Saturday November 02,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

472- Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala


No me gusta nada esta parada con ese hombre que se ha unido a nosotros... -rezonga Pedro, que está con Jesús en un tupido huerto con árboles frutales.

Debe ser ya la tarde del sábado, porque el sol está todavía alto, siendo así que llegaron al pueblo con el crepúsculo.

-Después de las oraciones nos marchamos. Es sábado. No se podía andar. Y nos ha sentado bien este descanso. No haremos ya ningún alto hasta el próximo sábado.
-Pero Tú has descansado poco. ¡Todos esos enfermos!...

-Muchos que ahora alaban al Señor. Para ahorraros mucho camino me habría quedado aquí dos días, para dar tiempo a los curados a llevar la noticia al otro lado del confín. Pero no habéis querido.

-¡No! ¡No! Quisiera estar lejos ya. Y... no te fíes demasiado, Maestro. ¡Tú hablas! ¡Tú hablas! Pero ¿sabes que todas tus palabras en ciertas bocas se transforman en veneno para ti? ¿Por qué nos lo han mandado?
-Lo sabes.
-Sí. Pero ¿por qué se ha quedado?

-No es el primero que se queda después de acercarse a mí.
Pedro menea la cabeza. No está convencido. Y masculla:
-¡Un espía!... ¡Un espía!...

-No juzgues, Simón. Podrías arrepentirte un día de tu juicio actual...

-No juzgo. Tengo miedo. Por ti. Y esto es amor. Y el Altísimo no me puede castigar por amarte.

-No digo que te arrepentirías de esto, sino de haber pensado mal de tu hermano.

-Él es hermano de los que te odian. Por tanto, no es mi hermano.

La lógica, humanamente, es justa, pero Jesús observa:
-Es discípulo de Gamaliel. Gamaliel no está contra mí.
-Pero tampoco está contigo.

-Quien no está en contra está conmigo, aunque no lo parezca. No se puede pretender que un Gamaliel, el mayor doctor que tiene Israel hoy, un pozo de saber rabínico, una verdadera mina en la que están todas las... sustancias de la ciencia rabínica, pueda diligentemente repudiar todo por optar... por mí. Simón, también a vosotros os es difícil optar por mí dejando todo el pasado...

-¡Pero nosotros hemos optado por ti!
-No. ¿Sabes lo que es optar por mí? No es quererme y seguirme solamente. Estas cosas son, en mucho, mérito del Hombre que soy y que atrae vuestras simpatías. Optar por mí es optar por mi doctrina, que es igual que la antigua en la Ley divina, pero que es completamente distinta de esa ley, de esa aglutinación de leyes humanas que han venido acumulándose durante los siglos, formando todo un código y un formulario que de divino no tiene nada.

Vosotros, todos los humildes de Israel, y también algún grande muy justo, os quejáis, y criticáis las sutilezas formalistas de los escribas y fariseos, sus intransigencias y dureza... pero vosotros tampoco estáis de ello inmunes. No es culpa vuestra.

Durante siglos y siglos, habéis -vosotros hebreos­ asimilado lentamente las... emanaciones humanas de los manipuladores de la pura y sobrehumana Ley de Dios. Ya sabes, cuando uno sigue durante años y años viviendo de una determinada manera distinta de la propia de su país, por vivir en un país extranjero, y viven en él sus hijos y los hijos de sus hijos, sucede que su descendencia acaba por ser como la del lugar en que se halla.

Se aclimata tanto, que pierde incluso el aspecto físico de su nación, además de las costumbres morales; y, por desgracia, tanto, que pierde la religión de sus padres... Pero... ahí están los otros. Vamos a la sinagoga...

-¿Hablas Tú?

-No. Soy un simple fiel. He hablado con los milagros esta mañana...

-Con tal de que no haya sido perjudicial...
Pedro está realmente descontento y preocupado, pero sigue al Maestro, que se ha reunido con los otros apóstoles. Por el camino, dan alcance a Jesús el hombre de Yiscala y otros, quizás del pueblo.

En la sinagoga el arquisinagogo, con deferencia, se dirige a Jesús diciendo: -¿Quieres explicar, Rabí, la Ley?
Pero Jesús lo rehúsa, y, como un simple fiel, sigue todas las ceremonias. Besa, como los demás, el rollo que alarga el vicearquisinagogo (digo esta palabra porque no sé cómo se llama este ayudante del arquisinagogo). Escucha la explicación del punto elegido por el arquisinagogo. De todas formas, aunque no hable, su aspecto ciertamente es ya predicación por el modo en que ora... Muchos lo miran.

El discípulo de Gamaliel no lo pierde de vista ni un minuto. Y los apóstoles, recelosos como están, no pierden de vista al discípulo.

Jesús ni siquiera se vuelve cuando, en una puerta de la sinagoga, se produce un murmullo que hace que muchos se distraigan. Pero el rito termina y la gente sale a la plaza donde está la sinagoga. Jesús, a pesar de que estaba más hacia el fondo que hacia la cabeza de la sinagoga, es uno de los últimos en salir, y se dirige hacia la casa para tomar el morral y ponerse en camino.

Muchos del lugar lo siguen; entre ellos, el discípulo de Gamaliel al cual, en un momento dado, lo llaman tres que están contra la pared de una casa. Habla con ellos y con ellos se abre paso hacia Jesús.

-Maestro, éstos quieren decirte algo -dice, llamando la atención de Jesús, que estaba hablando con Pedro y con su primo Judas.

-¡Escribas! ¡Ya lo había dicho yo! -exclama Pedro ya agitado.

Jesús saluda con una reverencia a los tres que lo saludan, y pregunta:
-¿Qué queréis?
Habla el más viejo:

-No has venido. Venimos nosotros. Y para que nadie piense que hemos pecado en el sábado, decimos a todos que hemos dividido el camino en tres tiempos. El primero hasta que la última luz del ocaso ha tenido vida. El segundo, de seis estadios mientras la Luna iluminaba los senderos. El tercero termina ahora y no ha superado la medida legal.

Esto por nuestras almas y las vuestras. Pero para nuestro intelecto te pedimos sabiduría. ¿Estás al corriente de lo que ha sucedido en la ciudad de Yiscala?
-Vengo de Cafarnaúm. Nada sé.

-Escucha. Un hombre, que se había ausentado de su casa por prolongados negocios, al regresar, supo que en su ausencia su mujer lo había traicionado, hasta el punto de dar a luz a un hijo que no podía ser de su marido, porque él había estado fuera de casa catorce meses. El hombre mató ocultamente a su mujer.

Pero, denunciado por uno que lo supo por la sierva, según la ley de Israel (Éxodo 2l, l2-l4; Levítico 20, l0; 24, l7 Números 35, l6-34; Deuteronomio l9, ll-l3; 22, 22) ha sido ejecutado. El amante, que según la Ley debería ser lapidado, se ha refugiado en Quedes, y, sin duda, tratará de ir desde allí a otros lugares.

El hijo ilegítimo -el marido quería tenerlo también para matarlo-no fue entregado por la mujer que lo amamantaba, que ha ido a Quedes para conmover al verdadero padre del lactante para que se ocupe de su hijo, porque el marido de la nodriza se niega a tenerlo en casa.

Pero el hombre la ha rechazado, junto con su hijo, diciendo que éste significaría un obstáculo para su fuga. ¿Según Tú, cómo juzgas el hecho?

-No veo que sea ya susceptible de juicio. Todo juicio, justo o injusto, ha sido ya dado.

-¿Cuál, según Tú, ha sido el juicio justo y cuál el injusto? Surgió divergencia entre nosotros acerca de la muerte del homicida.

Jesús los mira a uno tras otro de hito en hito. Luego dice:

-Voy a hablar. Pero antes responded a mis preguntas, sea cual fuere su peso. Y sed sinceros. ¿El hombre homicida de su esposa era del lugar?

-No. Se había establecido allí desde su matrimonio con la mujer, que era del lugar.

-¿El adúltero era del lugar?
-Sí.

-¿Cómo el hombre traicionado supo que lo había sido? ¿Era pública la culpa?

-No, ciertamente. Y no se comprende cómo pudo saberlo el hombre. La mujer se había ausentado unos meses antes, diciendo que para no estar sola iba a Tolemaida donde unos parientes suyos, y volvió diciendo que había tomado consigo al hijito de una pariente que había muerto.

-¿Cuando estaba en Yiscala, su conducta era desvergonzada?
-No. Es más, a todos nos sorprendió el que Marcos estuviera en relaciones con ella.

-Mi pariente no es un pecador. Es un acusado inocente -dice uno de los tres, que no ha hablado todavía.

-¿Era pariente tuyo? ¿Quién eres? -pregunta Jesús.
-El primero de los Ancianos de Yiscala. Por esto he querido la muerte del homicida, porque no sólo mató, sino que mató a persona inocente -y dirige una mirada torva al tercero, que tiene unos cuarenta años y que, rebatiendo, dice:

-La Ley impone la muerte del homicida.

-Tú querías la muerte de la mujer y del adúltero.
-Así es la ley.

-Si no hubiera habido ningún otro motivo, ninguno habría hablado.

Se enciende la disputa entre los dos antagonistas, que
casi se olvidan de Jesús. Pero el que ha hablado el primero, el más mayor, impone silencio, diciendo con imparcialidad:

-No se puede negar que el homicidio haya sido consumado, como tampoco se puede negar que haya habido culpa. La mujer la confesó a su marido. Pero dejemos hablar al Maestro.

-Yo digo: ¿cómo lo supo el marido? No me habéis respondido.

El que defiende a la mujer dice:

-Porque alguien habló en cuanto el marido regresó.
-Y entonces Yo digo que ése no tenía el corazón puro -dice Jesús, bajando los párpados para celar su mirada y que ésta no acuse.

Pero el de cuarenta años, que quería la muerte de la mujer y del adúltero, salta: -Yo no tenía ninguna hambre de ella.

-¡Ah! ¡Ahora está claro! ¡Fuiste tú el que habló! ¡Lo sospechaba, pero ahora te has traicionado! ¡Asesino!
-Y tú, favorecedor del adúltero. Si no le hubieras avisado, no se nos habría escapado. ¡Pero es tu pariente!

¡Así se hace la justicia en Israel! Por eso defiendes también la memoria de la mujer: para defender a tu pariente. De ella sola no te preocuparías.

-¿Y tú, entonces?, ¿tú, que has lanzado al hombre contra la mujer para vengarte de sus negativas?

-¿Y tú, que has sido el único que ha testificado contra el hombre? ¿Tú que pagabas a una criada en aquella casa para que te ayudara? No es válido el testimonio único. Lo dice la Ley.

¡Un jaleo de mercado! Jesús y el añoso anciano tratan de calmar a los dos, que representan dos intereses y dos corrientes opuestas y que revelan un odio incurable entre dos familias. Lo logran a duras penas.

Ahora habla Jesús, sereno, solemne; y lo primero que hace es defenderse de la acusación salida de los labios de uno de los contendientes: -Tú que proteges a las prostitutas...

-Yo no sólo digo que el adulterio consumado es delito contra Dios y contra el prójimo, sino que digo: aquel que tiene deseos impuros hacia la mujer de otro es adúltero en su corazón y comete pecado ¡Ay si cada hombre que ha deseado a la mujer de otros hubiera de ser muerto! Los lapidadores deberían tener siempre las piedras en la mano.

Pero, aunque el pecado, muchas veces, quede impune por parte de los hombres en la Tierra, será expiado en la otra vida, porque el Altísimo ha dicho: "No fornicarás y no desearás a la mujer de otros", y a la palabra de Dios hay que prestarle obediencia. Pero también digo: "¡Ay de aquel por quien se comete un escándalo!, y ¡ay del delator de su prójimo!".

Aquí todos han faltado. El marido. ¿Tenía realmente necesidad de abandonar a su esposa durante tanto tiempo?

¿La había tratado siempre con ese amor que conquista el corazón de la compañera? ¿Se examinó a sí mismo para ver si, antes que él por parte de la mujer, no había sido ofendida por él la mujer? La ley del talión dice: "Ojo por ojo, diente por diente". Pero, si lo dice para exigir reparación, ¿debe ésta provenir de uno sólo? No defiendo a la adúltera, pero digo: "¡Cuántas veces habría podido acusar ella de este pecado a su consorte?".

La gente susurra:

-¡Es verdad! ¡Es verdad! -y asienten también el viejo de Yiscala y el discípulo de Gamaliel.

Jesús prosigue:

-...Yo digo: ¿cómo no ha temido a Dios el que por venganza ha causado tanta tragedia? ¿La habría querido en el seno de su familia? Yo digo: ¡el hombre que ha huido y que, después de gozar y destruir, repudia ahora al inocente, cree que, huyendo, se salvará del Vengador eterno? Esto es lo que digo Yo. Y digo todavía otras cosas. La Ley exigía la lapidación de los adúlteros y la ejecución del homicida.

Pero llegará un día en que la Ley, necesaria para poner freno a la violencia y la lujuria de los hombres no fortalecidos por la Gracia del Señor, será modificada, y, si bien quedarán los mandamientos: "No matar y no cometer adulterio", las sanciones contra estos pecados serán transferidos a una justicia más alta que la del odio y la sangre.

Una justicia respecto a la cual la siempre falaz e inmeritoria justicia de los jueces humanos -todos, y quizás varias veces, adúlteros, si es que no han sido también homicidas-será menos que nada. Hablo de la justicia de Dios, que pedirá explicación a los hombres incluso de los deseos impuros, de los cuales nacen las venganzas, las delaciones, los homicidios; y, sobre todo, pedirá explicación de por qué se niega a los culpables las horas para redimirse, y por qué a los inocentes se les impone cargar con el peso de las culpas ajenas.

Aquí todos culpables. Todos. Y también los jueces impulsados por opuestos movimientos de venganza personal.

Uno sólo es inocente. A él va mi piedad. Yo no puedo volver atrás. Pero, ¿quién de vosotros será caritativo con el pequeñuelo, y conmigo que sufro por él?

Jesús mira a la multitud con ojos de triste súplica.
Muchos dicen:

-¿Qué quieres? Pero recuerda que es un hijo ilegítimo.
-En Cafarnaúm hay una mujer de nombre Sara. Es de Afeq.

Una discípula mía. Llevadle el niño y decidle: “Jesús de Nazaret te lo confía". Cuando el Mesías que esperáis funde su Reino y ponga sus leyes -que no anulan la Palabra del Sinaí, sino que  dan cumplimiento a ésta con la caridad-, los hijos ilegítimos ya no estarán sin madre, porque Yo seré el Padre de los que no tienen padre y diré a mis fieles:

“Amad a éstos por amor a mí". Y cambiarán otras cosas, porque la violencia será sustituida con el amor.

Creíais, quizás, que ante vuestras preguntas Yo iba a negar la Ley; y por esto me habéis buscado. Decíos a vosotros mismos y a quien os ha enviado que he venido a perfeccionar la Ley y nunca a negarla. Decíos a vosotros y a los otros que Aquel que predica el Reino de Dios, ciertamente, no puede enseñar aquello que en el Reino de Dios sería horror y no podría, por tanto,  tener en él cabida.

Decidles también -,y decíos- que recuerden lo que dice el Deuteronomio (18, 15-19): "El Señor tu Dios suscitará para ti, de tu nación, de entre tus hermanos, un profeta.

Escúchalo. Eso pediste al Señor tu Dios en el Horeb; dijiste:

“No vuelva yo a oír la voz del Señor mi Dios, no vuelva a ver este grandísimo fuego, y no muera”. Y el Señor me dijo: “Está bien lo que han dicho; suscitaré para ellos, de en medio de sus hermanos un profeta semejante a ti; pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que Yo le mande. Y si alguno no quisiere escuchar las palabras que en mi nombre dirá, tomaré cuentas de ello". 

Dios os ha mandado a su Verbo para que hablara sin que su voz os causara la muerte. Muchas cosas había dicho ya Dios al hombre, ya más de las que el hombre mereciera oír de Dios. Mucho, con la Ley del Sinaí y con los Profetas.

Pero todavía muchas cosas debían decirse, y Dios lo ha guardado para su profeta del tiempo de Gracia, para el que había sido prometido a su pueblo, en quien mora la Palabra de Dios y en el cual se cumplirá el perdón. Fundador del Reino de Dios, codificará la Ley con los nuevos preceptos de amor, porque el tiempo del amor ha llegado.

Y no pedirá venganza al Altísimo contra quien no lo escuche; solamente, que el fuego de Dios deshaga el granito de los corazones y la Palabra de Dios pueda penetrar en ellos y fundar en ellos el Reino, que es Reino del espíritu, como espiritual es su Rey. Al que -quienquiera que sea-ame al Hijo del hombre, el Hijo del hombre le dará Camino, Verdad, Vida: para ir a Dios, para conocerlo y para vivir la Vida eterna.

En aquel -quienquiera que sea-que acepte mi palabra surgirán fuentes de luz, por lo cual conocerá el sentido oculto de las palabras de la Ley y verá que las prohibiciones no son amenazas sino invitaciones de Dios, que quiere que los hombres sean bienaventurados, no réprobos; benditos, no malditos.

Una vez más, de una cosa ya resuelta, como no la habría resuelto la santidad, habéis hecho un instrumento inquisidor para sorprenderme en pecado. Pero Yo sé que no peco.

Y no temo al decir mi pensamiento, que es éste: el hombre homicida ha sufrido, con el deshonor primero y con la muerte después, las consecuencias de haber hecho de la ganancia la meta de su vida.

La mujer ha sufrido las consecuencias de su pecado con la muerte, y -os asombrará, pero es así-y su confesión, intentando mover a piedad a su marido hacía el inocente, ha disminuido su culpa ante Dios. Los demás -tú y tú y el que ha huido sin piedad ni siquiera hacia su pequeñuelo-tenéis mayor culpa que los dos primeros. ¿Murmuráis?

Vosotros no habéis sufrido con la muerte las consecuencias, y en vosotros no estaban los atenuantes del marido traicionado ni están los atenuantes de la mujer: estar desatendida y haber confesado. Y todos tenéis un pecado, todos menos la nodriza del inocente.

El pecado de rechazar a este inocente como a un mal vergonzoso. Habéis sabido matar al homicida. Habríais sabido matar también a los adúlteros. Habéis sabido hacer lo que constituye justicia severa y lo habríais sabido hacer.

Pero ni siquiera uno ha sabido, ni sabe, abrir los brazos a la piedad hacia el inocente. De todas formas, vuestra responsabilidad no es completa. No sabéis... Nunca sabéis exactamente lo que hacéis y lo que se debería hacer. Y en esto está vuestro atenuante.

Cuando este discípulo de Gamaliel ha venido a mí, me ha dicho: "Ven. Quieren hacerte unas preguntas sobre un hecho que todavía tiene repercusiones". Las consecuencias son el inocente. Bueno, ¿y ahora que sabéis lo que pienso, cambiaréis vuestro juicio donde todavía puede cambiarse? A éste le he dicho:

"Yo no juzgo. Yo perdono". Gamaliel dijo: "Solamente Jesús de Nazaret juzgaría con justicia aquí". Ya, como le he dicho a éste, habría aconsejado a todos -digo a todos-prorrogar la sentencia hasta después de un atento examen y hasta que se hubieran calmado las pasiones.

Muchas cosas hubieran podido cambiarse sin agraviar a la Ley: La cosa ya está consumada. Y que Dios perdone a quien se haya arrepentido o se vaya a arrepentir de ello. No tengo más que decir. Bueno, todavía una cosa: que Dios os perdone una vez más el haber tentado al Hijo del hombre.

-¡Yo no, Maestro! ¡Yo no! Yo... amo al rabí Gamaliel como un discípulo debe amar a su maestro: más que a un padre.

Más, porque un rabí forma el intelecto, que es más grande que la carne. Y... no puedo dejar a mi rabí por ti. Pero para despedirme de ti no encuentro sino las palabras del cántico de Judit (l6, l-l7). Florecen en el fondo de mi corazón, porque he percibido justicia y sabiduría en todas tus palabras. Adonai, Señor, grande y magnífico es tu señorío. Nadie puede superarte. Nadie puede oponer resistencia a tu voz.

¡Los que te temen estarán en tu presencia en todo!"... Señor, yo bajaré a Cafarnaúm, donde la mujer que has mencionado. Y Tú ora por mí, porque mi granito se disuelva y penetre la Palabra que funda el Reino de Dios en nosotros... Ahora entiendo. Nosotros nos engañamos. Y nosotros, discípulos, somos los menos culpables...

-¿Qué dices, necio? -interviene violentamente el Anciano de Yiscala volviéndose hacia el discípulo de Gamaliel.
-¿Que qué digo? Digo que tiene razón mi maestro. Y quien tienta a Este para el reino temporal es un satanás, porque Éste es un verdadero Profeta del Altísimo y la Sabiduría habla por sus labios. Dime, Maestro, ¿qué tengo que hacer?
-Meditar.
-Pero...

-Meditar. Eres un fruto no maduro. Y debes ser injertado. Oraré por ti. Venid vosotros...

Y, con los apóstoles cargados con los fardos, se echa a andar, dejando tras sí los comentarios.

   


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