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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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411- Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita.
Cómo ayudar a quien se enmienda
Por una campiña toda gualda de mieses pasa Jesús con sus discípulos. Hace mucho calor, a pesar de que el día esté en sus primeras horas. Los segadores hacen vacíos en el oro de los cereales cortando con las hoces entre los surcos repletos de espigas.
Las hoces brillan un instante bajo el sol, desaparecen entre las altas espigas, vuelven luego un instante por la otra parte, y el manojo se pliega y se recuesta, como cansado de haber estado enhiesto muchos meses, en la tierra caliente de sol. Pasan unas mujeres, atando gavillas, detrás los segadores. La campiña, por todas partes, está dedicada a este trabajo.
La cosecha ha sido muy buena y los segadores exultan. Muchos, cuando el grupo apostólico pasa por el camino y están ya cerca, suspenden un momento el trabajo; se apoyan en la hoz, se secan el sudor y miran, y lo mismo las mujeres que atan las gavillas. Vestidas de colores vivos, cubierta su cabeza con un pedazo de tela blanca, parecen flores que emergen de la tierra despojada de trigo: amapolas, lises, margaritas. Los hombres, vestidos con cortas túnicas, pardas o amarillentas, son menos visibles. No tienen, de tono claro, nada más que el pedazo blanco de tela atado a la cabeza con una cuerdecita y que cae sobre el cuello y los carrillos. En el marco de ese blanco, los rostros bronceados por el sol parecen incluso más negros.
Jesús, cuando se ve observado, pasa saludando:
-La paz y la bendición de Dios sea con vosotros -y ellos responden: «Se revierta sobre ti la bendición de Dios», o también, más sencillamente: «Sea también contigo».
Algunos, más locuaces, reclaman el interés de Jesús por la cosecha diciendo:
-Ha sido buena este año. Mira qué espigas más granadas, y lo apretadas que están en los surcos. Se siegan con dificultad ¡Pero es pan!...
-Mostraos agradecidos al Señor. Y ya sabéis que la gratitud se debe mostrar no con palabras sino con obras.
Sed misericordiosos en esta cosecha vuestra, pensando en el Altísimo, que ha sido magnánimo en rocío y sol para vuestros campos, para que tuvierais mucho trigo. Recordad el precepto del Deuteronomio (24, l9). Pensad, mientras recogéis la riqueza que os ha dado Dios, en quien no la tiene, y dejad para ellos un poco de lo vuestro. Santa ficción esta que es caridad con el prójimo vuestro, y que Dios ve. Mejor ser diligentes en dejar que ávidos en recoger. Dios bendice a los generosos. Dar es mejor que recibir, porque obliga al justo Dios a dar más abundante retribución a aquel que fue compasivo.
Jesús pasa y va repitiendo sus consejos de amor.
Viene el sol más caliente. Los segadores suspenden el trabajo: los que están cerca de sus casas entran en ellas; los que están lejos se recogen a la sombra de árboles y allí descansan, comen, se adormecen.
También Jesús se refugia en una arboleda muy espesa que hay en el interior de la campiña, y, sentado en la hierba, después de haber orado ofreciendo la parca comida de pan, queso y aceitunas, distribuye las fracciones y come mientras habla con los suyos. Hay sombra y aire fresco y un gran silencio. El silencio de las horas llenas de sol del estío. Un silencio que invita al sueño. La mayoría, efectivamente, se quedan traspuestos después de la comida. Jesús no. Descansa con la espalda apoyada contra un árbol, y, entretanto, se interesa por el trabajo de los insectos en las flores.
Pasa un tiempo. Hace una señal a Juan, a Judas Iscariote y a uno de los más ancianos -Bartolomé -y, cuando están a su lado, dice:
-Observad qué trabajo está haciendo este pequeño insecto. Mirad. Hace bastante tiempo que lo observo. Quiere arrebatar a este cáliz tan pequeñito la miel que llena su fondo, y, dado que no pasa, mirad, alarga primero una patita y luego la otra, las unta en la miel y luego se la come.
Dentro de poco la habrá vaciado. ¡Observad qué cosa más admirable es la providencia de Dios! No ignorando que sin ciertos órganos el insecto, creado para ser un crisólito volador sobre la hierba de los prados, no podría nutrirse, lo ha provisto de esos minusculísimos filamentos en la superficie de sus patitas. ¿Los veis? ¿Tú, Bartolomé? ¿No? Mira. Ahora lo cojo y te le enseño a contraluz -y, delicadamente, coge el escarabajo, que parece de oro bruñido, y lo pone boca arriba en la mano.
El escarabajo se hace el muerto y los tres observan sus patitas. Y luego se pone a mover las patas para huir. No lo consigue, naturalmente, pero Jesús le ayuda y lo apoya sobre las patas. El animalito camina por la palma, sube a la punta de los dedos, se balancea, abre las alas. Pero está receloso.
-No sabe que no quiero sino el bien de todos los seres. Sólo dispone de su pequeño instinto; perfecto en relación con su naturaleza, suficiente para todo lo que necesita, pero muy inferior al pensamiento humano. Por eso el insecto no es responsable si hace una mala acción. No así el hombre. El hombre dispone de una luz de inteligencia superior, y la aumentará en la medida en que aumente su instrucción en las cosas de Dios. Por eso será responsable de sus acciones.
-¿Entonces, Maestro -dice Bartolomé -, nosotros, instruidos por Ti, tenemos mucha responsabilidad?
-Mucha. Y más tendréis en el futuro, cuando el Sacrificio se cumpla y venga la Redención y con ésta la Gracia, que es fuerza y luz. Y, después de ella, vendrá uno que os hará aún más capaces de querer. Quien, luego, no quiera, tendrá mucha responsabilidad.
-¡Entonces muy pocos se salvarán!
-¿Por qué, Bartolomé?
-¡Porque es muy débil el hombre!
-Pero, si fortalece su debilidad con la confianza en mí, se hace fuerte. ¿Creéis que no comprendo vuestras luchas y no me compadezco de vuestras debilidades? ¿Veis? Satanás es como esa araña que está tendiendo su lazo desde aquella ramita a este talluelo. ¡Es tan fina y subrepticia...!
Mirad cómo resplandece ese hilo. Parece plata de una impalpable filigrana. Por la noche será invisible, mañana al alba estará esplendoroso de gemas, y las moscas imprudentes, que dan vueltas por la noche en busca de alimento poco limpio, caerán dentro, y también las mariposas ligeras, que se ven atraídas por lo que resplandece...
Otros apóstoles se han acercado y están escuchando esta lección sacada de los reinos vegetal y animal.
-...Pues bien, mi amor hace, respecto a Satanás, lo que ahora hace mi mano. Destruye la tela. Mirad como huye la araña y se esconde. Tiene miedo del más fuerte. También Satanás tiene miedo del más fuerte. Y el más fuerte es el Amor.
-¿No sería mejor destruir a la araña? -dice Pedro, que es muy práctico en sus conclusiones.
-Sería mejor. Pero esa araña hace su deber. Es verdad que mata a las pobres mariposas, que son tan bonitas, pero extermina también a un gran número de moscas sucias que transmiten enfermedades y contaminaciones de enfermos a sanos, de muertos a vivos.
-¿Pero, en nuestro caso, qué hace la araña?
-¿Que qué hace, Simón? -Simón es muy anciano, y es el que se quejaba de los reumatismos -. Hace lo que hace la buena voluntad en vosotros. Destruye las tibiezas, los quietismos, las vanas presunciones. Os obliga a estar vigilantes
¿Qué es lo que os hace dignos de premio? La lucha y la victoria. ¿Podéis vencer sin luchar? La presencia de Satanás obliga a una vigilancia continua. Por su parte el Amor, que os ama, hace que esta presencia no sea inexorablemente nociva. Si estáis cerca del Amor, Satanás intenta, pero queda incapacitado para perjudicar verdaderamente.
-¿Siempre?
-Siempre. En las cosas grandes y en las pequeñas. Por ejemplo, una cosa pequeña: a ti inútilmente te aconseja tener cuidado de tu salud. Es un consejo subrepticio para tratar de separarte de mí. El Amor te tiene bien cogido, Simón, y tus dolores pierden valor incluso ante tus ojos.
-¡Señor! ¿Lo sabes?...
-Sí. Pero no te deprimas. ¡Ánimo, ánimo!
El Amor, que ahora es el primero en sonreír ante tu humanidad que tiembla por sus reumas, te dará mucho coraje.
Jesús ríe ante su desconcertado apóstol y, para consolarlo, lo abraza. Aun riendo muestra plena dignidad. También los otros ríen.
-¿Quién viene a ayudar a aquella pobre anciana? -dice Jesús señalando a una viejecita que, desafiando al sol tórrido, espiga en los surcos segados.
-Yo -dice Juan y, con él, Tomás y Santiago.
Pero Pedro toma a Juan por una manga, se lo lleva un poco aparte y le dice:
-Pregúntale al Maestro que qué es lo que le produce tanta felicidad. Yo ya se lo he preguntado, pero sólo me ha dicho: "Mi felicidad es ver que un alma busca la Luz".
Pero si se lo preguntas tú... A ti te dice todo.
Juan se debate entre la discreción y el deseo de complacer a Pedro. Se llega lentamente donde Jesús, que está ya en las tierras espigando. La viejecita, al ver a todos esos jóvenes, pone un gesto de desconsuelo y se empeña en ser rápida.
-¡Mujer! ¡Mujer! -grita Jesús -Estoy espigando para ti. No estés al sol, madre. Ahora voy.
La viejecita, desorientada por tanta bondad, lo mira fijamente; luego obedece y lleva su cuerpecito delgaducho, curvado y un poco tembloroso, a la estrecha faja de sombra del ribazo. Jesús se mueve diligentemente, recogiendo espigas. Juan le sigue de cerca. Más lejos están Tomás y Santiago.
-¡Maestro! -dice afanado Juan -¿Cómo encuentras tantas espigas? ¡Yo en el surco de al lado encuentro tan pocas!
Jesús sonríe y no habla. No podría jurarlo, pero me parece que donde se deposita la mirada divina surgen espigas cortadas y no recogidas. Jesús recoge y sonríe. Tiene un verdadero fajo de espigas entre los brazos.
-Ten, Juan, el mío. Así tienes muchas también tú y la pequeña madre se pondrá contenta.
-Pero, Maestro... ¿Estás haciendo un milagro? ¡No es
posible que encuentres tantas!
-¡Chist! Es para esa pequeña madre... pensando en la mía y en la tuya. ¡Mira de qué viejecita se trata!... El buen Dios, que da de comer al pajarillo recién nacido, quiere llenar el minúsculo granero de esta abuelita. Tendrá pan para estos meses que le quedan. No verá la nueva cosecha.
Pero no quiero que pase hambre en su último invierno.
¡Ahora vas a ver qué exclamaciones! Prepárate, Juan, que se te van a lastimar los oídos; como Yo me preparo a ser lavado de llanto y besos...
-¡Qué contento estás, Jesús, desde hace unos días! ¿Por qué?
-¿Lo quieres saber tú o alguien te manda?
Juan, ya rojo por el esfuerzo, se pone carmesí.
Jesús comprende:
-Di a quien te manda que hay un hermano mío que está enfermo y busca curación. Su voluntad de curarse me llena de alegría.
-¿Quién es, Maestro?
-Un hermano tuyo, uno a quien ama Jesús, un pecador.
-¿Entonces no es uno de nosotros?
-Juan, ¿crees que entre vosotros no exista el pecado? ¿Crees que Yo sólo exulto por vosotros?
-No, Maestro. Sé que también nosotros somos pecadores y que quieres salvar a todos los hombres.
-¿Entonces? Te dije: "No indagues" cuando se trataba de descubrir el mal. Te digo lo mismo ahora que hay una aurora de bien. ¡Paz a ti, madre! Aquí están nuestras espigas. Mis compañeros vendrán después con las suyas.
-Que Dios te bendiga, hijo. ¿Cómo has encontrado tantas? En verdad que veo poco, pero son dos gavillas grandísimas...
La anciana las palpa, su mano temblorosa las acaricia, las quiere alzar. No puede.
-Te ayudaremos. ¿Dónde está tu casa?
-Aquélla -señala a una casita que está detrás de los campos.
-¿Estás sola, verdad?
-Sí. ¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres
-Soy uno que tiene una madre.
-¿Éste es tu hermano?
-Es mi amigo.
El amigo, desde detrás de Jesús, hace grandes gestos a la ancianita. Pero ésta, que tiene veladas sus pupilas, no los ve. Y además está demasiado centrada en observar a Jesús. Su anciano corazón de madre se conmueve.
-Estás sudando, hijo. Ven aquí a la sombra de este árbol. Siéntate. ¡Mira cómo te gotea el sudor! Sécate con mi velo. Está raído pero limpio. Toma, toma, hijo mío.
-Gracias, madre.
-¡Bendita la que es madre de ti, que eres bueno! Dime tu nombre y el suyo. Para decírselos a Dios y que os bendiga.
-María y Jesús.
-María y Jesús... María y Jesús... Espera. Una vez lloré mucho... El hijo de mi hijo había caído muerto por defender a su niño. Mi hijo murió de dolor por esto...
Entonces se decía que había caído el inocente porque se buscaba a uno de nombre Jesús... Ahora estoy a las puertas de la muerte y vuelve ese nombre...
-En aquellos días lloraste por aquel Nombre, madre. Bendígate ahora ese nombre...
-Eres Tú aquel Jesús... díselo a una que se acerca a la muerte, y que ha vivido sin maldecir porque le dijeron que su dolor era para salvar el Mesías, a Israel.
Juan redobla sus gestos. Jesús calla.
-¡Oh! ¡Dímelo! ¿Eres Tú? ¿Tú que me bendice al final de mi vida? En nombre de Dios, habla.
-Yo soy.
-¡Ah!
La viejecita se postra contra el suelo.
-¡Salvador mío! He vivido esperando y no esperaba ya verte. ¿Veré tu triunfo?
-No, madre. Como Moisés, morirás sin conocer ese día. Pero te anticipo la paz de Dios. Yo soy la Paz, el Camino y la Vida. Tú, madre y abuela de justos, me verás en otro, eterno triunfo, y te abriré las puertas, a ti y a tu hijo, al hijo de tu hijo y a su niño. ¡Consagrado al Señor aquel niño muerto por Mí! ¡No llores, madre!...
-¡Y yo te he tocado! ¡Y Tú me has recogido las espigas!
¡Oh, ¿cómo he merecido este honor?!
-Por tu resignación santa. Ven, madre. A tu casa. Y que este trigo te dé pan para el alma más que para el cuerpo.
Yo soy el Pan verdadero que ha bajado del Cielo para saciar todas las hambres de los corazones. Vosotros -Tomás y Santiago han llegado con sus manojos -tomad estas gavillas. Y vamos.
Y van los tres cargados de espigas, y Jesús los sigue con la abuelita que llora y susurra palabras de oración.
Llegan a la casita. Dos cuartitos, un horno minúsculo, una higuera, un poco de vid. Limpieza y pobreza.
-¿Este es tu nido?
-Este. ¡Bendícelo, Señor!
-Llámame hijo. Y pide porque mi madre tenga consuelo en su dolor, tú que sabes lo que es el dolor de una madre.
Adiós, madre. Te bendigo en el nombre del Dios verdadero.
Y Jesús alza la mano y bendice la pequeña morada. Luego se agacha para abrazar a la viejecita, la aprieta contra su corazón y la besa en la cabeza cubierta de pocos pelitos blancos. Y ella llora y pasa sus labios por las manos de Jesús, lo venera, lo ama... y a mí me abate el dolor, porque pienso en mi madre, que tuvo miedo de ti, Jesús, cuando te vio... ¿Por qué miedo de ti, Jesús?
Dice Jesús (a María Valtorta):
-La otra pregunta que tienes en tu corazón es saber si Yo sabía que Judas no se salvaría a pesar de aquel conato hacia la salvación. Lo sabía. ¿Y entonces por qué estaba contento? Porque el simple deseo de ese momento, flor en la landa del corazón de Judas, hacía que el Padre mirase benignamente a este discípulo mío que Yo amaba y que no podría salvar.
¡La mirada de Dios sobre un corazón! ¿Qué más quisiera Yo, sino que el Padre os mirase a todos y con amor? Y debía estar dichoso, para dar al desdichado también ese medio para resurgir. El acicate de mi alegría al verlo volver a mí.
Un día, después de mi muerte, Juan supo esta verdad, y la comunicó a Pedro, Santiago, Andrés y a los otros, porque así se lo había ordenado Yo al Predilecto, el cual no desconoció ningún secreto de mi corazón. Lo supo y lo dijo, para que todos dispusieran, después, de una norma en la guía de los discípulos y fieles.
Al alma que, caída, va al ministro de Dios y confiesa su error, al amigo o hijo, al marido o hermano que, habiendo errado, vienen diciendo:
"Tenme contigo. Quiero no cometer más errores para no causar dolor a Dios y a ti", no se le debe además de las otras cosas -privar de la satisfacción de ver nuestra dicha por verlos deseosos de hacernos felices.
Se requiere un tacto infinito en el cuidado de los corazones. Yo, Sabiduría, aun sabiendo que en el caso de Judas era inútil, tuve este tacto para enseñar a todos el arte de redimir, de ayudar a quien se redime.
Y ahora te digo a ti también, como a Simón cananeo: "¡Ánimo, ánimo!", y te abrazo para hacerte sentir que hay quien te ama. De estas manos descienden castigos y también caricias, y de mis labios palabras severas y también -más numerosas y dichas con mucha más alegría -palabras de complacencia.
Ve en paz, María. No has causado dolor a tu Jesús. Ello sea tu consuelo.
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