Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

505- En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda


Jesús está de nuevo en Jerusalén.
Una ventosa y grísea Jerusalén invernal. Margziam está todavía con Jesús, y lo mismo Isaac. Hablando, se dirigen al Templo.

Con los doce -hablando con el Zelote más que con los otros, y con Tomás-están José y Nicodemo, que luego se separan, pasan adelante y saludan a Jesús sin detenerse.

-No quieren hacer resaltar su amistad con el Maestro. ¡Es peligroso! -susurra Judas Iscariote a Andrés.

-Yo creo que lo hacen por un pensamiento justo, no por vileza -los defiende Andrés.

-Además, no son discípulos y pueden hacerlo. Nunca lo han sido -dice el Zelote.
-¿No?! -Me parecía...
-Ni siquiera Lázaro es discípulo, y tampoco...
-Pero si excluyes y excluyes, ¿quién queda?
-¿Quién? Los que tienen la misión de discípulos.
-¿Y los otros, entonces, qué son?
-Amigos. Sólo amigos. ¿Dejan, acaso, sus casas, sus intereses, por seguir a Jesús?
-No. Pero lo escuchan con gusto y le ofrecen ayudas y...

-¡Si es por eso, también los gentiles lo hacen entonces! Ya viste que en casa de Nique encontramos a personas que se ocuparon de Él. Y esas mujeres seguro que no son discípulas.

-¡No te acalores! Lo decía por decirlo. ¿Te interesa tanto que tus amigos no resulten discípulos? Deberías querer lo contrario, me parece.

-No me acaloro. Ni quiero nada. Tampoco que tú los perjudiques diciendo que son discípulos suyos.
-¿Pero a quién se lo voy a decir? Estoy siempre con vosotros...

Simón Zelote lo mira tan severamente que la risita se hiela en los labios de Judas, el cual considera oportuno cambiar de tema preguntando:

-¿Qué querían hoy, que hablaban así con vosotros dos?
-Han encontrado la casa para Nique. Hacia los huertos. Cerca de la Puerta. José conocía al propietario y sabía que con una buena ganancia habría vendido. Se lo comunicaremos a Nique.

-¡Qué ganas de tirar dinero!
-Es suyo. Puede hacer de él lo que quiera. Quiere estar cerca del Maestro. Obedece con ello a la voluntad de su esposo y a su corazón.

-Sólo mi madre está lejos... -suspira Santiago de Alfeo.
-Y la mía -dice el otro Santiago.

-Pero por poco. ¿Has oído lo que ha dicho Jesús a Isaac y a Juan Y a Matías?: "Cuando volváis en la neomenia de la luna de Sabat, venid con las discípulas, además de con mi Madre".

-No sé por qué no quiere que Margziam vuelva con ellas. Le ha dicho: "Vendrás cuando te llame".

-Quizás porque Porfiria no se quede sin ayuda... Si nadie pesca, arriba no se come. Como nosotros no vamos, debe ir Margziam. Está claro que no son suficientes la higuera, la colmena, los pocos olivos y las dos ovejas para mantener a una mujer, vestirla, procurarle de comer... -observa Andrés.

Jesús, parado, apoyado en la muralla del Templo, los observa mientras se acercan. Con Él están Pedro, Margziam y Judas de Alfeo. Unos pobrecillos se levantan de sus yacijas de piedra, colocadas en el camino que viene hacia el Templo -el que viene de Sión hacia el Moira, no el que de Ofel viene al Templo-y se acercan, quejumbrosos, a Jesús, a pedir una limosna. Ninguno pide curación. Jesús ordena a Judas que les dé unas monedas. Luego entra en el Templo.

No hay mucha gente. Pasada la gran afluencia de las fiestas, cesa la llegada de peregrinos. Sólo quien por serios intereses está obligado a venir a Jerusalén o quien vive en la misma ciudad sube al Templo. Por tanto, los patios y los pórticos, aun no estando desiertos, tienen mucha menos gente, y parecen más grandes, y más sagrados, al tener menos ruido. También ­arrimados a las murallas por la parte del sol, de un pálido sol que se abre paso entre las nubes cenicientas-son menos numerosos los cambistas y los vendedores de palomas y otros animales.
Después de orar en el Patio de los Israelitas, Jesús vuelve atrás y se arrima a una columna. Observa... y es observado.

Ve que vuelven, ciertamente del Patio de los Hebreos, un hombre y una mujer que, aunque no lloren abiertamente, muestran un rostro más apenado que si lloraran. El hombre intenta consolar a la mujer, pero se ve que también él está muy acongojado.

Jesús se separa de la columna y va a su encuentro.
-¿Qué os hace sufrir? -les pregunta con sentimiento de piedad.

El hombre lo mira, asombrado por el interés. Quizás le parece incluso indelicado, pero la mirada de Jesús es tan dulce que lo desarma. De todas formas, antes de expresar lo que constituye su dolor, pregunta:

-¿Cómo es que un rabí se interesa de las penas de un simple fiel?

-Porque este rabí es tu hermano, hombre; tu hermano en el Señor, y te ama como el mandamiento dice.

-¡Tu hermano! Soy un pobre labriego de la llanura de Sarón, hacia Dora. Tú eres un rabí.

-El dolor es para los rabíes como para todos. Sé lo que es el dolor y quisiera consolarte.

La mujer retira un momento su velo para mirar a Jesús y susurra a su marido: -Díselo. Quizás puede ayudarnos...

Rabí, nosotros teníamos una hija. La tenemos. Por ahora la tenemos todavía... Y la hemos casado decorosamente con un joven que un común amigo nos garantizó como buen marido.

Son esposos desde hace seis años, y de su desposorio han tenido dos hijos. Dos... porque después cesó el amor...

Tanto que ahora el marido quiere el divorcio. Nuestra hija llora y se consume. Por eso hemos dicho que todavía la tenemos, porque dentro de poco morirá de dolor. Hemos intentado todo para convencer al hombre. Y hemos orado mucho al Altísimo... Pero ninguno de los dos nos ha escuchado... Hemos venido aquí en peregrinación por esto, y hemos estado aquí durante todo el curso de una luna.

Todos los días al Templo; yo en mi lugar, la mujer en el suyo... Esta mañana un criado de mi hija nos ha traído la noticia de que el marido ha ido a Cesárea para mandarle a ella desde allí el libelo de divorcio. Y ésta es la respuesta que han tenido nuestras oraciones...

-No hables así, Santiago -suplica la mujer en voz baja. Y termina:

-El Rabí nos maldecirá como blasfemos... Y Dios nos castigará. Es nuestro dolor. Viene de Dios... Y, si ha descargado su mano sobre nosotros, es señal de que lo hemos merecido -termina con un sollozo.

-No, mujer. Yo no os maldigo. Y Dios no os va a castigar. Yo os lo digo. Como también os digo que no es Dios el que os da este dolor, sino el hombre. Dios lo permite para prueba vuestra y para prueba del marido de vuestra hija.

No perdáis la fe y el Señor os escuchará.

-Es tarde. Nuestra hija ya ha sido repudiada y mancillada, y morirá... -dice el hombre.

-Nunca es tarde para el Altísimo. En un instante y por una oración que persiste puede cambiar el curso de los acontecimientos. Desde la copa a los labios la muerte tiene todavía tiempo de introducir su puñal e impedir que quien acercaba a sus labios el cáliz beba. Y ello por intervención de Dios. Yo os lo digo. Volved a vuestros lugares de oración y perseverad todavía hoy, mañana y pasado mañana, y, si sabéis tener fe, veréis el milagro.

-Rabí, Tú quieres consolarnos... pero en este momento,.. No se puede, y Tú lo sabes, anular el libelo una vez entregado a la repudiada -insiste el hombre.

-Ten fe, te digo. Es verdad que no se puede anular. ¿Pero sabes si tu hija lo ha recibido?
-De Dora a Cesárea no es largo el camino. Mientras el siervo venía hasta aquí, seguro que Jacob ha vuelto a casa y ha echado a María.

-No es largo el trayecto. ¿Pero estás seguro de que lo ha recorrido? ¿Un acto de voluntad superior al hombre no puede haber detenido a un hombre, si Josué con la ayuda de Dios detuvo el Sol?

¡Vuestra oración insistente y confiada, hecha con buen fin, no es, acaso, un acto santo de voluntad opuesto a la mala aspiración del hombre? ¿Y Dios -puesto que le pedís una cosa buena a Él, vuestro Padre-no os ayudará deteniendo el camino del demente? ¿No os habrá ayudado ya quizás? Y, aunque el hombre se obstinara todavía en ir, ¡podría hacerlo si vosotros os obstináis en pedir al Padre una cosa justa? Os digo: id y orad hoy, mañana y pasado mañana, y veréis el milagro.

-¡Vamos, Santiago! El Rabí sabe. Si dice que vayamos a orar es señal de que sabe que es una cosa justa. Ten fe, esposo mío. Siento que surge en mí, donde tenía tanto dolor, una gran paz, una esperanza fuerte. Dios te lo pague, Rabí que eres bueno, y te escuche. Ruega también tú por nosotros. Ven, Santiago, ven -y logra convencer a su marido, el cual la sigue después de saludar a Jesús con el habitual saludo hebreo de "la paz sea contigo", al que responde Jesús con la misma fórmula.

-¿Por qué no les has dicho quién eres? Habrían orado con más paz -dicen los apóstoles, y añade Felipe:
-Voy a decírselo.
-Pero Jesús lo retiene diciendo:

-No quiero. Efectivamente, habrían orado con paz, pero con menos valor y con menos mérito. Así su fe es perfecta y será premiada.

-¿De verdad?

-¿Pensáis, acaso, que miento engañando a dos infelices?
Mira a la gente que se ha congregado, unas cien personas, y dice:

-
Escuchad esta parábola, que os expresa el valor de la oración constante.

Conocéis lo que dice el Deuteronomio (l6, l8-20) sobre los jueces y magistrados. Deberían ser justos y misericordiosos, escuchando con ecuanimidad a quien a ellos recurriera, pensando siempre en juzgar como si el caso que deben juzgar fuera suyo personal, sin tener en cuenta donativos o amenazas, sin deferencia hacia los amigos culpables y sin dureza hacia aquellos que estuvieran enemistados con los amigos del juez.

Pero, si son justas las palabras de la Ley, no son igualmente justos los hombres, ni saben obedecer a la Ley. Así, se ve que la justicia humana es frecuentemente imperfecta, porque raros son los jueces que saben conservarse puros de corrupción, misericordiosos, pacientes tanto con los ricos como con los pobres; tanto con las viudas y los huérfanos como con aquellos que no lo son.

En una ciudad había un juez muy indigno de su oficio, obtenido por medio de poderosos parentescos. Era sobremanera desigual al juzgar, propendiendo siempre a dar la razón al rico y al poderoso, o a quien tenía recomendación de ricos y poderosos; o hacia el que lo comprase con grandes donativos.

No temía a Dios y se burlaba de las quejas del pobre y del que era débil por estar sólo y carecer de fuertes defensas. Cuando no quería escuchar a quien tenía tan claras razones de victoria contra un rico, que no se le podía contradecir en manera alguna, él hacía que lo alejaran de su presencia y lo amenazaba con arrojarlo a la cárcel. La mayoría sufrían sus violencias y se retiraban vencidos, resignados a la derrota aun antes de tramitar la causa.

Pero en aquella ciudad había también una viuda cargada de hijos. Debía recibir una fuerte suma de un hombre poderoso por unos trabajos que su difunto esposo había llevado a cabo para él. Ella, movida por la necesidad y el amor materno, había tratado de que el rico le diera esa suma que le habría permitido saciar el hambre de sus hijos y vestirlos durante el invierno que se acercaba. Pero, habiéndose hecho vanas todas las presiones y súplicas dirigidas al rico, fue al juez.

El juez era amigo del rico, el cual le había dicho: "Si me das la razón, un tercio de la suma es tuyo". Por tanto, se mostró sordo a las palabras de la viuda, que le rogaba: "Ríndeme justicia respecto a mi adversario. Tú ves que lo necesito. Todos pueden decir si tengo derecho a esa suma". Permaneció sordo y mandó a sus ayudantes que la alejaran de su presencia.

Pero la mujer volvió: una, dos, diez veces; por la mañana, a la hora sexta, a la hora nona, al atardecer... incansable. Y lo seguía por la calle gritando: "¡Hazme justicia!¡Mis hijos tienen hambre y frío y no tengo dinero para comprar harina y vestidos!".

Allí estaba, en la puerta de la casa del juez cuando éste regresaba para sentarse a la mesa con sus hijos. Y el grito de la viuda ­"hazme justicia con mi adversario, que tengo hambre y frío, yo y mis criaturas"-penetraba hasta dentro de la casa, hasta el comedor, hasta el dormitorio por la noche, insistente como el grito de una abubilla: "¡Hazme justicia, si no quieres que Dios te castigue!

Hazme justicia. Recuerda que la viuda y los huérfanos son sagrados para Dios, y ¡ay de quien los pisotee! Hazme justicia si no quieres un día sufrir lo que nosotros sufrimos. ¡Nuestra hambre! Nuestro frío te lo encontrarás en la otra vida, si no haces justicia. ¡Pobre de ti!".

El juez no temía a Dios ni tampoco al prójimo. Pero estaba cansado de ser molestado siempre; de ver que era objeto de risas por parte de toda la ciudad por la persecución de la viuda, y también objeto de crítica. Por eso, un día se dijo a sí mismo: "Aunque no tema a Dios ni tema las amenazas de la mujer ni lo que piense la gente de la ciudad, a pesar de ello y para poner fin a tanta molestia, voy a escuchar a la viuda y le haré justicia obligando al rico a pagar. Me basta con que me deje de perseguir y se me quite de en medio". Y, convocado el amigo rico, dijo:

"Amigo mío, no puedo seguir complaciéndote. Cumple con tu deber y paga, porque ya no soporto ser molestado por causa tuya. He dicho". Y el rico tuvo que desembolsar la suma según justicia.

Esta es la parábola. Ahora os toca a vosotros aplicarla.
Habéis oído las palabras de un hombre inicuo: "Para poner fin a tanta molestia voy a escuchar a la mujer". Y era un inicuo.

¿Y Dios, el Padre lleno de bondad, va a ser inferior al juez malo? ¿No hará justicia a aquellos hijos suyos que saben invocarle día y noche?

¿Les hará esperar tanto el don, que su alma abatida deje de orar?

Os digo que prontamente les hará justicia, para que su alma no pierda la fe. Pero antes hay que saber orar, sin cansarse después de las primeras oraciones, y saber pedir cosas buenas. Y también fiarse de Dios diciendo:
"Pero hágase lo que tu Sabiduría ve más útil para nosotros".

Tened fe. Sabed orar con fe en la oración y con fe en Dios vuestro Padre. Y Él os hará justicia contra lo que os oprime, sean hombres o demonios, sean enfermedades u otras desventuras. La oración perseverante abre el Cielo, y la fe salva al alma, cualquiera que sea el modo en que la oración sea escuchada y atendida favorablemente. Vamos.

Y se encamina hacia la salida. Ya está casi fuera de la muralla cuando, alzando la cabeza para observar a los pocos que le siguen y a los muchos indiferentes u hostiles que lo miran de lejos, exclama con tristeza:

-¿Pero cuando vuelva el Hijo del Hombre encontrará en la Tierra todavía fe? -y, suspirando, se ciñe más estrechamente su manto y camina a grandes pasos hacia el arrabal de Ofel.

   


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