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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

468- Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que ilustran su figura


Dice Jesús:

-El orden de los Evangelios es bueno, pero no perfecto desde el punto de vista cronológico. Un observador atento lo nota. Aquel que habría podido dar el exacto orden de los hechos, por haber estado conmigo desde el principio de la evangelización hasta la ascensión, no lo hizo; porque Juan, hijo verdadero de la Luz, se ocupó y preocupó de hacer refulgir la Luz a través de su exterioridad de Carne ante los ojos de los heréticos, que impugnaban la verdad de la Divinidad dentro de una carne humana.

El Evangelio sublime de Juan ha alcanzado su finalidad sobrenatural, pero no ha ayudado a la crónica de mi vida pública.

Los otros tres evangelistas muestran igualdades entre sí, en cuanto a los hechos; pero alteran el orden temporal de éstos, porque de tres sólo uno estuvo presente en casi toda mi vida pública: Mateo, que la escribió quince años después. Los otros escribieron más tarde, habiendo oído la narración de labios de mi Madre, de Pedro, de otros apóstoles y discípulos.

Quiero ofreceros una guía para cuando reunáis los hechos del trienio, año por año. Y ahora ve y escribe.

El episodio sigue al del miércoles (20, 9) (reseñado en el capítulo 406: lo sigue en cuanto a los episodios que quieren ilustrar la figura de Judas Iscariote pero no lo sigue inmediatamente en la narración completa de los hechos de la vida pública de Jesús)

Veo a Jesús paseando lentamente, yendo y viniendo, por un senderillo campestre luminoso de luna. Hay Luna llena, que resplandece con su carota sonriente en un cielo serenísimo; pero, por su posición en el cielo, en el que empieza a ponerse, deduzco que debe ser más tarde de la media noche.

Jesús camina pensando, y, sin duda, orando, a pesar de que yo no oiga ninguna palabra. Pero no pierde de vista las cosas de su alrededor. En un momento se detiene a escuchar, sonriendo, el gran canto de un ruiseñor enamorado, que hace toda una melodía de arpegios y trinos y notas de solo, bien sostenidas; tan fuertes y largas, que parece imposible que salgan de ese pequeño ser todo pluma.

Para no molestarlo ni siquiera con el crujido de las sandalias contra los pequeños cantos del sendero y de la túnica al rozar la hierba, Jesús se ha detenido, con los brazos cruzados y el rostro alzado y sonriente.
Entorna incluso los ojos para concentrarse mejor en oír, y, cuando el ruiseñor termina con un agudo que sube, sube, sube por la escala tercera (no sé si es así como digo, recordando) y termina con una nota agudísima, sostenida mientras resiste la espiración, Él aprueba y aplaude silenciosamente, agachando dos o tres veces la cabeza con una sonrisa contenta.

Y ahora se inclina hacia una mata de madreselva en flor, que a través de sus abundantísimos cálices blancos emana intenso perfume; cálices semejantes a bocas de serpientes bostezando, en que tembletea la lengua -los pistilos amarillentos-y brilla el trazo dactilado de oro en el pétalo inferior. Las flores, bajo la luna, parecen aún más blancas, casi argénteas. Jesús las admira y las huele y las acaricia con la mano.

Vuelve sobre sus pasos. Debe ser un lugar ligeramente elevado, porque el claro de Luna muestra al sur algo que brilla como vidrio bañado de luna, un trocito de lago, sin duda, porque río no es, ni tampoco mar, pues a éste se le ve, en el lado opuesto al en que está Jesús, bordeado por una serie de colinas.

Jesús observa este plácido titileo de aguas serenas en la calma de la noche estiva. Luego da media vuelta sobre sí mismo, de sur a oeste, y observa la albura de un pueblo, distante unos dos kilómetros al máximo, más menos que más. Todo un señor pueblo. Se para a mirarlo, y menea la cabeza, siguiendo un pensamiento que lo aflige mucho.

Luego reanuda su lento paseo, y su oración. Hasta que se sienta en una voluminosa piedra, al pie de un árbol muy alto, y toma su postura habitual: los codos apoyados en las rodillas y los antebrazos hacia afuera con las manos unidas en oración.

Está así un tiempo, y seguiría más tiempo... pero, un hombre, una sombra, desde la espesura, se está acercando a Él, y lo llama:

-¿Maestro?
Jesús se vuelve, puesto que el que está viniendo lo hace por detrás de Él, y dice: -¿Judas? ¿Qué quieres?
-¿Dónde estás, Maestro?

-Al pie del nogal. Acércate.
Y Jesús se pone en pie y junto al sendero, bajo el claro de Luna, para que Judas pueda verlo.
-¿Has venido, Judas, a hacer un poco de compañía a tu Maestro?

Ahora están el uno junto al otro, y Jesús pone con afecto un brazo en el hombro del discípulo.
-¿O es que tienen necesidad de mí en Corazín?
-No, Maestro. Ninguna necesidad. Ha sido un deseo mío de venir a ti.

-Ven, pues. Hay sitio para los dos en esta piedra.
Se sientan bien cerca. Silencio. Judas no habla. Mira a Jesús. Lucha. Jesús quiere ayudarle. Lo mira dulcemente, pero profundamente.

-¡Qué hermosa noche, Judas! ¡Mira qué puro es todo! Yo creo que no fue más pura la primera noche que sonrió sobre la Tierra y sobre el sueño de Adán en el Paraíso terrenal.

Fíjate cómo huelen esas flores. Huélelas. Pero no las arranques. ¡Son tan bellas y puras! Yo también me he abstenido de hacerlo, porque arrancarlas es profanarlas.

Siempre está mal usar la violencia. Tanto contra la planta como contra el animal; contra el animal como contra el hombre. ¿Por qué quitar la vida? ¡Es tan bella la vida cuando se emplea bien!... Y esas flores la emplean bien, porque perfuman, alegran con su aspecto y sus aromas, dan néctar a las abejas y a las mariposas, y ceden a éstas el oro de sus pistilos para poner gotitas de topacio en la perla de sus alas, y hacen de lecho a los nidos...

Si hubieras estado aquí hace poco, hubieras oído a un ruiseñor cantar con gran dulzura su alegría de vivir y de alabar al Señor. ¡Amados pajarillos! ¡Cuánto sirven de ejemplo para los hombres! Con poco se contentan, y sólo con aquello que es lícito y santo.

Un granito y un gusanillo, porque el Padre Creador se lo da; y si no hay no sienten ira o desdén, sino que engañan al hambre de la carne con el impulso del corazón, que les hace cantar las alabanzas del Señor y las alegrías de la esperanza. Se sienten felices de estar cansados por haber volado desde el alba hasta el anochecer para hacerse un nido calentito, blando, seguro; no por egoísmo, sino por el amor a la prole.

Y cantan por la alegría de amarse honestamente. El ruiseñor hacia su hembra, y ambos hacia los hijos. Los animales son siempre felices, porque no tienen remordimientos ni acusaciones en su corazón. Nosotros los hacemos infelices, porque el hombre es malo, desconsiderado, subyuga a los demás, es cruel. Y no le basta serlo con sus semejantes. Hace rebosar su maldad sobre los inferiores. Y cuantos más remordimientos internos tiene más le punza su conciencia y más cruel se muestra hacia los demás.

Estoy seguro, por ejemplo, de que aquel que iba a caballo y que hoy lo espoleaba -tan sudado y cansado como estaba-hasta hacerlo sangrar, y que lo azotaba hasta hacerle erizar en franjas el pelo en el cuello y en los lomos, y que le pegaba hasta en los ollares, tan delicados, y en los oscuros párpados que se cerraban dolientes sobre los ojos, tan dulces y resignados, no tenía el alma tranquila: o iba a un delito contra la honestidad o venía de él.
Jesús calla y piensa.

Judas guarda silencio. Piensa también él. Luego habla:
-¡Qué hermoso, Maestro, es oírte hablar así! Todo se ilumina ante los ojos, ante la mente, ante el corazón... y todo vuelve a ser fácil. También el decir: "¡Quiero ser bueno!". Incluso el decirte... incluso el decirte… decirte: "¡Maestro, yo también, también tengo turbada el alma! No sientas repulsa por mí, Maestro, Tú que amas tanto a los puros"».

-¡Oh, mi Judas! ¿Yo repulsa? Amigo, hijo, ¿qué es lo que te turba?

-Tenme junto a ti, Maestro. Estréchame a tu lado... Tras tan dulces palabras tuyas, he jurado ser bueno; he jurado volver a ser el Judas de los primeros días, que te seguía y te quería como el esposo ama a su esposa, y sólo suspiraba por ti, hallando en ti todo contento. Te quería así, Jesús...

-Lo sé... y te quise por eso... Pero todavía te quiero, mi pobre amigo herido...

-¿Cómo sabes que lo estoy? ¿Sabes de qué?...
Silencio. ¡Jesús mira a Judas con una mirada tan dulce!... Atisbo, de llanto parecen hacerla más abierta y dulce, mitigando su fulgor. Es una mirada de niño inocente e inerme que se dona entero en el amor. Judas cae a sus pies, con la cara sobre las rodillas y abrazado a sus caderas, y gime:

-Tenme junto a ti, Maestro... tenme... Mi carne grita como un demonio... y, si cedo, entonces sobreviene todo el mal... Sé que Tú sabes, pero que esperas a que yo diga... Pero es duro, Maestro, decir: "He pecado".

-Lo sé, amigo. Por eso habría que obrar bien. Para no tener luego que humillarse diciendo: "He pecado". De todas formas, Judas, hay en esto también una gran medicina. El tener que hacer el esfuerzo al manifestar la culpa retiene respecto a ella; y, si ya se ha verificado, la pena de acusarse es ya penitencia que redime. Y si luego uno sufre no tanto por orgullo propio y por miedo al castigo, sino porque sabe que faltando ha causado dolor, entonces, Yo te lo digo, la culpa se anula. El amor es lo que salva.

-Yo te amo, Maestro. Pero soy muy débil... ¡Oh! ¡Tú no puedes amarme! Eres puro y amas a los puros... No puedes amarme, porque yo soy... yo soy... ¡Oh! ¡Jesús, quítame el hambre de la carne! ¿Sabes qué demonio es?

-Lo sé. No la he seguido, pero sé qué voz tiene.
-¿Lo ves? ¿Lo ves? Sientes tanta repulsa que por sólo decirlo tu cara se turba... ¡Oh, no puedes perdonarme!
-Judas, ¿y no te acuerdas de María?, ¿no de Mateo?, ¿no de aquel publicano que cogió la lepra? ¿Y no te acuerdas de aquella mujer, meretriz romana, a la que profeticé celeste destino porque tras mi perdón tendría fuerza para una vida santa?

-Maestro... Maestro... Maestro... ¡Oh, qué mal tengo en el corazón!... Esta noche he huido... huido de Corazín... porque si me quedaba... si me quedaba... estaba perdido. Mira... es como uno que bebe y se pone enfermo... El médico le quita el vino y cualquier otra bebida embriagadora. Y se cura y está sano mientras no vuelve a sentir ese sabor...

Pero si cede, una sola vez, y vuelve a sentir su sabor... le viene una sed... una sed de beber eso.., que ya no resiste... y bebe y bebe... y se pone enfermo de nuevo... enfermo para siempre... pierde la razón... queda poseído... poseído por ese demonio suyo... por ese demonio suyo... ¡Oh, Jesús, Jesús, Jesús!... No se lo digas a los otros... No lo digas... Siento vergüenza ante todos...

-Pero no ante mí.

Judas comprende mal.

-¡Es verdad! ¡Perdón! Debería sentir más vergüenza ante ti que ante ningún otro, porque eres perfecto...

-No, hijo. No decía esto. No te pongan un velo tu dolor, tu angustia, tu postración. He dicho que ante todos puedes avergonzarte, pero no ante mí. Un hijo no tiene miedo y vergüenza ante el padre bueno, ni un enfermo ante un médico de valía. Y a ambos se confiesa uno sin temor, porque el uno ama y perdona y el otro comprende y sana. Yo te quiero y te comprendo. Por tanto, te perdono y te curo.

Pero dime, Judas. ¿Qué es lo que te pone en las manos de tu demonio? ¿Yo? ¿Los hermanos? ¿Las mujeres de vicio? No. Es tu voluntad. Ahora yo te perdono y te sano... ¡Oh, qué alegría me has dado, mi Judas! Ya de por sí mi gozo era grande por esta noche serena, perfumada, alegre de cantos, y por ello alababa al Señor.

Pero ahora la alegría que me das supera a este claro de Luna y a estos perfumes, a esta paz y a estos cantos. ¿Oyes? El ruiseñor parece unirse para decirte conmigo que se siente feliz de tu buena voluntad, él, el pequeño cantarín, tan lleno de buena voluntad para hacer aquello para lo que fue creado. Y también este primer viento del alba, que pasa sobre las flores y las despierta, haciendo caer en la cavidad del cáliz un diamante de rocío, para que poco después, lo encuentren la mariposa y el rayo de sol, y aquélla se refresque y el sol se proporcione exiguo espejo para su gran fulgor.

Mira: la Luna se pone. El alba se anuncia con este canto lejano de gallo. Las tinieblas de la noche y sus fantasmas se disipan. ¿Ves lo rápido y dulce que ha pasado este tiempo que, si no hubieras venido a mí, habría pasado envuelto en el sinsabor y el remordimiento? Ven siempre que tengas miedo de ti.

¡El propio yo! ¡Gran amigo, gran tentador, gran enemigo y gran juez, Judas! Y, ¿ves?, mientras que es amigo sincero y fiel si has sido bueno, sabe ser amigo insincero si no eres bueno, y después de haber sido cómplice tuyo, se yergue como juez implacable y te tortura con sus reproches... Él es despiadado cuando reprocha... ¡No Yo! Bien, pues vamos. La noche ha pasado...

-Maestro, no te he dejado descansar... y hoy vas a tener
que hablar mucho...

-He descansado con la alegría que me has dado. No tengo descanso mejor que el de decir: "Hoy he salvado a uno que estaba pereciendo". Ven, ven... ¡Vamos a bajar a Corazín! ¡Oh, si esta ciudad supiera imitarte, Judas!

-Maestro... ¿qué les vas a decir a mis compañeros?
-Nada si no preguntan... Si preguntan, diré que hemos hablado de las misericordias de Dios... Es tema verdadero; y tan ilimitado que la más larga de las vidas no basta para desarrollarlo. Vamos...

Y bajan, altos, distinta la hermosura pero igual la juventud, el Uno junto al otro, y desaparecen tras un grupo de árboles...

Dice Jesús:

-Es episodio de misericordia como los de la Magdalena.

Pero, si hacéis un libro, mejor será que pongáis ordenadamente en serie más que las categorías las épocas, y os limitéis a decir, como encabezamiento o a pie de página para cada episodio, a qué categoría pertenece.
¿Por qué ilustro la figura de Judas? Muchos se lo preguntarán. Respondo.

La figura de Judas ha sido demasiado alterada durante los siglos; y, últimamente, del todo desfigurada. Ciertas escuelas han hecho de él casi una apoteosis: la del segundo e indispensable artífice de la Redención.

Y otros muchos piensan que cedió ante un improviso, feroz asalto del Tentador. No. Toda caída tiene premisas en el tiempo. Cuanto más grave es la caída, más preparación tiene. Los preliminares explican el hecho. Uno no se hunde, ni asciende, al improviso. Ni en el bien ni en el mal.

Largos e insidiosos son los factores que cooperan a los descensos; pacientes y santos, los que cooperan a subir. Y el desventurado drama de Judas os puede proporcionar muchas enseñanzas para salvaros y conocer el método de Dios y sus misericordias, para salvar y perdonar a aquellos que bajan hacia el Abismo.

No se llega al delirio satánico, en que has visto que se debatía Judas después del Delito, si uno no está enteramente corrompido por hálitos infernales, interiorizados voluptuosamente durante años. Cuando uno lleva a cabo incluso un delito, pero ha sido arrastrado a él por un imprevisto acontecimiento que obnubila la razón, sufre pero sabe expiar; porque aún algunas partes del corazón están inmunes de veneno infernal.

Al mundo que niega a Satanás porque lo tiene tan dentro de sí que ya ni se da cuenta de su presencia, que lo ha interiorizado de forma que ha venido a ser parte del yo, a ese mundo le muestro que Satanás existe. Eterno e inmutable en el método usado para hacer de vosotros sus víctimas.

Basta ahora. Tú estáte con mi paz.


   


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