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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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314- La cena en la casa de Nazaret.
La dolorosa partida
Y ya llegó la noche. Otra noche de despedida para la casita de Nazaret y sus habitantes. Otra cena durante la cual la pena quita las ganas de comer a las bocas y pone taciturnas a las personas.
Están sentados a la mesa Jesús, Juan y Síntica, Pedro, Juan, Simón y Mateo. Los demás no han podido: ¡es tan pequeña la mesa de Nazaret! ¡Hecha realmente para una pequeña familia de justos, que, al máximo, pueden invitar a sentarse al peregrino y al afligido, para ofrecerles un alivio más de amor que de alimento! A1 máximo, esta noche, se hubiera podido sentar a la mesa Margziam, porque es un niño, y muy menudito, que ocupa poco sitio...
Pero Margziam, muy serio y silencioso, está comiendo en un rincón, sentado en una banquetita, a los pies de Porfiria -para quien la Virgen ha reservado su silla del telar -, que, sumisa y silenciosa, come la comida que le han dado, mirando con ojos compasivos a los dos que están para partir.
Estos tratan de tragar sus bocados con la cabeza muy baja para esconder el rostro excoriado por las lágrimas. Los demás, o sea, los dos hijos de Alfeo, Andrés y Santiago de Zebedeo, se han instalado en la cocina, junto a una especie de hintero. Pero se les ve por la puerta abierta.
María Santísima y María de Alfeo van y vienen sirviendo a
éstos y a aquéllos, maternales, acongojadas, tristes. Y, si María santísima acaricia con su sonrisa -muy dolorosa esta noche -a aquellos a quienes se acerca, María de Alfeo, menos reservada y más campechana, une a la sonrisa el acto y la palabra, y más de una vez anima, añadiendo una caricia o incluso un beso, según quién sea la persona favorecida, a éste o a aquél a nutrirse tomando los alimentos más apropiados para su físico y para el próximo viaje.
Tanto se aplica a convencer al exhausto Juan -que en estos días de espera está aún más demacrado -para que coma esto o aquello, alabando su sabor y sus propiedades salutíferas, que deduzco que, por amor compasivo hacia él, le daría de comer a sí misma. Pero, a pesar de sus... seducciones, los alimentos se quedan casi intactos en el plato de Juan, y María de Alfeo se aflige por ello como una madre que ve que su lactante rechaza el pezón.
-¡Pero así no puedes partir, hijo! -exclama. Y, movida por la maternidad de su alma, no reflexiona que Juan de Endor tiene más o menos su edad y que el nombre de hijo está mal dado. Pero ella ve en él sólo una criatura que sufre, y por ello, no encuentra sino este nombre para consolarlo...
-Te va a hacer daño viajar con el estómago vacío en esa carreta tambaleante con el frío húmedo de la noche. Y, además, ¡a saber cómo comeréis durante este horrible y largo viaje!... ¡Eterna piedad! ¡Por mar tantas millas! Yo me moriría de miedo. Y costeando tierras fenicias. ¡Y luego!... ¡peor todavía! Claro, el patrón de la nave será filisteo, o fenicio, o de alguna otra nación infernal... y no tendrá piedad con vosotros... ¡Venga, hombre, ahora que tienes todavía a tu lado a una madre que te quiere!...
Come: sólo un trocito de este pescado bonísimo... Aunque sólo sea por contentar a Simón de Jonás, que lo ha preparado en Betsaida con mucho amor y hoy me ha enseñado a cocinarlo de esta manera, para ti y para Jesús, para que os dé muchas fuerzas. ¿No te apetece realmente?...
Entonces... ¡Ah, esto si que te lo comerás! -y va ligera hacia la cocina y vuelve con una bandeja repleta de una humeante polentita. No sé lo que es... Ciertamente un tipo de harina, o de granos cocidos en leche hasta deshacerlos:
«Mira, esto lo he hecho yo, porque me he acordado de que un día hablaste de ello como de un dulce recuerdo le tu niñez... Es rico y bueno. ¡Venga, un poco!».
Juan se deja meter en el plato alguna cucharada de este blando manjar, y trata de tragarlo; pero las lágrimas descienden para mezclar su sal con el alimento mientras pliega aún más su rostro hacia el plato.
Los otros reciben con muchos signos de alegría este alimento (quizás una gollería). Sus rostros se han iluminado al verlo. Margziam se ha puesto de pie... pero luego ha sentido la necesidad de preguntarle a María Santísima:
-¿Lo puedo comer? Faltan todavía cinco días para el final del voto...
-Sí, hijo mío. Lo puedes comer -dice María con una caricia.
Pero el niño vacila todavía. Entonces María, para calmar los escrúpulos del pequeño discípulo, consulta a su Hijo:
-Jesús, Margziam pregunta si puede comer la cebada monda… por la miel, que hace que sea un plato dulce, ¿sabes?...
-Sí, sí, Margziam. Esta noche te dispenso Yo de tu sacrificio, a condición de que Juan se coma también su cebada con miel. ¿Ves cómo lo desea el niño? Pues ayúdale a conseguir esto.
Y Jesús, que está al lado de Juan, le toma la mano y se la sujeta mientras éste se esfuerza, obediente, en terminar su cebada. María de Alfeo ahora está más contenta. Y vuelve al asalto con un buen plato de peras cocidas en el horno, humeantes. Entra, del huerto, con su bandeja y dice:
-Llueve. Empieza ahora. ¡Qué pena!
-¡No, mujer, no! ¡A1 revés! ¡Es mejor! Así no habrá nadie por las calles. Cuando uno se marcha, los saludos hacen siempre daño... Mejor correr con el viento en la vela y sin encontrar bajos o escollos que le hagan detenerse a uno y moverse lentamente; y los curiosos son exactamente eso: bajos y escollos... -dice Pedro, que en toda acción ve la vela y la navegación.
-Gracias, María. Pero no como más -dice Juan, tratando de rechazar la fruta.
-¡Ah, esto no! Las ha cocido María. ¿No querrás despreciar la comida hecha por ella? ¡Mira qué bien las ha preparado! Con sus especias en el agujerito... con su mantequilla en la parte baja... Deben ser un manjar regio. Almíbar. Para cocerlas tan doradas, se ha dorado también ella en el fuego del horno. Vienen bien para la garganta, para la tos... Dan calor y son medicinales. María dile cuánto bien le hacían a mi Alfeo cuando estaba enfermo. Pero las quería hechas por ti. ¡Sí, claro! ¡Tus manos son santas y dan salud!... ¡Benditos los alimentos que preparas tú!...
Estaba más tranquilo mi Alfeo después de comer esas peras... respiraba con más suavidad... ¡Pobre marido mío!... -y María aprovecha la oportunidad de la evocación para poder por fin llorar, y salir a llorar.
Quizás es un mal pensamiento mío, pero creo que, sin la pena por los dos que parten, para el "pobre Alfeo" no habría habido ni una lágrima de la consorte, esa noche...
María de Alfeo estaba llena de llanto por Juan y Síntica, y por Jesús, Santiago y Judas, que se marchan; tan llena, que abrió una salida al llanto para no ahogarse.
María toma su lugar ahora, pone delicadamente una mano en el hombro de Síntica, que está frente a Jesús, entre Simón y Mateo.
-¡Venga, ánimo, comed! ¿Queréis marcharos añadiendo a mi angustia la de que os habéis marchado casi en ayunas?
-Yo he comido, Madre -dice Síntica mientras levanta su cara cansada y signada por el llanto de varios días. Y luego la baja hacia el hombro en que está la mano de María, y roza la mejilla contra la mano menuda para recibir su terneza. María le acaricia con la otra mano los cabellos y acerca hacia sí la cabeza de Síntica, cuya cara ahora está apoyada en el pecho de María.
-Come, Juan. Te vendrá muy bien. No te puedes enfriar. Tú, Simón de Jonás, te encargarás de darle la leche caliente con miel todas las noches, o, al menos, agua muy caliente con miel. Acuérdate.
-También yo me ocuparé de ello, Madre. Puedes estar segura -dice Síntica.
-Efectivamente, estoy segura. Pero lo harás a partir de que te instales en Antioquía. Por ahora se encargará Simón de Jonás. Y acuérdate, Simón, de darle mucho aceite de oliva. Por eso te he dado esa orza. Cuida de que no se rompa. Y, si le ves más cerrado de respiración, haz como te he dicho con el otro frasco de bálsamo.
Tomas la cantidad suficiente para untarle el pecho, la espalda y la parte de los riñones, y lo calientas hasta que lo puedas tocar sin quemarte; luego le untas y le recubres enseguida con esas fajas de lana que te he dado. Lo he preparado concretamente para eso. Tú, Síntica, recuerda su composición. Para volver a hacerlo. Siempre tendrás lirios, alcanfor y díctamo, resinas, claveles, laurel, artemisias y todo lo demás. He oído que Lázaro tiene en Antigonio jardines de esencias.
-Y además magníficos -dice el Zelote, que los ha visto. Y añade: «No doy ningún consejo. Pero digo que para Juan ese lugar debería ser saludable, para el espíritu y para el cuerpo; incluso más que Antioquía. Está protegido del viento.
Tiene una brisa ligera que viene de los bosquecillos de árboles de resinas arraigados en las laderas de un pequeño collado que hace de barrera al viento del mar, pero que permite a las sales marinas beneficiosas extenderse hasta allí. Es un lugar sereno, silencioso, y, no obstante, alegre, por las mil flores y los mil pájaros que viven allí en paz... Bueno, bien, vosotros veréis lo que más os hace al caso. ¡Síntica es muy juiciosa! Porque en estas cosas es mejor ponerse en manos de las mujeres. ¿No es verdad?
-Por eso Yo confío a mi Juan al buen juicio y al buen corazón de Síntica -dice Jesús.
-Y yo también -dice Juan de Endor -Yo... yo... yo no tengo ya ninguna energía... y... ya jamás serviré para nada...
-¡Juan, no digas eso! Si el otoño desnuda los árboles, no se puede concluir que no tengan ya vitalidad; al contrario, trabajan, con celada energía, para preparar el triunfo de los próximos frutos. Tú eres lo mismo. Ahora te ves empobrecido por el viento frío de este dolor, pero, en realidad, en lo profundo de ti, trabajas ya para los ministerios nuevos. Tu propio dolor te servirá de acicate para la acción. Estoy segura. Entonces serás tú, siempre tú, el que me ayudarás a mí, que soy una pobre mujer que todavía tiene mucho que aprender para llegar a ser algo para Jesús.
-¿Pero qué crees que puedo ser ya? Ya nada tengo que hacer... ¡Estoy acabado!
-No. ¡No está bien decir eso! Sólo el que muere puede decir: "Como hombre estoy acabado". Otro no puede decirlo.
¿Crees que no tienes ya nada que hacer? Todavía te queda
lo que un día me dijiste: cumplir el sacrificio. ¿Y cómo, sino con el sufrimiento? Juan, es necio citarte a los sabios a ti, que eres un pedagogo; pero te recuerdo a Gorgias de Leontina (o Leontine). Enseñaba que sólo con los dolores y sufrimientos se expía en esta vida y en la otra. Y te recuerdo también a nuestro gran Sócrates:
"Desobedecer a quien es superior a nosotros, sea Dios u hombre, es un mal y una vergüenza". Ahora bien, si éste era un justo modo de actuar ante una injusta sentencia emanada de hombres injustos, ¿qué no será, ante una orden emanada del Hombre santísimo y de nuestro Dios? Obedecer, por el solo hecho ya de que es obedecer, es una cosa grande; grandísima será, entonces, prestar obediencia a una orden santa que juzgo -y tú conmigo debes juzgarla igual -gran misericordia. Tú siempre dices que tu vida se acerca a su fin, y todavía no sientes haber anulado tu deuda con la Justicia.
¿Por qué no juzgas, entonces, este gran dolor como un medio para anular la deuda, y además para hacerlo en el breve tiempo que te queda? ¡Un gran dolor para conseguir una gran paz! Créeme: vale la pena sufrirlo. Lo único importante en la vida es llegar a la muerte habiendo conquistado la Virtud.
-Me das ánimos, Síntica... Hazlo siempre.
-Lo haré. Lo prometo aquí. Pero tú facilítamelo, como hombre y como cristiano.
La cena ha terminado. María recoge las peras que han quedado, las mete en un recipiente y se las da a Andrés, que sale, para volver luego diciendo: -Llueve cada vez más. Yo diría que es mejor...
-Sí. Esperar siempre es más angustioso. Voy enseguida a preparar el burro. Venid también vosotros, con los arcones y todo lo demás. Tú también, Porfiria, ¡rápidamente! Eres tan paciente, que te has conquistado al asno y se deja vestir (dice exactamente esto) sin resistirse. Después se encargará Andrés, que te asemeja. ¡Venga, todos fuera!
Y Pedro incita a todos a que salgan de la habitación y de la cocina, excepto a María, a Jesús, a Juan de Endor y a Síntica.
-¡Maestro! ¡Oh, Maestro, ayúdame! ¡Llegó el momento de... sentir que se me desgarra el corazón! ¡Ha llegado, sí, el momento! ¿Por qué, Jesús bueno, no has hecho que muriese aquí, una vez experimentada la congoja de mi condena y hecho el esfuerzo de aceptarla?
Y Juan cae en el pecho de Jesús, llorando angustiosamente.
María y Síntica tratan de calmarlo. María, a pesar de que siempre es tan reservada, lo separa de Jesús, lo abraza y le dice:
-Hijo amado, hijo mío predilecto...
Síntica, entretanto, se arrodilla a los pies de Jesús y dice:
-Bendíceme, conságrame, para quedar fortalecida. Señor, Salvador, Rey, yo, aquí, en presencia de tu Madre, juro y profeso que seguiré tu doctrina y te serviré hasta el último respiro. Juro y profeso que me dedicaré a tu doctrina y a los seguidores de ella, por amor a ti, Maestro y Salvador. Juro y profeso que mi vida no tendrá ninguna otra finalidad, y que todo lo que significa mundo y carne ha muerto definitivamente para mí. Y espero, con la ayuda de Dios y de las oraciones de tu Madre, vencer al Demonio, para que no me arrastre al error y no ser condenada en la hora de tu Juicio.
Juro y profeso que no me doblegarán ni las seducciones ni las amenazas y que no tendré memoria lábil, a menos que Dios permita que suceda de otra forma. Pero espero en Él y creo en su bondad, por lo cual estoy segura de que no me dejará a merced de fuerzas oscuras más fuertes que las mías. Consagra a tu sierva, oh Señor, para que se sienta defendida de las insidias de todos los enemigos.
Jesús extiende las manos sobre su cabeza, con las palmas abiertas, como hacen también los sacerdotes, y ora por ella.
María lleva a Juan al lado de Síntica y le hace arrodillarse, y dice:
-También a él, Hijo mío, para que te sirva con santidad y paz.
Y Jesús repite el acto sobre la cabeza inclinada del pobre Juan. Luego lo levanta y hace levantarse a Síntica, pone las manos de ellos en las de María, y dice:
-Que sea ella la última que os acaricia, aquí y sale rápidamente para ir no sé a dónde.
-¡Madre, adiós! ¡No olvidaré nunca estos días! -gime Juan.
-Yo tampoco te olvidaré, amado hijo.
-Igual yo, Madre... Adiós. Déjame besarte una vez más... ¡Después de tantos años, me había saciado de besos maternos!... Pero ahora ya no... -Síntica llora en los brazos de María, que la besa.
Juan da rienda suelta a su llanto. María lo abraza también a él; ahora tiene -verdadera Madre de los cristianos -a los dos entre sus brazos, y toca apenas, con sus labios purísimos, la mejilla rugosa de Juan: un beso pudoroso, pero amorosísimo. Con el beso queda el llanto de la Virgen en la flaca mejilla...
Entra Pedro:
-Está preparado. Venga, vamos... -y no dice nada más, porque está emocionado.
Margziam, que sigue a su padre como la sombra al cuerpo, se echa al cuello de Síntica y la besa; luego abraza a Juan y lo besa, lo besa... Pero llora también él.
Salen: María, llevando de la mano a Síntica; Marziam de la mano de Juan.
-Nuestros mantos... -dice entre lágrimas Síntica, y hace ademán de entrar en las habitaciones.
-¡Están aquí, están aquí! ¡Tomad, rápido!... -Pedro se muestra rudo para no dejar ver su emoción; pero, detrás de los dos que ahora se arropan en sus mantos se enjuga las lágrimas con el dorso de la mano...
Al otro lado del seto, el farolillo trémulo del carro dibuja un cerco amarillo en el ambiente oscuro... Se oye el susurro de la lluvia entre el ramaje de los olivos, y su choque contra el pilón rebosante de agua... Una paloma, despertada por la luz de las lámparas que llevan los apóstoles amparadas bajo los mantos, bajas, para iluminar los senderos llenos de charcos, zurea quejumbrosamente...
Jesús ya está al pie del carrito, sobre el cual ha sido
extendida como techo una manta.
-¡Venga, venga, que llueve recio -incita Pedro. Y, mientras Santiago de Zebedeo sustituye a Porfiria en los ramales, él, sin muchas ceremonias, levanta del suelo a Síntica y la pone en el carro, y, todavía más expeditivamente, agarra a Juan de Endor y lo mete encima del carro; sube él, y da un fustazo tan enérgico al pobre burro, que éste, casi llevándose por delante a Santiago, empieza a correr inmediatamente. Y Pedro insiste hasta que llegan al camino propiamente dicho, bastante lejos de las casas... Un último grito de despedida sigue a los que parten, que lloran inconteniblemente...
Pedro para luego al burro fuera de Nazaret, para esperar a Jesús y a los demás, que no tardan en darles alcance caminando ligeros bajo la lluvia que arrecia.
Toman un camino entre las huertas, para ir de nuevo hacia el norte de la ciudad sin cruzarla. Pero Nazaret está oscuro y duerme bajo el agua gélida de la noche de invierno... y creo que ni los que están despiertos oyen el chocar de los cascos del asno, poco perceptibles contra el suelo de tierra empapado...
La comitiva avanza con el máximo silencio. Sólo se oyen los sollozos de los dos discípulos, mezclados con el rumor de la lluvia entre las frondas de los olivares.
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