Saturday April 20,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

519- Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro


Jesús despide a los discípulos Leví, José, Matías y Juan -no sé dónde los ha encontrado-y les confía al neodiscípulo Sidonio, llamado Bartolmái.

Esto sucede en las primeras casas de Betania. Y los discípulos pastores se van con el nuevo llegado y con otros siete hombres que tenían con ellos. Jesús los mira mientras se marchan. Luego se vuelve, a mirar a sus apóstoles, y dice:

-Ahora vamos a esperar aquí a Judas de Simón...
-¡Ah! ¿Te has dado cuenta de que se ha marchado? -dicen asombrados los otros. -Creíamos que no te hubieras percatado. La gente era mucha, y has estado hablando todo el tiempo, primero con el joven y después con los pastores...

-Desde el primer momento, he visto que se había alejado. Nada me pasa inadvertido. Por este motivo he entrado en las casas amigas, diciendo que manden a Judas a Betania, si preguntara por mí...

-Dios quiera que no -refunfuña, entre dientes, el otro Judas. Jesús lo mira, pero hace ademán de no haber notado la frase, y continúa, hablando a todos porque los ve a todos del parecer de Judas Tadeo (las caras, a veces, hablan mejor que las palabras): -Será bueno este descanso en espera de su regreso. Aliviará a todos. Luego iremos hacia Tecua.

El tiempo está frío pero la tendencia es a cielo sereno. Evangelizaré esa ciudad. Luego subiremos de nuevo pasando por Jericó, e iremos a la otra orilla. Me han dicho los pastores que muchos enfermos me buscan y les he enviado el mensaje de que no emprendan el viaje, sino que me esperen en estos lugares.

-Pues vamos, sí -suspira Pedro.
-¿No estás contento de ir donde Lázaro? -pregunta Tomás.
-Estoy contento.
-¡Lo dices de una manera!...

-No lo digo por Lázaro. Lo digo por Judas...
-Eres pecador, Pedro -advierte Jesús.

-Lo sé. Pero... él, Judas de Keriot, que se marcha, que es impertinente, que es un tormento, ¿no lo es? -salta Pedro, que ya no aguanta más.

-Lo es. Pero si él lo es, tú no debes serlo. Ninguno de nosotros debe serlo. Recordad que Dios nos pedirá cuentas -digo: nos pedirá porque a mí antes que a vosotros Dios Padre me ha confiado ese hombre-de lo que hayamos hecho para redimirlo.

-¿Y esperas lograrlo, hermano? No puedo creerlo. Tú, esto sí que lo creo, Tú conoces el pasado, el presente y el futuro. Y por tanto, no puedes engañarte respecto a ese hombre. Y... bueno, es mejor que no diga lo demás.

-Efectivamente, saber callar es una gran virtud. Pero debes saber que el prever más o menos exactamente el futuro de un corazón no dispensa a nadie de perseverar hasta el final para apartarlo de la ruina. No caigas tú también en el fatalismo de los fariseos, que sostienen que lo que está destinado debe cumplirse y nada impide el cumplimiento de lo que está destinado; razón con la cual avalan también sus culpas y avalarán el último acto de su odio hacia mí.

Muchas veces Dios está esperando el sacrificio de un corazón -que supera sus náuseas y sentimientos de desdén, sus antipatías, incluso justificadas-para arrancar a un espíritu del pantano en que se está hundiendo. Sí, Yo os lo digo.

Muchas veces Dios (el Omnipotente, el Todo) espera a que una criatura (una nada), haga o no haga un sacrificio, una oración, para signar o no signar la condena de un espíritu. Nunca es tarde, nunca es demasiado tarde para intentar y esperar salvar un alma. Y os daré pruebas de ello. Incluso a las puertas de la muerte, cuando tanto el pecador como el justo que por él se aflige, están próximos a dejar la Tierra para ir al primer juicio de Dios, siempre es posible salvar y ser salvados.

Entre la copa y los labios, dice el proverbio, siempre hay lugar para la muerte. Y Yo digo: entre la extrema agonía y la muerte hay siempre tiempo para obtener un perdón, para uno mismo o para aquellos que queremos que sean perdonados.

Ni una palabra de réplica de ninguno.
Jesús, que ya ha llegado a la pesada cancilla, da una voz a un doméstico para que le abran. Entra. Pregunta por Lázaro.  

-¡Oh, Señor! ¿Ves? Vuelvo de recoger hojas de laurel y alcanfor y bayas de ciprés, y otras hojas y frutos olorosos, para hervirlo con vino y resinas y con ello hacerle baños a mi señor. Su carne se cae a pedazos y no se soporta el hedor. Has venido, pero no sé si te dejarán pasar...

Por miedo a que el aire oiga, el doméstico apaga su voz en un susurro:

-Ahora, que ya no se puede ocultar que tiene las llagas, las dueñas rechazan a todos... por miedo. Ya sabes... a Lázaro lo quieren realmente pocos... Y muchos, por muchos motivos gozarían si... ¡Oh, no quiero pensar en lo que es el miedo de toda la casa!

-Hacen bien ellas. Pero no temáis. No sucederá esta desventura.

-Pero... curarse, ¿podrá? Un milagro tuyo...
-No se curará. Pero servirá para glorificar al Señor.
El doméstico se siente defraudado... ¡Jesús, que cura a todos y que aquí no hace nada!... De todas formas, se limita a emitir un suspiro como única manifestación de lo que piensa. Luego dice:

-Voy donde las dueñas de la casa a anunciarte.
Jesús se ve rodeado por los apóstoles, que están interesados en las condiciones de Lázaro, y que se quedan consternados cuando Jesús habla de ellas. Pero ya vienen las dos hermanas.

Su florida y distinta belleza parece empañada por el dolor y la fatiga de las velas prolongadas. Pálidas, alicaídas, demacradas, cansados los ojos que en otro tiempo -en ambas-eran radiantes; sin anillos ni pulseras, vestidas con dos vestidos ceniza oscuro, parecen más siervas que señoras. A cierta distancia de Jesús, se arrodillan, ofreciéndoles sólo llanto. Un llanto resignado, mudo, que desciende como de una fuente interna, y que no puede pararse.

Jesús se acerca. Marta alarga los brazos susurrando:

-Apártate Señor. En verdad, tememos ser ya pecadoras contra la ley sobre la lepra. (Levítico l3,-l4) ¡Pero no podemos, oh Dios, no podemos provocar un decreto de esa clase contra nuestro Lázaro! Pero tú no te acerques, porque, no tocando sino llagas, estamos contaminadas. Sólo nosotras. Porque hemos apartado a todos los demás, y todo nos lo dejan en la puerta y nosotras tomamos las cosas, y lavamos, y quemamos, en la habitación contigua a la de nuestro hermano.

¿Ves nuestras manos? Están corroídas de la cal viva que usamos para los vasos que tenemos que devolver a los criados. Pensamos con ello que somos menos culpables -y llora.

María de Magdala, que hasta este momento ha guardado silencio, gime a su vez: -Tendríamos que llamar al sacerdote. Pero... Yo, yo soy la más culpable porque me opongo a esto y digo que no es la terrible enfermedad maldita en Israel. ¡No es, no es! Pera nos odian tanto, y tantos, que dirían que lo es. ¡Por mucho menos, Simón, tu apóstol, fue declarado leproso!

-No eres sacerdote ni médico, María -dice, entre accesos de llanto, Marta.

-No lo soy. Pero tú sabes lo que he hecho para estar segura de lo que digo. Señor, he ido y he recorrido todo el valle de Hinnón, todo Siloán, todos los sepulcros cercanos a En Rogel. Vestida de sierva, velada, con la luz de las auroras, cargada de víveres y aguas con sustancias medicinales, vendas y vestidos. Y daba, daba. Decía que era un voto por mi amado.

Era verdad. Pedía sólo poder ver las llagas de los leprosos. Deben haber pensado que estaba loca... ¿Alguien, acaso, quiere ver esos horrores? Pero yo, puestos mis presentes en los bordes de las rocas, pedía ver. Y ellos arriba, yo más abajo; ellos asombrados, yo con repugnancia; llorando ellos, llorando yo... ¡he mirado, mirado, mirado! He visto cuerpos cubiertos de escamas, de costras, de llagas; caras corroídas, cabellos blancos y más duros que cerdas, ojos que eran huras de podredumbre, carrillos que dejaban ver los dientes, calaveras en cuerpos vivos, manos reducidas a garras de monstruos, pies como ramas nudosas, hedores, horrores, podredumbre.

¡Oh, si pequé adorando la carne, si gocé con los ojos, con el olfato, con el oído, con el tacto, de lo hermoso; de lo perfumado, de lo armonioso, de lo suave y liso, oh, te aseguro que los sentidos se han purificado ya con la mortificación de esto que he conocido!

Los ojos, contemplando aquellos monstruos, han olvidado la belleza seductora del hombre; los oídos, con esas voces ásperas, que ya no son humanas, han expiado el pasado gozo de voces viriles; y se ha estremecido mi carne, y se ha rebelado mi olfato... y todo resto de culto a mí misma ha muerto, porque he visto lo que somos después de la muerte...

Pero he traído conmigo esta certeza: que Lázaro no está leproso. Su voz no está lesionada, sus cabellos y todo el vello están intactos, y las llagas son distintas.

¡No es! ¡No es! Y Marta me aflige -que no cree, porque no conforta a Lázaro en el sentido de no creerse contaminado. ¿Ves? Ahora, que sabe que estás aquí, no quiere verte para no contaminarte. ¡Los miedos tontos de mi hermana le privan incluso de tu consuelo!...

La naturaleza vehemente la lleva a la cólera. Pero, viendo que su hermana rompe a llorar desoladamente, su vehemencia cesa enseguida y abraza a Marta y la besa, y le dice:
-¡Marta, perdón! ¡Perdón! ¡El dolor me hace injusta! ¡Es el amor con que os amo a ti y a Lázaro el que querría convenceros! ¡Pobre hermana mía! ¡Pobres mujeres, eso es lo que somos!

-¡Venga, ánimo! ¡No lloréis así! Necesitáis paz y compasión recíproca, por vosotras y por él. Y Lázaro no está leproso, os lo digo Yo.

-¡Oh, ven a verlo, Señor! ¿Quién mejor que tú puede juzgar si está leproso? -suplica Marta.

-¿No te he dicho que no lo está?».

-Sí. ¿Pero cómo puedes decirlo, si no lo ves?

-¡Marta! ¡Marta! Dios te perdona porque sufres y eres como uno que delira. Tengo compasión de ti y voy a ver a Lázaro; le destaparé las llagas y...

-¡Y las curarás! -grita Marta poniéndose de pie.

-Ya te he dicho otras veces que no puedo hacerlo... Pero os daré la paz de saber que estáis en regla con la ley sobre los leprosos. Vamos...

Y abre la marcha hacia la casa, haciendo señas a los apóstoles de no seguirlo.  

María se adelanta corriendo, abre una puerta, corre por un pasillo y de éste abre otra puerta, que da a un pequeño patio interior, anda pocos pasos y entra en una habitación estorbada por barreños, vasijas, ánforas, vendas... Un olor que es mezcla de aromas y de descomposición penetra en las narices. Hay una puerta frente a la de antes, y María la abre y, con una voz que quiere ser radiante de alegría, grita:

-¡Aquí está el Maestro! ¡Viene a decirte que tengo razón, hermano mío! ¡Ánimo, sonríe, que está entrando el amor nuestro, nuestra paz! -y se agacha hacia su hermano, lo incorpora en las almohadas, lo besa, sin hacer caso del olor que a pesar de todos los paliativos emana de su cuerpo llagado; y está todavía agachada para colocarlo cuando ya el dulce saludo de Jesús suena en la habitación, que, envuelta en una luz mortecina, parece iluminarse por la presencia divina.

-Maestro ¿no tienes miedo?... Estoy...
-¡Enfermo! Nada más que eso. Lázaro, las normas han sido dadas, muy amplias y severas, por un comprensible sentido de prudencia. Mejor exagerar en prudencia que en imprudencia, en ciertos casos como los de enfermedades contagiosas. Pero tú no eres contagioso, pobre amigo mío, no estás contaminado. Tanto, que no creo faltar a la prudencia respecto a los hermanos si te abrazo y te beso así y tomando el cuerpo consumido, besa a Lázaro.

-¡Tú eres realmente la Paz! Pero todavía no has visto. María está destapando el horror. Soy ya un muerto, Señor. No sé cómo mis hermanas pueden resistir...

Yo tampoco sabría cómo, pues verdaderamente son espantosas y repugnantes las llagas que han salido a lo largo de las varices de las piernas. Las espléndidas manos de María trabajan suaves en ellas, mientras con su voz maravillosa responde:

-Tus males son rosas para tus hermanas. Rosas espinosas porque tú sufres, sólo por ello. ¿Ves, Maestro? ¡La lepra no es así!

-No es así. Es una enfermedad muy mala la que te consume, pero no es causa de peligro. ¡Cree en tu Maestro! Tapa, María. Ya he visto.

-¿Y... no vas a tocar? -dice Marta suspirando, tenaz en la esperanza.

-No hace falta. No por repulsa, sino para no hurgar en las llagas.

Marta se agacha, sin insistir más, hacia una palangana donde hay vino o vinagre aromatizado, y sumerge unos paños, que luego pasa a su hermana. Lágrimas mudas caen en el líquido rojizo...

María venda las míseras piernas y extiende de nuevo las mantas sobre los pies, ya inertes y amarillentos como los de un muerto.

-¿Estás solo?
-No. Con todos, menos con Judas de Keriot, que se ha quedado en Jerusalén, y vendrá... Es más, si ya estoy lejos, lo mandáis a Betabara. Allí estaré. Y que me espere allí.

-Te vas a marchar pronto...
-Y volveré pronto. Dentro de poco es la Dedicación. En esos días estaré contigo.

-No podré honrarte para las Encenias...
-Estaré en Belén para ese día. Necesito volver a ver mi cuna...

-Estás triste... Lo sé... ¡Y no poder hacer nada!...
-No estoy triste. Soy el Redentor... Pero, tú estás cansado. No luches contra el sueño, amigo mío.
-Era por tributarte honor...
-Duerme, duerme. Luego nos veremos... -y Jesús se retira sin hacer ruido.

-¿Has visto, Maestro? -pregunta Marta afuera, en el patio.

-Sí, ya he visto. Mis pobres discípulas... Yo lloro con vosotras... pero, en verdad, os digo en confianza que mi corazón está mucho más llagado que vuestro hermano. Está comido por el dolor mi corazón... -y las mira con una tristeza tan viva, que las dos olvidan su dolor por el de Él, y, no pudiendo abrazarlo por ser mujeres, se limitan a besarle las manos y la túnica y a querer servirle como hermanas afectuosas.

Y le sirven en una salita y lo envuelven en amor.
Las voces fuertes de los apóstoles se oyen más allá del patio... Todos, menos la voz del discípulo malo. Jesús escucha y suspira... Suspira esperando pacientemente al fugitivo.

   


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