Thursday April 25,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

444- Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación,
sobre los méritos del Salvador


-¿Dónde has dejado las barcas, Simón, cuando has venido a Nazaret? -pregunta Jesús mientras camina en dirección nordeste, dando la espalda a la llanura de Esdrelón y en dirección al Tabor.

-Las he mandado de nuevo a pescar, Maestro. Pero he dicho que cada tres días estén en Tariquea... No sabía cuánto tiempo me quedaría contigo.

-Muy bien. ¿Quién de vosotros quiere ir a advertir a mi Madre y a María de Alfeo que se agreguen a nosotros en Tiberíades? En casa de José es la cita.

-Maestro... quisiéramos todos. Di Tú quién debe ir y será mejor.

-Entonces Mateo, Felipe, Andrés y Santiago de Zebedeo. Los otros que vengan conmigo a Tariquea. Explicaréis a las mujeres el motivo del retraso. Y decidles que cierren la casa y que vengan. Estaremos juntos durante una luna entera. Marchaos, que aquí está la bifurcación. Y que la paz esté con vosotros.

Besa a los cuatro que se separan y reanuda la marcha con los otros.

Pero después de pocos pasos se detiene y observa a Margziam, que camina un poco retrasado, con la cabeza baja. Cuando el jovencito llega a donde Él, Jesús le pasa la mano por debajo del mentón y le fuerza a levantar la cara: dos líneas de llanto hay en el rostro morenito.
-¿Irías con gusto también tú a Nazaret?
-Sí, Maestro... Pero haz lo que Tú quieras.

-Quiero que te sientas confortado, hijo mío... Ve... corre detrás de aquéllos. La Madre te consolará.

Lo besa y lo deja partir. Margziam se echa a correr y pronto alcanza a los cuatro.

-Es todavía un niño... -observa Pedro.
-Y sufre mucho... Ayer por la noche, que lo encontré llorando en un rincón de la casa, me dijo: "Es como si se me hubieran muerto ayer mi padre y mi madre... La muerte del anciano padre me ha abierto de nuevo todo el corazón..." -dice Juan.

-¡Pobre hijo!... Pero ha sido buena cosa el que haya estado presente en esa muerte... -dice el Zelote.
-¡Se había hecho tantas ilusiones de poder hacer algo por el anciano!... Me decía Porfiria que hacía todo tipo de sacrificios para poder reunir el dinero. Ha trabajado en los campos, ha hecho haces de leña para los hornos, ha pescado, no ha comido los quesitos, para venderlos, ni la miel, para venderla... Tenía esa preocupación en su corazón y quería tener consigo al anciano... ¡En fin! -dice Pedro.
-Es un hombre de propósitos serios. No le pesa ni el sacrificio ni el trabajo. Buenas cualidades -dice Bartolomé.

-Sí, es un buen hijo y se contará entre los mejores discípulos. Ya veis con qué disciplina se guía incluso en los momentos más desazonados... Su corazón afligido añoraba a María, pero no ha pedido ir con ella. Ha entendido tan bien lo que es fuerza en la oración, que supera a muchos adultos -dice Jesús.
-¿Tú crees que hace los sacrificios con una finalidad determinada? -pregunta Tomás.

-Estoy seguro de ello.
-Es verdad. Ayer dio la fruta a un viejo diciéndole: "Reza por el padre de mi padre, que se me ha muerto hace poco", y yo le hice esta observación: "Él está en paz, Margziam. ¿No crees válida la absolución de Jesús?". Me respondió: "La creo válida. Pero al ofrecer sufragios pienso en las almas por las que ninguno reza, y digo: si a mi padre ya no le hace falta, pues que vayan estos sacrificios para aquellos en quien nadie piensa". Y me he sentido edificado -dice Santiago de Alfeo.

-Sí. Ayer se acercó a mí y, echándome los brazos al cuello, porque en el fondo es todavía un niño, me dijo: "Ahora sí que eres mi padre del todo... y te devuelvo lo que tu bondad me había posibilitado ahorrar. Ya no le sirve ese dinero a mi anciano padre,... y tú y Porfiria hacéis mucho por mí...". Yo, conteniendo a duras penas las lágrimas, le respondí:

"No, hijo mío. Vamos a usar ese dinero en limosnas para los ancianos pobres o para huerfanitos pobres, y Dios usará tus limosnas para aumentar la paz al pobre anciano". Y Margziam me dio dos besos tan fuertes, que... bueno... que ya no pude contener las lágrimas. Y, Bartolomé, como te está agradecido por haber corrido con los gastos, me decía: "Para mí, el honor dado al anciano no tiene precio. Le voy a decir a Bartolomé que me tenga como criado".

-¡Pobre hijo! ¡Ni durante una hora! Él sirve al Señor y nos edifica a todos. He honrado a un justo. Podía hacerlo, porque mi nombre es conocido y me es fácil encontrar a alguien que me anticipe. Desde Betsaida me encargaré de saldar la pequeña deuda, en el fondo una menudencia...
-Sí. Como dinero es poco, porque los de Yizreel han sido generosos. Pero tu amor hacia el condiscípulo no es una menudencia. Porque todo acto de amor tiene un valor grande.

Vosotros estáis formándoos en este amor al prójimo, que es la segunda parte del precepto básico de la Ley de Dios, y que en realidad en Israel ha caído mucho en abandono. Los muchos preceptos y ese andarse con tiquismiquis -cosas que han subseguido a la clara, coherente, completa Ley del Sinaí, dentro de su brevedad-han tergiversado la primera parte de ese precepto básico, reduciéndolo a un cúmulo de ritos exteriores a los que les falta lo que les da el nervio, el valor, la verdad; o sea, falta la adhesión activa del interior -con las obras que cumple, con las tentaciones que supera-a las formas de culto externo. ¿Qué valor puede tener a los ojos de Dios la ostentación de un culto, cuando luego en el interior el corazón no ama a Dios, no se anonada en un respetuosísimo amor a Dios, cuando no lo alaba y admira teniendo amor por las cosas hechas por Él, y en primer lugar por el hombre, que es la obra maestra de la Creación terrestre?

¿Veis dónde se ha producido el error en Israel?: en haber hecho, en un primer momento, de un único precepto dos preceptos, para separar luego netamente, con la decadencia de los espíritus, el segundo del primero, como si fuera una rama inútil. No era una rama inútil, no eran ni siquiera dos ramas: era un único tronco, que ya desde la base se había adornado con las distintas virtudes de los dos amores.

Mirad esa gruesa higuera que ha nacido allá arriba, encima de aquel collado. Nacida espontáneamente, casi en la raíz, o sea, apenas salida de la tierra, se ha formado en dos ramas tan unidas, que las dos cortezas se han fundido; pero cada una de las dos ramas han dado las propias frondas a los lados, en forma tan caprichosa, que ha dado el nombre de "Casa de la higuera gemela" a este pueblecillo que está en este pequeño collado.

Ahora bien, si uno quisiera ahora separar los dos troncos, que en el fondo son un solo tronco, debería usar la segur o la sierra. Pero, ¿qué haría? Haría morir a la planta, o, si fuera tan hábil que guiara la segur o la sierra de forma que lesionara a uno de los dos troncos solamente, salvaría uno de los dos, pero el otro moriría inexorablemente, y el que quedara, aunque siguiera vivo, estaría semimuerto, y probablemente perdería vigor y no daría ya fruto o lo daría muy escaso.

Lo mismo ha sucedido en Israel. Han querido cortar, separar las dos partes (tan unidas que son verdaderamente una cosa sola); han querido retocar lo que era perfecto. Porque todas las obras de Dios son perfectas, todos los pensamientos, todas las palabras. Por tanto, si Dios en el Sinaí mandó amar a Dios santísimo y al prójimo con un único precepto, está claro que no son dos preceptos que puedan ser practicados con independencia el uno del otro, sino que son un solo precepto.

Y, no bastándome nunca la formación de que os hago objeto en esta sublime virtud (la mayor de todas, la que sube con el espíritu al Cielo, porque es la única que subsiste en el Cielo), insisto en ella, que es alma de toda la vida del espíritu, el cual pierde la vida si pierde la Caridad, porque pierde a Dios.

Oídme. Imaginad que a vuestra puerta vengan un día a llamar dos riquísimos esposos, pidiendo hospitalidad para toda la vida. ¿Podríais decir: “Aceptamos al esposo, pero no queremos a la esposa", sin oír esta respuesta del esposo: "Eso no puede ser, porque no me puedo separar de la carne de mi carne. Si no queréis acogerla, yo tampoco me puedo alojar en vuestra casa, y me voy con todos mis tesoros, de los cuales os habría hecho copartícipes”?

Dios está aunado con la Caridad. Esta es verdaderamente, y más íntima y verdaderamente que dos esposos que se aman intensamente, espíritu de su Espíritu. Es Dios mismo la Caridad. La Caridad no es sino el aspecto más manifiesto, más ilustrativo de Dios.

Entre todos sus atributos, es el atributo rey y el atributo origen, porque todos los demás atributos de Dios nacen de la caridad. ¿Qué es la Potencia sino caridad que obra? ¡Qué es la Sabiduría sino caridad que enseña? ¿Qué es la Misericordia sino caridad que perdona? ¿Qué es la Justicia sino caridad que administra? Y podría continuar así para todos los innumerables atributos de Dios.

¿Y bien?, ¿teniendo en cuenta esto que digo, podéis pensar que quien no tiene la Caridad puede tener a Dios? No lo tiene. ¿Podéis pensar que pueda acoger a Dios y no la Caridad, esa Caridad que es única y abraza Creador y criaturas y no se puede tener de ella sólo una mitad, la tributada al Creador, sin tener también la otra mitad, la tributada al prójimo?

Dios está en las criaturas. Está en ellas con su señal imborrable, con sus derechos de Padre, de Esposo, de Rey.

El alma es su trono; el cuerpo, su templo. Ahora bien, el que no ama a un hermano suyo y lo hace objeto de desprecio, hace desprecio, produce dolor, niega su reconocimiento al Amo de la casa de su hermano, al Rey, al Padre, al Esposo de su hermano; y es natural que este gran Ser que es Todo, y que está presente en un hermano, en todos los hermanos, haga suya la ofensa infligida al ser menor, a la parte del Todo, o sea, a éste o a aquel hombre. Por este motivo os he enseñado las obras de misericordia corporales y espirituales; por esto, os he enseñado a no escandalizar a los hermanos; por esto, os he enseñado a no juzgar, a no despreciar, a no rechazar a los hermanos, ya sean buenos, ya sean no buenos, fieles o gentiles, amigos o enemigos, ricos o pobres.

Cuando en un tálamo se verifica una concepción, ésta se forma con el mismo acto, ya se produzca en un tálamo de oro, ya se produzca en el mullido de paja de un establo. Y la criatura que se forma en el seno regio no es distinta de la que se forma en el seno de una mendiga.

La concepción, el hecho de formar un nuevo ser es igual en todos los puntos de la Tierra, cualquiera que fuere su religión. Todas las criaturas nacen como nacieron Abel y Caín del seno de Eva. Y a la igualdad de la concepción, formación y modo de nacer, de los hijos de un hombre y una mujer en la Tierra, corresponde otra igualdad en el Cielo: la creación de un alma para ser infundida en el embrión, para que el embrión sea de hombre y no de animal y lo acompañe desde el momento en que es creada hasta la muerte, y sobreviva a él en espera de la resurrección universal para volver a unirse, entonces, al cuerpo resucitado y recibir con él el premio o el castigo. El premio o el castigo, según las acciones realizadas en la vida terrena.

Porque no os penséis que la Caridad es injusta y que, sólo porque muchos no vayan a ser de Israel o de Cristo, aun siendo virtuosos en la religión que siguen, convencidos de estar en la verdadera, vayan a permanecer para toda la eternidad sin premio. Después del fin del mundo, ninguna virtud sobrevivirá, sino la Caridad, o sea, la unión del Creador y de todas las criaturas que vivieron con justicia. No habrá muchos Cielos (uno para Israel, uno para los cristianos, uno para los católicos, uno para los gentiles, uno para los paganos); no los habrá, sino que habrá un solo Cielo. Igualmente, habrá un solo premio:

Dios, el Creador que se une de nuevo con aquellas criaturas suyas que han vivido en justicia, en las cuales, por la belleza de los espíritus y de los cuerpos de los santos, admirará su propio Ser con alegría de Padre y de Dios. Habrá un solo Señor. No un Señor para Israel, uno para el catolicismo, uno para cada una de las otras religiones.

Ahora os voy a revelar una gran verdad. Recordadla. Transmitidla a vuestros sucesores. No esperéis siempre a que el Espíritu Santo proyecte luz sobre las verdades, después de años o siglos de oscuridad. Oíd.

Vosotros quizás decís: "Pero entonces, ¿qué justicia hay en el hecho de ser de la religión verdadera, si al final del mundo vamos a ser tratados de la misma manera que los gentiles?". Os respondo: la misma justicia que hay -y es justicia verdadera­ para aquellos que aun siendo de la religión santa no serán bienaventurados por no haber vivido como santos. Un pagano virtuoso, por el solo hecho de haber vivido con virtud escogida, convencido de que su religión era buena, tendrá al final el Cielo.

¿Pero cuándo? Cuando llegue el fin del mundo, cuando de las cuatro moradas de los que han muerto queden sólo dos: el Paraíso y el Infierno. Porque la Justicia en ese momento deberá conservar y dar estos dos reinos eternos, respectivamente a quien del árbol del libre albedrío escogió los frutos buenos y a quien quiso los malos.

¡Pero, cuánta espera antes de que un pagano virtuoso llegue a ese premio!... ¿No consideráis esto? Y esa espera, especialmente desde el momento en que la Redención, con todos los consiguientes prodigios, se verifique, y el Evangelio sea predicado en el mundo, será la purgación de las almas que vivieron con justicia en otras religiones y que no pudieron entrar en la Fe verdadera después de conocerla como existente y efectivamente real. Para ellos el Limbo durante siglos y siglos, hasta el fin del mundo.

Para los creyentes que creen en el Dios verdadero y que no supieron ser heroicamente santos, el largo Purgatorio (y para algunos podrá terminar en el fin del mundo). Pero, después de la expiación y la espera, todos los buenos, cualquiera que fuere su procedencia, estarán a la derecha de Dios; los malos, cualquiera que fuere su procedencia, a la izquierda, y luego en el Infierno horrendo; mientras que el Salvador entrará con los buenos en el Reino eterno.  

Señor, perdona si no te entiendo. Lo que dices es muy difícil... al menos para mí... Dices siempre que eres el Salvador y que redimirás a los que creen en ti. ¿Y entonces los que no creen, o porque no te han conocido por haber vivido antes, o porque -¡es tan grande el mundo!-no han tenido noticia de ti, cómo pueden ser salvados? -pregunta Bartolomé.

-Ya te lo he dicho: por su vida de justos, por sus obras buenas, por esa fe suya que consideran verdadera.
-Pero no han recurrido al Salvador...

-Pero el Salvador por ellos, también por ellos, sufrirá. ¿No consideras, Bartolmái, qué gran valor tendrán mis méritos de Hombre Dios?

-Mi Señor, en todo caso inferiores a los de Dios, a los que, por consiguiente, posees desde siempre.

-Respuesta correcta y no correcta. Los méritos de Dios son infinitos, dices, Todo es infinito en Dios. Pero Dios no tiene méritos, en el sentido de que no ha merecido. Tiene atributos, virtudes propias suyas. Él es el que es: la Perfección, el Infinito, el Omnipotente. Pero para merecer hay que llevar a cabo, con esfuerzo, algo que sea superior a nuestra naturaleza. No es un mérito comer, por ejemplo.

Pero puede ser un mérito el saber comer parcamente, haciendo verdaderos sacrificios para dar a los pobres lo que ahorramos. No es un mérito el estar callados, pero lo es cuando lo estamos no replicando contra una ofensa. Y así sucesivamente. Ahora bien, como tú puedes comprender, Dios, que es perfecto, infinito, no tiene necesidad de someterse a esfuerzo. Pero el Hombre Dios puede someterse a esfuerzo, humillando la infinita Naturaleza divina a la limitación humana, venciendo a la naturaleza humana, que no está ausente de Él ni en Él es metafórica, sino que es real, con todos sus sentidos y sentimientos, con sus posibilidades de sufrimiento y muerte, con su voluntad libre.

A nadie le gusta la muerte, especialmente si es dolorosa, precoz e inmerecida. A ninguno le gusta. Y, no obstante, todo hombre debe morir. Por tanto, el hombre debería mirar a la muerte con la misma alma con que ve que termina todo lo que tiene vida. Pues bien, Yo fuerzo a mi Humanidad a amar la muerte. No sólo esto. He elegido la vida para poder tener la muerte. Por la Humanidad.

Por eso, Yo, en mi condición de Hombre-Dios, adquiero esos méritos que en mi condición de Dios no podía adquirir. Y, con ellos, que son infinitos por la forma como los adquiero, por la Naturaleza divina unida a la humana, por las virtudes de caridad y obediencia con las cuales me he puesto en condiciones de merecerlos, por la fortaleza, la justicia, la templanza, la prudencia, por todas las virtudes que he puesto en mi corazón para hacerlo grato a Dios, mi Padre, Yo tendré un poder infinito no sólo como Dios, sino como Hombre que se inmola por todos, o sea, que alcanza el límite máximo de la caridad. Lo que da el mérito es el sacrificio.

Cuanto mayor es el sacrificio, mayor es el mérito. Si es completo el sacrificio, completo es el mérito; si perfecto el sacrificio, perfecto el mérito, y utilizable según la santa voluntad de la víctima, a la que el Padre dice:

"¡Sea como tú quieres!", porque la víctima lo ha amado sin medida y ha amado al prójimo sin medida.

Y os digo que el más pobre de los hombres puede ser el más rico y beneficiar a un número sin medida de hermanos, si sabe amar hasta el sacrificio. Os digo que, aunque no tuvierais ni una miga de pan ni un vaso de agua ni un vestido roto, podríais hacer un bien siempre. ¿Cómo? Orando y sufriendo por los hermanos. ¿Hacer un bien a quién? A todos. ¿De qué forma? De mil maneras, todas santas, porque si supierais amar sabríais obrar como Dios, y enseñar, perdonar, administrar, y, como el Hombre-Dios, redimir.

-¡Oh, Señor, danos esta caridad! -suspira Juan.
-Os la da Dios, porque se da a vosotros. Pero vosotros debéis acogerla y practicarla cada vez más perfectamente.

Ningún hecho debe estar para vosotros separado de la caridad. Desde los hechos materiales a los del espíritu.

Todo se haga con caridad y por la Caridad. Santificad vuestras acciones, vuestras jornadas; poned la sal en vuestras oraciones, la luz en vuestras acciones. La luz, el sabor, la santificación, es la caridad. Sin ella, nulos son los ritos y vanas las oraciones, falsas las ofrendas.

En verdad os digo que la sonrisa con que un pobre os saluda como a hermanos tiene más valor que el saco de monedas que uno puede arrojaros a los pies sólo para ser notado. Sabed amar y Dios estará con vosotros, siempre.
-Enséñanos a amar así, Señor.

-Hace dos años que lo estoy haciendo. Haced lo que me veis hacer y estaréis en la Caridad, y la Caridad estará en vosotros, y tendréis el sello, el crisma, la corona que harán que seáis verdaderamente reconocidos como ministros de Dios-Caridad. Ahora vamos a detenernos en este lugar umbrío. Aquí hay hierba tupida y alta, y los árboles mitigan el calor. Proseguiremos cuando atardezca...

   


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