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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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374- El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
Salen del Templo, que hormiguea de gente, para sumergirse en el hormigueo de las calles en que todos se mueven presurosos, atareados en los últimos preparativos pascuales; y los que llegan con retraso buscan afanosamente una habitación, un vestíbulo, un sitio cualquiera, y transformarlo en cenáculo para comer el cordero.
Es fácil así encontrarse. También es fácil no reconocerse, en medio de este gentío que se agolpa, agitado continuamente, y que hace pasar ante los ojos caras de todas las edades, de todas las regiones en que hay israelitas y donde la sangre pura de Israel ha contraído, por mezclas de sangre o simplemente por mimetismo, semejanzas con otras razas. De forma que se ven hebreos que parecen egipcios, y también que, por los labios salientes, las narices chatas y el ángulo facial, parecen cruzamientos con nubienses; otros que, por las caras afiladas, pequeñas, las extremidades gráciles, las miradas perspicaces, delatan su procedencia de las colonias griegas o su mezcla con griegos; mientras que otros, hombres altos y fuertes, de rostros escuadrados, revelan claramente que no son del todo ajenos a los latinos; y hay también muchos que nosotros modernos diríamos que son circasianos o persas, con un vestigio de ojos mongólicos o indios: en los rostros blanquísimos de los primeros, en los rostros aceitunados de los segundos. ¡Un bonito calidoscopio de caras y vestidos! Los ojos se cansan, tanto que es fácil que al final miren sin ver. Pero lo que a uno le pasa desapercibido otro lo observa. Es, pues, comprensible que lo que le pasa desapercibido al Maestro, siempre un poco absorto dentro de sí cuando lo dejan en paz y no le hacen preguntas, lo note uno u otro de los que están con El. Y los apóstoles, los que van más cerca de Jesús, se señalan unos a otros lo que ven, y cuchichean entre sí una serie de comentarios... muy humanos, respecto a las personas señaladas.
Jesús capta uno de estos comentarios incisivos, sobre un ex discípulo que pasa con empaque fingiendo no verlos:
-¿A quién decís esas palabras? -pregunta.
-A ese mochuelo -dice Santiago de Zebedeo mientras lo señala -Ha hecho como que no nos veía. Y no es el único que lo hace. Pero cuando debías curarlo y te buscaba, ¡ah, entonces sabía vernos! ¡A ver si le viene la pústula maligna! -¡¡Santiago!! ¿Con estos sentimientos estás a mi lado y te preparas a comer el cordero? Verdaderamente tú eres más incoherente que él. Él se ha separado con franqueza, cuando ha sentido que no podía hacer lo que Yo decía. Tú te quedas, pero no haces lo que digo. ¿No eres entonces más pecador que él?
Santiago se pone colorado hasta de los compañeros, avergonzado.
-¡Es que duele ver que actúan así, Maestro! -dice Juan, para ayudar a su hermano que ha sido corregido -Nuestro amor se rebela al ver su desamor...
-Sí, ya. ¿Y pensáis que los vais a llevar al amor de esta
forma? Desaires, malas palabras, insultos nunca han llevado a un rival o a uno que piense de forma distinta al punto a donde se querría llevar. Son la dulzura, la paciencia, la caridad perseverantes a pesar de todas las negativas -, las que al final consiguen. Yo comprendo vuestro corazón, que sufre al no verme amado, y lo compadezco.
Pero querría percibiros, veros más sobrenaturales en vuestras acciones y en vuestros medios para hacer que me amen. ¡Ánimo, Santiago, ven aquí! No he hablado para avergonzarte. Comprendámonos, amémonos al menos entre nosotros, amigos míos... ¡Que ya hay mucha incomprensión y dolor para el Hijo del hombre!
Santiago, tranquilizado, vuelve junto a Jesús.
Andan un rato en silencio. Luego Tomás interviene bruscamente con una fuerte exclamación:
-¡Pero es una verdadera vergüenza!
-¿El qué? -pregunta Jesús.
-¡Pues la vileza de muchos! Maestro, ¿no ves cuántos fingen que no te conocen?
-¿Y qué? ¿Cambiará, acaso, su modo de actuar una iota de lo que está escrito acerca de mí? No. Sólo para ellos se cambia lo que se podría escribir. Porque en los libros eternos se podría decir de ellos:
"Los discípulos buenos", y se escribirá: "Los que no fueron buenos, aquellos para quienes fue nada la venida del Mesías". Palabra tremenda, ¿sabéis? Peor que la de: "Adán, con Eva, pecó". Porque Yo puedo anular aquel pecado. Pero no podré anular este de renegar del Verbo Salvador... Vamos a torcer por esta parte. Yo me detengo con los hermanos, con Simón Pedro y Santiago en el barrio de Ofel. Judas de Simón se quedará también. Pero Simón Zelote, Juan y Tomás irán al Getsemaní por las bolsas...
-Sí, así no se le atravesará el cordero a Jonás -dice Pedro todavía inquieto. Los otros ríen...
-¡Tranquilo, tranquilo! No te asombres de que tenga miedo. Mañana podrías tener miedo tú.
-¿Yo, Maestro? Es más fácil que el mar de Galilea se transforme en vino que no que tenga miedo yo -afirma Pedro con seguridad.
-Sin embargo... la otra noche... Simón... no parecías muy valiente en la escalera del palacio de Cusa -muerde Judas de Keriot, sin mucha ironía pero... siempre con el sarcasmo suficiente como para punzar a Pedro.
-¡Estaba agitado porque... temía por el Señor! No por otra cosa.
-¡Bien! ¡Bien! Esperemos que no tengamos nunca... miedo a quedar mal nosotros, ¿eh?» responde Judas de Keriot dándole una palmada en el hombro, protector y maligno... En otros momentos su modo de actuar habría desencadenado una reacción. Pero Pedro, desde la noche anterior, vive en estado de... admiración por Judas y lo soporta en todo.
Jesús dice:
-Felipe y Natanael con Andrés y Mateo que vayan al palacio de Lázaro, a decir que estamos yendo.
Se separan estos últimos, y los otros siguen con Jesús. Los discípulos, menos Esteban e Isaac, van con los apóstoles que han sido enviados al palacio.
En el barrio de Ofel, una nueva separación. Los encargados de ir al Getsemaní se encaminan, raudos, junto con Isaac. Esteban se queda con Jesús, los hijos de Alfeo, Pedro, Santiago y Judas Iscariote: y, para no estar parados en el cruce, prosiguen lentamente en la misma dirección de los que van al Getsemaní.
Van precisamente por la callecilla que será recorrida por Jesús entre sus torturadores la noche del Jueves Santo. Ahora, que es hacia mediodía, está vacía de gente. Después de pocos pasos, hay una pequeña placita, con una fuente sombreada por una higuera que abre sus tiernas hojas sobre la balsa del agua quieta.
-Ahí está Samuel de Analía -dice Santiago de Alfeo, que debe conocerlo bien. El joven está para entrar en casa con el cordero... Va cargado también con otros alimentos.
-Se ocupa de la cena pascual también para su pariente -observa Judas de Alfeo.
-¿Pero ahora se ha establecido aquí? ¿No estaba fuera? -dice Pedro.
-Sí. Se ha establecido aquí. Se dice que tiene relaciones con la hija de Cleofás, el fabricante de sandalias. Tiene mucho dinero esa mujer...
-¡Ah! ¿Y por qué dice, entonces, que Analía lo ha abandonado? -pregunta Judas Iscariote.
-¡Es una mentira!
-El hombre se sirve fácilmente de la mentira. Y no sabe que haciéndolo se mete por el camino del mal. Basta el primer paso, un paso, para no poderse ya liberar... Es como el ajonje... es un laberinto... una armadija. Una armadija en bajada... -dice Jesús a Judas
-¡Qué pena! ¡Parecía tan bueno el año pasado ese hombre! -dice Santiago de Zebedeo.
-Sí. Yo creía que imitaría a su prometida en cuanto a entregarse totalmente a ti, haciendo así una pareja de esposos ángeles y siervos tuyos. ¡Vamos que lo habría jurado!... -dice Pedro.
-¡Simón mío! No jures nunca sobre el futuro de un hombre. Es la cosa más incierta que hay. Ningún elemento presente en el momento del juramento puede ser fianza de juramento seguro. Hay delincuentes que se hacen santos, y hay justos, o que tienen apariencia de justos, que se hacen delincuentes -le responde Jesús.
Samuel, entretanto, después de entrar en casa, ha vuelto a salir para ir a la fuente por agua pura... Y ve a Jesús. Lo mira con visible desprecio y lanza un insulto; sí, ciertamente es un insulto, pero es en hebreo y no lo entiendo.
Judas Iscariote se lanza repentinamente hacia delante, lo coge por un brazo y le da unos meneos como si fuera un árbol del que se quisiera hacer caer la fruta madura:
-¿Así hablas al Maestro, pecador? ¡Abajo! ¡De rodillas! ¡Inmediatamente! ¡Pídele perdón, lengua sucia de inmundicia de cerdo! ¡Abajo! ¡o te destrozo!
Es terrible este Judas con esta violencia repentina. Su rostro se altera terriblemente. Inútilmente Jesús trata de calmarlo. Hasta que no ve al blasfemo arrodillado en la tierra fangosa que hay alrededor de la fuente, no afloja la presión.
-Perdón -dice entre dientes el malaventurado, que debe sentirse torturado por la tenaza de los dedos de Judas. Pero lo
dice mal. Sólo porque se ve forzado. Jesús responde:
-No guardo rencor. Tú sí, a pesar de lo que dices. La palabra es inútil, si no está acompañada del movimiento del corazón. Tú, en el corazón, blasfemas contra mí todavía. Y con doble culpa; porque me acusas y me odias por un motivo que tu conciencia, en lo profundo, te dice que no es verdad, y porque tú eres el único que ha faltado, no Analía, ni tampoco Yo. Pero te lo perdono todo. Ve y trata de volver a ser honesto y grato a Dios.
Déjalo, Judas.
-Me marcho. ¡Pero te odio! Me has pervertido a Analía y te odio...
-De todas formas, te consuelas con Rebeca, hija del fabricante de sandalias; y te consolabas con ella ya desde cuando Analía era tu prometida y, estando enferma, pensaba sólo en ti...
-Me veía ya sin mujer... eso pensaba... y me buscaba esposa... Ahora he vuelto a Rebeca porque... porque...
Analía no me acepta -dice Samuel disculpándose, al ver descubiertos sus enjuagues.
Judas Iscariote termina:
...Y porque Rebeca es muy rica. Fea como una sandalia destaconada... y vieja como una suela perdida en el sendero... pero rica, eso sí, rica... -y ríe sarcásticamente mientras el otro huye.
-¿Cómo lo sabes? -pregunta Pedro.
-¡Es fácil saber dónde hay vírgenes y dinero!
-¡Bien! ¿Vamos por esa calle estrecha, Maestro? Esta plaza es un horno de pan. Allí hay sombra y ventilación -suplica Pedro, que está sudando.
Y caminan, despacio porque esperan a los otros de regreso. La pequeña calle está desierta.
Una mujer se separa de una puerta y viene a postrarse a los pies de Jesús llorando.
-¿Qué te pasa?
-¡Maestro!... ¿Ya te has purificado?
-Sí. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque quería decirte... Pero no te puedes acercar a él. Es todo podredumbre... El médico dice que está infectado. Después de la Pascua voy a llamar al sacerdote... y... Hinnon lo recibirá. No me culpes. No lo sabía... Trabajó durante muchos meses en Joppe y me volvió así, diciendo que se había herido. Usé bálsamos y lavados con aromas...
Pero no aprovechaban. Consulté a un herbolario. Me dio polvos para la sangre... Separé a los hijos... separé la cama... porque... me empezaba a dar cuenta. Empeoró. Llamé a un médico. Me dijo: "Mujer, tú sabes tu deber y yo el mío.
Esto es herida de lujuria. Sepáralo de ti; yo lo separaré del pueblo; el sacerdote, de Israel. Tenía que haber reflexionado cuando ofendía a Dios, te ofendía a ti y se ofendía a sí mismo. Ahora que pague". Obtuve el silencio suyo hasta el día siguiente de los Ázimos.Pero, si Tú tuvieras piedad del pecador, y de mí, que todavía lo amo, y de los cinco hijos inocentes…
-¿Qué quieres que te haga? ¿No crees que quien ha pecado es justo que expíe?
-¡Sí, Señor! ¡Pero Tú eres la Misericordia viviente!
Toda la fe de que una mujer es capaz está presente en la voz, en la mirada, en el gesto de la mujer arrodillada con los brazos extendidos hacia el Salvador.
-¿Y él que tiene en su corazón?
-Humillación... ¿Qué otra cosa podría tener, Señor?
-¡Sería suficiente un movimiento sobrenatural de arrepentimiento, de justicia, para obtener piedad!...
-¿Justicia?
-Sí. Decir: "He pecado... Mi pecado merece esto y mucho más, y a los que he ofendido les pido misericordia".
-Yo ya se la he dado. Tú, Dios, dásela. No puedo decirte: entra... Ya ves que no te toco ni siquiera yo... Pero, si quieres, lo llamo, y le digo que hable desde la terraza.
-Sí.
La mujer mete la cabeza dentro de la puerta de casa y llama fuerte:
-¡Jacob! ¡Jacob! Sube al tejado. Asómate. No temas.
El hombre, pasados unos momentos, se asoma por el antepecho de la terraza. Una cara amarillenta, hinchada; vendados el cuello y una mano... Una ruina tábida de hombre... Mira con los ojos aguosos propios del enfermo de innobles enfermedades. Pregunta:
-¿Quién me requiere?
-¡Jacob, está aquí el Salvador!...
La mujer no dice nada más, pero parece como si quisiera hipnotizar al enfermo, infundirle su pensamiento...
El hombre, sea porque siente este pensamiento de ella, sea por un movimiento espontáneo, extiende los brazos y dice:
-¡Libérame! ¡Creo en ti! ¡Es horrible morir así!
-Es horrible faltar al propio deber. ¿No pensabas en ésta, ni en los hijos?
-Piedad, Señor... Por ellos, por mí... ¡Perdón! ¡Perdón!
Y se deja caer encima del murete, llorando. Las manos, vendadas, sobresalen con todo el brazo, descubierto ahora por haberse subido la manga, con manchas por las ya próximas pústulas, hinchado, repelente... El hombre, así como está, parece una marioneta macabra, un cadáver arrojado allí, ya próximo a la descomposición: da pena y náusea al mismo tiempo.
La mujer llora, todavía en el polvo del suelo, de rodillas.
Jesús parece esperar aún una palabra... que, por fin, baja, entre sollozos:
-¡Elevo mi dolor a ti contrito de corazón! Dame al menos la promesa de que ellos no sufrirán hambre... y luego... me marcharé, resignado, a expiar. ¡Y salva mi alma, Salvador bendito! ¡Al menos mi alma! ¡Al menos mi alma!
-Sí. Te curo. Por los inocentes. Para darte el modo de mostrarte justo. ¿Comprendes? Recuerda que el Salvador te ha curado. Dios, por el modo en que respondas a esta gracia, te absolverá de tus pecados. Adiós. La paz a ti, mujer.
Y se marcha, casi corriendo, al encuentro de los que regresan del Getsemaní. Ni siquiera los gritos del hombre, que siente y ve que se está curando, lo detienen, ni tampoco los de la mujer...
-Vamos a torcer por esta callejuela, para no pasar otra vez por allí -dice Jesús después de haberse reunido con los otros.
Entran por una callejuela miserable, tan estrecha que a duras penas dos pasan de lado, y, si viene por ella un burro con albardas, no queda otra solución sino aplastarse contra la pared como un sello. Hay penumbra, por los tejados que casi se tocan, y soledad, silencio y mal olor. Van en fila, como si fueran frailes, hasta el final de la callejuela miserable. Luego, en una placita llena de muchachos, se reúnen otra vez en grupo.
-¿Por qué has dicho esas palabras a aquel hombre? No las usas nunca... -pregunta curioso Pedro.
-Porque aquel hombre será uno de mis enemigos. Y este pecado agravará el que ya tiene.
-¡¿Y lo has curado?! -preguntan todos, estupefactos.
-Sí. Por los pequeñuelos inocentes.
-¡Mmm! Volverá a enfermar...
-No. De la vida del cuerpo, después del susto y el sufrimiento pasados, tendrá cuidado; no volverá a enfermar.
-Pero dices que pecará contra ti. Yo le quitaba la vida.
-Tú eres un hombre pecador, Simón de Jonás.
-Y Tú demasiado bueno, Jesús de Nazaret -replica Pedro.
Los absorbe una calle central y ya no veo nada más. Nota mía. (de María Valtorta.-) Reconozco tanto al hombre curado como a Samuel. El primero es el que, en la Pasión, golpea con una piedra a Jesús en la cabeza. Reconozco más que a él a su mujer, doliente ahora como entonces; y la casa, que tiene una puerta sui generis, alta, sobre tres peldaños. Y lo mismo, con la máscara de odio que lo transforma, reconozco en Samuel al joven que mata a su madre de una patada, para poder ir a golpear al Maestro con un garrote.
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