Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

478- Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos


Apenas despunta el sol sobre la naturaleza rociada de breve y reciente lluvia.

Sin duda es así, porque el polvo del camino está todavía mojado pero no se ha transformado en barro; por eso digo que ha llovido poco antes y que la lluvia ha sido breve.

Una primera agua de otoño, un anuncio de las lluvias de Noviembre, que transformarán los caminos palestinos en legamosas cintas de lodo. Pero ésta, ligera, propicia para los viandantes, sólo ha mojado el polvo -el otro flagelo de Palestina, reservado a los meses estivales, como el lodo a los invernales-y ha lavado el ambiente, las hojas y las hierbas, que brillan todas, tersas, con el primer rayo del Sol.

Un vientecillo suave, puro, corre por los olivares que cubren los collados nazarenos, y el frufrú de las frondas tiene tanto rumor de grandes plumas agitadas al compás del vuelo, que parece que corriera por entre los árboles quietos un vuelo de ángeles; y brillan con su plata sembrada de brillantes, plegándose todas a un lado, como si al angélico vuelo le siguiera una estela de paradisíaca luz.

Ya la ciudad ha quedado unos cuantos estadios atrás, cuando Jesús, que ha caminado por atajos entre las colinas, entra en el camino de primer orden que de Nazaret va hacia la llanura de Esdrelón, el camino de caravanas que de minuto en minuto se va animando de peregrinos.

Recorre otros pocos estadios por este camino, cuando -llegado a una bifurcación, donde el camino se divide en dos junto a un poste que en sus dos lados opuestos tiene escrito: `Jafia Simonia -Belén Carmelo" al Oeste, y "Xalot -Naím Scitópolis -Engannim" al Este-, ve a sus primos José y Simón, parados en el borde del camino, los cuales, junto con Juan de Zebedeo, lo saludan inmediatamente.

-¡Paz a vosotros! ¿Ya estáis aquí? Pensaba que sería el primero y que debería pararme aquí a esperaros... y ya os encuentro -y los besa, visiblemente contento de verlos.
-No podías llegar antes. Por temor a que pasaras antes de que llegásemos nosotros, nos hemos puesto en camino a la luz de las estrellas, enseguida veladas por las nubes.

-Os había dicho que me veríais. Entonces tú, Juan, no has dormido.

-Poco, Maestro. Pero, en todo caso, más que Tú, sin duda -y el sereno rostro de Juan sonríe, verdadero espejo de su bondadoso carácter siempre contento de todo.

-Entonces, hermano mío, ¿querías hablar conmigo? -dice Jesús a José.

-Sí... Ven, vamos un poco dentro de esa viña. Estaremos más tranquilos -y José es el primero que se mete entre dos hileras de vides ya despojadas de su fruto. Sólo algún que otro pequeño racimo, para el hambre del pobre y del peregrino, según las prescripciones mosaicas, queda en los sarmientos, entre las hojas que, próximas a caer, ya amarillecen.

Jesús lo sigue con Simón. Juan se queda en el camino. Pero Jesús lo llama diciendo:

-Puedes venir, Juan. Tú eres mi testigo.
-Pero... -dice el apóstol, mirando vacilante a los dos hijos de Alfeo.

-No, no. Ven, sí. Es más, queremos que oigas nuestras palabras -dice José, y entonces Juan baja también a la viña, donde todos se adentran tanto, siguiendo la curva de las hileras, que ya no se los ve desde el camino.

-Jesús, me siento alegre de ver que me quieres -dice José.

-¿Y podías dudarlo? ¿No te he querido siempre?

-Yo también te he querido siempre. Pero... en nuestro amor, desde hace un tiempo ya no nos comprendíamos. Yo... no podía aprobar lo que hacías, porque me parecía tu destrucción, la de tu Madre y la nuestra. Ya sabes...

Todos los galileos de una cierta edad recordamos cómo fue castigado Judas el galileo y cómo fueron desbaratados sus parientes y seguidores, y confiscados sus bienes. A los que no mataron los mandaron a las galeras y les confiscaron los bienes. No quería esto para nosotros.

Porque... Sí, no daba crédito a que precisamente de nosotros, que somos de la estirpe de David, sí, pero tan... Bueno, no nos falta el pan, y alabado sea el Altísimo por ello. Pero, ¿dónde está la grandeza regia que todas las profecías atribuyen al que será el Mesías? ¿Eres Tú la verga que golpea para dominar?

No fuiste luz al nacer. ¡Ni siquiera naciste en tu casa!... ¡Yo conozco bien las profecías! Nosotros ya somos rama seca. Y nada hacía entender que el Señor la hubiera revestido de follaje. ¿Y Tú qué eres sino un justo? Por estos pensamientos te hacía frente, gimiendo por nuestra destrucción. Y en medio de esta compunción mía vinieron los tentadores, para avivar aún más el fuego de mis ideas de grandeza, de realeza... Jesús, tu hermano fue un necio.

Creí en ellos y te causé pesar. Es duro confesarlo, pero lo debo decir. Y piensa que todo Israel estaba en mí: necio como yo; como yo, seguro de que la forma del Mesías no era la que Tú nos ofreces...

Es duro decir: "Me he equivocado. Nos hemos equivocado y seguimos equivocándonos. Desde hace siglos". Pero tu Madre me ha explicado las palabras de los profetas. ¡Oh, sí! Tiene razón Santiago. Y tiene razón Judas. De labios de María -como ellos oyeron, de niños, esas palabras-, se ve que eres el Mesías.

En fin, ya no soy un niño, y mis cabellos encanecen; ni lo era cuando María volvió del Templo esposa de José. Y recuerdo esos días. Y la desaprobación de mi padre, una desaprobación cargada de asombro, cuando vio que su hermano no cumplía las nupcias en breve plazo.

Asombro suyo, asombro de Nazaret. Y también murmuración. Porque no es usual dejar pasar tantos meses antes de las nupcias, poniéndose en condiciones de pecar y de... Jesús, yo siento estima por María y honro la memoria de mi pariente. Pero el mundo... Para el mundo no fue un buen momento...

Tú... ¡Oh, ahora sé! Tu Madre me ha explicado las profecías. Y Dios quiso que se retrasaran las nupcias para que tu nacimiento coincidiera con el gran Edicto y nacieras en Belén de Judá. Y... todo, sí, María me lo ha explicado todo, y ha sido como una luz para comprender lo que Ella por humildad ha callado. Y digo: eres el Mesías.

Esto he dicho y esto diré. Pero decirlo no significa todavía cambiar de mente... porque mi mente piensa en el Mesías como rey. Las profecías hablan... y es difícil poder comprender otro carácter en el Mesías sino el de rey... ¿Sigues Mi razonamiento? ¿Estás cansado?
-No, te escucho.

-Bueno, pues, los que seducían mi corazón volvieron y querían que te coaccionara... Y, al no querer hacerlo, cayó de su rostro el velo y aparecieron como en realidad son: los falsos amigos, los verdaderos enemigos... Y vinieron otros, plañendo como pecadores. Escuché lo que me dijeron.

Relataron tus palabras en casa de Cusa... Ahora sé que Tú reinarás sobre los espíritus, o sea, serás Aquel en quien toda la sabiduría de Israel se centrará para dar leyes nuevas y universales. En ti está la sabiduría de los patriarcas y la de los jueces, y la de los profetas, y la de nuestros antepasados David y Salomón; en ti la sabiduría que guió a los reyes, a Nehemías y a Esdras; en ti, la que sostuvo a los Macabeos.

Toda la sabiduría de un pueblo, de nuestro pueblo, del Pueblo de Dios. Comprendo que darás al mundo, enteramente sujeto a tu poder, tus sapientísimas leyes. Y verdaderamente, pueblo de santos será tu pueblo. Pero, hermano mío, no puedes hacer esto solo. Moisés, para mucho menos, eligió ayudantes. ¡Y era sólo un pueblo! ¡Tú... todo el mundo! ¡Todo a tus pies!...

¡Ah, pero para hacer esto debes darte a conocer!... ¿Por qué sonríes con los labios teniendo cerrados los ojos?
-Porque escucho y me pregunto: "¿Olvida mi hermano que, diciendo que iba a perjudicar a toda la familia, me dirigió un reproche por el hecho de darme a conocer?". Por esto sonrío. Y también pienso que desde hace dos años y seis meses no hago más que darme a conocer.

-Es verdad. Pero... ¿Quién te conoce? Una serie de pobres, de campesinos, de pescadores, de pecadores, ¡y de mujeres!

Bastan los dedos de la mano para contar, entre los que te conocen, a los de valor. Lo que yo digo es que debes darte a conocer a los grandes de Israel. A los sacerdotes, a los ancianos, a los escribas, a los grandes rabíes de Israel, a todos aquellos que aun siendo pocos valen por una multitud.

¡Ésos son los que te tienen que conocer! Ellos, los que no te aman, tienen entre sus acusaciones -las cuales, ahora lo comprendo, son falsas-una verdadera, justa: la de que los marginas. ¿Por qué no vas como lo que eres y los conquistas con tu sabiduría? Sube al Templo y asienta los reales en el Pórtico de Salomón -eres de la estirpe de David, y profeta; ese lugar te pertenece, a ninguno como a ti le pertenece, por derecho-y habla.

-He hablado y por ello me han odiado.
-Insiste. Habla como rey. ¿No recuerdas la potencia, la majestad de los actos de Salomón? Si (¡espléndido este "si"!) eres el anunciado por los profetas, como ilustran las profecías vistas con los ojos del espíritu, Tú eres más que Hombre. Él, Salomón, era sólo hombre. Muéstrate, pues, como lo que eres, y te adorarán.

-¿Me adorarán los judíos, los príncipes, y los jefes de las familias y tribus de Israel? No todos, pero alguno que no me adora me adorará en espíritu y verdad. Pero no será ahora. Antes debo ceñir la corona y tomar el cetro y vestir de púrpura.

-¡Ah, entonces eres rey, lo serás pronto! ¡Lo estás diciendo! ¡Es como pensaba yo! ¡Es como muchos piensan!
-En verdad, no sabes cómo reinaré. Sólo Yo y el Altísimo, y pocas almas a las que el Espíritu del Señor ha querido revelárselo, ahora y en los tiempos pasados, sabemos cómo reinará el Rey de Israel, el Ungido de Dios.

-Escúchame también a mí, hermano. José tiene razón. ¿Cómo quieres que te amen o que te teman, si siempre evitas maravillarlos? ¿No quieres llamar a Israel a las armas?

¿No quieres lanzar el viejo grito de guerra y de victoria? Bien. Pero, al menos -y no es la primera vez que se producen así las aclamaciones para el trono de Israel, al menos por aclamación popular, al menos por haber sabido arrancar esta aclamación con tu poder de Rabí y Profeta, hazte rey -dice Simón de Alfeo.

-Ya lo soy. Desde siempre.
-Sí. Nos lo ha dicho un jefe del Templo. Has nacido rey de los judíos. Pero Tú no amas a Judea. Eres un rey desertor, porque no vas a ella. Eres un rey no santo, si no amas el Templo donde la voluntad de un pueblo te ungirá rey. Sin la voluntad de un pueblo, si no quieres imponerte a él con violencia, no puedes reinar -replica Simón.

-Sin la voluntad de Dios, quieres decir, Simón. ¿Qué es la voluntad del pueblo? ¿Qué es el pueblo? ¿Por quién es pueblo? ¿Quién lo mantiene como tal? Dios. No olvides esto, Simón. Y Yo seré lo que Dios quiere que sea. Por su voluntad seré lo que debo ser. Y nada podrá impedir que lo sea.

No habré de lanzar Yo el grito de convocatoria, todo Israel estará presente en mi proclamación; no habré de subir Yo al Templo para ser aclamado, me llevarán. Un pueblo entero me llevará al Templo, para que suba a mi trono. Me acusáis de que no amo a Judea... En su corazón, en Jerusalén, seré proclamado “Rey de los Judíos".

 Saúl no fue proclamado rey en Jerusalén, y David tampoco, y tampoco Salomón. Pero Yo seré ungido Rey en Jerusalén. Pero ahora no iré públicamente al Templo, ni sentaré en él los reales porque no es mi hora.

José toma de nuevo la palabra.
-Te digo que estás dejando pasar tu hora. El pueblo está cansado de los opresores extranjeros y de nuestros jefes. Te digo que ésta es la hora. Toda Palestina, menos Judea, y no toda, te sigue como Rabí y más. Eres como un estandarte alzado sobre una cima.

Todos te miran. Eres como un águila y todos siguen tu vuelo. Eres como un vengador y todos esperan que lances la flecha. Ve. Deja Galilea, la Decápolis, Perea, las otras regiones, y ve al corazón de Israel, a la ciudadela en que todo el mal está contenido y de donde todo el bien debe venir, y conquístala.

Allí también tienes discípulos, aunque tibios, porque te conocen poco; pocos, porque no te quedas allí; vacilantes, porque no has hecho allí las obras que has hecho en otros lugares. Ve a Judea, para que también aquéllos vean, a través de tus obras, lo que eres.

Reprochas a los judíos el que no te aman. Pero, ¿cómo puedes pretender que te amen, si te mantienes oculto a ellos? Nadie, si busca y desea ser aclamado en público, hace a hurtadillas sus obras; no, las hace de forma que el público las vea. Si Tú, pues, puedes hacer prodigios en los corazones, en los cuerpos y en las cosas, ve allá y date a conocer al mundo.

-Os lo he dicho: no es mi hora. No ha llegado aún mi tiempo. A vosotros os parece siempre el momento adecuado, pero no es así. Yo debo asir mi momento. Ni antes ni después. Antes sería inútil. Provocaría mi desaparición del mundo y de los corazones antes de haber cumplido mi obra. Y el trabajo ya hecho no daría fruto, porque ni sería cabal ni gozaría de la ayuda de Dios, que quiere que Yo lo cumpla sin dejar pasar una palabra o acción. Yo debo obedecer al Padre mío. Y nunca haré lo que esperáis, porque ello perjudicaría al plan del Padre mío.

Yo os comprendo y os disculpo. No os guardo resentimiento. No siento siquiera cansancio, tedio por vuestra ceguera... No sabéis. Pero Yo sí que sé. Vosotros no sabéis. Vosotros veis lo externo de la cara del mundo, Yo veo lo profundo. El mundo os muestra una cara todavía buena. No os odia, no porque os ame, sino porque no os habéis ganado su odio. Sois demasiado poco. Pero a mí me odia, porque soy un peligro para el mundo. Un peligro para la falsedad, la avaricia, la violencia que hay en el mundo.

Yo soy la Luz, y la luz ilumina. El mundo no ama la luz, porque la luz pone al descubierto las acciones del mundo.

El mundo no me ama, no me puede amar, porque sabe que he venido a vencerlo en el corazón de los hombres y en el rey tenebroso que lo domina y desvía. El mundo no se quiere convencer de que Yo soy su Médico y su Medicina, y, como un demente, querría derribarme para no ser curado. El mundo todavía no quiere convencerse de que soy el Maestro, porque lo que Yo digo es contrario a lo que él dice. Y entonces trata de ahogar la Voz que habla al mundo para adoctrinarlo en orden a Dios, para mostrarle la verdadera naturaleza de sus malas acciones.

Entre Yo y el mundo hay un abismo. Y no por mi culpa. He venido para dar al mundo la Luz, el Camino, la Verdad, la Vida. Pero el mundo no me quiere acoger, y mí luz para él se hace tinieblas, porque será la causa de la condena de aquellos que no me recibieron. En el Cristo está toda la Luz para aquellos de entre los hombres que quieren recibirlo; mas en el Cristo también están todas las tinieblas para aquellos que me odian y me rechazan. Por ello, al principio de mis días mortales, fui proféticamente señalado como "signo de contradicción".

Porque según sea acogido habrá salvación o condena, muerte o vida, luz o tinieblas. Pero, en verdad en verdad os digo que los que me acogen vendrán a ser hijos de la Luz, o sea, de Dios, nacidos a Dios por haber acogido a Dios.

Por ello, si he venido para hacer de los hombres hijos de Dios, ¿cómo puedo hacer de mí un rey, como, por amor o por odio, por ingenuidad o malicia, muchos en Israel queréis hacer?

¿No comprendéis que me destruiría a mí mismo, a mi verdadero Yo mismo, o sea al Mesías, no al Jesús de María y José de Nazaret?

¿No comprendéis que destruiría al Rey de los reyes, al Redentor, al Nacido de una Virgen y llamado Emmanuel, llamado el Admirable, el Consejero, el Fuerte, el Padre del siglo futuro, el Príncipe de la Paz, Dios, Aquel cuyo imperio y paz no tendrán confines, sentado en el trono de David por la descendencia humana, pero teniendo al mundo como escabel de sus pies, como escabel de sus pies a todos sus enemigos y al Padre a su lado, como está escrito en el libro de los Salmos, (Salmo ll0, l; Isaías 7, l4; 9, 5-6) por derecho sobrehumano de origen divino?

¿No comprendéis que Dios no puede ser Hombre sino por perfección de bondad, para salvar al hombre, pero que no puede, no debe, rebajarse a sí mismo a pobres cosas humanas? ¿No comprendéis que si aceptara la corona, este reino como vosotros lo concebís, confesaría que soy un falso Cristo, mentiría a Dios, renegaría de mí mismo y del Padre y sería peor que Lucifer, porque privaría a Dios de la alegría de teneros, sería peor que Caín vara vosotros, porque os condenaría a un perpetuo exilio de Dios en un Limbo sin esperanza de Paraíso?

¿Todo esto no comprendéis? ¿No comprendéis la trampa de los hombres para hacerme caer? ¿No comprendéis la trampa de Satanás vara agredir al Eterno en su Amado y en sus criaturas: los hombres? ¿No comprendéis que este signo, esta aspiración mía sólo a cosas espirituales para daros el Reino espiritual de Dios, es el signo de que Yo soy más que hombre, que soy el Hombre-Dios? ¿No comprendéis que la señal de que...

-¡Las palabras de Gamaliel! -exclama Simón.
....de que no soy un rey, sino el Rey, es este odio de todo el infierno y de todo el mundo hacia mí? Debo enseñar, sufrir, salvaros. Esto es lo que debo hacer. Y Satanás no quiere esto, ni tampoco los diablos. Uno de vosotros ha dicho: "Las palabras de Gamaliel". Eso... él no es discípulo mío, ni lo será nunca mientras Yo esté en este mundo. Pero él es un justo. Bien, ¿y, acaso, entre los que me tientan y os tientan al pobre reino humano está Gamaliel?

-¡No! Esteban ha dicho que el rabí, cuando supo lo que sucedió en casa de Cusa, exclamó: "Mi espíritu vibra preguntándose si será verdaderamente lo que dice. Pero cualquier pregunta quedaría muerta antes de formarse en la mente, y para siempre, si Él hubiera consentido a esto.

El Niño al que escuché dijo que tanto la esclavitud como la realeza no serán como, comprendiendo mal a los profetas, las creíamos, o sea, materiales, sino del espíritu, por obra del Cristo, Redentor de la culpa y fundador del Reino de Dios en los espíritus. Recuerdo estas palabras. Y por ellas lo mido al Rabí. Si, midiéndolo, Él fuera inferior a esa altura, lo rechazaría como a pecador y embustero. Y he temido ver esfumarse la esperanza que aquel Niño puso" dice Simón.

-Sí, pero... él no lo llama Mesías -rebate José.
-Espera un signo, dice -responde Simón.
-¡Pues entonces dáselo! Y potente.
-Le daré lo que le prometí. Pero no ahora. Vosotros id a esta fiesta. Yo no voy públicamente, como rabí, como profeta, para imponerme, porque todavía no ha llegado mi tiempo.

-¿Pero, al menos, irás a Judea? ¿Vas a darles a los judíos pruebas que los convenzan? Para que no puedan decir...

-Sí. ¡Pero tú crees que contribuirán a mi paz? Hermano, cuanto más haga, más me odiarán. Pero te daré esta satisfacción. Les daré pruebas como no podrá haberlas mayores... y les diré palabras capaces de transformar en corderos los lobos, las piedras en blanda cera. Pero no servirán...

Jesús está triste.
-¿Te he afligido? Hablaba por tu bien.

-No me afliges tú... Pero quisiera que me comprendieras. Hermano mío, quisiera que me vieras como lo que soy... Quisiera irme con la alegría de saber que eres amigo mío.

El amigo comprende y tutela los intereses del amigo...
-Y yo te digo que lo haré. Sé que te odian. Ahora ya lo sé. Por ese motivo he venido. Pero Tú sabes que velaré por ti. Soy el mayor. Repeleré las calumnias. Y me preocuparé de tu Madre -promete José.

-Gracias, José. Grande es mi peso. Tú lo aligeras. El dolor, un mar, avanza con sus olas para sumergirme, y con él el odio... Pero, si tengo vuestro amor, nada es. Porque el Hijo del hombre tiene un corazón... y este corazón tiene necesidad de amor...

-Yo te doy amor. Sí. Por el ojo de Dios que me ve, te digo que te lo doy. Ve en paz, Jesús, a tu trabajo. Yo te ayudaré. Nos queríamos Luego... Pero ahora volvemos a lo que éramos en el pasado. Uno para el otro. Tú: el Santo, yo: el hombre; pero unidos para la gloria de Dios. Adiós, hermano.

-Adiós, José.
Se besan. Luego es el turno de Simón, que solicita:
-Bendícenos para que se abran nuestros corazones a toda la luz.

Jesús los bendice y antes de dejarlos, dice:
-Os confío mi Madre...
-Ve en paz. Tendrá dos hijos en nosotros.
Se dejan.

Jesús vuelve al camino, y se pone a andar muy raudo con Juan al lado.
Pasado bastante rato, Juan rompe el silencio para preguntar:
-Pero José de Alfeo está o no está convencido ya?
-Todavía no.

-¿Y entonces qué eres para él? ¿Mesías? ¿Hombre? ¿Rey? ¡Dios? No he comprendido bien. Me parece que él...

-José está como en uno de esos sueños de la mañana en que la mente ya se acerca a la realidad aligerándose del sueño pesado, que producía irreales sueños, a veces pesadillas.

Los fantasmas de la noche retroceden, pero todavía la mente fluctúa en un sueño que, por ser hermoso, no se querría que tuviera fin... Lo mismo él. Se acerca al despertar. Pero, por ahora, sigue acariciando el sueño; casi lo detiene, porque para él es hermoso... Mas hay que saber tomar lo que el hombre puede dar. Y alabar al Altísimo por la transformación que se ha producido hasta ahora.

¡Bienaventurados los niños! ¡Es tan fácil para ellos creer! -y Jesús pasa un brazo por la cintura de Juan -que sabe ser niño y creer-para hacerle sentir su amor.


   


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