Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

411- Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita.
Cómo ayudar a quien se enmienda


Por una campiña toda gualda de mieses pasa Jesús con sus discípulos. Hace mucho calor, a pesar de que el día esté en sus primeras horas. Los segadores hacen vacíos en el oro de los cereales cortando con las hoces entre los surcos repletos de espigas.

Las hoces brillan un instante bajo el sol, desaparecen entre las altas espigas, vuelven luego un instante por la otra parte, y el manojo se pliega y se recuesta, como cansado de haber estado enhiesto muchos meses, en la tierra caliente de sol. Pasan unas mujeres, atando gavillas, detrás los segadores. La campiña, por todas partes, está dedicada a este trabajo.

La cosecha ha sido muy buena y los segadores exultan. Muchos, cuando el grupo apostólico pasa por el camino y están ya cerca, suspenden un momento el trabajo; se apoyan en la hoz, se secan el sudor y miran, y lo mismo las mujeres que atan las gavillas. Vestidas de colores vivos, cubierta su cabeza con un pedazo de tela blanca, parecen flores que emergen de la tierra despojada de trigo: amapolas, lises, margaritas. Los hombres, vestidos con cortas túnicas, pardas o amarillentas, son menos visibles. No tienen, de tono claro, nada más que el pedazo blanco de tela atado a la cabeza con una cuerdecita y que cae sobre el cuello y los carrillos. En el marco de ese blanco, los rostros bronceados por el sol parecen incluso más negros.

Jesús, cuando se ve observado, pasa saludando:
-La paz y la bendición de Dios sea con vosotros -y ellos responden: «Se revierta sobre ti la bendición de Dios», o también, más sencillamente: «Sea también contigo».

Algunos, más locuaces, reclaman el interés de Jesús por la cosecha diciendo:

-Ha sido buena este año. Mira qué espigas más granadas, y lo apretadas que están en los surcos. Se siegan con dificultad ¡Pero es pan!...

-Mostraos agradecidos al Señor. Y ya sabéis que la gratitud se debe mostrar no con palabras sino con obras.

Sed misericordiosos en esta cosecha vuestra, pensando en el Altísimo, que ha sido magnánimo en rocío y sol para vuestros campos, para que tuvierais mucho trigo. Recordad el precepto del Deuteronomio (24, l9). Pensad, mientras recogéis la riqueza que os ha dado Dios, en quien no la tiene, y dejad para ellos un poco de lo vuestro. Santa ficción esta que es caridad con el prójimo vuestro, y que Dios ve. Mejor ser diligentes en dejar que ávidos en recoger. Dios bendice a los generosos. Dar es mejor que recibir, porque obliga al justo Dios a dar más abundante retribución a aquel que fue compasivo.

Jesús pasa y va repitiendo sus consejos de amor.
Viene el sol más caliente. Los segadores suspenden el trabajo: los que están cerca de sus casas entran en ellas; los que están lejos se recogen a la sombra de árboles y allí descansan, comen, se adormecen.

También Jesús se refugia en una arboleda muy espesa que hay en el interior de la campiña, y, sentado en la hierba, después de haber orado ofreciendo la parca comida de pan, queso y aceitunas, distribuye las fracciones y come mientras habla con los suyos. Hay sombra y aire fresco y un gran silencio. El silencio de las horas llenas de sol del estío. Un silencio que invita al sueño. La mayoría, efectivamente, se quedan traspuestos después de la comida. Jesús no. Descansa con la espalda apoyada contra un árbol, y, entretanto, se interesa por el trabajo de los insectos en las flores.  

Pasa un tiempo. Hace una señal a Juan, a Judas Iscariote y a uno de los más ancianos -Bartolomé -y, cuando están a su lado, dice:

-Observad qué trabajo está haciendo este pequeño insecto. Mirad. Hace bastante tiempo que lo observo. Quiere arrebatar a este cáliz tan pequeñito la miel que llena su fondo, y, dado que no pasa, mirad, alarga primero una patita y luego la otra, las unta en la miel y luego se la come.

Dentro de poco la habrá vaciado. ¡Observad qué cosa más admirable es la providencia de Dios! No ignorando que sin ciertos órganos el insecto, creado para ser un crisólito volador sobre la hierba de los prados, no podría nutrirse, lo ha provisto de esos minusculísimos filamentos en la superficie de sus patitas. ¿Los veis? ¿Tú, Bartolomé? ¿No? Mira. Ahora lo cojo y te le enseño a contraluz -y, delicadamente, coge el escarabajo, que parece de oro bruñido, y lo pone boca arriba en la mano.

El escarabajo se hace el muerto y los tres observan sus patitas. Y luego se pone a mover las patas para huir. No lo consigue, naturalmente, pero Jesús le ayuda y lo apoya sobre las patas. El animalito camina por la palma, sube a la punta de los dedos, se balancea, abre las alas. Pero está receloso.

-No sabe que no quiero sino el bien de todos los seres. Sólo dispone de su pequeño instinto; perfecto en relación con su naturaleza, suficiente para todo lo que necesita, pero muy inferior al pensamiento humano. Por eso el insecto no es responsable si hace una mala acción. No así el hombre. El hombre dispone de una luz de inteligencia superior, y la aumentará en la medida en que aumente su instrucción en las cosas de Dios. Por eso será responsable de sus acciones.

-¿Entonces, Maestro -dice Bartolomé -, nosotros, instruidos por Ti, tenemos mucha responsabilidad?

-Mucha. Y más tendréis en el futuro, cuando el Sacrificio se cumpla y venga la Redención y con ésta la Gracia, que es fuerza y luz. Y, después de ella, vendrá uno que os hará aún más capaces de querer. Quien, luego, no quiera, tendrá mucha responsabilidad.

-¡Entonces muy pocos se salvarán!
-¿Por qué, Bartolomé?
-¡Porque es muy débil el hombre!

-Pero, si fortalece su debilidad con la confianza en mí, se hace fuerte. ¿Creéis que no comprendo vuestras luchas y no me compadezco de vuestras debilidades? ¿Veis? Satanás es como esa araña que está tendiendo su lazo desde aquella ramita a este talluelo. ¡Es tan fina y subrepticia...!

Mirad cómo resplandece ese hilo. Parece plata de una impalpable filigrana. Por la noche será invisible, mañana al alba estará esplendoroso de gemas, y las moscas imprudentes, que dan vueltas por la noche en busca de alimento poco limpio, caerán dentro, y también las mariposas ligeras, que se ven atraídas por lo que resplandece...

Otros apóstoles se han acercado y están escuchando esta lección sacada de los reinos vegetal y animal.
-...Pues bien, mi amor hace, respecto a Satanás, lo que ahora hace mi mano. Destruye la tela. Mirad como huye la araña y se esconde. Tiene miedo del más fuerte. También Satanás tiene miedo del más fuerte. Y el más fuerte es el Amor.

-¿No sería mejor destruir a la araña? -dice Pedro, que es muy práctico en sus conclusiones.

-Sería mejor. Pero esa araña hace su deber. Es verdad que mata a las pobres mariposas, que son tan bonitas, pero extermina también a un gran número de moscas sucias que transmiten enfermedades y contaminaciones de enfermos a sanos, de muertos a vivos.

-¿Pero, en nuestro caso, qué hace la araña?

-¿Que qué hace, Simón? -Simón es muy anciano, y es el que se quejaba de los reumatismos -. Hace lo que hace la buena voluntad en vosotros. Destruye las tibiezas, los quietismos, las vanas presunciones. Os obliga a estar vigilantes

¿Qué es lo que os hace dignos de premio? La lucha y la victoria. ¿Podéis vencer sin luchar? La presencia de Satanás obliga a una vigilancia continua. Por su parte el Amor, que os ama, hace que esta presencia no sea inexorablemente nociva. Si estáis cerca del Amor, Satanás intenta, pero queda incapacitado para perjudicar verdaderamente.

-¿Siempre?

-Siempre. En las cosas grandes y en las pequeñas. Por ejemplo, una cosa pequeña: a ti inútilmente te aconseja tener cuidado de tu salud. Es un consejo subrepticio para tratar de separarte de mí. El Amor te tiene bien cogido, Simón, y tus dolores pierden valor incluso ante tus ojos.
-¡Señor! ¿Lo sabes?...
-Sí. Pero no te deprimas. ¡Ánimo, ánimo!

El Amor, que ahora es el primero en sonreír ante tu humanidad que tiembla por sus reumas, te dará mucho coraje.

Jesús ríe ante su desconcertado apóstol y, para consolarlo, lo abraza. Aun riendo muestra plena dignidad. También los otros ríen.

-¿Quién viene a ayudar a aquella pobre anciana? -dice Jesús señalando a una viejecita que, desafiando al sol tórrido, espiga en los surcos segados.

-Yo -dice Juan y, con él, Tomás y Santiago.
Pero Pedro toma a Juan por una manga, se lo lleva un poco aparte y le dice:

-Pregúntale al Maestro que qué es lo que le produce tanta felicidad. Yo ya se lo he preguntado, pero sólo me ha dicho: "Mi felicidad es ver que un alma busca la Luz".

Pero si se lo preguntas tú... A ti te dice todo.
Juan se debate entre la discreción y el deseo de complacer a Pedro. Se llega lentamente donde Jesús, que está ya en las tierras espigando. La viejecita, al ver a todos esos jóvenes, pone un gesto de desconsuelo y se empeña en ser rápida.

-¡Mujer! ¡Mujer! -grita Jesús -Estoy espigando para ti. No estés al sol, madre. Ahora voy.  

La viejecita, desorientada por tanta bondad, lo mira fijamente; luego obedece y lleva su cuerpecito delgaducho, curvado y un poco tembloroso, a la estrecha faja de sombra del ribazo. Jesús se mueve diligentemente, recogiendo espigas. Juan le sigue de cerca. Más lejos están Tomás y Santiago.

-¡Maestro! -dice afanado Juan -¿Cómo encuentras tantas espigas? ¡Yo en el surco de al lado encuentro tan pocas!
Jesús sonríe y no habla. No podría jurarlo, pero me parece que donde se deposita la mirada divina surgen espigas cortadas y no recogidas. Jesús recoge y sonríe. Tiene un verdadero fajo de espigas entre los brazos.

-Ten, Juan, el mío. Así tienes muchas también tú y la pequeña madre se pondrá contenta.

-Pero, Maestro... ¿Estás haciendo un milagro? ¡No es
posible que encuentres tantas!

-¡Chist! Es para esa pequeña madre... pensando en la mía y en la tuya. ¡Mira de qué viejecita se trata!... El buen Dios, que da de comer al pajarillo recién nacido, quiere llenar el minúsculo granero de esta abuelita. Tendrá pan para estos meses que le quedan. No verá la nueva cosecha.

Pero no quiero que pase hambre en su último invierno.

¡Ahora vas a ver qué exclamaciones! Prepárate, Juan, que se te van a lastimar los oídos; como Yo me preparo a ser lavado de llanto y besos...

-¡Qué contento estás, Jesús, desde hace unos días! ¿Por qué?

-¿Lo quieres saber tú o alguien te manda?

Juan, ya rojo por el esfuerzo, se pone carmesí.

Jesús comprende:

-Di a quien te manda que hay un hermano mío que está enfermo y busca curación. Su voluntad de curarse me llena de alegría.

-¿Quién es, Maestro?
-Un hermano tuyo, uno a quien ama Jesús, un pecador.

-¿Entonces no es uno de nosotros?
-Juan, ¿crees que entre vosotros no exista el pecado? ¿Crees que Yo sólo exulto por vosotros?

-No, Maestro. Sé que también nosotros somos pecadores y que quieres salvar a todos los hombres.

-¿Entonces? Te dije: "No indagues" cuando se trataba de descubrir el mal. Te digo lo mismo ahora que hay una aurora de bien. ¡Paz a ti, madre! Aquí están nuestras espigas. Mis compañeros vendrán después con las suyas.

-Que Dios te bendiga, hijo. ¿Cómo has encontrado tantas? En verdad que veo poco, pero son dos gavillas grandísimas...

La anciana las palpa, su mano temblorosa las acaricia, las quiere alzar. No puede.
-Te ayudaremos. ¿Dónde está tu casa?

-Aquélla -señala a una casita que está detrás de los campos.

-¿Estás sola, verdad?
-Sí. ¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres
-Soy uno que tiene una madre.
-¿Éste es tu hermano?
-Es mi amigo.

El amigo, desde detrás de Jesús, hace grandes gestos a la ancianita. Pero ésta, que tiene veladas sus pupilas, no los ve. Y además está demasiado centrada en observar a Jesús. Su anciano corazón de madre se conmueve.

-Estás sudando, hijo. Ven aquí a la sombra de este árbol. Siéntate. ¡Mira cómo te gotea el sudor! Sécate con mi velo. Está raído pero limpio. Toma, toma, hijo mío.
-Gracias, madre.

-¡Bendita la que es madre de ti, que eres bueno! Dime tu nombre y el suyo. Para decírselos a Dios y que os bendiga.
-María y Jesús.

-María y Jesús... María y Jesús... Espera. Una vez lloré mucho... El hijo de mi hijo había caído muerto por defender a su niño. Mi hijo murió de dolor por esto...

Entonces se decía que había caído el inocente porque se buscaba a uno de nombre Jesús... Ahora estoy a las puertas de la muerte y vuelve ese nombre...

-En aquellos días lloraste por aquel Nombre, madre. Bendígate ahora ese nombre...

-Eres Tú aquel Jesús... díselo a una que se acerca a la muerte, y que ha vivido sin maldecir porque le dijeron que su dolor era para salvar el Mesías, a Israel.

Juan redobla sus gestos. Jesús calla.
-¡Oh! ¡Dímelo! ¿Eres Tú? ¿Tú que me bendice al final de mi vida? En nombre de Dios, habla.
-Yo soy.
-¡Ah!

La viejecita se postra contra el suelo.
-¡Salvador mío! He vivido esperando y no esperaba ya verte. ¿Veré tu triunfo?

-No, madre. Como Moisés, morirás sin conocer ese día. Pero te anticipo la paz de Dios. Yo soy la Paz, el Camino y la Vida. Tú, madre y abuela de justos, me verás en otro, eterno triunfo, y te abriré las puertas, a ti y a tu hijo, al hijo de tu hijo y a su niño. ¡Consagrado al Señor aquel niño muerto por Mí! ¡No llores, madre!...

-¡Y yo te he tocado! ¡Y Tú me has recogido las espigas!

¡Oh, ¿cómo he merecido este honor?!

-Por tu resignación santa. Ven, madre. A tu casa. Y que este trigo te dé pan para el alma más que para el cuerpo.

Yo soy el Pan verdadero que ha bajado del Cielo para saciar todas las hambres de los corazones. Vosotros -Tomás y Santiago han llegado con sus manojos -tomad estas gavillas. Y vamos.

Y van los tres cargados de espigas, y Jesús los sigue con la abuelita que llora y susurra palabras de oración.

Llegan a la casita. Dos cuartitos, un horno minúsculo, una higuera, un poco de vid. Limpieza y pobreza.

-¿Este es tu nido?  

-Este. ¡Bendícelo, Señor!

-Llámame hijo. Y pide porque mi madre tenga consuelo en su dolor, tú que sabes lo que es el dolor de una madre.

Adiós, madre. Te bendigo en el nombre del Dios verdadero.

Y Jesús alza la mano y bendice la pequeña morada. Luego se agacha para abrazar a la viejecita, la aprieta contra su corazón y la besa en la cabeza cubierta de pocos pelitos blancos. Y ella llora y pasa sus labios por las manos de Jesús, lo venera, lo ama... y a mí me abate el dolor, porque pienso en mi madre, que tuvo miedo de ti, Jesús, cuando te vio... ¿Por qué miedo de ti, Jesús?

Dice Jesús (a María Valtorta):

-La otra pregunta que tienes en tu corazón es saber si Yo sabía que Judas no se salvaría a pesar de aquel conato hacia la salvación. Lo sabía. ¿Y entonces por qué estaba contento? Porque el simple deseo de ese momento, flor en la landa del corazón de Judas, hacía que el Padre mirase benignamente a este discípulo mío que Yo amaba y que no podría salvar.

¡La mirada de Dios sobre un corazón! ¿Qué más quisiera Yo, sino que el Padre os mirase a todos y con amor? Y debía estar dichoso, para dar al desdichado también ese medio para resurgir. El acicate de mi alegría al verlo volver a mí.
Un día, después de mi muerte, Juan supo esta verdad, y la comunicó a Pedro, Santiago, Andrés y a los otros, porque así se lo había ordenado Yo al Predilecto, el cual no desconoció ningún secreto de mi corazón. Lo supo y lo dijo, para que todos dispusieran, después, de una norma en la guía de los discípulos y fieles.

Al alma que, caída, va al ministro de Dios y confiesa su error, al amigo o hijo, al marido o hermano que, habiendo errado, vienen diciendo:

"Tenme contigo. Quiero no cometer más errores para no causar dolor a Dios y a ti", no se le debe ­además de las otras cosas -privar de la satisfacción de ver nuestra dicha por verlos deseosos de hacernos felices.

Se requiere un tacto infinito en el cuidado de los corazones. Yo,
Sabiduría, aun sabiendo que en el caso de Judas era inútil, tuve este tacto para enseñar a todos el arte de redimir, de ayudar a quien se redime.

Y ahora te digo a ti también, como a Simón cananeo: "¡Ánimo, ánimo!", y te abrazo para hacerte sentir que hay quien te ama. De estas manos descienden castigos y también caricias, y de mis labios palabras severas y también -más numerosas y dichas con mucha más alegría -palabras de complacencia.

Ve en paz, María. No has causado dolor a tu Jesús. Ello sea tu consuelo.


   


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