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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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427- Bartolomé instruye a Áurea Gala
Son tan precoces las albas estivas, que breve es el tiempo que media entre el ocaso de la Luna y la aparición del primer albor.
De manera que, a pesar de que hayan andado ligeros, la fase más oscura de la noche los sorprende todavía en las cercanías de Cesárea; y tampoco da suficiente luz una rama encendida de un arbusto espinoso. Es necesario hacer un alto, incluso porque la jovencita, menos acostumbrada que ellos a andar de noche, tropieza a menudo en las piedras medio sepultadas en la arena.
-Es mejor pararse un poco. La niña no ve y está cansada -dice Jesús.
-No, no, puedo... Vamos lejos, lejos... Podría venir. Por aquí hemos pasado para ir a aquella casa -dice, entrechocando los dientes, la jovencita, mezclando hebreo y latín en un nuevo idioma, para que la entiendan.
-Iremos detrás de aquellos árboles y no nos verá nadie. No temas -le responde Jesús.
-Sí, no temas. Ese... romano a esta hora está debajo de la mesa como una cuba... -dice Bartolomé para tranquilizarla.
-Y además estás con nosotros. ¡Nosotros te queremos! No dejamos que te hagan daño. ¡Oye, que somos doce hombres fornidos!... -dice Pedro, poco más alto que ella, pero tan corpulento cuanto grácil es ella, tan quemado por el sol cuanto nívea es ella, pobre flor crecida a la sombra para que fuera más estimulante y valiosa.
-Eres una hermanita. Y los hermanos defienden a las hermanas... -dice Juan.
La jovencita, a la luz última de la improvisada antorcha, alza hacia sus consoladores los claros iris gris hierro apenas teñido de azul, dos limpios iris aún brillantes por el llanto vertido con el terror de poco antes... Es recelosa, pero, no obstante, de ellos se fía. Y cruza con los otros el reguero seco que está pasado el camino, para entrar en una propiedad que termina allí en un tupido huerto.
Se sientan. Es noche oscura. Esperan. Los hombres quizás dormirían. Pero cualquier ruido hace dar un gemido a la muchacha, y el galope de un caballo le hace agarrarse convulsa al cuello de Bartolomé, que, quizás, por ser muy anciano, atrae su confianza y confidencia. Por tanto es imposible dormir.
-¡Pero no tengas miedo! Cuando se está con Jesús ya no pasa nada malo -dice Bartolomé.
-¿Por qué? -pregunta la muchacha, temblorosa y enroscada todavía al cuello del apóstol.
-Porque Jesús es Dios en la Tierra, y Dios es más fuerte que los hombres.
-¿Dios? ¿Qué es Dios?
-¡Pobre criatura! ¡Pero cómo te han criado! ¿No te han enseñado nada?
-A tener blanca la piel, brillante el pelo, a obedecer a los amos... a decir siempre que sí... Pero yo no podía decir que sí al romano... era feo y me producía miedo... Todo el día miedo... Siempre allí... cuando el baño, cuando una se viste... y unos ojos... y las manos... ¡oh!... Y a quien no dice "sí" le dan de palos...
-No recibirás palos. Ya no está el romano, ni sus manos... Lo que hay es la paz... le responde Jesús.
Y los otros comentan:
-¡Pero qué horror! ¡Como a animales de valor, no más que como a animales! Y peor todavía... Porque un animal sabe al menos que le enseñan a arar o a llevar la montura y el bocado porque ésa es su función. ¡Pero esta criatura ha sido arrojada allí sin saber!...
-Yo, si hubiera sabido, me habría echado al mar. Había dicho: "Te haré feliz"...
-Efectivamente te ha hecho feliz. De una manera que no imaginaba. Feliz para la Tierra y para el Cielo. Porque conocer a Jesús es felicidad -le dice el Zelote.
Un silencio, en que cada uno medita en los horrores del mundo. Luego, en voz baja, la niña pregunta a Bartolomé:
-¿Me dices lo que es Dios? ¿Y por qué Él es Dios? ¿Porque es guapo y bueno?
-Dios... ¿Cómo arreglárselas para enseñarte tanto a ti que estás vacía de toda idea religiosa?
-¿Religiosa? ¿Qué es?
-¡Altísima Sabiduría! ¡Me siento como uno que se está ahogando en un gran mar! ¿Cómo me las arreglo ante esta sima?
-Es muy sencillo, Bartolomé, lo que difícil te parece. Es una sima, sí, pero vacía. Y puedes colmarla de Verdad. Peor es cuando las simas están colmas de fango, venenos, serpientes... Habla con la sencillez con que hablarías a un niño pequeño. Te comprenderá de forma que mejor que ella no te comprendería un adulto.
-¡Maestro! ¿Pero no podrías hacerlo Tú?
-Podría. Pero la muchacha aceptará las palabras de un semejante suyo más fácilmente que las mías de Dios. Y además es que... en el futuro os encontraréis ante estas simas, para llenarlas de mí, y debéis aprender a hacerlo.
-Es verdad. Voy a intentarlo. Escúchame, niña... ¿Te acuerdas de tu mamá?
-Sí, Señor. Hace siete años que las flores florecen sin ella. Pero antes estaba con ella.
-De acuerdo. ¿Y te acuerdas de ella? ¿La quieres?
-¡Oh! -un acceso de llanto unido a la exclamación dice todo.
-Pobre criatura, no llores... Escucha... El amor que sientes por tu mamá...
-...Y mi padre... y mis hermanitos... -dice entre sollozos la niña.
-Sí... por tu familia, el amor por tu familia, el pensamiento que tienes de tu familia, el deseo de volver a ella...
-¡Ya nunca!...
-Bueno pues... todo esto es una cosa que se puede llamar la religión de la familia. Las religiones, las ideas religiosas, por tanto, son el amor, el pensamiento y el deseo de ir a donde está Aquel o aquellos en quienes creemos, a quienes amamos y anhelamos.
-¡Ah! Y si yo creo en ese Dios, tendré una religión... ¡Es fácil!
-Bien. ¿Fácil qué? ¿Tener una religión o creer en ese Dios?
-Una cosa y la otra. Porque se cree fácilmente en un Dios bueno como ése. El romano nombraba muchos dioses y juraba... decía: "¡Por la diosa Venus!", "¡por el dios Cupido!". Pero debían ser dioses no buenos, porque él hacía cosas no buenas cuando los nombraba.
-No es estúpida la niña -comenta Pedro en voz baja.
-Pero todavía no sé qué es Dios. Yo lo veo hombre como tú... Es un hombre Dios entonces. ¿Y entonces cómo podemos comprenderlo? ¿En qué es más fuerte que todos? No tiene ni espadas ni siervos...
-Maestro, ayúdame...
-¡No, hombre, Natanael, que enseñas muy bien!...
-Lo dices por bondad... De todas formas vamos a intentar seguir adelante. Escucha, niña... Dios no es hombre. Él es como una luz, una mirada, un sonido, tan grandes, que llenan el cielo y la tierra e iluminan todo, y todo lo ve, instruye todo y a todo da órdenes...
-¿También al romano? Entonces no es un Dios bueno. ¡Tengo miedo!
-Dios es bueno y da órdenes buenas, y a los hombres les había dado órdenes de no hacer guerras, de no hacer esclavos, de dejar a las niñas con sus madres y no aterrorizar a las muchachas. Pero los hombres no escuchan siempre las órdenes de Dios.
-Pero tú sí...
-Yo sí.
-Pero, si es más fuerte que nadie, ¿por qué no se hace obedecer? ¿Y cómo habla, si no es hombre?
-Dios... ¡oh, Maestro!...
-Sigue, Bartolmái. ¿Siendo un maestro tan sabio y sabiendo decir con tanta sencillez los más altos pensamientos, tienes miedo? ¿No sabes que el Espíritu Santo está en los labios de los que enseñan la Justicia?
-¡Parece tan fácil cuándo uno te escucha!... Y todas tus palabras están aquí dentro... ¡Pero para sacarlas afuera cuando se debe hacer lo que Tú haces!... ¡Ay, míseros de nosotros, pobres hombres! ¡Qué maestros de tres al cuarto!
-Reconocer vuestra nada predispone al espíritu a la enseñanza del Espíritu Paráclito...
-De acuerdo. Escucha, niña. Dios es fuerte, fortísimo, más que César, más que todos los hombres puestos juntos con sus ejércitos y máquinas de guerra. Pero no es un amo despiadado que haga decir siempre que sí, so pena del azote para quien no lo dice. Dios es un padre. ¿Tu padre te quería?
-¡Mucho! Me puso por nombre Áurea Gala, porque el oro es precioso y Galia es la patria, y decía que me quería más que al oro que un tiempo tuvo y más que a la patria...
-¿Tu padre te apaleaba?
-No. Nunca. Aunque fuese mala me decía: "¡Pobre hija mía!" y lloraba...
-¡Eso! Así hace Dios. Es padre, nos ama y llora si somos malos, pero no nos fuerza a obedecerle. Pero el que es malo será un día castigado con suplicios horrendos...
-¡Oh, qué bien! ¡En los suplicios el amo que me arrebató de mi madre y me llevó a la isla y el romano! ¿Y lo voy a ver yo?
-Tú verás a Dios de cerca, si crees en Él y eres buena. Pero para ser buena no debes odiar ni siquiera al romano.
-¿No? ¿Y cómo lo hago?
-Orando por él o...
-¿Qué es orar?
Hablarle a Dios diciéndole lo que queremos...
-¡Pero yo quiero la mala muerte para los amos! -dice con salvaje vehemencia la muchacha.
-No, no debes hacerlo. Jesús no te quiere si hablas así...
-¿Por qué?
-Porque no se debe odiar a quien nos haya hecho el mal.
-Pero no puedo quererlos...
-Por ahora olvídalos... Trata de olvidarlos... Luego, cuando estés más... instruida en Dios, orarás por ellos... Bueno, estábamos diciendo que Dios es poderoso, pero deja libres a sus hijos.
-¿Yo hija de Dios? ¿Tengo dos padres? ¿Cuántos hijos
tiene?
-Todos los hombres son hijos de Dios, porque han sido hechos por Él. ¿Ves las estrellas allá arriba? Las ha hecho Él. ¿Y estos árboles? Los ha hecho Él. Y la tierra donde estamos sentados, y aquel pájaro que canta, y el mar con su grandeza, todo, y a todos los hombres. Y los hombres son más hijos que todo, porque son hijos por una cosa que se llama alma y que es luz, sonido, mirada, no grandes como su luz, su sonido, su mirada, que llenan el Cielo y la Tierra, pero bonitos de todas formas, y que no mueren nunca, como tampoco muere Él.
-¿Dónde está el alma? ¿Yo la tengo?
-Sí. En tu corazón, y es la que te ha hecho comprender que el romano era malo, y ciertamente no te hará desear ser como él. ¿No es verdad?
-Sí...
La jovencita reflexiona después del titubeante sí... Luego dice con seguridad:
-Sí! Era como una voz de dentro y una necesidad de que alguien me auxiliara... y con otra voz aquí dentro -pero esta era mía -llamaba a mi mamá... porque no sabía que existía Dios, que existía Jesús... Si lo hubiera sabido, le habría llamado a Él con aquella voz que tenía aquí dentro...
-Has comprendido bien, niña, y crecerás en la Luz. Yo te lo digo. Cree en el Dios verdadero, escucha la voz de tu alma virgen respecto a la sabiduría adquirida, pero virgen también respecto a la mala voluntad, y tendrás en Dios a un Padre, y en la muerte, que es paso de la Tierra al Cielo para los que creen en el Dios verdadero y son buenos, tendrás un puesto en el Cielo, cerca de tu Señor -dice Jesús, poniendo la mano en la cabeza de la jovencita, la cual cambia de postura, se arrodilla y dice:
-De ti. Es bonito estar contigo. No te separes de mí, Jesús. Ahora sé quién eres y me postro. En Cesárea tenía miedo de hacerlo... Pero me parecías un hombre. Ahora sé que eres un Dios escondido en un hombre y para mí eres
Padre, y Protector.
-Y Salvador. Áurea Gala.
-Y Salvador. Me has salvado.
-Y te salvaré más. Tendrás un nombre nuevo...
-¿Me quitas el nombre que me dio mi padre? El amo en la isla me llamaba Aurea Quintilia, porque nos dividían por color y por número y yo era la quinta rubia así... Pero ¿por qué no me dejas el nombre que me dio mi padre?
-No te lo quito. Llevarás, añadido a tu antiguo nombre, el nombre nuevo, eterno».
-¿Cuál?
-Cristiana. Porque Cristo te ha salvado. Pero ya clarea. Vamos... ¿Ves, Natanael, como es fácil hablar de Dios a las simas vacías?... Has hablado muy bien. La niña se formará rápidamente en la Verdad... Ve adelante con mis hermanos, Áurea...
La niña obedece, pero con temor. Preferiría permanecer junto a Bartolomé, el cual comprende y promete:
-Voy inmediatamente yo también. Ve, obedece...
Y va sólo con Jesús, Pedro, Simón y Mateo, observa:
-Es una pena que la tenga Valeria. Al fin y al cabo es una pagana...
-No puedo imponérsela a Lázaro...
-Está también Nique, Maestro -sugiere Mateo.
-Y Elisa... -dice Pedro.
-Y Juana... Es amiga de Valeria, y Valeria se la cede sin duda de buena gana. Estaría en una casa buena -dice el Zelote.
Jesús piensa y guarda silencio...
-Bueno, Tú verás... Yo voy donde la muchacha, que se vuelve continuamente. Se fía de mí porque soy viejo... La tomaría conmigo... una hija más... Pero no es de Israel... -y se marcha el bueno de Natanael, bueno aunque demasiado israelita.
Jesús lo mira mientras camina y menea la cabeza.
-¿Por qué ese gesto, Maestro? -pregunta el Zelote.
-Porque... me da pena ver que los sabios también son esclavos de los prejuicios...
-Pero... así, entre nosotros... Bartolmái tiene razón... y, es más, deberías tomar medidas... Acuérdate de Síntica y Juan... No vaya a suceder una cosa igual... Mándasela a Síntica... -dice Pedro, que tiene miedo de complicaciones por la presencia de la paganita entre ellos.
-Pronto morirá Juan... Síntica no está todavía suficientemente formada como para ser maestra de una niña como ésta... No es ambiente adecuado...
-De todas formas, no debes tenerla. Piensa que Judas pronto estará con nosotros. Y Judas, Maestro, déjame que lo diga, es un lujurioso y un... uno que suelta la lengua con facilidad con tal de obtener ganancias... y tiene demasiados amigos entre los fariseos... -insiste el Zelote.
-¡Sí, Simón tiene razón! ¡Es exactamente lo que pensaba yo! -exclama Pedro. ¡Hazle caso, Maestro!...
Jesús piensa y calla... Luego dice:
-Vamos a orar y el Padre nos ayudará... -y, al final del grupo, oran fervorosamente...
El alba se transforma en aurora... Pasan un pueblecillo, vuelven al camino que va entre los campos... El sol se hace cada vez más fuerte. Se paran a comer a la sombra de un gigantesco nogal.
-¿Estás cansada? -pregunta Jesús a la niña, que come sin apetito -Dilo y nos paramos.
-No, no. Vamos...
-Se lo hemos preguntado varias veces. Pero contesta siempre que no... -dice Santiago de Alfeo.
-¡Puedo, puedo! Vamos lejos...
Reanudan la marcha. Pero Áurea se acuerda:
-Tengo una bolsa. Me han dicho las damas: "La darás cuando empiecen los montes". Los montes están aquí. Y la doy.
Y hurga en la talega donde Livia le ha metido algún indumento... Saca la bolsa y se la da a Jesús.
-La dádiva... No han querido que les diéramos las gracias. Son mejores que muchos de nosotros... Toma, Mateo. Y conserva estas monedas. Servirán para limosnas secretas.
-¿No debo decírselo a Judas de Keriot?
-No.
-Pero verá a la niña...
Jesús no responde... Reanudan la marcha fatigosamente, por el gran calor, el polvo y la luz cegadora. Luego empieza la subida a las primeras estribaciones del Carmelo, creo. Pero, a pesar de que aquí haya más sombra y más frescor, Áurea va lentamente, tropezando a menudo.
Bartolomé vuelve hacia atrás, a donde el Maestro.
-Maestro, la niña está febricitante y exhausta. ¿Qué hacemos?
Se consultan. ¿Pararse? ¿Cargar con ella y seguir? Sí. No. Al final deciden que es necesario, al menos, llegar hasta el camino que va a Sicaminón, para pedir ayuda a algún viandante que tenga cabalgadura o carro. Ellos quisieran tomar en brazos a la niña, pero ella, heroica en su voluntad de alejarse, repite su:
« ¡Puedo! ¡Puedo!», y quiere caminar por sí sola. Está roja, tiene ojos febriles, está realmente exhausta. Pero no cede... Va lentamente, aceptando ser sujetada por Bartolomé y Felipe... Pero anda... Están todos cansados verdaderamente. Pero comprenden que es necesario andar, y andan...
Ya han superado la colina. Ya tienen enfrente la ladera opuesta... el llano de Esdrelón allá abajo, y más allá... las colinas donde se halla Nazaret...
-Si no encontramos, nos detendremos donde los campesinos... -dice Jesús...
Caminan, caminan... Ya casi en el llano, ven a un grupo de discípulos. Están Isaac y Juan de Éfeso con su madre, y Abel de Belén con la suya, y otros que no conozco de nombre. Y para las mujeres llevan un rústico carro tirado por un fuerte mulito. Están también los pastores Daniel y Benjamín, y el barquero José y otros.
-¡Es la Providencia, que nos socorre! -exclama Jesús, y ordena que se detengan mientras Él va a hablar con los discípulos y especialmente con las dos discípulas.
Las toma aparte, junto con Isaac, y cuenta en parte el caso de Áurea:
-Se la hemos arrebatado a un inmundo amo... Quisiera llevarla a Nazaret para atenderla, porque está enferma de miedo y de fatiga. Pero no tengo vehículo. ¿Vosotros a dónde ibais?
-A Belén de Galilea, a casa de Mirta. Es imposible resistir los calores del llano -responde Isaac.
-Id a Nazaret primero, os lo pido por caridad. Llevadle la niña a mi Madre y decidle que Yo, dentro de dos o tres días, llegaré. La niña está febril. Por tanto no hagáis caso de sus delirios. Más adelante os explicaré...
-Sí, Maestro. Lo que quieras. Partimos inmediatamente. ¡Pobre criatura! ¿La apaleaba? -preguntan los tres.
-Quería profanarla.
-¡Oh!... ¿Cuántos años tiene?
-A lo mejor ni trece...
-¡Qué vil! ¡Qué inmundo! Pero nosotros la querremos. No somos madres por ganancia, ¿verdad Noemí?
-Por supuesto, Mirta. Señor, ¿la recibes como discípula?
-No sé todavía...
-Si la recibes, estamos nosotras. Yo no vuelvo a Éfeso. He mandado a unos amigos para que liquiden todo. Me quedo con Mirta... Acuérdate de nosotras para la niña. Tú nos has salvado a nuestros hijos. Nosotras queremos salvar a esta niña.
-Veremos más adelante...
-Maestro, estas dos discípulas dan garantías de santidad... -intercede Isaac.
-No depende de mí... Orad mucho y guardad silencio con todos. ¿Entendéis? Con todos.
-Guardaremos silencio.
-Venid con el carro.
Y Jesús retrocede, seguido por Isaac (que guía el carro) y por las dos mujeres. La muchacha está echada en el prado, buscando refrigerio entre la hierba para la fuerte fiebre...
-¡Pobre criatura! Pero no morirá, ¿verdad?
-¡Qué niña más bonita!
-Bonita, no temas. Soy una mamá, ¿sabes? Ven... Sujétala, Mirta... Vacila... Ayúdanos, Isaac... Aquí donde hay menos traqueteos... El talego debajo de la cabeza... Vamos a meterle debajo nuestros mantos... Isaac, moja estos paños para ponérselos en la frente... ¡Qué fiebre, pobre hija!...
Las dos mujeres se muestras solícitas y maternales. Áurea, obnubilada por el febrón, está casi ausente...
Todo listo... El carro puede empezar a moverse... Isaac, antes de dar con la tralla, se acuerda:
-Maestro, si vas al puente encuentras a Judas de Keriot. Te espera como un mendigo... Es él el que nos ha dicho que ibas a pasar por aquí. La paz a ti, Maestro. Hoy por la noche estaremos en Nazaret.
-La paz a ti, Maestro -dicen las discípulas.
-¡La paz a vosotros!...
El carro se va al trote...
-¡Gracias sean dadas al Señor!... -dice Jesús.
-Sí. Bien para la niña y para Judas... Mejor si no sabe nada...
-Sí, es mejor; tanto, que pido a vuestro corazón un sacrificio: nos separaremos antes de llegar a Nazaret, y vosotros, los del lago, iréis con Judas a Cafarnaúm, mientras Yo con mis hermanos y Tomás y Simón iremos a Nazaret.
-Así lo haremos, Maestro. ¿Y a esos que te esperan qué les vas a decir?
-Que teníamos urgencia de advertir a mi Madre de mi llegada... Vamos... -y va donde los discípulos, que, demasiado felices por tener con ellos al Maestro, no hacen ninguna pregunta.
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