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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

484- Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada


Y Jesús cree, efectivamente, que con las primeras luces del alba podrá rebasar Efraím, todavía toda silenciosa y con las calles desiertas, sin que nadie lo vea.

Por prudencia orilla la ciudad sin entrar en ella, a pesar de que la hora sea más que matutina. Pero cuando, de la callecita que han recorrido, a espaldas del pueblo, salen al camino de primer orden, se encuentran en frente a todo el pueblo -podría decir esto-y, con el pueblo, a otros que han venido de los otros lugares ya rebasados, y que señalan a los de Efraím al Señor en cuanto lo ven aparecer. Por suerte, faltan totalmente fariseos, escribas y otros semejantes.

Los notables, por voluntad de la gente de Efraím, se adelantan. Uno de ellos, después de un solemne saludo, dice por todos:

-Hemos sabido que estabas entre nosotros y que no te habías desdeñado de compadecerte de ninguno. Sabíamos ya que habías sido compasivo con los de Siquem. Y hemos deseado tu presencia. Ahora Aquel q -ue ve los pensamientos de los hombres te ha guiado a nosotros.

Quédate y habla, porque también nosotros somos hijos de Abraham.
-No me es dado quedarme...
-¡Oh, sabemos que te buscan! Pero no por aquí. Esta ciudad está en el límite del desierto y de las Montañas de la sangre. Ellos no pasan con gusto por aquí. Y esta vez, además, después de los primeros no hemos vuelto a ver a ninguno.
-No puedo quedarme...

-Te espera el Templo. Lo sabemos. Pero, créenos. Nos consideráis gente proscrita porque no inclinamos la frente ante los pontífices de Israel. ¿Pero es que el pontífice es Dios? Estamos lejos, pero no tanto como para no saber que vuestros sacerdotes no son menos indignos que los nuestros. Y nosotros pensamos que Dios no puede ya estar con ellos. No. Tras la nube del incienso ya no se cela el Altísimo.

Podrían dejar de quemarlo, y podrían entrar en el Santo de los Santos sin miedo a quedar reducidos a cenizas por el fulgor de Dios asentado en su gloria. Y nosotros adoramos a Dios sintiéndolo fuera de las piedras deshabitadas de los templos vacíos. Y para nosotros no está más vacío nuestro templo que el vuestro, si queréis acusarnos de tener un templo ídolo. Como ves, somos ecuánimes. Escúchanos, pues.

Adquiere un tono solemne:
-Mejor sería que te quedaras a adorar al Padre entre aquellos que, al menos, reconocen que tienen un espíritu de religión vacío de verdad como los demás, que no quieren reconocer esto y nos ofenden. Solos, evitados como leprosos, sin profetas, sin doctores, nosotros hemos sabido, al menos, estar unidos sintiéndonos hermanos.

Y nuestra ley es no traicionar, porque está escrito (Éxodo 22, 20; 23, 2-3; Deuteronomio 16, 19; 28, 14; 27, 24-25): "No sigas a la turba para hacer el mal; en el juicio no te apartes de la verdad por adecuarte al parecer de la mayoría". Está escrito:

"No quites la vida al inocente y al justo, porque yo aborrezco al impío. No aceptes dones, que ciegan incluso a los sabios y subvierten las palabras de los justos. No hostigues al extranjero, porque vosotros sabéis lo que quiere decir ser extranjeros en la tierra de otros".

Y en las bendiciones dichas precisamente en el Garizim -monte amado del Señor, si lo eligió como monte de bendición-se promete toda bendición a quien se atiene a la verdadera Ley que está en el Pentateuco.

Ahora bien, si rechazamos como ídolos las palabras de los hombres, pero conservamos las de Dios, ¿podemos, acaso, ser llamados idólatras? La maldición de Dios cae sobre el que ataca escondidamente a su prójimo y acepta dones para condenar a muerte a un inocente.

Nosotros no queremos ser maldecidos por Dios por nuestras acciones. Porque por ser samaritanos no seremos maldecidos, siendo Dios el Justo que premia el bien donde se halla. Ésta es nuestra confianza en el Señor.

Se recoge un instante, luego continúa:
-Por todo esto, te decimos: Sería mejor para ti quedarte con nosotros. El Templo te odia y te busca para causarte dolor. Y no sólo eso. Siempre estarás demasiado con aquellos que te rechazan como a un oprobio. No de los judíos te vendrá el amor.

-No puedo quedarme. Pero recordaré vuestras palabras.

Entretanto, os digo que perseveréis en la observancia de las leyes de justicia que habéis recordado y que brotan del precepto del amor al prójimo, el precepto que, con el del amor a Dios, forma el mandamiento principal de la Religión antigua y de la mía.

Para el que vive como justo no está lejos el camino del Cielo. A los que están en el sendero cercano, separados ya sólo por puntillo, más que por una convicción, un solo paso los llevará al camino del Reino de Dios.

-¡Tu Reino!

-El mío. Pero no el Reino como lo imaginan los hombres, reino de poder temporal, justo y, a lo mejor, violento para ser poderoso, sino el Reino que empieza dentro del corazón de los hombres, a quienes el Rey espiritual da un código espiritual y dará un premio espiritual. Dará el Reino.

Este Reino que no estará habitado exclusivamente por judíos o galileos o samaritanos, sino por todos aquellos que en la Tierra tuvieron una única fe: la mía, y en el Cielo llevarán un único nombre: santos. Las razas, y las divisiones entre raza y raza, se quedan en la Tierra, limitadas a ella.

En mi Reino no habrá razas distintas, sino únicamente la de los hijos de Dios. Los hijos de Uno Solo pueden ser sólo de una única estirpe. Ahora dejadme continuar. Todavía es largo el camino que debo recorrer antes de la noche.

-¿Vas a Jerusalén?

-A Ensemes.

-Entonces te vamos a indicar un camino que sólo nosotros conocemos para ir al vado sin sufrir demora ni hostilidad. No llevas cargas ni carros, así que puedes ir por él. Para nona estarás en el lugar. Y conocer ese sendero será bueno para ti. Pero descansa entre nosotros una hora y acepta el pan y la sal y danos a cambio tu palabra.

-Hágase como queréis. Pero vamos a quedarnos aquí donde estamos. El día está muy plácido y este lugar es muy hermoso.
_
En efecto, están en una depresión cubierta de árboles frutales, por su centro fluye un pequeño torrente alimentado por las primeras lluvias, que corre hacia el Jordán, cantarín y luciente bajo el sol, bajando por entre piedras grandes que lo fragmentan en espumas anacaradas.

En las dos orillas, los arbustos, que han resistido el verano, parecen gozar del agua rota en espuma y diminutamente polvorizada; y brillan intensamente, dulcemente trémulos por un viento templado con sabor a manzanas maduras y a mostos en fermentación.

Jesús va justamente hasta el torrente y se sienta en una peña. Sobre su cabeza, la leve sombra de un sauce; al lado, las risueñas aguas que descienden. La gente se sienta en la hierba nueva de las dos orillas.

Entretanto, han traído del pueblo pan, leche recién ordeñada, quesos, fruta y miel, y se lo ofrecen a Jesús para que coma de ello con los suyos. Y lo miran comer, después de la ofrenda y bendición de los alimentos: como un mortal (¡qué sencillo!), como un dios (¡qué soberanamente hermoso y espiritualmente imponente!). Lleva una túnica de lana blanca (un blanco levemente marfileño, como es el color de la lana hilada en casa), y el manto azul oscuro echado a la espalda.

El sol, filtrándose a través del sauce, enciende sus cabellos con chispas de oro en continuo movimiento que reproduce el de las livianas hojitas del sauce. Y un rayo logra acariciarle la mejilla izquierda, haciendo del esponjoso rizo en que termina la guedeja caediza sobre el carrillo una madeja de oro en hilos que repite más pálidamente su color en la blanda y no excesiva barba que cubre el mentón y la parte baja de la cara.

La piel, de un color marfil antiguo, a la luz del sol muestra el delicado bordado de las venas en los carrillos y en las sienes, y una de ellas atraviesa de la nariz al pelo la frente lisa y alta...

Pienso que precisamente de esa vena vi caer mucha sangre por una espina que la traspasaba durante la Pasión... Siempre, cuando veo a Jesús tan hermoso y compuesto en su varonil cuidado, recuerdo cómo quedó después de los sufrimientos y las agresiones de los hombres...

Jesús come, y sonríe a unos niños que están arrimados a sus rodillas, relajada la cabeza sobre ellas, o que lo miran comer como si vieran quién sabe qué. Y Jesús, cuando llega a la fruta y la miel, les ofrece a ellos; y a los más pequeños, cual si fueran pajarillos, les pone en la boca granos de uva o migas untadas en la miel filamentosa.

Un niño -sin duda le gustan y espera encontrarlas- se marcha corriendo por entre la gente en dirección a un árbol. Vuelve con los brazos cruzados sobre su pequeño pecho, haciendo de éste un cesto vivo en que descansan tres granadas de un volumen y belleza maravillosos, y se las ofrece a Jesús, insistiendo.

Jesús toma los frutos y abre dos de ellos; los divide en tantas partes como pequeños amigos tiene, y las reparte. Luego, tomando en la mano la tercera, se pone en pie y empieza a hablar, teniendo en la palma izquierda, bien a la vista, la espléndida granada.

-¿Con qué compararé el mundo en general, y en particular Palestina, que estuvo unida -y lo está en el pensamiento de Dios-en una única nación, y que luego se escindió por un error y por un obstinado odio entre hermanos? ¿Con qué compararé a Israel, así como está, en el estado en que, por su voluntad, se halla? Lo compararé con esta granada.

Y os digo, en verdad, que las desavenencias que hay entre judíos y samaritanos se repiten, en forma y medida distinta pero con una única sustancia de odio, entre todas las naciones del mundo, y en ocasiones entre provincias de una misma nación. Y se consideran insalvables como si fueran cosas creadas por Dios mismo. No. El Creador no ha hecho tantos Adanes y tantas Evas como razas hay recíprocamente adversas, como tribus hay, como familias hay constituidas en enemigas la una de la otra.

Hizo a un solo Adán a una sola Eva, y de ellos han venido los hombres todos, que se esparcieron luego para poblar la Tierra, como si fuera una sola casa que va enriqueciéndose en el número de habitaciones a medida que aumentan los hijos y se casan y procrean a los nietos para sus padres.

¿Por qué, entonces, tanto odio entre los hombres, tantas barreras, tantas incomprensiones? Habéis dicho: "Sabemos estar unidos sintiéndonos hermanos". No es suficiente. Debéis amar también a los que no son samaritanos.  

Mirad este fruto. Ya conocéis su sabor, además de su belleza. Está cerrado aún, como ahora, y ya os prometéis el jugo dulce de su interior; abierto, alegra también la vista con sus filas apretadas de granos, semejantes a rubíes dentro de un cofre.

Pero ¡ay del incauto que lo mordiera sin haberle quitado las separaciones amarguísimas puestas entre una y otra familia de granos! Se intoxicaría los labios y las entrañas, y rechazaría el fruto diciendo: "Es veneno".

Igualmente, las separaciones y los odios entre un pueblo y otro, una tribu y otra transforman en veneno aquello que había sido creado para ser dulzura. Son inútiles. Lo único que hacen es, como en este fruto, crear límites que comen espacio y producen incomprensión y dolor. Son amargos, y, a quien clava sus dientes, o sea, a quien muerde a su prójimo a quien no ama, para producirle daño y dolor, le dan una amargura que envenena el espíritu.

¿No se pueden hacer desaparecer? Se puede. La buena voluntad los elimina, de la misma forma que la mano de un niño quita las paredes de amargura en el dulce fruto que el Creador hizo para deleite de sus hijos. Y el primero que tiene buena voluntad es el mismo, único Señor, Dios tanto de los judíos como de los galileos, de los samaritanos como de los batenos. Y esto lo demuestra enviando al único Salvador, que salvará a éstos y a aquéllos pidiendo sólo la fe en su Naturaleza y Doctrina.

El Salvador que os habla pasará derribando las inútiles barreras, borrando el pasado que os ha dividido, para sustituirlo por un presente que os hermane en su Nombre.

Vosotros todos, de aquí y de allende los confines, lo único que tenéis que hacer es secundarlo, y el odio caerá, y desaparecerá la postración que suscita rencor, y desaparecerá el orgullo que suscita injusticia.

Mi mandamiento es éste: que los hombres se amen como hermanos que son. Que se amen como el Padre de los Cielos los ama y como los ama el Hijo del hombre, que por la naturaleza humana que ha asumido se siente hermano de los hombres, y que por su Paternidad se sabe dueño de vencer al Mal con todas sus consecuencias.

Habéis dicho: "Es nuestra ley no traicionar". Entonces, lo primero, no traicionéis a vuestras almas privándolas del Cielo. Amaos los unos a los otros, amaos en mí, y la paz descenderá sobre los espíritus de los hombres, como ha sido prometido. Y vendrá el Reino de Dios, que es Reino de paz y de amor para todos aquellos que tienen recta voluntad de servir al Señor su Dios.

Os dejo. Que la Luz de Dios ilumine vuestros corazones... Vamos...

Se envuelve en su manto, se pone en bandolera su saca y abre la marcha; junto a Él, a uno de los lados, Pedro, y al otro el notable que ha hablado al principio. Detrás, los apóstoles.

Más atrás -puesto que en grupo no es posible caminar por el sendero que sigue el torrente- jóvenes de Efraím...

   


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