Thursday November 07,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

396- En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora de curaciones


Veo un lugar de montaña. No sé dónde está.

(No sé dónde está. La presente visión, en efecto, es anterior a las de los capítulos 76 y 212, relativas a las precedentes visitas de Jesús a Yuttá)


Hay una angostura formada por montes que entran y salen con sus ramales en un valle por cuyo lecho corre un riachuelo torrentoso lleno de saltos y espumas. Es estrecho, pero, como todos los cursos de agua montanos es rápido, todo un sonar de cascaditas. Va en dirección sur respecto a mí. Hay otros montes más lejanos, tras otra ladera de pendiente muy pronunciada, tras otro valle.  

Comprendo que estoy en un grupo de montes, no excesivamente altos, pero ya montes, no colinas. Como son nuestros Apeninos en muchos lugares, como, por ejemplo, en el valle de la Magra o hacia Porretta. La vegetación es más adecuada para el pastoreo que para cultivos.

Veo prados verdes que descienden o suben, arriba y abajo, por las escarpas, que, en esta hora que me parece aviarse ya al ocaso, parecen teñirse, en las partes más bajas, de un violeta añil. La estación del año debe ser un comienzo de verano, porque la hierba está hermosa (ya alta, pero todavía no agostada).

Veo, desde el lugar en que me encuentro, un camino de herradura que sube hacia un pueblo y entra por entre sus casas. Un típico camino de montaña, pedregoso y con continuos desniveles. Sube de sur a norte (siempre respecto a mí), de forma que lo veo entrar en esa dirección en el pueblo y correr al encuentro del arroyo, que va en la dirección contraria, pero no por el pueblo sino abajo, por el valle.

Hay también otro caminito, que desde el valle trepa hacia lo alto de este espolón donde se anida el pueblo. Un caminito que es más un sendero que un camino, y que sigue exactamente la cresta del monte; por debajo de este sendero, la montaña desciende en pronunciado declive con pastos verdes que llegan hasta el torrentillo espumeante, allende el cual hay más pastos que acometen otros montes agrupados al este.

Por el sendero sube Jesús junto con los discípulos. No todos. Veo a Pedro y a Andrés, a Juan y a Judas Iscariote.

No veo a los otros. -Jesús está vestido de blanco, y envuelto en un manto azul oscuro, más azul marino que azul. Va con la cabeza descubierta y sube ágilmente, solo. Detrás, en grupo, los cuatro apóstoles, hablando entre sí. Jesús los precede unos metros y no habla. Piensa. Mira en torno a sí, pero no habla nunca.

En un cierto lugar, el caminito bordea un murete de piedra seca que delimita -al menos me lo parece -una propiedad, como para impedir que la tierra de ésta se deslice hacia el valle. Jesús entra en esta propiedad, de pastos muy bien cuidados, en los cuales hay, diseminados, manzanos, nogales e higueras, árboles todos ellos cuidados con esmero y ya llenos de frutos.

Jesús se detiene un instante justo en el punto donde el espolón del monte forma como un triángulo puntiagudo, semejante al tajamar de un barco. Se apoya en el murete y mira hacia abajo, hacia arriba, alrededor. Espera a los apóstoles, que suben, especialmente Pedro, más bien lentos. Luego, una vez juntos, les dice unas palabras que no capto. Lo veo inclinarse ligeramente para hablar, porque es mucho más alto que ellos. No comprendo las palabras, pero intuyo su significado, porque veo a Judas Iscariote dirigirse a buen paso hacia una casa que se alza al final del murete.

Es una casa muy distinta de la de Caná. Ésta no tiene terraza en el tejado, sino que está coronada por una especie de cúpula de doble curvatura, quizás para impedir que las nieves invernales se depositen en el tejado, porque, dada la zona, el invierno debe ser, sin duda, nevoso, o por lo menos muy lluvioso. En vez de la terraza que falta, tiene un ala que sobresale por un lado, ala en la que termina la escalera, externa pero protegida como por un techo saliente.

Esta ala tiene: en el bajo, un pórtico; encima, una galería cubierta. La casa es toda blanca y destaca contra el verde que la rodea. Tiene en la parte de delante una explanada herbosa, con un pozo en el centro, rodeado de árboles frutales plantados ya con la intención de hacer un jardín, porque hay florecillas sembradas alrededor de ellos formando parterres circulares. Me da la impresión de que es casa de personas acomodadas y más finas que las de la casa de Caná.

El camino de herradura pasa por el frente de la casa, de forma que se puede acceder a ésta tanto por el atajo como por este camino. El seto de espinos no es una barrera infranqueable, y mucho más si se considera que las dos toscas cancillas que en él se abren están sólo un poco entornadas.

Judas entra libremente en la casa, como si conociera muy bien a sus habitantes. Y sale enseguida una lozana mamá rodeada por tres niños y con el más pequeño en brazos. Se dirige sonriendo hacia Jesús, que entretanto se ha acercado hasta el pozo.

Observo que esta mujer es muy morena y de formas hermosas y agraciadas. Tiene unos treinta años. Lleva el pelo, negrísimo y más bien rizado, recogido en dos trenzas que rodean su cabeza. También los ojos son negros y grandes.

La nariz, aguileña; su boca, con labios más bien gruesos y muy rojos. Es alta, y bien modelada. Observo también que va vestida de forma distinta de como visten María y las otras mujeres vistas en Caná. Lleva también ésta una larga túnica de un azul casi blanco; pero está toda envuelta en una especie de chal azul oscuro, ceñido, que resalta sus formas y que pasa por debajo de las axilas, por las dos partes, y un extremo, el superior, va luego por detrás del hombro izquierdo, sube hasta velar la cabeza, para caer luego su punta franjeada sobre la frente. El conjunto de todo me hace pensar que no es galilea, porque los caracteres somáticos y el vestido son distintos de los observados en las mujeres galileas.

E1 pequeñuelo que está en brazos de la mujer, morenito como ella, tendrá dos años como mucho. Es un niño lindo, vestido con una especie de camisita de lana blanca. Los otros niños son: una niñita de aproximadamente seis años, de pelo muy rizado rubio castaño, vestida de color rosa pálido; y dos chiquillos, más pequeños, que llevan también dos tuniquitas de lana color azul claro, como su mamá. Deben conocer muy bien a Jesús, porque se arremolinan risueños alrededor de Él.

La joven mamá lo saluda:

-Entra, Maestro, que mi casa es tuya y sonríe.
Jesús le responde:

-El Señor te recompense -y luego alarga el brazo derecho -el izquierdo lo tiene doblado, en el pecho, y tiene recogido con la mano un extremo del manto -para acariciar al pequeñín. Veo la bonita mano de mi Jesús acariciando la frente del pequeñuelo, que se pone mimoso y esconde su cabecita, riendo, contra el cuello de su mamá, y desde ese nido mira a Jesús y ríe, ríe para invitarle a repetir la caricia.

Cerca del pozo, bajo un manzano, cargado de fruta que ya empieza a madurar, hay un banco de piedra, un lugar para sentarse. Jesús se sienta allí, mientras la mujer entra en casa y vuelve con un ánfora. Jesús le dice que le deje el niñito, y lo sienta en sus piernas mientras la mujer saca el agua y luego vuelve con una copa colmada de agua y otra de leche, y se las da a Jesús, y elige para Él manzanas maduras (entre otras agrias), y se las ofrece también, disponiendo todo en una bandeja colocada encima del banco, al lado de Jesús. Se comprende que ya otras veces lo ha hecho así. Sabe lo que le gusta a Jesús.  

Los apóstoles han seguido a Judas y también beben bajo el pórtico.

Jesús bebe primero el agua; sigue teniendo al pequeñuelo en sus piernas, y ríe, porque el niño le coge el pelo y la barba. Los otros tres están alrededor de Jesús. Jesús coge las manzanas y da, una a una, a los tres más grandes y, por último, toma Él también una y se la come. A1 pequeño, sin embargo, le da de beber de la leche que hay en la copa y luego bebe Él también. Jesús está contento. Ríe como nunca lo he visto reír.

La niña se echa contra sus rodillas y, confidentemente, le pone la cabecita encima de las piernas. Jesús le acaricia los rizos. Los dos chiquitos, que se habían alejado corriendo, vuelven: uno con una palomita contra su pecho; el otro arrastrando, cogido de una oreja, a un corderito de pocos días, que bala desesperadamente. Muestran a Jesús sus tesoros.

Jesús se interesa, pero, apiadado de la condición de los dos pobres animales, dice que le den la palomita y, después de admirarla, la deja volar a su nido, y sube al corderito al banco y lo acaricia y lo tiene custodiado hasta que la mamá de los niños vuelve y lo lleva de nuevo a su sitio.

La niña, no teniendo otra cosa, se agacha, hace un ramito de flores y se lo da a Jesús.

El Maestro es maestro también con estos pequeñuelos, y habla de las flores a los más grandes, mientras sigue teniendo en brazos al más pequeño, de las flores «hechas tan bonitas por el Padre celestial, desde las más grandes a las más pequeñas; las flores, que son a los ojos de Dios bonitas como los niños cuando son buenos. Y para ser buenos hay que ser como las flores que no hacen el mal a nadie, sino que, al contrario, dan perfume y alegría a todos y hacen siempre la voluntad del Señor naciendo donde Él quiere, floreciendo cuando Él quiere, dejándose arrancar si le place a Él.

Habla de las palomas «tan fieles a su nido y tan limpias, que no se posan nunca encima de las cosas feas, y que recuerdan siempre su casa, y amadas por Dios porque son fieles y puras. También los hijos de Dios deben ser así: como tortolitas que aman la casa del Señor y en ella hacen su nido de amor y que, para ser dignos de ella, saben conservarse puros».

Habla de los corderitos «tan mansos, tan pacientes, tan resignados, que dan lana y leche y carne y se dejan inmolar para bien nuestro, dándonos un gran ejemplo de amor y mansedumbre; los corderitos, tan amados de Dios, que Dios llamará "Cordero" a su Hijo. El buen Dios ama, como a hijos predilectos, a aquellos que saben conservar su alma de cordero hasta la muerte».

Mientras Jesús habla, otros niños entran en el recinto y se arremolinan a su alrededor. Y no sólo niños. También hay adultos escuchando. Hay otras mamás, que ofrecen a los más pequeños y a algunos que están enfermos a Jesús para que los acaricie, los suba un momento a sus piernas. Los más grandecitos se las arreglan solos.

Jesús está rodeado de una nidada de niños. Tiene niños delante, a los lados, detrás, entre las piernas. No puede moverse. Pero ríe en medio de esta barrera agitada y también un poco reñidora. Todos querrían el primer puesto y los amitos de casa no tienen intención de cederlo, cosa que da la manera a Jesús de ser maestro una vez más:
-No hay que ser egoístas ni siquiera en el bien. Sé que me queréis, y me alegro por ello. Yo también os quiero, pero os querré más si ahora dejáis a los otros venir a mí. Un poco para cada uno. Como buenos hermanos. Sois todos hermanos e iguales ante los ojos de Dios y ante los ojos míos. Todos iguales. Es más, los que son obedientes y amorosos para con sus compañeros son los más amados por mí y por Dios.

El enjambre, para mostrar que... es obediente y amoroso, se aleja de golpe. Son todos buenos (¡). Jesús ríe.
Pero luego vuelve otra vez el enjambre inocente; vuelve a despecho de las mamás, que no querrían tanta extralimitación impertinente, y a despecho, sobre todo, de los discípulos. Judas Iscariote es el más intransigente, Juan el menos (se ha sentado en la hierba y ríe él también, rodeado de niños). Pero Judas pone ojos amenazadores y gruñe. También Pedro se queja.

Pero los niños, apiñados en torno a Jesús, no hacen caso. Miran desafiantes a los rezongadores y sólo el respeto a Jesús los contiene de hacer alguna mueca contra los dos. Se sienten protegidos por Jesús, que ha abierto los brazos y ha arrimado hacia sí a la mayor cantidad de niños que ha podido: un ramo de flores vivas.

Hay algunos niños que enseñan a Jesús unos juguetes... rotos. Y Jesús, con un trocito de rama, pone de nuevo el eje a las ruedas de un carrito, y arregla (con una cuerdecita y el refuerzo de un palo) la pierna a un caballito de madera que le enseña un niño morenito. Hay unos pastorcitos que, dejado un momento el rebaño en el camino -ya cae la tarde -, se acercan a Jesús, que los acaricia y bendice. Uno le trae una corderita herida, y Jesús, que no quiere que el patrón regañe a su pequeño amigo, detiene la sangre de la corderita y la devuelve.
Entra una mamá y se abre paso. Lleva en brazos a un niño céreo, enfermo. Está muy enfermo. Totalmente sin fuerzas sobre el pecho de su madre. Jesús, que ya ha tocado a otros niños enfermizos que le habían presentado las madres, abre los brazos y toma en sus piernas al casi muertecito. La madre implora llorando.

Jesús la escucha y la mira. Luego mira a la pobre criaturita flaca y pálida. La acaricia y la besa, y la acuna un poco porque llora. El niño, o niña -no distingo lo que es, porque tiene el pelito largo hasta las orejas -abre los ojos y mira a Jesús con una triste sonrisa. Jesús le habla en voz baja. No entiendo lo que dice, porque lo dice susurrando. El enfermito sonríe otra vez.
Jesús se lo devuelve a su mamá, que está llorando, y la mira fijamente con sus ojos dominadores:

-Mujer, ten fe. Mañana por la mañana, tu niño jugará junto con éstos. Ve en paz.
Y traza una señal de bendición en la carita de cera.
Y aquí tengo la impresión de acercarme a mi Jesús y decirle:

-Maestro, ¿qué hay en tu mano, que toda se arregla o se cura, o cambia de aspecto, cuando uno la toca?
Una pregunta muy tonta, verdaderamente. Pero a ella mi Jesús responde con divina bondad:
-Nada, hija, aparte del fluido de mi inmenso amor. Mira mi mano, obsérvala.

Y me ofrece la derecha.

La tomo con veneración, con la punta de los dedos, por la punta de los dedos. No me atrevo a más, mientras el corazón me late muy fuerte. No he tocado nunca a Jesús. El me ha tocado, pero yo no me había atrevido nunca. Ahora lo toco. Siento el leve calor de sus dedos. Siento su epidermis lisa, las uñas muy largas (no salientes, sino largas de forma en la última falange). Veo los largos dedos delgados, la palma marcadamente cóncava; noto que el metacarpo es mucho más corto que los dedos; observo, en donde empieza la muñeca, el recamo de las venas.  

Jesús me deja su mano benignamente. Ahora se ha puesto de pie y yo estoy de rodillas. Por eso no veo su cara, pero siento que sonríe, porque su voz porta la sonrisa:
-Como puedes ver, alma amada, no hay nada. Mis años de trabajo me han proporcionado la habilidad de arreglar los juguetes de los niños, y uso esta habilidad mía porque sirve también para atraer hacia mí a las criaturas que prefiero: los niños. Mi humanidad, que se acuerda de haber sido obrera, obra en esto. Mi divinidad obra en esto otro de curar a los niños enfermos, de la misma forma que curo los juguetes enfermos y los corderitos.

No tengo nada aparte de mi amor y mi poder de Dios. Y no lo derramo sobre nadie con tanta alegría como sobre estos inocentes que os doy como modelo para entrar en el reino de los Cielos. En su compañía, Yo descanso. Son sencillos y francos. Y Yo, que soy el Traicionado, y siento horror de quien traiciona, hallo paz junto a estos que no saben traicionar; y Yo, que seré Aquel de quien tantos desconfiarán, hallo alegría junto a estos que no saben desconfiar.

Y Yo, que seré abandonado por quienes, con reflexión de adulto, piensen en ponerse a salvo en horas de borrasca, hallo consuelo junto a estos que creen en mí sin pensar si su fe puede acarrearles un bien o un mal; creen porque me aman. Sé tú también una niña. Como una de éstas, y tuyo será el reino de los Cielos, que se abre con el empuje impaciente de Jesús, que arde en deseos de tener a su lado a aquellos a quienes más ha amado porque lo han amado más. Puedes ir en paz ahora. Te acaricio como a uno de estos pequeñuelos para hacerte feliz. Ve en paz.

La visión ha venido mientras, con el sinsabor de una respuesta desconsiderada -que no es la primera de hoy -lloraba desconsolada y desolada y llena de nostalgia y sinsabor por las cosas que constato del corazón de otros.

La visión me ha tranquilizado desde que empezó, y luego me ha dado alegría. Y, cuando luego he podido experimentar la alegría de sentir los dedos de Jesús, he sentido la dulzura del éxtasis sobrepujando todas las amarguras.

Miro mi mano, que escribe y conserva la sensación de haber tocado la mano de Jesús, y me parece santa como una cosa que ha tocado una reliquia. ¡Bendito sea mi Jesús!

   


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