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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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422- El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes y los siervos inútiles
Y así el guijarral se ve blanco en la noche sin luna, pero clarísima por millares de estrellas, grandes, inverosímilmente grandes estrellas de cielo de Oriente.
No es luz intensa como la de la Luna, pero es una fosforescencia delicada que permite, a quien tiene la vista acostumbrada a la oscuridad, ver por dónde camina y lo que le rodea.
Aquí, a la derecha de los caminantes, que suben hacia el norte siguiendo el curso del río, la suave luminosidad estelar muestra el límite vegetal hecho de cañedos, de sauces y luego de árboles altos, y, dado que la luz es muy leve, parece formar un muro compacto, continuo, sin interrupción, sin posibilidad de penetración, apenas roto en el lugar en que el lecho de un riachuelo o torrente, completamente secos, coloca una raya blanca que se adentra hacia oriente y desaparece en la primera curva del minúsculo afluente ahora seco.
A la izquierda, sin embargo, los caminantes disciernen el brillo de las aguas que descienden hacia el Mar Muerto, borbollando, suspirando, susurradoras, tranquilas, serenas.
Y entre la línea brillante de las aguas de color añil, en la noche, y la masa negro-opaca de hierbas, arbustos y árboles, se extiende la cinta clara del guijarral, a veces más ancha, a veces más estrecha, a veces interrumpida por una minúscula balsa -residuo de la pasada avenida -, todavía con un poco de agua en curso de reabsorción, y donde forman aún mata verde las hierbas, que en otras partes están resecas en la sequedad del guijarral, sin duda ardiente en las horas de sol.
Los apóstoles se ven obligados -por estas pequeñas balsas, o también por marañas de juncos secos, pero peligrosos como cuchillos para el pie sólo semicubierto por las sandalias -a separarse de vez en cuando, para juntarse de nuevo luego en torno a su Maestro, que va siempre majestuoso, generalmente callado, con su paso largo, levantando la mirada hacia las estrellas más que inclinándola hacia el suelo. Los apóstoles no, no callan; hablan entre sí, recapitulando los hechos de la jornada, sacando las conclusiones de éstos o previendo su futuro desarrollo.
Alguna rara palabra de Jesús, la mayoría de las veces dicha para responder a una pregunta directa o para corregir alguna ponderación errada o no caritativa, se intercala en la parlería de los doce. Y el camino continúa en la noche, ritmando el silencio nocturno con un elemento nuevo en esas regiones desiertas: las voces humanas y el triscar de los pasos. Y se callan los ruiseñores entre las frondas, asombrados de que sonidos disonantes y ásperos se mezclen, turbadores, con el habitual rumor de las aguas y las brisas, habituales acompañamientos de sus solos virtuosos.
Pero una pregunta directa, que no tiene que ver con lo que ha pasado, sino con lo que ha de suceder, va a romper, con la violencia de una rebelión, además de con el tono más agudo de las voces agitadas por indignación o ira, la paz (no sólo la de la noche, sino también la más íntima de los corazones). Felipe pregunta si y dentro de cuántos días estarán en sus casas. Una latente necesidad de descanso, un no dicho pero sí implícito deseo de afectos familiares están presentes en la sencilla pregunta del apóstol ya entrado en años, que es marido y padre además de apóstol, que tiene intereses de que ocuparse...
Jesús siente todo esto y se vuelve a mirar a Felipe, se detiene para esperarlo, pues Felipe va un poco más atrás, con Mateo y Natanael. Cuando lo tiene a su lado, lo coge con un brazo mientras le dice:
-Pronto, amigo mío. Pero pido a tu bondad todavía otro pequeño sacrificio, a no ser que quieras separarte antes de mí...
-¿Yo? ¿Separarme? ¡Jamás!
-Entonces... te tengo todavía un poco de tiempo lejos de Betsaida. Quiero ir a Cesárea Marítima pasando por Samaria. Al regreso iremos a Nazaret y estarán conmigo los que no tienen familia en Galilea. Luego, después de un poco, os alcanzaré en Cafarnaúm... Y allí os evangelizaré, para haceros aún más aptos. Pero si crees que tu presencia en Betsaida es necesaria... vete si quieres, Felipe. Nos encontraremos allá...
-No, Maestro. ¡Es más necesario estar contigo! Pero... Es dulce la casa... y las hijas... Pienso que no las tendré mucho conmigo en el futuro... y quisiera gozar un poco de su casta dulzura. Pero si debo elegir entre ellas y Tú, te elijo a ti... y por más de un motivo... -termina, suspirando, Felipe.
-Y haces bien, amigo. Porque Yo te seré arrebatado antes que tus hijas...
-¡Maestro! ... -dice con pena el apóstol.
-Así es, Felipe -termina Jesús, y besa al apóstol en la sien.
Judas Iscariote, que ha estado barbotando entre dientes desde que Jesús ha nombrado Cesárea, alza la voz, como si ver el beso dado a Felipe le hiciera perder el control de sus acciones. Y dice:
-¡Cuántas cosas inútiles! ¡Verdaderamente no sé qué necesidad hay de ir a Cesárea! -y lo dice con una impetuosidad llena de bilis; parece como si quisiera decir implícitamente: «y Tú que vas eres un necio».
-No eres tú quien tiene que juzgar sobre las necesidades de las cosas que hacemos, sino el Maestro -le responde Bartolomé.
-¿Sí, eh? ¡Casi como si Él viera claras las necesidades naturales!
-¡Oye! ¿Estás sano o estás loco? ¿Sabes de quién hablas? -le pregunta Pedro meneándole por un brazo.
-No estoy loco. Soy el único que tiene el cerebro sano. Y sé lo que digo.
-« ¡Pues vaya cosas que dices tú!», « ¡Ruega a Dios que no te lleve la cuenta de ellas!», « ¡La modestia no es amiga tuya!», «Se diría que tienes miedo de que, yendo a Cesárea, se te pueda conocer por lo que eres» -dicen juntos y respectivamente Santiago de Zebedeo, Simón Zelote, Tomás y Judas de Alfeo.
Judas Iscariote se vuelve contra este último:
-No tengo nada que temer y vosotros no tenéis nada que conocer. Lo que sucede es que estoy cansado de ver que se pasa de un error a otro y nos destruimos. Choques con los ancianos, disputas con los fariseos. Ahora nos faltan los romanos...
-¿Cómo? ¿Pero si hace apenas dos lunas que estabas exaltado de alegría, estabas seguro, estabas, estabas, estabas... todo estabas, porque tenías por amiga a Claudia! -observa con ironía Bartolomé, el cual, siendo el más... intransigente, es el que si no se rebela contra los contactos con los romanos es sólo por obediencia al Maestro. Judas enmudece un momento, porque la lógica de la irónica pregunta es evidente, y, so pena de aparecer ilógico, uno no puede contradecir lo que ha dicho antes.
Pero luego se recobra:
-No digo esto por los romanos. Me refiero a los romanos como enemigos. Ellas, porque en el fondo no son más que cuatro mujeres romanas, cuatro, cinco, seis como mucho, ellas nos han prometido ayuda y nos la darán. Pero lo que pasa es que ello aumentará el odio de sus enemigos, y Él no lo comprende y...
-Su odio es completo, Judas. Y tú lo sabes como Yo, e incluso mejor que Yo -dice con serenidad Jesús, recalcando la palabra "mejor".
-¿Yo? ¿Yo? ¿Qué quieres decir? ¿Quién sabe las cosas mejor que Tú?
-Acabas de decir que sólo tú conoces las necesidades y el cómo comportarse en ellas... -le rebate Jesús.
-Pero para las cosas naturales. Yo digo que conoces las cosas espirituales mejor que nadie.
-Eso es verdad. Pero precisamente por eso te decía que conoces mejor que Yo las cosas -feas si quieres, degradantes si quieres -naturales, como el odio de mis enemigos, como sus propósitos...
-¡Yo no sé nada! Nada sé yo. Lo juro por mi alma, por mi madre, por Yeohveh...
-¡Basta! Está escrito que no se ha de jurar -dice con tono tajante Jesús, con una severidad que parece endurecerle hasta los rasgos del rostro dándole perfección de estatua.
-Bueno, pues no juraré. Pero me será lícito decir, porque no soy un esclavo, que no es necesario, que no es útil, es más, que es peligroso ir a Cesárea, hablar con las romanas...
-¿Y quién te dice que va a ser así? -pregunta Jesús.
-¿Quién? ¡Hombre, pues todo! Tú tienes necesidad de asegurarte de una cosa. Estás siguiendo las huellas de una... -se para, porque comprende que la ira le hace hablar demasiado. Luego continúa: «Y yo te digo que deberías pensar también en nuestros intereses. Nos has arrebatado todo. Casa, ganancias, afectos, tranquilidad.
Somos gente perseguida por causa tuya y lo seguiremos siendo después. Porque Tú -lo dices de todos los modos -un buen día de marcharás. Nosotros, sin embargo, nos quedamos. Y nos quedaremos destruidos, y nosotros...
-Tú no serás perseguido cuando Yo ya no esté entre vosotros. Esto te lo digo Yo, que soy la Verdad. Y te digo que he tomado lo que espontánea e insistentemente me habéis dado. Así que no puedes acusarme de haberos arrebatado violentamente ni un solo cabello de los que se os caen cuando os peináis. ¿Por qué me acusas?
Jesús está ya menos severo, muestra ahora una tristeza deseosa de reconducir a la razón con dulzura, y creo que esta misericordia suya, tan plena, tan divina, es freno para los demás, que no la tendrían, no, hacia el culpable.
Judas también siente esto, y, con una de esas bruscas mudanzas de su alma atrapada entre dos fuerzas contrarias, se arroja al suelo y se golpea la cabeza y el pecho y grita:
-Porque soy un demonio. Un demonio soy yo. ¡Sálvame, Maestro, como salvas a tantos endemoniados! ¡Sálvame!
¡Sálvame!
-No esté inerte tu voluntad de ser salvado.
-La hay. Ya lo ves. Quiero ser salvado.
-Por mí. Pretendes que Yo haga todo. Pero Yo soy Dios y respeto tu libre arbitrio. Te daré las fuerzas para llegar a "querer". Pero querer no ser esclavo debe venir de ti.
-¡Lo quiero! ¡Lo quiero! ¡Pero no vayas a Cesárea! ¡No vayas! Escúchame a mí como escuchaste a Juan cuando querías ir a Acor. Tenemos todos los mismos derechos. Te servimos todos igualmente. Tienes la obligación de complacernos por lo que hacemos... ¡Trátame como a Juan! ¡Lo quiero! ¿Qué hay de distinto entre yo y él?
-¡El corazón! Mi hermano no habría hablado jamás como tú hablas. Mi hermano no...
-Silencio, Santiago. Hablo Yo. Y a todos. Y tú levántate y compórtate como un hombre, como Yo te trato, no como un esclavo lastimero a los pies de su amo. Sé hombre, puesto que tanto te importa ser tratado como Juan, el cual, en verdad, es más que un hombre, porque es casto y está saturado de Caridad. Vamos. Es tarde. Y al alba quiero pasar el río. A esa hora regresan los pescadores que han retirado las nasas y es fácil encontrar un bote para cruzar el río. La Luna en sus últimos días eleva cada vez más su arco fino, así que podemos, con su mayor luz, caminar más de prisa.
Oíd. En verdad os digo que ninguno debe gloriarse de cumplir con el propio deber y exigir por ello, que es una obligación, especiales favores.
Judas ha recordado que me habéis dado todo. Y me ha dicho que por ello tengo el deber de complaceros a cambio de lo que hacéis. Pero, considerad esto. Entre vosotros hay pescadores, propietarios de tierras, más de uno que tiene un obrador, y el Zelote que tenía un criado. Ahora bien, cuando los mozos de la barca, o los hombres que como subalternos os ayudaban en el olivar, en la viña o en los campos, o los aprendices del obrador, o simplemente el criado fiel que cuidaba la casa y la mesa, terminaban sus trabajos, ¿acaso os poníais vosotros a servirlos? ¿Y no es así en todas las casas e incumbencias? ¿Qué hombre que tiene un siervo arando o apacentando, o un obrero en el obrador, dice a éste cuando termina el trabajo:
"Ve inmediatamente a la mesa"? Ninguno. Más bien, sea que vuelva de los campos, sea que haya dejado las herramientas del trabajo, todo patrón dice: "Hazme de comer, límpiate, y, con túnica limpia y ceñida, sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú". Y no se puede decir que ello sea dureza de corazón. Porque el siervo debe servir a su señor, y éste no le queda deudor porque el siervo haya hecho lo que por la mañana el señor había ordenado. Porque, si es verdad que el señor tiene el deber de ser humano con el propio siervo, así el siervo tiene el deber de no ser holgazán y dilapidador, sino de cooperar al bienestar de su señor, que lo viste y le da de comer.
¿Soportaríais vosotros que vuestros mozos de barca, los campesinos, los obreros, el criado de casa, os dijeran: "Sírveme porque he trabajado"? No creo.
Así también vosotros, mirando a lo que habéis hecho y hacéis por mí -y, en el futuro, mirando a lo que haréis para continuar mi obra y seguir sirviendo a vuestro Maestro -debéis decir siempre, porque veréis también que habréis hecho siempre mucho menos de cuanto era justo hacer para estar nivelados con la mucha ayuda recibida de Dios:
"Somos siervos inútiles, porque no hemos hecho sino nuestro deber". Si razonáis así, veréis como no sentiréis ya más surgir en vosotros ni exigencias ni malos humores, y obraréis con justicia.
Jesús calla. Todos reflexionan.
Pedro choca a Juan con el codo, que reflexiona teniendo sus ojos zarcos fijos en las aguas, las cuales del color añil pasan a un plata azul por el toque de la Luna, y le dice:
-Pregúntale cuándo uno hace más de su deber. Quisiera llegar a hacer más de mi deber, yo...
-Yo también, Simón. Estaba pensando precisamente en esto -le responde Juan con su hermosa sonrisa en los labios, y pregunta con voz fuerte: «Maestro, dime: ¿el hombre siervo tuyo no podrá nunca hacer más de su deber, para decirte con este "más" que te ama completamente?».
-Niño, Dios te ha dado tanto que, por justicia, todo heroísmo tuyo sería siempre poco. Pero el Señor es tan bueno, que mide lo que le dais no con su medida infinita. Lo mide con la medida limitada de la capacidad humana. Y, cuando ve que habéis dado sin parsimonia, con una medida colmada, rebosante, generosa, entonces dice: "Este siervo mío me ha dado más de cuanto era su deber. Por eso le daré la sobreabundancia de mis premios".
-¡Oh! ¡Qué feliz me siento! Entonces te voy a dar medida rebosante para recibir esta sobreabundancia! -exclama Pedro.
-Sí. Me darás esa medida. Vosotros me la daréis. Todos los que son amantes de la Verdad, de la Luz, me la darán. Y conmigo serán sobrenaturalmente felices.
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