuego en mis miembros y una orden: "¡Levántate!". Me parecía tu voz. Me he levantado... Me tenía en pie... He intentado andar... podía... Me he tocado las llagas de la cama... no había llagas. He gritado. Nereo y Quinto han venido inmediatamente. Me han dicho dónde estabas. No he esperado a tener vestidos. Ahora te puedo servir todavía... -el anciano, de rodillas, llora mientras besa las vestiduras del romano.

-No a mí. Él, este Rabí, te ha curado. Habrá que creer, Aquila. Él es el verdadero Dios. Ha curado a aquéllos con la voz, y a ti... con no sé qué... Debemos creer... Señor... soy pagano, pero... toma... No. Es demasiado poco. Dime a dónde vas y te retribuiré». Había ofrecido una bolsa, pero la vuelve a guardar.

-Voy debajo de aquel pórtico oscuro, con ellos.
-Te mandaré para ellos. ¡Salve, Rabí! Lo contaré a los que no creen…

-Adiós. Te espero en los caminos de Dios.
El romano se marcha con sus esclavos. Jesús se marcha con sus pobres y con los apóstoles y discípulas.

El pórtico -más calle cubierta que pórtico-es umbrío y fresco, y la alegría es tanta, que el lugar, de por sí muy común, también parece hermoso. De vez en cuando, uno de la ciudad viene y da dádivas. Vuelve el esclavo del romano con una pesada bolsa. Y Jesús otorga palabras de luz y consuelos de dinero, y, cuando regresan los apóstoles con una serie de provisiones, Jesús parte el pan y bendice el alimento y ofrece a los pobres, a sus pobres...

   


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