Thursday April 18,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

471- Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección sobre Dios-Amor


Dulce es el alto en la pequeña meseta. Pero es prudente bajar hacia el valle mientras es de día, porque la noche vendría precoz y ría oscura bajo esta espesura de árboles que recubre el monte.

Jesús es el primero en ponerse en pie. Va a refrescarse la cara, las manos y los pies en el minúsculo regato creado por el pequeño manantial.

Luego llama a sus apóstoles, que duermen entre la hierba, y los invita a prepararse para irse. Y, mientras ellos hacen lo mismo que Él había hecho, uno tras otro, lavándose en el fresco regatillo y llenando las cantimploras en el hilo de agua que mana de la roca,
Él va a esperarlos al extremo del pradito, junto a los dos árboles seculares que lo limitan al este, y observa el lejano horizonte.

El primero en llegar donde Él es Felipe, el cual, mirando hacia el mismo lugar al que su Maestro mira, dice:
-Es bonita esta vista! Estás admirándola...
-Sí. Pero no miraba solamente su belleza.

-¿Qué mirabas entonces? ¿Pensabas, quizás, en cuando Israel se agrande con esos lugares de allende el Líbano y el Orontes, que durante los pasados siglos han sido aflicción para nosotros, y que aún ahora lo son, porque allí está asentado el corazón del poder que nos subyuga con el Legado?

Efectivamente, es tremenda la profecía de varios profetas sobre ellos: "Aplastaré al asirio en mi tierra, lo hollaré en mis montañas... Ésta es la mano que se extiende sobre las naciones... ¿Quién podrá detenerla?... Y Damasco dejará de existir, quedará como montón de piedras de un derrumbamiento... Ésta será la suerte de nuestros saqueadores".

¡Habla Isaías! (Isaías l4, 25-27; l7) Y también Jeremías (49, 27): "Prenderé fuego a las murallas de Damasco y devorará los muros de Ben Hadad". Y ello sucederá cuando el Rey de Israel, el Prometido, tome su cetro, y Dios haya perdonado a su pueblo dándole al Rey Mesías... ¡Lo dice Ezequiel! (36, 8 y l2 y l5): "Vosotros, montes de Israel, echad vuestras ramas, producid vuestros frutos para mi pueblo de Israel, porque volverá pronto...

Conduciré de nuevo a mi pueblo a vosotros y ellos te recibirán como heredad... No dejaré que vuelvas a oír los ultrajes de las naciones...". Y los salmos cantan con Etán Esraíta: "He encontrado a mi siervo David y lo he ungido con mi óleo santo. Mi mano le asistirá... Nada podrá contra él el enemigo... En mi nombre crecerá su poder...

Extenderá sobre el mar su mano, sobre los ríos su diestra... Y Yo lo haré primogénito, soberano entre los reyes de la Tierra". Y Salomón canta: "Durará tanto como el Sol y la Luna... Dominará de mar a mar, desde el río hasta los confines de la Tierra... Lo adorarán todos los reyes de la Tierra, todos los pueblos estarán a él sujetos...". Tú, Mesías, porque en ti están todos los signos del espíritu y de la carne, todos los signos dados por los profetas. ¡Aleluya a ti, Hijo de David, Rey Mesías, Rey santo!».

-¡Aleluya! -gritan en coro los otros, que han llegado donde Jesús v Felipe y han oído las palabras de éste. Y el aleluya se refleja, por eco, de garganta en garganta, de colina en colina...

Jesús los mira, tristísimo... Y, como respuesta, dice:
-Pero no recordáis lo que del Cristo dice David, y lo que de El dice Isaías) (Salmo 89, 2l-28; Salmo 72, 5-ll (por boca de Felipe); Salmo 69, 22; Isaías 63, l-3 (por boca de Jesús)... Tomáis la dulce miel, el embriagador vino de los profetas... pero no pensáis que para ser Rey de reyes el Hijo del hombre habrá de beber la hiel y el vinagre y vestirse con la púrpura de su Sangre... Pero no es culpa vuestra si no entendéis... Y vuestro error de comprensión es amor.

Quisiera en vosotros otro amor. Pero por ahora no podéis... Siglos de pecado están contra los hombres, para impedir en ellos la Luz. Pero la Luz echará abajo las paredes y entrará en vosotros... Vamos.

Regresan al camino de herradura -lo habían dejado para subir a la lejana meseta-, y bajan ligeros hacia el valle. Los apóstoles hablan entre sí en tono bajo...

Luego Felipe se echa a correr, alcanza al Maestro y pregunta:

-¿Te he contrariado, Señor? No quería... ¿Estás disgustado conmigo?
-No, Felipe. Pero quisiera que al menos vosotros comprendierais.

-Mirabas allá con mucho anhelo...
-Porque pensaba en todos los lugares que no me han tenido todavía. Y que no me tendrán... porque mi tiempo huye...

¡Qué breve es el tiempo del hombre! ¡Y qué lento es el hombre en la acción! ...; ¡Cómo siente el espíritu estas limitaciones de la Tierra!... Pero... ¡Padre, hágase tu voluntad!

-Pero has recorrido todas las regiones de las antiguas tribus, Maestro mío. Al menos una vez las has santificado, de forma que puede decirse que has recogido en tu puño a las doce tribus...

-Esto es verdad. Vosotros haréis después lo que el tiempo no me dejó hacer. -¿Tú, que detienes el curso de los ríos y calmas los mares, no podrías moderar el paso del tiempo?

-Podría. Pero el Padre en el Cielo, el Hijo en la Tierra, el Amor en el Cielo y en la Tierra desean ardientemente llevar a cabo el Perdón... -y Jesús se sumerge en una meditación profunda, que Felipe respeta dejándolo sólo y yendo a reunirse con sus compañeros. Y a éstos les refiere su diálogo.

...Ya está cercano el valle, ya se ve un camino, un verdadero camino de primer orden, que, viniendo del sur, continúa hacia el oeste, haciendo una curva justamente al pie del monte, para orillar su base y proseguir luego recto hacia un bonito pueblo asentado en el verde junto a un riachuelo que al presente es sólo un cantizal que entre canto y canto mantiene erguida alguna caña resistente, especialmente en el centro, donde un hilo, verdaderamente un hilo de agua, se obstina en correr hacia el mar.

Se reagrupan todos antes de tomar este camino de primer orden, pero aún no han recorrido algunos metros cuando dos hombres vienen a su encuentro con gestos de saludo.

-Dos discípulos de los rabíes, y uno es levita. ¿Qué quieren? -comentan entre sí los apóstoles, que no están mínimamente contentos del encuentro. Yo no sé de qué deducen que son discípulos y que uno es levita. No entiendo todavía bien el lenguaje de los flecos y los galones y otros secretos del vestuario israelita.

Jesús, cuando llega a dos metros aproximadamente y no es posible ningún equívoco -el camino está ya libre de transeúntes que a pie o en caballerías se apresuraban hacia el pueblo-, responde al saludo repetido y espera parado.

-La paz a ti, Rabí -dice, ahora oralmente, el levita, que antes se había limitado a profundas reverencias.
-La paz a ti. Y a ti -dice Jesús dirigiéndose al otro.
-¿Eres Tú el Rabí de nombre Jesús?
-Lo soy.

-Una mujer ha entrado antes de la hora sexta en la ciudad y ha dicho que había hablado por el camino con un rabí más grande que Gamaliel, porque además de sabio era bueno. La cosa ha llegado a nosotros, y los maestros, suspendiendo la partida para Jerusalén, nos han enviado a todos a buscarte, a todos los que estábamos; dos a cada camino que de Yiscala baja a los caminos del llano. En su nombre y por medio de nosotros te dicen: "Ven a la ciudad, que queremos hacerte unas preguntas".
-¿Y por qué motivo?
-Para que des tu dictamen sobre un hecho sucedido en

Yiscala y que todavía tiene repercusiones.
-¿Y no tenéis a los grandes doctores para dictaminar? ¿Por qué dirigirse al Rabí desconocido?

-Si eres el que dicen los rabíes, no eres desconocido. ¿No eres Jesús de Nazaret?
-Lo soy.
-Los rabíes conocen tu sabiduría.
-Y Yo conozco su odio hacia mí.

-No todos, Maestro. El más grande y justo no te odia.
-Lo sé. Tampoco me ama. Me estudia. ¿Pero el rabí Gamaliel está en Yiscala?
-No. Se ha marchado ya, para estar en Seforí antes del sábado. Se marchó inmediatamente después del juicio.

-¿Y entonces por qué me buscáis? Yo también debo respetar el sábado y llegar a aquel lugar, para lo que casi no me queda tiempo. No me entretengáis más.

-¿Tienes miedo, Maestro?
-No tengo miedo porque sé que ningún poder ha sido dado por ahora a mis enemigos. Dejo a los sabios la satisfacción de juzgar.

-¿Qué quieres decir?
-Que Yo no juzgo, sino que perdono.
-Tú sabes juzgar mejor que ningún otro. Gamaliel lo ha dicho. Dijo: "Sólo Jesús de Nazaret juzgaría con justicia aquí".

-Bien. Pero ya habéis juzgado. Y la cosa ya no tiene arreglo. Mi juicio habría sido calmar las pasiones antes de castigar. Si había culpa, el culpable podía arrepentirse y redimirse; si no la había, no se habría producido la ejecución, que, para alguno, ante los ojos de
Dios, es igual que un homicidio premeditado.

-¡Maestro! ¿Cómo lo sabes? La mujer ha jurado que hablaste con ella sólo de sus cosas... y Tú sabes... ¿Eres entonces realmente profeta?

-Yo soy quien soy. Adiós. Paz a ti. El Sol se comba hacia occidente -y le vuelve las espaldas. Se echa a caminar en dirección al pueblo.

-¡Has hecho bien, Maestro! ¡Sin duda te estaban tendiendo una trampa!

Los apóstoles se muestran solidarios con el Maestro. Pero sus alabanzas y razonamientos se ven truncados por los dos de antes, que los alcanzan y suplican a Jesús que suba a Yiscala.

-No. El ocaso me pillaría por el camino. Decid a quien os envía que observo la Ley, siempre, cuando observarla no va en detrimento del mandamiento que es mayor que el sabático: el del amor.

-Maestro, Maestro. Te lo suplicamos. Este caso es verdaderamente de amor y justicia. Ven con nosotros, Maestro.

-No puedo. Y ni siquiera vosotros podéis subir a tiempo.
-Tenemos licencia para hacerlo para este caso.

-¿Y qué? He curado a un enfermo y lo he absuelto en día de sábado y se ha alzado la voz, ¿y a vosotros se os concede violar el sábado por una ociosa disputa? ¿Es que hay dos medidas en Israel? ¡Marchaos! ¡Marchaos! Y dejadme a mí también marcharme.

-Maestro, Tú eres profeta. Por tanto, conoces las cosas. Yo esto lo creo, y éste también. ¿Por qué nos rechazas?
-Porque...

Jesús se detiene y los mira muy fijamente. Sus ojos severos, que traspasan y penetran más allá de los velos de la carne para leer los corazones, miran, dominadores, a los dos que tiene delante. Y luego sus ojos, tan insostenibles en el rigor, tan dulces en el amor, cambian de mirada para adquirir una expresión tan amorosa tan misericordiosa que, si antes el corazón temblaba de miedo por la mirada poderosa, ahora tiembla de emoción ante el brillo del amor de Cristo.  

-Porque -repite-no Yo, sino que son los hombres los que rechazan al Hijo del hombre, que debe desconfiar de sus hermanos. Pero a quienes no tienen malicia en el corazón les digo: "Venid, y digo también: "Amadme" a los que me odian...

-Y entonces, Maestro...
-Y entonces voy al pueblo para el sábado.
-Espéranos, al menos.

-Con el ocaso del sábado me marcho. No puedo esperar.
Los dos se miran, se consultan mientras se quedan rezagados; luego uno, el del rostro más abierto y que ha hablado casi siempre, vuelve corriendo.

-Maestro, yo me quedo contigo hasta después del sábado.
Pedro le tira a Jesús de la túnica -está a su lado-, de forma que le obliga a volverse hacia él, y le susurra:
-No. Un espía.

Judas Tadeo, a espaldas de su primo, musita:
-Desconfía.

Natanael, que se ha adelantado con Simón y Felipe, se vuelve con una mirada avisadora que dice "no". Hasta los dos más confiados, Andrés y Juan, indican que no con la cabeza por detrás de la espalda del importuno.
Pero Jesús no toma en consideración sus miedos sospechosos y responde brevemente:

-Quédate -y ellos se deben resignar.
El hombre está contento y se siente menos ajeno al grupo. Siente la necesidad de decir su nombre, decir quién es, por qué está en Palestina -él, que nació en la Diáspora pero que fue consagrado a Dios desde su nacimiento, porque fue «consolación de sus padres», los cuales, agradecidos al Señor por haberlo tenido, lo confiaron a los parientes de Jerusalén para que fuera del Templo-; y cómo en Jerusalén, sirviendo a la Casa de Dios, conoció al rabí Gamaliel y vino a ser discípulo suyo, discípulo atento y amado:

-Me llamaron José porque, como el antiguo, quité a mi madre la pena de ser estéril. Pero mi madre, mientras me nutría, siempre me llamaba "mi consolación", y vine a ser Bernabé para todos. También me llama así el gran rabí, porque él se consuela en los mejores discípulos.
-Haz que te llame así también Dios; es más, que sea Dios, sobre todo, el que te llame así -dice Jesús.
Entran en el pueblo.

-¿Lo conoces? -pregunta Jesús.
-No. No he estado nunca aquí. Es la primera vez que vengo a Neftalí. Me tomó consigo, y con otros, el rabí, porque me he quedado sólo...

-¿Tienes a Dios como amigo?
-Eso espero. Trato de servirle como mejor puedo.
-Entonces no estás solo. El pecador es el que está solo.
-Puedo pecar yo también...

-Tú, discípulo de un gran rabí, ciertamente sabes las condiciones por las que una acción se hace pecad.

-Todo, Señor, es pecado. El hombre peca continuamente. Porque son más los preceptos que los momentos del día. Y no siempre el pensamiento, ni las circunstancias, nos ayudan a no pecar.

-Sobre todo las circunstancias, en verdad sobre todo ellas a menudo nos inducen a pecar. ¿Pero tienes claro el concepto del principal atributo de Dios?
-Justicia.
-No.
-Potencia.
-Tampoco.
-... Rigor.
-Mucho menos.

-Y, a pesar de todo... eso es lo que fue en el Sinaí, y después otras veces...
-En aquel entonces fue visto el Altísimo entre rayos, que ceñían con terribles aureolas el rostro del Padre y Creador. En verdad, no conocéis el verdadero rostro de Dios. Si lo conocierais, y si conocierais su Espíritu, sabríais que el principal atributo de Dios es el Amor, y además Amor misericordioso.

-Sé que el Altísimo nos ha amado. Somos el pueblo elegido. ¡Pero servirle es terrible!
-Si sabes que Dios es Amor, ¡cómo puedes llamarle terrible?

-Porque pecando perdemos su amor.
-Te he preguntado antes si conoces las condiciones por las que una acción se hace pecado.

-Cuando no es una acción de los seiscientos trece preceptos, de las tradiciones, decisiones, costumbres, bendiciones y oraciones, además de las diez imposiciones de la Ley, o bien no es como los escribas enseñan estas cosas, entonces es pecado.

-¿Aunque el hombre no lo haga con plena advertencia y perfecto consentimiento de la voluntad?

-Incluso así. Por tanto, ¿quién puede decir: "No peco"? ¿Quién puede esperar la paz en Abraham al morir?
-¿Son perfectos los hombres en el espíritu?
-No. Porque Adán pecó y nosotros tenemos aquella culpa en nosotros. Esa culpa nos hace débiles. El hombre ha perdido la Gracia del Señor, única fuerza para sostenernos...

-¿Y el Señor lo sabe?
-Él sabe todo.
-¿Y entonces tú crees que no tiene misericordia considerando lo que debilita al hombre? ¿Crees que exige de los que han sido heridos lo mismo que podía exigir del primer Adán? Aquí está la diferencia que vosotros no consideráis. Dios es Justicia, sí. Es Potencia, sí. Puede ser también Rigor para el impenitente que persiste en pecar.

Pero cuando ve que un niño suyo -todos son niños sobre la faz de la Tierra, que es una hora de eternidad para el espíritu, que se hace adulto en su examen espiritual de mayoría de edad eterna en el juicio particular-, cuando Él ve que un niño suyo falta porque es un distraído, o por lentitud en saber discernir, o por estar poco instruido, o porque es muy débil en una o en varias cosas, ¿tú piensas que el Padre Santísimo lo podrá juzgar con intransigente rigor? Tú lo has dicho.

El hombre ha perdido la Gracia, fuerza para reaccionar contra la Tentación y los apetitos. Y Dios lo sabe. Y no hay que temblar por temor a Dios y huir de Él como Adán después de la culpa, sino que hay que recordar que Él es Amor. Su rostro resplandece ante los hombres, pero no para reducirlos a cenizas; antes bien, para confortarlos como hace el Sol con sus rayos. El amor, no el rigor, irradia de Dios. Rayos de sol, no un saetear de dardos. Y además...

¿Qué ha impuesto de por sí el Amor? ¿Una carga que no se puede llevar? ¿Un código de innumerables capítulos que pueden olvidarse? No. Sólo diez mandamientos. Para tener al animal hombre embridado como a un potro, que sin la brida va al desastre.

Pero cuando sea salvado el hombre, cuando se le dé de nuevo la Gracia, cuando llegue el Reino de Dios, o sea, el Reino del amor, se dará, a los hijos de Dios y súbditos del Rey, un solo mandamiento, en que todo estará comprendido:

"Ama a tu Dios con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo". Porque has de creer, hombre, que Dios-Amor no puede sino aligerar el yugo y hacerlo suave, y el amor hará suave el servicio a Dios, no temido ya, sino amado. Amado sólo, amado por sí mismo y amado en nuestros hermanos.

¡Cuán simple será la Ley última! Como es Dios: perfecto en su simplicidad.

Escucha: ama a Dios con todo tu ser, ama al prójimo como a ti mismo. Medita. ¡Los gravosos seiscientos trece preceptos y todas las oraciones y bendiciones no están ya -despojándose de sutilezas inútiles que no son religiosas, sino esclavitud hacia Dios-enumerados en estas dos frases?

Si amas a Dios, ciertamente lo honras a todas horas. Si amas al prójimo, ciertamente no haces algo que le cause dolor: no mientes, no robas, no matas o hieres, no eres adúltero. ¿No es así?


-Así es... Maestro justo, yo quisiera estar contigo. Pero Gamaliel ha perdido ya por ti a los mejores discípulos Yo...

-No es todavía la hora de que vengas a mí. Cuando llegue, tu propio maestro te lo dirá, porque es un justo.
-¿Lo es, verdad? ¿Lo dices Tú?

-Lo digo porque es verdad. No soy uno que derribe para alzarse pisando al derribado. Reconozco a cada uno lo suyo... Pero... nos están llamando... Sin duda, han encontrado los alojamientos para nosotros. Vamos...


   


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