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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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454- María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
Se viene la noche, trayendo brisas que refrescan después de tanto calor, y penumbras de alivio después de tanto sol.
Jesús se despide de los de Ippo, bien firme en su propósito de no prorrogar la partida, pues quiere estar en Cafarnaúm para el sábado. La gente se aleja sin ganas. Alguno, obstinado, lo sigue incluso fuera de la ciudad.
Entre éstos está la mujer de Afeq, viuda, que en el arrabal del lago rogó al Señor que la eligiera como tutora del pequeño Alfeo, a quien su madre no quería. Se ha incorporado al grupo de las discípulas y ya está muy familiarizada con ellas (tanto, que la tratan como a una de la familia). Ahora está con Salomé, hablando muy animadamente con ella, en tono bajo.
Más atrás va María con su cuñada, y ajustan su paso al del pequeñuelo, que camina en medio de ellas, dando la mano a las dos. Se divierte en saltar en el borde de todas las piedras de la calzada construida por las romanos ciertamente por estar hecha así, de piedras regulares. Y ríe, diciendo cada vez:
-¿Ves qué bien lo hago? ¡Mira, mira otra vez!
Un juego que creo que habrán hecho todos los niños del mundo, cuando van de la mano de los que sienten para sí afectuosos. Y las dos santas criaturas, que lo sujetan de la mano muestran gran interés en su juego y lo alaban por la habilidad con que se ve que salta.
El pobre pequeñuelo ha recobrado lozanía en pocos días de vida pacífica y amorosa; la expresión de sus ojos es festiva, como la de los niños felices, y la sonrisa argentina de su boca lo hace incluso más guapo, y, sobre todo, más niño, no teniendo ya esa expresión que tenía en el anochecer de la partida de Cafarnaúm, de hombrecito prematuramente triste.
María de Alfeo, observando esto y oyendo algunas palabras de Sara, la viuda, dice a su cuñada:
-¡Así sería perfecto! Si yo fuera Jesús, se lo entregaría.
-Tiene una madre, María...
-¿Madre? ¡No lo digas! Es más madre una loba que esa desalmada.
-Es verdad. Pero aunque no sienta el deber hacia su hijo, sigue teniendo el derecho respecto al hijo.
-¡Mmm! ¡Para hacerle sufrir! ¡Fíjate, está mucho mejor!
-Ya lo veo. Pero... Jesús no tiene el derecho de arrebatar los hijos a las madres, ni siquiera para dárselos a quien los amaría.
-Tampoco los hombres tendrían derecho a... Basta. Yo sé a qué me refiero.
-Te comprendo... Quieres decir: tampoco los hombres tendrían derecho a quitarte el Hijo a ti, y, no obstante, lo harán... Pero, haciendo esto, un acto humanamente cruel, provocarán un bien infinito. Esto, sin embargo, no sé si sería un bien para aquella mujer...
-Para el niño sí. Pero ¿por qué Jesús nos dijo aquella cosa horrenda? No tengo paz desde que la sé...
-¿Y no sabías ya antes que el Redentor debía padecer y morir?
-¡Sí que lo sabía! ¡Pero no sabía que era Jesús! ¡Que lo he querido, ¿eh?! Más que a mis propios hijos. Tan guapo, tan bueno... ¡Oh! Te le envidiaba, María mía, cuando era niño, y también siempre... siempre... Me dolía un simple soplo de viento que sufriera Él... No puedo pensar que será torturado...
María Cleofás llora en su velo.
Y María, la Madre, la consuela:
-María mía, no mires la cosa desde el lado humano. Piensa en sus frutos... Yo, ya te puedes imaginar como veo irse la luz cada día... Cuando muere la luz, digo: un día menos de tener a Jesús... ¡Oh! ¡María! Por una cosa, sobre todo, doy gracias al Altísimo, por haberme concedido alcanzar el amor perfecto -perfecto hasta lo que puede poseer una criatura-, que me concede poder medicar y fortificar mi corazón diciendo: "Su dolor y el mío son útiles para mis hermanos: bendito sea el Dolor". Si no amara así al prójimo... no podría, no, pensar que van a matar a Jesús...
-¿De qué magnitud es, entonces, tu amor? ¿Qué amor hay que tener para poder decir esas palabras?, ¿para... para... no huir con el propio hijo, defenderlo y decir al prójimo: "Mi primer prójimo es mi hijo y a él lo amo sobre todas las cosas"?
-Es a Dios a quien hay que amar sobre todas las cosas.
-Y Él es Dios.
-Él hace la voluntad del Padre y yo con Él. ¿Que de qué magnitud es mi amor? ¿Que qué amor hay que tener para poder decir esas palabras? El amor de fusión con Dios, la unión total, el abandono total, vivir perdidas en Él, no ser ya sino una parte de Él, de la misma forma que la mano es una parte de ti misma y hace lo que tu cabeza ordena. Este es mi amor y es el amor que se debe tener para hacer siempre con buena voluntad la voluntad de Dios.
-Pero tú eres tú. Eres la Bendita entre todas las criaturas. Seguro que lo eras ya antes de tener a Jesús, porque Dios te eligió para tenerlo, y te es fácil...
-No, María. Yo soy la Mujer y la Madre como toda mujer y madre. El don de Dios no suprime a la criatura, que tiene su humanidad como todas las demás, aunque el don le dé una espiritualidad muy fuerte. Tú sabes ya que yo he debido aceptar el don con voluntad espontánea y con todas las consecuencias que el don comportaba. Porque todo don divino es una gran bienaventuranza, pero también un fuerte compromiso. Y Dios no violenta a ningún hombre para que acepte sus dones, sino que pregunta a la criatura, y si la criatura, a la voz espiritual que le habla, contesta: "No", Dios no la fuerza. Todas las almas, al menos una vez en la vida, reciben la propuesta de Dios acerca de...
-¡Yo no! ¡A mí no me ha pedido nunca nada! -exclama segura María de Alfeo.
María Virgen sonríe mansamente y responde:
-No te has percatado y tu alma ha respondido sin que te dieras cuenta; y eso es porque amas ya mucho al Señor.
-¡Te digo que no me ha hablado nunca!...
-¿Y por qué, entonces, estás aquí, como discípula, siguiendo a Jesús? ¿Y por qué, entonces, esa aflicción tuya porque tus hijos, todos, sean seguidores de Jesús? Sabes lo que significa seguirlo, y no obstante quieres que tus hijos lo sigan.
-¡Así es! Quisiera darle todos mis hijos. Entonces verdaderamente diría que he dado a luz, a la Luz, a mis hijos. Y oro, oro porque pueda darlos a Luz, a Jesús, con una verdadera, eterna maternidad.
-¡Pues ya lo ves! ¿Y por qué eso? Porque Dios te preguntó un día y te dijo: "María, ¿me concederías a tus hijos para ser mis ministros en la nueva Jerusalén?". Y tú respondiste: "Sí, Señor". Y también ahora, que sabes que el discípulo no es más que el Maestro, respondes a Dios -que te pregunta aún para probar tu amor-, respondes: "Sí, mi Señor. ¡Lo que quiero es que sean tuyos!". ¿No es así?
-Sí, María. Es así. Es verdad. Soy tan ignorante que no sé comprender lo que sucede en el alma. Pero cuando Jesús o tú me hacéis pensar, digo que es verdad. Es realmente verdad. Digo que... querría verlos muertos por los hombres antes que enemigos de Dios... Claro que... si los viera morir... si... ¡oh! Bueno, pero el Señor... el Señor me ayudaría, ¡eh!, en esa hora... ¿O te ayudará sólo a ti?
-Ayudará a todas sus hijas fieles y mártires en el espíritu, o en el espíritu y en la carne para gloria suya.
-¿Pero a quién van a matar? -pregunta el niño, que, oyendo esto que dicen, ha dejado de dar brincos y ha estado atentísimo. Y también pregunta, entre un poco curioso y un poco atemorizado, mirando acá y allá, hacia los campos solitarios que se van poniendo oscuros:
-¿Hay bandidos? ¿Dónde están?
-No hay bandidos, niño. Y, por ahora, a nadie van a matan Salta, sigue saltando... -responde María Stma.
Jesús, que estaba muy adelante, se ha parado a esperar a las mujeres. De los que lo han seguido desde Ippo, están todavía tres hombres y la viuda; los otros se han decidido, uno después de otro, a dejarlo y a volver a su ciudad.
Los dos grupos se reúnen. Jesús dice:
-Vamos a estar aquí a la espera de la Luna. Luego seguiremos, para entrar al amanecer en la ciudad de Gamala.
-¡Pero Señor! ¿No te acuerdas de cómo te echaron de allí? Te suplicaron que te marcharas...
-¿Y eso qué significa? Me marché y ahora vuelvo. Dios es paciente y prudente. En aquel momento, estando nerviosos, no eran capaces de acoger la Palabra, que para ser fructífera debe ser recibida con el ánimo en paz. Acordaos de Elías (lReyes l9, l3-l8) y de su encuentro con el Señor en el Horeb, y considerad que Elías era ya un ánimo amado del Señor y acostumbrado a entenderlo.
Sólo en la paz de una brisa ligera, cuando el ánimo descansaba, después de las zozobras, en la paz e la Creación y del yo honesto, habló el Señor; sólo entonces.
Y el Señor ha esperado a que la zozobra que dejara la legión de demonios como recuerdo de su paso por aquella región -porque si el paso de Dios es paz, el paso de Satanás es turbación-cesara, y se hicieran cristalinos corazón e intelecto, para volver a estos de Gamala, que todavía son sus hijos. No temáis. No nos causarán ningún daño.
La viuda de Afeq se acerca y se arrodilla:
-¿Y a mi casa no vas a venir, Señor? También Afeq está llena de hijos de Dios...
-Áspero es el camino y breve el tiempo. Tenemos con nosotros a las mujeres y tenemos que regresar para el sábado a Cafarnaúm. No insistas, mujer -dice Judas Iscariote casi apartándola,
-Es que... Quería que se persuadiera de que podría tener bien conmigo al niño.
-Pero tiene a su madre, ¿comprendes? -replica Judas Iscariote, y lo dice con descortesía.
-¿Sabes algún camino corto entre Gamala y Afeq? -pregunta Jesús a la mujer, que se ha quedado compungida.
-¡Sí! Un camino de montaña, pero bueno, y fresco porque atraviesa bosques. Y para las mujeres, pago yo; se pueden alquilar asnos...
-Iré a tu casa para consolarte, aunque no puedo darte al niño porque tiene a su madre. Pero te prometo que pensaré en ti si Dios determina que el inocente aborrecido halle amor de nuevo.
-Gracias, Maestro. Eres bueno -dice la viuda, y mira a Judas de una forma que quiere decir: "Y tú eres malo".
El niño, que ha oído y comprendido, al menos en parte, y que le ha cogido cariño también a la viuda (la cual lo conquista con caricias y dándole algunas cosas buenas de comer), un poco por un movimiento natural de reflexión y un poco por ese espíritu de imitación propio de los niños, repite exactamente lo que ha hecho la viuda, lo único que no hace es postrarse a los pies de Jesús, pero sí se agarra a sus rodillas y levanta la carita, blanca de luna, y dice:
-Gracias, Maestro. Eres bueno.
Y no se limita a eso; quiere dejar bien claro lo que piensa, así que termina:
-Y tú, malo -y, para que no haya posibles errores de persona, da una patadita con su pie en el pie de Judas Iscariote.
La carcajada de Tomás es fragorosa, y arrastra a los demás a reírse, mientras dice:
« -¡Pobre Judas! ¡Está escrito, ¿eh?, que los niños no te quieran! Cada cierto tiempo un niño te juzga, y siempre tan mal...
Judas tiene tan poco buen temple, que muestra su ira, una ira injusta, desproporcionada a la causa y al objeto que la provoca, y que se desahoga arrancando con malos modales al pequeñuelo de las rodillas de Jesús y empujándolo hacia atrás gritando:
-¡Esto pasa cuando en las cosas serias se representan pantomimas. No es ni decoroso ni útil llevar con nosotros a un apéndice de mujeres y bastardos...
-¡Eso sí que no! Tú has conocido a su padre. Era esposo legítimo y hombre justo -dice severo Bartolomé.
-¿Y? ¿Ahora éste no es un callejero, un futuro ladrón? ¿No es causa de que se hagan a nuestras espaldas comentarios poco buenos? Han pensado que era hijo de tu Madre... ¿Y dónde está el esposo de tu Madre para justificar un hijo de esta edad? 0 creen que es de uno de nosotros, y...
-Basta. Hablas el lenguaje del mundo. Pero es que el mundo habla en el fango, a las ranas, a las culebras, a los lagartos, a todos los animales inmundos... Ven, Alfeo. No llores. Ven conmigo. Te llevo en brazos Yo.
La pena del niño es grande. Todo su dolor de huérfano y de niño aborrecido por su madre, dolor adormecido en esos días de paz, emerge de nuevo, vuelve a bullir, se desborda.
Más que por las abrasiones que se ha hecho en la frente y en las manos al caer en el terreno pedregoso -abrasiones que las mujeres limpian y besan para consolarlo- él llora por su dolor de hijo sin amor.
Un llanto largo, desgarrador, con invocaciones a su padre muerto, a su madre... ¡Oh pobre niño!
Lloro con él yo, la siempre desestimada de los hombres; y como él me refugio en los brazos de Dios, hoy, aniversario de los funerales de mi padre; hoy, día en que una injusta decisión me priva de la Comunión frecuente...
Jesús lo toma, lo besa, lo acuna y consuela, y camina delante de todos, llevando en sus brazos al inocente, bajo el claro de luna... Y, mientras los sollozos menguan lentamente y enralecen, se puede oír en el silencio nocturno la voz de Jesús que dice:
-Estoy Yo, Alfeo. Yo por todos. Yo, para hacerte de padre y madre. No llores. Tu padre está mi lado y te besa conmigo. Los ángeles te cuidan como si fueran madres: todo el amor, todo el amor si eres bueno e inocente está contigo... y la voz ronca de uno de los tres de Ippo que están allí que dice:
«El Maestro es bueno, y atrae; pero sus discípulos no. Yo me voy...»; y la voz severa del Zelote, que dice a Judas Iscariote: « ¿Ves lo que haces?».
Y luego, cuando la única que queda entre las discípulas, suspirando con ellas, es la viuda de Afeq, se oye únicamente el rumor disminuido de los pasos, porque los tres de Ippo se han marchado. Y dura hasta que se detienen en una amplia gruta, quizás refugio de pastores (porque hay en ella un estrato de escobilla y helecho, poco antes cortados y extendidos en el suelo para que se sequen).
-Vamos a pararnos aquí. Vamos a agrupar este lecho de la Providencia para las mujeres. Nosotros podemos echarnos aquí fuera, en la hierba del suelo -dice Jesús. Y así lo hacen, mientras la Luna navega llena en el firmamento.
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