Tuesday April 23,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

420- Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor


Jesús y los suyos siguen estando por los campos. Aquí la siega de los cereales está ya terminada y los campos muestran los rastrojos resecos.

Jesús camina por el margen de un sendero umbroso. Va hablando con unos hombres que se han unido al grupo de los apóstoles.

-Sí -dice uno -Nada lo cura. Está más que desquiciado. Mira, es el terror de todos, especialmente de las mujeres, porque las sigue con gestos o palabras obscenos. ¡Y ay si las echara mano?

-Nunca se sabe dónde está -dice otro.

-En los montes, en los bosques, en los surcos de los prados... aparece al improviso como una serpiente... Las mujeres tienen mucho miedo de él. Una, jovencita, murió a causa de él en pocos días por una fuerte fiebre.

-El otro día, mi cuñado había ido al lugar donde ha preparado para sí y los suyos el sepulcro, porque se le ha muerto el padre de su mujer, para aprestar todo para la sepultura. Pero tuvo que huir, porque dentro estaba el poseso, desnudo y gritando, como siempre, y lo amenazaba lanzándole piedras... Lo siguió hasta el pueblo y luego volvió al sepulcro, y ha tenido que sepultar al muerto en mi sepulcro.

-¿Y aquella vez que se recordó de que Tobías y Daniel lo habían cogido por la fuerza, lo habían atado y lo habían llevado de nuevo a su casa? Los esperó medio sepultado entre las cañas y el barro del río y, cuando montaron en barca para la pesca o para atravesar el río, no sé bien, con su fuerza de demonio alzó la barca y la volcó. Salvaron la vida de milagro, pero todo lo que había en la barca se perdió y la misma barca salió de aquello con la quilla rota y los remos destrozados.

-¿Pero no lo mostrasteis a los sacerdotes?
-Sí. Atado como una carga de mercancía lo llevaron hasta Jerusalén... ¡Qué viaje! ¡Qué viaje!... Te digo -yo estaba -que no necesito bajar al infierno para saber lo que sucede y se dice allí. Pero no sirvió de nada...

-¿Como antes?
-¡Peor!
-¡Y, sin embargo... el sacerdote!...
-Sí, ya, pero... Se necesitaría...
-¿Qué? Continúa...
Silencio.

-Habla, pues. No temas. No te voy a acusar.
-Bien... estaba diciendo... pero no quiero pecar... estaba diciendo... que... sí... el sacerdote lo podría conseguir si... si...

-Si fuese santo, quieres decir, y no te atreves a decirlo. Yo te digo: evita el juzgar. Pero es verdad cuanto dices. ¡Es dolorosamente verdadero! ... -dice Pedro.
Jesús calla y suspira. Un breve silencio embarazoso.
Luego uno se atreve a hablar de nuevo.
-Si lo encontramos, ¿lo curas? ¿Liberas estas comarcas?
-¿Esperas que pueda hacerlo? ¿Por qué?

-Porque eres santo.
-Santo es Dios».
-Y Tú, que eres Hijo suyo.
-¿Cómo puedes saberlo?
-¡Hombre, corre la voz! Y además somos del río y sabemos lo que hiciste hace tres lunas. ¿Quién para una crecida, si no es Hijo o Dios?
-¿Y Moisés? ¿Y Josué?
-Obraban en nombre de Dios y para su gloria. Y podían porque eran santos. Tú los superas.
-¿Lo vas a hacer, Maestro?
-Lo haré, si lo encontramos.

Prosiguen. El calor, que aumenta, los induce a dejar el camino y a buscar alivio en una espesura de árboles que hay en la orilla del río, que ya no está agitado como cuando la crecida, sino que, aunque todavía baje rico en aguas, las tiene quietas y azules, llenas de resplandor bajo el sol.

El sendero se ensancha y muestra en el fondo una blancura de casas. Debe ser un pueblo que se va haciendo cada vez más cercano. En las márgenes, construcciones pequeñas, blanquísimas y sin más aberturas que una en una pared. Parte están abiertas; la mayoría, sin embargo, cerradas herméticamente. En los alrededores de ellas no hay nadie. Están diseminadas en un terreno yermo y agreste; parece abandonado. Sólo yerbajos y pedruscos.

-¡Vete! ¡Vete! ¡Retrocede o te mato!
-¡Ahí está el poseso y nos ha visto! Yo me marcho.
-Yo también.
-Y yo os sigo.  

-No temáis. Quedaos y ved.
Jesús se muestra tan seguro que los... valientes obedecen, aunque, eso sí, se ponen detrás de Jesús. También se quedan atrás los discípulos. Jesús va adelante solo y solemne, como si nada viera ni oyera.
-¡Vete!

El grito de la voz es desgarrador, tiene componentes de gruñido y aullido. Parece imposible que pueda salir de garganta humana.
-¡Vete! ¡Atrás! ¡Te mato! ¿Por qué me persigues? ¡No quiero verte!

El poseso pega saltos, completamente desnudo, moreno, barba y pelo largos y enredados. Los mechones negros e hirsutos, llenos de hojas secas y polvo, le caen por encima de los ojos torvos, inyectados de sangre, móviles alrededor de sus órbitas; y llegan hasta la boca, abierta mientras grita y mientras emite demenciales carcajadas que parecen una pesadilla, hasta la boca que emite espuma y que sangra (porque el desquiciado se golpea la boca con una piedra puntiaguda) y dice:

-¿Por qué no te puedo matar? ¿Quién me ata la fuerza? ¿Tú? ¿Tú?
Jesús lo mira y sigue adelante.

El loco se revuelca por el suelo, se muerde, echa más espuma todavía, se golpea con su piedra, se pone de nuevo en pie bruscamente, apunta el índice hacia Jesús, mirándolo fuera de sí, y dice:

-¡Oíd! ¡Oíd! Este que viene es...
-¡Calla, demonio del hombre! Te lo ordeno.
-¡No! ¡No! ¡No! No me callo, no, no me callo. ¿Qué hay entre nosotros y Tú? ¿Por qué no nos dejas tranquilos? ¿No te ha bastado habernos encerrado en el reino de infierno?

¿No te basta venir, haber venido para arrebatarnos al hombre? ¿Por qué nos impeles hasta allá abajo? ¡Déjanos vivir en nuestras presas! Tú, grande y poderos  pasa y conquista, si puedes. Pero déjanos a nosotros gozar y hacer daño.

Para eso estamos. ¡Oh! ¡Mal...! ¡No! ¡No puedo decirlo! ¡No te lo dejes decir! ¡No te lo dejes decir! ¡No puedo maldecirte! ¡Te odio! ¡Te persigo! ¡Te espero para torturarte! ¡Te odio a ti y a Aquel de quien procedes, y odio a Aquel que es vuestro Espíritu! ¡Odio el Amor, yo que soy Odio! ¡Quiero maldecirte! ¡Quiero matarte! Pero no puedo. ¡No puedo! ¡No puedo todavía! Pero te espero, Cristo, te espero. ¡Muerto te veré! ¡Oh, hora de felicidad! ¡No! ¡No felicidad! ¿Muerto Tú? No. No muerto.
¡Y yo vencido! ¡Vencido! ¡Siempre vencido!… ¡¡¡Ah!!!...

El paroxismo toca su culmen.
Jesús sigue andando hacia el poseso, teniéndolo bajo el rayo de sus ojos magnéticos. Ahora Jesús está completamente solo. Apóstoles y lugareños se han quedado atrás. Éstos, detrás de los apóstoles, los apóstoles, separados de Jesús unos treinta metros al menos.

Algunos habitantes del pueblo, que parece muy poblado y también rico, han salido, atraídos por los gritos; están observando la escena, preparados también para huir como el otro grupo. Así la escena se desarrolla de esta manera: en el centro el poseso y Jesús, ya a pocos metros el uno del otro; detrás de Jesús, a la izquierda, apóstoles y lugareños; a la derecha, detrás del poseso, los habitantes de pueblo.

Jesús, después de la orden de callar, no ha vuelto a hablar. Solamente mira fijo al poseso. Pero ahora Jesús se detiene y alza los brazos, los extiende hacia el endemoniado, está para hablar. Los gritos se hacen verdaderamente infernales.

El poseso se retuerce, da saltos a la derecha, a la izquierda, hacia arriba. Parece como si quisiera huir o arremeter, pero no puede. Está clavado allí y aparte de sus contorsiones no se le concede ningún otro movimiento. Cuando Jesús tiende sus brazos, con las manos extendidas como quien jura, el demente grita más fuerte y, después de mucho haber imprecado, reído y blasfemado, se pone a llorar y a suplicar.

-¡En el infierno no! ¡No en el infierno! ¡No me mandes allí! Horrenda es mi vida ya aquí, en esta cárcel de hombre, porque quiero recorrer el mundo y despedazarte a tus criaturas. ¡Pero allí, allí, allí! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Déjame fuera!...

-Sal de éste. Te lo mando.
-¡No!
-¡Sal!
-¡No!
-¡Sal!
-¡No!

-¡En el nombre del Dios verdadero, sal!
-¡Oh! ¿Por qué me vences? Pero no salgo, no. Tú eres el Cristo, Hijo de Dios, pero yo soy...
-¿Quién eres?

-Yo soy Belcebú, Belcebú soy, el Amo del mundo, y no me doblego. ¡Te desafío, Cristo!

El poseso se inmoviliza de golpe, rígido, casi hierático, y mira fijo a Jesús con ojos fosforescentes, apenas moviendo los labios con palabras no inteligibles y haciendo, con las manos llevadas hacia los hombros, los codos flexionados, leves movimientos.

Jesús también se ha detenido. Ahora tiene los brazos recogidos sobre el pecho. Lo mira. También Jesús mueve levemente los labios. Pero no oigo ninguna palabra.

Los presentes esperan con opiniones contrarias:
-¡No lo consigue!

-Sí, ahora el Cristo lo consigue.
-No. Vence el otro.
-Es bien fuerte.
-¡Sí!,
-¡No!

Jesús abre los brazos. Su rostro es un resplandor de imperio, su voz un trueno.

-Sal. Por última vez. ¡Sal, Satanás! ¡Lo mando Yo!

-¡Aaaaah! (es un grito larguísimo de aflicción infinita.

No lo emite así uno que sea traspasado lentamente por una espada). Y luego el grito se concreta en palabras:

-Salgo, sí. Me has vencido. Pero me vengaré. Tú me echas a mí, pero tienes un demonio a tu lado y en ése entraré para poseerlo, invistiéndolo con todos mis poderes. Y no habrá orden tuya que me lo arrebate. En todo tiempo, en todo lugar, me engendro hijos. Yo, el autor del Mal. Y como Dios se ha generado por sí mismo yo por mí mismo me genero.

Me concibo en el corazón del hombre, y éste me da a luz, da a luz un nuevo Satanás que es él mismo, y yo exulto, ¡exulto de tener tanta prole! Tú y los hombres siempre encontraréis estas criaturas mías que son otros idénticos a mí.

Voy, Cristo, a tomar posesión de mi nuevo reino, como Tú quieres, y te dejo este trapo de hombre maltratado por mí.

Por este que te dejo, limosna de Satanás a ti, Dios, me tomo ahora mil, diez mil, y los encontrarás cuando seas un sucio harapo de carne, arrojada como escarnio a los perros; y tomaré otros, en el transcurso de los siglos, millares y millares, para hacer de ellos mi instrumento y tu tormento. ¿Crees vencer alzando tu Signo? Los míos lo echarán abajo y yo venceré... ¡Ah! ¡No, no te venzo! ¡Pero te torturo en ti y en los tuyos! ...

Se oye un fragor como de rayo. Pero no hay ni culebrina de luz ni rumor de trueno. Sólo un estallido seco y desgarrador, y, mientras el poseso cae como muerto al suelo y se queda allí, un grueso tronco que está cerca de los discípulos cae al suelo, como si a un metro de la base hubiera sido segado por una sierra de acción fulmínea. El grupo apostólico apenas si tiene tiempo de apartarse. ¿Y los lugareños?... Huyen del todo.

Pero Jesús, que se ha agachado a tomar de la mano al hombre caído, se vuelve, estando así agachado y teniendo la mano del liberado en la suya, y dice:
-¡Venid. No temáis!

Temerosa, la gente se acerca.

-Está curado. Traed una túnica.

Uno sale a la carrera.

El hombre vuelve en sí poco a poco. Abre los ojos y encuentra la mirada de Jesús. Se sienta. Con la mano libre se seca el sudor, la sangre y la baba, se echa hacia atrás el pelo, se observa. Se ve desnudo delante de tanta gente y se avergüenza. Se acurruca y pregunta:

-¿Qué ha sido? ¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí, desnudo?
-Nada, amigo. Ahora te traerán ropa y volverás a tu casa.
-¿De dónde vengo? ¿Y tú de dónde vienes?
Habla con voz de enfermo, cansada y blanca.
-Vengo del Mar de Galilea.

-¿Y cómo me conoces? ¿Por qué me socorres? ¿Cómo te llamas?

Llegan algunos hombres con una túnica. Se la ofrecen al hombre que ha recibido el milagro. Y llega una pobre vieja llorando y aprieta al curado contra su corazón.
-¡Hijo mío!
-¡Mamá! ¿Por qué me has dejado durante tanto tiempo?
La anciana llora más fuerte y lo besa y acaricia. Quizás iba a decir otras palabras, pero Jesús la domina con sus ojos y le inspira otras, más compasivas:

-¡Has estado muy enfermo, hijo mío! Alaba a Dios, que te ha curado, y a su Mesías, que ha obrado en el nombre de Dios.
-¿Éste? ¿Cómo se llama?

-Jesús de Galilea. Pero su nombre es Bondad. Bésale las manos, hijo; dile que te perdone por cuanto has hecho o dicho... Cierto que has hablado estando...

-Sí, ha hablado estando con fiebre -dice Jesús para detener las palabras imprudentes -Pero no era él el que hablaba, y Yo no soy severo con él. Sé bueno ahora. Sé continente-recalca la palabra. El hombre baja la cabeza, confundido.

Pero lo que Jesús ahorra no lo ahorran los ciudadanos ricos, que ahora ya están cerca. Entre ellos están los indefinibles fariseos.

-¡Te ha ido bien! ¡Suerte la tuya, que has encontrado a éste, amo de los demonios!

-¿Endemoniado yo?
El hombre está aterrorizado.

La vieja reacciona:
-¡Malditos! ¡Sin piedad ni respeto! ¡Víboras odiosas y crueles! Y tú también, inútil ministro de la sinagoga.

¿Amo de los demonios el Santo?

-¿Y quién crees que puede tener poder sobre ellos, si no su rey y padre?

-¡Sacrílegos! ¡Blasfemos! ¡M...!
-Silencio, mujer. Sé feliz con tu hijo. No impreques. A mí no me causa ni preocupación ni afrenta. Id en paz todos. A los buenos, mi bendición. Vamos, amigos.

-¿Puedo seguirte? -Es el curado el que habla.
-No. Quédate. Sé testimonio mío y alegría para tu madre. Ve.

Y, entre gritos de aplauso y cuchicheos de burla, Jesús atraviesa parte de la ciudad para luego entrar de nuevo en las sombras de los árboles que están a lo largo del río.
Los apóstoles se pegan a Él.

Pedro pregunta: -¿Por qué, Maestro, el espíritu inmundo ha opuesto tanta resistencia?

-Porque era un espíritu completo.
-¿Qué quiere decir esta palabra?

-Escuchadme. Hay quien se da a Satanás abriendo una puerta a un vicio capital. Hay quien se da dos veces, quién tres, quién siete. Cuando uno ha abierto el espíritu a los siete vicios, entonces entra en él un espíritu completo. Entra Satanás, el príncipe negro.

-¿Ese hombre, joven todavía, cómo podía estar poseído por Satanás?

-¡Oh! ¡Amigos! ¿Sabéis por qué sendero viene Satanás? Tres son las vías generalmente holladas, y una no falta nunca.

Tres: la carnalidad, el dinero, la soberbia de la mente.

La carnalidad es la que no falta nunca. Emisaria de las otras concupiscencias, pasa sembrando su veneno y todo florece con floración satánica. Por esto os digo:

"Sed dueños de vuestra carne". Que sea este dominio el comienzo de cualquier otro dominio, de la misma forma que esta esclavitud es el comienzo de cualquier otra. El esclavo de la lujuria se hace ladrón y tramposo, cruel, homicida, con tal de servir a su ama. La misma sed de poder está emparentada con la carne. ¿No os parece así?

Así es. Meditad y veréis si me equivoco. Por la carne
Satanás entró en el hombre, y feliz si puede hacerlo, por la carne entra de nuevo; él, uno y septipartito, con la proliferación de sus legiones de demonios menores.

-María de Magdala, Tú dijiste que tenía siete demonios, Tú lo dijiste, y ciertamente eran demonios de lujuria. Y, sin embargo, la liberaste con mucha facilidad.

-Sí, Judas, es verdad.
-¿Y entonces?

-Y entonces -dices -mi teoría se viene abajo. No, amigo. La mujer quería ya ser liberada de su posesión. Quería. La voluntad es todo.

-¿Por qué, Maestro, vemos que muchas mujeres están atrapadas por el demonio y -se puede decir -por este demonio?

-Mira, Mateo. La mujer no es igual que el hombre ni en su formación ni en las reacciones a la culpa original. El hombre tiene otras metas para su deseo, mejor o peor. La mujer tiene una meta: el amor.

El hombre tiene otra formación. La mujer tiene ésta, sensible, aún más perfecta porque está destinada a la generación. Tú sabes que toda perfección genera un aumento de sensibilidad. Un oído perfecto oye aquello que pasa desapercibido a otro oído menos perfecto, y goza en ello.

Y así el ojo, el paladar y el olfato. La mujer debía haber sido la dulzura de Dios en la Tierra; debía haber sido el amor, la encarnación de este fuego que mueve Aquel que es; la manifestación, el testimonio de este amor.

Dios, por eso, la había dotado de un espíritu supraeminentemente sensible, para que, madre un día, supiera y pudiera, a sus hijos, abrirles los ojos del corazón al amor hacia Dios y hacia sus semejantes, de la misma forma que el hombre habría abierto los ojos de la mente a sus hijos para la inteligencia y la acción.

Reflexiona sobre el imperativo de Dios a sí mismo:

"Hagámosle a Adán una compañera". Dios-Bondad no podía sino querer hacer una buena compañera a Adán. Quien es bueno ama. La compañera de Adán debía, por tanto, ser capaz de amar para acabar de hacer dichoso el día de Adán en el Jardín feliz.

Debía ser tan capaz de amar, que fuera segunda, colaboradora y sustituta de Dios en amar al hombre, su criatura, de forma que, incluso en las horas en que la Divinidad no se revelaba a su criatura con su voz de amor, el hombre no se sintiera infeliz por falta de amor.

Satanás sabía que existía esta perfección. Muchas cosas sabe Satanás. Es él el que habla en los labios de los pitones, diciendo mentiras entremezcladas con verdades. Y dice estas verdades, que él odia porque es Mentira, sólo -tenedlo presente todos vosotros y los futuros -para seduciros con la quimera de que no es la Tiniebla la que habla sino la Luz.

Satanás, astuto, tortuoso y cruel, se introdujo en esta perfección y ahí mordió, y ahí dejó su veneno. La perfección de la mujer en el amar se hizo así instrumento de Satanás para dominar a la mujer y al hombre y propagar el mal...

-¿Pero y nuestras madres, entonces?

-Juan, ¿temes por ellas? No todas las mujeres sirven de instrumento a Satanás. Perfectas en el sentimiento, son siempre extremas en la acción: ángeles, si quieren ser de Dios; demonios, si quieren ser de Satanás. Las mujeres santas, y tu madre entre ellas, quieren ser de Dios, y son ángeles.

-¿No te parece injusto el castigo de la mujer, Maestro? También el hombre pecó.

-¿Y el premio entonces? Está escrito que por la Mujer volverá al mundo el Bien y será vencido Satanás.

-No juzguéis nunca las obras de Dios. Esto lo primero. Pensad, más bien, que, como por la mujer entró el Mal, por la Mujer es justo que entre el Bien en el mundo. Debe ser anulada una página escrita por Satanás. Y lo hará el llanto de una Mujer. Y, puesto que Satanás gritará eternamente sus voces, he aquí que una voz de Mujer cantará para cubrir esas voces.

-¿Cuándo?

-En verdad os digo que su voz ya ha descendido de los Cielos donde eternamente cantaba su aleluya.

-¿Será más grande que Judit?

-Más grande que cualquier otra mujer.

-¿Qué hará? ¿Qué será lo que hará!

-Invertirá a Eva y a su ternario pecado. Obediencia absoluta. Pureza absoluta. Humildad absoluta. Sobre esta base se erguirá, regia y victoriosa...

-¿Pero no es tu Madre, Jesús, la más grande por haberte engendrado?

-Grande es quien hace la voluntad de Dios. Y María por esto es grande. Todo otro mérito viene de Dios. Pero éste es todo suyo, y bendita sea por ello.

Y todo termina.

Dice Jesús:

-Has visto a un "poseso" de Satanás. Muchas respuestas hay en mis palabras. No tanto para ti; más bien para otros.

¿Les servirán? No. A aquellos a quienes más necesidad tienen de ellas no les servirán. Descansa con mi paz.


   


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