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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

486- En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino


Jesús entra en el Templo.
Viene con sus apóstoles y con numerosísimos discípulos que conozco al menos de cara. Y, al final de todos, pero ya unidos al grupo como queriendo mostrar que quieren ser considerados seguidores del Maestro, caras nuevas, desconocidas todas, menos la sagaz del griego venido de Antioquía, que habla con otros -quizás gentiles como él-y que se detiene, con los que con él hablan, en el patio de los Paganos, mientras Jesús y los suyos prosiguen para entrar en el patio de los Israelitas.

Naturalmente, la entrada de Jesús en el Templo, que está de bote en bote, no pasa desapercibida. Un susurro nuevo se alza, como de una colmena disturbada, un susurro que cubre las voces de los doctores que dan sus lecciones bajo el pórtico de los Paganos.

Lecciones que, por lo demás, se suspenden, como por ensalmo; y alumnos de los escribas corren en todas las direcciones a llevar la noticia de la llegada de Jesús; de forma que cuando Él entra en el segundo recinto, donde está el atrio de los Israelitas, ya bastantes fariseos, escribas y sacerdotes están atropados observándolo. Pero, mientras ora, no le dicen nada, y ni siquiera se le acercan, únicamente lo vigilan.

Jesús vuelve al pórtico de los Paganos. Y ellos detrás. Y la comitiva de los malintencionados aumenta, como también aumenta la de los curiosos o de los bienintencionados. Y susurros en voz baja se mueven entre la gente. De vez en cuando, alguna voz más fuerte:

« ¿Veis como ha venido? Es un justo. No podía faltar a la fiesta». O: « ¿Qué ha venido a hacer?, ¿a extraviar más aún al pueblo?». O también: «¿Estáis contentos ahora?, ¿ahora veis dónde está?, ¡mucho lo habéis preguntado!».

Voces aisladas y apagadas enseguida, ahogadas en las gargantas por miradas significativas de discípulos y seguidores que amenazan, con su propio amor, a los rencorosos enemigos.

Voces irónicas, venenosas, de enemigos que arrojan una chorretada de veneno y después se detienen, porque tienen miedo de la muchedumbre. Y silencio de la muchedumbre después de una manifestación significativa en favor del Maestro, porque tiene miedo a las represalias de los poderosos. El reino del miedo recíproco...

El único que no tiene miedo es Jesús. Anda despacio, con majestad, hacia el lugar a donde quiere ir, un poco absorto, pero pronto para salir de su absorbimiento para acariciar a un niño que una madre le presenta, o sonreír a un anciano que lo saluda bendiciéndolo.

En el pórtico de los Paganos, de pie, erguido, entre un grupo de alumnos, está Gamaliel: con los brazos cruzados, con su esplendorosa vestidura blanquísima y amplísima -que parece aún más blanca en contraste con la gruesa alfombra roja oscura extendida en el suelo en el punto donde esta Gamaliel-, parece estar pensando -la cabeza un poco inclinada-y no interesarse de lo que ocurre. Entre sus discípulos, por el contrario, hay agitación, la agitación de la más grande curiosidad. Uno, pequeñito, incluso se sube a un alto escabel para ver mejor.

Pero, cuando Jesús está a la altura de Gamaliel, el rabí alza el rostro; y sus ojos profundos, bajo su frente de pensador, se clavan un instante en el rostro sereno de Jesús.

Es una mirada escrutadora, mortificante y mortificada. Jesús la siente y se vuelve. Lo mira. Los dos fulgores, el de los ojos negrísimos y el de los ojos de zafiro, se entrelazan: el de Jesús, abierto, manso, que se deja escrutar; el de Gamaliel, impenetrable, tendente a conocer y deseoso de rasgar el misterio de la verdad -porque para él es un misterio el Rabí galileo-, pero farisaicamente celoso de su pensamiento, de modo que se cierra a toda indagación que no sea de Dios. Un instante. Luego Jesús prosigue y el rabí Gamaliel vuelve a reclinar la cabeza sobre el pecho, sordo a toda pregunta recta, ansiosa, de algunos que están en torno a él, o subrepticia y cargada de aborrecimiento de otros:

-¿Es Él, maestro?
-¿Qué opinas tú?
-¡Bien!
-¿Cuál es tu juicio?
-¿Quién es Éste?

Jesús va al lugar que ha elegido para sí. ¡Oh!, ¡no tiene alfombras bajo los pies! Ni siquiera está bajo el pórtico; simplemente, junto a una columna, en pie, erguido, en el escalón más alto, en el fondo del pórtico. El lugar más modesto. En torno a Él, apóstoles, discípulos., seguidores, curiosos; más allá, fariseos, escribas, sacerdotes, rabíes. Gamaliel no deja el sitio donde está.

Jesús se pone a predicar por centésima vez la venida del Reino de Dios y la preparación de este Reino. Y yo podría decir que, ampliados en potencia, repite los mismos conceptos tratados, casi en el mismo lugar, veinte años antes. Habla de la profecía de Daniel, del Precursor anunciado por los profetas; recuerda la estrella de los Magos, la matanza de los Inocentes.

Y, sentadas estas premisas para mostrar los signos de la venida del Cristo a la Tierra, cita, como corroboración de su venida, los signos actuales que acompañan al Cristo docente, como antes los otros acompañaban al adviento del Cristo encarnado, o sea, recuerda la contradicción que lo acompaña, la muerte del Precursor, y los milagros que continuamente se producen, confirmando que Dios está con su Cristo.

No ataca nunca a sus antagonistas. Parece no verlos siquiera. Habla para confirmar en la fe a sus seguidores, para iluminar acerca de la verdad a aquellos que, sin culpa, están todavía en tinieblas respecto a ella...

Una voz áspera se deja oír desde el extremo de la gente:

-¿Cómo puede Dios estar en tus milagros, si se producen en día prohibido? Incluso ayer has curado a un leproso en el camino de Betfagé.

Jesús mira al que lo ha interrumpido, pero no responde.

Sigue hablando de la liberación del dominio que oprime a los hombres, y de la instauración del Reino de Cristo, eterno, invencible, glorioso, perfecto.

-Y esto, ¿cuándo? -dice un escriba haciendo risitas. Y añade:

-Ya sabemos que quieres hacerte rey. Pero un rey como Tú sería la ruina de Israel. ¿Dónde está tu potencia de rey?; ¿dónde, los soldados?;¿dónde, los tesoros?; ¿dónde, las alianzas? ¡Estás desquiciado!

Y muchos como él menean la cabeza riéndose con menosprecio.

Un fariseo dice:

-Así no. De esta forma nunca sabremos qué entiende Él por reino, cuáles leyes y cuáles manifestaciones tendrá ese reino. ¿Qué? ¿Acaso el reino antiguo de Israel fue de repente perfecto como en los tiempos de David y Salomón?

¿No recordáis cuántas incertidumbres y horas oscuras antes del esplendor regio del rey perfecto? Para disponer del primer rey fue necesario, antes, formar al hombre de Dios que lo ungiera, y, por tanto, quitar la esterilidad a Ana de Elcaná e inspirarle que ofreciera el fruto de su vientre.

Meditad el cántico de Ana. Es lección para nuestra dureza y ceguera: Nadie es santo como el Señor... No queráis multiplicar, jactándoos, las palabras soberbias... El Señor hace morir y vivir... exalta al pobre... Hace seguros los pasos de sus santos, y los impíos callarán porque el hombre no es fuerte por su fuerza, sino por la que le viene de Dios".

¡Recordad! "El Señor juzgará los confines de la Tierra.-dará el imperio a su rey y exaltará la potencia de su Cristo"(l Samuel 2; l Samuel l, l0­ll y 20; 2, l-ll) El Cristo de las profecías no debía, acaso, venir de David? ¿Y es que todas las premisas, desde el nacimiento de Samuel en adelante, no son premisas para el reino del Cristo? ¿Tú, Maestro, no eres acaso de David, nacido en Belén? ­pregunta, para finalizar, directamente a Jesús.
-Tú lo has dicho -responde Jesús brevemente.

-¡Oh! Entonces satisface nuestras mentes. Ya ves que el callar no es buena cosa, porque fomenta las nubes de la duda en los corazones.

-No de la duda. De la soberbia. Es más grave aún.
-¿Cómo? ¿Dudar de ti es menos grave que ser soberbios?

-Sí. Porque la soberbia es la lujuria de la mente. Y es el pecado más grande, siendo el mismo pecado de Lucifer. Dios perdona muchas cosas, y su Luz resplandece amorosa para alumbrar las ignorancias y alejar las dudas. Pero no concede su perdón a la soberbia que lo escarnece afirmando ser mayor que Él.

-¿Quién de nosotros dice que Dios es más pequeño que nosotros? Nosotros no blasfemamos... -gritan varios.

-No lo decís con los labios, pero lo confirmáis con las obras. Queréis decir a Dios: "No es posible que el Cristo sea un galileo, uno del pueblo. No es posible que sea éste". ¿Qué es imposible para Dios?

La voz de Jesús es un trueno. Si antes presentaba un aspecto un poco modesto, apoyado como un mendigo en su columna, ahora Jesús se endereza, se separa del pilar, yergue majestuosamente la cabeza y asaetea a la gente con sus fúlgidos ojos. Está todavía en el escalón, pero tan regio es su aspecto, que es como si estuviera sobre un trono. La gente retrocede, casi con miedo, y ninguno responde a la última pregunta.

Luego un rabí, pequeño, lleno de arrugas, feo de aspecto como ciertamente lo es de alma, pregunta, haciendo preceder la pregunta de una risita disonante y cascada:

-La lujuria se cumple siendo dos ¿La mente con quién la cumple? No es corpórea. ¡Cómo puede, entonces, pecar lujuriosamente? ¿A qué, siendo incorpórea, se une para pecar? -y ríe, estirando las palabras y la risita.

-¿A quién? A Satanás. La mente del soberbio fornica con Satanás contra Dios y contra el amor.

-¿Y Lucifer con quién fornicó para hacerse Satanás, si todavía no era Satanás?

-Consigo mismo. Con su propio pensamiento inteligente y desordenado. ¿Qué es la lujuria, escriba?

-¡Pero... te lo he dicho! ¿Y quién no sabe qué es la lujuria? Todos la hemos experimentado...

-No eres un rabí sabio, porque no conoces la esencia verdadera de este pecado universal, trino fruto del Mal; así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la trina forma del Amor. La lujuria es desorden, escriba.

Desorden guiado por una inteligencia libre y consciente, que sabe que su apetito está mal, pero de todas formas quiere saciarlo. La lujuria es desorden y violencia contra las leyes naturales, contra la justicia y el amor hacia Dios, hacia nosotros mismos, hacia nuestros hermanos.

Toda lujuria. Tanto la carnal como la que tiende a las riquezas y poderes de la Tierra, como la de aquellos que quisieran impedirle al Cristo su misión, porque mantienen contubernio con la inmoderada ambición que teme ser quebrantada por mí.

Un gran murmullo se extiende por la aglomeración de gente.

Gamaliel, que se ha quedado solo en su alfombra, alza la cabeza y lanza una mirada penetrante a Jesús.

-Pero ¡cuándo vendrá, entonces, el Reino de Dios? No has respondido... -insta de nuevo el fariseo de antes.
-Cuando el Cristo esté en el trono que Israel le prepara, más alto que todos los demás tronos, más alto que este mismo Templo.

-¿Pero, donde lo están aparejando, pues que no se ve aparato de nada? ¿Podrá ser verdad que Roma deje resurgir a Israel? ¿Es que las águilas se han quedado ciegas para no ver lo que se prepara?

-El Reino de Dios no viene con aparato. Sólo el ojo de Dios lo ve formarse, porque el ojo de Dios lee dentro de los hombres. Por tanto, no vayáis buscando dónde está este Reino, dónde se prepara. Y no creáis a quien diga:

"Se conjura en Batena, se conjura en las cavernas del desierto de Engadí, se conjura en las orillas del mar". El Reino de Dios está en vosotros, dentro de vosotros, en vuestro espíritu que acoge la Ley venida de los Cielos como ley de la verdadera Patria, ley que, practicándola, hace a uno ciudadano del Reino.

 Por esto, antes de mí ha venido Juan a preparar los caminos de los corazones, por los cuales debía penetrar en ellos mi Doctrina. Con la penitencia se han preparado los caminos, con el amor el Reino surgirá, y caerá la esclavitud del pecado que impide a los hombres el Reino de los Cielos.

-¡Pero, verdaderamente este hombre es grande! ¿Y vosotros decís que es un artesano? -dice fuerte uno que escuchaba atentamente. Y otros, judíos por su vestimenta, y quizás instigados por los enemigos de Jesús, se miran confundidos, y miran a sus instigadores preguntando:

-¿Pero qué nos habéis imbuido? ¿Quién puede decir que este hombre extravía al pueblo? -y otros:

-Nos preguntamos y os preguntamos estas cosas: si es verdad que ninguno de vosotros lo ha instruido, ¿cómo tiene tantos conocimientos? ¿Dónde los ha aprendido, si no ha estudiado nunca con ningún maestro? -y dirigiéndose a Jesús:

-Di, pues, ¿dónde has encontrado esta doctrina tuya?
Jesús alza un rostro inspirado y dice:

-En verdad, en verdad os digo que esta doctrina no es mía, sino que es de Aquél que me ha enviado a vosotros. En verdad, en verdad os digo que ningún maestro me la ha enseñado, ni la he encontrado en ningún libro viviente, o en ningún rollo o monumento de piedra.

En verdad, en verdad os digo que me he preparado para esta hora oyendo al Viviente hablarle a mi espíritu. Ahora la hora ha llegado para que Yo dé al pueblo de Dios la Palabra venida de los Cielos. Y lo hago, y lo haré hasta el último respiro, y, tras haberlo exhalado, las piedras que me oyeron y no ablandecieron, conocerán un temor a Dios más fuerte que el que experimentó Moisés en el Sinaí; y en el temor, con voz de verdad, para bendecir o maldecir, las palabras de mi doctrina rechazada se grabarán en las piedras. Y esas palabras ya no se borrarán nunca.

El signo permanecerá. Luz para quien lo acoja, al menos entonces, con amor; absolutas tinieblas para quien ni siquiera entonces comprenda que ha sido la voluntad de Dios la que me ha enviado para fundar su Reino. Al principio de la creación fue dicho: "Hágase la luz". Y la luz apareció en el caos.

 Al principio de mi vida fue dicho: "Paz a los hombres de buena voluntad". La buena voluntad es aquella que hace la voluntad de Dios y no combate contra ella. Ahora bien, aquel que hace la voluntad de Dios y no combate contra ella siente que no puede combatir contra mí, porque siente que mi doctrina viene de Dios y no de mí mismo. ¿Acaso busco Yo mi gloria? ¿Digo, acaso, que soy el Autor de la Ley de gracia y de la era de perdón? No. Yo no tomo la gloria que no es mía, sino que doy gloria a la gloria de Dios, Autor de todo lo que es bueno.

Ahora bien, mi gloria es hacer lo que el Padre quiere que haga, porque esto le da gloria a Él. El que habla a favor propio para recibir alabanza busca su propia gloria. Mas aquel que pudiendo -incluso sin buscarla-recibir gloria de los hombres por lo que hace o dice y la rechaza diciendo: "No es mía, creada por mí sino que procede de la del Padre, de la misma manera que Yo de Él procedo" está en la verdad y en él no hay injusticia, pues da a cada uno lo suyo sin quedarse con nada de lo que no le pertenece.

Yo soy porque Él ha querido que fuera». (El contexto presenta a Cristo en su humanidad ("Aquel que me ha enviado entre vosotros", "me ha preparado para esta hora", "hasta el último respiro", "Al principio de mi vida"...), por tanto hay que entender esta frase en el sentido de la Encarnación por voluntad del Padre).

Jesús se detiene un momento. Recorre con sus ojos la aglomeración de gente. Escudriña las conciencias. Las lee. Las sopesa. Abre de nuevo sus labios:

-Vosotros calláis: la mitad admirados, la otra mitad pensativos, pensando en cómo podéis hacerme callar. ¿De quién son los diez mandamientos? ¿De dónde vienen? ¿Quién os los ha dado?

-¡Moisés! -grita la gente.

-No. El Altísimo. Moisés, su siervo, os los trajo. Pero son de Dios. Vosotros los que tenéis las fórmulas pero no tenéis la fe, en vuestro corazón decís:

"Nosotros a Dios no lo hemos visto. Y tampoco lo vieron los hebreos que estaban al pie del Sinaí". ¡Oh!, no os son suficientes para creer que Dios estaba presente ni siquiera los rayos, que incendiaban el monte mientras Dios resplandecía tronando delante de Moisés.

No os valen ni siquiera los rayos y los terremotos para creer que Dios está sobre vosotros para escribir el Pacto eterno de salvación y de condena. Una epifanía nueva, tremenda veréis, y pronto, entre estos muros. Y las mansiones sagradas ya no estarán en tinieblas, porque habrá comenzado el Reino de la Luz, y el Santo de los Santos, no celado ya tras la ternaria cortina, será elevado ante la presencia de todos. Y todavía no creeréis.

Entonces, ¿qué se necesitará para haceros creer? ¿Que los rayos de la Justicia incidan en vuestras carnes? Pero entonces la Justicia estará apaciguada, y descenderán los rayos del Amor. Y, a pesar de todo, ni siquiera éstos escribirán en vuestros corazones, en todos vuestros corazones, la Verdad y suscitarán el arrepentimiento y luego el amor...

Los ojos de Gamaliel, en un rostro tenso, están ahora fijos en el rostro de Jesús...

-Pero, Moisés sabéis que era hombre entre los hombres; de él os han dejado descripción los cronistas de su tiempo.

Y, a pesar de todo, sabiendo incluso quién era, de Quién y cómo recibió la Ley, ¿observáis, acaso, esta Ley? No. Ninguno de vosotros la observa.
Un grito de protesta entre la gente.

Jesús impone silencio:
-¿Decís que no es verdad? ¿Que la observáis? ¿Y entonces por qué tratáis de matarme? ¿No prohíbe el quinto mandamiento matar al hombre? ¿Vosotros no admitís en mí al Cristo? Pero no podéis negar que Yo sea hombre. Entonces ¿por qué tratáis de matarme?

-¡Pero Tú estás loco! ¡Eres un endemoniado! ¡Un demonio habla en ti y te hace delirar y decir embustes! ¡Ninguno de nosotros piensa en matarte! ¡Quién quiere matarte? -gritan, precisamente aquellos que lo quieren hacer.

-¿Que quién? Vosotros. Y buscáis las disculpas para hacerlo. Y me echáis en cara culpas no verdaderas. Me echáis en cara -y no es la primera vez-el que haya curado a un hombre en sábado.

¿Y no dice Moisés (Deuteronomio 22, 4) que tengamos piedad incluso del asno y del buey caídos, porque representan un bien para el hermano?

¿Y Yo no debería tener compasión del cuerpo enfermo de un hermano, para el cual la salud recuperada es un bien material y un medio espiritual para bendecir a Dios y amarlo por su bondad?

¿Y la circuncisión que Moisés os dio, por haberla recibido de los patriarcas, acaso no la practicáis también en día de sábado? Si circuncidando a un hombre en día de sábado no se viola la Ley mosaica del sábado, porque la circuncisión sirve para hacer de un varón un hijo de la Ley, ¿por qué os enojáis contra mí si en día de sábado he curado a un hombre enteramente, en el cuerpo y en el espíritu, y he hecho de él un hijo de Dios?

No juzguéis según la apariencia y la letra, sino juzgad con recto juicio y con el espíritu, porque la letra, las fórmulas, las apariencias, son cosas muertas, escenarios pintados, pero no verdadera vida, mientras que el espíritu de las palabras y apariencias es vida real y fuente de eternidad. Pero vosotros no entendéis estas cosas porque no las queréis entender. Vamos.

Y vuelve las espaldas a todos y se dirige hacia la salida, seguido y circundado por sus apóstoles y discípulos, que lo miran: con pena por Él, con enojo contra los enemigos.

Él, pálido, les sonríe y les dice:

-No estéis tristes. Vosotros sois amigos míos. Y hacéis bien siéndolo, porque mi tiempo se acerca a su fin. Pronto llegará el tiempo en que desearéis ver uno de estos días del Hijo del hombre, mas no podréis ya verlo. Entonces hallaréis confortación en deciros:

"Nosotros lo amamos y le fuimos fieles mientras estuvo entre nosotros". Y para burlarse de vosotros y haceros aparecer como locos os dirán: "Cristo ha vuelto. ¡Está aquí! ¡Está allá!". No creáis en esas voces. No vayáis, no os pongáis a seguir a estos falaces burladores. El Hijo del hombre, una vez que se haya marchado, no volverá sino cuando llegue su Día.

Y entonces su manifestación será semejante al relámpago, que resplandeciendo surca el cielo de una parte a otra, tan rápidamente, que el ojo apenas puede seguirlo.

Vosotros, y no sólo vosotros, sino ningún hombre, podría seguirme en mi aparición final para recoger a todos aquellos que fueron, son y serán. Pero antes de que esto suceda es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho. Sufra todo. Todo el dolor de la Humanidad, y, además, sea repudiado por esta generación.  

-Pero entonces, mi Señor, sufrirás todo el mal que será capaz de descargar sobre ti esta generación -observa el pastor Matías.

-No. He dicho: "Todo el dolor de la Humanidad". Ella existía antes de esta generación, y existirá, por generaciones y generaciones, después de ésta. Y siempre pecará.

Y el Hijo del hombre gustará toda la amargura de los pecados pasados, presentes y futuros, hasta el último pecado, en su espíritu, antes de ser el Redentor. Y, ya en su gloria, todavía sufrirá, en su espíritu de amor, al ver que la Humanidad pisotea su amor. Vosotros no podéis entender por ahora... Vamos ahora a esta casa que me es amiga.

Y llama a una puerta, que se abre y lo deja entrar, sin que el custodio muestre estupor por el número de personas que entran detrás de Jesús.


   


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