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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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458- Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre los dones de Dios
Llegan a los bordes del lago, en los aledaños de Guerguesa, cuando el ocaso rojo se transforma en crepúsculo violáceo y sereno.
La ribera está llena de gente que prepara las barcas para la pesca nocturna o que se baña con gusto en las aguas del lago, un poco picado por el viento que lo surca.
Pronto es visto Jesús, y reconocido; de forma que antes de que pueda entrar en la ciudad la ciudad sabe que ha venido, y se produce la consabida afluencia de gente que acude a escucharlo.
Entre la gente se abre paso un hombre, diciendo que por la mañana habían venido a buscar a Jesús de Cafarnaúm, y que vaya lo antes que pueda.
-Esta misma noche. No me quedo en Guerguesa. Como nuestras barcas no están aquí, os pido que me prestéis las vuestras.
-Como quieras, Señor. Pero ¿nos vas a hablar antes de partir?
-Sí, incluso para despedirme de vosotros. Pronto dejaré Galilea...
Una mujer, llorando, lo llama de entre la multitud, mientras suplica que la dejen pasar para ir donde el Maestro.
-Es Arria, la gentil que se ha hecho hebrea por amor. Una vez curaste a su marido. Pero...
-Me acuerdo. ¡Dejadla pasar!
La mujer se acerca. Se arroja a los pies de Jesús. Llora.
-¿Qué te pasa, mujer?
-¡Rabí! ¡Rabí! ¡Piedad de mí! Simeón...
Uno de Guerguesa le ayuda a hablar:
-Maestro, usa mal la salud que le diste. Se ha hecho duro de corazón, rapiñador; y ya ni siquiera parece israelita. La verdad es que la mujer es mucho mejor que él, a pesar de haber nacido en tierras paganas. Y su dureza y rapacidad le acarrean peleas y odios. Y por una pelea ahora está muy malherido en la cabeza, y el médico dice que casi es seguro que se quede ciego.
-¿Y Yo qué puedo en ese caso?
-Tú... curas... Ella, ya lo ves, se desespera... Tiene muchos hijos, y pequeños todavía. La ceguera de su marido significaría miseria para la casa... Es verdad que es dinero mal ganado... Pero la muerte sería una desventura, porque un marido es siempre un marido, y un padre es siempre un padre, aunque en vez de amor y pan dé traiciones y palos...
-Lo curé una vez y le dije: "No peques más". Él ha pecado más. ¿No había prometido, acaso, que no iba a pecar más? ¿No había hecho voto de no volver a ser usurero y ladrón, si Yo lo curaba; es más, de devolver a quien pudiera lo mal adquirido, y de usar lo mal adquirido -para el caso de no poder devolverlo-en favor de los pobres?
-Maestro, es verdad. Yo estaba presente. Pero... el hombre no es firme en sus propósitos.
-Es como dices. Y no sólo Simeón. Muchos son los que, como dice Salomón, (Proverbios ll, l; 20, l0 y 23 y 25) tienen dos pesos y balanza falsa, y no sólo en el sentido material, sino también cuando juzgan y actúan y en su comportamiento para con Dios. Y es también Salomón el que dice:
"Desastroso para el hombre el fervor ligero por lo santo y, tras hacer un voto, volverse atrás". Y, sin embargo, son demasiados los que esto hacen... Mujer, no llores. Pero escucha y sé justa, pues que has elegido religión de justicia. ¿Qué elegirías, si te propusiera dos cosas, éstas: curar a tu marido y dejarlo vivir para que siga burlándose de Dios y acumulando pecados sobre su alma, o convertirlo, perdonarlo y luego dejarlo morir?
Elige. Haré lo que elijas.
La pobre mujer se encuentra en una lucha muy acerba. El amor natural, la necesidad de un hombre que bien o mal gane para los hijos la moverían a pedir "vida"; su amor sobrenatural hacia su marido la mueve a pedir "perdón y muerte". La gente calla, atenta, conmovida, en espera de la decisión.
Al fin, la pobre mujer, arrojándose de nuevo al suelo, abrazándose a la túnica de Jesús como buscando fuerzas, gime:
-La vida eterna... Pero ayúdame, Señor... -y tanto languidece, rostro en tierra, que parece que muere.
-Has elegido la parte mejor. Bendita seas. Pocos en Israel te igualarían en temor de Dios y justicia. Levántate. Vamos donde él.
-¿Pero realmente lo vas a hacer morir, Señor? ¿Y yo qué voy a hacer?
La criatura humana renace del fuego del espíritu como el fénix mitológico; y sufre y zozobra humanamente...
-No temas, mujer. Yo, tú, todos confiamos al Padre de los Cielos todas las cosas, y El obrará con su amor. ¿Eres capaz de creer esto?
-Sí, mi Señor...
-Entonces vamos, diciendo la oración de todas las
peticiones y de todos los consuelos.
Y, mientras anda, circundado de un enjambre de personas y seguido de un séquito de gente, dice lentamente el Pater. El grupo apostólico hace lo mismo, y, con un coro bien ordenado, las frases de la oración se elevan por encima del murmullo de la muchedumbre, la cual sintiendo el deseo de oír orar al Maestro, poco a poco va guardando silencio, de forma que las últimas peticiones se oyen maravillosamente en medio de un silencio solemne.
-El Padre te dará el pan cotidiano. Lo aseguro en su Nombre -dice Jesús a la mujer, y añade, dirigiéndose no a ella sola sino a todos:
«Y os serán perdonadas las culpas si perdonáis al que os haya ofendido o perjudicado. Esa persona necesita vuestro perdón para obtener el de Dios. Y todos tienen necesidad de la protección de Dios para no caer en pecado como Simeón. Recordad esto.
Ya han llegado a la casa, y Jesús entra en ella con la mujer, con Pedro, Bartolomé y el Zelote.
El hombre, echado en la yacija, en la cara vendas y paños mojados, gesticula desasosegado y delira. Pero la voz, o la voluntad, de Jesús le hacen volver en sí y grita: -¡Perdón! ¡Perdón! No volveré a caer en el pecado.
¡Tu perdón como la otra vez! Pero también la salud, como la otra vez. ¡Arria! ¡Arria! Te juro que seré bueno. No volveré a ser ni violento ni ladrón, no... el hombre está dispuesto a todas las promesas por miedo a morir...
-¿Por qué quieres todo esto? -pregunta Jesús. ¿Por expiar o porque temes el juicio de Dios?
-¡Eso, eso! ¡Morir ahora, no! ¡El infierno!... ¡He robado, he robado el dinero del pobre! He usado la mentira. He sido violento con mi prójimo y he hecho sufrir a los familiares. ¡Oh!...
-No miedo; se requiere arrepentimiento, verdadero, firme.
-¡La muerte o la ceguera! ¡Qué castigo! ¡No volver a ver! ¡Tinieblas! ¡Tinieblas! ¡No!...
-Si es adversa la tiniebla en los ojos, ¿no te es horrenda la del corazón? ¿Y no temes la del Infierno, eterna, horrenda?, ¿la privación continua de Dios?, ¿los remordimientos continuos?, ¿la congoja de haberte matado a ti mismo, para siempre, en tu espíritu? ¿No amas a ésta? ¿Y no quieres a tus hijos? ¿Y no quieres a tu padre, a tu madre, a tus hermanos? ¿Y no piensas que no los vas a tener nunca más contigo si mueres condenado?
-¡No! ¡No! ¡Perdón! ¡Perdón! Expiar, aquí, sí, aquí... Incluso la ceguera, Señor... Pero el Infierno no... ¡Que no me maldiga Dios! ¡Señor! ¡Señor! Tú arrojas los demonios y perdonas las culpas. No alces tu mano para curarme, pero sí para perdonarme y liberarme del demonio que me tiene sujeto... Ponme una mano en el corazón, en la cabeza... Libérame, Señor...
-No puedo hacer dos milagros. Reflexiona. Si te libero del demonio te dejaré la enfermedad...
-¡No importa! Sé Salvador.
-Sea como tú quieres. Te digo que sepas aprovechar mi milagro, mano que es el último que te hago. Adiós.
-¡No me has tocado! ¡Tu mano! ¡Tu mano!
Jesús lo complace y pone la mano sobre la cabeza y sobre el pecho del hombre, el cual, estando vendado, cegado por las vendas y la herida, palpa convulsivamente para agarrar la mano de Jesús, y una vez que la encuentra, llora sobre ella, y no quiere separarse de ella; hasta que, como un niño cansado, se adormece, teniendo todavía la mano de Jesús apretada contra su carrillo febril.
Jesús saca cautelosamente la mano y sale de la habitación sin hacer ruido, seguido por la mujer y los tres apóstoles.
-Que Dios te lo pague, Señor. Ora por tu sierva.
-Sigue creciendo en la justicia, mujer, y Dios estará siempre contigo.
Alza la mano para bendecir la casa y a la mujer, y sale a la calle.
El murmullo aumenta por mil preguntas curiosas. Pero Jesús hace señal de que se callen y lo sigan. Vuelve a la orilla del lago. La noche se cierra lentamente. Jesús sube a una barca, que se mece junto a la orilla, y habla desde ahí.
-No. No está muerto y no está curado, en cuanto a la carne. Su espíritu ha reflexionado sobre sus culpas, ha dado recta dirección a su pensamiento; ha sido perdonado porque ha pedido expiación para obtener perdón. Vosotros, todos, apoyadlo en su camino hacia Dios.
Pensad que todos tenemos una responsabilidad hacia el alma de nuestro prójimo. ¡Ay de aquel que escandalice! Pero ¡ay también de aquel que, con su trato intransigente, amedrente a uno que acabe de nacer al Bien, de modo que lo rechace con su intransigencia del camino en que se ha puesto! Todos pueden ser un poco maestros, maestros buenos de su prójimo, y pueden serlo más en la medida en que este es más débil e ignorante de la sabiduría del Bien.
Os exhorto a ser pacientes, dulces, longánimes con Simeón.
No mostréis odio, rencor, desprecio, ironía. No hagáis memoria del pasado, ni en vosotros ni a él. El hombre que se alza después de un perdón, después de un arrepentimiento, después de un propósito sincero, tiene la voluntad, pero también el peso, el legado de sus pasiones y hábitos del pasado. Hay que saber ayudarle a liberarse de ello. Y con mucha discreción. Sin hacer alusiones al pasado.
Las alusiones son imprudentes contra la caridad y contra la criatura humana. Recordar al culpable arrepentido la culpa es abatirlo. Basta su despertada conciencia para ello. Recordar a la criatura humana su pasado es promover el despertar de las pasiones, y algunas veces el volver a pasiones superadas, y consentimientos.
En el mejor de los casos, siempre es provocar tentaciones.
No tentéis a vuestro prójimo. Sed prudentes y caritativos.
¿Que Dios os ha ahorrado ciertos pecados? Alabadlo. Pero no hagáis ostentación de vuestra justicia para humillar a quien no es justo. Sabed comprender la mirada implorante de quien está arrepentido y querría que vosotros olvidarais, y que -puesto que sabe que no olvidáis-al menos os suplica que no lo humilléis recordando el pasado.
No digáis: "Fue leproso de espíritu" para justificar vuestros abandonos. El leproso por enfermedad, después de las purificaciones, obtenida la curación, es admitido de nuevo en el pueblo. Que suceda lo mismo para quien esté curado del pecado. No seáis como aquellos que se creen los perfectos, y no lo son, porque no tienen caridad para con los hermanos. Al contrario, circundad de vuestro amor a los hermanos renacidos a la gracia, para que la buena compañía impida nuevas caídas.
No queráis ser más que Dios, que no rechaza al pecador que se arrepiente, y lo perdona y admite de nuevo junto a Él.
Y aunque ese pecador os haya hecho un mal irreparable, no os venguéis ahora que ya no es un arrogante temido; antes bien, perdonad y tened una gran piedad, porque él fue pobre respecto a ese tesoro que todo hombre puede tener con sólo quererlo: la bondad.
Amadlo, porque, con el dolor que os ha causado, os ha dado un medio de merecer un premio más grande en el Cielo. Y no despreciéis a nadie, ni siquiera si es de otra raza. Veis que cuando Dios atrae hacia sí a un espíritu, aunque sea de un pagano, lo transforma de tal modo que supera en justicia a muchos del pueblo elegido.
-Me marcho. Recordad ahora y siempre éstas y mis otras palabras.
Pedro, que estaba preparado, hinca el remo, y la barca se separa de la orilla, empezando así la navegación, seguida por otras dos. El lago, un poco agitado, imprime oscilación a las barcas, pero ninguno se asusta por ello, porque el trayecto es breve. Los faroles rojos ponen manchas de rubí en las oscuras aguas, o tiñen de color sangre las espumas blancas.
Pregunta Pedro, sin dejar el timón, después de un rato:
-Maestro, ¿pero aquel hombre se va a curar o no? No he comprendido nada.
Jesús no contesta. Pedro hace una seña a Juan, que está sentado en el fondo de la barca a los pies del Maestro, con la cabeza relajada encima de las rodillas de Jesús. Y Juan repite en voz baja la pregunta.
-No se va a curar.
-¿Por qué, Señor? Yo creía, por lo que he oído, que tuviera que curarse para expiar.
-No, Juan. Pecaría nuevamente, porque es un espíritu débil.
Juan vuelve a apoyar la cabeza en las rodillas y dice:
-Pero Tú lo podías hacer fuerte... -y parece manifestar un dulce reproche.
Jesús sonríe, mientras introduce los dedos entre los cabellos de su Juan, y, alzando la voz de forma que todos oigan, da la última lección del día:
-En verdad os digo que en la concesión de gracia hay que saber también tener en cuenta su oportunidad. No siempre la vida es un don, no siempre la prosperidad es un don, no siempre un hijo es un don, no siempre -sí, también esto-no siempre una elección es un don.
Vienen a ser dones y permanecen como tales cuando el que los recibe sabe hacer un buen uso de ellos, y para fines sobrenaturales de santificación. Pero cuando de la salud, prosperidad, afectos, misión, se hace la ruina del propio espíritu, mejor sería no tenerlos nunca. Y a veces Dios ofrece el mayor don que podría dar no dando lo que los hombres querrían
o lo que considerarían justo tener como cosa buena. El padre de familia o el médico sabio saben qué es lo que hay que dar a los hijos o a los enfermos para no ponerlos más enfermos o para evitar que enfermen. Lo mismo Dios, sabe lo que conviene dar para el bien de un espíritu.
-¿Entonces aquel hombre morirá? ¡Qué casa más infeliz!
-¿Sería, acaso, más feliz viviendo en ella un réprobo? ¿Y él sería más feliz si, viviendo, siguiera pecando? En verdad os digo que la muerte es un don cuando sirve para impedir nuevos pecados y coge al hombre mientras está reconciliado con su Señor.
La quilla roza ya en el fondo del lago, en Cafarnaúm.
-A tiempo. Esta noche, borrasca. El lago hierve, el cielo sin estrellas, negro como la pez. ¿Oís detrás de los montes? ¿Veis esas luces? Truenos y relámpagos. Dentro de poco, agua. ¡Rápido! ¡Poner en salvo las barcas no nuestras! Abajo las mujeres y el niño, antes de que llueva. ¡Echad una mano! -grita Pedro a otros pescadores, que retiran redes y cestas.
A fuerza de brazos empujan la barca bien arriba, a la playa, mientras ya las primeras olas fuertes vienen a azotar los miembros semidesnudos y los guijarros de la orilla.
Y luego... alejarse rápidamente, a casa, mientras las primeras gotazas alzan el polvo de la tierra ardiente haciendo emanar fuerte olor. Y los relámpagos ya están encima del lago, mientras los truenos llenan de fragor la copa formada por las colinas de las orillas.
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