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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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462- Discurso y curaciones en las fuentes
termales de Emaús de Tiberíades
El lago es todo y sólo una enorme sardónica engastada entre los montes, apenas visible al claror de las estrellas, habiéndose ocultado ya la Luna.
Jesús está solo en el verde cenador, con la cabeza reclinada encima de los antebrazos, apoyados a su vez en la mesa, junto a la lámpara, que emite sus últimos brillos. Pero no duerme. De vez en cuando levanta la cabeza, mira otra vez a los folios extendidos encima de la mesa, mantenidos abiertos por la lámpara, puesta en la parte de arriba del folio, y por los antebrazos, puestos en la parte baja, y luego reclina nuevamente la cabeza.
El silencio es absoluto. Parece dormir también el lago con su calmaría pesada. Pero luego, contemporáneos, un frufrú de viento entre las frondas, un solitario choque de ola contra la orilla, una mutación en la naturaleza, yo diría: un crepitar de elementos que se despiertan. La no-luz del alba inicial es ya una luz, aun cuando la vista no se dé cuenta todavía al extender la mirada por el jardín desierto.
Es el espejo del lago el que da el indicio de este renacer de la luz, porque su sardónica negra, plúmbea, se hace más clara, y lentamente, reflejando el cielo que va blanqueciendo, de plúmbeo pasa a gris-pizarra y luego a gris-hierro; luego, a ópalo; en fin, vésele reflejar el cielo con un paradisíaco, azulado titilar de aguas.
Jesús se pone en pie, recoge los folios, toma la lámpara, que con el primer soplo de la brisa se ha apagado, y se dirige hacia la casa. Encuentra en el camino a una doméstica, que hace una reverencia: luego, a un jardinero, que va a los parterres, y con él intercambia un saludo. Entra en el atrio, donde otros criados realizan las tareas primeras.
-La paz a vosotros. ¿Podríais llamar a los míos?
-Ya se han levantado, Señor. Y el carro para las mujeres está ya preparado. También Juana está levantada. Está en el atrio interior.
Jesús va, por dentro de la casa, al atrio que mira a la calle. Allí, en efecto, están todos reunidos.
-Vamos. Madre, el Señor esté contigo. María, contigo también, y que mi paz os acompañe. Adiós, Simón. Lleva mi paz a Salomé y a los niños.
Jonatán abre la pesada puerta. En la calle espera el carro cubierto. La calle, entre casas, completamente desierta, no tiene todavía mucha luz. Las mujeres suben, con su pariente, y el carro se pone en marcha.
Vamos enseguida también nosotros. Andrés, adelántate corriendo, ve donde están las barcas y di a los mozos que nos alcancen en Tariquea.
-¿Cómo? ¿Vamos a pie? Nos retrasaremos...
-No importa. Precededme mientras me despido de Juana.
Los apóstoles se ponen en camino...
-Yo te sigo, Señor. O, mejor, te precedo, porque iré con la barca.
-Tendrás que esperar mucho...
-No importa. Déjame ir.
-Sea como quieres. ¿Cusa no está?
-No ha regresado a casa, Señor.
-Le dirás que lo saludo y lo exhorto a ser justo. Acaricia por mí a los niños, Y.., tú, que has comprendido a tu Maestro, persuade a Cusa de que está en un error, y con él todos aquellos que quieren hacer del Cristo un rey temporal.
También Jesús sale a la calle y, raudo, alcanza a los apóstoles.
-Vamos por el camino de Emaús. Muchos necesitados van a las fuentes, quién en busca de curación, quién en busca de limosna.
-Pero nosotros no tenemos una perra... -objeta Santiago de Zebedeo.
Jesús no responde.
Los caminos se van poblando de minuto en minuto, y de dos clases muy distintas de personas: hortelanos, vendedores, criados, esclavos, lugareños, que se apresuran a ir a las distintas actividades; y gente de mundo, rica, que van también, en literas
o en cabalgaduras, hacia las fuentes, que, si han de curar, supongo que son termales.
Tiberíades debe ser verdaderamente un poco cosmopolita, porque entre la gente se ven personas de naciones distintas. Hay romanos signados por el peso de una vida ociosa y viciosa; griegos atildados, ciertamente no menos licenciosos que los romanos, pero con una máscara -huella del vicio-de distinta expresión de la de los latinos. Hay gente de la costa fenicia; y hebreos, en su mayoría ancianos. Acentos, lenguas, vestidos... son distintos.
Algún rostro quebrado, de enfermo o de enferma; o rostros cansados de patricias... y rostros de gente de mundo de ambos sexos, que van en grupos, unos a caballo al lado de las literas, otros en las literas, gastando bromas, conversando sobre fútiles temas, haciendo apuestas...
El camino es hermoso: un paseo umbrío, que entre los intercolumnios de los troncos deja ver, a un lado, el lago, a otro, la campiña. El sol, ortivo, reaviva los colores del agua y las plantas.
Muchos se vuelven a mirar a Jesús y un susurro le sigue. Palabras femeninas de admiración, sátiras de hombres, algunas burlas, también palabras enojadas. De enfermos, alguna súplica que Jesús recoge: las únicas, de entre todas las voces, que recoge y acoge.
Cuando devuelve la agilidad a los miembros de uno de Tiro, anquilosados por la artritis, la irónica indiferencia de muchos gentiles reacciona. -¡Caramba! -exclama un viejo romano con cara abolsada de crapuloso -¡Caramba! ¡Qué bien curarse uno así! Yo lo llamo. -Nada que ver contigo, viejo Sileno. ¿Qué harías, una vez curado?
-¡Volver a los placeres!
-Entonces es inútil ir al triste Nazareno.
-Yo voy, y me apuesto lo que tengo a que...
-No apuestes. Pierdes.
-Déjalo que apueste. Está todavía borracho. Nos gozamos su dinero.
El viejo, tambaleándose, baja de la litera y llega a donde Jesús, que está escuchando a una madre hebrea que le habla de su hija, una palidecida muchacha a la que lleva de la mano.
-No temas, mujer. Tu hija no morirá. Vuelve a casa. No la lleves a las fuentes. No recuperaría la salud del cuerpo y perdería la pureza del alma. Son lugares de licencia degradante -y lo dice bien fuerte, de forma que todos oigan.
-Tengo fe, Rabí. Vuelvo a mi casa. Bendice a tus siervas, Maestro.
Jesús las bendice y hace ademán de empezar a andar. El romano le tira de la túnica:
-Cúrame -ordena.
Jesús lo mira y pregunta:
-¿Dónde?
Los romanos, y con ellos algunos griegos y fenicios, se han agrupado y se ríen irónicamente y hacen apuestas.
Algunos israelitas, que se han apartado, y susurran: « ¡Profanación! ¡Anatema!» y otras palabras por el estilo, se detienen con curiosidad a pesar de todo...
-¿Dónde? -pregunta Jesús.
-Por todas partes. Estoy enfermo... ¡Ji! ¡Ji! ¡Ji!
Tan extraño es el sonido que le sale de la boca, que no sé si se está riendo o si llora. Parece como si la grasa fláccida que años de vicio le han dejado oprimiera hasta las cuerdas vocales. El hombre enumera sus quebrantos y expresa su miedo de morir.
Jesús lo mira severamente y responde:
-Efectivamente, debes temer la muerte, porque te has matado a ti mismo -y le vuelve la espalda.
El otro trata de sujetarlo por el vestido, mientras los presentes se ríen sarcásticamente. Pero Jesús se libera de la presa y se marcha.
-¡Pulgar hacia abajo, Apio Fabio! ¡Pulgar hacia abajo! El llamado rey de los judíos no te ha concedido la gracia. Danos la bolsa. Apuesta perdida.
Se forma un alboroto de griegos y romanos que rodean al defraudado, el cual, con un empujón, los aparta y se echa a correr lo que puede, pues está muy obeso, tirándose hacia arriba el vestido, bamboleándose con toda su masa sebosa. Pero tropieza y se cae en el polvo en medio de las carcajadas de sus amigos, que lo arrastran hasta un árbol, contra cuyo tronco el ebrio se estrecha, y llora con ese llanto desabrido de los borrachos.
Los manantiales están, sin duda, cercanos, porque la densidad de gente es cada vez mayor, afluyendo de muchos caminos hacia un solo lugar. Olor de aguas sulfurosas se detiene en el aire.
-¿Bajamos hacia la orilla para evitar el contacto con estos impuros? -pregunta Pedro.
-No son todos impuros, Simón. Entre ellos hay también muchos de Israel -dice Jesús.
Llegan a las termas: una serie de edificios blancos de mármol, con paseos entre ellos, de cara al lago, separados de éste por una especie de vasta plaza con árboles, bajo los cuales los que aquí han venido pasean en espera del baño o reaccionan después de éste.
Unas cabezas de medusa de bronce, que sobresalen por la pared de un edificio arrojan aguas humeantes a un estanque de mármol que, blanco por fuera, está enrojecido por dentro, como recubierto de hierro oriniento. Muchos hebreos van a las fuentes y beben en copas el agua mineral. Sólo veo hacer esto a los hebreos y en este pabellón. Creo adivinar que los israelitas observantes quieren tener su propio lugar para evitar contactos con los gentiles.
Hay muchos enfermos en camillas, en espera de la cura, y al ver a Jesús muchos de ellos gritan:
-¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mi!
Jesús se dirige hacia éstos. Paralíticos, artríticos, anquilosados, o con huesos fracturados que no se sueldan, enfermos de anemias, de glándulas, mujeres ajadas antes de tiempo, niños anticipadamente adultos. Y luego, bajo los árboles, mendigos que piden limosna lastimeramente.
Jesús se detiene donde están los enfermos. Se extiende la voz de que el Rabí va a hablar y curar. La gente, incluso la de otras razas, se acerca a ver.
Jesús mira a su alrededor. Sonríe al ver salir, todavía con el pelo húmedo de la ducha que ha tomado, al griego enviado por Síntica. Alza enseguida la voz para ser oído:
-La misericordia abre las puertas a la gracia. Sed misericordiosos para obtener misericordia. Todos los hombres son pobres en algo: unos en monedas, otros en afectos, otros en la libertad, otros en la salud. Y todos los hombres tienen necesidad de ayuda del Dios que ha creado el Universo y que puede, único Padre, socorrer a sus hijos.
Hace una pausa, como para dar tiempo a la gente de elegir si venir a escuchar o irse a los baños. Pero los baños están olvidados por la mayor parte. Israelitas o gentiles se agolpan para oír, y no faltan romanos escépticos que esconden su curiosidad con el comentario chistoso:
-Hoy no falta el orador para hacer de este lugar termas romanas.
El griego Zenón hiende la multitud gritando:
-¡Por Zeus! ¡Estaba para salir para Tariquea y te encuentro aquí!
Jesús prosigue:
-Ayer alguien me dijo: "Es difícil poner en práctica lo que Tú haces". No, no es difícil. Mi doctrina se funda en el amor, y el amor no es nunca difícil de llevarse a cabo. ¿Qué predica mi doctrina? El culto a un verdadero Dios, el amor a nuestro prójimo.
El hombre, eterno niño, tiene miedo de las sombras, y sigue las quimeras porque no conoce el amor. El amor es sabiduría y luz. Es sabiduría porque desciende a instruir; es luz porque viene a iluminar. Donde hay luz desaparecen las sombras, donde hay sabiduría mueren las quimeras.
Entre los que me están escuchando hay gentiles. Éstos dicen: "¿Dónde está Dios?". Dicen: "¿Quién nos asegura que tu Dios sea el verdadero?". Dicen: "¿Con qué nos aseguras que eres veraz en lo que dices?". No son sólo los gentiles los que dicen esto. También otros me preguntan:
"¿Con qué poder haces estas cosas?". Con el poder que me viene del Padre, de aquel Padre que ha puesto todas las cosas al servicio del hombre, su criatura predilecta, y que me manda a instruir a los hombres, mis hermanos.
¿Podrá el Padre, que ha dado poder a las entrañas de la tierra de hacer medicamentosas a las aguas de las fuentes, haber limitado el poder a su Cristo?
¿Y quién, qué Dios, sino el Dios verdadero, podrá conceder al Hijo del hombre hacer prodigios que dan nueva vida a los miembros destruidos? ¿En qué templo de ídolos se ve que los ciegos recuperen la vista y los paralíticos el movimiento; en cuál los moribundos, ante un "quiero" de un hombre, se alzan más sanos que los sanos?
Pues bien, Yo, para dar gloria al Dios verdadero y para hacer que vosotros lo conozcáis y alabéis, digo a estos que están reunidos aquí, cualquiera que fuere su raza y religión, que obtendrán la salud que piden a unas aguas, y que la obtendrán por mí, Agua viva, que doy la vida del cuerpo y del espíritu a quien cree en mí y practica la misericordia con recto corazón. Yo no pido cosas difíciles. Pido un movimiento de fe y uno de amor.
Abrid el corazón a la fe. Abrid el corazón al amor. Dad para recibir. Dad las pobres monedas para recibir de Dios ayuda. Empezad a amar a los hermanos. Sabed tener misericordia. Los dos tercios de vosotros están enfermos por su egoísmo y concupiscencia. Demoled el egoísmo, frenad las concupiscencias. Ganaréis en salud física y en sabiduría. Demoled la soberbia. Y obtendréis el favor del verdadero Dios. Os pido la limosna para los pobres y luego os daré la gracia de la salud.
Y Jesús levanta un extremo del manto y lo extiende para recibir las monedas, las muchas monedas que paganos e israelitas se apresuran a echar. Y no se da únicamente monedas, sino también anillos y otras joyas, echados con desprendimiento por las mujeres romanas, las cuales, al llegar donde Jesús, lo miran, y alguna susurra alguna palabra, a la que Jesús asiente o responde brevemente.
Las ofrendas han terminado.
Jesús llama a los apóstoles para que lleven a su presencia a los mendigos, y, con la misma rapidez con que el montón se había formado, desaparece hasta la última moneda. Quedan joyas que Jesús, al no haber en ese lugar nadie que las compre, y así transformarlas en monedas, devuelve a sus donadoras. Y para consolar a éstas les dice:
-El deseo equivale al acto. La ofrenda que habéis dado es igualmente preciosa que si hubiera sido distribuida, porque Dios ve el pensamiento del hombre.
Luego se yergue y grita:
-¿De quién me viene el poder? Del verdadero Dios. Padre, muestra tu esplendor en tu Hijo. En tu nombre ordeno a las enfermedades: ¡alejaos!
Y se produce eso ya visto muchas veces: enfermos que toman nueva vida, tullecidos que se enderezan, paralíticos que se mueven. Y se produce que los rostros toman color, los ojos lucen, se elevan gritos de hosanna, los romanos se felicitan recíprocamente, y entre éstos hay dos mujeres y un hombre que han recobrado la salud y quieren imitar a los sanados de Israel, y, no llegando todavía a humillarse como los hebreos con el beso a los pies del Cristo, hacen una reverencia, toman un extremo del manto y lo besan.
Y luego Jesús, eludiendo a la multitud, reanuda el camino.
Pero no la elude, porque, excepto algún obstinado gentil o algún hebreo aún más culpablemente obstinado, todos lo siguen por el camino que va a Tariquea.
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