Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

511- En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote


Jesús está en Nob. Y debe ser desde hace poco, porque está organizándose y dividiendo en tres grupos de cuatro personas a sus doce para distribuirlos en las casas.

Él se queda con Pedro, Juan, Judas Iscariote y Simón Zelote, mientras que Santiago de Zebedeo tiene a cargo el grupo compuesto por Mateo, Judas de Alfeo y Felipe, y Bartolomé está a la cabeza del tercero, y los que a él están sujetos son Santiago de Alfeo, Andrés y Tomás.

-Iréis a donde han ofrecido recibiros, después de cenar. Volveréis aquí por la mañana y os diré lo que tenéis que hacer. En las horas de las comidas estaremos juntos.

Recordad lo que os he dicho muchas veces: que también con el modo de vivir y convivir entre vosotros y con quien os recibe debéis predicar mi Doctrina. Sed, pues, sobrios, pacientes, honestos en vuestras palabras, en vuestras acciones, en vuestras miradas, de manera que la justicia emane de vosotros como un perfume. Ya veis cómo los ojos del mundo están siempre sobre nosotros, para calumniarnos o para estudiarnos, y también por veneración.

Pero éstos son los menos entre los muchos ojos que nos observan. Y, no obstante, de estos pocos debemos tener sumo cuidado, porque sobre su fe carga el trabajo del mundo, para desmoronarla, y todo sirve al mundo como arma para destruir el amor de los buenos hacia mí, y, como consecuencia, hacia vosotros.

No ayudéis, pues, al mundo con un modo de vida no santo, y no hagáis, siendo para ellos objeto de escándalo, más pesada la fatiga de los que deben defender su fe de las insidias de mis adversarios. El escándalo deja desorientadas a las almas, las aleja, las debilita. ¡Ay de aquel apóstol que sea escándalo para las almas! Peca contra su Maestro y contra su prójimo, contra Dios y contra el rebaño de Dios. Me fío de vosotros. No hagáis que a mi dolor, que es mucho, se una otro dolor que me venga de vosotros.

-No temas, Maestro. De nosotros no recibirás dolor, a menos que Satanás nos extravíe a todos -dice Bartolomé.
Entra Anastática, que está en la cocina con Elisa, y dice:
-La cena está preparada, Maestro. Baja mientras está caliente. Te repondrás.
-Vamos.

Y Jesús se levanta y sigue a la mujer hacia abajo por la pequeña escalera que desde la habitación de arriba -donde están preparadas ya unas camas modestas-baja hasta el huertecito. Y de este entra en la cocina, alegrada por un fuego vivo.

Está el anciano Juan junto al fuego, y Elisa ajetreada con las cosas de comer. Ella se vuelve con una sonrisa materna a mirar a Jesús cuando entra, y se apresura a volcar en una bandeja grande el trigo o cebada cocidos en la leche (esto ya lo he visto hacer a María de Alfeo en Nazaret antes de la partida de Juan y Síntica).

-Mira. He tenido siempre presente que María Cleofás me dijo que te gustaba. Y había reservado la mejor miel para hacerlo también para Margziam... Siento que el niño no haya venido...

-Nique ha querido que se quedara, junto con Isaac, dado que mañana a la aurora salen, y ella aprovecha el carro hasta Jericó para llevar a cabo la misión que ya sabes...
-¿Qué misión, Maestro? -pregunta interesado Judas Iscariote.

-Una misión muy femenina. Criar a un niño. Lo único que el niño no necesita leche, sino fe, porque es un niño en el espíritu. Pero la mujer es siempre madre, y sabe hacer estas cosas. ¡Y una vez que ha comprendido!... Vale cuanto el hombre. Y con la superioridad de la fuerza de su dulzura materna.

-¡Qué bueno eres con nosotras, Maestro! -dice Elisa acariciándolo con la mirada.

-Soy veraz, Elisa. Nosotros de Israel, y no sólo nosotros, estamos acostumbrados a ver a la mujer como si fuera un ser inferior, a pensar en ella así. No. Si está sujeta al hombre, como es justicia, si en ella recae más el castigo por el pecado de Eva, si su misión está destinada a desarrollarse entre velos y penumbras, sin gestos ni gritos llamativos, si todo en ella sucede como celado bajo un entrecielo, no por ello es menos fuerte o menos capaz que los hombres.

Incluso sin traer a la memoria a las grandes mujeres de Israel, Yo os digo que hay mucha fuerza en el corazón de la mujer. En el corazón. Como para nosotros, varones, en la mente. Y os digo que está para cambiar la posición de la mujer respecto a las tradiciones, como respecto a muchas otras cosas. Y ello será justo, porque de la misma manera que Yo para los hombres todos, así, una Mujer obtendrá en modo especial para las mujeres gracia y redención.

-¿Una mujer? ¿Y, según Tú, cómo va a redimir una mujer? -y Judas de Keriot se ríe.
-En verdad te digo que Ella ya está redimiendo. ¿Tú sabes lo que es redimir?

-¡Claro que lo sé! Es liberar del pecado.
-Sí. Pero liberar del pecado no serviría de mucho, porque el Adversario es eterno y volvería a insidiar. Pero del Jardín terrenal una voz surgió, la Voz de Dios, diciendo:

"Pondré enemistad entre ti y la Mujer... Ella te aplastará la cabeza y tú acecharás su calcañar". Nada más que una asechanza, porque la Mujer tendrá, tiene en sí, aquello que vence al Adversario. Y redime, por tanto, desde que existe. Redención ya presente, aunque celada. Pero pronto se manifestará al mundo, y las mujeres se fortalecerán en Ella.

-Que Tú redimas... de acuerdo. Pero una mujer que pueda... No lo acepto, Maestro.
-¿No recuerdas a Tobías? ¿Su cántico? (Tobías l3).
-Sí. Pero habla de Jerusalén.

-¿Tiene, acaso, ya Jerusalén un Tabernáculo en que esté Dios? ¿Puede Dios asistir desde su gloria a los pecados que se consuman dentro de las murallas del Templo? Otro Tabernáculo era necesario, y que fuera santo, y que fuera estrella que recondujera los errantes al Altísimo. Y esto se da en la Corredentora, que por los siglos de los siglos exultará de ser la Madre de los redimidos. "Tú brillarás con luz espléndida. Todos los pueblos de la Tierra se postrarán ante ti. Las naciones llegarán a ti desde lejos, llevando dones, y adorarán en ti al Señor... Invocarán tu gran nombre...

Los que no te escuchen estarán entre los malditos, y benditos aquellos que se adhieran a ti... Serás feliz en tus hijos, porque ellos serán los benditos reunidos con el Señor". El verdadero cántico de la Corredentora. Y ya en el Cielo lo cantan los ángeles, que ven... La Jerusalén nueva y celeste comienza en Ella. ¡Oh, sí, esto es verdad! Y el mundo la ignora. Y la ignoran los ofuscados rabíes de Israel...

Jesús se sumerge en sus pensamientos...
-¿Pero de quién habla? -pregunta Judas Iscariote a Felipe, que está a su lado.

Antes de que Felipe responda, Elisa, que está poniendo en la mesa queso y aceitunas negras, dice, más bien con dureza:

-De su Madre habla. ¿No lo comprendes?

-Nunca he sabido que sea nombrada por los profetas como mártir... Se habla únicamente del Redentor, y...

-¿Y piensas que existe sólo la tortura de la carne? ¿Y no sabes que esa cosa no es nada, para una madre, respecto a la de ver morir a un hijo? ¡Tu mente -no hablo de tu corazón, no sé qué latido tiene, tu mente de que te jactas no te dice que un sinfín de veces una madre se sometería a la tortura y a la muerte con tal de no oír un gemido del hijo?

Hombre, tú eres hombre y conoces el saber. Yo sé ser mujer y madre; no sé otra cosa. Pero te digo que eres más ignorante que yo, porque ni siquiera conoces el corazón de tu madre...

-¡Me ofendes!
-No. Soy anciana y te aconsejo. Haz sagaz tu corazón y evitarás llanto y castigo. Haz eso, si puedes.

Los apóstoles, especialmente Judas de Alfeo, Santiago de Zebedeo, Bartolomé y el Zelote, se miran de reojo disimuladamente y agachan la cabeza para ocultar la sonrisita que aflora en sus labios por las francas palabras de Elisa al apóstol que se cree perfecto. Jesús sigue absorto y no oye nada.

Elisa se vuelve a Anastática y dice:

-Ven. Mientras terminan de comer vamos a preparar otras dos camas, porque tres son pocas -y hace ademán de querer salir.

-¡Elisa, no dejaréis la vuestra, ¿no?! -exclama Pedro -No está bien. Yo y Juan podemos dormir en las tablas. Estamos acostumbrados.

-No, Simón. Hay cañizos y esteras. Están guardados. Ahora los montamos en los caballetes.
Sale con la otra.

A los apóstoles, cansados y con el calorcito de la cocina, casi se les cae la cabeza. Jesús, apoyados el codo en la mesa y la cabeza en la mano, piensa.

Un golpe en la puerta. Tomás, que es el más cercano, se levanta vara abrir. Exclama:

-¿Tú, José? ¿Y con Nicodemo? ¡Entrad! ¡Entrad!

-Paz a ti, Maestro, y a los que están en esta casa. Vamos a Ramá, Maestro; Nicodemo me ha invitado a ir allí. Pasando, hemos dicho: Detengámonos a saludar al Maestro".

Queríamos saber si... te habían importunado más, visto que han ido a casa de José a buscarte. Te han buscado ya por todas partes, después de que has curado a aquel ciego. Es verdad que no han paseado fuera de las murallas. No han movido una silla, para no profanar el sábado. Y por eso se creen puros. Pero, para buscarte, para seguir a Bartolmái, han recorrido mucho más del máximo.

-¿Y cómo lo han sabido, si el Maestro no ha hecho nada en la calle? -pregunta Mateo.

-¡Eso! Ni siquiera nosotros hemos sabido si estaba curado. Hemos ido a la sinagoga y luego a saludar a Nique y a Isaac y a Margziam, que se quedan donde ella. Y luego, después del ocaso, rápidamente hemos venido aquí -dice Pedro.

-Vosotros no lo habéis sabido. Pero los enviados de los fariseos sí. Vosotros no lo habéis visto, pero yo sí. Dos de ellos estaban presentes cuando el Maestro tocó los ojos al ciego. Desde horas antes estaban esperando.

-¿Y eso? ¿Por qué? -pregunta Judas de Keriot con aire de inocente.

-¿A mí me lo preguntas?
-Es una cosa extraña. Por eso lo pregunto.

-Cosa más extraña es que de un tiempo a esta parte donde está el Maestro hay siempre espías.

-Los buitres van donde está el despojo; los lobos, donde el rebaño.

-Y los ladrones, donde un cómplice les señala una caravana. Es como has dicho.
-¿Qué quieres insinuar?

-Nada. Completo tu proverbio aplicándolo a los hombres.

Porque Jesús es hombre; y hombres son sus trasechadores.

-Cuenta, José, cuenta... -dicen muchos de los presentes.
-Si el Maestro quiere... he venido para contar.
-Habla -dice Jesús.

Y José narra minuciosamente todo lo que ha observado. Pero omite el detalle de que fue Judas el que habló al ciego del domicilio de Jesús.

Los comentarios son muchos, furiosos, doloridos, según los corazones. Y Judas de Keriot es el más -en apariencia­afligido e inquieto. Contra todos, y especialmente contra el ciego imprudente que ha venido a ponerse en el sendero de Jesús en día de sábado, confiando en la conocida bondad del Maestro...

-¡Pero si has sido tú el que se lo has señalado! Estaba cerca de ti y he oído -dice Felipe asombrado.

-Señalar no quiere decir ordenar hacer.

-¡Ah, te creo, que no te habrías permitido dar órdenes al Maestro!... -dice Judas Tadeo.

-¿Yo? ¡Nada que ver! Se lo he señalado sólo para pedir explicación.

-Sí. Pero señalar, a veces, es también tentar a hacer. Y esto lo has hecho -rebate Judas Tadeo.
-Eso lo dices tú, pero no es verdad -afirma Judas con desfachatez.

-¿Que no es verdad? ¿Estás completamente seguro? ¿Seguro como de vivir, de no haber hablado nunca de Jesús al ciego, de no haberlo sugestionado para que se dirigiera a Jesús, y, estás seguro, naturalmente, de no haberlo inducido a hacerlo inmediatamente, antes que Jesús dejara la ciudad? -pregunta José de Arimatea.

-¡Por supuesto! ¡Y quién ha hablado a ese hombre? Yo seguro que no. Estoy siempre con el Maestro, día y noche, y si no con Él con los compañeros...

-Creía que lo habías hecho ayer, cuando saliste con las mujeres -dice Bartolomé.

-¿Ayer? Tardé menos en ir y volver que una golondrina volando. ¿Cómo hubiera podido buscar al ciego, encontrarlo y hablar con él en tan poco tiempo?
-Quizás te encontraste con él...
-¡Jamás lo había visto!

-Entonces ese hombre es un mentiroso, porque ha afirmado que tú le habías dicho que viniera, y dónde, y cómo hacer las cosas; y le habías garantizado que Jesús le prestaría oídos y... -dice José de Arimatea.

Judas le interrumpe con violencia:

-¡Basta! ¡Basta! ¡Merece volverse ciego otra vez por todas las mentiras que dice! Yo, y puedo jurarlo por el Santo, no lo conozco nada más que de vista, y nunca he hablado con él.

-Verdaderamente basta así. Tu alma está en regla, Judas de Keriot, que no temes a Dios porque sabes que tus obras son santas. Dichoso tú... que no temes nada -le dice José, mirándolo con severidad, con unos ojos que perforan.

-No temo, no, porque no tengo pecado.

-Todos pecamos, Judas. ¡Y poco aún es si sabemos arrepentirnos después de los primeros pecados y no aumentarlos en número y en maldad! -dice Nicodemo, que hasta ahora no ha hablado.

Y luego se vuelve hacia el Maestro y dice:
-Lo penoso es que José de Seforí ha sido amenazado con ser expulsado de la sinagoga, si vuelve a hospedarte, y Bartolmái ya ha sido expulsado. Iba a ella con su padre y su madre, pero unos fariseos lo esperaban y le negaron la entrada, y lo anatematizaron.

-¡Esto ya es demasiado! ¿Hasta cuándo, Señor...? -gritan muchos de los presentes.

-¡Calma! ¡Calma! No pasa nada. Bartolmái está en el camino del Reino. ¿Qué ha perdido, pues? Está en la Luz. ¿No es, entonces, más hijo de Dios que antes? ¡Oh, no confundáis los valores! ¡Calma! ¡Calma! No iremos tampoco a casa de José... Lo que siento es que Isaac piensa llevar allí a mi Madre y a María de Alfeo... Pero, en todo caso, serían pocas horas, porque ya hay uno que ha proveído a ello.
Se dirige a Juan de Nob:

-Padre, ¿tienes miedo del Sanedrín? Ya ves lo que cuesta dar posada al Hijo del hombre... Eres anciano. Eres un fiel israelita. Podrías ser expulsado de la sinagoga en tus últimos sábados. ¿Serías capaz de soportarlo? Habla con sinceridad, y Yo, si temes, me iré. Una cueva quedará en los montes de Israel para el Hijo de Dios...

-¿Yo, Señor? ¿A quién crees que puedo temer, sino a Dios? No tengo miedo de la boca del sepulcro -es más, la miro como a cosa amiga-, ¿y crees que puedo tener miedo de la boca de los hombres? Sólo temería el juicio de Dios si, por miedo a los hombres, alejara de mí a Jesús, ¡el Cristo de Dios!

-De acuerdo. Eres un hombre justo... Me quedaré aquí... cuando no esté en las ciudades cercanas, como tengo pensado hacer todavía otra vez.

-Ve a Ramá y vienes a mi casa, Señor -dice Nicodemo.
-¿Y si te perjudica?

-¿Acaso no te invitan, por mala fe, los fariseos? ¿No podría hacerlo yo, para profundizar en tu corazón?

-Sí, Maestro. Vamos a Ramá. Mi padre se alegrará mucho, si está en casa. Y, si no está, como sucede a menudo, encontrará tu bendición a su regreso -suplica Tomás.

-El primer lugar al que iremos será Ramá, mañana...

-Maestro, nosotros te dejamos. Tenemos afuera las cabalgaduras y estaremos en Ramá antes del final de la segunda vigilia. La Luna pone blancos los caminos, como de pálido sol. Adiós, Maestro. La paz sea contigo -dice Nicodemo.

-La paz a ti, Maestro... y, escucha un consejo bueno de José el Anciano. Sé un poco astuto. Vigila alrededor de ti. Abre los ojos y cierra la boca. Haz, y no digas nunca antes lo que quieres hacer... Y no vengas a Jerusalén durante un tiempo; y, si vienes, no vayas al Templo sino el tiempo necesario para orar. ¿Me comprendes? Adiós, Maestro. La paz a ti.

José ha remarcado mucho las palabras que subrayo, y, mientras las decía, miraba intensamente a Jesús; ya simplemente su mirada era un aviso.

Salen al huertecito, blanco de luna. Desatan dos robustos asnos que estaban atados al tronco del nogal; suben a la silla y se marchan por el camino desierto y blanco...

Jesús vuelve a la cocina con los suyos...
-Pero ¿qué habrá querido decir aquí al final?
-Y ¿cómo se habrán enterado ésos?
-¿Qué le harán a José de Seforí?
-Nada. Palabras. Sólo palabras. No penséis ya más en ello. Son cosas pasadas y sin consecuencias. Vamos. Decimos la oración y nos separamos para la noche. "Padre nuestro..."».

Los bendice, los mira mientras se marchan. Luego sube, con los cuatro con que se ha quedado, a la habitación donde están las camas.


   


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