Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

427- Bartolomé instruye a Áurea Gala


Son tan precoces las albas estivas, que breve es el tiempo que media entre el ocaso de la Luna y la aparición del primer albor.

De manera que, a pesar de que hayan andado ligeros, la fase más oscura de la noche los sorprende todavía en las cercanías de Cesárea; y tampoco da suficiente luz una rama encendida de un arbusto espinoso. Es necesario hacer un alto, incluso porque la jovencita, menos acostumbrada que ellos a andar de noche, tropieza a menudo en las piedras medio sepultadas en la arena.

-Es mejor pararse un poco. La niña no ve y está cansada -dice Jesús.

-No, no, puedo... Vamos lejos, lejos... Podría venir. Por aquí hemos pasado para ir a aquella casa -dice, entrechocando los dientes, la jovencita, mezclando hebreo y latín en un nuevo idioma, para que la entiendan.

-Iremos detrás de aquellos árboles y no nos verá nadie. No temas -le responde Jesús.

-Sí, no temas. Ese... romano a esta hora está debajo de la mesa como una cuba... -dice Bartolomé para tranquilizarla.

-Y además estás con nosotros. ¡Nosotros te queremos! No dejamos que te hagan daño. ¡Oye, que somos doce hombres fornidos!... -dice Pedro, poco más alto que ella, pero tan corpulento cuanto grácil es ella, tan quemado por el sol cuanto nívea es ella, pobre flor crecida a la sombra para que fuera más estimulante y valiosa.

-Eres una hermanita. Y los hermanos defienden a las hermanas... -dice Juan.

La jovencita, a la luz última de la improvisada antorcha, alza hacia sus consoladores los claros iris gris hierro apenas teñido de azul, dos limpios iris aún brillantes por el llanto vertido con el terror de poco antes... Es recelosa, pero, no obstante, de ellos se fía. Y cruza con los otros el reguero seco que está pasado el camino, para entrar en una propiedad que termina allí en un tupido huerto.

Se sientan. Es noche oscura. Esperan. Los hombres quizás dormirían. Pero cualquier ruido hace dar un gemido a la muchacha, y el galope de un caballo le hace agarrarse convulsa al cuello de Bartolomé, que, quizás, por ser muy anciano, atrae su confianza y confidencia. Por tanto es imposible dormir.

-¡Pero no tengas miedo! Cuando se está con Jesús ya no pasa nada malo -dice Bartolomé.
-¿Por qué? -pregunta la muchacha, temblorosa y enroscada todavía al cuello del apóstol.
-Porque Jesús es Dios en la Tierra, y Dios es más fuerte que los hombres.
-¿Dios? ¿Qué es Dios?

-¡Pobre criatura! ¡Pero cómo te han criado! ¿No te han enseñado nada?

-A tener blanca la piel, brillante el pelo, a obedecer a los amos... a decir siempre que sí... Pero yo no podía decir que sí al romano... era feo y me producía miedo... Todo el día miedo... Siempre allí... cuando el baño, cuando una se viste... y unos ojos... y las manos... ¡oh!... Y a quien no dice "sí" le dan de palos...
-No recibirás palos. Ya no está el romano, ni sus manos... Lo que hay es la paz... le responde Jesús.

Y los otros comentan:
-¡Pero qué horror! ¡Como a animales de valor, no más que como a animales! Y peor todavía... Porque un animal sabe al menos que le enseñan a arar o a llevar la montura y el bocado porque ésa es su función. ¡Pero esta criatura ha sido arrojada allí sin saber!...

-Yo, si hubiera sabido, me habría echado al mar. Había dicho: "Te haré feliz"...
-Efectivamente te ha hecho feliz. De una manera que no imaginaba. Feliz para la Tierra y para el Cielo. Porque conocer a Jesús es felicidad -le dice el Zelote.

Un silencio, en que cada uno medita en los horrores del mundo. Luego, en voz baja, la niña pregunta a Bartolomé:
-¿Me dices lo que es Dios? ¿Y por qué Él es Dios? ¿Porque es guapo y bueno?

-Dios... ¿Cómo arreglárselas para enseñarte tanto a ti que estás vacía de toda idea religiosa?
-¿Religiosa? ¿Qué es?

-¡Altísima Sabiduría! ¡Me siento como uno que se está ahogando en un gran mar! ¿Cómo me las arreglo ante esta sima?

-Es muy sencillo, Bartolomé, lo que difícil te parece. Es una sima, sí, pero vacía. Y puedes colmarla de Verdad. Peor es cuando las simas están colmas de fango, venenos, serpientes... Habla con la sencillez con que hablarías a un niño pequeño. Te comprenderá de forma que mejor que ella no te comprendería un adulto.

-¡Maestro! ¿Pero no podrías hacerlo Tú?
-Podría. Pero la muchacha aceptará las palabras de un semejante suyo más fácilmente que las mías de Dios. Y además es que... en el futuro os encontraréis ante estas simas, para llenarlas de mí, y debéis aprender a hacerlo.
-Es verdad. Voy a intentarlo. Escúchame, niña... ¿Te acuerdas de tu mamá?

-Sí, Señor. Hace siete años que las flores florecen sin ella. Pero antes estaba con ella.
-De acuerdo. ¿Y te acuerdas de ella? ¿La quieres?
-¡Oh! -un acceso de llanto unido a la exclamación dice todo.

-Pobre criatura, no llores... Escucha... El amor que sientes por tu mamá...
-...Y mi padre... y mis hermanitos... -dice entre sollozos la niña.

-Sí... por tu familia, el amor por tu familia, el pensamiento que tienes de tu familia, el deseo de volver a ella...
-¡Ya nunca!...

-Bueno pues... todo esto es una cosa que se puede llamar la religión de la familia. Las religiones, las ideas religiosas, por tanto, son el amor, el pensamiento y el deseo de ir a donde está Aquel o aquellos en quienes creemos, a quienes amamos y anhelamos.
-¡Ah! Y si yo creo en ese Dios, tendré una religión... ¡Es fácil!

-Bien. ¿Fácil qué? ¿Tener una religión o creer en ese Dios?
-Una cosa y la otra. Porque se cree fácilmente en un Dios bueno como ése. El romano nombraba muchos dioses y juraba... decía: "¡Por la diosa Venus!", "¡por el dios Cupido!". Pero debían ser dioses no buenos, porque él hacía cosas no buenas cuando los nombraba.
-No es estúpida la niña -comenta Pedro en voz baja.
-Pero todavía no sé qué es Dios. Yo lo veo hombre como tú... Es un hombre Dios entonces. ¿Y entonces cómo podemos comprenderlo? ¿En qué es más fuerte que todos? No tiene ni espadas ni siervos...

-Maestro, ayúdame...

-¡No, hombre, Natanael, que enseñas muy bien!...
-Lo dices por bondad... De todas formas vamos a intentar seguir adelante. Escucha, niña... Dios no es hombre. Él es como una luz, una mirada, un sonido, tan grandes, que llenan el cielo y la tierra e iluminan todo, y todo lo ve, instruye todo y a todo da órdenes...
-¿También al romano? Entonces no es un Dios bueno. ¡Tengo miedo!

-Dios es bueno y da órdenes buenas, y a los hombres les había dado órdenes de no hacer guerras, de no hacer esclavos, de dejar a las niñas con sus madres y no aterrorizar a las muchachas. Pero los hombres no escuchan siempre las órdenes de Dios.
-Pero tú sí...
-Yo sí.

-Pero, si es más fuerte que nadie, ¿por qué no se hace obedecer? ¿Y cómo habla, si no es hombre?
-Dios... ¡oh, Maestro!...

-Sigue, Bartolmái. ¿Siendo un maestro tan sabio y sabiendo decir con tanta sencillez los más altos pensamientos, tienes miedo? ¿No sabes que el Espíritu Santo está en los labios de los que enseñan la Justicia?

-¡Parece tan fácil cuándo uno te escucha!... Y todas tus palabras están aquí dentro... ¡Pero para sacarlas afuera cuando se debe hacer lo que Tú haces!... ¡Ay, míseros de nosotros, pobres hombres! ¡Qué maestros de tres al cuarto!
-Reconocer vuestra nada predispone al espíritu a la enseñanza del Espíritu Paráclito...

-De acuerdo. Escucha, niña. Dios es fuerte, fortísimo, más que César, más que todos los hombres puestos juntos con sus ejércitos y máquinas de guerra. Pero no es un amo despiadado que haga decir siempre que sí, so pena del azote para quien no lo dice. Dios es un padre. ¿Tu padre te quería?

-¡Mucho! Me puso por nombre Áurea Gala, porque el oro es precioso y Galia es la patria, y decía que me quería más que al oro que un tiempo tuvo y más que a la patria...
-¿Tu padre te apaleaba?
-No. Nunca. Aunque fuese mala me decía: "¡Pobre hija mía!" y lloraba...

-¡Eso! Así hace Dios. Es padre, nos ama y llora si somos malos, pero no nos fuerza a obedecerle. Pero el que es malo será un día castigado con suplicios horrendos...
-¡Oh, qué bien! ¡En los suplicios el amo que me arrebató de mi madre y me llevó a la isla y el romano! ¿Y lo voy a ver yo?

-Tú verás a Dios de cerca, si crees en Él y eres buena. Pero para ser buena no debes odiar ni siquiera al romano.
-¿No? ¿Y cómo lo hago?
-Orando por él o...
-¿Qué es orar?

Hablarle a Dios diciéndole lo que queremos...
-¡Pero yo quiero la mala muerte para los amos! -dice con salvaje vehemencia la muchacha.
-No, no debes hacerlo. Jesús no te quiere si hablas así...
-¿Por qué?

-Porque no se debe odiar a quien nos haya hecho el mal.
-Pero no puedo quererlos...
-Por ahora olvídalos... Trata de olvidarlos... Luego, cuando estés más... instruida en Dios, orarás por ellos... Bueno, estábamos diciendo que Dios es poderoso, pero deja libres a sus hijos.
-¿Yo hija de Dios? ¿Tengo dos padres? ¿Cuántos hijos
tiene?

-Todos los hombres son hijos de Dios, porque han sido hechos por Él. ¿Ves las estrellas allá arriba? Las ha hecho Él. ¿Y estos árboles? Los ha hecho Él. Y la tierra donde estamos sentados, y aquel pájaro que canta, y el mar con su grandeza, todo, y a todos los hombres. Y los hombres son más hijos que todo, porque son hijos por una cosa que se llama alma y que es luz, sonido, mirada, no grandes como su luz, su sonido, su mirada, que llenan el Cielo y la Tierra, pero bonitos de todas formas, y que no mueren nunca, como tampoco muere Él.

-¿Dónde está el alma? ¿Yo la tengo?
-Sí. En tu corazón, y es la que te ha hecho comprender que el romano era malo, y ciertamente no te hará desear ser como él. ¿No es verdad?
-Sí...

La jovencita reflexiona después del titubeante sí... Luego dice con seguridad:

-Sí! Era como una voz de dentro y una necesidad de que alguien me auxiliara... y con otra voz aquí dentro -pero esta era mía -llamaba a mi mamá... porque no sabía que existía Dios, que existía Jesús... Si lo hubiera sabido, le habría llamado a Él con aquella voz que tenía aquí dentro...

-Has comprendido bien, niña, y crecerás en la Luz. Yo te lo digo. Cree en el Dios verdadero, escucha la voz de tu alma virgen respecto a la sabiduría adquirida, pero virgen también respecto a la mala voluntad, y tendrás en Dios a un Padre, y en la muerte, que es paso de la Tierra al Cielo para los que creen en el Dios verdadero y son buenos, tendrás un puesto en el Cielo, cerca de tu Señor -dice Jesús, poniendo la mano en la cabeza de la jovencita, la cual cambia de postura, se arrodilla y dice:
-De ti. Es bonito estar contigo. No te separes de mí, Jesús. Ahora sé quién eres y me postro. En Cesárea tenía miedo de hacerlo... Pero me parecías un hombre. Ahora sé que eres un Dios escondido en un hombre y para mí eres
Padre, y Protector.

-Y Salvador. Áurea Gala.
-Y Salvador. Me has salvado.
-Y te salvaré más. Tendrás un nombre nuevo...

-¿Me quitas el nombre que me dio mi padre? El amo en la isla me llamaba Aurea Quintilia, porque nos dividían por color y por número y yo era la quinta rubia así... Pero ¿por qué no me dejas el nombre que me dio mi padre?
-No te lo quito. Llevarás, añadido a tu antiguo nombre, el nombre nuevo, eterno».
-¿Cuál?

-Cristiana. Porque Cristo te ha salvado. Pero ya clarea. Vamos... ¿Ves, Natanael, como es fácil hablar de Dios a las simas vacías?... Has hablado muy bien. La niña se formará rápidamente en la Verdad... Ve adelante con mis hermanos, Áurea...

La niña obedece, pero con temor. Preferiría permanecer junto a Bartolomé, el cual comprende y promete:
-Voy inmediatamente yo también. Ve, obedece...
Y va sólo con Jesús, Pedro, Simón y Mateo, observa:

-Es una pena que la tenga Valeria. Al fin y al cabo es una pagana...

-No puedo imponérsela a Lázaro...
-Está también Nique, Maestro -sugiere Mateo.
-Y Elisa... -dice Pedro.
-Y Juana... Es amiga de Valeria, y Valeria se la cede sin duda de buena gana. Estaría en una casa buena -dice el Zelote.

Jesús piensa y guarda silencio...

-Bueno, Tú verás... Yo voy donde la muchacha, que se vuelve continuamente. Se fía de mí porque soy viejo... La tomaría conmigo... una hija más... Pero no es de Israel... -y se marcha el bueno de Natanael, bueno aunque demasiado israelita.

Jesús lo mira mientras camina y menea la cabeza.
-¿Por qué ese gesto, Maestro? -pregunta el Zelote.
-Porque... me da pena ver que los sabios también son esclavos de los prejuicios...

-Pero... así, entre nosotros... Bartolmái tiene razón... y, es más, deberías tomar medidas... Acuérdate de Síntica y Juan... No vaya a suceder una cosa igual... Mándasela a Síntica... -dice Pedro, que tiene miedo de complicaciones por la presencia de la paganita entre ellos.

-Pronto morirá Juan... Síntica no está todavía suficientemente formada como para ser maestra de una niña como ésta... No es ambiente adecuado...

-De todas formas, no debes tenerla. Piensa que Judas pronto estará con nosotros. Y Judas, Maestro, déjame que lo diga, es un lujurioso y un... uno que suelta la lengua con facilidad con tal de obtener ganancias... y tiene demasiados amigos entre los fariseos... -insiste el Zelote.

-¡Sí, Simón tiene razón! ¡Es exactamente lo que pensaba yo! -exclama Pedro. ¡Hazle caso, Maestro!...
Jesús piensa y calla... Luego dice:
-Vamos a orar y el Padre nos ayudará... -y, al final del grupo, oran fervorosamente...

El alba se transforma en aurora... Pasan un pueblecillo, vuelven al camino que va entre los campos... El sol se hace cada vez más fuerte. Se paran a comer a la sombra de un gigantesco nogal.

-¿Estás cansada? -pregunta Jesús a la niña, que come sin apetito -Dilo y nos paramos.
-No, no. Vamos...

-Se lo hemos preguntado varias veces. Pero contesta siempre que no... -dice Santiago de Alfeo.
-¡Puedo, puedo! Vamos lejos...

Reanudan la marcha. Pero Áurea se acuerda:
-Tengo una bolsa. Me han dicho las damas: "La darás cuando empiecen los montes". Los montes están aquí. Y la doy.
Y hurga en la talega donde Livia le ha metido algún indumento... Saca la bolsa y se la da a Jesús.
-La dádiva... No han querido que les diéramos las gracias. Son mejores que muchos de nosotros... Toma, Mateo. Y conserva estas monedas. Servirán para limosnas secretas.
-¿No debo decírselo a Judas de Keriot?
-No.
-Pero verá a la niña...

Jesús no responde... Reanudan la marcha fatigosamente, por el gran calor, el polvo y la luz cegadora. Luego empieza la subida a las primeras estribaciones del Carmelo, creo. Pero, a pesar de que aquí haya más sombra y más frescor, Áurea va lentamente, tropezando a menudo.
Bartolomé vuelve hacia atrás, a donde el Maestro.

-Maestro, la niña está febricitante y exhausta. ¿Qué hacemos?

Se consultan. ¿Pararse? ¿Cargar con ella y seguir? Sí. No. Al final deciden que es necesario, al menos, llegar hasta el camino que va a Sicaminón, para pedir ayuda a algún viandante que tenga cabalgadura o carro. Ellos quisieran tomar en brazos a la niña, pero ella, heroica en su voluntad de alejarse, repite su:

« ¡Puedo! ¡Puedo!», y quiere caminar por sí sola. Está roja, tiene ojos febriles, está realmente exhausta. Pero no cede... Va lentamente, aceptando ser sujetada por Bartolomé y Felipe... Pero anda... Están todos cansados verdaderamente. Pero comprenden que es necesario andar, y andan...

Ya han superado la colina. Ya tienen enfrente la ladera opuesta... el llano de Esdrelón allá abajo, y más allá... las colinas donde se halla Nazaret...
-Si no encontramos, nos detendremos donde los campesinos... -dice Jesús...

Caminan, caminan... Ya casi en el llano, ven a un grupo de discípulos. Están Isaac y Juan de Éfeso con su madre, y Abel de Belén con la suya, y otros que no conozco de nombre. Y para las mujeres llevan un rústico carro tirado por un fuerte mulito. Están también los pastores Daniel y Benjamín, y el barquero José y otros.

-¡Es la Providencia, que nos socorre! -exclama Jesús, y ordena que se detengan mientras Él va a hablar con los discípulos y especialmente con las dos discípulas.

Las toma aparte, junto con Isaac, y cuenta en parte el caso de Áurea:

-Se la hemos arrebatado a un inmundo amo... Quisiera llevarla a Nazaret para atenderla, porque está enferma de miedo y de fatiga. Pero no tengo vehículo. ¿Vosotros a dónde ibais?

-A Belén de Galilea, a casa de Mirta. Es imposible resistir los calores del llano -responde Isaac.

-Id a Nazaret primero, os lo pido por caridad. Llevadle la niña a mi Madre y decidle que Yo, dentro de dos o tres días, llegaré. La niña está febril. Por tanto no hagáis caso de sus delirios. Más adelante os explicaré...
-Sí, Maestro. Lo que quieras. Partimos inmediatamente. ¡Pobre criatura! ¿La apaleaba? -preguntan los tres.
-Quería profanarla.

-¡Oh!... ¿Cuántos años tiene?
-A lo mejor ni trece...

-¡Qué vil! ¡Qué inmundo! Pero nosotros la querremos. No somos madres por ganancia, ¿verdad Noemí?
-Por supuesto, Mirta. Señor, ¿la recibes como discípula?
-No sé todavía...

-Si la recibes, estamos nosotras. Yo no vuelvo a Éfeso. He mandado a unos amigos para que liquiden todo. Me quedo con Mirta... Acuérdate de nosotras para la niña. Tú nos has salvado a nuestros hijos. Nosotras queremos salvar a esta niña.

-Veremos más adelante...
-Maestro, estas dos discípulas dan garantías de santidad... -intercede Isaac.
-No depende de mí... Orad mucho y guardad silencio con todos. ¿Entendéis? Con todos.
-Guardaremos silencio.
-Venid con el carro.

Y Jesús retrocede, seguido por Isaac (que guía el carro) y por las dos mujeres. La muchacha está echada en el prado, buscando refrigerio entre la hierba para la fuerte fiebre...

-¡Pobre criatura! Pero no morirá, ¿verdad?
-¡Qué niña más bonita!

-Bonita, no temas. Soy una mamá, ¿sabes? Ven... Sujétala, Mirta... Vacila... Ayúdanos, Isaac... Aquí donde hay menos traqueteos... El talego debajo de la cabeza... Vamos a meterle debajo nuestros mantos... Isaac, moja estos paños para ponérselos en la frente... ¡Qué fiebre, pobre hija!...

Las dos mujeres se muestras solícitas y maternales. Áurea, obnubilada por el febrón, está casi ausente...
Todo listo... El carro puede empezar a moverse... Isaac, antes de dar con la tralla, se acuerda:

-Maestro, si vas al puente encuentras a Judas de Keriot. Te espera como un mendigo... Es él el que nos ha dicho que ibas a pasar por aquí. La paz a ti, Maestro. Hoy por la noche estaremos en Nazaret.
-La paz a ti, Maestro -dicen las discípulas.
-¡La paz a vosotros!...

El carro se va al trote...
-¡Gracias sean dadas al Señor!... -dice Jesús.
-Sí. Bien para la niña y para Judas... Mejor si no sabe nada...

-Sí, es mejor; tanto, que pido a vuestro corazón un sacrificio: nos separaremos antes de llegar a Nazaret, y vosotros, los del lago, iréis con Judas a Cafarnaúm, mientras Yo con mis hermanos y Tomás y Simón iremos a Nazaret.

-Así lo haremos, Maestro. ¿Y a esos que te esperan qué les vas a decir?
-Que teníamos urgencia de advertir a mi Madre de mi llegada... Vamos... -y va donde los discípulos, que, demasiado felices por tener con ellos al Maestro, no hacen ninguna pregunta.


   


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