Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

365- Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la casa de Lázaro, enfermo


Jesús entra en la verde quietud del Huerto de los Olivos.
Margziam sigue a su lado, y sonríe al pensar en la afanosa carrera que va a pegarse Pedro para alcanzarlos. Dice:
-Maestro, quién sabe lo que dirá! Y, si hubieras seguido hasta Betania sin pararte aquí, se sentiría verdaderamente desconsolado.

También sonríe Jesús, mirando al jovencito, y responde:
-Sí. Me va a sepultar a lamentos. De todas formas, le servirá para otra vez. Así estará más atento. Yo hablaba y él se distraía charlando con unos o con otros...

-Es que le preguntaban, Señor -dice Margziam para disculpar, sin reírse ya.

-Se hace un gesto delicado de que se responderá después, cuando calle la Palabra del Señor. Acuérdate de esto para tu vida futura. Para cuando seas sacerdote. Exige el máximo respeto en las horas y lugares de instrucción.

-Pero entonces será el pobre Margziam, Señor, el que hable...

-No importa. Es Dios el que habla por los labios de sus siervos en las horas de su ministerio, y como tal debe ser escuchado con silencio y respeto.

Margziam hace una leve mueca significativa, como comentario de un razonamiento suyo interior.

Jesús, que lo observa, dice:
-¿No estás convencido? ¿Por qué esa expresión? Habla, hijo, sin temor.

-Señor mío, me preguntaba si Dios está también en los labios y en el corazón de sus sacerdotes de ahora... y... con terror me decía si serían iguales los futuros... Y concluía diciendo que... muchos sacerdotes hacen quedar mal al Señor... He pecado, sin duda... Pero son tan malos y antipáticos, tan secos... que...

-No juzgues. Pero recuerda esta impresión de disgusto. Tenla presente en el futuro. Y, con todas tus fuerzas, preocúpate de no ser como estos que te desagradan; y que tampoco lo sean los que dependan de ti. Haz servir para el bien incluso el mal que ves. Toda acción y toda cognición deben ser transformadas en bien pasando por un juicio y una voluntad rectos.

-¡Señor, antes de entrar en la casa, que ya se ve, respóndeme a otra cosa! Tú no niegas que el actual sacerdocio sea defectuoso. Me dices a mí que no juzgue. Pero Tú juzgas. Y puedes hacerlo. Y juzgas con justicia.

Escucha, Señor, mi pensamiento. Cuando los actuales sacerdotes hablan de Dios y de la religión -siendo la mayoría de ellos como son, y me refiero ahora a los peores -, ¿deben ser escuchados como verdad?

-Siempre, hijo mío. Por respeto a su misión. Cuando realizan actos de su ministerio, no son el hombre Anás, el hombre Sadoq... Son "el sacerdote". Separa siempre del ministerio la pobre humanidad.

-Pero si realizan mal también su ministerio...

-Dios suplirá. ¡Y, además!... ¡Escúchame, Margziam! No hay ningún hombre completamente bueno ni completamente malo. Y ninguno es tan completamente bueno que tenga derecho a juzgar a los hermanos como completamente malos. Tenemos que tener presentes nuestros defectos, contrastar con ellos las buenas cualidades de los que queremos juzgar. Entonces tendríamos una medida justa de juicio caritativo. Yo todavía no he encontrado un hombre completamente malo.

-¿Ni siquiera Doras, Señor?
-Ni siquiera él, porque es marido honesto y padre amoroso.

-¿Ni siquiera el padre de Doras?

-También él era marido honesto y padre amoroso.

-Pero nada más que eso, ¿eh?  

-Sólo eso. Pero en eso no era malo. Por tanto, no era completamente malo.

-¿Y tampoco Judas es malo?
-No.

-Pero no es bueno.

-No es totalmente bueno, como no es totalmente malo. ¿No estás convencido de lo que digo?

-Estoy convencido de que Tú eres totalmente bueno, y que estás absolutamente exento de maldad. Tanto, que no encuentras nunca una acusación para ninguno. Esto sí.

-¡Oh, hijo mío! ¡Si pronunciara la primera sílaba de una palabra de acusación, todos vosotros arremeteríais como fieras contra el acusado!... Yo, actuando así, evito que os manchéis con pecado de juicio. Entiéndeme, Margziam. No es que Yo no vea el mal donde lo hay.

No es que no vea la mezcla de mal y bien que hay en algunos. No es que no comprenda cuándo un alma sube o baja del nivel en que la puse. No es nada de esto, hijo mío. Es prudencia, para evitar las anticaridades entre vosotros. Y actuaré siempre así. También en los siglos venideros, cuando tenga que pronunciarme sobre una criatura.

¿No sabes, hijo, que a veces vale más una palabra de alabanza, de ánimo, que mil reprensiones? ¿No sabes que de cien casos pésimos, señalados como relativamente buenos, al menos la mitad vienen a ser realmente buenos al no faltarles, después de mi benévola palabra, la ayuda de los buenos, que, en caso distinto, huirían del individuo señalado como pésimo? Hay que sostener a las almas, no hundirlas. Pero si Yo no soy el primero en sostener, en celar las partes feas, en solicitar para ellas vuestra benevolencia y ayuda, jamás os entregaríais a ellas con activa misericordia. Recuérdalo, Margziam...

-Sí, Señor... (un fuerte suspiro). Lo recordaré... (otro fuerte suspiro)... Pero es muy difícil ante ciertas evidencias...

Jesús lo mira fijamente. Pero del jovencito no ve sino la parte alta de la frente porque baja mucho la cara.
-Margziam, levanta la cara. Mírame. Y respóndeme.

¿Qué evidencia es esa que es difícil pasar por alto?
Margziam se azora... Se pone rojo bajo el color morenito de la piel... Responde:

-Pues... son muchas, Señor...
Jesús insta:

-¿Por qué has nombrado a Judas? Porque es una "evidencia".

Quizás la que te es más difícil superar... ¿Qué te ha hecho Judas? ¿En qué te ha escandalizado? -y Jesús pone las manos encima de los hombros del muchacho, que ahora está tan colorado que es todo púrpura oscura.

Margziam lo mira, con los ojos brillantes... luego se suelta y se marcha gritando:

-¡Judas es un profanador!... Pero no puedo hablar... ¡Respétame, Señor!... -y se introduce en el bosque, llorando, en vano llamado por Jesús, que pone un gesto de desconsolado dolor.

Su voz, de todas formas, ha llamado la atención de los que están en la casa del Getsemaní. Y a la puerta de la cocina se asoma Jonás, luego la Madre de Jesús, detrás las discípulas: María de Cleofás, María Salomé y Porfiria. Ven a Jesús y se echan a andar hacia Él.

-¡La paz a todos vosotros! ¡Aquí me tienes, Mamá!
-¿Sólo? ¿Por qué?
-Me he adelantado. He dejado a los demás en el Templo...

Pero estaba con Margziam...
-¿Y dónde está ahora mi hijo, que no lo veo? -pregunta Porfiria un poco inquieta.

-Ha subido allá arriba... Pero ahora vendrá. ¿Tenéis comida para todos? Dentro de poco vendrán los demás.
-No, Señor. Habías dicho que ibas a Betania...
-Sí, claro... Pero he pensado que convenía hacer esto. Id sin demora por todo lo necesario, y volved sin demora. Yo me quedo con mi Madre.

Las discípulas obedecen sin replicar.
Se quedan solos Jesús y María, y pasean lentamente bajo los enmarañados ramajes de los árboles, a través de cuyas copas se filtran agujas solares que ponen circulitos de oro en la hierbecilla verde y florida.

-Después de comer iré a Betania con Simón.
-¿Simón de Jonás?
-No. Con Simón Zelote. Y llevaré conmigo a Margziam...
Jesús calla pensativo.

María lo observa. Luego pregunta:
-¿Te causa sinsabores Margziam?
-¡No, Mamá, todo lo contrario! ¿Por qué piensas eso?
-¿Por qué estás pensativo?... ¿Por qué lo llamabas con autoridad? ¿Por qué te ha dejado? ¿Por qué se ha separado de ti como vergonzoso? ¡No ha venido siquiera a saludar a su madre ni a mí!

-El niño ha huido por una pregunta que le he hecho.
-¡Oh!... -el estupor de María es profundísimo. Guarda silencio por un momento y luego susurra, como hablando para sí:

-Los dos en el Paraíso Terrenal huyeron, después del pecado, al oír la voz de Dios... Pero, Hijo mío, hay que tener compasión del niño. Empieza a ser hombre... y quizás... Hijo mío, Satanás muerde a todos los hombres...

Es una María toda compasiva y suplicante...
Jesús la mira y le dice:

-¡Cuán madre eres! ¡Cuánto eres "la Madre"! Pero no pienses que el niño ha pecado. Debes pensar que sufre por la quemadura de una revelación. Es muy puro. Es muy bueno... Lo llevaré conmigo, hoy. Para que comprenda, sin palabras, que lo comprendo. Cualquier palabra sobraría... y no encontraría ninguna para disculpar al profanador de un inocente. Es un Jesús severo en estas últimas palabras.  

-¡Hijo! ¿En esto estamos? No te pido nombres. Pero si uno de entre nosotros ha sido capaz de turbar al niño, sólo puede haber sido uno... ¡Hay que ver qué diablo!

-Vamos a buscar a Margziam, Mamá. Ante ti no huirá.
Van y lo descubren detrás de una mata de espino albar.
-¿Estabas cogiendo flores para mí, hijo mío? -pregunta María mientras se acerca a él y lo abraza...
-No. Pero te echaba de menos -dice Margziam con lágrimas en la cara todavía.

-Y yo he venido. ¡Ánimo, sin demora! ¡Que hoy tienes que ir con mi Jesús a Betania! Y debes estar arreglado como conviene.

La cara de Margziam, ya olvidado de su turbación de antes, se ilumina, y dice:

-¿Yo solo con El?
-Y con Simón Zelote.

Margziam, muy niño todavía, da un salto de alegría, sale inmediatamente de su escondite y va a caer en el pecho de Jesús... Está confuso.

Pero Jesús sonríe y le instiga diciendo:
-Corre a ver si ha venido tu padre.
Margziam se echa a correr, y Jesús observa:
-Es un niño todavía, a pesar de ser ya juicioso de pensamiento. Turbar su corazón es un gran delito. Pero pondré una solución -y mientras tanto camina con María hacia la casa.

Pero antes de llegar ya ven a Margziam galopando tras ellos.
-Maestro... Madre... Hay personas... personas de las que estaban en el Templo... Los prosélitos... Hay una mujer... Una mujer que quiere verte, Madre... Dice que te conoció en Belén... Se llama Noemí.

-¡Conocí a muchas entonces! Pero vamos...
Llegan a la pequeña explanada donde está la casa. Un grupo de personas espera. En cuanto ven a Jesús se postran. Pero, enseguida, una mujer se levanta y corre a arrojarse a los pies de María mientras la saluda con su nombre.
-¿Quién eres? No me acuerdo de quién eres. Levántate.
La mujer se alza, pero, cuando está para hablar, llegan, jadeantes, los apóstoles.

-¡Pero Señor! ¿Por qué? Hemos corrido como locos por Jerusalén. Pensábamos que habías ido a casa de Juana o de Analía... ¿Por qué no has esperado? -preguntan, e informan, confusamente.

-Ahora estamos juntos. Es inútil explicar el porqué. Dejad que esta mujer hable tranquila.

Todos se apiñan para escuchar.

-Tú no te acuerdas de mí, María de Belén. Pero yo recuerdo desde hace treinta y un años tu nombre y tu rostro como nombre y rostro de piedad. Había venido yo también de lejos, de Perge, por el Edicto. Estaba embarazada. Pero esperaba regresar a tiempo. Mi marido enfermó por el camino, y en Belén se debilitó hasta el extremo de que murió. Yo había dado a luz veinte días antes de que muriera. Mis gritos perforaron el cielo y me secaron la leche y la hicieron veneno. Me cubrí de pústulas, y de pústulas se cubrió mi hijo... Nos arrojaron a una gruta a morir...

Pues bien... tú, sólo tú, viniste, cautelosa, cada poco tiempo durante toda la luna, a traerme comida y a curar mis llagas, y llorabas conmigo y dabas leche a mi criatura, que si vive es sólo por ti... Corriste el riesgo de que te lapidaran, porque me llamaban "la leprosa"...

¡Oh, mi estrella delicada! Esto no lo he olvidado. Una vez curada, me marché. En Éfeso tuve noticias de la matanza. ¡Te busqué mucho! ¡Mucho! ¡Mucho! No podía pensar que te hubieran matado con tu Hijo en aquella noche tremenda. Pero jamás te encontré. El verano pasado, uno de Éfeso oyó a tu Hijo, supo quién era, lo siguió durante un tiempo, fue, acompañado de otros, a los Tabernáculos... Y, cuando volvió, contó. He venido para verte, ¡oh Santa!, antes de morir. Para bendecirte tantas veces cuantas fueron las gotas de leche que diste a mi Juan, en detrimento incluso de tu Hijo bendito...

La mujer llora, en una posición reverencial, un poco inclinada, agarrando con sus manos los brazos de María...
-La leche no se niega nunca, hermana. Y...
-¡Oh, no! ¡No hermana tuya! Tú, Madre del Salvador. Yo era una pobre mujer sola, lejos de su casa, viuda, con un hijo de pecho y con el pecho agotado como torrente en verano... Sin ti me habría muerto.

Me diste todo, y, si pude volver donde mis hermanos, mercaderes de Éfeso, fue por ti.
-Éramos dos madres, dos pobres madres, con dos hijos, por el mundo. Tú tenías el dolor de haberte quedado viuda, yo el de tener que ser traspasada en mi Hijo, como decía en el Templo el anciano Simeón. No hice otra cosa sino cumplir con mi deber de hermana dándote lo que tú ya no tenías. ¿Y tu hijo vive?

-Está ahí. Tu Hijo santo me lo ha curado esta mañana. ¡Bendito sea! -y la mujer se postra ante el Salvador gritando:

-¡Ven, Juan, a dar gracias al Señor!
Se aproxima, dejando a sus compañeros, un hombre de la edad de Jesús, fuerte, de rostro no hermoso pero leal; de hermoso tiene la expresión de sus ojos profundos.
-La paz a ti, hermano de Belén. ¿De qué te he curado?
-De la ceguera, Señor. Un ojo perdido, el otro próximo a perderse. Era arquisinagogo, pero ya no podía leer los sagrados rollos.

-Ahora los leerás con mayor fe.
-No, Señor. Ahora te leeré a ti. Quiero quedarme como discípulo. Y sin pretender derechos por las gotas de leche extraídas del pecho en que Tú te nutrías. Nada son los días de una luna para crear un vínculo; todo, la piedad de tu Madre entonces y la tuya de esta mañana.
Jesús se vuelve hacia la mujer:
-¿Y tú que opinas?  

-Que mi hijo te pertenece doblemente. Acéptalo, Señor. Y se cumplirá el sueño de la pobre Noemí.
-De acuerdo. Serás de Cristo. A vosotros: recibid a este compañero en nombre del Señor -dice volviéndose a los apóstoles.

Los prosélitos están exaltados de emoción. Los hombres querrían quedarse también inmediatamente. Todos. Pero Jesús dice con firmeza:

-No. Vosotros seguid siendo lo que sois. Volved a vuestras casas, conservad la fe y esperad la hora de la llamada. El Señor esté siempre con vosotros. Podéis marcharos.
-¿Podremos encontrarte todavía aquí? -preguntan.

-No. Como un pájaro que vuela de rama en rama me moveré continuamente. No me encontraréis aquí. No tengo ni itinerario ni morada. Pero, si es justo, nos veremos y me escucharéis. Marchaos. Que se quede la mujer con el nuevo discípulo.

Y entra en casa, seguido por las mujeres y los apóstoles, que comentan con emoción el episodio ignorado hasta ese momento y la caridad profunda de María.

Jesús, con paso raudo, va hacia Betania; a un lado y otro de Él, Simón Zelote y Margziam. Felices de ser ellos dos los preferidos para esta visita.

Margziam, ya completamente tranquilo, hace mil preguntas sobre la mujer que ha venido de Éfeso, pregunta si Jesús sabía ese hecho, etc.

-No lo sabía. E1 tesoro de bondades de mi Madre es infinito, y lo hace con un silencio tan delicado, que, la mayor parte de las veces, sus buenas acciones quedan secretas.

-Pero es un episodio muy bonito, ¿eh?» dice el Zelote.
-Sí. Tanto que quiero contárselo a Juan de Endor. Maestro, ¿crees que vamos a encontrar sus cartas en Betania?
-Estoy casi seguro.
-Debería estar también la mujer curada de la lepra -observa el Zelote.

-Sí. Ha observado con fidelidad los preceptos. Pero ya debe haberse cumplido el tiempo de la purificación.
Betania aparece en su llanura elevada. Pasan por delante de la casa en que en otros tiempos había pavos reales, flamencos y grullas. Ahora está abandonada y cerrada. Simón lo observa.

Pero su observación se ve interrumpida por el jovial saludo de Maximino que improvisamente sale por la cancilla.

-¡Maestro santo! ¡Qué felicidad en medio de tanto dolor!
-Paz a ti. ¿Por qué, dolor?
-Porque Lázaro tiene dolores lancinantes a causa de sus piernas ulceradas. Y no sabemos qué hacer para aliviar ese dolor. Pero viéndote a ti estará mejor, al menos de espíritu.

Entran en el jardín, y, mientras Maximino se adelanta veloz, ellos siguen a paso lento hacia la casa.
Corre afuera María de Magdala con su grito adorador:
-Rabbuní!

La sigue, más sosegada, Marta. Ambas están pálidas como quien ha sufrido y velado.

-Levantaos. Vamos inmediatamente donde Lázaro.
-¡Maestro, Maestro que todo lo puedes, cúrame a mi hermano! -suplica Marta.

-¡Sí, Maestro bueno! ¡Sufre por encima de sus fuerzas! Se está consumiendo. Gime. Y, claro, morirá si sigue así. ¡Ten piedad de él, Señor! -insta María.
-Tengo toda la piedad. Pero no es para él hora de milagro.
Debe ser fuerte, y vosotras con él. Ayudadle a hacer la voluntad del Señor.

-¿Quieres decir que deberá morir? -pregunta, gimiendo, Marta en lágrimas.

Y María, nadando sus ojos en el llanto y la pasión en la voz, la dúplice pasión por Jesús y por su hermano:
-¡Oh, Maestro, pero de esta forma me impides seguirte y servirte, e impides a mi hermano gozar de mi resurrección!

¿Es que no quieres en casa de Lázaro el júbilo por una
resurrección?

Jesús la mira con una sonrisa buena y perspicaz, y dice:
-¿Por una? ¿Sólo una? ¡Pero entonces me creéis muy poca cosa, si creéis que puedo una cosa sola! Sed buenas y fuertes. Vamos. Y no lloréis de esa forma. Lo abatiríais con dolorosas conjeturas.

Y, Él el primero, se encamina hacia donde está Lázaro, el cual, sin duda para que sea más fácil asistirle, ha sido acomodado en una sala que está junto a la biblioteca, en frente de la sala mayor, dedicada a convites. Maximino señala la puerta, pero deja a Jesús que entre solo.

-¡Paz a ti, Lázaro, amigo mío!

-¡Oh, Maestro santo! La paz a ti. Para mí, en mis miembros, la paz ya no existe. Y siento abatido mi espíritu. ¡Sufro mucho, Señor! Pronuncia para mí la amada orden: "Lázaro, sal afuera", y me pondré en pie, curado, para servirte...

-Te daré esa orden, Lázaro. Pero no ahora -responde Jesús abrazándolo.

Lázaro está muy delgado, amarillento, visiblemente muy enfermo y muy debilitado, y tiene hundidos los ojos. Llora como un niño al enseñar sus piernas hinchadas, azuladas, con llagas que yo diría varicosas, abiertas en varios puntos. Quizás espera que Jesús, al mostrarle ese destrozo, se conmueva y haga un milagro. Pero Jesús se limita a colocar de nuevo, con delicadeza, sobre las llagas, las vendas untadas de bálsamo.

-¿Has venido para quedarte? -pregunta Lázaro, no sin desilusión.  

-No. Pero vendré a menudo.
-¿Cómo? ¿Tampoco vas a celebrar este año la Pascua conmigo? He dicho que me trajeran aquí por ese motivo. Me habías prometido, cuando los Tabernáculos, que ibas a estar mucho conmigo, después de las Encenias...
Y estaré. Pero no ahora. ¿Te molesto si me siento aquí en
la orilla de tu cama?

-¡No, no! Todo lo contrario. La frescura de tu mano parece como si mitigara el ardor de mi fiebre. ¿Por qué no te quedas, Señor?

-Porque como a ti te atormentan las llagas, a mí los enemigos. A pesar de que Betania esté considerada dentro de los límites para la Cena, y para todos; para mí, celebrar aquí la Pascua se consideraría pecado. De lo que Yo hago, para el Sanedrín y los fariseos, todo son camellos y vigas...

-¡Ah! ¡Los fariseos! ¡Es verdad! Pero entonces en una casa mía... ¡Esto al menos!
-Eso sí. Pero lo diré en el último momento. Por prudencia.
-¡Ah, sí, no te fíes! Te ha ido bien con Juan, ¡eh!, ¿sabes? Ayer ha venido Tolmái con otros y me ha traído cartas para ti. Las tienen mis hermanas. ¿Pero dónde se han quedado Marta y María? ¿No se preocupan de recibirte con honor?

Lázaro está inquieto, como muchos enfermos.
-Tranquilo. Están afuera, con Simón y Margziam. He venido con ellos. Y no necesito nada. Ahora los llamo.
Y así es; llama a los que prudentemente se habían quedado afuera.

Marta sale y vuelve con dos rollos y se los entrega a Jesús. María, entretanto, refiere que el siervo de Nicodemo ha dicho que precede a su señor, que viene con José de Arimatea. Y, contemporáneamente, Lázaro se acuerda de una mujer («que ha llegado ayer en nombre tuyo» dice).
-¡Ah! ¡Sí! ¿Sabes quién es?

-Nos lo ha dicho. Es hija de un rico de Jericó que hace años fue a Siria, de joven. La llamó Anastásica, en recuerdo de la flor del desierto. Pero no ha querido revelar el nombre de su marido -explica Marta.
-No es necesario. La ha repudiado. Por tanto, ella es únicamente "la discípula". ¿Dónde está?
-Duerme. Está cansada. Ha vivido muy mal estos días y estas noches. Si quieres la llamo.

-No. Deja que duerma. Me ocuparé mañana.
Lázaro mira admirado a Margziam, el cual está en ascuas; y es que quisiera saber lo que dicen los rollos. Jesús lo comprende y los abre. Lázaro dice: ¿Cómo? ¿Él lo sabe?
-Sí. Él y los otros, excepto Natanael, Felipe, Tomás y Judas...

-¡Has hecho bien en no revelárselo a él! -interviene bruscamente Lázaro -Tengo muchas sospechas...
-No soy imprudente, amigo -le interrumpe Jesús. Lee los rollos y luego refiere las noticias principales, o sea, que los dos se han aclimatado, que la escuela prospera y que, si no fuera por el declinar de Juan, todo iría bien.
Pero no puede decir nada más porque se anuncia la llegada de Nicodemo y José.

-¡Dios te salve, Maestro, esta mañana y siempre!
-Gracias, José. ¿Y tú, Nicodemo, no estabas?
-No. Pero, sabido que habías llegado, he pensado en venir a casa de Lázaro, casi seguro de que te encontraría. Y José se ha unido a mí.

Hablan alrededor de la cama de Lázaro de los hechos de la mañana. Y él se interesa tanto, que parece aliviado de su sufrimiento.
-¿Y Gamaliel, Señor? ¿Oíste? -dice José de Arimatea.
-Oí.

Nicodemo dice:
-Yo, sin embargo, digo: ¿Y Judas de Keriot, Señor? Después de tu partida, me lo encontré vociferando como un demonio en medio de un grupo de alumnos de los rabíes. Te acusaba y defendía al mismo tiempo. Estoy seguro de que estaba convencido de actuar bien. Ellos querían encontrarte culpas, ciertamente estimulados por sus maestros. Él rebatía las acusaciones con pasión enardecida. Decía:

«Sólo una culpa tiene mi Maestro: hacer resaltar demasiado poco su poder. Deja pasar el momento oportuno. Cansa a los buenos con su excesiva mansedumbre. ¡Rey es, debe actuar como rey! Vosotros lo tratáis como a un siervo, porque es manso. Y El, por ser sólo manso, se destruye. Para vosotros, que sois viles y crueles, no hay otra cosa aparte del azote de un poder absoluto y violento. ¡Ah, si pudiera hacer de El un violento Saúl!”
Jesús menea la cabeza sin decir nada.

-De todas formas, a su manera, te ama -observa Nicodemo.
-¡Qué hombre más desconcertante! -exclama Lázaro.
-Sí. Bien has dicho. Yo no lo entiendo, y hace dos años que estoy con él -confirma el Zelote.
María de Magdala se alza, con majestuosidad de reina, y con su espléndida voz proclama:

-Yo lo he entendido más que todos: es el oprobio al lado la Perfección. Y no hay nada más que decir -y sale para alguna gestión, llevándose consigo a Margziam.
-Quizás María tiene razón -dice Lázaro.
-También lo creo yo -dice José.

-¿Y Tú, Maestro, qué dices?

-Digo que Judas es "el hombre". Como lo es Gamaliel. El hombre limitado junto a Dios infinito. El hombre está tan restringido en su pensamiento, mientras no lo airean sobrenaturalmente, que puede acoger una sola idea, incrustarla dentro de sí, o incrustarse en ella, y quedarse así. Incluso contra la evidencia. Terco.

Obstinado. Incluso por fidelidad hacia la cosa que más le ha impresionado. En el fondo, Gamaliel tiene una fe, como pocos en Israel, en el Mesías que vislumbró y reconoció en un  niño. Y es fiel a las palabras de aquel niño… Y lo mismo Judas. Saturado de la idea mesiánica como la mayor parte de Israel la a cultiva, confirmado en ella por mi primera manifestación a él, ve, quiere ver, en el Cristo el rey. El rey temporal y poderoso... Y es fiel a este concepto suyo. ¡Cuántos, incluso en el futuro, se malograrán por una concepción de fe equivocada, terca contra toda razón! ¿Pero qué creéis, que es fácil seguir la verdad y la Justicia en todas las cosas? ¿Qué creéis, que es fácil salvarse sólo porque se sea un Gamaliel y un Judas apóstol?

No. En verdad, en verdad os digo que es más fácil que se salve un niño, un fiel común, que uno elevado a especial cargo y a especial misión. Generalmente entra, en los llamados a extraordinaria suerte, la soberbia de su vocación, y esta soberbia abre las puertas a Satanás, expulsando a Dios. Las caídas de las estrellas son más fáciles que las de las piedras. El Maldito trata de apagar los astros y se insinúa, se insinúa tortuoso para hacer de palanca contra los elegidos y poder volcarlos. Si miles de hombres caen en los errores comunes, su caída no arrastra nada más que a ellos mismos. Pero si cae uno de los elegidos para una extraordinaria suerte, y viene a ser instrumento de Satanás en vez de serlo de Dios, su voz en vez de "mi" voz, su discípulo en vez de "mi" discípulo, entonces la ruina es mucho mayor y puede dar origen incluso a profundas herejías que dañan a un número sin número de espíritus. El bien que Yo doy a una persona producirá mucho bien si cae en un terreno humilde y que sabe permanecer humilde; pero, si cae en un terreno soberbio o que se hace soberbio por el don recibido, entonces de bien se transforma en mal. A Gamaliel le fue concedida una de las primeras epifanías del Cristo. Debía ser su precoz llamada a Cristo; sin embargo, es la razón de su sordera a mi voz que lo llama.

A Judas le ha sido concedido ser apóstol: uno de los doce apóstoles entre los millares de hombres de Israel. Debía ser esto su santificación. Pero, ¿qué será?... Amigos míos, el hombre es el eterno Adán... Adán tenía todo. Todo menos una cosa. Quiso ésa.

¡Y si el hombre se queda en Adán! ¡Ah, pero muy a menudo se transforma en Lucifer! Tiene todo menos la divinidad. Quiere la divinidad. Quiere lo sobrenatural para causar asombro, para ser aclamado, temido, conocido, celebrado...

Y, para conseguir algo de eso que sólo Dios puede gratuitamente dar, se agarra fuertemente a Satanás, que es el Simio de Dios y da sucedáneos de dones sobrenaturales.

¡Qué horrenda suerte la de estos que se han transformado en demonios! Os dejo, amigos. Me retiro bastante. Tengo necesidad de recogerme en Dios...   

Jesús, muy turbado, sale... Los que se quedan (Lázaro, José, Nicodemo y el Zelote) se miran.
-¿Has visto cómo se ha turbado? -pregunta en voz baja José a Lázaro.

-Sí, lo he visto. Parecía como si estuviera viendo un espectáculo horrendo.

-¿Qué tendrá en el corazón? -pregunta Nicodemo.
-Sólo Él y el Eterno lo saben -responde José -¿Tú no sabes nada, Simón?

-No. Lo cierto es que hace meses que está muy angustiado.
-¡Dios lo proteja! Pero lo cierto es que el odio aumenta.
-Sí, José. El odio aumenta... Creo que pronto el Odio va a vencer al Amor.

-¡No digas eso, Simón! ¡Si debe suceder así, no volveré a pedir la curación! Mejor morir que asistir al más horrendo de los errores».

-De los sacrilegios, debes decir, Lázaro...
.Y... Israel es capaz de esto. Está maduro para repetir el gesto de Lucifer declarando la guerra al Señor bendito -suspira Nicodemo.

Un silencio penoso se forma, cual mordaza que estrangula todas las gargantas... Declina la tarde en la habitación en que cuatro hombres honestos piensan en los futuros delincuentes.  
   


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