Saturday November 02,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

388- Exhortación a Judas Iscariote,
que irá a Betania con Simón Zelote.


Deben haber proseguido en la noche de luna. Deben haberse detenido en alguna caverna, durante unas horas, para reanudar la marcha al alba. Están visiblemente cansados, por el difícil camino sobre rocas desmenuzadas y entre arbustos espinosos y lianas rasantes que apresan los pies. Guía la marcha Simón Zelote, que parece conocer muy bien el lugar y que se disculpa por la dificultad del camino, como si la dificultad dependiera de él.

-Ahora, cuando subamos de nuevo a esos montes que veis, iremos mejor, y os prometo abundante miel silvestre y aguas cristalinas también abundantes...

-¿Agua? ¡Me lanzo a ella! La arena me ha roído los pies como si hubieran caminado por sal, y me escuece toda la piel. ¡Qué lugares más malditos! ¡Se siente, sí, se siente que estamos cerca de los lugares castigados con el fuego del Cielo! Ha quedado en el viento, en la tierra, en las espinas. ¡En todo! -exclama Pedro.

-Sin embargo, eran lugares bellos tiempo ha. ¿Verdad, Maestro?

-Mucho. En los primeros siglos del mundo, eran un pequeño Edén. Fertilísimo el suelo, rico en manantiales que podían ser utilizados para muchos usos, manantiales ordenados sólo para producir cosas buenas. Luego... el desorden de los hombres pareció pasar a los elementos. Y fue la ruina. Los sabios del mundo pagano explican de muchas maneras e1 terrible castigo. Pero de maneras humanas, y algunas veces con terror supersticioso. Y, sin embargo, habéis de creer que lo que quitó de los elementos el orden fue la voluntad de Dios, sólo la voluntad de Dios.

Entonces, los elementos del cielo llamaron a los de las profundidades, se estremecieron, arremetieron los unos contra los otros por un maléfico torbellino; los rayos encendieron el betún esparcido desordenadamente por las venas del suelo abiertas. Y fuego proveniente de las entrañas de la tierra y en la tierra, y fuego del cielo para alimentar el de la tierra y para abrir, con las espadas de los rayos, nuevas heridas en la tierra que temblaba con convulsión espantosa, quemó, destruyó, consumió muchos estadios de un lugar que antes era un paraíso, e hizo de él el infierno que veis y en el cual no puede haber vida.
Los apóstoles escuchan atentamente...

Bartolomé pregunta:
-¿Crees que, si se pudiera eliminar la capa de las aguas profundas, en el fondo del Mar Grande encontraríamos restos de las ciudades castigadas?

-Sin duda. Y casi intactas, porque el espesor de las aguas forma a manera de argamasa para las ciudades sepultadas. Y mucha arena ha vertido sobre ellas el Jordán. Y están doblemente sepultadas, para que no vuelvan a renacer: símbolo de aquellos que, obstinados en el pecado, están inexorablemente sepultados por la maldición de Dios y por el despotismo de Satanás, al que con tanto frenesí han servido durante su vida.

-¿Y aquí se refugió Matatías de Juan de Simeón, el justo asmoneo que es gloria, junto con sus hijos, de todo Israel?
-Aquí. Entre montes y desiertos. Y aquí reorganizó al pueblo y al ejército. Y Dios estuvo con él.  

-Pero, al menos... A él le fue más fácil, ¡porque los Asideos fueron más justos que no los fariseos contigo!
-¡La verdad es que ser más justo que los fariseos es fácil! Más fácil que pinchar para este espino que se me ha agarrado a las piernas... ¡Mirad esto! -dice Pedro, que, escuchando, no ha mirado al suelo y se ha enredado en una maraña espinosa que le hace sangrar en las pantorrillas.
-En los montes hay menos espinos. ¿Ves como ya están disminuyendo? -dice Simón de Zelote para consolar.
-¡Mmm! Conoces muy bien...

-He vivido aquí proscrito y perseguido...
-¡Ah! ¡Bueno, entonces!...
Efectivamente, los pequeños montes se visten de un verde menos molesto, aunque tienen poca sombra y hierbas poco altas (pero olorosísimas, y tachonadas de flores, como una alfombra de colores). Un sinfín de abejas allí se sacian, y luego van a las cavernas que hay en las laderas montanas, y allí, debajo de colgantes cortinas de hiedras: madreselvas, depositan la miel en colmenas naturales.

Simón Zelote va a una caverna y sale con panales de miel de oro; a otra, y a otra más, hasta que tiene para todos; y ofrece al Maestro y a los amigos, que comen con gusto la dulce y filamentosa miel.

-¡Si hubiera pan! ¡Qué buena está! -dice Tomás.
-Sin pan, también está buena. Mejor que las espigas filisteas. Y... esperemos que ningún fariseo venga a decirnos que no podemos comerla! -dice Santiago de Zebedeo.

Van comiendo así, y llegan a una cisterna donde vierten sus aguas algunos regatos, para ser dirigidas luego no sé a dónde. El agua que rebosa sale del depósito por la bóveda de la roca en que está excavada la cisterna. Estando protegida del sol y de las impurezas, es fresca y cristalina. Cayendo luego, forma como un laguito minúsculo en la roca silícea y negruzca. Con visible placer, los apóstoles se quitan sus ropas y, por turnos, se zambullen en la piscina inesperada. Pero antes han querido que disfrutara del agua Jesús, «para luego ser santificados en el cuerpo» dice Mateo.

Reanudan la marcha, refrescados pero con más hambre que antes; y los más hambrientos, además de comerse la miel, mordisquean unos tallos de hinojo silvestre y otros vástagos comestibles cuyos nombres desconozco.

La vista es bella desde los rellanos elevados de estos originales montes, a los que parece se les hubiera decapitado la cima de un espadazo. Retazos de otros montes verdes y de llanuras fértiles se ven al sur, y también algún fragmento de horizonte del Mar Muerto, bien visible al este, con los montes lejanos de la otra orilla vaporosos por una niebla de livianas nubes que surgen del sudeste; al norte, cuando se muestra entre crestas de montes, se ve el verde lejano de la llanura jordánica; al oeste, los altos montes de Judea.

E1 sol empieza a quemar y Pedro sentencia que «aquellas nubes en los montes de Moab son señal de calor fuerte».
-Ahora vamos a bajar al valle del Cedrón. Es umbroso... -dice Simón.

-¿El Cedrón? ¿Cómo es que hemos llegado tan pronto al Cedrón?

-Sí, Simón de Jonás. Ha sido un camino áspero, pero ¡cuánto ha abreviado el trayecto! Yendo por su valle, pronto se llega a Jerusalén -explica el Zelote.

-Y a Betania... "Debería enviar a algunos de vosotros a Betania, para decir a las hermanas que lleven a Egla a casa de Nique. Me lo ha pedido con mucha insistencia. Y es una petición justa. La viuda sin hijos tendrá un santo amor. La niña sin padres tendrá una madre verdaderamente israelita, que la educará en nuestra antigua fe y en la mía. Quisiera ir Yo también... Descanso de paz para el espíritu afligido... En la casa de Lázaro el corazón de Cristo encuentra amor, sólo amor... ¡Pero es largo el viaje que quiero hacer antes de Pentecostés!

-Mándame a mí, Señor. Y, conmigo, a alguno que tenga buenas piernas. Iremos a Betania; luego subo a Keriot y allí nos encontramos -dice, entusiasta, Judas Iscariote. Los otros, sin embargo, ante la expectativa de ser elegidos para ese viaje que los separaría del Maestro, no se muestran de ninguna manera entusiastas.

Jesús piensa. Y mientras piensa mira a Judas. Duda si consentir. Judas insta:

-¡Sí, Maestro! ¡Di que si! ¡Dame esta satisfacción!...
-Judas, eres el menos indicado de todos para ir a Jerusalén.

-¿Por qué, Señor? ¡La conozco mejor que ningún otro!
-¡Es precisamente por eso!... No sólo la conoces. Penetra en ti más que en ningún otro.

-Maestro, te doy mi palabra de que no me detendré en Jerusalén, y de que no veré a ninguno de Israel, por propia voluntad... Pero, déjame ir. Te precederé en Keriot y...

-¿Y no vas a hacer presiones para darme honores humanos?
-No, Maestro. Lo prometo.
Jesús piensa aún.
-¿Por qué, Maestro, titubeas tanto? ¿Tanto desconfías de mí?

-Eres un débil, Judas. En cuanto te alejas de la Fuerza, caes. ¡Estás siendo tan bueno desde hace una temporada...!

¿Por qué quieres turbarte a ti y causarme dolor a mí?
-¡Que no, Maestro, que no quiero eso! ¡Día llegará en que tendré que estar sin ti, ¿no?! ¡Y entonces? ¿Cómo voy a afrontarlo, si no me he preparado?

-Judas tiene razón -dicen varios.

-¡Bien, de acuerdo!... Ve. Ve con Santiago, mi hermano.
Los otros respiran de alivio. Santiago suspira de pena, pero dócilmente dice:

-¡Sí, mi Señor! Bendícenos y nos pondremos en marcha.
Simón Zelote tiene compasión de su pena y dice:  

-Maestro, los padres sustituyen gustosamente a sus hijos para darles una alegría. Yo a éste lo he tomado, junto con Judas, como a hijo. El tiempo ha pasado, pero mi pensamiento sigue siendo el mismo. Acoge mi petición...

Mándame a mí con Judas de Simón. Soy viejo, pero resistente como un joven, y Judas no tendrá motivo de queja conmigo.

-¡No, no es justo que te sacrifiques tú separándote del Maestro en mi lugar! Ciertamente para ti es un dolor no ir con Él... -dice Santiago de Alfeo.

-El dolor se mitiga con la alegría de dejarte a ti con el Maestro. Después me contarás lo que hicisteis... Por otra parte... voy de buen grado a Betania... -termina el Zelote como queriendo disminuir el valor de su ofrecimiento.

-Bien. Iréis vosotros dos. Entretanto, vamos a seguir hasta aquel pueblecito. ¿Quién sube a buscar pan en nombre de Dios?
-¡Yo! ¡Yo!
Quieren ir todos.

Pero Jesús retiene a Judas de Keriot. Una vez que todos se han alejado, Jesús lo toma las manos y le habla cara a cara, verdaderamente cara a cara. Parece como si quisiera transfundirle su pensamiento, sugestionarle hasta el punto de que Judas no pudiera tener otros pensamientos sino los que Jesús quiere.

-Judas... ¡No te dañes a ti mismo! ¡No te dañes, Judas mío! ¿No te sientes más tranquilo y feliz desde hace una temporada, libre de los potentes tentáculos de tu peor yo, de ese yo humano que es juguete tan fácil de Satanás y del mundo? ¡Sí, sí que te sientes así! Pues protege tu paz, tu bienestar. No te perjudiques, Judas. Yo leo en ti. ¡Estás en un momento tan bueno...!

¡Ah, si pudiera, si pudiera, a costa de toda mi sangre, mantenerte así, destruir el último baluarte en que anida un gran enemigo para ti, y hacerte todo espíritu, inteligencia espiritual, amor espiritual, espíritu, espíritu!

Judas, frente a frente, cara a cara con Jesús, las manos en sus manos, está casi aturdido. Susurra:

-¿Perjudicarme? ¿Ultimo baluarte? ¿Pero cuál?...

-¿Cuál?! Tú lo sabes. ¡Sabes con qué te perjudicas! Cultivando pensamientos de grandeza humana, y amistades que supones útiles para proporcionarte esta grandeza.

Créeme: Israel no te ama. Te odia, como me odia a mí y como odia a quienquiera que pueda tener aspecto de posible triunfador. Y tú, precisamente porque no ocultas tu pensamiento de querer serlo, eres odiado. No creas en sus engañosas palabras, ni en sus preguntas falaces, hechas con la disculpa de interesarse en lo que piensas para ayudarte.

Merodean a tu alrededor para hacer daño, para saber y hacer daño. Y no te ruego por mí, sino por ti, por nadie más. Yo, aunque sea blanco de la iniquidad, seré siempre el Señor. Podrán torturar la carne, matarla; más no. ¡Pero tú! ¡Pero tú! A ti te matarían el alma...

¡Evita la tentación, amigo mío! ¡Dime que vas a evitarla! ¡Da a tu pobre Maestro perseguido, afligido, esta palabra de paz!

Lo tiene ahora tomado entre sus brazos y le está hablando junto al oído, su cara arrimada a la de Judas, y sus cabellos de oro oscuro se mezclan con los espesos rizos morenos de Judas.

-Yo sé que tengo que padecer y morir. Sé que mi única corona será la del mártir. Sé que mi única púrpura será la de mi Sangre. Para esto he venido. Porque por este martirio redimiré a la Humanidad, y el amor me impulsa desde un tiempo sin límites a esta acción. Pero quisiera que ninguno de los míos se perdiera.

¡Oh, amo a todos los hombres, porque llevan en sí la imagen y semejanza de mi Padre, el alma inmortal que Él ha creado!

Pero vosotros, vosotros amados con predilección, vosotros sangre de mi Sangre, niña de mis ojos, ¿perderos?, ¡no, no! ¡Que no habrá tortura semejante a ésta -ni Satanás que clavara en mí sus armas ardientes de azufres infernales, y me mordiera, me estrujara, él, el Pecado, el Horror, la Repugnancia -, no habrá tortura semejante a ésta para mí: la de un elegido mío que se pierda...!

¡Judas, Judas, Judas mío! ¿Quieres que pida al Padre sufrir tres veces mi horrenda Pasión, y que de estas tres dos sean para salvarte solamente a ti? Dímelo, amigo, y lo haré. Diré que se multipliquen hasta el infinito mis sufrimientos por esto. Te amo, Judas. Mucho te amo. Y querría, querría darte a mí mismo, hacerte ser Yo mismo, para que te salvaras por ti mismo...

-No llores, no digas eso, Maestro. Yo también te amo. Yo también me ofrecería a mí mismo para verte fuerte, respetado, temido, triunfante. No te amaré con perfección... No pensaré con perfección... Pero todo lo que soy lo uso, quizás abusando, por el ansia de verte amado. Pero te juro, te juro por Yeohveh, que no trataré con escribas, ni fariseos, ni saduceos, ni judíos, ni sacerdotes. Dirán que estoy loco. Pero no me importa. Me basta con que Tú no estés afligido por mí. ¿Estás contento? Un beso, Maestro, un beso como tu bendición,
como tu protección.

Se dan un beso y se separan, mientras los otros regresan raudos colina abajo agitando hogazas grandes y quesos frescos. Se sientan en la hierba verde de las laderas y se reparten la comida contando que han sido bien recibidos, porque en las pocas casas que hay hay gente que conoce a los pastores-discípulos y se muestra propicia al Mesías.

-No hemos dicho que estabas, porque si no... -termina Tomás.

-Trataremos de pasar por aquí alguna vez. No se debe desatender a ninguno -responde Jesús.

La comida termina. Jesús se pone en pie y bendice a los dos que van a Betania, y que no esperan a que caiga la tarde para reanudar el camino, dado que el valle es umbroso y tiene agua fresca. Jesús y los diez que quedan se echan en la hierba y descansan en espera de la puesta del sol para volver hacia el camino de Engadí y Masada, como oigo que dicen los que se han quedado.

   


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