Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

475- Abel de Belén de Galilea pide el perdón
para sus enemigos


-Levantaos y vámonos -ordena Jesús a los suyos, que duermen profundamente sobre unos montones de heno -más espadaña que heno-que hay en un campo cercano a un arroyo que espera las lluvias de otoño para nutrir de aguas su lecho.

Los apóstoles, todavía medio dormidos, obedecen sin decir nada. Recogen los talegos, se ponen los mantos que habían usado como mantas durante la noche y se echan a andar con Jesús.

-¿Vamos por el Carmelo? -pregunta Santiago de Alfeo.
-No. Por Seforí. Y luego tomaremos el camino de Meguiddó. Apenas tenemos tiempo... -responde Jesús.

-Sí. Y las noches van siendo demasiado húmedas y frías como para dormir en las tierras, cuando por algún motivo no nos acoge una casa -observa Mateo.

-¡Los hombres! ¡Con cuánta facilidad olvidan!... ¿Señor, será siempre así? -pregunta Andrés.
-Siempre.

-¡Y entonces! Si así es contigo, cuando seamos nosotros, apenas vueltas las espaldas todo quedará cancelado -dice, desalentado, Tomás.

-Yo digo, de todas formas, que aquí hay alguno que hace olvidar. Porque los hombres, sí, olvidan con facilidad, pero no siempre olvidan. Yo veo que entre nosotros, entre los hombres, nos acordamos de las cosas recibidas y dadas. Sin embargo, para ti... No, son siempre ésos, son ellos los que trabajan para borrar tu recuerdo -dice Pedro. -No hagas juicios sin una base segura -dice Jesús.
-¡Maestro, es que tengo la base!

-¿La tienes? ¿Qué has descubierto? -pregunta Judas Iscariote, muy interesado; y con él también otros preguntan lo mismo. Pero el interés de Judas es el más vivo, yo diría ansioso.

Pedro, que estaba mirando a Jesús, se vuelve y mira a Judas... una mirada atenta, despierta, sospechosa, y, mirándolo unos momentos, calla. Luego dice:

-¡Bueno, nada... y todo!, si no te molesta saberlo. Tanto como para -si fuera uno que tuviera ganas de usar todos los medios para subir-tanto como para correr a denunciar muchas cosas a quien nos gobierna; y estoy seguro de que alguno se vería en apuros. Pero prefiero no subir, antes que recibir ayudas de esa parte. En las cosas de Dios meto sólo la ayuda de Dios, y me parecería profanar las cosas de Dios metiéndolos a ellos a... a ellos como... ayuda para aplastar a los reptiles. También ellos son reptiles... y... no me fiaría... Capaces de aplastar juntos a los denunciados y a los que denuncian... Así que... me las arreglo yo solo. Eso es.

-¿Pero no te das cuenta de que ofendes al Maestro?
-¿Yo? ¡Por qué?

-Porque Él tiene contacto con ellos.

-Él es Él, y, si tiene contacto con ellos, no lo hace con interés utilitario, sino para llevarlos a Dios. Él tiene capacidad para hacerlo... y lo hace. Pero no va corriendo detrás de ellos... Ya ves que... son ellos los que deben venir a Él, para oír al "filósofo", como dicen. Pero ahora me parece que ya no tienen tantas ganas. Y yo no me pongo
a llorar. -¡Parecías contento tú también en Pascua!

-Eso es lo que parecía. El hombre es estúpido muchas veces. Ahora ya no lo parece, y no lo es. Y tengo razón.

-Como criatura que no mezcla el beneficio humano con las cosas espirituales, tienes razón, Simón. Pero como apóstol que se alegra de que otros se alejen de la Luz, no. No tienes razón. Si pensaras que cada alma conquistada para la Luz es una gloria para tu Maestro, no hablarías así -dice Jesús.

Judas Iscariote mira a Pedro con una sonrisa sarcástica. Y Pedro lo ve... pero se domina y no dice nada.

Jesús también lo ve y, refiriéndose a Pedro, pero como hablando a todos, dice: -Pero habéis de saber que se justifica más fácilmente un exceso de escrúpulo religioso, con buena finalidad, que no el pasar con indiferencia por encima de todo con tal de alcanzar un fin humano.

Os lo he dicho varias veces: es la buena voluntad, o no buena, la que da peso a la acción. Y en este caso es buena voluntad, aunque imperfecta en cuanto a la forma, el oponerse a llevar lo humano a lo sobrehumano, y llevar ante Dios lo que uno considera impuro. No es justa su intransigencia porque Yo he venido para todos.

Pero está muy cercano a la perfección su juicio de que en las cosas de Dios se debe recurrir sólo a su ayuda sobrenatural, sin mendigar ayudas humanas interesadas o utilitarias.

Y con esta sentencia ecuánime, Jesús pone fin a la discusión.

Han vadeado a pies enjutos otro lecho fluvial reseco por el verano, y han llegado al camino de primer orden que va de Sicaminón hacia Samaria (creo, si recuerdo bien el lugar visto otra vez).

El camino está muy concurrido ante la inminencia de la fiesta y ya tiene el aspecto típico de los caminos palestinos en las épocas de peregrinaciones obligatorias al Templo.

Viandantes, asnos, carros con personas dentro, con tiendas, enseres para los altos entre una y otra etapa y en la propia Jerusalén, donde siempre se apiña la gente en las solemnidades, tanto que -basta que la estación lo permita-es aconsejable acampar en las colinas que la rodean.

Y además en esta de los Tabernáculos es aún más sensible la emigración de enteras familias, no porque sean más numerosos que en Pascua y Pentecostés los peregrinos, sino porque, debiendo obligatoriamente vivir bajo las tiendas durante unos días, tienen los enseres que en las otras solemnidades todos tratan de no llevarse consigo. Es verdaderamente el éxodo de un pueblo que afluye por todos los caminos hacia la capital, lo mismo que la sangre afluye desde todas las venas al corazón.

Para comprender también ahora la obstinada religión de Israel, tan tenaz, tan compacta -por lo cual los correligionarios se ayudan entre sí en cualquier lugar en que, impulsados por la suerte, se hallen; y, sea cual sea la nación en que nacieron, ello no es obstáculo para que otro hebreo de otra nación se sienta siempre hermano y compatriota del correligionario con que se encuentra-, hay que tener presente que los hebreos, aun estando dispersos o perseguidos, o siendo vilipendiados, y aparentemente sin una verdadera patria, no se sienten ninguna de estas cosas.

Tienen su Patria, la que su Yeohveh les ha dado; tienen su capital, Jerusalén, y en ella, de todas las partes del mundo, converge lo mejor de sus seres: el espíritu, el corazón. ¿Han pecado? ¿Dios los ha castigado?

¿Las profecías se han cumplido? Sí, es verdad. Pero queda aquélla, luminosa, causa para ellos de luminosa esperanza: la de la reconstrucción del reino de Israel... la de este Mesías que debe venir... Y tratan -con la experiencia de un dolor que teme el ser merecedores de la reprobación de Dios, y en un perpetuo interrogante:

"¿Pero era Jesús de Nazaret el verdadero Mesías?"-, tratan de reconstituirse como Nación para tener a este Mesías; tratan de conservar esta perseverante fidelidad a su religión para merecer el perdón de Dios y ver el cumplimiento de la promesa.

Yo soy una pobre mujer, no sé de problemas políticos, no me he interesado nunca por los hebreos actuales y por sus adversidades; alguna vez incluso me han hecho reír esperando todavía a quien ya ha venido y han crucificado; su llanto me ha parecido muy cocodrilesco; sus acciones no me han parecido ni me parecen merecedoras de lo que esperan de Dios: no el Cristo, que ya vendrá solamente en el Ultimo Día, sino tampoco la reconstrucción de la dispersa raza hebrea en Nación independiente.

Pero, ahora que veo, espiritualmente, a los padres de los hebreos actuales, comprendo su drama secular y su tenacidad, comprendo la fuente de esta tenacidad suya. Sigue siendo el Pueblo de Dios que por voluntad de Dios converge hacia la Tierra prometida a los Padres, a los Patriarcas; el pueblo que desde hace centenares de siglos cumple el rito mosaico, pensando en Jerusalén, en su Templo resplandeciente en el Moira. ¡Impedidos para ir? Sí. Pero va el espíritu.

(Israel se constituyó en nación independiente en l947, antes de que María Valtorta escribiera estas revelaciones, en 1946)


Las bayonetas, los cañones, las mazmorras sirven contra el hombre, no contra el espíritu. Israel no puede perecer porque ha permanecido en su religión.

¿Teórica, farisaica, ritual y carente de lo que es verdadera vida en una religión: la adhesión del espíritu al rito material? Todo lo que queráis. Pero las vendas de ideas, ritos, preceptos seculares, emanados de profetas y rabíes, ciñen el cuerpo trizado que fue Nación y ahora es infinitud de fragmentos esparcidos por toda la Tierra, y lo mantienen recogido; y, como faro visible desde todas las partes del mundo, resplandece un lugar, Jerusalén: su nombre es como un grito para reunirse, como un estandarte agitado al viento, que convoca, recuerda y promete. No. No puede ninguna fuerza humana acallar a este pueblo. En él hay una fuerza más grande que la fuerza humana.

Todo esto se comprende cuando se observa cómo este pueblo va por caminos difícilmente transitables, en estaciones del año incómodas, sin preocuparse de todo lo que signifique pena; gozoso con la alegría de ir a la Ciudad Santa. Todo esto se comprende viéndolos ir conjuntamente, ricos y pobres, niños y viejos, desde Palestina o desde la Diáspora, hacia su corazón: Jerusalén.

Todo esto se comprende oyéndoles cantar sus cantos... Y -lo confieso-y ya quisiera yo que nosotros, los cristianos y católicos, fuéramos como ellos, que tuviéramos para el corazón del catolicismo, Roma, la Iglesia, y para quien en él vive, el Pedro actual, el sentimiento de estos que veo que caminan, caminan, caminan; quisiera que todos tuviéramos lo que ellos tienen, más nuestra Fe perfecta por ser cristiana.

Me dirán: «Están llenos de defectos». ¿Y nosotros? ¿No los tenemos? ¿No los tenemos nosotros que estamos fortalecidos por la Gracia y los Sacramentos, nosotros que deberíamos ser "perfectos como lo es el Padre que está en los Cielos"?

He hecho una digresión. Pero, siguiendo la marcha de los apóstoles mezclados con las turbas de Israel, el pensamiento trabaja...

Y trabaja hasta que, en un cruce del camino, un grupo de discípulos ve al Maestro y se arremolina en torno a Él. Entre ellos está Abel de Belén, que se arroja inmediatamente a los pies de Jesús y dice:

-Maestro, he orado mucho al Altísimo para que hiciera que me encontrara contigo. Y ya no lo esperaba. Pero me ha escuchado. Ahora Tú sé propicio a tu discípulo.
-¿Qué quieres, Abel? Vamos allí, al lindero del campo.

Aquí hay demasiada gente y causamos atasco.
Van en masa al lugar indicado por Jesús, y allí Abel dice lo que desea.

-Maestro, Tú me salvaste de la muerte y la calumnia y has hecho de mí un discípulo tuyo. ¿Me quieres, entonces, mucho?
-¿Lo preguntas?

-Lo pregunto para estar seguro de que escuchas propicio mi petición. Cuando me salvaste, castigaste a mis enemigos con horrible castigo. Si lo has dado Tú, ciertamente es justo. Pero, ¡oh, Señor, es muy horrible! He buscado a esos tres. Cada vez que venía a donde mi madre los buscaba. En los montes, en las cavernas cercanas a mi ciudad. Y no los encontraba nunca.

-¿Por qué los buscabas?

-Para hablarles de ti, Señor. Para que, creyendo en ti, te invocaran y obtuvieran perdón y curación. Hasta el verano no los he encontrado, y no juntos. Uno, el que me odiaba por causa de mi madre, se ha separado de los otros, que han ido más arriba, hacia los montes más altos de Yiftael.

Ellos me dijeron dónde estaba... Y de ellos me dieron la pista unos pastores de Belén, los que te recibieron en su casa aquella noche. Los pastores con sus rebaños se mueven por muchos lugares y saben muchas cosas. Sabían que en el monte de la Fuente Hermosa estaban los dos leprosos que yo buscaba. Fui. ¡Oh!... -El horror se dibuja en el rostro de este hombre joven, casi todavía un jovencito. -Continúa.  

-Me reconocieron. Yo no podía reconocer a mis paisanos en esos dos monstruos... Me llamaron... y me suplicaron, como si yo fuera un dios... El siervo, más que los otros, me ha conmovido. Por su arrepentimiento puro. Sólo quiere tu perdón, Señor... Aser quiere también la curación. Tiene una madre anciana, Señor, una madre anciana que se muere de dolor en la ciudad...

-¿Y el otro? ¿Por qué se ha separado?

-Porque es un demonio. Principal culpable, homicida y antes adúltero, incitador de Aser, corruptor del siervo de Joel ­que es un poco estúpido y fácilmente dominable-, sigue siendo un demonio. De su boca, odio y blasfemias; de su corazón, odio y crueldad. También lo he visto a él... Quería hacerlo bueno. Se abatió sobre mí como un buitre, y sólo en la fuga -en mí rápida y resistente, porque soy joven y estoy sano-encontré salvación. Pero no desespero de salvarlo.

Volveré... Una, dos, muchas veces con ayudas, con amor. Haré que me ame. Él cree que voy para reírme de su ruina. No, voy para reconstruir esta ruina. Si logra amarme, me escuchará; si me escucha, acabará creyendo en ti. Esto es lo que deseo. ¿Los otros? Fue fácil, porque por sí mismos han meditado y comprendido. Y el siervo ha venido a ser el sencillo maestro del otro, porque en el siervo hay mucha fe, mucho deseo de perdón. ¡Ven, Señor! Les he prometido que te llevaría a ellos cuando te encontrara.

-Abel, su delito era grande, muchos delitos en uno. Poco tiempo han expiado...
-Grande ha sido su tormento y su arrepentimiento. Ven.
-Abel, querían tu muerte.
-No importa, Señor. Yo quiero su vida.
-¿Qué vida?

-La que Tú das, la del espíritu, el perdón, la redención.
-Abel, eran tus Caínes y te odiaron como más no se puede. Querían quitarte todo: vida, honor y madre...

-Han sido mis benefactores, porque por ellos te tengo a ti. Yo los amo por este don suyo y te pido que estén donde estoy yo, siguiéndote a ti. Quiero su salvación como la mía, más que la mía, porque mayor es su pecado.
-¿Qué ofrecerías a Dios a cambio de su salvación, si te pidiera una ofrenda?

Abel piensa un momento... luego dice con seguridad:
-Hasta a mí mismo. Mi vida. Perdería un puñado de fango por poseer el Cielo. Feliz pérdida; grande ganancia, infinita: Dios, el Cielo. Y dos pecadores salvados: los primogénitos del rebaño que espero conducir a ti y ofrecerte, Señor.

Jesús cumple un acto que no hace nunca tan en público. Se agacha, porque es mucho más alto que Abel, y, tomándole la cabeza entre las manos, lo besa en la boca (costumbre judía, igual que en algunos países se besan en la mejilla los parientes) y dice:

-Así sea -al menos creo que eso quiere decir su «Maran Athá». Y añade: «por tus sentimientos te sea concedido lo que piden tus palabras. Ven conmigo. Me conducirás. Juan, ven conmigo. Y vosotros seguid adelante. Por el camino de Meguiddó a Enganním. Allí me esperaréis, si es que todavía no me habéis visto.

-Y te predicaremos a ti y también tu doctrina -dice Judas Iscariote.

-No. Me esperaréis. Simplemente. Comportándoos como justos y humildes peregrinos y nada más. Siendo entre vosotros como hermanos. Y por el camino pasaréis por donde los campesinos de Jocanán; les daréis la que tenéis y les diréis que el Maestro, si puede, pasará por Yizreel al amanecer de dentro de dos días. Id. La paz sea con vosotros.


   


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