Thursday March 28,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

425- En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos


Cesárea tiene vastos mercados, a los que afluyen productos alimenticios finos para las refinadas mesas romanas.

Cerca de las plazas de los mercados donde, formando una imagen calidoscópica de rostros, colores y géneros, están los alimentos más humildes, se encuentran los almacenes para los alimentos más ricos, importados de todas partes -bien sea de las distintas colonias romanas o de la distante Italia -para hacer menos penosa la ausencia de la lejana Patria.

Y los almacenes de los vinos o de las finuras culinarias traídas de otros lugares están bajo profundos pórticos, porque a los romanos no les gusta que el sol los queme, ni que los mojen las lluvias, mientras buscan para sus paladares refinados los alimentos que consumirán en los festines. De acuerdo con ser epicúreos en el gusto del paladar, pero ello no debe faltar al respeto a los otros miembros... así que sombras de pórticos frescos, arcos protectores para las lluvias conducen desde el barrio romano -casi todo él reunido en torno al palacio del Procónsul, apretado entre la vía litoral y la plaza de los edificios militares y telonios -a los almacenes romanos cercanos a los mercados de los judíos.

Hay mucha gente bajo estos pórticos, que, si bien no son bonitos en esta parte extrema suya que desemboca en los mercados, cómodos sí que son. Gente de todos los tipos.

Esclavos y libertos, y también algún que otro epicúreo señor circundado de esclavos, que, dejada su litera en la vía, va indolente de una tienda a otra, comprando cosas que los esclavos llevan a casa. Las consabidas ociosas conversaciones, cuando dos señores romanos se encuentran: el tiempo, el aburrimiento de la ciudad, que no ofrece las satisfacciones de la Italia lejana, añoranzas de espectáculos grandiosos, programas de festines y conversaciones licenciosas.

Un romano, precedido por un grupo de unos diez esclavos cargados de sacos y paquetes, se cruza con otros dos de su clase. Saludos recíprocos:

-¡Salve, Enio!
-¡Salud, Floro Tulio Cornelio! ¡Salud, Marco Heracles Flavio!

-¿Cuándo has vuelto?
-Cansado, al alba de anteayer.
-¿Tú cansado? ¿Pero cuándo sudas tú! -dice, burlón, el joven llamado Floro.

-No te burles, Floro Tulio Cornelio. ¡También ahora estoy sudando por los amigos!

-¿Por los amigos? No te hemos pedido fatigas -objeta el otro, más anciano, llamado Marco Heracles Flavio.
-Pero mi amor piensa en vosotros. ¿Veis, vosotros, crueles que os burláis de mí, esta fila de esclavos cargados de pesos? Otros los han precedido con otros pesos. Y todo para vosotros. Para daros honores».

-¿Este es entonces tu trabajo? ¿Un banquete? ¿Y por qué? -gritan rumorosamente los dos amigos.
-¡Chist! ¡Un alboroto como éste entre nobles patricios! Os parecéis a la plebe de esta ciudad donde nos consumimos en...

-Orgías y ocio. Que no hacemos sino eso. Todavía me pregunto: ¿para qué estamos aquí?, ¿qué misiones tenemos?
-Morir de aburrimiento es una.  

-Enseñar a vivir a estas plañideras quejumbrosas es otra.
-Y... sembrar a Roma en los sagrados bacinetes de las mujeres hebreas es otra más.

-Y otra es gozar, aquí como en otras partes, de nuestra riqueza y poder, al cual todo le está permitido.

Los tres se alternan como por una letanía, y ríen.
Pero el joven Floro se para y se pone serio, y dice:
-Pero desde hace ya un tiempo una neblina se abate sobre la alegre corte de Pilato. Las más hermosas damas parecen castas vestales y sus maridos las secundan en el capricho.

Ello quita mucho a las habituales fiestas...
-¡Ya! El capricho por ese tosco Galileo... Pero pasará pronto...

-Te equivocas, Enio. Sé que también Claudia está conquistada, y por eso una... extraña morigeración de costumbres se ha establecido en su palacio. Parece como si reviviera allí la austera Roma republicana...

-¡Uf! ¡Qué aburrimiento! ¿Pero desde cuándo?
-Desde el dulce Abril propicio a los amores. Tú no lo sabes... Estabas ausente. Nuestras damas han regresado fúnebres como las lloronas de las urnas cinerarias, y nosotros, pobres hombres, tenemos que buscar en otros lugares muchos solaces, que tampoco se nos conceden en presencia de las púdicas.

-Una razón más para que os socorra. Esta noche gran cena... y además gran orgía, en mi casa. En Cintium, donde he estado, he encontrado delicias que estos inmundos consideran impuras: pavos reales, perdices y zancudas de todas las especies, y crías de jabalíes: la madre matada y ellos cogidos vivos y criados para nuestras cenas. Y vinos...

¡Ah, delicados, preciosos vinos de las colinas romanas, de mis cálidas pendientes de Liternum y de tus soleadas playas en Aciri!... Y aromáticos vinos de Quío y de la isla en que Cintium es la gema. Y embriagadores vinos de Iberia, propicios para encender la sensualidad para el goce final. ¡Oh, tiene que ser una gran fiesta! Para sacudirnos el aburrimiento de este exilio. Para persuadirnos de que somos todavía viriles...

-¿También mujeres?
-También... Y más guapas que rosas. De todos los colores y... sabores. Un tesoro me ha costado adquirir todas las mercancías, y entre ellas las hembras... Pero soy generoso para los amigos... Ahora aquí estaba terminando de comprar las últimas cosas: las que en el viaje podían estropearse. ¡Después del banquete... a nosotros el amor!...
-¿Has tenido buena navegación?

-Magnífica. Venus marina me ha sido propicia. En fin... le dedico a ella el rito de esta noche...

Los tres se ríen de forma vulgar, catando ya con anticipación las próximas, indignas delicias...

Pero Floro pregunta:

-¿Por qué esta extraordinaria fiesta? ¿Hay un motivo para ella?...
-Tres motivos: mi amado nieto se pone en estos días la toga viril. Debo dar solemnidad a este acontecimiento. Una obediencia al presagio que me decía que Cesárea se transformaba en dolorosa morada y había que conjurar el hado con un rito a Venus. El tercero... -bajo, os lo digo bajo -es que estoy de boda...
-¡Tú! ¡Embustero!

-Estoy de boda. Es "boda" cada vez que uno saborea el primer trago de un ánfora cerrada. Yo esta noche lo voy a hacer. He pagado por ella veinte mil sextercios o, si lo preferís, doscientos áureos, porque en realidad es lo que he terminado por desembolsar entre intermediarios y... similares. Pero no la habría encontrado más hermosa y pura ni aunque la hubiera dado a luz Venus en una aurora de Abril y la hubiera hecho de espumas y rayos de oro. Un capullo, un capullo cerrado... ¡Ah, y yo soy su dueño!
-¡Profanador! -dice, burlón, Marco Heracles.

-¡No te pongas censor, que eres como yo!... Cuando se marchó Valeriano, aquí languidecíamos de aburrimiento. Pero yo tomo su lugar... Los tesoros de los antepasados están para esto. Y no voy a ser como él, tan necio que espere a que la más rubia que la miel, Gala Ciprina -la he llamado así -, sea corrompida por las melancolías y filosofías de los emasculados que no saben gozarse la vida...

-¡Sí señor! pero, de todas formas... la esclava de Valeriano era culta y...
-... y estaba desquiciada con sus lecturas de los filósofos... Alma, segunda vida, virtud... ¡qué va hombre!... vivir es gozar. Y aquí se vive. Ayer he arrojado a las llamas todos los volúmenes funestos, y so pena de muerte, he mandado a los esclavos que no recuerden miserias de filósofos ni de galileos. Y la muchacha me conocerá sólo a mí...

-¿Pero dónde la has encontrado?
-Ya ves, hubo quien fue sagaz y adquirió esclavos después de las guerras gálicas y no los usó más que como reproductores, manteniéndolos bien. Sólo debían procrear para dar flores nuevas... Y Gala es una de éstas. Ahora es púber, y el amo la ha vendido... Y yo la he comprado... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
-¡Libidinoso!

-Si no hubiera sido yo, hubiera sido otro... Por tanto... no debía nacer mujer...
-Si te oyera... ¡Oh, ahí está!
-¿Quién?

-El Nazareno que ha hechizado a nuestras damas. Está detrás de ti...

Enio se vuelve como si tuviera a sus espaldas un áspid. Mira a Jesús, que avanza lentamente entre la gente que se apiña alrededor de Él, pobre gente común y también esclavos de romanos, y, riendo maliciosamente, dice:

-¿Ese andrajoso? Las mujeres son unas depravadas. Pero vamos a largarnos, ¡no vaya a ser que nos hechice también a nosotros! Vosotros -dice por fin a sus pobres esclavos, que han estado todo el tiempo bajo sus cargas, semejantes a cariátides para las cuales no hay piedad -vosotros, id a casa, y raudos, que habéis perdido tiempo hasta ahora y los preparadores están esperando las especias, los perfumes. ¡Corriendo! Y recordad que os espera el azote, si todo no está preparado para la puesta del sol.
Los esclavos se marchan corriendo y más lentamente, los sigue el romano con los dos amigos...

Jesús avanza. Triste, porque ha oído el final de la conversación de Enio. Y desde lo alto de su estatura mira con infinita compasión a los esclavos que corren bajo sus pesos.

Se vuelve en torno a sí, busca otras caras de esclavos de romanos... Ve algunas, mezcladas entre la turba que le aprieta, temblorosas de miedo (los esclavos tienen miedo a ser sorprendidos por los encargados u obligados por los hebreos a marcharse), y, deteniéndose, dice:

-¿No hay entre vosotros alguno de aquella casa?
-No, Señor. Pero los conocemos -responden los esclavos presentes.

-Mateo, dales abundante limosna. Lo repartirán con sus compañeros, para que sepan que hay quien los quiere. Y vosotros sabed, y decídselo a los otros, que con la vida cesa el dolor sólo para los que fueron buenos y honestos en sus cadenas, y con el dolor cesa la diferencia entre ricos y pobres, esclavos y libres. Después hay un único y justo Dios para todos, el cual, sin tener en cuenta ni riquezas ni cadenas, dará premio a los buenos y castigo a los no buenos. Recordadlo.

-Sí, Señor. Pero nosotros los de las casas de Claudia y Plautina vivimos bastante felices, como también los de Livia y Valeria; y te bendecimos porque has mejorado nuestra condición -dice un anciano, al que todos escuchan como jefe.

-Para mostrarme que me estáis agradecidos, sed cada vez más buenos, y tendréis al verdadero Dios como vuestro eterno Amigo.

Jesús alza la mano como para despedirse y bendecir, y luego se pone junto a una columna y empieza a hablar en medio del atento silencio de la muchedumbre. Y ya no se marchan los esclavos, sino que se quedan a escuchar las palabras que salen de la boca divina.

-Oíd. Un padre que tenía muchos hijos dio a cada uno de ellos, ya adultos, dos monedas de mucho valor, y les dijo: "No pienso seguir trabajando para cada uno de vosotros. Ya estáis en la edad de ganaros la vida. Por tanto os doy a cada uno una cantidad igual de dinero, para que la empleéis como más os plazca y para vuestro interés.

Yo estaré esperando aquí, dispuesto a aconsejaros, dispuesto también a ayudaros, si por una involuntaria calamidad perdierais todo el dinero que ahora os doy o parte de él. Pero recordad bien que seré intransigente con el que lo disipe con malicia voluntaria y con los holgazanes que lo gasten o lo dejen como está, con el ocio o con los vicios. A todos os he mostrado el Bien y el Mal.

Así que no podéis decir que vais ignorantes al encuentro de la vida. A todos os he dado ejemplo de laboriosidad sabia y justa y de vida honesta. Por tanto, no podéis decir que os haya pervertido el espíritu con mi mal ejemplo. He cumplido con mi deber. Cumplid vosotros ahora con el vuestro, que ni sois tontos ni estáis sin la necesaria preparación ni sois analfabetos. Idos", y se despidió de ellos y se quedó solo, a la espera, en su casa.

Los hijos se dispersaron por el mundo. Tenían todos las mismas cosas: dos monedas de gran valor, de las que podían libremente disponer, y un tesoro mayor de salud, energía, conocimientos y ejemplos paternos. Por tanto, habrían debido llegar todos de la misma forma a un resultado positivo. Pero ¿qué sucedió?

Que entre los hijos hubo quien hizo buen uso de las monedas y consiguió pronto un grande y honesto tesoro con el trabajo asiduo y honesto y una vida moderada, conformada a las enseñanzas del padre; hubo quien al principio se enriqueció honestamente, pero luego despilfarró la fortuna con el ocio y las orgías; hubo quien hizo dinero con usura y comercio indigno; y hubo quien no hizo nada, porque fue pasivo, perezoso, vacilante, y acabó las monedas de mucho valor sin haber podido encontrar todavía una ocupación cualquiera.

Después de un tiempo, el padre de familia mandó servidores a todas las partes donde sabía que estaban sus hijos, y dijo a los servidores: "Diréis a mis hijos que se reúnan en mi casa. Quiero que rindan cuentas de lo que han hecho en este tiempo, y hacerme idea directa de sus condiciones". Y los servidores fueron por todos los lugares y encontraron a los hijos de su señor; transmitieron el mensaje y cada uno de ellos regresó con el hijo de su señor encontrado.

El padre de familia los recibió con mucha solemnidad. Como padre, pero también como juez. Y todos los parientes de la familia estaban presentes, y con los parientes los amigos, los conocidos, los criados, los convecinos y los de los lugares limítrofes. Una reunión solemne.

El padre estaba en su sitial de cabeza de familia. En torno, en semicírculo, todos los parientes, amigos, conocidos, servidores, convecinos y habitantes de zonas limítrofes. Enfrente, alineados, los hijos.

Incluso sin preguntas, su diverso aspecto daba respuesta acerca de la verdad: los que habían sido laboriosos, honrados, morigerados, y habían construido una santa fortuna, tenían el aspecto lozano, pacífico y holgado propio de quien tiene abundantes medios, buena salud y serenidad de conciencia.

Miraban a su padre con una sonrisa buena, agradecida, humilde pero al mismo tiempo triunfadora, esplendorosa por la alegría de haber honrado al padre y a la familia y por haber sido buenos hijos, buenos ciudadanos y buenos fieles. Los que habían derrochado sus haberes en la negligencia o en el vicio estaban apesadumbrados, mustios, deslucidos la cara y el vestido, con las señales de las orgías o del hambre claramente imprimidas en todos ellos.

Los que se habían enriquecido con maniobras delictivas tenían la agresividad, la dureza, en su rostro, la mirada cruel y turbada de fieras que temen al domador y se preparan a reaccionar...

El padre empezó el interrogatorio por estos últimos: "¿Cómo es que vosotros, que teníais un aspecto tan sereno cuando os marchasteis, ahora parecéis fieras preparadas a despedazar? ¿De dónde os viene ese aspecto?".

"Nos lo ha dado la vida. Y tu dureza de mandarnos fuera de casa. Tú nos pusiste en contacto con el mundo".
"Bien. ¿Y qué habéis hecho en el mundo?".

"Lo que hemos podido para obedecer a tu orden de ganarnos la vida con la nada que nos diste.”
"Bien. Poneos en aquel rincón... Y ahora a vosotros, delgados, enfermos y mal vestidos.

 ¿Qué habéis hecho para acabar así? Cuando os marchasteis estabais sanos y bien vestidos".
"En diez años la ropa se deteriora..." objetaron los holgazanes.

"¿Es que ya no hay telares en el mundo que hagan telas para los indumentos de los hombres?".
"Sí... Pero se necesita dinero para comprar estas cosas...". "Lo teníais.”

"En diez años... se han requeteterminado. Todo lo que tiene principio tiene fin".
"Sí, si se saca sin meter. Pero, ¿por qué habéis sacado sólo? Si hubierais trabajado, podíais meter y sacar sin que se terminara el dinero; es más, consiguiendo que aumentara. ¿Habéis estado enfermos?".
"No, padre".
"¿Y entonces?".

"Nos sentimos desorientados... sin saber qué hacer, sin saber qué fuera lo bueno... Temíamos actuar mal, y para no actuar mal no hicimos nada'".
"¿Y no estaba vuestro padre a quien dirigirse para ser aconsejados? ¿Es que he sido alguna vez un padre intransigente, amedrentador?".

"¡Oh, no! Pero nos avergonzábamos de decirte: `No somos capaces de tomar iniciativas'. ¡Tú has sido siempre tan activo!... Nos hemos escondido por vergüenza".
"Bien. Id al centro de la estancia. ¡A vosotros! ¿Qué me decís vosotros, vosotros que al aspecto del hambre unís el de la enfermedad? ¿Quizás os ha enfermado el excesivo trabajo? Sed sinceros y no os regañaré".

Algunos de los interpelados se hincaron de rodillas golpeándose el pecho y diciendo: "¡Perdónanos, padre! Ya Dios nos ha castigado, y nos lo merecemos. Pero tú, que eres nuestro padre, perdónanos... Habíamos empezado bien, pero no perseveramos. Viéndonos fácilmente ricos, dijimos: `Pues bien, ahora vamos a gozar un poco, como nos sugieren los amigos, y luego volveremos al trabajo y reconstruiremos lo perdido'. Y queríamos hacerlo así de verdad.

Volver a las dos monedas y luego volver a hacerlas producir, como por juego. Y dos veces -dos dicen dos, uno dice tres -lo conseguimos. Pero luego la suerte nos abandonó... y consumimos todo el dinero".

”Pero ¿por qué no os corregisteis después de la primera vez?”

      "Porque el pan condimentado con el vicio corrompe el paladar y ya uno no puede prescindir de él...”
"Estaba vuestro padre...”
"Es verdad. Y te anhelábamos con añoranza y nostalgia. Pero te hemos ofendido... Suplicábamos al Cielo que te inspirara llamarnos para recibir tu reprensión y tu perdón; esto pedíamos y pedimos, más que las riquezas que ya no queremos porque nos han extraviado".
"Bien. Poneos también junto a los de antes, en el centro de la estancia. ¿Y vosotros, enfermos y pobres como éstos, pero que estáis silenciosos y no mostráis dolor, qué decís?".

"Lo que han dicho los primeros. Que te odiamos porque con tu imprudente modo de actuar nos has causado la ruina. Tú, que nos conocías, no debías lanzarnos a las tentaciones. Nos has odiado y te odiamos. Nos has preparado esta trampa para librarte de nosotros. ¡Maldito seas!".

"Bien. Id junto a los primeros a aquel rincón. Y ahora a vosotros, de lozano aspecto, serenos, ricos hijos míos. Decid. ¿Cómo habéis alcanzado esto?".

"Poniendo en práctica tus enseñanzas, ejemplos, consejos, órdenes, todo. Resistiendo a los tentadores por amor a ti, padre bendito que nos has dado la vida y los conocimientos".

"Bien. Venid a mi derecha. Y oíd todos mi juicio y mi defensa. Yo he dado a todos igual en dinero, ejemplo y conocimientos; mis hijos han respondido de formas diferentes. De un padre trabajador, honrado, morigerado, han salido algunos semejantes a él, luego ociosos, luego débiles que con facilidad caen en tentación, y crueles que odian a su padre, a sus hermanos y al prójimo, contra quien -aunque no lo digan, lo sé -han ejercitado usura y han cometido delitos. Y en los débiles y los ociosos están los arrepentidos y los impenitentes.

Ahora juzgo. Los perfectos ya están a mi derecha, a mi nivel en la gloria como en las obras; los arrepentidos estarán de nuevo sujetos, como niños que han de instruirse todavía, hasta que alcancen el grado de capacidad que los haga de nuevo adultos; los impenitentes y culpables, que sean arrojados fuera de mis fronteras y perseguidos por la maldición de quien ya no es su padre, porque su odio a mí anula las relaciones de paternidad y filiación entre nosotros. Y recuerdo a todos que cada uno se ha construido su destino, porque yo he dado a todos las mismas cosas, que, en los que las han recibido, han producido cuatro desenlaces distintos, y no puedo ser acusado de haber querido su mal".

La parábola ha terminado, oh vosotros que habéis escuchado. Ahora os doy sus equivalencias.
El Padre de los Cielos está celado en el padre de familia numerosa. Las dos monedas dadas por el padre a todos los hijos antes de mandarlos al mundo son el tiempo y la libre voluntad que Dios da a cada uno de los hombres, para que los use como mejor le parezca, después de haber sido adoctrinado y edificado con la Ley y los ejemplos de los justos.

A todos, iguales dones. Pero cada hombre los usa como su voluntad quiere: quién atesora el tiempo, los medios, la educación, la riqueza, todo, en el bien y se mantiene sano y santo, rico con una riqueza multiplicada; quién empieza bien y luego se cansa y disipa los bienes; quién no hace nada pretendiendo que sean los demás los que hagan las cosas; quién acusa al Padre de los propios errores; quién se arrepiente, dispuesto a ofrecer reparación; quién no se arrepiente y acusa y maldice como si su ruina hubiera estado forzada por otros. Y Dios a los justos les da inmediatamente premio; a los arrepentidos, misericordia y tiempo de expiar para alcanzar el premio por su arrepentimiento y expiación; y da maldición y castigo a quien pisotea el amor con la impenitencia después del pecado. A cada uno le da lo suyo.

No malgastéis nunca las dos monedas, el tiempo y el libre arbitrio; antes bien, usad éstos con justicia para estar a la derecha del padre, y, si habéis faltado, arrepentíos y tened fe en el misericordioso Amor. Idos. ¡La paz esté con vosotros!

Los bendice y los mira mientras se alejan bajo el sol que inunda la plaza y las calles. Pero los esclavos están todavía allí...

-¿Todavía aquí, pobres amigos? ¿Y no os van a castigar?
-No, Señor, si decimos que te hemos estado escuchando a ti. Nuestras amas te veneran. ¿A dónde vas ahora, Señor? Desean verte desde hace mucho...

-A casa del soguero del puerto. Pero me marcho esta noche, y vuestras amas estarán en la fiesta...
-Lo diremos igualmente. Nos tienen ordenado, desde hace meses y meses, que señalemos todas las veces que pases.  

-De acuerdo. Marchaos. Y también vosotros haced buen uso del tiempo y del pensamiento, que es siempre libre aunque el hombre esté encadenado.

Los esclavos se prosternan y se marchan hacia los barrios romanos; Jesús y los suyos, por una callecita modesta, van hacia el puerto.


   


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