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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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363-En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación. Apóstrofe a Jerusalén
Tomás, que iba en la cola de la comitiva hablando con Manahén y Bartolomé, se separa de los compañeros y alcanza al Maestro, que va delante con Margziam e Isaac.
-Maestro, dentro de poco estaremos cerca de Rama. ¿Quieres venir a bendecir al hijo de mi hermana? ¡Ella tiene muchos deseos de verte! Podremos hacer un alto allí. Hay sitio para todos. ¡Dime que sí, Señor!
-Te complaceré, y además con alegría. Mañana entraremos en Jerusalén descansados.
-¡Oh! ¡Entonces me adelanto para avisar! ¿Me dejas ir?
-Ve. Pero recuerda que no soy el amigo mundano. No obligues a los tuyos a un gasto grande. Trátame como "Maestro". ¿Entiendes?
-Sí, mi Señor. Se lo diré a mi familia. ¿Vienes conmigo, Margziam?
-Si Jesús quiere...
-Ve, ve, hijo.
Los otros, que han visto a Tomás y a Margziam marcharse en dirección a Rama, situada un poco a la izquierda del camino que de Samaria, creo, va a Jerusalén, aceleran el paso para preguntar que qué pasa.
-Vamos a casa de la hermana de Tomás. He estado en las casas de todas vuestras familias. Es justo que vaya también a su casa. Lo he mandado adelante por esto.
-Entonces, con tu permiso, hoy me adelanto yo también, para sondear si no hay novedades. Cuando entres por la puerta de Damasco, si hay dificultades, estaré yo. Si no, te veo... ¿dónde, Señor? -dice Manahén.
-En Betania, Manahén. Me dirijo sin demora a casa de Lázaro. Pero dejaré a las mujeres en Jerusalén. Voy solo. Es más, te ruego que después de la pausa de hoy las escoltes a sus casas.
-Como quieras, Señor.
-Avisad al conductor que nos siga hacia Rama.
En efecto, el carro sube lentamente para ir detrás de la comitiva apostólica. Isaac y el Zelote se detienen para esperarlo, mientras todos los demás toman el camino secundario que, con suave desnivel, conduce a la colina, muy baja, sobre la cual está Rama.
Tomás, que no cabe dentro de sí y que aparece aún más rubicundo por la alegría que resplandece en su rostro, está a la entrada del pueblo, esperando. Corre al encuentro de Jesús:
-¡Qué felicidad, Maestro! ¡Está toda mi familia! ¡Mi padre, que tantos deseos tenía de verte, mi madre, mis hermanos! ¡Qué contento estoy!
Y se pone al lado de Jesús, y va tan derecho mientras atraviesa el pueblo, que parece un conquistador en la hora del triunfo.
La casa de la hermana de Tomás está en un cruce situado hacia el este de la ciudad. Es la típica casa acomodada israelita: fachada casi sin ventanas, puerta principal herrada, con su ventanillo; por techo la terraza; los muros del jardín, altos y oscuros por encima de los cuales sobresalen las copas de los árboles frutales -, que se prolongan por detrás de la casa. Pero hoy la doméstica no necesita mirar por el ventanillo.
La puerta está abierta de par en par. Todos los habitantes de la casa están dispuestos en orden en el atrio. Y continuamente se ven manos adultas alargarse para sujetar a un niño o a una niña del nutrido grupo de los niños, los cuales, agitados, exaltados por el anuncio, rompen continuamente filas y jerarquías, se escabullen y van a la delantera de la familia, a los sitios de honor, donde, en primera fila están los padres de Tomás, y la hermana con su marido.
Pero cuando Jesús llega al umbral de la puerta, no hay quien sujete a los rapazuelos. Parecen una nidada saliendo del nido después de una noche de descanso. Y Jesús recibe el choque de este pelotón gorjeador y primoroso que se abate contra sus rodillas y lo ciñe, y que levanta las caritas en busca de besos y no se separa a pesar de las llamadas maternas o paternas, ni por algún que otro pescozón afectuoso propinado por Tomás para poner orden.
-¡Dejadlos! ¡Dejadlos! ¡Ojalá fuera todo el mundo así! -exclama Jesús, que se ha agachado para complacer a todos estos rapazuelos.
Por fin puede entrar, entre saludos más reverenciales de los adultos. Pero el que me gusta especialmente es el saludo del padre de Tomás, un anciano típicamente judío, al que Jesús invita y ayuda a levantarse, y luego lo besa «en señal de gratitud por la generosidad de haberle dado un apóstol.
-Dios me ha amado más que a ningún otro en Israel, porque mientras todo hebreo tiene un varón, el primogénito, consagrado al Señor, yo tengo dos: el primero y el último; y la consagración del último es incluso mayor, porque, sin ser levita ni sacerdote, hace lo que ni siquiera el Sumo Sacerdote hace: ve constantemente a Dios y acoge sus mandatos -dice con esa voz un poco temblorosa de los ancianos, y aún más trémula por la emoción. Y termina:
-Dime sólo una cosa, para hacer dichosa mi alma. Tú, que no mientes, dime: ¿este hijo mío, por la forma en que te sigue, es digno de servirte y de merecer la Vida eterna?
-Reposa en la paz, padre. Tu Tomás tiene un gran puesto en el corazón de Dios por el modo como vive, y tendrá un gran puesto en el Cielo por la forma como habrá servido a Dios hasta el último respiro.
Tomás boquea como un pez, de la emoción por lo que está oyendo decir.
El anciano levanta sus trémulas manos, mientras dos hilos de llanto se deslizan por las incisiones de las profundas arrugas para perderse entre la barbota patriarcal, y dice:
-Descienda sobre ti la bendición de Jacob; la bendición del patriarca al más justo de sus hijos: "Te bendiga el Omnipotente con las bendiciones del cielo, que está arriba, con las bendiciones del abismo, que abajo yace, con las bendiciones de los pechos y del seno. Las bendiciones de tu padre sobrepujen las de mis padres, y, hasta que no se cumpla el anhelo de los collados eternos, desciendan sobre la cabeza de Tomás, sobre la cabeza del consagrado entre sus hermanos".
Y todos responden:
-¡Así sea!
-Y ahora bendice Tú, Señor, a esta casa, y, sobre todo, a éstos que son sangre de mi sangre -dice el anciano señalando a los niños.
Y Jesús, abriendo los brazos, recita con voz potente la bendición mosaica, y la alarga diciendo:
-Dios, en cuya presencia caminaron vuestros padres, Dios que me nutre desde mi adolescencia hasta hoy, que me ha librado de todo mal, bendiga a estos niños, lleven ellos mi Nombre y los nombres de mis padres y se multipliquen copiosamente sobre la tierra -y termina tomando de los brazos de la madre al último nacido para besarlo en la frente y dice: «Y a ti desciendan, como miel y mantequilla, las virtudes selectas que vivieron en el Justo cuyo nombre te he dado, y lo hagan pingüe cual palma de dorados dátiles, adornado como cedro de regia copa, para los Cielos».
(La bendición de Jacob está en Génesis 49, 25-26; la sucesiva bendición mosaica está en Números 6, 22-27)
Todos los presentes están emocionados y extáticos. Pero luego un gorjeo de alegría estalla en todas las bocas y acompaña a Jesús, que entra en la casa y no se detiene hasta llegar al patio, donde hace la presentación de su Madre, de las discípulas, apóstoles y discípulos, a los huéspedes.
Ya no es por la mañana, ni mediodía. El rayo enfermo de un sol que a duras penas orada las desmadejadas nubes de un tiempo que lucha por restablecerse dice que el astro se encamina al ocaso y el día al crepúsculo.
Las mujeres ya no están, y tampoco Isaac y Manahén; Margziam sí, se ha quedado y está feliz al lado de Jesús, que sale de casa y va caminando con los apóstoles y todos los familiares varones de Tomás a ver algunas vides, que al parecer tienen un especial valor. Tanto el anciano como el cuñado de Tomás explican la posición del majuelo y la rareza de las plantas, que por ahora tienen sólo pequeñas y tiernas hojas.
Jesús, benignamente, escucha estas explicaciones, interesándose de podas y escardaduras como de las cosas más útiles del mundo. A1 final dice a Tomás sonriendo:
-¿Debo bendecir esta dote de tu gemela?
-¡Mi Señor! Yo no soy Doras ni Ismael. Sé que tu respiro,
tu presencia en un lugar, son ya bendición. Pero si quieres levantar tu diestra sobre estas plantas hazlo, y su fruto ciertamente será santo.
-¿Y abundante, no? ¿Tú que opinas, padre?
-Basta que sea santo. ¡Santo basta! Y lo pisaré y te lo mandaré para la próxima Pascua. Lo usarás en el cáliz del rito.
-Está dicho. Cuento con ello. Quiero, en la próxima Pascua, consumir el vino de un verdadero israelita.
Salen de la viña para volver al pueblo.
La noticia de la presencia en el pueblo de Jesús de Nazaret se ha esparcido, y todos los de Rama están en las calles, y con fervientes ganas de acercarse.
Jesús lo ve y dice a Tomás:
-¿Por qué no vienen? ¿Es que tienen miedo de mí? Diles que los quiero.
¡Tomás no deja que se lo repita dos veces! Va de uno a otro corrillo, tan rápido que parece una mariposa volando de flor en flor. Y los que oyen la invitación tampoco esperan a que se lo digan dos veces. Todos se pasan la voz y, corriendo, van alrededor de Jesús; de forma que, llegados al cruce donde está la casa de Tomás, hay ya una discreta aglomeración de personas que respetuosamente habla con los apóstoles y los familiares de Tomás, preguntando esto o aquello.
Comprendo que Tomás ha trabajado mucho durante los meses de invierno, y mucho de la doctrina evangélica se conoce en el pueblo.
Pero desean una explicación más detallada, y uno, que se ha quedado muy impresionado por la bendición que Jesús ha dado a los niños de la casa que lo hospeda y por cuanto ha dicho de Tomás, pregunta:
-¿Entonces todos serán justos por esta bendición tuya?
-No por la bendición. Por sus acciones. Les he dado la fuerza de la bendición para confirmarlos en sus acciones. Pero son ellos los que tienen que cumplir las acciones, y que éstas sean sólo acciones justas, para conseguir el Cielo. Yo bendigo a todos... pero no todos se salvarán en Israel.
-Es más, se salvarán muy pocos, si siguen como ahora -dice Tomás en tono de queja.
-¿Qué dices?
-La verdad. El que persigue a Cristo y lo calumnia, el que no practica lo que Él enseña, no tendrá parte en su Reino -dice Tomás con su voz fuerte.
Uno le tira de la manga:
-¿Es muy severo? -pregunta, señalando a Jesús.
-¡Lo contrario, demasiado bueno!
-¿Yo? ¿Tú que opinas, que me salvaré? No estoy entre los discípulos. Pero tú sabes cómo soy y cómo he creído siempre en lo que me decías. Más no sé hacer. ¿Qué tengo que hacer, exactamente, para salvarme, además de lo que ya hago?
-Pregúntaselo a Él. Tendrá mano más suave que la mía, y juicio más justo.
El hombre avanza hacia Jesús y dice:
-Maestro, yo observo la Ley, y, desde que Tomás me repitió tus palabras, trato de ser todavía más observante. Pero soy poco generoso. Hago lo que no tengo más remedio que hacer. Me abstengo de hacer lo que no está bien porque tengo miedo del Infierno. Pero estoy apegado a mis comodidades, y... lo confieso, me las ingenio mucho para hacer las cosas sin pecar pero tampoco incomodándome demasiado a mí mismo. ¿Con esta forma de actuar me salvaré?
-Te salvarás. Pero, ¿por qué ser avaro con el buen Dios, que tan generoso es contigo? ¿Por qué pretender para uno mismo sólo la salvación, a duras penas arrebatada, y no la gran santidad que produce inmediatamente eterna paz? ¡Ánimo, hombre! ¡Sé generoso con tu alma!
El hombre dice humildemente:
-Lo pensaré, Señor. Lo pensaré. Siento que tienes razón, y que perjudico a mi alma obligándola a una larga expiación antes de conseguir la paz.
-¡Eso es! Este pensamiento ya es un comienzo de perfeccionamiento.
Otro de Rama pregunta:
-¿Señor, son pocos los que se salvan?
-Si el hombre supiera vivir con respeto hacia sí mismo y amor reverencial a Dios, todos los hombres se salvarían, como Dios desea. Pero el hombre no actúa así. Como un necio, se entretiene con el simulacro, en vez de coger el oro verdadero. Sed generosos en vuestro deseo del Bien.
¿Os cuesta? En eso está el mérito. Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. La otra, bien ancha y engalanada, es una seducción de Satanás para descaminaros. La del Cielo es estrecha, baja, austera, adusta. Para pasar por ella hay que ser ágiles y ligeros y no estar apegados a la pompa ni a la materialidad. Para poder pasar hay que ser espirituales. Si no, cuando llegue la hora de la muerte, no lograréis cruzarla. En verdad, se verá a muchos que tratarán de entrar, pero tan engrosados de materialidad, tan engalanados de pompas humanas, tan endurecidos por una costra de pecado, tan incapaces de agacharse a causa de la soberbia que ya es su esqueleto, que no lo lograrán. Irá entonces el Amo del Reino para cerrar la puerta, y los que estén afuera, los que no hayan podido entrar en el debido momento, desde fuera, llamarán a la puerta gritando:
"¡Señor, ábrenos! ¡Estamos también nosotros aquí!". Pero Él dirá: "En verdad os digo que no os conozco, ni sé de dónde venís". Y ellos: "¿Cómo es posible? ¿No te acuerdas de nosotros? Hemos comido y bebido contigo, te hemos escuchado cuando enseñabas en nuestras plazas". Pero Él responderá: "En verdad no os reconozco. Cuanto más os miro, más os veo saciados de aquellas cosas que declaré alimento impuro.
En verdad, cuanto más os escruto, más veo que no sois de mi familia. En verdad, veo ahora de quién sois hijos y súbditos: del Otro. Tenéis por padre a Satanás, por madre la Carne, por nodriza la Soberbia, por siervo el Odio, por tesoro tenéis el pecado y vuestras gemas son los vicios. En vuestro corazón está escrito "Egoísmo". Vuestras manos están manchadas de fraudes contra los hermanos. ¡Fuera de aquí! ¡Lejos de mí todos vosotros obradores de iniquidad!".
Y entonces, mientras que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas y justos del Reino de Dios se presentarán viniendo de lo profundo del Cielo fúlgidos de gloria, ellos, los que no tuvieron amor sino egoísmo, no sacrificio sino molicie, serán arrojados lejos, recluidos en el lugar donde el llanto es eterno y no hay sino terror.
Y los resucitados gloriosos, venidos de oriente y occidente, de septentrión y mediodía, se congregarán a la mesa nupcial del Cordero, Rey del Reino de Dios. Entonces se verá que muchos que parecieron "mínimos" en el ejército de la tierra serán los primeros en la ciudadanía del Reino.
Y, de la misma forma, verán que no todos los poderosos de Israel serán poderosos en el Cielo, ni todos los que Cristo eligiera para el destino de siervos suyos habrán sabido merecer la elección para la mesa nupcial. Antes al contrario, verán que muchos, considerados "los primeros", serán no sólo los últimos, sino que no serán ni siquiera últimos. Porque muchos son los llamados, mas pocos los que de la elección saben hacerse una verdadera gloria.
Mientras Jesús está hablando, al improviso llegan unos fariseos. Forman parte de un peregrinaje que se dirige a Jerusalén,
o que viene, en busca de alojamiento, de una Jerusalén saturada. Ven la concentración de gente y se acercan para ver. Pronto
descubren la rubia cabeza de Jesús resplandeciente contra el fondo oscuro de la casa de Tomás.
-¡Dejad paso, que queremos decir unas palabras al Nazareno! -irrumpen gritando.
Sin ningún entusiasmo se separa la gente. Los apóstoles ven venir hacia ellos al grupo farisaico.
-¡Maestro, paz a ti!
-La paz a vosotros. ¿Qué queréis?
-¿Vas a Jerusalén?
-Como todo fiel israelita.
-¡No vayas! Te espera un peligro allí. Lo sabemos porque venimos de allá al encuentro de nuestras familias. Hemos venido
a advertirte, porque hemos sabido que estabas en Rama.
-¿Quién os lo ha dicho, si es lícito preguntarlo? -dice Pedro, escamado y dispuesto a empezar una discusión.
-No es asunto de tu incumbencia, hombre. Basta con que sepas, tú que nos llamas serpientes, que hay muchas serpientes cerca del Maestro, y que deberías desconfiar de los demasiados, y de los demasiado poderosos, discípulos.
-¿Cómo dices? ¿No querrás insinuar que Manahéno...
-Silencio, Pedro. Y tú, fariseo, has de saber que ningún peligro puede apartar de su deber a un fiel. Si se pierde la vida, no pasa nada. Lo grave es perder la propia alma contraviniendo a la Ley. Pero tú lo sabes, y sabes que Yo lo sé. ¿Por qué, entonces, me tientas? ¿No sabes, acaso, que sé por qué lo haces?
-No te tiento. Te digo la verdad. Muchos de nosotros serán enemigos tuyos, pero no todos. Nosotros no te odiamos. Sabemos que Herodes te busca, y te decimos: márchate. Márchate de aquí, porque si Herodes te captura te mata seguro. Lo está deseando.
-Lo está deseando, pero no lo hará. Esto lo sé Yo. ¿Y sabéis lo que os digo?: id a decirle a esa vieja raposa que la persona que él busca está en Jerusalén. Pues vengo expulsando demonios y obrando curaciones, sin esconderme.
Y lo seguiré haciendo hoy, mañana y pasado mañana, mientras dure mi tiempo. Y es que es necesario que siga caminando hasta tocar el final. Y es necesario que hoy y luego otra vez, y otra, y otra más, entre en Jerusalén; porque no es posible que mi camino se detenga antes. Y debe cumplirse en justicia, o sea, en Jerusalén.
-El Bautista murió en otro lugar.
-Murió en santidad, y santidad quiere decir: Jerusalén". Porque, si bien ahora Jerusalén quiere decir "Pecado", ello se refiere sólo a lo que sólo es terrestre y pronto perecerá. Yo me refiero a lo eterno y espiritual, o sea, a la Jerusalén de los Cielos. En ella, en su santidad, mueren todos los justos y los profetas.
En ella moriré Yo, e inútil es vuestro deseo de inducirme al pecado. Y moriré, además, entre las colinas de Jerusalén; pero no por mano de Herodes, sino por voluntad de quien me odia más refinadamente que él, porque ve en mí al usurpador del Sacerdocio apetecido, al purificador de Israel, de todas las enfermedades que lo corrompen.
No le carguéis, pues, a Herodes todo el afán de matar; tomad, más bien, cada uno vuestra parte... en efecto, el Cordero está encima de un monte al que suben por todas partes lobos y chacales, para degollarlo y...
Los fariseos huyen bajo la granizada de estas verdades que queman...
Jesús los mira mientras huyen. Luego se vuelve hacia mediodía, hacia un claror más luminoso, que quizás indica la zona de Jerusalén, y, con tristeza, dice:
-¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a tus profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como reúne el ave en el nido a sus pequeñuelos bajo sus alas, y tú no has querido!
Pues bien, tu verdadero Amo dejará desierta tu Casa. Él vendrá, hará -como establece el rito -lo que deben hacer el primero y el último de Israel, y luego se marchará.
Ya no permanecerá dentro de tu recinto, para purificarte con su presencia. Y te aseguro que ni tú ni tus habitantes me volveréis a ver, en mi verdadera figura, hasta que llegue el día en que digáis: "Bendito el que viene en nombre del Señor"... Y vosotros de Rama recordad estas palabras, y todas las otras, para no tener parte en el castigo de Dios. Sed fieles... Podéis marcharos. La paz sea con vosotros.
Y Jesús se retira a la casa de Tomás con todos los familiares de éste y con sus apóstoles.
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