Thursday November 07,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

385- Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo de Salomón


Sale de la casita la pequeña tropa, aumentada por el anciano, que se contempla a si mismo, admirado, con la túnica de alguno de los apóstoles de pequeña estatura.
-Si quieres quedarte, padre... -empieza a decir Jesús.
Pero el anciano le interrumpe:

-¡No, no! ¡Voy yo también! ¡Déjame ir! ¡He comido ayer! He dormido esta noche, ¡y además en una cama! ¡Y ya no tengo el dolor en el corazón! Estoy fuerte como un joven...
-Pues ven. Estarás conmigo, con Bartolomé y mi hermano Judas. Vosotros, de dos en dos, diseminaos como se ha dicho. Antes de la sexta todos aquí de nuevo. Id, y que la paz sea con vosotros.

Se separan. Unos van hacia el río, otros hacia los campos. Jesús deja que se adelanten y luego se pone en marcha Él también, el último. Cruza lentamente el pueblo, y no pasa desapercibido a los pescadores que regresan del río o que van a él, ni a las diligentes amas de casa que se han levantado con el alba para las coladas, para regar sus pequeñas huertas o para hacer el pan. Pero ninguno dice nada.

Sólo un muchachito, que empuja hacia el río a siete ovejas, pregunta al anciano:

-¿A dónde vas, Ananías? ¿Te vas del pueblo?
-Voy con el Rabí. Pero vuelvo con Él. Soy su siervo.
-No. Eres mi padre. Todos los ancianos justos son un padre y una bendición para el lugar que los hospeda y para quien los socorre. Bienaventurados los que aman y honran a los ancianos -dice Jesús con aspecto solemne.

El niño lo mira con temor. Luego susurra:
-Yo daba siempre un poco de mi pan a Ananías... -como queriendo decir: «No me regañes, que no lo merezco».
-Sí. Micael era bueno conmigo. Era amigo de mis nietos... y luego ha seguido siéndolo también del abuelo. Su madre no es mala tampoco. Ayudaría. Pero tiene once hijos y viven todos con la pesca...

Algunas mujeres se acercan curiosas y se ponen a escuchar.

-Dios ayudará siempre a quien ayuda lo que puede al pobre. Y siempre hay forma de ayudar. Muchas veces, el decir: "No puedo" es embuste. Porque, si uno se lo propone, siempre se encuentra el bocado superfluo, la manta rota, el vestido que ya no se usa, para dárselo a quien no tiene estas cosas. Y el Cielo recompensa el don. Dios te recompensará, Micael, por esos pedazos de pan que has dado al anciano.

Jesús acaricia al niño y reanuda su camino.
Las mujeres se quedan cabizbajas donde estaban. Luego preguntan al niño, el cual dice lo que sabe. Y el miedo se apodera de las avaras mujeres que han cerrado el corazón a las necesidades del anciano...

Entretanto, Jesús ha llegado a la altura de la última casa y ahora se dirige hacia la bifurcación que desde el camino de primer orden se desvía hacia el pueblecito. Se ve desde aquí que por el camino principal pasan caravanas que van de regreso hacia las ciudades de ta Decápolis y la Perea.
-Vamos allí y predicamos. ¿Quieres hacerlo tú también, padre?

-No sé hacerlo. ¿Qué digo?
-Sí que sabes. Tu alma posee la sabiduría de perdonar y de ser fiel a Dios y de tener resignación incluso en las horas de dolor. Y sabes que Dios socorre a quien en Él espera. Ve y díselo a los peregrinos.
-¡Ah, esto sí!

-Judas, ve con él. Yo me quedo con Bartolomé en la bifurcación.
Y así es: en llegando allí, se pone a la sombra de un grupo de plátanos frondosos, y espera paciente.

Alrededor, los campos están bonitos de espigas y de árboles frutales. Frescos en esta hora matutina. La mirada los contempla con placer. Y las caravanas pasan por el camino... Pocos miran a los dos que están apoyados a los troncos de los plátanos. Quizás creen que son viandantes cansados. Pero alguno reconoce a Jesús y lo señala, o se inclina saludando.

En fin... El primero para su burrito y los de los parientes, y que baja y se dirige hacia Jesús:
-¡Dios sea contigo, Rabí! Soy de Arbela. Te escuché el otoño pasado. Ésta es mi esposa; ésta, su hermana viuda; y mi madre. Este hombre anciano es su hermano. Y ése, joven, es el hermano de mi mujer. Y aquí ves a los hijos de todos nosotros. Tu bendición, Maestro. He sabido que has hablado en el vado. Pero llegué allí de noche... ¿No nos vas a decir a nosotros ninguna palabra?

-La Palabra no se niega nunca. Pero espera unos minutos, porque están viniendo otros...

En efecto, abatidos, están llegando a la bifurcación los habitantes del pueblo, y otros, que ya habían pasado por el camino en dirección hacia el norte, regresan; otros, despertada su curiosidad, se detienen y bajan de sus cabalgaduras, o se quedan sobre la silla. Se forma un pequeño auditorio, que va aumentando cada vez más.
Vuelven también Judas de Alfeo y el anciano, y con ellos vienen dos enfermos y varios sanos.
Jesús empieza a hablar.

Los que recorren los caminos del Señor, los caminos indicados por el Señor, y los recorren con voluntad buena, acaban encontrando al Señor. Vosotros encontráis al Señor regresando de cumplir vuestro deber de fieles israelitas respecto a la Pascua santa. Y he aquí que la Sabiduría os habla, como deseáis, en este cruce donde nos hace encontrarnos la bondad divina.

Muchas son las encrucijadas que el hombre encuentra en el camino de su vida, y más encrucijadas sobrenaturales que materiales. Todos los días, la conciencia se ve puesta ante las bifurcaciones y cruces del Bien y del Mal. Y debe elegir con atención para no errar. Y, si yerra, debe saber volver para atrás humildemente cuando alguien lo llama o le advierte. Y, aunque le pareciera más bonita la vía del Mal, o simplemente la de la tibieza, debe saber elegir la vía escabrosa pero segura del Bien.

Escuchad una parábola.
Un grupo de peregrinos, venidos de lejanas regiones en busca de trabajo, se encontró en los confines de un estado. En estos confines había unos contratantes de trabajo, que habían sido enviados por distintos patrones.

Había quien buscaba hombres para las minas. Otros buscaban hombres para las tierras de labor y para los bosques; otros, siervos para un rico infame; otros, soldados para un rey que estaba en la cima de un monte, en su castillo, al cual se llegaba por un camino muy empinado.

El rey quería soldados, pero exigía que fueran no tanto soldados de violencia cuanto soldados de sabiduría, para enviarlos luego por las ciudades a santificar a sus súbditos. Por eso vivía arriba, como en un eremitorio, para formar a sus siervos sin que las distracciones mundanas los corrompieran ni retrasaran o anulasen la formación de su espíritu.

No prometía altos salarios. No prometía vida cómoda. Pero aseguraba que el estar a su servicio produciría santidad y premio. Esto decían sus enviados a los que llegaban a las fronteras. Sin embargo, los enviados de los patrones de las minas o de las tierras decían: "No será una vida cómoda, pero seréis libres y ganaréis lo suficiente para vivir un poco holgadamente".

Y los que buscaban siervos para un patrón infame prometían incluso abundante comida, ocio, goces, riquezas: "Basta con que consintáis a sus caprichos ­¡de ninguna manera penosos! -y todos gozaréis como sátrapas".

Los peregrinos se consultaron entre sí. No querían dividirse... Preguntaron: "¿Pero están cerca las tierras y las minas y el palacio del mundano y el del rey?".
"¡No!" respondieron los contratantes. "Venid a esa encrucijada para mostraros los distintos caminos.”
Fueron.

"Mirad. Aquel camino espléndido, umbrío, florido, liso, con fuentes frescas, desciende hacia el palacio del señor" dijeron los contratantes de los siervos.
"Mirad. Este camino polvoriento, que va entre campos serenos, conduce a las tierras de labor. Calienta el sol, pero, como podéis ver, también está bien" dijeron los de las tierras.

"Mirad. Este camino, tan marcado por ruedas pesadas, y con manchas oscuras, señala la dirección de las minas. No es ni buena ni mala..." dijeron los de las minas.  

"Mirad. Este sendero empinado, hundido entre rocas encendidas por el sol, sembrado de espinos y barrancos, que hacen lenta la marcha, pero, en compensación, procuran una fácil defensa contra los asaltos de los enemigos, conduce a oriente, al castillo severo, diríamos casi sagrado, donde los espíritus se forman en el Bien" dijeron los del rey.

Y los peregrinos miraban y miraban, y calculaban... Tentados por muchas cosas, de las cuales sólo una era totalmente buena. Y lentamente se fueron dividiendo. Eran diez. Tres torcieron hacia los campos... dos hacia las minas. Los que quedaban se miraron, y dos dijeron: "Venid con nosotros. Donde el rey. No vamos a ganar, ni vamos a gozar en la Tierra, pero seremos santos eternamente".

"¿Aquel sendero de allí? ¡Ni locos! ¿No ganar? ¿No gozar? No merecía la pena dejar todo y venir a tierras extranjeras para tener todavía menos de lo que teníamos en nuestra patria. Nosotros queremos ganar y gozar...".
"¡Pero perderéis el Bien eterno! ¿No habéis oído que es un patrón infame?".

"¡Eso son cuentos! Después de un poco lo dejamos, y habremos gozado y seremos ricos".
"No os liberaréis jamás de él. Mal han hecho los primeros, siguiendo la avidez de dinero. ¡Pero, vosotros! Vosotros seguís la avidez de placer. ¡Oh! ¡No cambiéis el destino eterno por una hora que pasa!".

"Sois unos estúpidos y creéis en las promesas ideales. Nosotros vamos a la realidad. ¡Adiós!..." y echándose a correr entraron por el bonito camino umbrío, florido, rico en agua, liso, en cuyo fondo brillaba bajo el sol el mágico palacio del mundano.

Los dos restantes tomaron, llorando y orando, el empinado sendero. Y era tan difícil que, a los pocos metros, casi se desanimaron. Pero perseveraron. Y la carne parecía cada vez más ligera, a medida que avanzaban. Y la fatiga se sentía consolada por un extraño júbilo.

Llegaron jadeantes, arañados, a la cima del monte. Fueron admitidos a comparecer ante el rey, el cual les dijo todo lo que exigía para incorporarlos en el número de sus valientes, y terminó: "Pensadlo durante ocho días y luego dad una respuesta".

Y ellos pensaron mucho y sostuvieron duras luchas contra el Tentador, que quería amilanar; contra la carne, que decía: "Vosotros me sacrificáis"; contra el mundo, cuyos recuerdos todavía seducían. Pero vencieron. Permanecieron. Vinieron a ser héroes del Bien.

Llegó la muerte, o sea, la glorificación. Desde lo alto del Cielo vieron en las profundidades a aquellos que habían ido donde el amo infame. Encadenados también ahora, después de la vida, gemían en la oscuridad del Infierno. "¡Y querían ser libres y gozar!" dijeron los dos santos.
Y los tres condenados, horrendos de aspecto, los vieron y los maldijeron, y maldijeron a todos, a Dios el primero, diciendo: "^Nos habéis engañado a todos!".

"No. No podéis decir eso. Se os había advertido el peligro. Habéis querido vosotros vuestro mal" respondieron los bienaventurados, que, a pesar de que veían y oían los torpes gestos de burla y blasfemias lanzados contra ellos, estaban serenos.

Y vieron a los de los campos, y las minas en distintas regiones purgativas, y ellos a su vez los vieron y dijeron: "No fuimos ni buenos ni malos, y ahora expiamos nuestra tibieza. ¡Orad por nosotros!". "¡Lo haremos! Pero, ¿por qué no vinisteis con nosotros?".

"Porque fuimos no demonios, pero sí hombres... No tuvimos generosidad. Amamos más que al Eterno y Santo a lo que, aun siendo honesto, era transitorio. Ahora aprendemos a conocer y a amar con justicia".

La parábola ha terminado. Todos los hombres están en la encrucijada. Toda la vida en una encrucijada. Bienaventurados los que son firmes y generosos en la voluntad de seguir los caminos del Bien. Dios sea con ellos. Y Dios toque y convierta a quien así no es y lo conduzca a serlo. Idos en paz.

-¿Y los enfermos? ¿Qué tiene la mujer?
-Fiebres malignas que le retuercen los huesos. Ha ido hasta las aguas milagrosas del Mar Grande. Pero sin alivio.

Jesús se inclina hacia la enferma y le pregunta: ¿Quién crees tú que soy Yo?

-El que buscaba. El Mesías de Dios. ¡Piedad de mí, que te he buscado mucho!

-Tu fe te dé salud, tanto a tus miembros como a tu corazón. ¿Y tú, hombre?

El hombre no responde. Por él habla la mujer que le acompaña:

-Un cáncer le roe la lengua. No puede hablar. Y muere de hambre.
Efectivamente, el hombre es un esqueleto.

-¿Tienes fe en que te puedo curar?

El hombre indica que sí con la cabeza.

-Abre tu boca -ordena Jesús, y acerca su cara a la horrenda boca roída por el cáncer. Echa en ella su aliento y dice: « ¡Quiero!».

Un momento de espera y luego dos gritos:
-¡Mis huesos otra vez sanos!

-¡María, estoy curado! ¡Mirad! Mirad mi boca. ¡Hosanna! ¡Hosanna! -y quiere levantarse, pero se tambalea por la flaqueza.

-Dadle de comer -ordena Jesús. Y hace ademán de retirarse.

-¡No te marches! ¡Vendrán otros enfermos! Volverán atrás otros... ¡También a ellos, también a ellos! -grita la multitud.

-Todas las mañanas, desde la aurora hasta la hora sexta vendré aquí. Que alguna persona voluntariosa se ocupe de reunir a los peregrinos.

-¡Yo, yo, Señor! -dicen no pocos.
-Que Dios os bendiga por esto.  

Y Jesús tuerce hacia el pueblo con sus primeros compañeros, y con los otros, que han ido viniendo poco a poco -todos con más gente -mientras hablaba.

-¿Pero dónde están Pedro y Judas de Keriot? -pregunta Jesús.

-Han ido a la ciudad que está cercana. Llenos de dinero. A comprar...

-Sí. Judas ha obrado un milagro y está de fiesta -observa sonriendo Simón Zelote.

-También Andrés, y tiene una oveja como recuerdo. Le ha curado a un pastor la pierna rota, y el pastor le ha recompensado así. Se la daremos al padre... la leche es buena para los ancianos... -dice Juan mientras acaricia al viejecito, que está alegre.

Entran en la casa y preparan un poco de comida...
Están ya para sentarse a la mesa, cuando llegan los dos que faltaban, cargados como burros y seguidos por un carrito cargado de esos cañizos que sirven de cama a los pobres de Palestina.

-Perdona, Maestro. Pero esto era necesario. Ahora estaremos bien -dice Pedro.

Y Judas:

-Observa. Hemos comprado lo estrictamente necesario, limpio y pobre. Como te gusta a ti -y se ponen a trabajar para descargar, y luego despiden al carrero.

-Doce yacijas y doce cañizos. Algunos utensilios para la comida. Aquí las semillas. Aquí las palomas. Ahí los denarios. Y mañana mucha gente. ¡Uf! ¡Qué calor! Pero ahora va todo bien. ¿Tú qué has hecho Maestro?...

Y, mientras Jesús narra, se sientan a la mesa, contentos.


   


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