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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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501- Parábola de los hijos lejanos.
Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
Es una bonita mañana de otoño.
Quitando las hojas rojo-amarillas que cubren el suelo y recuerdan la época del año, está tan verde la hierba, con alguna florecilla abriéndose en las macollas renacidas con las lluvias de Octubre, y hay un aire tan sereno, que circula entre las ramas en parte ya desnudas, que a uno le viene la imagen de un comienzo de primavera.
Y mucho más al considerar que las plantas de hojas perennes, que se mezclan con las de hoja caduca, ponen la nota alegre de las nuevas hojitas esmeraldinas nacidas en los extremos de las ramitas, junto a las ramas desnudas de otras plantas; de forma que parece que éstas echan las primeras hojas.
Las ovejas salen de los rediles y, balando, se encaminan a los pastos con los corderos de los partos de otoño. El agua de una fuente, puesta a la entrada del pueblo, brilla como líquido diamante bajo el sol que la besa, y, cayendo en la oscura pila, produce todo un centelleo multicolor contra una casita de paredes ennegrecidas por el tiempo.
Jesús se sienta en un murete que limita el camino por un lado, y espera. Los suyos están en torno a Él. También los habitantes del pueblo. Los pastores, por su parte, obligados por el rebaño, para no alejarse demasiado, en vez de subir más arriba, se esparcen a ambos lados del camino, hacia la llanura.
Por el camino que desde el valle sube al Nebo, de momento, no viene nadie.
-¿Y vendrá? -preguntan los apóstoles.
-Vendrá. Y nosotros lo esperaremos. No quiero defraudar una esperanza en formación y destruir una futura fe responde Jesús.
-¿No estáis bien entre nosotros? Hemos dado lo mejor que teníamos -dice un anciano que se calienta al sol.
-Mejor que en otros lugares, padre. Y vuestra bondad recibirá premio de Dios -le responde Jesús.
-Entonces háblanos más. Aquí vienen de vez en cuando cumplidores fariseos y soberbios escribas. Pero no tienen palabras para nosotros. Es justo. Ellos son los separados, por altura, de... todo, y los sabios. Nosotros... ¿Pero no debemos, entonces, conocer nada nosotros porque la suerte nos haya hecho nacer aquí?
-En la Casa del Padre mío no hay separaciones ni diferencias para los que llegan a creer en Él y a practicar su Ley, que es el código de su voluntad, y ésta es que el hombre viva como justo para recibir eterno premio en su Reino.
Escuchad. Un padre tenía muchos hijos. Algunos habían vivido siempre en estrecho contacto con él; otros, por distintas razones, habían estado relativamente más lejos del padre. No obstante, conociendo los deseos paternos a pesar de estar lejos del padre, podían actuar como si éste estuviera presente.
Otros, por estar aún más lejos, y haber sido educados, desde el primer día después de nacer, por servidores que hablaban otras lenguas y tenían otras costumbres, se esforzaban en servir a su padre según eso poco que, más por instinto que por conocimiento, sabían que a él le agradaba.
Un día, el padre -que no ignoraba que, contrariamente a sus órdenes, sus servidores se habían abstenido de dar a conocer sus pensamientos a esos hijos lejanos, porque en su orgullo consideraban a éstos inferiores, desestimados por el solo hecho de no vivir con su padre- quiso reunir a toda su prole. Y la llamó a su presencia.
Pues bien, ¿creéis que juzgó según la línea del derecho humano, y que dio la posesión de los bienes sólo a los que habían estado siempre en su casa, o, cuanto menos, no tan lejanos como para impedirles conocer sus órdenes y deseos?
No, él siguió un concepto completamente distinto: observando las obras de los que habían sido justos por amor al padre, al que habían conocido sólo de nombre y habían honrado con todas sus obras, los llamó junto a sí y dijo:
"Doble vuestro mérito de haber sido justos, porque lo fuisteis sólo por vuestra voluntad y sin ayudas. Venid en torno a mí. ¡Bien tenéis derecho a ello! Los primeros me han tenido siempre, y cada obra suya estaba reglada por mi consejo y era premiada con mi sonrisa.
Vosotros habéis tenido que actuar sólo por fe y amor. Venid. Porque en mi casa está preparado vuestro lugar, está preparado desde hace tiempo, y ante mis ojos no constituye una diferencia el haber estado siempre en casa o el haber estado lejos; lo que tienen diferencia son las acciones, que, cerca o lejos de mí, mis hijos han llevado a cabo".
Ésta es la parábola. Y su explicación es ésta: que escribas o fariseos, que viven en torno al Templo, pueden no estar en el Día eterno en la Casa de Dios, y que muchos que han estado muy lejos de saber siquiera sucintamente las cosas de Dios, podrán estar entonces en su seno. Porque lo que da el Reino es la voluntad del hombre tendida a la obediencia a Dios, y no el cúmulo de prácticas y ciencia.
Haced, pues, cuanto os he explicado ayer. Hacedlo sin un excesivo temor que paraliza, sin el cálculo de evitar con ello el castigo; hacedlo, por tanto, sólo por amor a Dios que os ha creado para amaros y ser amado por vosotros. Y tendréis un sitio en la Casa paterna.
-¡Háblanos todavía más!
-¿Y qué os debo decir?
-Ayer decías que hay sacrificios más gratos a Dios que el de corderos o machos cabríos, y también que hay lepras más vergonzosas que las de la carne. No he comprendido bien tu pensamiento -dice un pastor, y termina:
-Antes de que un cordero tenga un año, y sea el más hermoso del rebaño, sin mancha ni defecto, ¿sabes cuántos sacrificios hay que hacer, y cuántas veces hay que superar la tentación de hacer de él el carnero del rebaño o venderlo para ello? Ahora bien, si durante un año se resiste a toda tentación, y se le cuida y uno se encariña con él, perla del rebaño, ¿sabes lo grande que es el sacrificio de inmolarlo sin ganancia y con dolor? ¿Puede haber un sacrificio más grande que ofrecer al Señor?
-Hombre, en verdad te digo que el sacrificio no está en el animal inmolado, sino en el esfuerzo que has hecho por conservarlo para inmolarlo. En verdad os digo que está llegando el día en que, como dice la palabra inspirada, (Isaías l, ll) Dios dirá:
"No necesito el sacrificio de corderos y machos cabríos" y exigirá un sacrificio único y perfecto. Y desde esa hora todo sacrificio será espiritual. Pero ya está escrito desde siglos cuál es el sacrificio que el Señor prefiere.
David (Salmo 5l, l8-l9) exclama llorando: "Si Tú hubieras deseado un sacrificio, te lo habría ofrecido, pero no te gustan los holocaustos. El sacrificio a Dios es el espíritu contrito (y Yo añado: obediente y amoroso, porque se puede cumplir también sacrificio de alabanzas y de gozo y de amor, no sólo de expiación).
El sacrificio a Dios es el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado Tú, oh Dios, no lo desprecias". No. Vuestro Padre no desprecia tampoco al corazón que ha pecado y se ha arrepentido. Y entonces, ¿cómo acogerá el sacrificio del corazón puro, justo, que lo ama? Este es el sacrificio más grato.
El cotidiano sacrificio de la voluntad humana a la divina que se os muestra en la Ley, en las inspiraciones y en las cosas que suceden cada día. Y así, no es la lepra de la carne la más vergonzosa y la que más excluye de la presencia de los hombres y de los lugares de oración; antes bien, la lepra del pecado.
Es verdad que ésta pasa muchas veces ignorada de los hombres. Pero ¿vivís para los hombres o para el Señor?
¿Todo termina aquí o prosigue en la otra vida? Ya lo sabéis vosotros. Entonces, sed santos para no ser leprosos a los ojos de Dios, que ven los corazones de los hombres, y conservaos limpios en el espíritu para poder vivir eternamente.
-¿Y si uno ha pecado fuertemente?
-Que no imite a Caín, que no imite a Adán y Eva; sino que corra a los pies de Dios y con verdadero arrepentimiento le pida piedad. Un enfermo, un herido va al médico para curarse. El pecador, que vaya a Dios para obtener perdón. Yo...
-¿Tú aquí, Maestro? -grita uno que sube por el camino entre muchos otros y bien cubierto con su manto. Jesús se vuelve y lo mira.
« -¿No me reconoces? Soy el rabí Sadoq. De vez en cuando nos encontramos.
-El mundo es siempre pequeño, cuando Dios quiere hacer que se encuentren las personas. Nos encontraremos todavía, rabí. Entre tanto, la paz sea contigo.
El otro no devuelve el saludo de paz, sino que pregunta:
-¿Qué haces aquí?
-He hecho lo que tú estás para hacer. ¿No es sagrado para ti este monte?»
-Tú lo has dicho. Y vengo con mis discípulos. ¡Pero yo soy un escriba!
-Y Yo soy un hijo de la Ley. Venero, pues, a Moisés como tú lo veneras.
-Eso es mentira. Anulas su palabra con la tuya y no apuntas ya a nuestra obediencia, sino a la tuya.
-A la vuestra no. Ésa es vuestra, pero no es necesaria...
-¿No es necesaria? ¡Qué horror!
-No, no más necesaria de cuanto lo sean en tus vestiduras, para resguardarte de los vientos otoñales, los fluentes y abundantes flecos que adornan el vestido. Es el vestido el que te protege. Igualmente, de las muchas palabras que se enseñan acepto las necesarias y santas, las mosaicas, y no presto atención a las otras.
-¡Samaritano! ¡No crees en los profetas!
-Vosotros no observáis a los profetas. Si los observarais, no me llamaríais samaritano.
-¡Déjalo, Sadoq! ¿Quieres hablar con un demonio? -dice otro peregrino que ha llegado en ese momento con otras personas. Y, volviendo su dura mirada en torno al grupo que envuelve a Jesús, ve a Judas de Keriot y lo saluda con sorna.
Quizás sucedería algún incidente, porque los habitantes del pueblo quieren defender a Jesús. Pero se abre paso, gritando, el hombre de Petra, seguido por un servidor.
Tanto él como el servidor tienen a un niño en los brazos.
-¡Dejadme pasar! Señor, ¿has tenido que esperarme demasiado?
-No, hombre. Ven a mí.
La gente se abre para dejarlo pasar. Va hacia Jesús y se arrodilla, mientras deposita en el suelo a una niñita que tiene la cabeza vendada con lino. El servidor hace lo mismo y pone en el suelo a un niñito de ojos opacos.
-¡Mis hijos, Maestro Señor! -dice, y en la breve frase palpita todo el dolor y la esperanza de un padre.
-Has tenido mucha fe, hombre. ¿Y si te hubiera defraudado? ¿Si no me hubieras encontrado? ¿Si te dijera que no te los puedo curar?
-No te creería. Y no creería tampoco en la evidencia de no verte. Habría dicho que te habías escondido para probar mi fe, y te habría buscado hasta encontrarte.
-¿Y la caravana? ¿Y tu ganancia?
-¿Estas cosas? ¿Qué son respecto a ti, que puedes curar a mis hijos y darme una fe segura en ti?
-Destapa la cara de la niña -ordena Jesús.
-Tengo tapada su cara porque sufre mucho con la luz.
-Será sólo un instante de dolor -dice Jesús.
Pero la pequeña se echa a llorar desesperadamente y no quiere que le quiten la venda.
-Hace esto porque cree que la vas a atormentar con el fuego como los médicos -explica el padre, luchando por quitar de las vendas las manitas de la niña.
-¡No tengas miedo, niña! ¿Cómo te llamas?
La niña llora y no responde. Responde el padre por ella:
-Tamar, de donde nació; y el niño, Fara.
-No llores, Tamar. No te hago daño. Toca mis manos. No tienen nada en los dedos. Ven encima de mis rodillas. Mientras, curaré a tu hermano, y él te dirá lo que ha sentido. Ven aquí, niño.
El criado lleva hasta sus rodillas al pobre cieguito, cuyos ojos están apagados a causa del tracoma. Jesús le acaricia la cabeza y le pregunta:
-¿Sabes quién soy?
-Jesús Nazareno, el Rabí de Israel, el Hijo de Dios.
-¿Quieres creer en mí?
-Sí.
Jesús le pone la mano en los ojos, cubriéndole más de la mitad de la cara. Dice: -¡Quiero! Y que la luz de las pupilas abra la vía a la luz de la Fe.
Quita la mano.
El niño lanza un grito, llevándose las manos a los ojos; luego dice:
-¡Padre! ¡Veo!
Pero no corre hacia su padre. En su espontaneidad de niño se agarra al cuello de Jesús y lo besa en las mejillas, y se queda así, agarrado a su cuello, refugiando su cabecita en el hombro de Jesús para acostumbrar de nuevo las pupilas al sol.
La gente aclama por el milagro, mientras el padre quisiera quitar al niño del cuello de Jesús.
-Déjalo. No molesta. Únicamente, Fara, dile a tu hermana lo que te he hecho.
-Una caricia, Tamar. Parecía la mano de nuestra mamá. ¡Cúrate tú también y jugaremos otras veces!
La niña, todavía un poco reacia, se deja poner encima de las rodillas de Jesús, el cual quisiera curarla sin tocarle siquiera las vendas. Pero los escribas y sus compañeros gritan:
-Es un truco. La niña ve. Una conjura para engañar vuestra buena fe, habitantes de este lugar.
-Mi hija está enferma. Yo...
-¡Deja! Tú, Tamar, ahora eres buena y dejas que te quite las vendas.
La niña, convencida, se deja.
¡Qué se ve, cuando la última venda cae! Dos llagas rojas, costrosas, hinchadas, de que gotean lágrimas y pus, están en lugar de los ojos. Un susurro de horror recorre a la gente, y de compasión, mientras la niña se lleva las manitas a la cara para protegerse de la luz, que debe hacerle sufrir horriblemente; en las sienes rojean quemaduras recientes.
Jesús le aparta las manitas y roza ligeramente ese estrago, apoya la mano encima y dice:
-Padre, que creaste la luz para alegría de los que viven, y hasta al mosquito le diste pupilas, devuelve la luz a esta criatura tuya, para que te vea y crea en ti, y a partir de la luz de la Tierra entre, con la Fe, en la luz de tu Reino.
Quita la mano...
-¡Oh! -gritan todos.
Ya no hay llagas. Pero la pequeña tiene todavía cerrados los ojos.
-Ábrelos, Tamar. No tengas miedo. La luz no te va a hacer daño.
La niña obedece un poco temerosa y abre los párpados, que dejan ver dos vivaces ojitos negros.
-¡Padre mío! ¡Te veo! -y ella también se apoya sobre el hombro de Jesús para acostumbrarse lentamente a la luz.
Alboroto festivo entre la gente, mientras el hombre de Petra se arroja, sollozando de alegría, a los pies de Jesús.
-Tu fe ha tenido su premio. Que desde ahora tu gratitud lleve a tu fe en el Hombre al ámbito más alto: a la fe en el verdadero Dios. Levántate y vamos.
Y Jesús pone en el suelo a la niña, que sonríe feliz; y se despega al niño y se levanta. Los acaricia una vez más y hace ademán de abrir el círculo de gente que se apiña para ver los ojos curados.
-Deberías pedir también tú la curación para tus ojos velados -dice un discípulo a un viejo, cuyos ojos están tan opacados que deben llevarlo de la mano.
-¿Yo? ¿Yo? No quiero que me dé la luz un demonio. Es más: ¡A ti te grito, oh Dios eterno! Escúchame. ¡A mí, a mí las tinieblas absolutas, pero que yo no vea la cara del demonio, de ese demonio, de ese sacrílego, usurpador, blasfemo, deicida! Desciendan las sombras sobre mis ojos para siempre. ¡Las tinieblas, las tinieblas para no verlo nunca, nunca, nunca!
Parece un demonio él. En su paroxismo se golpea las cuencas de los ojos como si quisiera hacerlos estallar.
-No temas. No me verás. Las Tinieblas no quieren la Luz, y la Luz no se impone a quien la rechaza. Yo me marcho, anciano. No me verás ya en esta Tierra. Pero, igualmente, me verás en otro lugar.
Y Jesús, con un abatimiento que le acentúa el modo de caminar propio de los que son muy altos, ligeramente echado hacia adelante, se encamina por la bajada. Está tan abatido, que parece ya el Condenado que baja el Moria con la carga de la Cruz... Y los gritos de los enemigos azuzados por el viejo furioso asemejan mucho a los de la muchedumbre de Jerusalén el día de Viernes Santo.
El hombre de Petra, afligido, con la atemorizada niña llorando entre sus brazos, susurra:
-¡Por mí, Señor! ¡Por causa mía! ¡Tú, tanto bien a mí! ¿Y yo a ti? He puesto en el baldaquino, sobre el camello, unas cosas para ti. Pero ¿qué son respecto a los insultos que te he procurado? Siento vergüenza de haber venido a ti...
-No, hombre. Ése es mi pan amargo de cada día. Y tú eres la miel que lo dulcifica. Siempre es más la cantidad de pan que la de miel, pero basta una gota de miel para hacer dulce mucho pan.
-Eres bueno... Pero, dime al menos: ¿qué tengo que hacer para medicar estas heridas?
-Conserva la fe en mí. Por ahora, como puedas y hasta donde puedas. Dentro de no mucho... sí, mis discípulos irán hasta Petra, y más allá. Entonces sigue su doctrina, porque Yo hablaré en ellos. Y por el momento habla a los de Petra de lo que te he hecho, de forma que, cuando estos que me rodean, y otros, vayan en mi Nombre, no les sea desconocido este Nombre mío.
Al pie de la bajada, en la calzada romana, están parados tres camellos. Uno, sólo con la silla; los otros, con el baldaquino. Los vigila un criado.
El hombre va a uno de los baldaquinos y coge unos paquetes:
-Aquí tienes -dice mientras se los ofrece a Jesús -Te serán útiles. No me des las gracias. Yo soy el que tiene que bendecirte por todo lo que me has dado. Si puedes hacerlo con incircuncisos, bendíceme a mí y a mis hijos, Señor- y se arrodilla con los niños. Los criados hacen lo mismo.
Jesús extiende sus manos y ora en voz baja con los ojos fijos en el cielo.
-Ve. Sé justo y hallarás a Dios en tu camino, y lo seguirás sin nunca más perderlo. ¡Adiós, Tamar! ¡Adiós, Fara!
Los acaricia antes de que suban con los criados, uno por camello.
Los animales se alzan al oír el crrr crrr de los camelleros, se vuelven y toman el trote por el camino que va hacia el sur. Dos manitas morenas se asoman por los baldaquinos y dos vocecitas dicen:
-¡Adiós, Señor Jesús! ¡Adiós, padre!
El hombre hace, a su vez, ademán de montar. Se postra y besa la túnica de Jesús, luego monta en la silla y se marcha hacia el norte.
-Y ahora vamos -dice Jesús, encaminándose igualmente hacia el norte.
-¿Cómo? ¿Ya no vas a donde querías? -preguntan.
-No. Ya no podemos ir... Las voces del mundo tenían razón... Y ello es porque el mundo es astuto y conoce las obras del demonio... Iremos a Jericó...
-¡Qué triste está Jesús!... Todos lo siguen, cargados con los bultos dados por el hombre; abatidos y sin decir palabra...
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