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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
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[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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332- La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe vuelve a unirse al Maestro
Jesús está reunido con los seis en una habitación donde hay yacijas muy míseras, arrimadas unas a otras.
El espacio que queda libre apenas si consiente andar de un lado a otro de la estancia. Comen su más que humilde comida sentados encima de los lechos, porque no hay ni mesa ni asientos. Pasa un rato y Juan va a sentarse en el alféizar de la ventana, en busca de sol.
Por eso él es el primero que ve a los esperados Pedro, Simón, Felipe y Bartolomé, que vienen en dirección a la casa. Les da una voz y sale corriendo, seguido por todos. Se queda sólo Jesús, el cual los únicos movimientos que hace son ponerse en pie y volverse hacia la puerta para mirar...
Entran los llegados. Es fácil imaginar la exuberancia de Pedro; también, la reverencia profunda de Simón Zelote. Lo que causa sorpresa es la actitud de Felipe, y especialmente la de Bartolomé. Entran, yo diría que casi con temor, con congoja, y, a pesar de que Jesús les abra los brazos para intercambiar con ellos el ósculo de paz que ya ha dado a Pedro y a Simón, ellos caen de rodillas y se curvan hasta tocar casi con la frente en el suelo, y besan los pies de Jesús. Permanecen así... Y los suspiros ahogados de Bartolomé denuncian que llora silenciosamente sobre los pies de Jesús.
-¿Por qué esta congoja, Bartolmái? ¿No vienes a los brazos de: Maestro? ¿Y tú, Felipe, por qué tan temeroso? Si no supiera que sois dos hombres honestos, en cuyo corazón no puede anidar la malicia, tendría que sospechar que sois culpables de algo. Pero no es así. ¡Ánimo, pues! Hace mucho que deseo vuestro beso y ver la límpida mirada de vuestros ojos fieles...
-También nosotros, Señor... -dice Bartolomé, levantando su cara, en que brillan las lágrimas -Tú has sido nuestro único deseo Nos preguntábamos en qué podíamos haberte desagradado para merecer tanta separación. Nos parecía una cosa injustificada... Pero ahora sabemos... ¡Oh, perdón, Señor! Te pedimos perdón. Sobre todo yo, porque Felipe ha estado separado de ti por mí. A él ya le he pedido perdón.
Yo, yo sólo culpable, yo, el viejo israelita reticente a renovarse, yo, que te he causado dolor...
Jesús se inclina y lo alza con la fuerza, como alza también a Felipe, y, juntos, los aprieta entre sus brazos, mientras dice:
-¿Pero de qué te acusas? No has hecho nada malo. ¡Ningún mal! Y Felipe tampoco. Sois mis amados apóstoles, y hoy me siento verdaderamente feliz de teneros conmigo, de nuevo juntos, para siempre...
-No, no... Durante mucho tiempo hemos ignorado el motivo por el que, justamente, has desconfiado de nosotros hasta el punto de excluirnos de tu familia apostólica. Pero ahora lo sabemos... y te pedimos perdón, perdón, perdón; yo especialmente. Jesús, Maestro mío...Y Bartolomé lo mira con congoja, con amor, con compasión. Siendo anciano como es, parece un padre mirando a su hijo afligido, examinando su rostro, más afilado a causa de una pena que no había intuido, y en el cual antes no había notado el enflaquecimiento, el envejecimiento... Entonces, nuevas lágrimas gotean en las mejillas de Bartolomé. Y exclama:
-¿Pero qué te han hecho? ¿Qué nos han hecho, para hacernos sufrir a todos de este modo? Parece como si un espíritu malo hubiera entrado entre nosotros, para turbarnos, para volvernos tristes, débiles, apáticos, necios... Necios hasta el punto de no comprender que Tú sufrías... Es más, hasta el punto de aumentarte el sufrimiento con nuestras mezquindades, cerrazones, respetos humanos, y con nuestras vejeces, las de nuestro hombre viejo... Sí, el hombre viejo ha triunfado en nosotros, siempre, y tu vitalidad perfecta no nos ha podido renovar nunca.
¡Esto, esto es lo que no me deja tranquilo! No he sabido renovarme, comprenderte, seguirte, con todo mi amor... Te he seguido sólo materialmente... Pero Tú... Tú querías que te siguiéramos espiritualmente... y te comprendiéramos en tu perfección... para ser capaces de perpetuarte... ¡Oh!
¡Maestro mío! ¡Maestro mío, que un día te marcharás, después de tantas luchas, insidias, desazones, después de tantos dolores, y con el dolor de vernos todavía inmaduros!...
Y Bartolomé reclina su cabeza en el hombro de Jesús y llora, lleno de desolación, compungido por la conciencia de haber sido un discípulo obtuso.
-No te achiques, Natanael. Ves todo esto como una enormidad que te sorprende. Pero tu Jesús sabía que sois hombres... y no pretende nada por encima de cuanto podáis dar.
¡Ah, me daréis todo, absolutamente todo! Mas ahora tenéis que crecer, formaros... Es una obra lenta. Pero sé esperar. Y gozo con vuestro crecimiento. Porque es un crecimiento continuo en mi Vida. Incluso tu llanto, y la concordia de los que estaban conmigo, y la piedad que ha sustituido a las intransigencias que constituían vuestra naturaleza, a egoísmos, a avaricias espirituales; incluso vuestra seriedad actual: todo es fase de crecimiento en mí.
Animo, pues. Queda en paz, porque Yo sé. Todo. Conozco tu honestidad, tu buena fe, tu generosidad, tu sincero amor. ¿Dudar Yo de mi sabio Bartolmái y de Felipe, tan equilibrado y fiel? Sería hacer un agravio a mi Padre, que me ha concedido el contaros entre los más amados. Pero ahora... ¡venga, vamos a sentarnos aquí!, y que quien ya haya descansado se ocupe de los hermanos cansados y hambrientos, ofreciéndoles comida y descanso. Entretanto contad a vuestro Maestro y a los hermanos lo que ellos ignoran.
Y se sienta en su yacija, teniendo consigo, a ambos lados, a Felipe y a Natanael; Pedro y Simón se sientan en la yacija que hay frente a Jesús: unas rodillas contra otras.
-Habla tú, Felipe. Yo ya he hablado. Y tú has sido más justo que yo en este tiempo...
-¡Oh! ¡Bartolomé! ¡Justo! Sólo había entendido que el hecho de no naber querido que estuviéramos a su lado no era ni animosidad ni cambio voluble del Maestro respecto a nosotros... Intentaba tranquilizarte así... tratando de impedirte que pensaras en cosas que te habrían dado dolor por haberlas pensado, y remordimiento. Yo tenía sólo un remordimiento: haberte retenido la desobediencia al Maestro cuando querías seguir a Simón de Jonás, que iba por Margziam a Nazaret... Después... te veía sufrir tanto en el cuerpo y en el alma, que decía: "¡Mejor hubiera sido dejarle hacer lo que quería!
El Maestro le habría perdonado su desobediencia, y Bartolomé no se seguiría envenenando el alma con estas ideas"... Pero tú mismo puedes ver que, si hubieras partido, no habrías tenido nunca la clave del misterio... y quizás tu sospecha sobre la volubilidad del Maestro no habría desaparecido ya nunca. Sin embargo, así...
-Sí. Sin embargo, así he entendido. Maestro, Simón de Jonás y Simón Zelote -los asalté con mis preguntas para saber muchas cosas o para que me confirmaran muchas otras que ya sabía -me dijeron solamente: "El Maestro ha sufrido mucho; tanto, que ha adelgazado y se ha envejecido. Y todo Israel, nosotros los primeros, tenemos la culpa. Él nos ama y perdona. Pero desea no hablar del pasado. Por tanto os aconsejamos que ni preguntéis ni habléis...". Pero yo quiero hablar. Preguntar, no preguntaré. Pero debo hablar.
Para que Tú sepas. Porque ninguna cosa presente en el alma de tu apóstol te debe quedar celada. Un día -ya llevaban varios fuera Simón y los otros -vino a verme Micael de Caná. Un poco pariente, muy amigo, compañero de estudios ya desde la infancia... El, estoy seguro, venía con buena fe. Por afecto hacia mí. Pero quien le enviaba no tenía buena fe. Quería saber por qué yo me había quedado en casa... mientras que los otros se habían marchado. Y me dijo: "¡Entonces es verdad! Te has separado porque eres un buen israelita y no puedes aprobar ciertas cosas. Y de buena gana te dejan separado los otros, empezando por Jesús de Nazaret, porque están seguros de que no los ayudarías ni siquiera con la complicidad del silencio.
¡Haces bien' Reconozco en ti al hombre de tiempos pasados.
Creía que te habías corrompido, que habías renegado de Israel. Haces bien, por tu espíritu y por tu bienestar y el de los tuyos. Porque lo que está sucediendo no será perdonado por el Sanedrín, y serán perseguidos los que hayan participado en ello". Yo le dije: "¿Pero de qué estás hablando? Ya te he dicho que recibí la orden de quedarme en casa por la estación que era. Eso por una parte, y también por si venían peregrinos, para encaminarlos hacia Nazaret, o decirles que esperasen al Maestro para el final de Sabat en Cafarnaúm. ¿Y tú me hablas de separaciones, complicidades, persecuciones! ¡Explícate!...". ¿No es verdad que le dije eso, Felipe?
Felipe asiente con un gesto.
-Entonces -prosigue Bartolomé -Micael me dijo que se sabía que Tú te mostrabas rebelde al consejo y a la orden de los miembros del Sanedrín, porque seguías teniendo contigo a Juan de Endor y a una griega... Señor, te causo dolor, ¿verdad? Pero... tengo que hablar. Te pregunto: ¿Es verdad que estaban en Nazaret?
-Sí. Es verdad.
-¿Es verdad que partieron contigo?
-Sí. Es verdad.
-¡Felipe, Micael tenía razón! ¿Pero cómo podía saberlo?
-¡Pero hombre, si son las serpientes que me pararon a mí, y a Simón, y quién sabe a cuántos más! Son las víboras de siempre ̿ dice Pedro, vehemente.
Jesús, sin embargo, sereno pregunta:
-¿No te dijo nada más? Sé totalmente sincero con tu Maestro.
-Nada más. Quería saber por boca mía... Pero yo le mentí a Micael. Dije: "Hasta Pascua estoy en mi casa". Por miedo a que me siguiera, por miedo a que... no sé... Por miedo a perjudicarte... Y entonces comprendí también por qué me habías dejado... Habías sentido que yo era todavía demasiado Israel...
Bartolomé llora de nuevo...
…Y dudaste de mí...
-No. ¡Eso no! En absoluto. En ese momento no se necesitaba tu presencia junto a tus compañeros; sin embargo, eras necesario, como puedes ver, en Betsaida. A cada uno su misión. A cada edad sus fatigas...
-¡No, no! No me vuelvas a separar por ninguna fatiga, Señor. No tengas en cuenta nada... Tú eres bueno. Pero yo quiero estar contigo. Es un castigo estar lejos de ti... Y yo, necio, incapaz de todo, hubiera podido al menos consolarte, si no podía hacer otra cosa. He comprendido...
Has enviado a éstos con los dos... No me lo digas. No quiero saberlo. Pero siento que es así y lo digo. Pues entonces, habría podido, y debido, estar contigo. Pero Tú no me has tomado contigo como castigo por ser tan reacio a hacerme "nuevo". Pero, te juro, Maestro, que lo que he sufrido me ha renovado, y que jamás volverás a ver al viejo Natanael.
-Como puedes ver, el sufrimiento ha terminado para todos en alegría. Ahora nos pondremos en marcha, al encuentro de Tomás y Judas. Sin esperar a que vayan al lugar establecido. Luego, con ellos, seguiremos caminando...
¡Hay mucho que hacer!... Mañana nos pondremos en camino. Pronto.
-Y harás bien. Porque el tiempo se pone nórtico. Una desgracia para los cultivos... -dice Felipe.
-¡Pues sí! Las últimas granizadas han quemado en franjas los campos. ¡Si lo hubieras visto, Señor! Parece como si hubiera pasado el fuego por ciertos lugares. Y lo curioso es que son así verdaderamente: devastaciones en franjas -dice Pedro.
-En vuestra ausencia, ha granizado mucho. Un día, a mitad de la luna de Tébet, parecía un flagelo. Me dicen que en la llanura algunos tienen que volver a sembrar. Hacía más calor antes. Pero, desde entonces, se busca el sol con placer. Se vuelve para atrás... ¡Qué signos más extraños!
¿Qué serán? -pregunta Felipe.
-Sólo efectos de lunaciones. No le des importancia. No son éstas las cosas que deben causar impresión. Además, nosotros iremos hacia la llanura, y la marcha será bonita. Frío, pero no mucho; en cambio, tiempo seco. Entretanto, venid. En la terraza hay buen sol. Estaremos ahí arriba descansando todos juntos...
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