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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

408- Multiplicación del trigo
en los campos de José de Arimatea


También aquí trabajan fervientemente los segadores.

Es más -está mejor dicho -ha sido ferviente el trabajo de las segadores. Ya son inútiles las hoces, porque no hay en pie una sola espiga en estos campos aún más cercanos a la orilla mediterránea que los de Nicodemo.

Pero Jesús no ha ido a Arimatea, sino a los terrenos que José posee en el llano, hacia el mar, y que antes de la siega, por su gran extensión, debían ser otro pequeño mar de espigas.

Una casa baja, ancha, blanca, está ahí, en el centro de los campos desnudos. Una casa de campo, pero bien cuidada. Sus cuatro eras se están llenando de gran cantidad de gavillas, puestas en haces (como disponen los soldados el bagaje durante los altos en el campo). Muchos carros traen ese tesoro de los campos a las eras, y muchos hombres descargan y amontonan. José va de una era a otra y vigila que todo se haga, y se haga bien.

Un campesino, desde lo alto del montón hacinado en un carro, anuncia:

-Hemos terminado, patrón. Todo el trigo está en tus eras. Este es el último carro de tu último terreno.
-Bien. Descarga y luego suelta a los bueyes y llévalos a los pilones y a los establos. Han trabajado bien y merecen descanso. Y también todos vosotros habéis trabajado bien y merecéis descanso. Pero la última fatiga será leve, porque para los corazones buenos es alivio la alegría de los demás.

Ahora vamos a traer a los hijos de Dios y vamos a darles el don del Padre. Abraham, ve a llamarlos -dice luego volviéndose hacia un patriarcal campesino, que quizás es el primero de los campesinos al servicio de esta propiedad de José. Pienso esto porque veo que el respeto de los otros dependientes es muy visible hacia este anciano, que no trabaja pero ayuda al patrón vigilando y aconsejando.

Y el anciano va... Lo veo dirigirse hacia una vasta y muy baja construcción, más parecida a un cobertizo que a una casa, provista de dos puertas gigantescas que tocan el canalón. Creo que será una especie de almacén donde estén guardados los carros y los otros aperos de labranza.

Entra allí dentro y luego sale seguido por un heterogéneo y mísero grupo humano de todas las edades... y de todas las miserias... Hay seres macilentos, aunque sin desgracias físicas, y hay tullidos, ciegos, mancos, enfermos de los ojos... Muchas viudas rodeadas de sus muchos huerfanitos, o también las mujeres de algún enfermo, tristes, apocadas, enflaquecidas por las noches en vela y los sacrificios para cuidar al enfermo.  

Vienen con ese aspecto particular de los pobres cuando van a un lugar donde recibirán una gracia: timidez en las miradas, esquivez propia del pobre honrado, no sin una sonrisa que aflora encima de la tristeza imprimida por días de dolor en los rostros demacrados, no sin una chispa mínima de triunfo, casi como una respuesta al destino, que se ha cebado sobre ellos en días tristes, continuos, una respuesta al destino:

-¡Hoy es fiesta, para nosotros también hay un día de fiesta, hoy es fiesta, es alegría, es consuelo para nosotros!

Los pequeños ponen ojos como platos al ver los montones de gavillas, más altos que la casa, y dicen a sus mamás mientras las señalan:
-¿Para nosotros? ¡Qué bonitas!
Los ancianos susurran:
-¡El Bendito bendiga al compasivo!
Los mendigos, tullidos, o ciegos, o mancos, o enfermos de los ojos:

-¡Por fin tendremos pan también nosotros, sin tener que alargar siempre la mano!

Y los enfermos a sus familiares:
-Al menos podremos medicarnos sabiendo que vosotros no sufrís por nosotros. Nos harán bien ahora las medicinas.
Y los familiares a los enfermos:

-¿Veis? Ahora ya no diréis que ayunamos para dejaros a vosotros el pedazo de pan. ¡Alegraos, pues, ahora!...
Y las viudas a los huerfanitos:

-Hijitos míos, habrá que bendecir mucho al Padre de los Cielos que os hace de padre, y al buen José, que es su administrador. Ahora no os oiremos llorar por hambre, hijos nuestros que tenéis sólo a vuestras madres para ayudaros... a vuestras pobres mamás, que de rico tienen sólo el corazón...

Un coro y un espectáculo que alegran, pero también hacen venir lágrimas a los ojos...

Y José, teniendo ya delante a estos infelices, se pone a recorrer las filas, a llamar a uno por uno, preguntando cuántos son en su familia, desde cuánto tiempo están viudas, o desde cuándo están en enfermos, etc... y toma nota. Y para cada caso ordena a los campesinos que están a su servicio:

-Da diez. Da treinta.
-Da sesenta -dice después de escuchar a un anciano semiciego que se le ha acercado con diecisiete nietecitos, todos por debajo de los doce años, hijos de dos hijos suyos, muertos uno en la siega del año anterior, la otra de parto...
-dice el anciano -el marido ha encontrado consuelo y se ha casado otra vez, pasado un año. Me ha remitido los cinco hijos diciendo que se preocuparía de ellos. Sin embargo, ¡jamás un sólo denario!... Ahora se me ha muerto también mi mujer estoy solo... con éstos...

-Da sesenta al anciano padre. Tú, padre, espera, que después te voy a dar vestidos para los pequeños.
El campesino observa que, si se va a sesenta gavillas por cada vez, no va a llegar el trigo para todos...

-¿Dónde está tu fe? Si acumulo y distribuyo las gavillas, ¿lo hago por mí? No. Es para los más amados hijos del Señor. El Señor mismo proveerá a que baste para todos -responde José al campesino.

-Sí, patrón. Pero el número es número...
-Y la fe es fe. Y yo, para mostrarte que la fe puede todo, ordeno que se doble la medida que ha sido dada a los primeros. Quien ha recibido diez que reciba otras diez, quien veinte otras veinte, y al anciano dadle ciento veinte. ¡Hacedlo! ¡Hacedlo!

Los campesinos se encogen de hombros y cumplen la orden. Y continúa la distribución, en medio del gozoso asombro de los beneficiados, que ven que les dan una medida que supera todas sus más descabelladas esperanzas. José sonríe por ello, y acaricia a los pequeñuelos, que ponen todo su ahínco en ayudar a sus mamás; o ayuda a los tullidos, que hacen su pequeño montón; ayuda a los ancianos demasiado caducos como para hacerlo; o a las mujeres demasiado macilentas; y ordena apartar a dos enfermos para darles otras ayudas, como ha hecho con el anciano de los diecisiete nietos. Los montones, más altos que la casa, ahora son muy bajos, casi al nivel del suelo. Pero todos han recibido su parte, y en medida abundante. José pregunta:

-¿Cuántas gavillas quedan todavía?
-Ciento doce, patrón -dicen los campesinos tras contar lo que queda.

-Bien. Tomaréis...
José recorre la lista de los nombres que ha apuntado, y dice:
-Tomaréis cincuenta. Las guardaréis para simiente, porque es semilla santa. Que se dé el resto, una a cada uno, a cada cabeza de familia aquí presente. Son exactamente sesenta y dos cabezas de familia.

Los campesinos obedecen. Meten bajo un pórtico las cincuenta gavillas y distribuyen el resto. Ahora las eras ya no tienen los voluminosos montones de oro. Pero, en el suelo, hay sesenta y dos pequeños montones de distinto volumen. Y sus propietarios, solícitos, los atan y los cargan en rudimentarias carretillas, o en precarios jumentos a los que han ido a desatar de un vallado que está detrás de la casa.

El anciano Abraham, que ha hablado aparte con los principales campesinos al servicio de José, se acerca con éstos al patrón, y éste les pregunta:
-¿Entonces? ¿Habéis visto? ¡Ha habido para todos! ¡Y ha sobrado!

-¡Pero patrón, aquí hay un misterio! Nuestros campos no pueden haber dado el número de gavillas que has distribuido. Yo he nacido aquí y tengo setenta y ocho años. Siego desde hace sesenta y seis. Y sé. Mi hijo tenía razón. ¡Sin un misterio, no habríamos podido dar tanto!...
-Pero que lo hemos dado es una realidad, Abraham. Tú estabas a mi lado. Los campesinos han entregado las gavillas. No hay ningún sortilegio. No es irrealidad. Las gavillas se pueden contar todavía. Están todavía allí, aunque sea divididas en muchas partes.

-Sí, patrón. Pero... No es posible que los campos hayan dado tantas gavillas.  

-¿Y la fe, hijos míos? ¿Y la fe? ¿Dónde metéis la fe? ¿Podía desacreditar el Señor a su siervo, que prometía en su Nombre y con santo fin?

-¿Entonces tú has hecho un milagro? -dicen los campesinos, ya dispuestos a los gritos de hosanna.

-No soy hombre de milagros. Soy un pobre hombre. Lo ha hecho el Señor. Ha leído en mi corazón y ha visto en él dos deseos: el primero, llevaros a la misma fe; el segundo, dar mucho, mucho, mucho a estos hermanos míos infelices. Dios ha asentido a mis deseos... y ha actuado.

¡Bendito sea! -dice José inclinándose reverentemente como si estuviera delante de un altar.

-Y su siervo con Él -dice Jesús, que hasta ese momento ha estado oculto detrás de la esquina de una pequeña casa -no sé si horno o almazara -rodeada por un seto, y que ahora aparece abiertamente en la era donde está José.

-¡Maestro mío y Señor mío!! -exclama José, cayendo de rodillas para venerar a Jesús.

-La paz a ti. He venido para bendecirte en nombre del Padre. Para premiar tu caridad y tu fe. Soy huésped tuyo esta noche. ¿Me aceptas?

-¡Oh, Maestro! ¿Y lo preguntas? La única cosa... La única cosa es que aquí no voy a poder darte honor... Estoy con mis domésticos-campesinos... en mi casa del campo... No tengo vajilla fina ni maestros de mesa ni criados capacitados... No tengo ni manjares ni vinos selectos...

No tengo amigos... Será una hospitalidad muy pobre... Pero bueno, serás comprensivo... ¿Por qué, Señor, no me has avisado? Habría dispuesto lo necesario... Pero anteayer Hermas, con los suyos, estuvo aquí... Es más, he aprovechado sus servicios para avisar a éstos, a quienes quería dar, devolver, lo que es de Dios... ¡Pero Hermas no me dijo nada! ¡Si lo hubiera sabido!... Permíteme,

Maestro, que dé indicaciones, que trate de remediar... ¿Por qué sonríes así? -pregunta, en fin, José, que está todo agitado por la improvisa alegría y por la situación que juzga... desastrosa.

-Sonrío por tus inútiles penas. José, ¿qué buscas? ¿Lo que tienes?

-¿Qué tengo? No tengo nada.
-¡Cuán hombre eres todavía! ¿Por qué no eres ya el José espiritual de hace un rato, cuando hablabas como persona sabia y prometías, seguro, por la fe y para dar la fe?

-¡Oh! ¿Has estado oyendo?

-He oído y he visto, José. Aquel seto de laureles es muy útil para ver que lo que he sembrado no ha muerto en ti. Y por esto te dije que te creas inútiles penas. ¿Que no tienes ni maestros de mesa ni servidores capacitados? Pero si donde se ejercita la caridad esta Dios, y donde está Dios están sus ángeles.

¿Y qué maestros de casa quieres tener más capacitados que ellos? ¿Que no tienes ni manjares ni vinos selectos? ¿Y qué manjar quieres ofrecerme, y qué bebida, más selectos que el amor que has tenido hacia éstos y tienes hacia mí? ¿Que no tienes amigos para darme honor? ¿Y éstos? ¿A qué amigos ama el Maestro de nombre Jesús más que a los pobres y a los infelices? ¡Ánimo, hombre, José!

Ni siquiera convirtiéndose Herodes y abriéndome sus salas para recibirme y darme honor, en un palacio purificado, y teniendo con él los jefes de todas las castas para darme honor, Yo tendría una corte más selecta que ésta. Y quiero dirigirles unas palabras y ofrecerles un don. ¿Permites?

-¡Pero Maestro, si todo lo que Tú quieres lo quiero yo! Ordena.

-Diles que se reúnan. Que se reúnan también los campesinos. Para nosotros siempre habrá un pan... Mejor es que ahora escuchen mi palabra en vez de correr para acá o allá, afanándose en pobres cuidados.
La gente se apiña con diligencia, asombrada...

Jesús habla:
-Aquí habéis visto que la fe puede multiplicar el trigo cuando este deseo viene de un deseo de amor. Pero no limitéis vuestra fe a las necesidades materiales. Dios creó el primer grano de trigo y desde entonces el trigo produce espigas para el pan de los hombres. Pero Dios creó también el Paraíso, que espera a sus ciudadanos.


Ha sido creado para los que viven en la Ley y permanecen fieles a pesar de las pruebas dolorosas de la vida. Tened fe y lograréis conservaros santos con la ayuda del Señor, de la misma forma que José ha logrado asignar el doble de trigo para haceros felices doblemente y confirmar en la fe a sus campesinos. En verdad, en verdad os digo que si el hombre tuviera fe en el Señor, y esa fe fuera por un justo motivo, ni siquiera las montañas, hincadas en el suelo con sus entrañas rocosas, podrían resistir, y ante la orden de quien tiene fe en el Señor cambiarían de sitio. ¿Tenéis vosotros fe en Dios? -pregunta dirigiéndose a todos.

-¡Sí, Señor!

-¿Quién es Dios para vosotros?

-El Padre santísimo, como enseñan los discípulos del Cristo.
-¿Y el Cristo quién es para vosotros?
-El Salvador. El Maestro. ¡El Santo!
-¿Sólo esto?
-El Hijo de Dios. Pero no se debe decir, porque los fariseos nos persiguen si lo decimos.
-¿Pero vosotros creéis que lo es?
-Sí, Señor.

-Pues bien, creced en vuestra fe. Aunque calléis vosotros, las piedras, las plantas, las estrellas, el suelo, todas las cosas, proclamarán que el Cristo es el verdadero Redentor y Rey Lo proclamarán en la hora de su elevación, cuando lo envuelva la púrpura santísima y tenga la corona de Redención. Bienaventurados los que sepan creer esto ya desde ahora, y que más aún lo crean entonces, y tengan fe en Cristo y, por tanto, vida eterna. ¿Tenéis vosotros esta fe inquebrantable en Cristo?

-Sí, Señor. Enséñanos dónde está Él, y nosotros le pediremos que aumente nuestra fe para ser bienaventurados de esa forma.

Y la última parte de esta súplica la dicen no sólo los pobres, sino también los campesinos, los apóstoles y José.

-Sí tenéis fe como un grano de mostaza, y la tenéis -perla preciosa -en el corazón, sin dejar que os la arrebate ninguna cosa humana, o sobrehumana pero mala, podréis todos decir incluso a ese robusto moral que da sombra al pozo de José:

“Arráncate de ahí y trasplántate a las olas del mar".
-¿Pero Cristo dónde está? Lo esperamos para ser curados. Los discípulos no nos han curado, pero nos han dicho: "Él puede hacerlo". Quisiéramos curarnos para trabajar -dicen unos hombres enfermos o impedidos.

-¿Y creéis que Cristo lo puede? -dice Jesús mientras hace una señal a José de que no diga que Cristo es Él.
-Lo creemos. Es el Hijo de Dios. Lo puede todo.
-Sí. Lo puede todo... ¡Y lo quiere todo! -grita Jesús extendiendo con imperio el brazo derecho y bajándolo como para jurar. Y termina con un grito potente: « ¡Y así sea,
para gloria de Dios!».

Y hace ademán de volverse hacia la casa. Pero los curados, unos veinte, gritan, se acercan y lo encierran en un laberinto de manos extendidas para tocar, bendecir, buscar sus manos, sus vestidos, para besar, acariciar. Lo aíslan de José, de todos...

Y Jesús sonríe, acaricia, bendice... Se libera lentamente y, todavía seguido, desaparece entrando en la casa, mientras los gritos de hosanna suben al cielo, que se pone violáceo con el principio del crepúsculo.

   


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