Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

513- En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia a Israel


La plaza de Emaús. Está llena de gente. Abarrotada. Y, en el centro de la plaza, Jesús a duras penas se mueve, pues está muy rodeado, muy oprimido por los que lo asedian.

Jesús está entre el hijo del arquisinagogo y el otro discípulo; alrededor, con la hipotética intención de protegerlo, los apóstoles y los discípulos; entre éstos y aquéllos, propensos a introducirse por todas partes, como lagartijas entre la maraña de un tupido matorral, muchos niños.

¡Es maravilloso el atractivo que ejercía Jesús sobre los pequeñuelos! Jamás hay un lugar donde, conocido o desconocido, no se vea inmediatamente rodeado por los niños, felices de pegarse a sus vestiduras; más felices aún, si Él los roza con la mano haciéndoles una caricia llena de amor, aunque al mismo tiempo hable severamente a los adultos; felicísimos, si se sienta en un asiento, en un murete, en una piedra, en un tronco derribado o incluso en la hierba: entonces, teniéndolo a su altura, pueden abrazarlo, apoyar la cabecita en su hombro o en sus rodillas, introducirse por debajo del manto para hallarse dentro del círculo de sus brazos como pollitos que hubieran encontrado la más amorosa y protectora de las defensas. Y siempre Jesús los defiende de los desafueros de los adultos, del imperfecto respeto de éstos hacia Él: un respeto que, ausente por muchos y más serios motivos, quiere mostrarse celoso alejando a los pequeñuelos del Maestro...

También ahora lo que habitualmente dice Jesús resuena para defensa de sus pequeños amigos:

-¡Dejadlos! ¡No molestan! ¡No son, ciertamente, los niños los que causan molestias y dolor!

Jesús se agacha hacia ellos, con una sonrisa resplandeciente que lo rejuvenece, siendo así que le da casi el aspecto de un hermano mayor suyo, benigno cómplice de algunos de sus inocentes pasatiempos, y susurra:

-Estad en calma, estad muy callados: así no os echan y estamos juntos todavía otro rato.
-¿Y nos cuentas una parábola bonita? -dice el más... audaz.

-Sí. Toda para vosotros. Luego hablo a vuestros padres.

Escuchad todos, porque lo que sirve para los pequeños sirve también para los hombres.

Un hombre un día fue convocado por un gran rey, que le dijo: "He sabido que eres merecedor de un premio, porque eres sabio y honras tu ciudad con el trabajo y la ciencia. Ahora bien, no te voy a dar una cosa, sino que te voy a conducir a la sala de mis tesoros, de forma que elegirás lo que quieras y yo te lo daré. Así, juzgaré también si eres como la fama te describe".

Y, contemporáneamente, el rey, acercándose a la terraza que rodeaba su atrio, echó una mirada a la plaza que estaba delante del palacio real. Vio pasar a un niñito vestido pobremente, un niño que ciertamente pertenecía a una familia pobrísima, y quizás era huérfano o mendigo. Se volvió hacia sus criados y dijo: "Id donde ese niño y traédmelo".

Y los criados fueron, y volvieron con el niño, que temblaba por estar en presencia del rey.
A pesar de que los dignatarios de la corte le decían:

"Inclínate, saluda, di: “Honor y gloria a ti, mi rey. Doblo mi rodilla ante ti, poderoso al que la Tierra exalta como al ser mayor que ningún otro", el niño no quería inclinarse y decir esas palabras, y los dignatarios, escandalizados, le daban fuertes meneos y decían:

"¡Oh, rey, este niño paleto y sucio es un oprobio en tu morada! Permite que lo echemos de aquí y le pongamos en medio de la calle. Si anhelas tener a tu lado a un niño, iremos a buscártelo entre los ricos de la ciudad, si es que estás cansado de los nuestros, y te lo traeremos. ¡Pero no este paleto, que no sabe siquiera saludar!...".

El hombre rico y sabio, que antes se había humillado con cien reverencias serviles, profundas, como hallándose ante el altar, dijo: "Tus dignatarios tienen razón. Por la majestad de tu corona, debes impedir que no se tribute a tu sagrada persona el homenaje que le corresponde", y, diciendo estas palabras, se postraba otra vez, hasta besar el pie del rey.

Pero el rey dijo: "No. Quiero tener a este niño conmigo. Y no sólo eso, sino que quiero conducirlo a él también a la habitación de mis tesoros, para que elija lo que quiera; yo se lo daré. ¿Acaso no me es concedido, por el hecho de ser rey, hacer feliz a un pobre niño? ¿No es, acaso, súbdito mío como todos vosotros? ¿Acaso tiene la culpa de ser infeliz? No, ¡viva Dios que, al menos una vez, quiero hacerlo feliz! Ven, niño, y no tengas miedo de mí" y le tendió la mano y el niño la tomó con sencillez y le dio en ella un beso espontáneo. El rey sonrió.

Así que, entre dos filas de dignatarios inclinados en actitud de reverencia, por alfombras purpúreas con motivos de flores de oro, se dirigió hacia la estancia de los tesoros, llevando a la derecha al hombre rico y sabio y a la izquierda al niño ignorante y pobre. Y el manto regio contrastaba mucho con el vestidito deshilachado y los piececitos descalzos del pobre niño.

Entraron en el aposento de los tesoros, cuya puerta había sido abierta por dos grandes de la corte. Era una estancia alta, redonda, sin ventanas. Pero la luz llovía a través del techo, que era todo él una enorme lastra de mica.

Una luz que a pesar de ser suave hacía lucir los bullones de oro de las arcas y las cintas purpuradas de muchos rollos colocados encima de altos y ornados ambones; rollos pomposos, con baqueta preciosa, cierre y marbete ornados de piedras brillantes.

Obras raras, que sólo un rey podía poseer. Y, descuidado encima de un ambón de austero aspecto, oscuro, bajo, un rollo pequeño, retorcido alrededor de un palito blanco, atado con un basto cordón, lleno de polvo, como es propio de una cosa descuidada.

El rey, señalando a las paredes, dijo: "Ved, aquí están todos los tesoros de la Tierra, y otros aún más grandes que los tesoros terrestres. Porque aquí están todas las obras del ingenio humano, y hay también obras que proceden de fuentes sobrehumanas. Id, tomad lo que queráis". Y se puso en el centro de la estancia, con los brazos cruzados, observando.

El hombre rico se dirigió primero a las arcas; alzó las tapas, con ansia cada vez más febril. Oro en barras y oro en joyas, plata, perlas, zafiros, rubíes, esmeraldas, ópalos... centelleo en todas las arcas... gritos de admiración a cada apertura...

Luego se dirigió a los ambones y, al leer el título de los rollos, nuevos gritos de admiración brotaban de sus labios. En fin, el hombre, encendido por el entusiasmo, se volvió hacia el rey y dijo: "¡Tienes un sin par tesoro, y las piedras igualan en valor a los rollos y éstos a aquéllas! ¿Realmente puedo elegir libremente?".

"Lo he dicho. Como si todo te perteneciera".
El hombre se arrojó al suelo, rostro en tierra, y decía: "¡Yo te adoro, gran rey!". Se levantó y corrió primero a las arcas y luego a los ambones y tomó de éstos y de aquéllas las mejores cosas que veía.

El rey, que había sonreído tras la barba una vez al principio, al ver la fiebre con que el hombre corría de una arca a otra, y luego otra vez al verlo arrojarse al suelo adorando, y que sonreía por tercera vez al ver con qué codicia y con qué regla y preferencias elegía gemas y rollos, se volvió hacia el niño, que se había quedado a su lado, y le dijo: "¿Y tú no vas ahí a elegir las piedras bonitas y los rollos de valor?".

El niño meneó la cabeza para decir que no.
"¿Y por qué?”
"Porque no sé leer los rollos, y respecto a las piedras... no conozco su valor. Para mí son piedrecitas normales y nada
más".
"Pero te harían rico...”

"No tengo padre ni madre ni hermanos. ¿De qué me serviría ir a mi refugio con un tesoro en mi pecho?".
"Pero podrías comprarte con ello una casa...”
"Seguiría viviendo en ella solo".
"Vestidos".

"Seguiría teniendo frío, porque falta el amor de mis padres.”
"Alimentos".

"No podría saciarme con los besos de mi madre, ni comprarlos a ningún precio.”
"Maestros, y aprender a leer...”

"Eso me gustaría más. Pero, ¿y qué leer?".
"Las obras de los poetas, de los filósofos, de los sabios... y las palabras antiguas y las historias de los pueblos".

"Son cosas inútiles, vanas o pasadas... No merece la pena".

"¡Qué niño más estúpido!" exclamó el hombre, que ya tenía los brazos cargados de rollos, y el cinturón y la túnica en la delantera hinchados de gemas.

El rey sonrió una vez más tras la barba. Y, tomando al niño en brazos, lo llevó a las arcas y, hundiendo la mano en las perlas, en los rubíes, en los topacios, en las amatistas, haciendo caer todo esto como lluvia llena de brillos, lo incitó a que cogiera.

"No, rey, no quiero. Quisiera otra cosa...".
El rey lo llevó a los ambones y leyó estrofas de poetas, episodios de héroes, descripciones de países.

"¡Leer es más bonito! Pero no es eso lo que yo querría...".

"¿Y entonces qué? Habla y yo te lo daré, niño".
"No creo, rey, que puedas hacerlo, a pesar de tu poder. No es nada de aquí abajo...".

"¡Ah, quieres obras no terrestres! Mira, entonces: aquí están las obras dictadas por Dios a sus siervos. Escucha" y leyó páginas inspiradas.  

"Esto es mucho más bonito. Pero para entenderlo hay que saber primero bien el lenguaje de Dios. ¿No hay un libro que lo enseñe, que nos haga comprender qué es Dios?".
El rey hizo un gesto de estupor y se cortó su sonrisa, pero apretó contra su corazón al niño.

El hombre, por el contrario, se rió burlonamente y dijo: "Ni los mayores sabios saben lo que es Dios, ¿y tú, niño ignorante, quieres saberlo? ¡Si quieres hacerte rico con eso!...".

El rey lo miró severo, mientras el niño respondió: "Yo no busco riquezas; busco amor, y un día me dijeron que Dios es Amor".

El rey lo llevó al ambón de austero aspecto donde estaba el pequeño rollo, atado con una cuerdecita y empolvado. Lo tomó, lo desenrolló y leyó las primeras líneas: "El que sea pequeño venga a mí, y Yo, Dios, le enseñaré la ciencia del amor. En este libro está contenida, y Yo...".

"¡Esto es lo que quiero! Y conoceré a Dios. Y, teniéndolo a Él, tendré todo. Dame este rollo, rey, y seré feliz".
"¡Pero si no tiene valor en dinero! ¡Ese niño es realmente estúpido! No sabe leer y coge un libro. No sabe y no se quiere instruir. Es pobre y no coge tesoros".
̩͈ͅ“Yo me esforzaré en poseer el amor y este libro me lo enseñará. ¡Bendito seas, oh rey, porque me das algo con lo que ya puedo no sentirme ni huérfano ni pobre!".

“¡Al menos adóralo, como he hecho yo, si crees que ahora por él eres feliz".
"Yo no adoro al hombre, sino a Dios que lo ha hecho tan bueno.”

Este niño es el verdadero sabio de mi reino, oh hombre que usurpas la fama de sabio. El orgullo y la codicia te han embriagado hasta el punto de que has sustituido la adoración a Dios por la adoración a criatura. Y eso por el hecho de que la criatura te daba piedras y obras humanas.

Y no has pensado que tienes las gemas, y yo las he tenido, porque Dios las ha creado, y tienes los rollos raros, donde está el pensamiento del hombre, porque Dios ha dado al hombre el intelecto.

Este pequeño, que tiene hambre y frío, que está solo, que ha sufrido el azote de todos los dolores, que estaría disculpado y sería disculpable si se embriagase con la vista de las riquezas, pues mira: sabe dar a Dios un justo gracias por haber hecho bueno mi corazón, y sólo busca la única cosa necesaria: amar a Dios, conocer el amor para tener las verdaderas riquezas aquí y después. Hombre, yo he prometido que te daría lo que eligieras. La palabra del rey es sagrada.

Vete, pues, con tus piedras y tus rollos: piedrecitas multicolores y… paja de humano pensamiento. Y vive temblando por los ladrones y las polillas: los primeros, enemigos de las gemas; las segundas, de los pergaminos. Y deslúmbrate con los vanos resplandores de esas lascas; desazónate con el sabor dulzón de la ciencia humana, que es sólo sabor y no alimento. Márchate, pues. Este niño se quedará a mi lado, y juntos nos esforzaremos en leer este libro que es amor, o sea, Dios.

Y no veremos brillos vanos de frías gemas, ni el sabor de paja, dulzón, de las obras de humano saber. No. Los fuegos del Espíritu Eterno nos darán, ya desde aquí, el éxtasis del Paraíso y poseeremos la Sabiduría, más fortalecedora que el vino, más alimenticia que la miel. Ven, niño. A ti la Sabiduría te ha mostrado su rostro, para que la anhelases como esposa veraz".

Y, expulsado el hombre, tomó consigo al niño y lo instruyó en la divina Sabiduría, para que fuera, en la Tierra, un justo y un rey digno de la sagrada unción, y un ciudadano del Reino de Dios después de la vida.
Ésta es la parábola, prometida a los niños y propuesta a los adultos.

-¿Os acordáis de lo que dice Baruc? (3,l0-l3, 20-2l, 26-28): "¿Por qué, oh Israel, estás en tierra enemiga, envejeces en un país extranjero, estás contaminado con los muertos, y eres del número de los que bajan al abismo?". Y responde: "Porque has abandonado la fuente de la Sabiduría. Si hubieras caminado por el camino de Dios, habrías vivido en paz y para siempre".

Escuchad, vosotros que demasiado frecuentemente os quejáis -porque sobremanera la patria ya no es nuestra, sino del dominador-de estar exiliados a pesar de vivir en la patria; os quejáis de esto y no sabéis que, respecto a lo que os espera en el futuro, esto es como una gota de posca respecto al cáliz inebriativo que se da a los condenados y que, vosotros lo sabéis, es amargo como ninguna otra bebida.

El pueblo de Dios sufre porque ha abandonado la Sabiduría. ¿Cómo podéis poseer prudencia, fuerza, inteligencia; cómo podéis siquiera saber dónde se hallan, para poder saber consiguientemente las cosas menores, si ya no bebéis en las fuentes de la Sabiduría? Su Reino no es de esta Tierra, sino que es la misericordia de Dios la que concede su fuente. Ella está en Dios. Es Dios mismo. Y Dios abre su seno para que descienda a vosotros.

Y bien, ¿acaso ahora Israel, que tiene, o ha tenido -y cree tener todavía, con la necia soberbia de los despilfarradores que han derrochado y que se creen todavía ricos y, creyéndose tales, exigen atenciones, y en realidad recogen solamente compasión o burla-Israel, que tiene o ha tenido riquezas, conquistas, honores, posee ya el único verdadero tesoro? No. Y pierde también los otros, porque el que pierde la Sabiduría pierde la capacidad de ser grande. De error en error va el que no conoce la Sabiduría. E Israel conoce muchas cosas, incluso demasiadas, pero ya no conoce la Sabiduría.

Bien dice Baruc: "Los jóvenes de este pueblo vieron la luz, habitaron en la tierra, pero no saben el camino de la Sabiduría ni conocen sus senderos, y sus hijos no la han recibido y ella se ha alejado". ¡Se ha alejado de ellos! ¡Los hijos no la han recibido! ¡Proféticas palabras!
Yo soy la Sabiduría que os habla. Las tres cuartas partes de Israel no me acoge. Y la Sabiduría se aleja, y se alejará más, y lo dejará sólo...

¿Qué harán entonces los que se creen gigantes y, por tanto, capaces de forzar al Señor a ayudarlos, a servirlos? ¿Gigantes útiles a Dios para fundar su Reino? No. Yo con Baruc digo esto: "Para fundar el Reino verdadero de Dios, Dios no elegirá a estos soberbios, y los dejará perecer en su necedad" fuera de sus senderos. Porque, para subir al Cielo con el espíritu y comprender las lecciones de la Sabiduría, se necesita un espíritu humilde, obediente y, sobre todo, un espíritu que sea todo amor, ya que la Sabiduría habla su lenguaje, o sea, habla el lenguaje del amor, pues es Amor. Para conocer sus senderos se requiere una mirada clara y humilde, libre de la ternaria concupiscencia. Para poseer la Sabiduría hay que comprarla con las monedas vivas: las virtudes.  

Esto no lo tenía Israel, y Yo he venido a explicar la Sabiduría, a guiaros a su camino, a sembrar en vuestro corazón las virtudes. Porque Yo todo lo conozco y lo sé, y he venido a enseñárselo a Jacob mi siervo y a Israel, mi dilecto.

He venido a la Tierra a conversar con los hombres, Yo, Palabra del Padre, a tomar de la mano a los hijos del hombre, Yo, Hijo de Dios y del hombre, Yo, Camino de la Vida. He venido para introduciros en la estancia de los tesoros eternos, Yo, a quien todo le ha sido dado por el Padre mío. He venido, Yo, Amador eterno, a tomar a mi Esposa, la Humanidad a la que quiero elevar a mi trono y a mi tálamo para que esté conmigo en el Cielo; y a introducirla en la estancia de los vinos para que se embriague con la verdadera Vid de la cual los sarmientos extraen la Vida.

Pero Israel es esposa holgazana y no se levanta de la cama para abrir a Aquel que ha venido. Y el Esposo se marcha. Pasará. Está para pasar. Después, Israel lo buscará en vano, y encontrará no la misericordiosa caridad de su Salvador, sino los carros de guerra de los dominadores, y será aplastado y soltará soberbia y vida, después de haber querido aplastar incluso a la misericordiosa voluntad de Dios.

¡Oh, Israel, Israel, que pierdes la verdadera Vida por conservar una falaz ilusión de poder! ¡Oh, Israel, que crees salvarte y quieres salvarte por caminos que no son de Sabiduría, y que te pierdes vendiéndote a la Mentira y al Delito, náufrago Israel que no te aferras al fuerte cable lanzado para tu salvación, sino a los despojos de tu quebrantado pretérito; y la tempestad te lleva a otro lugar, a alta mar, en un mar aterrador y sin luz!

¡Oh Israel, ¿de qué te vale salvar tu vida, o presumir de salvarla, durante una hora, un año, un decenio, dos, tres decenios, a costa de un delito, y luego perecer eternamente? La vida, la gloria, el poder, ¿qué son?

Burbuja de agua sucia en la superficie de un aguazal usado por los lavanderos; iridiscente no porque esté hecha de gemas, sino por la grasienta suciedad que con el nitro se hincha para formar bolas vacías destinadas a estallar sin que nada quede, aparte de un círculo en el agua limosa cargada de los sudores humanos.

Una sola cosa es necesaria, oh Israel, poseer la Sabiduría. A costa incluso de la vida. Porque la vida no es la cosa más preciosa. Y más vale perder cien vidas que perder la propia alma.

Jesús ha terminado en medio de un silencio de admiración. Trata de abrirse paso y marcharse... Pero reclaman su beso los niños; y su bendición los adultos. Y sólo después de éstas, despidiéndose de Cleofás y Hermas de Emaús, puede marcharse.

   


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