Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

490- En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías


-Judas y Santiago, venid conmigo.

A los dos hijos de Alfeo no hay que repetírselo. Se levantan inmediatamente y salen con Jesús de una casita de un arrabal situado al sur de Jerusalén, donde los hospedan hoy.

-¿A dónde vamos, Jesús? -pregunta Santiago.
-Al Monte de los Olivos, a saludar a los galileos.
Caminan un rato hacia Jerusalén. Pasan muy cerca de unas pequeñas colinas donde hay casas -sin duda, solariegas­entre el verde. Cortan el camino que va a Betania y a Jericó, y el que está más al sur, que termina entre Tofet y Siloán. Dan la vuelta, por detrás, a otra colina, que ya es estribación del Monte de los Olivos.

Cortan el otro camino que lleva directamente a Betania desde el Monte de los Olivos. Y, por un camino secundario que va entre olivos, suben al campo de los Galileos, donde las tiendas son mucho menos numerosas, y quedan, como recuerdo del agolpamiento, ramajes arrojados al suelo y ya deslucidos, restos de hogares rudimentarios -que han dejado hierba chamuscada y cenizas y palos carbonizados-, morralla: lo que siempre queda donde hubo gente acampada.

La temporada fría y precozmente lluviosa ha acelerado la partida de los peregrinos. También ahora se están poniendo en camino caravanas de mujeres y niños. Los hombres, especialmente los vigorosos, se han quedado todavía para terminar la fiesta.

Los galileos que creen en el Señor han debido ser avisados, quizás por algún discípulo, porque los veo a todos, y procedentes de todos aquellos lugares que más conozco. Nazaret está presente con los dos discípulos, con Alfeo -aquel a quien Jesús perdonó después de la muerte de su madre-y con algún otro. De todas formas, no veo ni a José ni a Simón de Alfeo.

Pero, como contrapartida, no faltan otros, entre los cuales el arquisinagogo, que se muestra visiblemente apurado al saludar con deferencia a Jesús después de haberle puesto tantos obstáculos. Pero se ayuda diciendo que los parientes de Jesús están hospedados en casa de «ese amigo que sabes», por razón de los niños, que sufrían con el viento de la noche. Y Caná está presente, con el marido de Susana, su padre y otros; y así Naím, con su resucitado y otros; y Belén de Galilea, con muchos vecinos; y las ciudades occidentales del lago, con sus moradores...

-¡La paz a vosotros! ¡La paz a vosotros! -saluda Jesús, pasando entre ellos, acariciando a los niños que todavía están ahí -sus pequeños amigos de los lugares galileos-; y escucha a Jairo, que le refiere lo mucho que sintió el no haber estado la última vez.

Jesús se informa sobre si la viuda de Afeq se ha establecido en Cafarnaúm y si ha aceptado al huérfano de Yiscala.

-No sé, Maestro. Quizás yo ya me había marchado... -dice Jairo.

-Sí, sí, ha venido una mujer que da mucha miel y muchas caricias a los niños. Y, fíjate, hace tortas. Y aquellos niños que iban a donde estabas Tú van siempre donde ella a comer. Y el último día nos mostró un niñito muy pequeño.

Ha comprado dos cabras para la leche. Y nos ha dicho que es el hijo del Cielo y del Señor. No vino a la fiesta, como quería, porque no podía llevar consigo a un niño tan pequeño. Y nos dijo, a nosotros, que te dijéramos que lo querrá con justicia y que te bendice.

Los niños de Cafarnaúm gorjean como gorrioncillos alrededor de Jesús, orgullosos de saber, ellos, lo que ni siquiera el arquisinagogo sabe, y de verse, ellos, haciendo de embajadores ante el Maestro bueno, que los escucha con la atención con que escucharía a los adultos, y que responde:

-Y vosotros le diréis que Yo también la bendigo y que quiera a los niños por mí. Y vosotros queredla; no os aprovechéis porque sea buena; no la queráis sólo por la miel y las tortas, sino porque es buena. Tan buena, que ha comprendido que quien ama en mi nombre a un niño me hace feliz. E imitadla todos, ya seáis pequeños, ya seáis adultos, pensando siempre que aquel que recibe a un niño en mi nombre tiene su sitio señalado en el Cielo.

Porque, si la misericordia siempre recibe premio -aunque fuere un solo vaso de agua dado en mi nombre-, la que se practica con los niños -salvándolos no sólo del hambre, de la sed, del frío, sino también de la corrupción del mundo-es infinitamente premiada... He venido a bendeciros antes de que os marchéis. Llevaréis mi bendición a vuestras mujeres, a vuestras casas...

-Pero, ¡no vas a volver donde nosotros, Maestro?
-Volveré... Pero no ahora. Después de Pascua...
-¡Si estás tanto, seguro que te olvidas de la promesa!...
-No temáis. Antes podrá dejar de resplandecer el Sol que Jesús olvidarse de quien espera en Él.

-¡Será un tiempo largo!...
-¡Y triste!
-Si enfermamos...
-Si desciende la muerte a nuestras casas...

-¿Quién nos ayudará? -dicen no pocas personas de no pocos lugares.
-Dios. El está con vosotros, si permanecéis en mí con vuestra voluntad.

-¿Y nosotros? Hace poco que creemos en ti. Lo confesamos. ¿No tendremos ayuda, entonces? Pero ahora que te hemos visto hacer milagros y te hemos oído hablar en el Templo, ¡te creemos,..!

-Esto me es motivo de gran gozo, porque el que mis coterráneos vayan por el camino de la Salud es mi más ardiente deseo.

-¿Nos amas así? ¡Pero nosotros durante mucho tiempo te hemos escarnecido!...

-Es pasado. Ya no existe. Sed fieles en el futuro, y en verdad os digo que tanto en la Tierra como en el Cielo está borrado vuestro pasado.

-¿Vas a estar con nosotros? Compartiremos el pan como muchas veces en Nazaret, cuando éramos todos iguales y los sábados descansábamos en los olivares, o cuando Tú eras sólo Jesús y venías con nosotros y como nosotros a Jerusalén para las fiestas...

Hay añoranza y deseo de los tiempos pasados en la voz de los nazarenos que se han convencido.

-Quería ir donde José y Simón. Pero iré después. Todos sois para mí hermanos en Dios, y para mí tiene más valor el espíritu y la fe que la carne y la sangre, porque estos últimos perecen, mientras que los otros son inmortales.

Y, mientras algunos se apresuran a preparar los fuegos para asar las carnes y a limpiar algunos lugares del olivar para hacerlos aptos para las mesas, los más ancianos y altos de grado, de todos los lugares de Galilea, se arriman a Jesús en círculo y le preguntan que cómo esa mañana y el día anterior no estaba en el Templo, y que si va a volver al día siguiente, último día de la fiesta.

-Estaba en otro lugar... Mañana seguro que estaré.
-¿Y vas a hablar?
-Si puedo...
Alfeo de Sara baja la voz y mirando a su alrededor, susurra al Maestro:

-Tus hermanos han ido a la ciudad para asegurarte ayudas... Ese hombre sabe muchas cosas, porque es pariente de uno del Templo por línea femenina... José se preocupa de ti, ¡eh! En el fondo... es bueno.
-Lo sé. Y será cada vez mejor, cuando sea espiritualmente bueno.

Llegan de la ciudad otros galileos. El número de los que están alrededor de Jesús aumenta, con gran desagrado de los niños, que se ven apartados por los adultos y no logran abrirse paso hasta Jesús; hasta que Él se apercibe del tropel inocente y enfurruñado y, sonriendo, dice:
-Dejad venir a mí a mis niños.

¡Ah, entonces, mientras el círculo se rompe, alegres otra vez como una bandada de pájaros, corren hacia Jesús! Y El los acaricia, mientras sigue hablando con los adultos. Y su mano, larga y todavía morenita por el mucho sol tomado en el verano, pasa una y otra vez sobre las cabecitas negras y castañas, con alguna cabecita de oro diseminada entre las cabezas morenas, que están lo más que pueden pegadas a Él, con la carita escondida entre sus indumentos, bajo el manto, abrazados a las rodillas, a la cadera, ávidos de su caricia, dichosos si la obtienen.

Comen en círculo -después de bendecir Jesús los alimentos, y repartirlos-, con una serena y amigable unión de corazones. Los otros, los que no son seguidores de Jesús, miran desde lejos, sarcásticos e incrédulos. Pero ninguno les presta atención...

La comida termina. El primero en levantarse es Jesús. Llama a Jairo, a Alfeo, a Daniel de Naím, a Elías de Corazín, a Samuel (el ex tullido de no sé dónde), también a un cierto Urías, a uno de los tantos Juanes, a uno de los tantos Simones, a un Leví, a un Isaac, a Abel de Belén, etc. etc.; en definitiva, a uno por pueblo. Ayudado por sus primos, hace de dos bolsas bien llenas tantas partes iguales cuantos son los llamados, y da una parte a cada uno de ellos, para que la usen para los pobres de cada uno de los pueblos.

Luego, cuando ya no tiene ni una moneda, bendice a todos y se despide de ellos. Y querría despedirse para dirigirse hacia el Getsemaní y así volver a la ciudad por la puerta de las Ovejas. Pero casi todos lo siguen, especialmente los niños, que no le sueltan la túnica ni los bordes del manto, y, sin duda, le causan molestia, pero Él no se lo impide...

Y aquel niño de Magdala, Benjamín, que un día dijo claramente su juicio a Judas de Keriot, le tira de la túnica hasta que Jesús se inclina para escucharlo particularmente. -¿Sigues teniendo contigo a ese malo?
-¿Qué malo? Conmigo no hay malos... -dice Jesús sonriéndole.

-¡Sí que los hay! Aquel hombre alto y moreno que se reía... ¿no sabes?, aquel al que le dije que era guapo por fuera y feo por dentro... Ése es malo.
-Habla de Judas -dice Judas Tadeo, que está detrás de Jesús y oye.

-Lo sé -le responde Jesús volviéndose; y luego, al niño:
-Sí que está conmigo ese hombre. Es un apóstol mío. Pero ahora es muy bueno... ¿Por qué meneas la cabeza? No se debe pensar mal del prójimo, especialmente de aquel al que no se conoce.

El niño agacha la cabeza y calla.

-¿No me respondes?

-Tú no quieres que diga mentiras... y te prometí no decirlas y lo he hecho. Pero, si ahora te digo que sí, que creo que es bueno, digo algo no verdadero, porque pienso que es malo. Puedo tener cerrada la boca, por agradarte, pero no puedo tener cerrada la cabeza para no pensar.
La salida es tan espontánea y lógica, dentro de su sencillez aún infantil, que todos los que la oyen se echan a reír. Todos menos Jesús, que suspira y dice:

-Bien, pues debes hacer una cosa. Orar para que se haga bueno, si es que realmente te parece malo. Debes ser su ángel. ¿Lo vas a hacer? Si se hace mejor, mayor será mi alegría; así que tú, rezando por esto, rezas porque Yo me sienta feliz.

-Lo haré. Pero si es malo y no se hace bueno contigo, el que yo rece no va a hacer nada.

Jesús zanja esta confrontación de criterios parándose y agachándose a besar a los niños. Luego ordena a todos que regresen... Cuando están solos Jesús y sus dos primos, Judas de Alfeo, pasado un rato de silencio, como si antes hubiera razonado dentro de sí, dice a manera de conclusión:

-¡Tiene razón! ¡En todo tiene razón! Yo soy de su misma opinión.

-¿Pero de qué hablas? -le pregunta su hermano Santiago, que caminaba absorto un poco adelantado por el senderillo que permite el paso de uno en uno solamente.

-De Benjamín hablo. Y de lo que ha dicho. Y... bueno, pero Tú no lo quieres oír, y te digo también yo que Judas es... No es un verdadero apóstol... No es sincero, no te quiere, no...

-¡Judas! ¡Judas! ¿Por qué apenarme?
-Hermano mío, porque te quiero. Y tengo miedo de Judas Iscariote; más miedo a él que a una serpiente...

-Eres injusto. Sin él, quizás Yo habría sido ya capturado.

-Jesús tiene razón. Judas ha hecho mucho. Ha atraído hacia sí, sin poner límites, odios y burlas... pero ha trabajado y trabaja para Jesús -dice Santiago.

-No puedo pensar ni que Tú seas necio ni que mientas... Y me pregunto por qué entonces defiendes a Judas. No hablo por celos ni por odio... Hablo porque siento dentro que es malo, que es insincero... Todo lo más que, por tu amor, puedo admitir es que esté loco. Un pobre loco que hoy delira en un sentido y mañana en otro. Pero bueno no, no lo es.

¡Desconfía, Jesús! Desconfía... Ninguno de nosotros es bueno. Pero, míranos bien. Nuestra mirada es transparente. Obsérvanos bien. Nuestra conducta es igual. Pero... ¿no te dice nada el hecho de que los fariseos no le hagan pagar las burlas contra ellos?: ¿nada, el que los del Templo no reaccionen contra sus palabras?; ¿nada, el que tenga siempre amigos precisamente entre aquellos a quienes aparentemente ofende?; ¿nada, el que tenga siempre dinero?

No digo nosotros dos, pero incluso Natanael, que es rico, y Tomás, que no tiene escasez de medios, tienen sólo lo necesario. Él... ¡Oh!...

Jesús calla...

Santiago observa:

-En parte mi hermano tiene razón. Cierto es que Judas encuentra siempre la manera de... estar solo, de ir solo... de... Bueno, no quiero ni murmurar ni juzgar. Tú ya sabes...

-Sí, sé. Y por eso digo que no quiero juicios. Cuando estéis en el mundo sustituyéndome, trataréis con criaturas bastante más extrañas que Judas.

¿Qué apóstoles seríais si los eliminarais por ser extraños? Es más, precisamente por serlo, habréis de amarlos con paciente amor para transformarlos en corderos del Señor. Ahora vamos donde José y Simón. Habéis oído, ¿no? Ellos trabajaban en secreto para beneficiarme a mí.

Diréis: amor de familia. Sí. Es verdad. Pero, en todo caso, es amor. Os habéis dejado mal la última vez. Echad los pelillos a la mar, ahora. Ellos y vosotros tenéis, y no tenéis, razón. Que cada uno reconozca su error, y no alce la voz en la parte que tiene de razón.

-Él me ha ofendido mucho ofendiéndote muchísimo a ti -dice Santiago.

-Tú te asemejas en mucho a José, mi padre. Y José, tu hermano, se asemeja en mucho a Alfeo, tu padre. Pues bien, José fue a menudo criticado por su hermano mayor, pero José fue siempre indulgente con él y lo perdonó siempre.

¡Porque mi padre era un gran justo! Sélo tú igual.
-¿Y si me regaña como si fuera todavía un niño? Ya sabes que cuando está nervioso no atiende a razones...

-Pues calla. Es la única medicina para calmar las iras.

Calla con humildad y paciencia; y si sientes que no puedes callar sin desaires, te marchas. ¡Saber callar! ¡Saber marcharse! No por vileza, no por falta de palabras, sino por virtud, por prudencia, por caridad, por humildad. ¡Es tan difícil conservar la justicia en las disputas! Y la paz del espíritu.

Alguna cosa baja siempre a perturbar en las profundidades, a enturbiar, a hacer bullicio. Y la imagen de Dios que se refleja en todo espíritu bueno queda empañada, desaparece, y ya no se pueden oír las palabras de Dios. ¡Paz! Paz entre hermanos. Paz también con los enemigos. Si son enemigos nuestros, son amigos de Satanás.

Pero, ¿querríamos hacernos nosotros también amigos de Satanás, odiando a quien nos odia? ¿Cómo podríamos conducirlos al amor si estuviéramos fuera del amor? Me diréis: “Jesús, lo has dicho ya  muchas veces, y lo haces; pero te siguen odiando siempre". Siempre lo diré. Cuando ya no esté entre vosotros, os lo inspiraré desde el Cielo.

Y también os digo que no contéis las derrotas, sino las victorias. ¡Alabemos por éstas al Señor! No pasa una luna sin la nota de alguna conquista. Esto debe constatar el obrero de Dios, y por ello exultar en el Señor, sin la rabia que tienen los del mundo cuando pierden una de sus pobres victorias. Si lo hacéis así...

-La paz a ti, Maestro. ¿No me conoces? -dice un joven que subía hacia el Getsemaní de regreso de la ciudad.
-¿Tú?... Tú eres el levita que el año pasado estuviste con nosotros junto con el sacerdote.

-Soy yo. ¿Cómo me has reconocido, Tú que ves a todo un mundo alrededor de ti?
-No olvido los rostros ni los espíritus en sus características.

-¿Qué característica tiene mi espíritu?

-Buena. E insatisfecha. Estás cansado de lo que te rodea. Tu espíritu tiende a cosas mejores. Sientes que existen. Sientes que es la hora de decidirte por un Bien eterno. Sientes que tras las brumas hay un Sol, la Luz. Tú quieres
la Luz.

El joven se arroja al suelo de rodillas:

-¡Maestro, Tú lo has dicho! Es verdad. Tengo estas cosas en el corazón. Y no sabía decidirme. El viejo sacerdote Jonatán ha creído, y después ha muerto. Era viejo. Yo soy joven. Pero te he oído hablar en el Templo... No me rechaces, Señor, porque no todos te odian allí, y yo soy de los que te quieren. Dime qué debo hacer, siendo levita...

-Tu deber hasta el tiempo nuevo. Reflexionar, porque, viniendo a mí, no vas al encuentro de la gloria terrena, sino del dolor. Si perseveras, tendrás gloria en el Cielo.

Instruirte en mi doctrina. Confirmarte en ella...
-¿Con qué?
-El Cielo mismo te confirmará con sus signos. Reconfirmarte con la ayuda de mis discípulos y conocer y practicar cada vez más lo que he enseñado. Haz esto y tendrás la vida eterna.

-Lo haré, Señor. Pero... ¿puedo seguir sirviendo en el Templo?

-Te lo he dicho: hasta el tiempo nuevo.
-Bendíceme, Maestro. Será mi nueva consagración.
Jesús lo bendice y lo besa. Se separan.  

-¿Veis? Así es la vida de los obreros del Señor. Hace un año, en ese corazón cayó la semilla. Y no pareció una victoria, porque no vino inmediatamente a nosotros. Pasado un año, como confirmación de mis palabras de poco antes, he aquí que viene. Una victoria. ¿Y no hace, éste, hermoso el día para nosotros?

-Tienes siempre razón, Jesús mío... ¡Pero ten cuidado con Judas! Soy un necio al decírtelo. Lo sé. Tú sabes... Pero en el corazón está este tormento... y no lo manifiesto a los otros, pero está... y estoy seguro de que también los otros lo tienen.

Jesús no rebate. Dice:

-Estoy contento de que José y Nicodemo me dieran ese dinero. Así puedo enviar una ayuda a mis pobrecitos de Galilea...

Han llegado a la puerta. Entran por ella. Se confunden con el gentío.

   


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