Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

509- El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido del Templo


Pedro entra y cae en el mismo estado de abatimiento en que cayó en el Jordán después de vadear en Betabara: se relaja derrengado en el primer asiento que encuentra y mete la cabeza entre las manos.

Los otros no están tan abatidos. Pero turbados, pálidos, yo diría: desconcertados, lo están todos; unos más, otros menos. Los hijos de Alfeo, Santiago de Zebedeo y Andrés no responden casi al saludo de José de Seforí y de la mujer de éste (la cual llega con una anciana criada y con pan caliente y alimentos varios). Margziam presenta signos de haber llorado. Isaac acude hacia Jesús y le toma la mano y se la acaricia susurrando:

-Igual que en la noche de la matanza... Y otra vez salvo.

¡Oh, mi Señor, hasta cuándo? ¿Hasta cuándo podrás salvarte?

Éste es el grito que abre las bocas, y todos, confusamente, hablan, refiriendo los maltratos, las amenazas, los miedos sufridos...

Otro golpe en la puerta.

-¿Oye no nos habrán seguido? ¡Ya había dicho yo que viniéramos en pequeños grupos!... -dice Judas Iscariote.

-Hubiera sido mejor, sí. Los tenemos siempre pisándonos los talones. Pero ya... -dice Bartolomé.

José, aunque con pocas ganas, va personalmente a mirar por el ventanillo mientras su mujer dice:

-Desde la terraza podéis bajar a las cuadras y de allí al huerto de atrás. Os lo voy a mostrar...

Pero, mientras se encamina, su marido exclama:

-¡El Anciano José! ¡Qué honor! -y abre la puerta y deja entrar a José de Arimatea.

-Paz a ti, Maestro. Estaba y he visto... Saliendo yo del
Templo profundamente asqueado, Manahén me ha encontrado. Y no poder intervenir, no poder hacerlo, para serte más útil y... ¡Oh!, ¿estás también tú aquí, Judas de Keriot? Tú podrías hacerlo, tú que eres amigo de tantos. ¿No sientes el deber de hacerlo, tú que eres su apóstol?

-Tú eres discípulo...
-No. Si lo fuera, lo seguiría como le siguen otros. Soy un amigo suyo.
-Es lo mismo.
-No. También Lázaro es amigo suyo, y no querrás decir que es discípulo...
-En el alma, sí.

-Todos los que no son diablos son discípulos de su palabra, porque la sienten palabra de Sabiduría.

La pequeña disputa entre José y Judas de Keriot se agota, mientras José de Seforí, comprendiendo ahora -no antes-que algo malo ha sucedido, pregunta a éste o a aquél con interés y muestras de dolor.

-¡Hay que decírselo a José de Alfeo! ¡Eso hay que decirlo! Y encargaré... ¿Qué quieres, José? -pregunta, volviéndose al Anciano, que le ha tocado el hombro para preguntarle algo.

-Nada. Sólo quería felicitarte por tu buen aspecto. Éste es un buen israelita. Fiel y justo en todo. ¡Sí, yo lo sé! De él se puede decir que Dios lo ha probado y conocido...
Otra llamada a la puerta.

Los dos José se dirigen juntos hacia ella para abrirla, y veo que José de Arimatea se inclina para decirle al oído algo al otro, que reacciona con un gesto de viva sorpresa y se vuelve un momento a mirar hacia los apóstoles. Luego abre la puerta.

Nicodemo y Manahén entran, seguidos de todos los pastores-discípulos presentes en Jerusalén, o sea, de Jonatán y de los que fueron discípulos de Juan el Bautista. Luego, con ellos, está el sacerdote Juan junto con otro muy anciano, y Nicolái. Y, al final de todos, Nique con la jovencita que le ha sido confiada por Jesús, y Analía con su madre. Se quitan el velo que esconde sus caras y aparecen sus rostros turbados.

-¡Maestro! ¿Pero qué te está sucediendo? Lo he sabido... antes por la gente que por Manahén... La ciudad está llena de estas voces, como una colmena de zumbidos. Y los que te aman te buscan con solicitud en los lugares donde piensan que estás. Claro, también han ido a tu casa, José... Yo misma estaba yendo a las casas de Lázaro... ¡Esto es demasiado! ¿Cómo te has salvado?

-La Providencia ha velado en defensa de mí. No lloren las discípulas; antes bien, bendigan al Eterno y fortalezcan el propio corazón. Y, a todos vosotros, gracias y bendiciones. No está del todo muerto el amor en Israel. Y ello me consuela.

-Sí. Pero no vayas más al Templo, Maestro. Durante mucho no vayas. ¡No vayas!

Las voces son unánimes al decir estas palabras, y el angustioso "no vayas" retumba entre las robustas paredes de la vieja casa con voz de suplicante advertencia.

El pequeño Marcial, escondido en alguna parte, siente ese rumor y, curioso, acude y mete la carita en la fisura de la cortina. Y al ver a María va donde ella y se refugia entre sus brazos por temor a la reprensión de José de Seforí. Pero José está demasiado intranquilo y ocupado en escuchar a uno o a otro, en aconsejar, en aprobar, etc. como para ocuparse de él, y lo ve sólo cuando el niño -al que la anciana María ha dicho algo-va donde Jesús y, echándole los brazos al cuello, lo besa. Jesús le coge con un brazo y lo arrima a sí, mientras responde a los muchos que le dicen lo que creen que sea mejor hacer.

-No. No me muevo de aquí. A casa de Lázaro, que me esperaba, id vosotros a decir que no puedo. Yo, galileo y amigo de años de la familia, me quedo aquí hasta el ocaso de mañana. Y luego... pensaré a dónde ir...

-Siempre dices esto, y luego vuelves allá. Pero ya no te dejaremos ir. Yo al menos. Verdaderamente te he creído perdido... -dice Pedro, y dos lágrimas se le forman de nuevo en la comisura de sus ojos abombados.

-Nunca he visto una cosa así. Y ya basta. Esto me ha hecho decidirme. Si no me rechazas... Estoy ya demasiado viejo para el altar, pero para morir por ti valgo todavía. Y moriré, si hace falta, entre el vestíbulo y el altar, como el sabio Zacarías; o como Onías, defensor del Templo y del Tesoro (2 Crónicas 24, l7-22; 2 Macabeos 4, 30-35) , moriré fuera del sagrado recinto al que he consagrado mi vida.

¡Pero Tú me abrirás un lugar más santo! ¡No, no puedo seguir viendo la abominación! ¿Por qué mis viejos ojos han tenido que ver tanto? ¡La abominación vista por el Profeta (Daniel 9, 27; ll, 3l; l2, ll) está ya dentro de los muros, y sube, sube como un movimiento de aguas que la riada empuja para sumergir a una ciudad! ¡Sube, sube! Invade los patios y los pórticos, supera los escalones, penetra más adelante.

¡Sube! ¡Sube! ¡Choca ya contra el Santo! ¡La ola fangosa lame ya las piedras que pavimentan el sagrado lugar! ¡Ensombrece los exquisitos colores! ¡Ensucia ya el pie del Sacerdote! ¡Moja la túnica! ¡Empapa el efod! ¡Vela las piedras del racional y ya no se pueden leer las palabras! ¡Oh! ¡Oh! Las ondas de la abominación suben hasta el rostro del Sacerdote Sumo y lo embadurnan, y la Santidad del Señor está debajo de una costra de fango, y la tiara es como un tejido caído en un pantano lodoso. ¡Fango! ¡Fango! ¿Pero sube desde fuera, o es que desde lo alto del Moria rebosa y cae sobre la ciudad y sobre todo Israel?

¡Padre Abraham! ¡Padre Abraham! ¿No querías encender allí el fuego del sacrificio (Génesis 22, l-l8) para que resplandeciera el holocausto del corazón fiel? ¡Ahora, donde debía haber fuego, brota lodo a borbotones! Isaac está en medio de nosotros y el pueblo lo inmola. Pero si pura es la Víctima... si pura es la Víctima... emponzoñados están los sacrificadores. ¡Anatema sobre nosotros! ¡Encima del monte el Señor verá la abominación de su pueblo!... ¡Ah! -y el viejo, que está con el sacerdote Juan, cae abatido al suelo, se cubre la cara y rompe en un desolado llanto de anciano.

-Te lo traía... Hace mucho que quiere... Pero hoy, después de lo que ha visto, nadie podía retenerlo... El anciano Matán (o Natán) tiene frecuentemente espíritu profético, y si bien la vista de sus pupilas se vela cada vez más, la de su espíritu cada vez más se ilumina. Acepta a mi amigo, Señor -dice el sacerdote Juan.

-No rechazo a nadie. Álzate, sacerdote, y alza el espíritu. En lo alto no hay fango. Y el fango no toca a quien sabe estar arriba.

El viejo se alza (pero, lleno de reverencia, antes de hacerlo, toma el borde extremo de la túnica de Jesús y lo besa).

Las mujeres, especialmente Analía, todavía lloran en su velo, conmovidas. Las palabras del anciano aumentan su llanto. Jesús las llama y ellas, desde su rincón, van cabizbajas hasta el Maestro. Si Nique y la madre de Analía saben reprimir el llanto y tenerlo casi escondido, la joven discípula solloza abiertamente, sin contención respecto a quienes la observan no con el mismo sentimiento.

-Perdónala, Maestro. Te debe la vida y te ama. No soporta pensar que te dañen. Y además se ha quedado tan... sola y tan... triste después de que... -dice la madre.

-¡No, no es por eso! ¡No, no es por eso! ¡Señor! ¡Maestro! ¡Salvador mío! Yo... Yo... -Analía no logra hablar, parte por los sollozos, parte por vergüenza, o por otros motivos.

-Ha temido represalias porque es discípula. Sin duda es por eso. Muchos se marchan por ese motivo... -dice Judas Iscariote.

-¡No! ¡Menos todavía por eso! Tú no comprendes nada, hombre, o es que prestas tu pensamiento a otros. Pero Tú, Señor, sabes por qué lloro. Mi temor ha sido que hubieras muerto y que no te hubieras acordado de la promesa... -termina en suspiro, después de haber dicho con fuerza las primeras palabras, al rebelarse a la insinuación de Judas.
Jesús le responde:

-Nunca olvido. No temas. Ve a tu casa tranquila a esperar la hora de mi triunfo y de tu paz. Ve. De un momento a otro se pondrá el sol. Retiraos, mujeres. Y la paz sea con vosotras.

-Señor, no querría dejarte... -dice Nique.
-La obediencia es amor.
-Es verdad, Maestro. ¿Pero por qué no yo también como Elisa?

-Porque tú me eres útil aquí como ella en Nob. ¡Ve, Nique, ve! Que algunos hombres acompañen a las mujeres para que no sean importunadas.
Manahén y Jonatán se preparan a obedecer. Pero Jesús para a Jonatán preguntándole:

-¿Entonces vuelves a Galilea?
-Sí, Maestro. El día después del sábado. Me manda mi patrón.

-¿Tienes sitio en el carro?
-Voy solo, Maestro.
-Entonces llevarás contigo a Margziam y a Isaac. Tú, Isaac, sabes lo que debes hacer; y tú también, Margziam...
-Sí, Maestro -responden los dos, Isaac con su pacífica sonrisa, Margziam con un temblor de llanto en la voz y en los labios.

Jesús lo acaricia y Margziam, olvidando todo comedimiento, se deja caer sobre su pecho y dice:

-¡Dejarte... ahora que te persiguen todos!... ¡Oh, Maestro mío! ¡No volveré a verte!... Has sido todo mi Bien. ¡Todo he encontrado en ti!... ¿Por qué me mandas irme? ¡Déjame morir contigo! ¿Qué crees que me importe ya la vida, si no te tengo a ti?

-Te digo a ti lo que le he dicho a Nique. La obediencia es amor.

-¡Me voy! ¡Bendíceme, Jesús!
Jonatán se marcha con Manahén, con Nique y las otras tres mujeres. También los otros discípulos se marchan en pequeños grupos.

Sólo cuando la habitación -antes muy llena-casi se vacía, se nota la falta de Judas de Keriot. Y muchos se sorprenden, porque estaba allí poco antes y no ha recibido ningún encargo.

-Habrá ido a comprar para nosotros -dice Jesús para impedir comentarios, y sigue hablando con José de Arimatea y Nicodemo, que son los únicos que, junto con los once apóstoles y Margziam, se han quedado. Margziam está al lado de Jesús con la avidez de disfrutar de Él estas últimas horas. Así, Jesús está entre Margziam, jovencito, Marcial, niño, morenitos, delgaditos, igualmente infelices en su niñez e igualmente recogidos en nombre de Jesús por dos buenos israelitas.

José de Seforí y su esposa se han eclipsado prudentemente para dejar libre al Maestro.
Nicodemo pregunta:

-¿Quién es este niño?
-Es Marcial. Un niño que José ha tomado como hijo.
-No lo sabía.

-Nadie, o casi nadie, lo sabe.
-Muy humilde, ese hombre. Otro habría sacado a relucir su acción -observa José.

-¿Tú crees?... Marcial, ve a enseñarle la casa a Margziam... -dice Jesús. Y, una vez que los dos se han marchado, sigue hablando:

-Estás en un error, José. ¡Qué difícil es juzgar con justicia!

-Pero, Señor, recoger a un huérfano, porque está claro que es un huérfano, y no jactarse de ello, es humildad.
-El niño, lo dice su nombre, no es de Israel...
-¡Ah, ahora entiendo! Hace bien entonces en tenerlo oculto.

-Pero ha sido circuncidado...
-No importa... Ya sabes... También Juan de Endor estaba circuncidado... y fue para ti ocasión de censura. José, que además es galileo, podría tener problemas, a pesar de la circuncisión. Hay muchos huérfanos también en Israel... La verdad es que con ese nombre... y con el aspecto...

-¡Hay que ver: sois todos "Israel", incluso los mejores; incluso cuando hacéis el bien no comprendéis y no sabéis ser perfectos! ¿No entendéis todavía que Uno solo es el Padre de los Cielos, y que todas las criaturas son hijas suyas?

¿No entendéis todavía que el hombre puede recibir un único premio o un único castigo, que sean verdaderamente premio o castigo? ¿Por qué haceros esclavos del miedo a los hombres?

¡Ah!, esto es el fruto de la corrupción de la Ley divina, tan trabajada, tan oprimida por leyezuelas humanas, que se llega a ofuscar y a oscurecer incluso el pensamiento del justo que la practica.

¿Acaso en la Ley mosaica -y, por tanto, divina-, o en la premosaica -únicamente moral, o surgida por inspiración celeste-está escrito que el que no era de Israel no podía entrar a formar parte de él? ¿No se lee en el Génesis (Génesis l7, l2): "Cumplidos ocho días, todo niño varón que esté entre vosotros sea circuncidado; tanto el nacido en casa como el comprado, aunque no sea de vuestra estirpe, sea circuncidado"? Esto estaba escrito.

Cualquier otro añadido es vuestro. Se lo he dicho a José y os lo digo a vosotros. Pronto ya no tendrá excesiva importancia la circuncisión antigua. Una nueva, y más verdadera, será aplicada, y en parte más noble. Pero mientras la primera siga, y vosotros, por fidelidad al Señor, la apliquéis al varón nacido de vosotros, o adoptado por vosotros, no os avergoncéis de haberlo hecho en carne de otra estirpe.

La carne es del sepulcro, el alma es de Dios. Se circuncida la carne al no poder circuncidar lo que es espiritual. Pero la señal santa resplandece en el espíritu. Y el espíritu es del Padre de todos los hombres. Meditad en esto.

Un momento de silencio. Luego José de Arimatea se levanta y dice:

-Me marcho, Maestro. Ven mañana a mi casa.
-No. Es mejor que no vaya.
-Entonces a la mía, a la casa que está en el camino que del monte de los Olivos va hacia Betania. Allí hay paz y...
-Tampoco. Iré al monte de los Olivos. Para orar... Mi espíritu busca soledad. Os ruego que me consideréis disculpado.

-Como quieras, Maestro. Y... no vayas al Templo. La paz a ti.
-La paz a vosotros.
Los dos se marchan...

-¡Yo quisiera saber a dónde ha ido Judas! -exclama Santiago de Zebedeo.

-Yo diría que donde los pobres.
-¡Pero está aquí la bolsa!

-No haced caso... Vendrá...

Vuelve María de José con unas lámparas, porque la luz ya no rompe el espesor de la plancha de mica puesta como lucernario en la espaciosa habitación. Y vuelven los dos chicos.
-Estoy contento de dejarte con uno que tiene casi mi nombre. Así, cuando lo llames a él, te acordarás de mí -dice Margziam.
Jesús lo estrecha contra sí.

Vuelve también Judas -le ha abierto la criada-. Entra seguro de sí, sonriente, atrevido.

-Maestro, quería ver... La tempestad está calmada. He acompañado a las mujeres... ¡Qué miedosa esa jovencita! No te he dicho nada porque me lo habrías impedido, y quería ver si había peligro para ti. Pero ya ninguno piensa en ello. El sábado vacía las calles.

-Bueno, bien. Ahora vamos a estar aquí en paz y mañana...
-¡No querrás ya ir al Templo! -gritan los apóstoles.
-No. A nuestra sinagoga, donde hay buenos galileos fieles.


   


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