Saturday October 12,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

387- En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del prodigio de Josué


No sé cómo será ahora Guilgal. En este momento en que entra Jesús, es como una de las tantas ciudades palestinas. Bastante poblada, construida sobre un collado poco alto y cubierto, por lo general, de viñas y olivos.

Pero el sol domina tanto aquí, que también los cereales pueden encontrar un lugar, sembrados al azar, bajo los árboles o entre las hileras de vides; y maduran, a pesar de las frondas, porque los tuesta bien este sol que ya evoca el cercano desierto.

Polvo, rumor de voces, suciedad, confusión de día de mercado. Y, como el destino, inexorables, los consabidos escrupulosos fariseos y escribas, que con vistosos gestos polemizan y conversan con aire de sabios en el mejor ángulo de la plaza, y que fingen no ver a Jesús, o no conocerlo.

Jesús continúa recto. Va a comer a una placita secundaria, casi de la periferia, toda umbrosa debido al entrelazado de ramas que forman los árboles (árboles de todo tipo). Mi impresión es que se trata de una parte de monte incluida hace poco en el poblado y que conserva todavía ese recuerdo de su estado natural.

E1 primero que se acerca a Jesús, que está comiendo pan y aceitunas, es un hombre andrajoso. Pide un poco de pan. Jesús le da el suyo y todas las aceitunas que tiene en la mano.

-¿Y Tú? Ya sabes que no tenemos cuartos, ¿no?... -observa Pedro.
-Hemos dejado todo a Ananías...
-No importa. No tengo hambre. Sed, sí...

El mendigo dice:
-Aquí detrás hay un pozo. Pero, ¿por qué me has dado todo? Podías haberme dado la mitad de tu pan... Si no te da asco tomarlo de nuevo...

-Come, come. Puedo pasar sin él. Pero, para quitarte esa sospecha de que tengo asco de ti, dame con tus manos un solo bocado; me lo comeré para ser tu amigo...
El hombre, de rostro triste y deslucido, se reviste de la belleza de una sonrisa de admiración, y dice:

-¡Es la primera vez, desde que soy el pobre Ogla, que uno me dice que quiere ser amigo mío! -y da el pedazo de pan a Jesús. Y pregunta: « ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?».
-Soy Jesús de Nazaret, el Rabí de Galilea.

-¡Ah!... He oído por otros hablar de ti... Pero... ¿no eres el Mesías?..

-Lo soy.

-Y Tú, el Mesías, ¿eres tan bueno con los mendigos? El Tetrarca manda a sus siervos que nos peguen si nos encuentra en su camino...

-Yo soy el Salvador. No pego. Amo.
El hombre lo mira muy fijamente. Luego empieza a llorar lentamente.
-¿Por qué lloras?
-Porque... querría ser salvado... ¿Ya no tienes sed, Señor? Te llevaría hasta el pozo y hablaría contigo...

Jesús intuye que el hombre quiere confesar algo. Se levanta y dice:
-Vamos.
-¡Voy yo también! -reacciona Pedro.
-No. Además... vuelvo enseguida... Y debemos sentir estima por los que se arrepienten.

Va con el hombre detrás de una casa a partir de la cual ya empiezan los campos.

-Allí está el pozo... Bebe y luego escúchame.
-No, hombre. Vierte antes en mí tu preocupación... Luego beberé-Quizás hallo una fuente aún más dulce que el agua del suelo para mi sed.
-¿Cuál, Maestro?

-Tu arrepentimiento. Vamos debajo de aquellos árboles. Aquí las mujeres nos observan. Ven -y le pone la mano en el hombro y lo mueve hacia una espesura de olivos.
-¿Cómo sabes que tengo culpas y que estoy arrepentido?
-¡Habla, hombre! Y no tengas miedo de mí.

-Señor... Éramos siete hermanos de un solo padre, pero yo había nacido de la mujer con que mi padre se había casado cuando se quedó viudo. Y los otros seis me odiaban. Mi padre, al morir, dividió entre todos por igual. Pero, una vez fallecido, sobornando a los jueces, los seis me despojaron de todo y nos expulsaron a mí y a mi madre con acusaciones infames. Ella murió cuando yo tenía dieciséis años... Murió a causa de la penuria... Desde entonces no he tenido a nadie que me amara... -llora con ahogo.  

Toma nuevas fuerzas y continúa:

-Los seis, ricos y felices, prosperaban sirviéndose también de lo mío, y yo me moría de hambre, porque me había puesto enfermo asistiendo a mi agotada madre... Pero Dios los castigó, uno a uno. Los maldije tanto, los odié tanto, que se abatió sobre ellos el maleficio. ¿Hice mal? Sí, sin duda. Lo sé. Y lo sabía.

Pero, ¿cómo podía no odiarlos y maldecirlos? El último, que en realidad era el tercero, resistía contra todas las maldiciones; es más, prosperaba con los bienes de los otros cinco, que había tomado: legítimamente respecto a los tres más pequeños, que habían muerto sin dejar mujer, casándose con la mujer del primogénito, que había muerto sin dejar hijos; fraudulentamente respecto al segundo, habiendo adquirido, con engaños y préstamos, de la viuda y de los huérfanos, buena parte de los bienes del padre.

Y, cuando me encontraba de casualidad en los mercados a donde yo iba, como siervo de un rico, a vender alimentos, me insultaba y me pegaba... Una noche me encontré con él... Yo estaba solo; él también, y un poco embriagado de vino... yo, embriagado de recuerdos y odio... Habían pasado diez años desde el día en que había muerto mi madre... Me insultó, e insultó a la muerta... La llamó "perra inmunda" y a mí me llamó "hijo de hiena...".

Señor... si no hubiera tocado a mi madre... habría soportado. Pero la insultó... Lo agarré por el cuello.

Luchamos... Quería solamente pegarle... Pero resbaló y cayó al suelo... y la tierra estaba cubierta de hierba resbaladiza, en pendiente... y abajo había un barranco y un torrente... Rodó -estaba borracho -, y cayó... Después de tantos años, todavía lo buscan... Pero está debajo de las rocas y de la arena de uno de los torrentes del Líbano.

Yo no volví donde mi patrón. Y él no volvió a Cesárea Paneas. Yo me alejé, sin paz... ¡La maldición de Caín! Miedo a la vida... miedo a la muerte... Enfermé... Y luego... oí hablar de ti... Pero tenía miedo... Decían que veías el interior de los corazones. ¡Y son tan malos los rabíes de Israel!... No conocen la piedad... Tú, Rabí de los rabíes, eras mi terror... Y huía de ti. Y, no obstante, querría ser perdonado...

Llora echado en el suelo...
Jesús lo mira y susurra:

-¡Carguemos sobre mí también estos pecados!... ¡Hijo!

Escucha. Yo soy la Piedad, no el terror. También he venido para ti. No te acobardes ante mí... Soy el Redentor.

¿Quieres ser perdonado? ¿De qué?

-De mi delito. ¿Me lo preguntas? He matado a mi hermano.

-Has dicho: "Quería sólo pegarle", porque en ese momento te sentías herido y airado. Lo hacías como el respirar: espontáneamente. El odio y la maldición, la alegría cuando veías su castigo era tu pan espiritual, ¿no es verdad?

-Sí, Señor. Mi pan durante diez años.

-Pues bien, en realidad tu mayor delito lo empezaste desde el momento en que odiaste y maldijiste. Eres seis veces homicida de tus hermanos.

-Pero Señor, me habían arruinado y odiado... Y mi madre había muerto de hambre...
-¿Quieres decir que tenías razón en vengarte?
-Sí. Quiero decir esto.

-No tienes razón. Para castigar estaba Dios, tú debías amar. Y Dios te habría bendecido en la Tierra y en el Cielo.

-¿Entonces ya no me va a bendecir nunca?

-El arrepentimiento atrae de nuevo la bendición. ¡Pero, cuánto dolor, cuanta angustia te has causado con tu odio! Mucho más de cuanto te causaban tus hermanos...

-¡Es verdad! ¡Es verdad! Un horror que dura ya desde hace veintiséis años. ¡Perdóname en nombre de Dios! Tú eres testigo de mi dolor por el pecado. No pido nada para mi vida. Soy un mendigo y un enfermo. Quiero seguir así y sufrir y expiar.

¡Pero dame la paz de Dios! He hecho sacrificios en el Templo, padeciendo hambre para acumular la suma para el holocausto. Pero no podía manifestar mi delito, y no sé si habrá sido grato mi sacrificio.

-Nulo. Aunque todos los días hubieras ofrecido uno, ¿de qué te servía, cuando lo inmolabas con falsedad? El rito que no va precedido de una sincera confesión del pecado es supersticioso e inútil. Una culpa añadida a otra culpa, y; por tanto, aún más que inútil. Ofrenda sacrílega. ¿Qué le decías al sacerdote?

-Decía: "Quiero expiar, porque he pecado por ignorancia haciendo cosas que el Señor ha prohibido". Yo pensaba: "Sé en qué he pecado, y Dios también lo sabe. Pero al hombre no le puedo hablar con claridad. Dios, que ve todo, sabe que pienso en mi pecado".

-Restricciones mentales, escapatorias indignas. El Altísimo odia estas cosas. Cuando se peca, se expía. No lo vuelvas a hacer.

(Nota: la restricción mental a veces es necesaria y la Iglesia la admite, como aquel sacerdote perseguido que preguntado si era sacerdote, para fusilarlo, respondió:

¡No, soy presbítero!... y se escapó. En el caso que Jesús reprueba, el mendigo, en confesión, ante el sacerdote, no debía haber usado la restricción mental, sólo lícita cuando el que nos pregunta no tiene derecho a saber la verdad: el médico que es preguntado, imprudente y maliciosamente sobre la enfermedad de su enfermo, el abogado sobre la causa que defiende, el profesor sobre el examen que pondrá, el sacerdote sobre la confesión de un penitente, etc.) 


-No, Señor. ¿Y seré perdonado? ¿O debo ir a confesar todo? ¿Pagar con la vida la vida que tomé? Me basta morir con el perdón de Dios.

-Vive para expiar. No podrías devolver el marido a la viuda, ni el padre a los hijos... ¡Antes de matar, antes de dejar que el odio se haga nuestro amo, habría que pensar! Pero levántate, y camina por la nueva vía.

Encontrarás en tu camino a algunos discípulos míos. Ellos recorren los montes de Judea, si vas de Tecua a Belén, y más allá, hacia Hebrón. Diles que te manda Jesús y que dice que antes de Pentecostés subirá hacia Jerusalén, pasando por Betsur y Béter. Pregunta por Elías, José, Leví, Matías, Juan, Benjamín, Daniel, Isaac. ¿Te acordarás de estos nombres? Dirígete especialmente a ellos. Ahora vamos...

-¿Y no bebes?  

-He bebido tu llanto. ¡Un alma que vuelve a Dios! No hay para mí refrigerio mejor.

-¿Entonces estoy perdonado? Dices: "Vuelve a Dios"...
-Sí. Estás perdonado. Y no vuelvas a odiar nunca.

El hombre se agacha de nuevo, porque se había puesto de pie, y besa los pies de Jesús.

Vuelven donde los apóstoles y los encuentran disputando con algunos escribas.

-Ahí está el Maestro. Él os puede responder y decir que sois pecadores.

-¿Qué sucede? -pregunta Jesús, con un saludo deferente que no halla respuesta.

-Maestro, nos están humillando con preguntas y burlas...
-Soportar las molestias es obra de misericordia.

-Pero te están ofendiendo a ti. Te hacen objeto de burla... y la gente titubea. ¿Ves? Habíamos logrado reunir a unas personas... ¿Ahora quién queda? Dos o tres mujeres...

-¡No, no, tenéis también a un hombre, a un hombre repugnante!¡Y es demasiado incluso para vosotros! Sólo una cosa, Maestro:

¿No te parece que te contaminas demasiado, Tú que dices siempre que te estremecen las cosas inmundas? -dice con mofa un escriba joven, señalando al mendigo que está al lado de Jesús.

-Éste no es inmundicia. Esta miseria no me estremece. Éste es "el pobre". El pobre no repugna. Su miseria debe solamente abrir el alma a sentimientos de piedad fraterna.

Lo que me estremece son las miserias morales de los corazones hediondos, de las almas harapientas, de los espíritus llagados.

-¿Y Tú sabes si él no es de éstos?

-Sé que cree y espera en Dios y en su misericordia, ahora que la ha conocido.

-¿Conocido? ¿Y dónde vive? Dilo, para ir también nosotros a ver su rostro. ¡Ja, ja! ¡El Dios terrible, al que Moisés no se atrevía a mirar, debe tener un rostro no poco terrible incluso en la misericordia, aún cuando se hubiera suavizado su rigor después de tantos siglos! -rebate el joven escriba, y se ríe con una risa más opugnadora que una blasfemia.

-¡Yo, que te estoy hablando, soy la Misericordia de Dios! -grita Jesús, erguido e irradiando poder a través de sus ojos y su gesto.

No me explico cómo el otro no tiene miedo... De todas formas, aunque no huya, no se atreve a seguir haciendo sarcasmos y se calla, mientras otro lo reemplaza:

-¡Oh, cuántas palabras inútiles! Nosotros quisiéramos sólo poder creer. No pediríamos nada mejor. Pero para creer hay que tener pruebas. Maestro, ¿sabes lo que es Guilgal para nosotros?

-¿Me crees un ignorante? -dice Jesús. Y, tomando tono de salmo, lento, un poco espacioso, empieza: «"Y Josué, habiéndose alzado antes del alba, levantó el campamento. Partieron de Setim él y todos los hijos de Israel, y llegaron al Jordán, donde se detuvieron tres días, al final de los cuales los heraldos recorrieron el campamento gritando:

“Cuando veáis el Arca de la Alianza del Señor Dios vuestro y a los sacerdotes de la estirpe de Leví llevándola, partid también vosotros y seguidlos. Pero entre vosotros y el Arca ha de haber un trecho de dos mil codos, para que podáis ver desde lejos y distinguir el camino por donde debéis andar, pues no habéis pasado nunca y..."'».

-¡Basta, basta! Sabes la lección. Ahora bien, nosotros querríamos de ti, para creer, un milagro igual. En el Templo, en la Pascua, nos quedamos maravillados por la noticia que traía un barquero de que habías calmado la corriente del río crecido. Pues bien, si por un hombre cualquiera hiciste tanto, por nosotros -mucho más que un hombre -baja al Jordán con los tuyos y atraviésalo a pie enjuto, como Moisés el Mar Rojo, y Josué en Guilgal.

¡Animo! Los sortilegios sirven sólo para los ignorantes. A nosotros no nos seducirá tu nigromancia, aunque conozcas -y esto es sabido -los secretos de Egipto y las fórmulas mágicas.

-No tengo necesidad de ello.

-Bajemos al río y creeremos en ti.

-¡Está escrito: "No tientes al Señor tu Dios"!

-¡Tú no eres Dios! Eres un pobre loco. Eres un agitador de las masas ignorantes. Con ellas es fácil, porque Belcebú está contigo. Pero con nosotros, adornados con los distintivos del exorcismo, eres menos que nada -zahiere un escriba.

-¡No lo ofendas! Ruégale que nos complazca. De esa forma que usas se deprime y pierde el poder. ¡Ánimo, Rabí de Nazaret! Danos una prueba y te adoraremos -dice, serpentino, un viejo escriba, y con sus lisonjas sinuosas es más enemigo que los otros con su abierta saña.

Jesús lo mira. Luego se vuelve hacia el suroeste y abre los brazos extendiéndolos hacia delante. Dice:

-Allí está el desierto de Judá, y allí me propuso el Espíritu del Mal que tentara al Señor mi Dios. Y le respondí: "¡Aléjate, Satanás! Está escrito que sólo a Dios hay que adorar, y no tentarlo, y ha de seguírsele por encima de la carne y la sangre". Lo mismo os digo a vosotros.

-¿Nos estás llamando Satanás a nosotros? ¿A nosotros? ¡Ah! ¡Maldito! -y, pareciendo más unos gamberros que doctores de la Ley, echan mano a las piedras que hay diseminadas por el suelo con intención de lanzárselas, y gritan:

«¡Vete! ¡Vete! ¡Maldito para siempre!».

Jesús los mira, sin miedo. Les paraliza el sacrílego gesto. Recoge su manto y dice: -¡Vamos! Hombre, tú ve delante de mí -y vuelve hacia el pozo, hacia el olivar de la confesión, y se adentra en la espesura... Y baja la cabeza, abatido, con dos lágrimas incontenibles que desde las pestañas ruedan por su pálido rostro.

Llegan a un camino. Jesús se para y dice al mendigo:
-No puedo darte dinero. No tengo. Te bendigo. Adiós. Haz lo que te he dicho.
Se separan...

Los apóstoles están afligidos. No hablan. Se miran de reojo... Jesús rompe el silencio reanudando el tono de salmo interrumpido por el escriba:  

-"Y el Señor dijo a Josué: Toma a doce hombres, uno por cada tribu, y diles que saquen del medio del Jordán, donde han pisado los pies de los sacerdotes, doce durísimas piedras; y las erigiréis en el lugar de los campamentos, donde vais a montar las tiendas esta noche”.

Y Josué, habiendo convocado a doce hombres elegidos entre los hijos de Israel, uno por cada tribu, les dijo: “Id delante del Arca del Señor Dios vuestro al medio del Jordán y sacad de allí, cargadas sobre vuestros hombros, cada uno una piedra, según el número de los hijos de Israel, para hacer con ellas un monumento en medio de vosotros. Y cuando, en el futuro, vuestros hijos os pregunten: ¿Qué significan estas piedras?, respondedles:

Las aguas del Jordán desaparecieron delante del Arca de la Alianza del Señor, que las cruzaba, y estas piedras fueron colocadas como eterno monumento de los hijos de Israel”.

Levanta la cabeza (la tenía bajada). Recorre con su mirada a los doce, que a su vez lo miran. Dice con otra voz, su voz de los momentos de mayor tristeza:

-Y el Arca penetró en el río. Y no las aguas, sino los cielos se abrieron, por respeto al Verbo, que estaba dentro de ellas santificándolas más que cuando el Arca se detuvo en el lecho del río. Y el Verbo ha elegido para sí doce piedras. Durísimas. Porque tienen que durar hasta el fin del mundo. Y porque tienen que servir de fundamentos al Templo nuevo y a la Jerusalén eterna. Doce. Recordadlo.

Éste debe ser el número. Y luego escogió otras doce para un segundo testimonio. Los primeros pastores y Abel el leproso y Samuel el tullido, los primeros curados... y agradecidos... ¡Durísimas también, porque habrán de resistir los golpes de Israel, que odia a Dios!... ¡Que odia a Dios!...

¡Qué voz tan afligida y mortecina, casi blanca, la de Jesús llorando por la dureza de Israel!
Prosigue:

-“En el río los siglos y el hombre desparramaron las piedras-recuerdo... En la Tierra, el odio desparramará a mis doce. En las orillas del río, los siglos y los hombres han destruido el altar-recuerdo... Las primeras y las segundas piedras, habiendo servido para todos los usos por el odio de los demonios - que no están sólo en el infierno, sino también dentro de los hombres - ya no se reconocen.

Algunas sirvieron incluso para matar. ¿Y quién me asegura que entre las piedras alzadas contra mí no había fragmentos de las piedras durísimas elegidas por Josué?

¡Durísimas! ¡Enemigas! ¡Oh, durísimas! También entre los míos habrá quienes, diseminados, harán de acera para los demonios que marcharán contra mí... y se harán piedras para herirme... y ya no serán piedras elegidas... sino diablos... ¡Oh, Santiago, hermano mío! Israel es durísimo con su Señor! - y, una cosa que nunca he visto, Jesús, abatido por no sé qué imponente desconsuelo, se apoya sobre el hombro de Santiago de Alfeo y lo abraza llorando..


   


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