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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

530- Otra noche de pecado de Judas Iscariote


Toda Nob duerme todavía. Es el primer claror del día. El alba, con las luces difuminadas del invierno, tiene delicadeza de colores irreales.

No es la luz verdeplata de las alboradas veraniegas, que tan rápidamente se afirma y se transforma en oro pálido y después en un rosa cada vez más encendido; es un verde jade, difuminado en un gris azul tenuísimo, la que la señala en el Oriente en un pequeño semicírculo, bajo, en el extremo del horizonte.

Un punto de una luminosidad velada y casi cansada, como de pálida llama de azufres encendidos tras cortinas de humo blanquecino. Y a duras penas se ensancha en el cielo, que todavía aparece ceniciento, aunque sea un cielo sereno todavía con estrellas que titilan sobre el mundo.

A duras penas rechaza el color grisáceo para abrir paso a su precioso color de pálido jade y al puro cobalto del cielo palestino. Parece, tímida y friolera, detenerse en el salto de Oriente. Se demora allí todavía, levísimamente dilatada en su semicírculo de luminosidad sulfúrea, y levísimamente diluido su color del verde muy claro al blanco mezclado con un atisbo de amarillo...

 Cuando, he aquí que queda anulada por un subitáneo rosa que libera el cielo del último velo nocturno y lo pone terso y primoroso como un baldaquino de raso zafíreo; y un fuego se enciende en el extremo horizonte: como si se hubiera caído una pared y hubiera quedado al descubierto un horno ardiente. ¿Pero es fuego o es un rubí encendido por un fuego escondido? No. Es el Sol que surge. Ahí está.

En cuanto despunta por detrás de las curvas del horizonte, ya ha encontrado un mechón de nube para pintarlo de coral rosa, y a las gotas de rocío sobre las copas de los árboles de hoja perenne para cambiarlas en diamantes. Un alto roble, en el extremo del pueblo, tiene un velo de diamantes en las broncíneas hojas vueltas hacia Oriente.

Cada una parece una estrellita titilante entre las ramas de este gigante que se sumerge con su cima en el azul.

Quizás durante la noche algunas estrellan han descendido demasiado hacia el pueblo para susurrar secretos celestes a los habitantes de Nob, o quizás para consolar con su luz pura al Hombre que, insomne, camina silenciosamente allá arriba, por la terraza de Juan. Sí, porque Jesús está despierto -el único en toda Nob, durmiente-, y va y viene lentamente por la terraza de la casita con los brazos cruzados debajo del amplio manto que lo cubre entero bien ceñido, para defensa contra el frío, y que se ajusta como capucha también en la cabeza. Jesús, cada vez que llega a un extremo de la terraza, mira afuera y se asoma para ver la calle que pasa por el centro del pueblo.

Calle todavía semioscura, vacía, silenciosa. Y luego reanuda sus pasos hacia allá y hacia acá, yendo y viniendo lentamente, silenciosamente, generalmente con la cabeza agachada, meditabundo, alguna vez observando el cielo, que se hace cada vez más luminoso, y las encantadoras tonalidades del alba y de la aurora, o siguiendo con la mirada el vuelo vibrante del primer gorrión despertado por la luz, que deja la teja plana hospitalaria de un tejado cercano para bajar a picotear a los pies del viejo manzano de Juan. Y luego, habiendo visto a Jesús, alza el vuelo de nuevo, con un chip-chip medroso que despierta a otros pajaritos anidados acá o allá.

De un aprisco viene un balido de oveja y se pierde tremulento en el aire; de la calle, rumor de pisaduras presurosas. Jesús se asoma para mirar.

Luego baja rápidamente por la escalerita, entra en la cocina oscura, deja cerrada la puerta tras sí. Los pasos se acercan, ya suenan en la franja de huerto de un lado de la casa. Se detienen delante de la puerta de la cocina.

Una mano tienta la cerradura y siente que no está la llave; entonces mueve el pestillo -se puede accionar tanto desde fuera como desde dentro-, mientras una voz dice:

-¿Será que se haya levantado ya alguno?
Y una mano abre cautamente la puerta evitando que chirríe.

La cabeza de Judas de Keriot se introduce por la abertura... Mira... Oscuridad completa. Frío. Silencio.

-Se han olvidado abierta la puerta... Pues... me había parecido cerrada... ¡Bueno, no tiene importancia!... A los pobres no les roban los ladrones. ¡Y más miserables que nosotros!... ¡Pero... esperemos que... no siga mucho así!

¿Dónde está ese maldito eslabón?... No lo encuentro... Si logro encender el fuego... porque me he demorado; sí, verdaderamente me he demorado mucho... ¿Pero dónde estará? Demasiadas manos lo tocan. ¿Sobre el hogar? No... ¿Encima de la mesa? No... ¿En los bancos? No... ¿En la repisa?...

Tampoco... Esa puerta carcomida chirría cuando se la abre... Madera carcomida… goznes oxidados... Todo viejo, enmohecido, horrible, aquí. ¡Ah, pobre Judas! Y no está... No voy a tener más remedio que entrar por donde el viejo...

Sin parar de hablar y palpando acá y allá, invisible en la sombra, va apartando, cautamente como un ladrón o una ave nocturna, los obstáculos que podrían hacer ruido... Y choca contra un cuerpo... emite un grito, ahogado, de terror.

-No temas. Soy Yo. Y el eslabón está en mi mano. Aquí está. Enciende-dice Jesús con tono sereno.

-¿Tú, Maestro? ¿Qué hacías aquí solo, en la oscuridad, con el frío...? Hoy habrá muchos enfermos, después de un sábado y dos días de tiempo lluvioso, pero no estarán aquí tan temprano. Se pondrán en marcha desde las ciudades cercanas ahora, no antes, porque sólo ahora se comprende que hoy no va a llover. El viento de la noche ha secado ya los caminos.

-Lo sé. Pero enciende una luz. No es de personas honestas hablar así, en las tinieblas; es de ladrones, de personas que urden engaños, de lujuriosos, de asesinos. Los cómplices en las malas acciones buscan las tinieblas. Yo no soy cómplice de nadie.

-Yo tampoco, Maestro. Quería preparar un buen fuego. Y por eso he sido el primero en levantarme... ¿Qué dices, Maestro? Has susurrado algo entre dientes y no he comprendido.

-¡Venga, enciende!

-¡Ah!... Así, he visto que el día está sereno. Pero hace frío. A todos les gustará encontrar un buen fuego... ¿Te has levantado al oírme moverme aquí o por el viejo que...? ¿Tiene todavía dolores?... ¡Por fin! Parecían húmedos la yesca y el eslabón, porque se resistían mucho a hacer chispa... Se han mojado...

Una llamita se alza del pabilo de una lamparita. Una sola llamita, pequeña, trémula... pero suficiente para ver las dos caras: el pálido rostro de Cristo, el moreno e impertérrito de Judas.

-Ahora enciendo el fuego... Estás pálido como un muerto.

¡No has dormido! ¡Y por ese viejo! Eres demasiado bueno.
-Es verdad, soy demasiado bueno. Con todos. Incluso con los que no lo merecen. Pero el anciano lo merece. Es un hombre honrado, un hombre de corazón fiel. A pesar de todo, no he estado en vela por él, sino por otro. Es verdad, la yesca y el eslabón estaban húmedos, pero no por causa de una taza volcada, o de otro líquido derramado, sino por mi llanto que ha goteado encima.

Es verdad, el día está sereno, pero hace frío y el viento ha secado las calles, aunque hacia el alba ha caído el aguazo. Toca mi manto. Está húmedo... Y luego ha venido el alba para mostrar el tiempo sereno, ha venido la luz para mostrar un sitio vacío, ha venido el sol de la aurora para hacer brillar las gotas de rocío en las hojas y las lágrimas en las pestañas. Es verdad. Hoy habrá muchos enfermos, pero Yo no los esperaba a ellos. Te esperaba a ti.

Porque es por ti por quien he estado en vela toda la noche. Por ti, y, no pudiendo estar cerrado aquí a esperarte, he subido a la terraza, a echar al viento mi llamada, a mostrarles a las estrellas mi dolor y a la aurora mi llanto.

No el anciano enfermo, sino el joven licencioso, el discípulo que evita al Maestro, el apóstol de Dios que prefiere la cloaca antes que el Cielo y la mentira antes que la Verdad, me ha tenido en pie toda la noche. Esperándote. Y, cuando he oído tus pasos, he bajado aquí... a lo mismo, a esperarte, no ya físicamente -ya te tenía cerca, vagando con movimientos propios de un ladrón por la cocina oscura-, sino con tu sentimiento... He esperado una palabra... Y no la has sabido decir cuando
-Yo erguido-te has topado conmigo.

¿Entonces aquel al que estás vendiendo tu espíritu no te advirtió de que Yo sabía las cosas? ¡No, claro! No podía advertirte, ni podía sugerirte la única palabra que podías, que debías decir, si fueras un justo. Y te ha sugerido las falsedades no solicitadas, inútiles, más ofensivas aún que tu fuga nocturna. Te las ha sugerido con risa burlona, contento de haber conseguido que bajaras otro peldaño y de haberme causado otro dolor a mí.

Es verdad, vendrán muchos enfermos; pero el mayor enfermo no vendrá a su Médico. Y el propio Médico está enfermo de dolor por este enfermo que no quiere curarse. Es verdad, todo es verdad. También es verdad que he susurrado una palabra que no has comprendido. ¿Después de todo lo que te he dicho, la adivinas?

Jesús ha hablado con voz baja, pero tan incisiva y dolorosa y, al mismo tiempo, tan severa, que Judas, que al oír las primeras palabras estaba sonriente, erguido, arrogante, muy cerca de Jesús, poco a poco se ha ido retrayendo y contrayendo como si cada palabra hubiera sido un azote; mientras que Jesús se ha erguido cada vez más -(verdaderamente juez y verdaderamente trágico con esta efigie suya dolorida).

Judas, arrinconado ya entre una masera y un rincón de la pared, susurra:

-Pues... no sabría...

-¿No? Bueno, pues Yo te la digo, porque no temo decir lo que es verdad. ¡Embustero! Esto es lo que te he dicho. Y, si aun se puede soportar al niño mentiroso, porque desconoce el valor de una mentira, y se le enseña a no volverla a decir, en un hombre eso no se soporta, y en un apóstol, discípulo de la Verdad misma, da asco.

Absolutamente, da asco. Ya ves por qué te he esperado toda la noche y he llorado y he mojado la mesa, allí, donde estaba el eslabón, y luego he llorado velando y llamándote con toda el alma a la luz de las estrellas; ya ves por qué estoy mojado de rocío como el amador de los Cantares (5, 2-6).

Pero inútilmente mi cabeza está llena de rocío y mis rizos de las gotas de la noche, inútilmente llamo a la puerta de tu alma y le digo:

"Ábreme, porque te amo a pesar de que no seas inmaculada". Es más, precisamente porque está manchada es por lo que quiero entrar en ella y limpiarla; precisamente porque está enferma es por lo que quiero entrar a curarla. ¡Ten cuidado, Judas! Ten cuidado, no sea que el Esposo se aleje, y para siempre, y que no puedas volverlo a encontrar... Judas, ¿no hablas?...

-¡Ya es tarde para hablar! Tú lo has dicho: te doy asco. Arrójame de tu presencia...

-No. También los leprosos me causan asco. Pero siento compasión de ellos. Y, si me llaman, acudo y los limpio.

¿No quieres ser limpiado?
-Es tarde... y es inútil. No sé ser santo. Arrójame de tu presencia te digo.

-No soy uno de tus amigos fariseos, que llaman "impuro" a infinitas cosas y las evitan y las arrojan de su presencia con dureza, cuando podrían purificarlas con caridad. Yo soy el Salvador y no rechazo a ninguno...

Un largo silencio. Judas está en su rincón, Jesús está apoyado con la espalda en la mesa (parece sujetarse en ella, cansado y afligido)... Judas levanta la cabeza. Lo mira titubeante y susurra:

-Y, si yo te dejara, ¿qué harías?
-Nada. Respetaría tu voluntad. Orando por ti. Pero Yo también te digo que, aunque me dejaras, ya es demasiado tarde.

-¿Para qué, Maestro?

-¿Para qué? Lo sabes como Yo... Ahora enciende el fuego.

Por arriba alguien anda. Extingamos el escándalo aquí, entre nosotros. Para todos, hemos tenido un sueño breve... y el deseo de calor nos ha reunido aquí... ¡Padre mío!...

Y, mientras Judas acerca la llama a los haces que están ya en el hogar, y sopla para que la llama prenda en virutas ligeras, Jesús levanta las manos a su cabeza y luego las aprieta contra los ojos...

   


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