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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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465- En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
-Dirige la barca a Betsaida -ordena Jesús, que está con Juan en una pequeña barca, verdaderamente una cáscara de nuez, en medio del lago, que lentamente va aclarándose con el clarear del día.
Juan obedece sin decir nada. Un vientecillo más bien enérgico pone tirante la pequeña vela y da veloz movimiento a la barca, que hasta se inclina hacia uno de los lados, de tan veloz como es su marcha. La costa oriental va pasando rápidamente y la curva del lado septentrional se va acercando cada vez más.
-Aborda antes del pueblo. Quiero ir donde Porfiria sin que me vean otros, y luego ve al lugar de siempre y me esperas en la barca.
-Sí, Maestro. ¿Y si me ve alguien?
-Retenlos a todos, pero no les digas dónde estoy. Tardaré poco.
Juan observa si en la playa hay un lugar bueno para abordar. Lo encuentra: es un recuerdo, sólo un recuerdo, de torrente arenoso al que los hombres le han extraído tierra para alguna necesidad que tuvieran; de manera que forma un golfito de pocos metros, pero suficiente para que una barca se arrime a la orilla, elevada unos cincuenta centímetros por encima del agua. Va allí. La barca roza un poco en el guijo pero logra abordar, y Juan la mantiene arrimada a la orilla agarrando una raíz que sobresale de la tierra.
Jesús salta a la orilla. Juan dirige el remo contra ella y hace fuerza para impulsar a la barca de nuevo al lago. Lo consigue. Levanta la cara, iluminada con su sonrisa buena, y dice:
-Adiós, Maestro.
-Adiós, Juan -y Jesús se encamina por entre los árboles, mientras Juan da bordadas con su barquita.
Jesús tuerce hacia el interior, pasa entre unas huertas situadas a espaldas de Betsaida. Va raudo para evitar entrar en el pueblo cuando éste se anima. Llega, sin toparse con nadie en el camino, a la casa de Pedro. Llama a la puerta de la cocina. Pasados unos segundos, la cabeza de Porfiria se asoma cauta por encima del pretil de la azotea. Ve y emite una exclamación de estupor. Recoge con una mano sus espléndidos cabellos -su única belleza-que le caen sueltos por la espalda, y baja corriendo por la pequeña escalera, descalza (así está en este momento del apresurado aseo de la mañana).
-¡Señor, Tú! ¿Solo?
-Sí, Porfiria. ¿Margziam dónde está?
-Está durmiendo. Todavía duerme. El muchacho se ha quedado un poco triste, un poco lánguido... así que lo descargo un poco. Es también la edad... el desarrollo... Mientras duerme ni piensa ni llora..
-¿Llora a menudo?
-Sí, Maestro. Creo que es su debilidad actual. Y trato de fortalecerlo... y consolarlo... Pero dice: "Me quedo solo. Todas las personas a las que quiero se marchan. Cuando no esté ya Jesús...", y lo dice como si estuvieras para dejarnos... Es verdad que ha sufrido mucho en su vida...
Pero yo y Simón lo queremos... Mucho. Créelo, Maestro.
-Lo sé. Pero su alma siente... Porfiria, necesito hablarte precisamente de estas cosas. Por este motivo he venido, sin Simón, a esta hora. ¿Dónde podemos ir para hablar, de forma que Margziam no nos oiga y que nadie moleste?
-Señor... Sólo tengo... mi habitación nupcial, o el cuarto de las redes... Arriba está Margziam. Yo también estaba, porque, para huir del calor nos hemos ido a dormir ahí arriba...
-Vamos al cuarto de las redes. Está más lejos. Margziam no nos oirá aunque se despierte.
-Ven, Señor -y Porfiria lo guía hasta el rústico y amplio cuarto ocupado por un poco de todo: redes, remos, comestibles, heno para las ovejas, un telar...
Porfiria se apresura a liberar una especie de tabla adosada a la pared, y a desempolvarla con un ovillo de estopa, para que el Maestro se siente.
-No importa, mujer. No estoy cansado.
Porfiria alza sus mansos ojos para mirar el rostro ajado, fatigado de Jesús, y parecer querer decir: «Sí que lo estás». Pero, acostumbrada a callar, no habla.
-Escucha, Porfiria. Tú eres una mujer buena y una buena discípula.
Te he querido mucho desde que te conocí, y con mucha alegría te he recibido como discípula y he puesto en tus manos al niño. Se que eres prudente y virtuosa como pocas. Y sé que sabes guardar silencio, virtud rarísima en las mujeres.
Por todo esto he venido a hablarte en secreto y a confiarte una cosa que ninguno sabe, ni siquiera los apóstoles, ni siquiera Simón. Te la confío porque debo decirte cómo te debes comportar en el futuro con Margziam... y con todos... Estoy seguro de que complacerás a tu Maestro en lo que te pide y que serás prudente como siempre...
Porfiria, que se ha puesto como la púrpura al oír de su Señor este encomio, no hace más que asentir con la cabeza, estando, como está, demasiado conmovida -ella que es tan tímida y que está acostumbrada a sufrir siempre la presión de voluntades dominantes que imponen sin saber si ella está dispuesta a asentir...-, demasiado conmovida para poder decir con las palabras que acepta.
-Porfiria... Yo no volveré nunca más por aquí. Nunca más hasta que todo esté consumado... ¿Sabes, no es verdad, lo que debo consumar?...
Porfiria, al oír estas palabras, ha dejado sueltos sus cabellos, que tenía recogidos todavía en la nuca con la izquierda, y emite, más que un grito, un sollozo, un sollozo que sofoca llevándose las dos manos a la cara, mientras lentamente cae de rodillas gimiendo:
-Lo sé, Señor, mi Dios... -y llora con silencioso llanto, que no se acusa sino por las lágrimas, que gotean contra el suelo a través de los dedos que comprimen la cara.
-No llores, Porfiria. Para esto he venido. Yo estoy preparado... y también lo están los que, sirviendo al Mal, servirán al Bien, en verdad, porque harán surgir la hora de la Redención. Podría cumplirse incluso ahora, porque tanto Yo como ellos estamos preparados... y cada hora que pase o cada hecho que suceda no serán sino... perfeccionamiento para su delito... y para mi Sacrificio.
Y serán útiles, también, estas horas, todavía numerosas, que transcurrirán antes de esa hora... Hay todavía algunas cosas que cumplir y que decir, para que todo lo que debía cumplirse para conocimiento de mí quede realizado... Pero Yo no volveré a venir aquí... Miro por última vez este lugar... y entro por última vez en esta casa honrada... No llores...
No he querido irme sin darte el adiós y la bendición de tu Maestro. Me llevaré conmigo a Margziam. Lo llevaré conmigo ahora, yendo hacia los confines fenicios, y luego, cuando baje a Judea para los Tabernáculos. No me faltará el modo de mandarlo para acá antes del pleno invierno. ¡Pobre niño! Gozará de mí durante un tiempo. Y además... Porfiria, no es indicado que Margziam esté presente en mi hora. Por tanto, no lo dejarás partir para la Pascua...
-El precepto, Señor...
-Yo lo libero del precepto. Soy el Maestro, Porfiria, y soy Dios, tú lo sabes. Como Dios puedo absolver anticipadamente de una omisión, que ni siquiera lo es porque la ordeno Yo por un motivo de justicia.
La obediencia a mi orden es ya de por sí absolución a la omisión del precepto, porque la obediencia a Dios -y ésta es también un sacrificio para Margziam-es siempre superior a cualquier otra cosa. Y soy Maestro.
No es buen Maestro el que no sabe medir las cualidades y las reacciones de un discípulo suyo, y no sabe meditar sobre las consecuencias que un esfuerzo superior a lo que el discípulo puede soportar puede producir en él.
También cuando se impone la virtud hay que ser prudentes y no pretender un máximo que la formación espiritual o las fuerzas generales del ser no pueden dar. Exigiendo una virtud o un dominio espiritual demasiado fuertes respecto al grado de fuerzas espirituales, morales e incluso físicas alcanzado por la criatura, se puede producir una dispersión de las fuerzas ya acumuladas y un quebrantamiento del ser en sus tres grados: espiritual, moral, físico.
Margziam, un pobre niño, ha sufrido demasiado ya, y ha conocido demasiado la brutalidad de sus semejantes, hasta rozar el odio hacia ellos. No podría soportar lo que será mi Pasión: mar de amor doloroso en que lavaré los pecados del mundo, y mar de odio satánico que tratará de sumergir a todos aquellos que Yo he amado y de anular todo mi trabajo de Maestro. En verdad te digo que hasta los más fuertes se plegarán bajo la marea de Satanás, al menos durante un breve tiempo... Pero no quiero que Margziam se pliegue y que beba esa ola desoladora... Es un inocente... y lo quiero... Yo siento piedad, mucha, por quien ya ha sufrido más que lo que sus fuerzas consienten... He llamado al más allá al espíritu de Juan de Endor...
-¿Ha muerto Juan? ¡Oh! Margziam había escrito muchos rollos para él... Otro dolor para el niño...
-Le hablaré Yo de la muerte de Juan... Decía que lo he arrebatado a esta vida para preservarlo también a él del choque de esa hora. También Juan había sufrido demasiado por parte de los hombres. ¿Por qué despertar los sentimientos adormecidos? Dios es bueno. Prueba a sus hijos.
Pero no es un incauto experimentador... ¡Oh, si los hombres supieran hacer lo mismo! ¡Cuántas menos destrucciones de corazones, o simplemente cuántas menos borrascas peligrosas en los corazones!... Pero, volviendo a Margziam, él no debe venir a la Pascua próxima. Por ahora tú no hablarás. Cuando llegue el momento, le dirás esto: "El Maestro me ha dado la orden de no mandarte a Jerusalén. Y te promete un premio singular si lo obedeces". Margziam es bueno y obedecerá... Porfiria, esto es lo que quiero de ti, tu silencio, tu fidelidad, tu amor.
-Todo lo que quieras, mi Señor. Honras demasiado a tu pobre sierva... No merezco tanto... Ve tranquilo, Maestro y Dios. Haré lo que quieres...
Pero el dolor la vence y cae rostro en tierra antes había permanecido siempre arrodillada, relajada sobre los talones con los ojos fijos en la cara de Jesús-; cae al suelo, cubierta toda por el manto de sus cabellos de azabache, y solloza fuertemente:
-¡Qué dolor, Maestro! ¡Oh, qué dolor! ¡Qué termina! ¡Qué termina para el Mundo! ¡Qué, para nosotros que te amamos!
¡Qué, para tu sierva! ¡El Único! ¡El único que realmente me ha amado, que no me ha despreciado nunca, que no ha sido dominante conmigo, que me ha tratado como a las otras, a mí que soy tan ignorante, tan poca cosa, tan torpe! ¡Oh, y yo y Margziam, porque primero me lo dijo Margziam a mi nos habíamos serenado.,.! Todos decían que no podía ser cierto... Todos: Simón, Natanael, Felipe... sus mujeres... y ellos saben, son hombres sabios... y Simón... ¡hombre, mi Simón... si Tú lo has elegido debe valer algo!... ¡y todos... todos decían que no podía ser!... Pero ahora lo dices Tú, Tú lo dices... y no se puede dudar de tu palabra... Está verdaderamente desolada, y conmueve por su dolor.
Jesús se curva hasta ponerle una mano en la cabeza.
-No llores así... Va a oír Margziam... Ya sé que ninguno lo cree, ninguno quiere llegar a creer... y su propia sabiduría y su propio amor causa en ellos el no creer… Y, no obstante, así es... Porfiria, Yo me marcho.
Antes de dejarte, te bendigo para este momento y para siempre. Piensa siempre que te he amado y que he estado contento de tu amor por mí. No te digo: persevera en él.
Sé que lo harás, porque el recuerdo de tu Maestro será siempre tu dulzura, en la que te refugiarás. Tu dulzura y tu paz, incluso en la hora de la muerte. Piensa entonces que tu Maestro murió para abrirte el Paraíso, y que te espera allí... ¡Hala, levántate! Voy a despertar a Margziam y a entretenerlo un poco. Tú, mientras, borra las huellas de tu llanto, y luego ven donde nosotros. Juan me espera para llevarme a Cafarnaúm. Si tienes algo que mandar a Simón, prepáralo. Recuerda que tendrá necesidad de su ropa gruesa...
Porfiria, verdadera criatura de sumisión y solícita obediencia, besa los pies de Jesús y hace ademán de levantarse, pero una ola de amor le hace perder el control y, ruborizándose vivamente, toma las dos manos de Jesús y las besa: una, dos, diez veces. Luego se levanta y deja que se marche...
Jesús sale, sube a la terraza, entra en una especie de pabellón hecho de velas extendidas y sujetas por cuerdas, bajo el cual están los dos lechos. Margziam duerme todavía, con la cara casi hacia abajo, comprimida contra la pequeña almohada. Se ve solamente un pómulo de su cara morenita, y un brazo, largo y delgado, fuera de la -sábana que lo cubre.
Jesús se sienta en el suelo, al lado del lecho, y acaricia levemente los cabellos desordenados que caen sobre el pálido carrillo del durmiente, el cual se mueve un poco pero sin despertarse todavía. Jesús repite el gesto, y luego se inclina a besar en la frente el rostro, que ahora está descubierto. Margziam abre los ojos y ve a Jesús a su lado, inclinado hacia él. Casi no da crédito a lo que ve, quizás piensa que está soñando; pero Jesús lo llama, y entonces el jovencito se incorpora, y se echa en los brazos de Jesús, se refugia en sus brazos...
-¿Tú aquí, Maestro?
-He venido a recogerte, para llevarte conmigo durante unos meses. ¿Te gusta?
-¡Oh! ¿Y Simón?
-Está en Cafarnaúm. Hemos venido Yo y Juan...
-¿Ha vuelto también él? ¡Se va a alegrar! Le daré lo que he escrito.
-No hablo de Juan de Endor, sino de Juan de Zebedeo. ¿No estás contento?
-Sí. Lo quiero. Pero también al otro... casi más...
-¿Por qué, Margziam? Juan de Zebedeo es muy bueno.
-Sí, pero el otro es muy infeliz, y yo también he sido infeliz, y un poco infeliz me siento todavía... Entre los que sufrimos nos comprendemos y nos queremos...
-¿Te alegraría el saber que ya no sufre y que es muy feliz?
-Claro que me alegraría. Pero el sólo puede ser feliz si está contigo... O es que... ¿es que ha muerto, Señor?
-Está en la paz, y hay que alegrarse de ello, sin egoísmos, porque ha muerto como un justo y porque ahora ya no hay separación entre su espíritu y el nuestro. Tenemos un amigo más que ora por nosotros.
Margziam tiene dos lagrimones en la cara, verdaderamente muy enflaquecida y pálida; pero susurra:
-Es verdad.
Jesús no dice nada más al respecto, ni hace observaciones sobre el estado físico y moral de Margziam, que está visiblemente debilitado. Antes al contrario, dice:
-¡Hala, vamos! He hablado ya con Porfiria. Ya seguro que ha preparado tu ropa. Arréglate tú también, que Juan nos espera. Le daremos una sorpresa a Simón. ¿No es aquélla su barca, de vuelta para Cafarnaúm? Quizás ha pescado al regresar...
-Es aquélla, sí. ¿A dónde vamos, Señor?
-A septentrión y luego a Judea.
-¿Tanto?
-Tanto.
Margziam, animado por la idea de estar con Jesús, se alza rápidamente y baja corriendo al lago, a lavarse. Vuelve, todavía con el pelo húmedo, gritando:
-¡He visto a Juan! Me ha hecho una señal de saludo. Está en la desembocadura, en el cañizar...
-Vamos.
Bajan. Porfiria está terminando de cerrar dos sacas y explica
-He pensado mandar después la ropa gruesa. Al Getsemaní con mi hermano para los Tabernáculos. Así caminaréis más rápido tanto tú como tu padre -y, mientras termina de atar las correas, alude a lo que ha preparado: leche, pan, fruta...
-Tomamos todo. Comeremos en la barca. Quiero marcharme antes de que la orilla se llene de gente. Adiós, Porfiria. Que Dios te bendiga siempre y que la paz de los justos esté siempre en ti. Ven. Margziam...
Recorren pronto el pequeño tramo de camino y, mientras Margziam va donde Juan, Jesús va a la barca. Enseguida se reúnen con Él los dos, corriendo entre las cañas y saltando luego a la barca. Empujan enseguida con el remo contra la orilla para meterse en aguas profundas.
Pronto el pequeño trayecto queda recorrido. Se detienen en la playa de Cafarnaúm, en espera de la barca de Pedro, que está llegando. La hora los salva del asedio de la gente, así que pueden comer en paz su pan y su fruta, echados en la arena a la sombra de la barca.
Simón no conoce la barquita, y, por tanto, sólo cuando pone pie en la orilla y ve levantarse detrás de la barca a Jesús, se da cuenta de que está Él allí.
-¡Maestro! ¡Y tú, Margziam! ¿Pero, desde cuándo?
-Desde ahora. He pasado por Betsaida. Date prisa. Hay que partir inmediatamente...
Pedro lo mira y no dice nada. Él y los compañeros descargan de la barca los peces pescados, y las sacas de la ropa, incluida la de Juan, que por fin puede volverse a vestir. Y Simón dice algo a su compañero, el cual le hace un gesto como diciendo: -Espera...
Van a la casa. Entran. Los apóstoles que se habían quedado vienen.
-Daos prisa. Nos marchamos en seguida. Coged todo porque no volvemos aquí -ordena Jesús.
Los apóstoles se miran un momento unos a otros, y tiene lugar una serie de gestos entre uno y otro grupo. Pero obedecen. Es más, yo creo que lo hacen con solicitud para poder hablar entre sí en las otras habitaciones…
Jesús se queda en la cocina con Margziam y se despide de los dueños de la casa. Pero no les dice "no voy a volver", y tampoco dice esto, pasando por la calle, a quienes, de Cafarnaúm, lo ven y lo saludan. Simplemente los saluda, como hace todas las veces que se marcha. Se para sólo en la casa de Jairo. Pero Jairo no ha vuelto todavía...
Encuentra junto a la fuente a la viejecita que vive cerca de la casa de la madre del pequeño Alfeo, y le dice:
-Dentro de poco vendrá aquí una viuda. Te buscará. Viene a vivir aquí. Sé amiga suya y quered mucho al niño y a sus hermanos... Hacedlo santamente, en nombre mío...
Reanuda la marcha y dice:
-Hubiera querido saludar a todos los niños...
-Puedes hacerlo, Maestro. ¿Por qué no has descansado? Estás muy cansado. Tu cara está pálida y tienes la mirada cansada. Te va a dañar... Hace calor todavía y seguro que no has dormido ni en Tiberíades ni allí donde Cusa...
-No puedo, Simón. Debo ir a algunos lugares y hay poco tiempo...
Están junto a la orilla. Jesús llama a los mozos de Pedro y los saluda, y les da órdenes de que la pequeña barca sea llevada al pueblo que está antes de Ippo y que se le restituya a Saúl de Zacarías.
Toma el camino umbrío que orilla al río. Lo sigue hasta una bifurcación y se adentra por esta parte.
-¿A dónde vamos, Señor? -pregunta Simón, que hasta ahora había hablado en voz baja con los compañeros.
-A casa de Judas y Ana, y luego a Corazín. Quiero saludar a mis buenos amigos...
Otra ojeada de los apóstoles entre sí y otro cuchicheo.
En fin, Santiago de Alfeo se adelanta y alcanza a Jesús, que va por delante de todos con Margziam.
-Hermano, dices que quieres saludar a los amigos, ¿es que no vamos a volver por estos lugares? Deseamos saberlo.
-Volveréis, ciertamente, pero dentro de muchos meses.
-¿Y Tú?
Jesús hace un gesto evasivo... Margziam se retira, discretamente, para reunirse con los demás, o sea, con todos los demás excepto Santiago de Alfeo, que está con Jesús, y Judas Iscariote, que va solo en la cola, más bien taciturno, como apático.
-Hermano, ¿qué te ha sucedido? -dice Santiago mientras pone una mano en el hombro de Jesús.
-¿Por qué lo preguntas?
-Porque... No sé. Todos nos lo preguntamos. Nos pareces distinto... Has venido sólo con Juan... Simón ha dicho que habías estado como invitado en casa de Cusa... No descansas... Saludas sólo a pocas personas... Da la impresión de que no quieres volver aquí... Y tu cara... ¿Ya no merecemos saber? Yo tampoco... Tú me querías... Me has dicho cosas que sólo yo sé...
-Te sigo queriendo. Pero no tengo nada que decir. He perdido un día más de lo previsto. Lo estoy recuperando.
-¿Era necesario ir al septentrión?
-Sí, hermano.
-Entonces... ¡Has sufrido! Lo percibo...
Jesús lo abraza, pasándole un brazo por detrás de la espalda a su primo:
-Ha muerto Juan de Endor, ¿lo sabes?
-Me lo ha dicho Simón mientras preparaba yo la ropa. ¿Y otras cosas?...
-Un nuevo adiós a mi Madre.
-¿Y más cosas?
Santiago, más bajo que Jesús, lo mira de abajo arriba, insistente, indagador.
-Pues que estoy contento de estar contigo, con vosotros, con Margziam. Lo voy a tener conmigo algunos meses. Lo necesita. Está triste y sufre. ¿Lo has visto?
-Sí. Pero no es nada de esto... No quieres decirlo. No importa. Te quiero aun no tratándome como amigo.
-Santiago, tú para mí eres más que un amigo. Pero mi corazón necesita descansar...
-Y, por tanto, no hablar de lo que para ti constituye dolor. Comprendo. ¿Es Judas el que te aflige?
-¿Judas? ¿Tu hermano?
-No. El otro.
-¿Por qué esta pregunta?
-No sé. Mientras estabas fuera, uno, enviado no sabemos por quién, ha venido a buscar varias veces a Judas. Él lo ha rechazado siempre, pero...
-En vosotros toda acción de Judas es siempre un delito. ¿Por qué faltar a la caridad?...
-Porque siempre está tan torvo, tan turbado. Evita a los compañeros. Es apático...
-Déjalo. Hace más de dos años que está con nosotros y siempre ha sido así... Piensa en lo felices que se van a sentir los dos ancianos. ¿Y sabes por qué voy allí? Quiero confiarles el pequeño carpintero de Corazín...
Se alejan hablando. Detrás de ellos, en grupo, van los apóstoles, que han esperado a Judas para no dejarlo atrás solo, a pesar de que esté tan visiblemente hastiado, que no despierta ningún interés de tenerlo al lado.
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