Tuesday April 23,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

465- En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún


-Dirige la barca a Betsaida -ordena Jesús, que está con Juan en una pequeña barca, verdaderamente una cáscara de nuez, en medio del lago, que lentamente va aclarándose con el clarear del día.

Juan obedece sin decir nada. Un vientecillo más bien enérgico pone tirante la pequeña vela y da veloz movimiento a la barca, que hasta se inclina hacia uno de los lados, de tan veloz como es su marcha. La costa oriental va pasando rápidamente y la curva del lado septentrional se va acercando cada vez más.

-Aborda antes del pueblo. Quiero ir donde Porfiria sin que me vean otros, y luego ve al lugar de siempre y me esperas en la barca.

-Sí, Maestro. ¿Y si me ve alguien?
-Retenlos a todos, pero no les digas dónde estoy. Tardaré poco.

Juan observa si en la playa hay un lugar bueno para abordar. Lo encuentra: es un recuerdo, sólo un recuerdo, de torrente arenoso al que los hombres le han extraído tierra para alguna necesidad que tuvieran; de manera que forma un golfito de pocos metros, pero suficiente para que una barca se arrime a la orilla, elevada unos cincuenta centímetros por encima del agua. Va allí. La barca roza un poco en el guijo pero logra abordar, y Juan la mantiene arrimada a la orilla agarrando una raíz que sobresale de la tierra.

Jesús salta a la orilla. Juan dirige el remo contra ella y hace fuerza para impulsar a la barca de nuevo al lago. Lo consigue. Levanta la cara, iluminada con su sonrisa buena, y dice:
-Adiós, Maestro.

-Adiós, Juan -y Jesús se encamina por entre los árboles, mientras Juan da bordadas con su barquita.

Jesús tuerce hacia el interior, pasa entre unas huertas situadas a espaldas de Betsaida. Va raudo para evitar entrar en el pueblo cuando éste se anima. Llega, sin toparse con nadie en el camino, a la casa de Pedro. Llama a la puerta de la cocina. Pasados unos segundos, la cabeza de Porfiria se asoma cauta por encima del pretil de la azotea. Ve y emite una exclamación de estupor. Recoge con una mano sus espléndidos cabellos -su única belleza-que le caen sueltos por la espalda, y baja corriendo por la pequeña escalera, descalza (así está en este momento del apresurado aseo de la mañana).

-¡Señor, Tú! ¿Solo?
-Sí, Porfiria. ¿Margziam dónde está?
-Está durmiendo. Todavía duerme. El muchacho se ha quedado un poco triste, un poco lánguido... así que lo descargo un poco. Es también la edad... el desarrollo... Mientras duerme ni piensa ni llora..
-¿Llora a menudo?

-Sí, Maestro. Creo que es su debilidad actual. Y trato de fortalecerlo... y consolarlo... Pero dice: "Me quedo solo. Todas las personas a las que quiero se marchan. Cuando no esté ya Jesús...", y lo dice como si estuvieras para dejarnos... Es verdad que ha sufrido mucho en su vida...

Pero yo y Simón lo queremos... Mucho. Créelo, Maestro.
-Lo sé. Pero su alma siente... Porfiria, necesito hablarte precisamente de estas cosas. Por este motivo he venido, sin Simón, a esta hora. ¿Dónde podemos ir para hablar, de forma que Margziam no nos oiga y que nadie moleste?

-Señor... Sólo tengo... mi habitación nupcial, o el cuarto de las redes... Arriba está Margziam. Yo también estaba, porque, para huir del calor nos hemos ido a dormir ahí arriba...

-Vamos al cuarto de las redes. Está más lejos. Margziam no nos oirá aunque se despierte.
-Ven, Señor -y Porfiria lo guía hasta el rústico y amplio cuarto ocupado por un poco de todo: redes, remos, comestibles, heno para las ovejas, un telar...
Porfiria se apresura a liberar una especie de tabla adosada a la pared, y a desempolvarla con un ovillo de estopa, para que el Maestro se siente.

-No importa, mujer. No estoy cansado.
Porfiria alza sus mansos ojos para mirar el rostro ajado, fatigado de Jesús, y parecer querer decir: «Sí que lo estás». Pero, acostumbrada a callar, no habla.
-Escucha, Porfiria. Tú eres una mujer buena y una buena discípula.

Te he querido mucho desde que te conocí, y con mucha alegría te he recibido como discípula y he puesto en tus manos al niño. Se que eres prudente y virtuosa como pocas. Y sé que sabes guardar silencio, virtud rarísima en las mujeres.

Por todo esto he venido a hablarte en secreto y a confiarte una cosa que ninguno sabe, ni siquiera los apóstoles, ni siquiera Simón. Te la confío porque debo decirte cómo te debes comportar en el futuro con Margziam... y con todos... Estoy seguro de que complacerás a tu Maestro en lo que te pide y que serás prudente como siempre...

Porfiria, que se ha puesto como la púrpura al oír de su Señor este encomio, no hace más que asentir con la cabeza, estando, como está, demasiado conmovida -ella que es tan tímida y que está acostumbrada a sufrir siempre la presión de voluntades dominantes que imponen sin saber si ella está dispuesta a asentir...-, demasiado conmovida para poder decir con las palabras que acepta.
-Porfiria... Yo no volveré nunca más por aquí. Nunca más hasta que todo esté consumado... ¿Sabes, no es verdad, lo que debo consumar?...

Porfiria, al oír estas palabras, ha dejado sueltos sus cabellos, que tenía recogidos todavía en la nuca con la izquierda, y emite, más que un grito, un sollozo, un sollozo que sofoca llevándose las dos manos a la cara, mientras lentamente cae de rodillas gimiendo:

-Lo sé, Señor, mi Dios... -y llora con silencioso llanto, que no se acusa sino por las lágrimas, que gotean contra el suelo a través de los dedos que comprimen la cara.
-No llores, Porfiria. Para esto he venido. Yo estoy preparado... y también lo están los que, sirviendo al Mal, servirán al Bien, en verdad, porque harán surgir la hora de la Redención. Podría cumplirse incluso ahora, porque tanto Yo como ellos estamos preparados... y cada hora que pase o cada hecho que suceda no serán sino... perfeccionamiento para su delito... y para mi Sacrificio.

Y serán útiles, también, estas horas, todavía numerosas, que transcurrirán antes de esa hora... Hay todavía algunas cosas que cumplir y que decir, para que todo lo que debía cumplirse para conocimiento de mí quede realizado... Pero Yo no volveré a venir aquí... Miro por última vez este lugar... y entro por última vez en esta casa honrada... No llores...

No he querido irme sin darte el adiós y la bendición de tu Maestro. Me llevaré conmigo a Margziam. Lo llevaré conmigo ahora, yendo hacia los confines fenicios, y luego, cuando baje a Judea para los Tabernáculos. No me faltará el modo de mandarlo para acá antes del pleno invierno. ¡Pobre niño! Gozará de mí durante un tiempo. Y además... Porfiria, no es indicado que Margziam esté presente en mi hora. Por tanto, no lo dejarás partir para la Pascua...

-El precepto, Señor...
-Yo lo libero del precepto. Soy el Maestro, Porfiria, y soy Dios, tú lo sabes. Como Dios puedo absolver anticipadamente de una omisión, que ni siquiera lo es porque la ordeno Yo por un motivo de justicia.

La obediencia a mi orden es ya de por sí absolución a la omisión del precepto, porque la obediencia a Dios -y ésta es también un sacrificio para Margziam-es siempre superior a cualquier otra cosa. Y soy Maestro.

No es buen Maestro el que no sabe medir las cualidades y las reacciones de un discípulo suyo, y no sabe meditar sobre las consecuencias que un esfuerzo superior a lo que el discípulo puede soportar puede producir en él.

También cuando se impone la virtud hay que ser prudentes y no pretender un máximo que la formación espiritual o las fuerzas generales del ser no pueden dar. Exigiendo una virtud o un dominio espiritual demasiado fuertes respecto al grado de fuerzas espirituales, morales e incluso físicas alcanzado por la criatura, se puede producir una dispersión de las fuerzas ya acumuladas y un quebrantamiento del ser en sus tres grados: espiritual, moral, físico.

Margziam, un pobre niño, ha sufrido demasiado ya, y ha conocido demasiado la brutalidad de sus semejantes, hasta rozar el odio hacia ellos. No podría soportar lo que será mi Pasión: mar de amor doloroso en que lavaré los pecados del mundo, y mar de odio satánico que tratará de sumergir a todos aquellos que Yo he amado y de anular todo mi trabajo de Maestro. En verdad te digo que hasta los más fuertes se plegarán bajo la marea de Satanás, al menos durante un breve tiempo... Pero no quiero que Margziam se pliegue y que beba esa ola desoladora... Es un inocente... y lo quiero... Yo siento piedad, mucha, por quien ya ha sufrido más que lo que sus fuerzas consienten... He llamado al más allá al espíritu de Juan de Endor...

-¿Ha muerto Juan? ¡Oh! Margziam había escrito muchos rollos para él... Otro dolor para el niño...
-Le hablaré Yo de la muerte de Juan... Decía que lo he arrebatado a esta vida para preservarlo también a él del choque de esa hora. También Juan había sufrido demasiado por parte de los hombres. ¿Por qué despertar los sentimientos adormecidos? Dios es bueno. Prueba a sus hijos.

Pero no es un incauto experimentador... ¡Oh, si los hombres supieran hacer lo mismo! ¡Cuántas menos destrucciones de corazones, o simplemente cuántas menos borrascas peligrosas en los corazones!... Pero, volviendo a Margziam, él no debe venir a la Pascua próxima. Por ahora tú no hablarás. Cuando llegue el momento, le dirás esto: "El Maestro me ha dado la orden de no mandarte a Jerusalén. Y te promete un premio singular si lo obedeces". Margziam es bueno y obedecerá... Porfiria, esto es lo que quiero de ti, tu silencio, tu fidelidad, tu amor.

-Todo lo que quieras, mi Señor. Honras demasiado a tu pobre sierva... No merezco tanto... Ve tranquilo, Maestro y Dios. Haré lo que quieres...

Pero el dolor la vence y cae rostro en tierra antes había permanecido siempre arrodillada, relajada sobre los talones con los ojos fijos en la cara de Jesús-; cae al suelo, cubierta toda por el manto de sus cabellos de azabache, y solloza fuertemente:

-¡Qué dolor, Maestro! ¡Oh, qué dolor! ¡Qué termina! ¡Qué termina para el Mundo! ¡Qué, para nosotros que te amamos!

¡Qué, para tu sierva! ¡El Único! ¡El único que realmente me ha amado, que no me ha despreciado nunca, que no ha sido dominante conmigo, que me ha tratado como a las otras, a mí que soy tan ignorante, tan poca cosa, tan torpe! ¡Oh, y yo y Margziam, porque primero me lo dijo Margziam a mi nos habíamos serenado.,.! Todos decían que no podía ser cierto... Todos: Simón, Natanael, Felipe... sus mujeres... y ellos saben, son hombres sabios... y Simón... ¡hombre, mi Simón... si Tú lo has elegido debe valer algo!... ¡y todos... todos decían que no podía ser!... Pero ahora lo dices Tú, Tú lo dices... y no se puede dudar de tu palabra... Está verdaderamente desolada, y conmueve por su dolor.

Jesús se curva hasta ponerle una mano en la cabeza.
-No llores así... Va a oír Margziam... Ya sé que ninguno lo cree, ninguno quiere llegar a creer... y su propia sabiduría y su propio amor causa en ellos el no creer… Y, no obstante, así es... Porfiria, Yo me marcho.

 Antes de dejarte, te bendigo para este momento y para siempre. Piensa siempre que te he amado y que he estado contento de tu amor por mí. No te digo: persevera en él.

Sé que lo harás, porque el recuerdo de tu Maestro será siempre tu dulzura, en la que te refugiarás. Tu dulzura y tu paz, incluso en la hora de la muerte. Piensa entonces que tu Maestro murió para abrirte el Paraíso, y que te espera allí... ¡Hala, levántate! Voy a despertar a Margziam y a entretenerlo un poco. Tú, mientras, borra las huellas de tu llanto, y luego ven donde nosotros. Juan me espera para llevarme a Cafarnaúm. Si tienes algo que mandar a Simón, prepáralo. Recuerda que tendrá necesidad de su ropa gruesa...

Porfiria, verdadera criatura de sumisión y solícita obediencia, besa los pies de Jesús y hace ademán de levantarse, pero una ola de amor le hace perder el control y, ruborizándose vivamente, toma las dos manos de Jesús y las besa: una, dos, diez veces. Luego se levanta y deja que se marche...

Jesús sale, sube a la terraza, entra en una especie de pabellón hecho de velas extendidas y sujetas por cuerdas, bajo el cual están los dos lechos. Margziam duerme todavía, con la cara casi hacia abajo, comprimida contra la pequeña almohada. Se ve solamente un pómulo de su cara morenita, y un brazo, largo y delgado, fuera de la -sábana que lo cubre.

Jesús se sienta en el suelo, al lado del lecho, y acaricia levemente los cabellos desordenados que caen sobre el pálido carrillo del durmiente, el cual se mueve un poco pero sin despertarse todavía. Jesús repite el gesto, y luego se inclina a besar en la frente el rostro, que ahora está descubierto. Margziam abre los ojos y ve a Jesús a su lado, inclinado hacia él. Casi no da crédito a lo que ve, quizás piensa que está soñando; pero Jesús lo llama, y entonces el jovencito se incorpora, y se echa en los brazos de Jesús, se refugia en sus brazos...

-¿Tú aquí, Maestro?
-He venido a recogerte, para llevarte conmigo durante unos meses. ¿Te gusta?
-¡Oh! ¿Y Simón?
-Está en Cafarnaúm. Hemos venido Yo y Juan...
-¿Ha vuelto también él? ¡Se va a alegrar! Le daré lo que he escrito.

-No hablo de Juan de Endor, sino de Juan de Zebedeo. ¿No estás contento?

-Sí. Lo quiero. Pero también al otro... casi más...
-¿Por qué, Margziam? Juan de Zebedeo es muy bueno.
-Sí, pero el otro es muy infeliz, y yo también he sido infeliz, y un poco infeliz me siento todavía... Entre los que sufrimos nos comprendemos y nos queremos...
-¿Te alegraría el saber que ya no sufre y que es muy feliz?

-Claro que me alegraría. Pero el sólo puede ser feliz si está contigo... O es que... ¿es que ha muerto, Señor?
-Está en la paz, y hay que alegrarse de ello, sin egoísmos, porque ha muerto como un justo y porque ahora ya no hay separación entre su espíritu y el nuestro. Tenemos un amigo más que ora por nosotros.

Margziam tiene dos lagrimones en la cara, verdaderamente muy enflaquecida y pálida; pero susurra:
-Es verdad.

Jesús no dice nada más al respecto, ni hace observaciones sobre el estado físico y moral de Margziam, que está visiblemente debilitado. Antes al contrario, dice:

-¡Hala, vamos! He hablado ya con Porfiria. Ya seguro que ha preparado tu ropa. Arréglate tú también, que Juan nos espera. Le daremos una sorpresa a Simón. ¿No es aquélla su barca, de vuelta para Cafarnaúm? Quizás ha pescado al regresar...

-Es aquélla, sí. ¿A dónde vamos, Señor?
-A septentrión y luego a Judea.
-¿Tanto?
-Tanto.

Margziam, animado por la idea de estar con Jesús, se alza rápidamente y baja corriendo al lago, a lavarse. Vuelve, todavía con el pelo húmedo, gritando:
-¡He visto a Juan! Me ha hecho una señal de saludo. Está en la desembocadura, en el cañizar...
-Vamos.

Bajan. Porfiria está terminando de cerrar dos sacas y explica
-He pensado mandar después la ropa gruesa. Al Getsemaní con mi hermano para los Tabernáculos. Así caminaréis más rápido tanto tú como tu padre -y, mientras termina de atar las correas, alude a lo que ha preparado: leche, pan, fruta...

-Tomamos todo. Comeremos en la barca. Quiero marcharme antes de que la orilla se llene de gente. Adiós, Porfiria. Que Dios te bendiga siempre y que la paz de los justos esté siempre en ti. Ven. Margziam...

Recorren pronto el pequeño tramo de camino y, mientras Margziam va donde Juan, Jesús va a la barca. Enseguida se reúnen con Él los dos, corriendo entre las cañas y saltando luego a la barca. Empujan enseguida con el remo contra la orilla para meterse en aguas profundas.

Pronto el pequeño trayecto queda recorrido. Se detienen en la playa de Cafarnaúm, en espera de la barca de Pedro, que está llegando. La hora los salva del asedio de la gente, así que pueden comer en paz su pan y su fruta, echados en la arena a la sombra de la barca.

Simón no conoce la barquita, y, por tanto, sólo cuando pone pie en la orilla y ve levantarse detrás de la barca a Jesús, se da cuenta de que está Él allí.
-¡Maestro! ¡Y tú, Margziam! ¿Pero, desde cuándo?
-Desde ahora. He pasado por Betsaida. Date prisa. Hay que partir inmediatamente...

Pedro lo mira y no dice nada. Él y los compañeros descargan de la barca los peces pescados, y las sacas de la ropa, incluida la de Juan, que por fin puede volverse a vestir. Y Simón dice algo a su compañero, el cual le hace un gesto como diciendo: -Espera...

Van a la casa. Entran. Los apóstoles que se habían quedado vienen.
-Daos prisa. Nos marchamos en seguida. Coged todo porque no volvemos aquí -ordena Jesús.

Los apóstoles se miran un momento unos a otros, y tiene lugar una serie de gestos entre uno y otro grupo. Pero obedecen. Es más, yo creo que lo hacen con solicitud para poder hablar entre sí en las otras habitaciones…

Jesús se queda en la cocina con Margziam y se despide de los dueños de la casa. Pero no les dice "no voy a volver", y tampoco dice esto, pasando por la calle, a quienes, de Cafarnaúm, lo ven y lo saludan. Simplemente los saluda, como hace todas las veces que se marcha. Se para sólo en la casa de Jairo. Pero Jairo no ha vuelto todavía...

Encuentra junto a la fuente a la viejecita que vive cerca de la casa de la madre del pequeño Alfeo, y le dice:
-Dentro de poco vendrá aquí una viuda. Te buscará. Viene a vivir aquí. Sé amiga suya y quered mucho al niño y a sus hermanos... Hacedlo santamente, en nombre mío...
Reanuda la marcha y dice:

-Hubiera querido saludar a todos los niños...
-Puedes hacerlo, Maestro. ¿Por qué no has descansado? Estás muy cansado. Tu cara está pálida y tienes la mirada cansada. Te va a dañar... Hace calor todavía y seguro que no has dormido ni en Tiberíades ni allí donde Cusa...
-No puedo, Simón. Debo ir a algunos lugares y hay poco tiempo...

Están junto a la orilla. Jesús llama a los mozos de Pedro y los saluda, y les da órdenes de que la pequeña barca sea llevada al pueblo que está antes de Ippo y que se le restituya a Saúl de Zacarías.

Toma el camino umbrío que orilla al río. Lo sigue hasta una bifurcación y se adentra por esta parte.
-¿A dónde vamos, Señor? -pregunta Simón, que hasta ahora había hablado en voz baja con los compañeros.
-A casa de Judas y Ana, y luego a Corazín. Quiero saludar a mis buenos amigos...

Otra ojeada de los apóstoles entre sí y otro cuchicheo.
En fin, Santiago de Alfeo se adelanta y alcanza a Jesús, que va por delante de todos con Margziam.
-Hermano, dices que quieres saludar a los amigos, ¿es que no vamos a volver por estos lugares? Deseamos saberlo.

-Volveréis, ciertamente, pero dentro de muchos meses.
-¿Y Tú?
Jesús hace un gesto evasivo... Margziam se retira, discretamente, para reunirse con los demás, o sea, con todos los demás excepto Santiago de Alfeo, que está con Jesús, y Judas Iscariote, que va solo en la cola, más bien taciturno, como apático.

-Hermano, ¿qué te ha sucedido? -dice Santiago mientras pone una mano en el hombro de Jesús.
-¿Por qué lo preguntas?

-Porque... No sé. Todos nos lo preguntamos. Nos pareces distinto... Has venido sólo con Juan... Simón ha dicho que habías estado como invitado en casa de Cusa... No descansas... Saludas sólo a pocas personas... Da la impresión de que no quieres volver aquí... Y tu cara... ¿Ya no merecemos saber? Yo tampoco... Tú me querías... Me has dicho cosas que sólo yo sé...

-Te sigo queriendo. Pero no tengo nada que decir. He perdido un día más de lo previsto. Lo estoy recuperando.
-¿Era necesario ir al septentrión?
-Sí, hermano.
-Entonces... ¡Has sufrido! Lo percibo...
Jesús lo abraza, pasándole un brazo por detrás de la espalda a su primo:

-Ha muerto Juan de Endor, ¿lo sabes?
-Me lo ha dicho Simón mientras preparaba yo la ropa. ¿Y otras cosas?...
-Un nuevo adiós a mi Madre.
-¿Y más cosas?
Santiago, más bajo que Jesús, lo mira de abajo arriba, insistente, indagador.

-Pues que estoy contento de estar contigo, con vosotros, con Margziam. Lo voy a tener conmigo algunos meses. Lo necesita. Está triste y sufre. ¿Lo has visto?

-Sí. Pero no es nada de esto... No quieres decirlo. No importa. Te quiero aun no tratándome como amigo.
-Santiago, tú para mí eres más que un amigo. Pero mi corazón necesita descansar...

-Y, por tanto, no hablar de lo que para ti constituye dolor. Comprendo. ¿Es Judas el que te aflige?
-¿Judas? ¿Tu hermano?

-No. El otro.
-¿Por qué esta pregunta?

-No sé. Mientras estabas fuera, uno, enviado no sabemos por quién, ha venido a buscar varias veces a Judas. Él lo ha rechazado siempre, pero...
-En vosotros toda acción de Judas es siempre un delito. ¿Por qué faltar a la caridad?...
-Porque siempre está tan torvo, tan turbado. Evita a los compañeros. Es apático...

-Déjalo. Hace más de dos años que está con nosotros y siempre ha sido así... Piensa en lo felices que se van a sentir los dos ancianos. ¿Y sabes por qué voy allí? Quiero confiarles el pequeño carpintero de Corazín...

Se alejan hablando. Detrás de ellos, en grupo, van los apóstoles, que han esperado a Judas para no dejarlo atrás solo, a pesar de que esté tan visiblemente hastiado, que no despierta ningún interés de tenerlo al lado.

   


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