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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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323- La visita a Antigonio
-Mi hijo Tolmái ha venido para los mercados. Hoy, a la sexta, regresa a Antigonio. El día está templado. ¿Queréis ir, según vuestro deseo? -pregunta el anciano Felipe mientras sirve a los huéspedes leche humeante.
-Iremos, seguro. ¿Cuándo has dicho?
-A la sexta. Podréis volver mañana, si queréis; o, si no, si preferís, en la víspera del sábado, al caer de la tarde, cuando vienen para las funciones del sábado todos los subalternos hebreos o los que han entrado en la fe.
-Lo haremos así. Y se podría incluso elegir ese lugar para que vivieran éstos.
-Será un placer en todo caso, aunque los pierda. Porque es un lugar salubre. Y podríais hacer mucho bien con los subalternos, algunos de los cuales son todavía los que dejó el amo. Otros provienen de la bondad de la bendita ama, que los rescató de amos crueles. Por eso no son todos israelitas. Pero ahora ya no son tampoco paganos. Hablo de las mujeres. Los hombres, todos, están circuncidados. No sintáis aversión... Pero están todavía muy lejos de la justicia de Israel. Los santos del Templo, que son perfectos, se escandalizarían de ellos...
-¡Ah, ya! ¡Ya! ¡Ya!... ¡Bueno, bien! Ahora podrán progresar aspirando sabiduría y bondad de los enviados del Señor... ¿Estáis oyendo cuántas cosas que hacer tenéis aquí? -termina Pedro, dirigiéndose a los dos.
-Lo haremos. No defraudaremos al Maestro -promete Síntica. Y sale para preparar lo que cree oportuno.
Juan de Endor pregunta a Felipe:
-¿Piensas que en Antigonio voy a poder hacer un poco de bien también a otros, enseñando como pedagogo?
-Mucho bien. El anciano Plauto ha muerto ya hace tres lunas y los niños de los gentiles no tienen escuela. En cuanto a los hebreos, no hay maestro, porque todos los nuestros huyen de ese lugar que está cerca de Dafne. Se necesita uno que sea... que sea... como era Teófilo... Sin rigideces para... para...
-Sí, en fin, sin fariseísmo, quieres decir -concluye Pedro expeditivo.
-Eso... sí... No quiero criticar... Pero pienso... Maldecir no sirve para nada. Mejor sería ayudar... Como hacía la ama, que con su sonrisa conducía a la Ley más y mejor que un rabí.
-¡Ahora comprendo por qué me ha enviado aquí el Maestro! Soy exactamente el hombre con los requisitos precisos...
¡Haré su voluntad! ¡Hasta el último respiro! Ahora creo, creo con firmeza que es exclusivamente una misión de predilección ésta mía. Voy a decírselo a Síntica. Vais a ver como nos quedamos allí... Voy, voy a decírselo -y sale, animado como hacía tiempo no lo estaba.
-¡Altísimo Señor, te doy las gracias y te bendigo! Sufrirá todavía, pero no como antes... ¡Ah, qué alivio! -exclama Pedro. Y luego siente el deber de explicar a Felipe un poco, de la forma que puede, el por qué de su alegría:
«Debes saber que los... "rígidos" de Israel -tú los llamas "rígidos" -persiguen a Juan.
-¡Ah, comprendo! Perseguido político como... como... -y mira al Zelote.
-Sí, como yo y más; por otros motivos también. Porque, además de por la casta distinta, los irrita por ser del Mesías. Por lo cual, dicho sea de una vez por todas, él y ella quedan confiados a tu fidelidad... ¿Comprendes?
-Comprendo. Y sabré cómo moverme.
-Ante los demás, ¿cómo los vas a llamar?
-Dos pedagogos recomendados por Lázaro de Teófilo, él para los niños, ella para las niñas. Veo que tiene bordados y telares... Gente extranjera hace y vende muchas labores femeninas en Antioquía. Pero son labores toscas y recargadas. Ayer he visto una labor suya que me ha recordado a la buena ama mía... Serán labores muy solicitadas...
-Una vez más, alabado sea el Señor -dice Pedro.
-Sí. Esto disminuye en nosotros el dolor de la ya próxima despedida.
-¿Ya os queréis marchar?
-Tenemos que marcharnos. La tormenta nos ha hecho perder tiempo. Para los primeros días de Sabat tenemos que estar con el Maestro. Nos está esperando, porque ya vamos con retraso explica Judas Tadeo.
Se separan y va cada uno a sus incumbencias: Felipe a donde lollama una mujer; los apóstoles al sol, en la azotea.
-Podríamos partir el día siguiente del sábado. ¿Qué os parece? -pregunta Santiago de Alfeo.
-¡Por mí!... ¡Fíjate tú! Todos los días me levanto con el tormentode Jesús solo, sin ropa, desatendido, y todas las noches me acuesto con el mismo tormento. De todas formas, hoy lo decidimos.
-Decidme. ¿Creéis que el Maestro sabía todo esto? Hace días que me pregunto cómo sabía que encontraríamos al cretense; cómo ha visto con anticipación el trabajo de Juan y Síntica; cómo, cómo... en definitiva, muchas cosas -dice Andrés.
-Verdaderamente creo que el cretense tiene épocas fijas de
estancia en Seleucia. Quizás Lázaro se lo dijo a Jesús, y Él, por ello, decidió la partida sin esperar a la Pascua... -explica el Zelote.
-¡Sí! ¡Eso! ¿Y Juan cómo va a celebrar la Pascua? -pregunta Santiago de Alfeo.
-Pues como todos los israelitas... -dice Mateo.
-No. Sería caer en la boca del lobo».
-¿Pero qué dices, hombre? Entre tanta gente, ¿quién lo va a descubrir?
-El Iscar... ¡Oh, ya hablé! No penséis en ello. Es un capricho de mi mente...
Pedro está colorado, afligido por haber hablado.
Judas de Alfeo le pone una mano en el hombro, sonriendo con su sonrisa grave, y dice:
-¡Bueno, hombre! Todos pensamos lo mismo... Pero mejor no decírselo a ninguno. Bendigamos, más bien, al Eterno, que ha desviado la mente de Juan de este pensamiento.
Todos, abstraídos, guardan silencio. Pero para ellos, verdaderos israelitas, es una preocupación el cómo va a poder celebrar la Pascua en Jerusalén el discípulo exiliado... y vuelven sobre el tema.
-Yo creo que Jesús proveerá. Quizás Juan lo sabe. Basta preguntárselo -dice Mateo.
-No lo hagáis. No creéis deseos y espinas donde apenas si se acaba de establecer la paz -suplica Juan apóstol.
-Sí. Es mejor preguntárselo al Maestro mismo -confirma Santiago de Alfeo.
-¿Cuándo lo veremos? ¿Qué pensáis vosotros? -pregunta Andrés.
-Si partimos el día siguiente del sábado, para el final de la luna estaremos seguro en Tolemaida... -dice Santiago de Zebedeo.
-Si encontramos nave... -observa Judas Tadeo.
Y su hermano añade:
-Y si no hay tempestad.
-Por lo que se refiere a la nave, siempre hay alguna que parte para. Y, pagando, haremos que se haga escala en Tolemaida aunque la nave vaya para Joppe. ¿Tienes todavía? -pregunta el Zelote a Pedro.
-Sí. Contando incluso con que me ha pelado bien ese ladrón del cretense, a pesar de todas sus declaraciones de querer favorecer a Lázaro. Pero tengo que pagar la permanencia de la barca y la de Antonio... Y no toco los denarios que me han dado para Juan y Síntica. Sagrados. Los dejo intactos, a costa incluso de no comer.
-Haces bien. Ese hombre está muy enfermo. Él cree que podrá ejercer la función de pedagogo. Yo creo que su única función será la de enfermo, pronto... -juzga el Zelote.
-Sí, también yo creo eso. Síntica, más que labores, tendrá que hacer ungüentos -confirma Santiago de Zebedeo.
-¿Ese ungüento, eh? ¡Qué prodigio! Síntica me ha dicho que quiere hacer más y usarlo para poder entrar en familias de aquí» dice Juan.
-¡Buena idea! Un enfermo que se cura es siempre un discípulo conquistado, y con él los suyos -proclama Mateo.
-¡Ah, no, eso no! -exclama Pedro.
-¿Cómo? ¿Quieres decir que el milagro no arrastra hacia el Señor? -le pregunta Andrés, y también dos o tres más.
-Sois unos niñitos! ¡Parece que acabáis de bajar del Cielo! ¿Pero no veis lo que le hacen a Jesús? ¿Se ha convertido Elí de Cafarnaúm? ¿Y Doras? ¿Y Oseas de Corazín? ¿Y Melquías de Betsaida? ¿Y -perdonad los de Nazaret -y toda Nazaret por los cinco, seis, diez milagros cumplidos, hasta el último, el de vuestro sobrino? -pregunta Pedro.
Ninguno replica, porque es la amarga verdad...
-No hemos encontrado todavía al soldado romano. Jesús ya lo había dado a entender... -dice Juan después de un poco.
-Se lo diremos a los que se quedan. Es más, será otra misión más en su vida -responde el Zelote.
-Vuelve Felipe:
-Mi hijo está ya listo. Se ha dado prisa. Está con su madre, que prepara regalos para los nietos.
(Mi hijo: así llama a Tolmái el anciano Felipe, abuelo suyo, padre de su padre José. Los hebreos llamaban hijo también al nieto, de la misma forma que a los abuelos los llamaban padre y madre; y extendían la calificación de hermano o hermana a los primos y cuñados. En la Obra valtortiana se encuentran los dos modos de llamar a los distintos grados de parentesco: el de los tiempos de Jesús y el de nuestros tiempos)
-¿Es buena tu nuera, no?
-Buena. Ha sido consuelo mío en la pérdida de mi José. Es como una hija. Era sierva de Euqueria. La educó ella. Venid a reponer fuerzas antes de poneros en marcha. Los otros ya lo están haciendo...
...Y, precedidos por el carro de Tolmái, nieto de Felipe, trotan hacia Antigonio...
Llegan pronto a esta pequeña ciudad. Sepultada en la feracidad de sus jardines, protegida de las corrientes por las cadenas de montes que tiene alrededor -suficientemente lejanas para no ahogarla, pero suficientemente cercanas para protegerla y derramar sobre ella los efluvios de sus bosques de árboles resinosos y esenciales -, toda llena de sol, alegra la vista y el corazón con sólo cruzarla.
Los jardines de Lázaro están al sur de la ciudad. Están precedidos por un paseo, por ahora sin frondas, a lo largo del cual están las casas de los que trabajan en los jardines. Son casitas bajas, pero bien cuidadas. A sus puertas se asoman caras de niños que observan curiosos, y de mujeres que saludan sonriendo. Las razas distintas se manifiestan en la diversidad de los rostros.
Tolmái, en cuanto traspasan la cancilla donde empieza la propiedad, hace un especial chasquido de tralla al ir pasando por delante de todas las casas; debe ser como una señal. Y los que viven en ellas, tras haber observado, entran de nuevo y luego vuelven a salir, cierran las puertas y empiezan a caminar por el paseo, detrás de los dos carros, que van al paso y luego se paran en el centro de una confluencia de senderos (dirigidos, como los radios de una rueda, en todas las direcciones, entre muchos campos dispuestos en cuadros, cuáles desnudos, cuáles de un verde perenne, custodiados por laureles, por acacias o árboles semejantes, o por otros árboles que a través de los tajos incididos en su tronco rezuman leche olorosa y resinas). En el ambiente hay un olor mixto de aromas balsámicos, resinosos, fragantes. Panales por todas partes. Y pilones para el riego, en que beben palomas blanquísimas. Y, en zonas especiales, de tierra desnuda, recientemente cavada, escarban gallinitas también blancas custodiadas por muchachas.
Tolmái restalla la tralla repetidas veces, hasta que todos los súbditos del pequeño reino se reúnen en torno a los llegados. Entonces empieza su discursito:
-Escuchad. Felipe, jefe nuestro y padre de mi padre, manda y recomienda a estos santos de Israel, venidos aquí por voluntad de nuestro patrón. Que Dios esté siempre con él y con su casa.
Mucho nos quejábamos porque aquí faltaba la voz de los rabíes santos. He aquí que la bondad del Señor y de nuestro patrón, lejano pero que mucho nos ama -Dios le compense el bien que ofrece a sus siervos -, nos procuran lo que nuestro corazón soñaba. En Israel ha aparecido Aquel que había sido prometido a las gentes. Ya nos lo habían dicho durante las Fiestas en el Templo y en la casa de Lázaro. Pero ahora realmente ha llegado para nosotros el tiempo de la gracia, porque el Rey de Israel ha pensado en sus siervos más pequeños y ha enviado a sus ministros a portarnos sus palabras. Éstos son sus discípulos, y dos de ellos vivirán en medio de nosotros, aquí o en Antioquía, enseñando la Sabiduría para ser instruidos en orden al Cielo, y también la otra que se necesita para la tierra.
Juan, pedagogo y discípulo de Cristo, enseñará a nuestros niños estas dos sabidurías; Síntica, discípula y maestra con la aguja, enseñará la ciencia del amor a Dios y el arte del trabajo femenil a las muchachas. Recibidlos como bendición del Cielo, y amadlos como los ama Lázaro de Teófilo y Euqueria -gloria a sus almas y paz -y como los aman las hijas de Teófilo, Marta y María, nuestras amadas señoras y discípulas de Jesús de Nazaret, el Rabí de Israel, el Prometido, el Rey.
El pequeño pueblo de hombres, vestidos con cortas túnicas, de manos terrosas que sostienen utensilios de jardinería, de mujeres, de niños de todas las edades, escucha asombrado. Luego bisbisean. En fin, saludan con una profunda reverencia.
Tolmái empieza las presentaciones:
-Simón de Jonás, el jefe de los enviados del Señor; Simón el Cananeo, amigo de nuestro señor; Santiago y Judas, hermanos del Señor; Santiago y Juan, Andrés y Mateo.
Y luego, a los apóstoles y discípulos:
-Ana, mi mujer, de la tribu de Judá, como, por lo demás, mi madre, porque somos puros, venidos con Euqueria de Judá. José, el varón consagrado al Señor, y Teoqueria, primogénita, que en el nombre lleva e1 recuerdo de los justos señores, sabia hija y amante de Dios como una verdadera israelita. Nicolái y Dositeo. Nicolái es nazireo. Dositeo es el tercero de los hijos; ya lleva casado (y un fuerte suspiro acompaña el anuncio de esto) varios años con Hermiona. Ten aquí, mujer...
Se adelanta una jovencísima morenita con un lactante en brazos.
-Ésta es. Es hija de un prosélito y de una griega. Mi hijo la vio en Alejandrocena de Fenicia cuando fue para unas compraventas... y la quiso para sí... y Lázaro no se opuso, antes al contrario me dijo: "Mejor así que al mal".
Y no es ningún mal. Pero yo quería sangre de Israel...
La pobre Hermiona está con la cabeza agachada como una acusa-da. Dositeo está visiblemente agitado y se ve que sufre. Ana, la madre y suegra, mira con ojos entristecidos...
Juan, a pesar de ser el más joven, siente la necesidad de elevar los espíritus humillados y dice:
-En el Reino del Señor no hay ya griegos o israelitas, romanos o fenicios, sino solamente hijos de Dios. Cuando, a través de estos que han venido, conozcas la Palabra de Dios, sentirás elevarse tu corazón a nuevas luces, y ésta ya no será "la extranjera" sino la discípula, como tú y como todos, del Señor nuestro Jesús.
Hermiona levanta la humillada cabeza y sonríe con gratitud a Juan. En los rostros de Dositeo y de Ana se ve la misma expresión de agradecimiento.
Tolmái responde austero:
-Y Dios quiera que sea así, porque, aparte del origen, nada tengo que recriminar a mi nuera. El que está en sus brazos es Alfeo, el último nacido, que del padre de ella, prosélito, ha tomado el nombre. La pequeña de los ojos de cielo bajo los rizos de ébano es Mírtica, del nombre de la madre de Hermiona, y éste, el primogénito, es Lázaro, porque así lo quiso el señor nuestro, y el otro es Hermas.
-El quinto se debe llamar Tolmái y la sexta Ana, para decir al Señor y al mundo que tu corazón se ha abierto a nuevas comprensiones -dice otra vez Juan.
Tolmái se inclina sin decir nada. Luego reanuda las presentaciones:
-Éstos son dos hermanos de Israel: Miriam y Silvano, de la tribu de Neftalí. Y éstos son Elbónides Danita y Simeón judío. Luego, aquí están los prosélitos, que eran romanos, o, al menos, de romanos, caridad de Euqueria hecha obra, arrancados por ella al yugo y a gentilidad: Lucio, Marcelo, Solón, hijo de Elateo.
-Nombre griego -observa Síntica.
-De Tesalónica. Esclavo de un siervo de Roma -el desprecio es manifiesto al decir "siervo de Roma" -Euqueria lo tomó, junto con el padre agonizante, en un momento confuso; si el padre murió pagano, Solón es prosélito... Priscila ven aquí adelante con tus hijos...
Una mujer alta y delgada, de rostro aquilino, se adelanta empujando a una niña y a un niño; cogidas de la falda lleva a dos rapazuelos.
-Ésta es la mujer de Solón, que fue liberta de una romana ya difunta, y Mario, Cornelia, María y Martila, gemelas.
Priscila es experta en esencias. Amiclea, ven con tus hijos. Ésta es hija de prosélitos. Y prosélitos son los dos niños, Casio y Teodoro. Tecla, no te escondas. Es la mujer de Marcelo. Su dolor es que es estéril. También hija de prosélitos. Éstos son los colonos. Ahora a los jardines. Venid.
Y los guía por la vasta propiedad, seguido de los jardineros, que explican los cultivos y trabajos, mientras las muchachas vuelven a sus gallinitas, que han aprovechado la ausencia de las guardianas para irse a otros lugares sobrepasando los límites establecidos.
Tolmái explica:
-Se las trae aquí para limpiar la tierra de larvas antes de la siembra de los cultivos anuales.
Juan de Endor sonríe a las gallinitas, que cloquean, y dice:
-Parecen las que tenía yo... -y se agacha para echar miguitas de pan que tenía en el talego, hasta que se ve rodeado de polluelas, y ríe porque una de ellas, petulante, le arrebata el pan de los dedos.
-¡Menos mal! -exclama Pedro dando con el codo a Mateo y señalando a Juan, que juega con los pollos, y a Síntica, que está hablando griego con Solón y Hermiona.
Luego vuelven hacia la casa de Tolmái, que explica:
-Éste es el sitio. Pero, si queréis enseñar, se puede hacer un lugar. ¿Os quedáis aquí o...?
-¡Sí, Síntica! ¡Aquí! ¡Es más bonito! Antioquía me ahoga de recuerdos... -ruega quedamente Juan a su compañera.
-¡Sí, hombre, claro! Como quieras. Basta con que tú estés bien. Para mí todo es igual. No miro ya hacia atrás... sólo adelante, adelante... ¡Ánimo, Juan! Aquí estaremos bien. Niños, flores, palomas y gallinas para nosotros, pobres criaturas. Y para nuestra alma el gozo de servir al Señor. ¿Qué opináis vosotros? -pregunta volviéndose a los apóstoles.
-Pensamos como tú, mujer.
-Pues ya está dicho.
-Muy bien. Nos iremos contentos...
-¡Oh, no os marchéis! ¡No os volveré a ver! ¿Por qué tan pronto? ¿Por qué?... -Juan vuelve a su dolor.
-¡No nos marchamos ahora! Estamos aquí hasta... hasta que seas...
Pedro no sabe expresar lo que será Juan, y, para que no se vea que también él está repleto de lágrimas, abraza a Juan, que está llorando, y trata de consolarlo así.
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