Thursday April 25,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

421- El endemoniado curado, los fariseos
y la blasfemia contra el Espíritu Santo


Pasada la Semana Santa y la consecuente penitencia del no ver, vuelve esta mañana la visión espiritual del Evangelio. Y todas mis angustias se olvidan en esta alegría, que se anuncia siempre con una indescriptible sensación de júbilo sobrehumano...

...Y veo a Jesús -caminando todavía por las arboledas que bordean el río -que se detiene y ordena un alto en el camino, en estas horas demasiado calientes para permitir la marcha.

Porque, si es verdad que la tupida maraña de las frondas protege del sol, esta misma maraña forma también como una capa de impedimento al paso de las brisas, apenas sensibles, siendo así que el aire bajo las frondas es caliente, está parado, es pesado y húmedo (la humedad que emana del suelo cercano al río, una humedad que no es alivio, sino tormento pegajoso que se mezcla, aumentándolo, con el ya de por sí tormentoso sudor que se desliza por los cuerpos).

-Vamos a detenernos hasta el atardecer. Luego bajaremos al guijarral claro, visible incluso con la luz de las estrellas, y proseguiremos de noche. Ahora vamos a comer y a descansar.

¡-Ah!, antes de la comida me tomo el alivio del agua. Estará también tibia, como un brebaje para la tos; pero servirá para quitarme el sudor. ¿Quién viene conmigo? -pregunta Pedro.

Todos van con él. Todos, incluso Jesús, que está sudado como todos y con la túnica pesada de polvo y sudor. Toma cada uno, de la bolsa, una túnica limpia y bajan al río.

En la hierba, como señal de su presencia, no quedan más que las trece bolsas y los odres del agua, velado ello por los añosos árboles y por innumerables pájaros, que observan curiosos con sus ojitos de azabache las trece bolsas hinchadas y multicolores diseminadas en la hierba.

Las voces de los bañistas se alejan y se confunden entre el rumor del río. Sólo de vez en cuando alguna risa aguda vibra como una nota alta por encima de los acordes bajos y monótonos del río.

Pero pronto un rumor de pisaduras rompe el silencio. Algunas cabezas se asoman a través de unos ramajes, dan una ojeada, dicen con expresión contenta:
-Están aquí. Se han parado. Vamos a decírselo a los otros -y desaparecen alejándose tras las matas...

...Mientras tanto, refrescados, con los cabellos todavía húmedos a pesar de que hayan sido rudimentariamente secados, descalzos y con las sandalias lavadas, que gotean, sujetas de las correas, vestidos con túnicas frescas -quizás han dejado las otras sobre los cañizares, después de una enjuagadura en las aguas azules del Jordán -regresan los apóstoles con el Maestro. Visiblemente aliviados por el prolongado baño.

Ignorando que han sido descubiertos, se sientan, después de que Jesús ha ofrecido y distribuido la comida. Después de la comida, cargados de sueño, se tumbarían y dormirían. Pero... viene un hombre, y después del primero el segundo, y el tercero...

-¿Qué queréis? -pregunta Santiago de Zebedeo, que los ve venir y pararse cerca de una espesura, dudando si acercarse o no. Los otros, incluido Jesús, se vuelven para ver con quién habla Santiago. -¡Ah, son los del pueblo!...

¡Nos han seguido! -dice sin entusiasmo Tomás, que se disponía a dormir un poco. Entretanto los interpelados responden, un poco atemorizados al ver la manifiesta aversión de los apóstoles a recibirlos: -Queríamos hablar con el Maestro... Decir que... ¿Verdad Samuel?... -y, como no se atreven a seguir hablando, se
interrumpen.

Pero Jesús, benigno, alzándose y dirigiéndose hacia ellos, los anima:
-Hablad, hablad. ¿Tenéis otros enfermos?

-Maestro, estás cansado, incluso más que nosotros. Descansa un poco y que ellos esperen… - dice más de un apóstol.

-Aquí hay criaturas que me requieren. Por eso ellos tampoco tienen descanso de paz en el corazón. Y el cansancio del corazón supera al de los miembros. Dejad que los escuche.

-¡Bueno, pues bien! ¡Adiós descanso nuestro!... -dicen en tono malhumorado los apóstoles, subyugados por el cansancio y el calor hasta el punto de hacer un reproche a su Maestro en presencia de extraños, tanto que dicen: «Y cuando, sin prudencia, nos hayas enfermado a todos, demasiado tarde comprenderás que te éramos necesarios».

Jesús los mira... con piedad. No hay otra cosa en sus dulces ojos cansados... Pero responde:
-No, amigos. No pretendo que hagáis lo mismo que Yo. Mirad, vosotros quedaos aquí descansando; Yo me alejo un poco con éstos, los escucho y luego vengo a descansar con vosotros.

Es tan dulce la respuesta, que obtiene más que con un reproche. El buen corazón, el afecto de los doce se despierta y toma la iniciativa:

-¡No, hombre, no, Señor! Quédate ahí y habla con ellos. Nosotros vamos a dar la vuelta a las túnicas para que se sequen por el otro lado. Así vencemos el sueño y luego venimos y descansamos juntos.

Y los que más sueño tienen van hacia el río... Se quedan Mateo, Juan y Bartolomé.

Pero, mientras tanto, los tres habitantes del pueblo se han transformado en más de diez, y siguen aumentando...
-¿Entonces? Acercaos y hablad sin temor.

-Maestro, cuando te has marchado, los fariseos se han hecho todavía más violentos... Han arremetido contra el hombre que has liberado y... si no se vuelve loco será un nuevo milagro... porque... le han dicho que... que lo has liberado de un demonio que sólo obstaculizaba a la razón, pero que le has dado un demonio más fuerte, tan fuerte que ha vencido al primero, más fuerte que el primero porque éste condena y domina su espíritu, y por eso mientras que de la primera posesión no habría debido llevar las consecuencias a la otra vida, porque sus acciones no eran... ¿cómo han dicho, Abraham?...

-Han dicho... ¡oh, es un nombre extraño!... Bueno, que de esas acciones Dios no le habría pedido cuentas, porque habían sido hechas sin libertad de mente, mientras que ahora él, adorando por imposición del demonio que tiene dentro de su corazón, introducido por ti -¡perdona si te lo decimos! -, por ti, príncipe de los demonios, adorándote a ti con mente ya cuerda, es sacrílego y maldito, y será condenado.

Así que el pobre infeliz añora el estado de antes, y... casi impreca contra ti... Por tanto, más desquiciado que antes... y la madre se desespera por el hijo que desespera de salvarse... y toda alegría se ha transformado en congoja.

Nosotros, para dar paz, te hemos buscado, y ciertamente nos ha guiado hasta aquí el ángel... Señor, nosotros creemos que Tú eres el Mesías. Y creemos que el Mesías tiene dentro de sí al Espíritu de Dios. Por tanto, es Verdad y Sabiduría. Y te pedimos que nos des paz y explicación...

-Estáis en la justicia y en la caridad. Benditos seáis.

Pero, ¿dónde está el infeliz?

-Viene detrás de nosotros con su madre, llorando su desesperación. ¿Ves? Todo el pueblo, menos ellos, menos los crueles fariseos, viene hacia aquí, sin preocuparse de las amenazas de ellos. Porque nos han amenazado castigos porque creemos en ti. Pero Dios nos protegerá.
-Dios os protegerá. Llevadme donde el beneficiado.

-No. Te lo traemos aquí. Espera -y muchos se dirigen hacia el núcleo más numeroso, que se acerca gesticulando, mientras dos llantos agudos dominan el murmullo de la muchedumbre. Los otros, los que se han quedado, son muchos ya, y, cuando a éstos se unen los otros teniendo en el centro al endemoniado curado y a la madre de éste, alrededor de Jesús, entre los árboles, se apiña verdaderamente una muchedumbre. La gente se sube incluso a los árboles en busca de un sitio para oír y ver.

Jesús va hacia el beneficiado con el milagro. Éste, en cuanto lo ve, arrancándose los pelos y arrodillándose, dice:

-¡Devuélveme el primer demonio! ¡Por piedad de mí, de mi alma! ¿Qué te he hecho para que me perjudicaras tanto?
Y su madre, también de rodillas:

-¡Delira por el miedo, Señor! No escuches sus blasfemas palabras. No. Líbralo del miedo que esos crueles le han infundido, para que no pierda la vida del alma. Lo has liberado una vez... ¡Por piedad de una madre, libéralo otra vez!

-Sí, mujer. ¡No temas! ¡Hijo de Dios, escucha!

Y Jesús apoya sus manos sobre la cabeza despeinada del hombre que delira de miedo sobrenatural.

-Escucha. Y juzga. Juzga por ti mismo, porque ahora tienes un juicio libre y puedes juzgar con justicia. Hay un modo seguro para comprender si un prodigio viene de Dios o de un demonio. Y es lo que experimenta el alma.

Si el hecho extraordinario viene de Dios, se infunde paz en el alma, paz y júbilo majestuoso; si viene de un demonio, con el prodigio viene turbación y dolor. Y también viene paz y júbilo de las palabras de Dios, mientras que de las de un demonio -sea demonio espíritu o demonio hombre -viene turbación y dolor.

Y también de la proximidad de Dios viene paz y júbilo, mientras que de la proximidad de espíritus u hombres malvados viene turbación y dolor. Ahora reflexiona, hijo de Dios. ¿Cuando, cediendo al demonio de la lujuria, empezaste a acoger dentro de ti a tu opresor, gozabas de júbilo y paz?

El hombre reflexiona y, ruborizándose, responde:
-No, Señor.

-¿Y cuando el perpetuo Adversario se apoderó de ti del todo, tuviste paz y júbilo?

-No, Señor. Jamás. Mientras comprendía, mientras tuve un retal de mente libre, experimenté turbación y dolor por el atropello del Adversario. Luego... no sé... Ya mi intelecto no era capaz de comprender lo que yo sufría...

Era peor que un animal... Pero incluso en ese estado en que parecía menos inteligente que un animal... ¡oh, cuánto podía sufrir todavía! No sé decir de qué... ¡El infierno es tremendo! Es una totalidad horrenda... y no se puede decir lo que es...

El hombre tiembla ante el informe recuerdo de sus sufrimientos de poseído. Tiembla, palidece, suda... La madre lo abraza y lo besa en la mejilla para distraerlo de esa pesadilla... La gente susurra comentarios.

-¿Y cuando te has despertado con la mano en mi mano, que has experimentado?

-¡Oh, un estupor tan dulce!... y luego una alegría, una paz mayor aún... Parecía como si saliera de una cárcel oscura donde un sinnúmero de serpientes habían sido las cadenas, y el aire hedores de pútrida cloaca, y entrara en un jardín en flor, pleno de sol, de cantos... He conocido el Paraíso... pero tampoco esto se puede describir... -El hombre sonríe como arrobado en el recuerdo de su breve y reciente hora de júbilo. Luego suspira y termina: «Pero pronto ha terminado...».

-¿Estás seguro? Dime, ahora que estás a mi lado y lejos de los que te han turbado, ¿qué sientes?
-La paz también. Aquí contigo no puedo creer que esté condenado y sus palabras me parecen blasfemia... Pero yo las he creído... ¿No he pecado contra ti entonces?

-No has pecado tú. Ellos sí. Levántate, hijo de Dios, y cree en la paz que hay en ti. La paz viene de Dios. Tú estás con Dios. No peques y no temas -y quita las manos de la cabeza del hombre permitiéndole así levantarse.

-¿Verdaderamente es así, Señor? -preguntan muchos.
-Verdaderamente es así. La duda suscitada por estas palabras deliberadamente dañinas ha sido la última venganza de Satanás que ha salido de éste vencido y deseoso de recuperar la presa perdida.

Con muy buen sentido un lugareño dice:
-¡Pero entonces... los fariseos... han servido a Satanás! -y muchos aplauden esta justa observación.

-No juzguéis. Hay quien juzga.

-Pero al menos somos francos en nuestros juicios... y Dios ve que juzgamos por culpas claras. Ellos fingen ser lo que no son. Actúan con falsedad y con miras no buenas. Y, a pesar de ello, triunfan más que nosotros, que somos honrados y sinceros. Son nuestro terror. Extienden su poder hasta la libertad de fe. Se tiene que creer y practicar como les gusta a ellos. Y nos amenazan porque te amamos. Tratan de reducir tus milagros a brujerías, para que la gente te tema. Conspiran, oprimen, hacen
daño...

La muchedumbre habla tumultuosamente. Jesús hace un gesto imponiendo silencio y dice:

-No acojáis en el corazón lo que es de ellos. Ni sus insinuaciones ni sus sistemas. Y ni siquiera la idea: "son malos y, a pesar de ello, triunfan".

¿No os acordáis de las palabras de la Sabiduría: "Breve es el triunfo del pérfido" y de la otras, de los Proverbios:

"No sigas, hijo, los ejemplos de los pecadores y no escuches las palabras de los impíos, porque quedarán atrapados en las cadenas de sus culpas y engañados por su gran necedad"?

No introduzcáis en vosotros lo que es de aquellos que vosotros mismos, aún siendo imperfectos, juzgáis injustos.

Introduciríais en vosotros la misma levadura que los corrompe a ellos. La levadura de los fariseos es la hipocresía. Que la hipocresía no esté nunca en vosotros, ni respecto a las formas del culto a Dios, ni respecto al modo de manifestaros con los hermanos. Guardaos de la levadura de los fariseos. Pensad que no hay nada oculto que no pueda ser descubierto, nada escondido que no termine siendo conocido.

Ya veis. Me habían dejado partir y luego habían sembrado cizaña donde el Señor había esparcido selecta semilla.

Creían haber actuado fina y victoriosamente. Y habría sido suficiente que no me hubierais encontrado, que Yo hubiera pasado el río sin dejar huella mía en el agua, que se junta después de abrirla la proa, para que su mala forma de obrar, bajo apariencia de un obrar recto, triunfase.

Pero pronto ha sido descubierto el juego, y su mala acción ha sido anulada. Y así de todas las acciones del hombre, Uno al menos, Dios, las conoce, y provee. Lo que se dice en la oscuridad termina siendo revelado por la Luz, y lo que se trama en secreto en una habitación puede ser revelado como si hubiera sido preparado en una plaza. Porque todo hombre puede tener su delator. Y porque Dios ve a todos los hombres, y Dios puede intervenir y desenmascarar a los culpables.

Por eso hay que actuar siempre con honestidad para vivir con paz. Y quien vive así no tenga miedo. Ni miedo en esta vida, ni miedo por la otra vida. No, amigos míos, os digo: quien obra como justo no tema. Ni miedo de los que matan -sí, de los que pueden matar el cuerpo -, pero que después de eso no pueden hacer más. Os digo qué debéis temer.

Temed a aquellos que, después de haberos hecho morir, os pueden mandar al infierno, o sea temed a los vicios, a los malos compañeros, a los falsos maestros, a todos los que os insinúan el pecado o la duda en el corazón, temed a los que más que al cuerpo tratan de corromper al alma y llevaros a la separación de Dios y a pensamientos de desesperación de la divina Misericordia. Temed esto, os lo repito. Porque en ese caso vuestra muerte será eterna.

Pero, por lo demás, por vuestra existencia, no temáis. El Padre vuestro no pierde de vista ni siquiera a uno de estos pájaros pequeñitos que hacen sus nidos entre las frondas de los árboles. Ni uno de ellos cae en la red sin que su Creador lo sepa. Y, no obstante, es muy pequeño su valor material: cinco pájaros por dos ases. Y nulo es su valor espiritual. Y, a pesar de ello, Dios los cuida.

¿Cómo, entonces, no va a cuidar de vosotros, de vuestra vida, de vuestro bien? Hasta los cabellos de vuestra cabeza son manifiestos al Padre, y ninguna injuria que hagan a sus hijos le pasa desapercibida; porque vosotros sois sus hijos, o sea, mucho más que los pájaros que hacen sus nidos en los tejados o entre el follaje.

Hijos sois mientras no renunciáis por propia iniciativa a serlo por vuestra libre voluntad. Y se renuncia a esta filiación cuando uno reniega de Dios y del Verbo que Dios ha enviado al mundo para llevar a los hombres a Dios.

Entonces, si uno no me quiere reconocer ante los hombres, por temor a un daño por causa de este reconocimiento, entonces tampoco Dios lo reconocerá como hijo suyo, y el Hijo de Dios y del hombre tampoco lo reconocerá delante de los ángeles del Cielo; y quien haya renegado de mí delante de los hombres será negado como hijo ante los ángeles de Dios. Y quien haya hablado mal y contra el Hijo del hombre será todavía perdonado, porque Yo intercederé ante el Padre por su perdón; pero el que haya blasfemado contra el Espíritu Santo no será perdonado.

¿Por qué esto? Porque no todos pueden conocer la extensión del Amor, su perfecta infinidad, y ver a Dios en una carne semejante a toda otra carne de hombre. Los gentiles, los paganos no pueden creer esto por fe, porque su religión no es amor. También entre nosotros el respeto temeroso que tiene Israel por Yeohveh puede impedir el creer que Dios se haya hecho hombre, y el más humilde de los hombres. Es una culpa el no creer en mí. Pero, cuando ésta se apoya en un excesivo temor de Dios, todavía se perdona.

Sin embargo, no puede ser perdonado aquel que no se rinde a la verdad que se transparenta a través de mis actos, y niega al Espíritu de Amor el que haya podido mantener la palabra dada de enviar al Salvador en el tiempo establecido, el Salvador precedido y acompañado por los signos anunciados.

Éstos, los que me persiguen, conocen a los profetas. Las profecías están llenas de mí. Conocen las profecías y conocen lo que Yo hago. La verdad es manifiesta. Pero la niegan por voluntad de negarla. Sistemáticamente niegan que Yo sea no sólo el Hijo del hombre, sino también el Hijo de Dios anunciado por los profetas, el Nacido de una Virgen no por voluntad del hombre sino del Amor eterno, del eterno Espíritu que me ha anunciado para que los hombres me pudieran reconocer.

Ellos, para poder decir que la oscuridad de la espera del Cristo continúa, se obstinan en tener cerrados los ojos para no ver la Luz presente en el mundo, y por eso reniegan del Espíritu Santo, de su Verdad, de su Luz.

Y para éstos el juicio será más severo que para los que no saben. Y llamarme "satanás" no les será perdonado, porque el Espíritu por mí hace obras divinas, no satánicas. Y llevar a otros a la desesperación cuando el Amor los ha llevado a la paz no será perdonado.

Porque todas estas cosas son ofensas al Espíritu Santo, a este Espíritu Paráclito que es Amor y da amor y pide amor, y que espera mi holocausto de amor para derramarse en amor de sabiduría que iluminará los corazones de mis fieles.

Y cuando esto suceda, y os sigan persiguiendo acusándoos ante los magistrados y los príncipes en los tribunales y en las sinagogas, no os preocupéis pensando en cómo os justificaréis. El mismo Espíritu os dirá lo que habréis de responder para servir a la Verdad y conquistaros la Vida, de la misma forma que el Verbo os está dando cuanto es necesario para entrar en el Reino de la Vida eterna.

Idos en paz. En mi paz. En esa paz que es Dios y que Dios emana para saturar con ella a sus hijos. Idos y no temáis.

Yo no he venido para engañaros, sino para instruiros; no para perderos, sino para redimiros. Bienaventurados los que sepan creer en mis palabras. Y tú, hombre, dos veces salvado, sé fuerte y recuerda la paz mía para decir a los tentadores: "No tratéis de seducirme. Mi fe es que Él es el Cristo". Ve, mujer. Ve con él y queda en paz. Adiós.

Volved a las casas y dejad al Hijo del hombre con el humilde descanso sobre la hierba, antes de reanudar su perseguido camino en busca de otros a quienes salvar, hasta el final. Mi paz esté con vosotros.

Los bendice y regresa al lugar en donde han comido. Y los apóstoles con Él. Y, habiéndose marchado la gente, se echan, apoyadas las cabezas en las bolsas, y pronto el sueño se apodera de ellos, con el calor bochornoso de la tarde y el pesado silencio de estas horas tórridas.


   


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