Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

343- La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre. El primado a Simón Pedro


La llanura costea el Jordán antes de que éste vierta sus aguas en lago de Merón.

Un hermoso llano, en que, cada día que pasa, crecen más exuberantes los cereales y van enfloreciéndose los árboles frutales.

Los montes, allende los cuales está Quedes, ahora quedan a espaldas de los peregrinos, que con frío andan ligeros bajo las primeras luces del día, mirando anhelantes al sol, que sube, y buscándolo, apenas su rayo toca los prados y acaricia el follaje. Deben haber dormido al raso, o como mucho en un pajar, porque los indumentos están arrugados y conservan algunas pajuelas y hojas secas, que ellos se van quitando según las van descubriendo con la luz más fuerte.

El río anuncia su presencia por su murmullo, que parece fuerte enmedio del silencio matutino del campo, y también por una densa hilera de árboles con hojas nuevas que tiemblan con la leve brisa de la mañana; pero todavía no se ve, porque fluye profundo en la rasa llanura. Cuando sus aguas azules, incrementadas por numerosos torrentillos que bajan de los montes occidentales, se ven brillar entre la hierba nueva de las márgenes, se está casi en la orilla.

-¿Seguimos la orilla hasta el puente, o pasamos el río por aquí? -preguntan a Jesús, que estaba solo, meditativo, y que se había parado a esperarlos.

-Mirad a ver si hay una barca para pasar. Es mejor atravesar por aquí...

-Sí. En el puente, que está justo en la vía para Cesárea Paneas, podríamos encontrar otra vez a algunos que hubieran seguido nuestra pista -observa Bartolomé, ceñudo, mirando a Judas.

-No. No me mires mal. Yo no sabía que íbamos a venir aquí, y no he dicho nada. Era fácil comprender que de Sefet Jesús iría a las tumbas de los rabíes y a Quedes.

Pero jamás habría imaginado que quisiera llegarse hasta la capital de Filipo. Por tanto, ellos lo ignoran. Y no nos los encontraremos por culpa mía, ni por su voluntad. A menos que no tengan como guía a Belcebú ­dice tranquilo y humilde Judas Iscariote.   

-Esto está bien. Porque con cierta gente... Hay que tener ojo y medir las palabras; no dejar indicios de nuestros proyectos. Tenemos que estar atentos a todo. Si no, nuestra evangelización se transformará en un huir permanente -replica Bartolomé.

Vuelven Juan y Andrés. Dicen:

-Hemos encontrado dos barcas Nos pasan a una dracma por barca. Vamos a bajar al borde.

Y en dos barquichuelas, en dos veces, pasan a la otra orilla. La llanura rasa y fértil los acoge también aquí. Una llanura fértil y, sin embargo, poco poblada. Sólo los campesinos que la cultivan tienen casa en ella.

-¡Mmm! ¿Cómo vamos a conseguir el pan? Yo tengo hambre. Y aquí... no tenemos ni siquiera las espigas filisteas...

Hierba y hojas, hojas y flores. No soy ni una oveja ni una abeja -comenta Pedro a sus compañeros, los cuales sonríen ante la observación.

Judas Tadeo -que iba un poco más adelante -se vuelve y dice:
-Compraremos pan en el próximo pueblo.

-Siempre y cuando no nos hagan huir -termina Santiago de Zebedeo.

-Absteneos, vosotros que decís que hay que estar atentos a todo, de la levadura de los fariseos y saduceos; que creo que la estáis tomando sin reflexionar en lo que de malo hacéis. ¡Tened cuidado! ¡Guardaos! -dice Jesús.

Los apóstoles se miran unos a otros y cuchichean:
-¿Pero qué dice? Han sido aquella mujer del sordomudo y el posadero de Quedes los que nos han dado el pan. Y está todavía aquí; es el único que tenemos. Y no sabemos si podremos encontrar pan que comprar para nuestra hambre.

¿Cómo dice, entonces, que compramos a saduceos y fariseos pan con su levadura? Quizás no quiere que se compre en estos pueblos...

Jesús, que, todo solo, estaba de nuevo delante, se vuelve otra vez.

-¿Por qué tenéis miedo a quedaros sin pan para vuestra hambre? Aunque aquí todos fueran saduceos y fariseos, no os quedaríais sin comida por causa de mi consejo. No me refiero a la levadura del pan. Por tanto, podéis comprar donde os parezca el pan para vuestros vientres. Y, si nadie quisiera vendéroslo, igualmente no os quedaríais sin pan.

¿No os acordáis de los cinco panes con que comieron cinco mil personas? ¿No os acordáis que recogisteis doce cestas colmadas de los trozos sobrados? Podría hacer para vosotros, que sois doce y tenéis un pan, lo que hice para cinco mil con cinco panes. ¿No comprendéis a qué levadura aludo? A la que fermenta en el corazón de los fariseos, saduceos y doctores, contra mí. Eso es odio, es herejía. Y vosotros estáis yendo hacia el odio como si hubiera entrado en vosotros parte de la levadura farisaica. No debemos odiar ni siquiera a nuestro enemigo. No abráis siquiera una rendija a lo que no es Dios.

Tras el primero entrarían otros elementos contrarios a Dios. Hay veces que, por excesivo deseo de combatir a los enemigos con las mismas armas, uno termina pereciendo o vencido. Y, una vez vencidos, podríais, por contacto, absorber sus doctrinas. No. Tened caridad y prudencia. No tenéis en vosotros todavía tanto como para poder combatir estas doctrinas, sin que ellas mismas os contaminen. Porque también vosotros tenéis algunos de sus elementos, de los cuales uno es el odio a ellos. Os digo más: podrían cambiar de método para seduciros y arrancaros de mí, usando con vosotros mil amabilidades, mostrándose arrepentidos, deseosos de hacer la paz. No debéis huir de ellos. Pero, cuando quieran daros sus doctrinas, habréis de saber no acogerlas. A esta levadura me refiero. Es la malevolencia que va contra el amor, y las falsas doctrinas. Os digo: sed prudentes.

-¿Esa señal que pedían los fariseos ayer tarde era "levadura” Maestro? - pregunta Tomás.
-Era levadura y veneno.
-Has hecho bien en no dársela.
-Pero se la daré un día.
-¿Cuándo? ¿Cuándo? -preguntan curiosos.
-Un día...

-¿Y qué señal es? ¿No nos lo dices ni siquiera a nosotros, tus apóstoles? Para poder reconocerla inmediatamente ­pregunta, deseoso, Pedro.

-Vosotros no deberíais necesitar una señal.

-¡Bueno, no para poder creer en ti! No somos gente con muchos pensamientos. Tenemos uno sólo: amarte a ti -dice vehementemente Santiago de Zebedeo

-Pero, la gente -vosotros que tratáis con ella, así llanamente más que Yo, sin el sentido de temor que Yo puedo infundir -¿quién dice que soy? ¿Y cómo define al Hijo del hombre?

-Hay quien dice que Tú eres Jesús, o sea, el Cristo, y son los mejores; los otros te consideran Profeta, otros sólo Rabí, y otros -ya lo sabes -un loco y un endemoniado.

-Pero hay alguno que usa para ti el mismo nombre que Tú te das y te llama: "Hijo del hombre".

-Y algunos dicen también que no puede ser eso, porque el
Hijo del hombre es otra cosa muy distinta. Y esto no es siempre una cosa negativa, porque, en el fondo, admiten que eres más que el Hijo del hombre: eres el Hijo de Dios.

Otros, sin embargo, dicen que Tú no eres siquiera el Hijo del hombre, sino un pobre hombre agitado por Satanás o a merced de la demencia. Como puedes ver, los pareceres son muchos y todos distintos -dice Bartolomé.

-¿Pero, para la gente, entonces, quién es el Hijo del hombre?

-Es un hombre que debe poseer todas las virtudes más hermosas del hombre, un hombre que reúna en sí todos los requisitos de la inteligencia, sabiduría, gracia, que pensamos que tenía Adán; y algunos, a estos requisitos, añaden el de no morir. Ya sabes que circula la voz de que Juan Bautista no ha muerto, sino solamente que ha sido transportado a otro lugar por los ángeles, y que Herodes, para no reconocerse vencido por Dios, y más todavía Herodías, han mostrado, como cadáver del Bautista, el cuerpo mutilado del siervo. ¡Bueno, la gente dice tantas cosas!...

Por eso, hay muchos que piensan que el Hijo del hombre es o Jeremías, o Elías, o alguno de los Profetas, e incluso el mismo Bautista, que tenía sabiduría y gracia, y se decía el Precursor del Cristo. Cristo: el Ungido de Dios. El Hijo del hombre: un gran hombre nacido del hombre. Muchos no pueden admitir, o no quieren admitirlo, que Dios haya podido enviar a su Hijo a la tierra. Tú ayer lo dijiste: "Creerán sólo los que están convencidos de la infinita bondad de Dios". Israel cree en el rigor de Dios más que en su bondad... -añade Bartolomé.  

-Ya, claro. Se sienten, efectivamente, tan indignos, que juzgan imposible que Dios sea tan bueno como para mandar a su Verbo a salvarlos. El estado degradado de su alma les es obstáculo para creerlo -confirma el Zelote. Y añade: «Tú mismo dices que eres el Hijo de Dios y del hombre. En efecto, en ti mora toda gracia y sabiduría como hombre. Y yo pienso que, realmente, uno que hubiera nacido de un Adán en gracia se habría parecido a ti en belleza, inteligencia en todas las demás cualidades. Y en ti brilla Dios por la potencia.

¿Pero quiénes de los que se creen dioses y en su soberbia infinita miden a Dios con el patrón de sí mismos podrán creerlo? Ellos, los crueles, los que odian, los rapaces, los impuros, no pueden, claro, pensar que Dios haya extendido su dulzura hasta darse a sí mismo para redimirlos; su amor hasta salvarlos, su generosidad hasta entregarse a merced del hombre, su pureza hasta sacrificarse en medio de nosotros. No pueden, no, siendo como son tan inexorables y escrupulosos en buscar y castigar las culpas.

-¿Y vosotros quién decís que soy Yo? Decidlo por vuestro juicio, sin más; sin tener en cuenta ni mis palabras ni las de los demás. Si estuvierais obligados a dar un juicio sobre mí, ¿qué diríais que soy?

-¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo! -grita Pedro mientras se arrodilla con los brazos extendidos hacia arriba, hacia Jesús. Y Jesús lo mira con una faz toda luz y se agacha a levantarlo de nuevo para abrazarlo, y dice:

-¡Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás! Porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Desde el primer día que viniste a mí te hiciste esta pregunta, y, por ser sencillo y honesto, supiste comprender y aceptar la respuesta que te venía de los Cielos. No viste manifestaciones sobrenaturales, como tu hermano y Juan y Santiago.

No conocías mi santidad de hijo, de obrero, de ciudadano, como Judas y Santiago, mis hermanos. No fuiste objeto de milagros ni los viste hacer, ni te di señal de poder, como hice y vieron en el caso de Felipe, Natanael, Simón Cananeo, Tomás, Judas. No fuiste subyugado por mi voluntad como en el caso de Leví el publicano. Y, no obstante, exclamaste:

"¡El es el Cristo!"'. Desde la primera hora en que me viste, creíste, y nunca tu fe se ha tambaleado. Por eso te llamé Cefas. Y por esto, sobre ti, Piedra, edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos. Lo que atares en la tierra será atado en los Cielos; lo que desatares en la tierra será desatado en los Cielos. Sí, hombre fiel y prudente, cuyo corazón he podido pulsar. Y aquí, desde este momento, tú eres el jefe y se te debe obediencia y respeto como a otro Yo mismo. Esto le proclamo delante de todos vosotros.

Si Jesús hubiera aplastado a Pedro con una granizada de correcciones, el llanto de Pedro no habría sido tan alto.

Llora todo convulso de sollozos, apoyada la cara en el pecho de Jesús. Un llanto que encuentra paralelo sólo en aquél, incontenible, de su dolor de haber renegado a Jesús.

El de ahora está hecho de mil sentimientos humildes y buenos... Otro poco del antiguo Simón -el pescador de Betsaida que, ante el primer anuncio de su hermano, se había reído diciendo: « ¡El Mesías se te aparece a ti!...

¡Precisamente!» incrédulo y jocoso -un poco mucho del antiguo Simón se desmorona bajo ese llanto, para dejar aparecer, bajo la costra ahora más delgada de su humanidad, cada vez más claramente, al Pedro pontífice de la Iglesia de Cristo.

Cuando alza la cara, tímido, confuso, no sabe hacer sino un acto para decir todo, para prometer todo, para entregarse todo con renovada energía al nuevo ministerio: echar sus cortos y musculosos brazos al cuello de Jesús y obligarle a agacharse más para besarlo, mezclando sus cabellos y su barba, un poco híspidos y entrecanos, con los cabellos y la barba, suaves y dorados, de Jesús; y luego lo mira, con una mirada de adoración, amorosa, suplicante, de sus ojos un poco overos, brillantes y rojos de las lágrimas lloradas, mientras tiene entre sus manos callosas, anchas, rudas, cual si se tratara de un vaso del que fluyera licor vital, el rostro ascético del Maestro, inclinado hacia el suyo... y bebe, bebe, bebe dulzura y gracia, seguridad y fuerza, de ese rostro, de esos ojos, de esa sonrisa...

Se separan por fin y reanudan la marcha hacia Cesárea de Filipo. Jesús entonces dice a todos:

-Pedro ha dicho la verdad. Muchos la intuyen, vosotros la sabéis. Pero, por ahora, no digáis a nadie lo que es el Cristo, en la verdad completa de lo que sabéis.

Dejad que Dios hable en los corazones como habla en el vuestro. En verdad os digo que quienes a mis afirmaciones o a las vuestras añaden la fe perfecta y el perfecto amor, llegan a saber el verdadero significado de las palabras Jesús, el Cristo, el Verbo, el Hijo del hombre y de Dios".


   


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