Tuesday April 23,2024
Iniciar pagina principal Quienes somos y que hacemos Mision principal del sitio en internet Como rezar el santo rosario, oraciones, etc. Base de datos de documentos recopilados Servicio de asesoria via e-mail. Calendario de eventos en el bimestre Personas para establecer contacto
 

EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

514- Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía


Y Jesús está todavía en medio de montes, seguido por gente además de por los apóstoles y discípulos; entre éstos, ahora se encuentran también algunos discípulos expastores (quizás los han encontrado en algún pueblecillo por el que hayan pasado).

Jesús está subiendo desde un valle hacia un monte, por una calzada que orilla con sus recodos la ladera de éste, y que es, sin duda una calzada romana, por la inconfundible pavimentación, y por la buena manutención, cosas ambas que únicamente pueden encontrarse en las calzadas construidas y mantenidas por los romanos.

Algunas personas transitan por ella, dirigidas hacia el valle, o desde el valle hacia este grupo montañoso que está coronado en sus cimas con pueblos o ciudades. Y alguno, al ver a Jesús y a los que le siguen, pregunta que quién es, y se pone a la zaga del grupo; otros simplemente observan; y otros menean la cabeza sonriendo maliciosamente.

Una patrulla de soldados romanos los alcanza con paso trabajoso y tintineo de armas y corazas. Se vuelven y miran a Jesús, el cual, dejando la calzada romana, está para meterse por un camino... hebreo que se dirige hacia una cima en que hay un pueblo. Un camino pedregoso y fangoso -ha llovido-, donde el pie o patina en las piedras o se hunde en las pozas.

Los soldados, que ciertamente van a la misma ciudad, después de un pequeño alto, vuelven a ponerse en movimiento, y la gente se ve obligada a echarse a un lado para ceder el paso, en este camino tan estrecho, a la patrulla que pasa rígidamente escuadrada. Algún insulto surca, sibilante, el aire, pero la disciplina de estar en columna prohíbe a los soldados responder parejamente.

Ya están otra vez cerca de Jesús, que se ha hecho a un lado para dejarlos pasar, y que los mira con su mirada mansa, que parece ben-decir y acariciar con la luz de los iris zafirinos. Y las caras ceñudas de los soldados se aclaran con un asomo de sonrisa que no es de escarnio, sino que, al contrario, es respetuosa como un saludo.
Pasan. La gente reanuda la marcha detrás del Rabí, que va delante de todos.

Un joven se separa de la gente y llega hasta el Maestro. Lo saluda con respeto. Jesús devuelve el saludo.
-Quisiera preguntarte una cosa, Maestro.
-Habla.

-Una mañana, después de la Pascua, coincidió que te escuché en un monte cercano a las hoces del Carit. Y desde entonces he pensado que... podía contarme yo también entre los llamados por ti. Pero antes de venir he querido saber muy bien lo que es necesario hacer y lo que se debe no hacer. Y preguntaba a tus discípulos cada vez que me encontraba con ellos. Quién me decía una cosa, quién otra.

Y yo dudaba, y estaba muy asustado porque en una cosa todos concordaban, quién con más intransigencia, quién con menos: en la obligación de ser perfectos. Yo... soy un pobre hombre, Señor, y la perfección es sólo de Dios... Te oí por segunda vez... y Tú mismo decías:

"Sed perfectos". Y he sentido desaliento. Por tercera vez, hace pocos días, en el templo. Y, a pesar de que te mostraras riguroso, no me pareció que era imposible el llegar a serlo, porque... ni siquiera yo sé por qué, cómo explicármelo o explicártelo, pero me parecía que, si fuera una cosa imposible, o si el hecho de querer serlo, como querer ser dioses, fuera muy peligroso, Tú, que quieres salvarnos, no nos lo propondrías.

Porque la presunción es pecado. El querer ser dioses es el pecado de Lucifer. Pero quizás hay una manera de serlo, de venir a serlo, sin pecar, y es siguiendo tu Doctrina, que, no cabe duda de ello, es de salud. ¿Es como digo?   

-Es como dices. ¿Y entonces?
-Pues que seguí preguntando a unos o a otros. Y, habiendo sabido que estabas en Ramá, fui. Y, desde entonces, con permiso de mi padre, te he seguido. Y... bueno, pues que, cada vez más, quisiera ir contigo...
-¡Pues ven! ¿Qué temes?

-No lo sé... No lo sé siquiera yo... Pregunto, pregunto... Pero siempre, mientras que escuchándote a ti me parece fácil y decido ir, después, reflexionando, y, peor: preguntando a unos o a otros, me parece demasiado difícil.

-Te voy a decir cómo sucede: es una insidia del demonio para impedir que vengas. Te asusta con fantasmas, te confunde, te hace preguntar a personas que, como tú, tienen necesidad de Luz... ¿Por qué no has venido a mí directamente?

-Porque... tenía... no miedo, pero... ¡Nuestros sacerdotes y rabíes! ¡Tan duros y soberbios! Y Tú... No me atrevía a acercarme a ti. ¡Pero en Emaús ayer!... Creo haber entendido que no debo tener miedo. Y ahora estoy aquí, para preguntarte esto que quisiera saber. Un apóstol tuyo, hace poco, me dijo: "Ve y no temas. También es bueno con los pecadores". Y otro: "Hazle feliz con tu confianza.

Quien confía en El lo halla más dulce que una madre". Y otro: "No sé si me equivoco, pero te digo que te dirá que la perfección está en el amor”. Esto es lo que han dicho tus apóstoles, más dulces que los discípulos, al menos algunos; aunque no todos, porque entre los discípulos hay algunos que parecen eco de tu voz, aunque éstos son demasiado pocos, y entre los apóstoles hay algunos que... asustan a un pobre hombre, como soy yo. Uno me dijo, con una sonrisa no buena: "¿Quieres ser perfecto? No lo somos nosotros, que somos sus apóstoles, ¿y quieres serlo tú? Es imposible". Si no hubieran hablado los otros, habría huido desanimado. Pero pruebo por última vez... y, si Tú también me dices que es imposible...

-Hijo mío, ¿podría haber venido Yo a proponer cosas imposibles a los hombres? ¿Quién crees que ha sido el que ha puesto en tu corazón este deseo de ser perfecto? ¿Tu propio corazón?

-No, Señor. Creo que has sido Tú con tus palabras.
-No estás lejos de la verdad. Pero, respóndeme a otra cosa. ¿Para ti mis palabras qué palabras son?
-Justas.
-De acuerdo. Pero quiero decir: ¡palabras de hombre o más que de hombre?

-Tú hablas como la Sabiduría, y más dulce y claro todavía.

Por eso digo que tus palabras son más que de hombre. Y no creo equivocarme, si he comprendido bien lo que decías en el Templo. Porque me pareció que en esa ocasión decías que eres la Palabra de Dios misma y por eso hablas como Dios.

-Has comprendido bien y es como dices. ¿Y entonces quién te ha puesto en el corazón el deseo de perfección?
-Me lo ha puesto Dios, por medio de ti, su Palabra.

-Así pues, ha sido Dios. Ahora piensa: si Dios dice a los hombres conociendo sus capacidades: "Venid a mí. Sed perfectos", es señal de que el hombre, si quiere, puede serlo.

Ésta es una palabra antigua La primera vez la escuchó Abraham como una revelación (Génesis l7, l), una orden, una invitación: "Yo soy el Dios omnipotente. Camina en mi presencia. Sé perfecto". Dios se manifiesta para que el Patriarca no tenga dudas sobre la santidad de la orden ni sobre la verdad de la invitación. Ordena caminar en su presencia porque el que camina en la vida convencido de hacerlo bajo la mirada de Dios no cumple malas acciones.

Consiguientemente, se pone en condiciones de poder hacerse perfecto como Dios invita a serlo.

-¡Es así! ¡Es justamente así! Si Dios lo ha dicho, es porque se puede. ¡Oh, Maestro, cómo se comprende todo cuando hablas Tú! Pero, entonces, ¿por qué tus discípulos, y también ese apóstol, ofrecen una idea tan... amedrentadora de la santidad? ¿Es que no creen que sean verdaderas esas palabras, ni las tuyas? ¿O es que no saben caminar en la presencia de Dios?

-No pienses en lo que es. No juzgues. Mira, hijo. Algunas veces, su propio anhelo de ser perfectos y su humildad les hace temer el no poder llegar a serlo nunca.
-¿Pero entonces el deseo de perfección y la humildad son obstáculos para que uno sea perfecto?

-No, hijo. El deseo y la humildad no son obstáculos. Es más, hay que esforzarse en que sean profundos, aunque ordenados. Están ordenados cuando uno no tiene prisas impulsivas, postraciones injustificadas, dudas y desconfianzas como las de creer que, dada la imperfección del ser, el hombre no puede llegar a ser perfecto. Todas las virtudes son necesarias, y necesario es un vivo deseo de alcanzar la justicia.

-Sí. Esto me lo decían también aquellos a los que preguntaba. -Me decían que es necesario tener las virtudes. Pero unos me decían que era necesaria una, otros otra, y todos sostenían la absoluta necesidad de tener una, que ellos consideraban virtud indispensable para ser santos. Ello me causaba miedo, porque ¿cómo se puede poseer todas las virtudes en forma perfecta, hacerlas nacer juntas como un ramo de flores distintas? Se necesita tiempo... ¡y la vida es tan breve! Tú, Maestro, explícame cuál es la virtud indispensable.

-Es la caridad. Si amas, serás santo, porque del amor al Altísimo y al prójimo provienen todas las virtudes y todas las obras buenas.

-¿Sí? Así es más fácil. La santidad, entonces, es amor. Si tengo la caridad, tengo todo... La santidad está hecha de esto.

-De esto y de otras virtudes. Porque la santidad no es ser sólo humildes, o sólo prudentes, o sólo castos, etc. Sino que es ser virtuosos. Fíjate, hijo mío, cuando un rico quiere preparar una comida, ¿encarga, acaso, un solo plato? Otro ejemplo: cuando uno quiere preparar un ramo de flores para ofrecerlo como obsequio, ¿toma, acaso, una sola flor? No, ¿no es verdad? Porque, aunque pusiera en las mesas montones y montones de un solo manjar, los comensales lo criticarían como inepto, preocupado sólo de mostrar sus posibilidades de compra, pero no de mostrar su finura de señor atento a los gustos distintos de sus invitados y que quiere que cada uno de ellos, con un alimento u otro, no sólo se sacie, sino que se deleite.

Y lo mismo el que hace un ramo de flores. Una sola flor, por grande que sea, no hace un ramo. Pero muchas flores lo hacen, y con los distintos colores y aromas satisfacen al ojo y al olfato y hacen alabar al Señor. La santidad, que debemos considerar como un ramo de flores ofrecido al Señor, debe estar hecha de todas las virtudes.

En un espíritu predominará la humildad, en otro la fortaleza, en otro la continencia, en otro la paciencia, en el otro el espíritu de sacrificio o de penitencia: todas estas son virtudes nacidas a la sombra del árbol regio Y perfumadísimo del amor, cuyas flores predominarán siempre en el ramo; pero todas las virtudes componen la santidad.

-¿Y cuál debe ser cultivada con más esmero?»
-La caridad. Te lo he dicho.
-¿Y luego?
-No hay un método, hijo mío. Si amas al Señor, Él te dará sus dones, o sea, se manifestará a ti, y entonces las virtudes que tratas de hacer crecer robustas crecerán bajo el sol de la Gracia.

-En otras palabras, ¡en el alma amante es Dios el que actúa grandemente?

-Sí, hijo. Es Dios el que actúa grandemente, dejando que el hombre ponga por su parte su libre voluntad de tender a la perfección, sus esfuerzos en rechazar las tentaciones para mantenerse fiel a su propósito, sus luchas contra la carne, el mundo, el demonio, cuando le asaltan. Y ello para que su hijo tenga mérito en la santidad.

-¡Ah, eso! Entonces es muy acertado decir que el hombre está hecho para ser perfecto como Dios quiere. Gracias, Maestro. Ahora sé. Y ahora haré. Y ora por mí.
-Te tendré en mi corazón. Ve y no temas el que Dios pueda dejarte sin ayuda.

El joven, contento, se separa de Jesús...
Ya están cerca del pueblo. Bartolomé y Esteban se llegan donde Jesús para contarle que, mientras hablaba con el joven, uno de Bet-Jorón, pariente de Elquías el fariseo, ha venido a rogarles que lo lleven enseguida donde su esposa, que está agonizando.

-Vamos. Hablaré después. ¡Sabéis dónde está?
-Ha dejado con nosotros a un criado. Está detrás, con los demás.

-Decidle que venga. Vamos a acelerar el paso.
El criado acude. Es un viejo robusto, y está consternado. Saluda y mira con curiosidad a Jesús, que le sonríe y le pregunta:

-¿De qué muere tu ama?
-De... Tenía que tener un niño. Pero se le ha muerto dentro y su sangre se ha corrompido. Delira como una loca y tiene que morir. Le han abierto las venas para hacer bajar la fiebre. Pero la sangre está toda envenenada y tiene que morir. La han sumergido en la cisterna para apagar el ardor. Está bajo mientras está en el agua helada; luego es más fuerte que antes, y tose y tose... y tiene que morir.

-¡Mira tú éste! ¡Con esas curas! -gruñe entre dientes Mateo.
-¿Desde cuándo está enferma?
El criado está para responder, cuando llega corriendo por la bajada el jefe de la patrulla romana. Se para delante de Jesús.

-¡Salve! ¿Tú eres el Nazareno?
-Lo soy. ¿Qué quieres de mí?

Los que siguen a Jesús acuden creyendo quién sabe qué...
-Un día un caballo nuestro dio un golpe a un niño hebreo y Tú lo curaste para impedir que los hebreos armaran una algarabía contra nosotros. Ahora las piedras hebreas han hecho caer a un soldado, y yace en el suelo con una pierna rota. No puedo detenerme. Estoy de servicio. Ninguno en el pueblo quiere tenerlo. No puede andar. No puedo llevármelo tirando de él con la pierna rota. Sé que no nos desprecias, como hacen todos los hebreos.

-¿Quieres que cure al soldado?
-Sí. Curaste también al siervo del Centurión y a la hija de Valeria. Salvaste a Alejandro de la ira de tus compatriotas. Estas cosas se saben, en las capas altas y en las bajas.

-Vamos donde el soldado.
-¿Y mi ama? -pregunta descontento el criado.
-Después.

Y Jesús va detrás del suboficial, que devora el camino con sus largas piernas musculosas y libres de estorbos de vestiduras. Pero, aún caminando así, delante de todos, encuentra la manera de decir alguna palabra a quien le sigue inmediatamente, que es Jesús, y dice:

-Hace tiempo estaba con Alejandro. Él te... Hablaba de ti. El azar te acerca a mí en este momento.
-¿El azar? ¿Por qué no decir Dios, el verdadero Dios?
El soldado calla unos momentos y luego dice, de forma que sólo oiga Jesús:

-El Dios verdadero sería el hebreo... Pero no se atrae nuestro amor. ¡Si es como los hebreos! Ni siquiera de un herido tienen compasión...

-El verdadero Dios es el Dios de los hebreos, como lo es también de los romanos, de los griegos, de los árabes, de los partos, escitas, iberos, galos, celtas, líbicos y de los hombres hiperbóreos.

¡Hay un solo Dios! Pero muchos no lo conocen. Otros lo conocen mal. Si lo conocieran bien, serían todos, unos para con otros, como hermanos, y no habría atropellos, odios, calumnias, venganzas, actos de lujuria, hurtos y homicidios, adulterios y mentiras. Yo conozco al verdadero Dios y he venido para darlo a conocer.

-Se dice -nosotros tenemos que tener bien abiertos los oídos para referir al Centurión, y éste a su vez al Procónsul-, se dice que Tú eres Dios. ¿Es verdad?
El soldado se muestra muy... preocupado mientras dice esto; mira a Jesús bajo la sombra del yelmo y parece casi asustado.

-Lo soy.  
-¡Por Júpiter! ¿Entonces es verdad que los dioses bajan a conversar con los hombres? ¡Haber recorrido el mundo detrás de las enseñas y venir aquí, ya viejo, a encontrar a un dios!

-A Dios. Único. No a un dios -corrige Jesús.

Pero el soldado está anonadado por la idea de preceder a un dios... No dice nada más... piensa. Piensa, hasta que, justo a la entrada del pueblo, encuentran a la patrulla, parada, en torno al herido, que gime en el suelo.

-¡Ahí tienes! -dice muy concisamente el suboficial.
Jesús se abre paso y se acerca. La pierna -ya hinchada y lívida-tiene una fea rotura, con el pie girado hacia dentro. El hombre debe sufrir mucho, y, al ver que Jesús extiende una mano, suplica:

-¡Hazme poco daño!

Jesús sonríe. Apenas toca con la punta de los dedos en el lugar donde el círculo lívido del traumatismo señala la fractura. Y luego dice:
-¡Levántate!

-Tiene otra rotura más arriba, en la cadera -explica el suboficial queriendo decir, sin duda: « ¿No tocas esa?».
Justo en ese momento, llega un habitante de Bet-Jorón:
-¡Maestro, Maestro! ¡Te malempleas con paganos y mi mujer se muere!

-Ve y tráemela, si tienes fe en mí.

-Maestro, no se la puede dominar. Está desnuda y no se puede vestir. Está como loca y se rasga los vestidos. Está moribunda y no se tiene en pie.

-Ve y tráemela, si no eres inferior en la fe a estos
gentiles.

El hombre se marcha descontento.
Jesús mira al romano que está tendido a sus pies:

-¿Y tú sabes tener fe?
-Yo sí. ¿Qué tengo que hacer?
-Levantarte.

-Mira, Camilo, que... -está diciendo el suboficial. Pero el soldado está ya de pie, ágil, sano.

Los israelitas no aclaman. No es un hebreo el curado. Es más, parecen descontentos, o, por lo menos, su cara expresa crítica contra el gesto de Jesús. Pero los soldados no lo están. Desenvainan las anchas dagas y las levantan en el aire plomizo, después de haberlas golpeado contra los escudos como para hacer ruido de fiesta. Jesús está en medio del círculo de armas blancas.

El suboficial lo mira. No sabe como expresarse, ni qué hacer, él, hombre al lado de un dios, él, pagano al lado de Dios... Piensa y juzga que al menos debe hacer a Dios lo que haría al César. Y ordena el saludo militar al emperador (yo al menos creo que es así, porque oigo que resuena un « ¡Ave!» potente, mientras las dagas refulgen poniéndose casi horizontales en lo alto del brazo extendido). Y, no contento todavía, el suboficial dice en voz baja:

-Ve tranquilo incluso de noche. Los caminos... todos vigilados. Servicio contra los bandidos. Estarás seguro. Yo...
Deja de hablar. Ya no sabe qué más decir. Jesús le sonríe y dice:

-Gracias. Ve y sé bueno. Incluso con los bandidos sé humano. Fiel a tu servicio, pero sin crueldad. Son unos infelices. Y tendrán que rendir cuentas de sus acciones a Dios.

-Lo seré. ¡Salve! Quisiera volver a verte...
Jesús lo mira muy fijamente. Luego dice:
-Volveremos a vernos. En otro monte.
Y repite:

-Sed buenos. Adiós.

Los soldados reanudan su camino. Jesús entra en el pueblo. Recorre pocos metros y, hacia Él y los que le siguen, ve venir a un grupo numeroso y vociferador (comentan cosas a gritos). Y del grupo se adelantan un hombre y una mujer -el hombre de antes-y se inclinan delante de Jesús: la mujer, de rodillas; el hombre, sólo inclinado. -Levantaos y alabad al Señor. Pero tengo que decirte a ti, hombre, que tu conciencia no es clara. Has venido a mí por egoísmo, no por amor a mí y por fe en mí. Y has dudado de mi palabra. ¡Y sabes quién soy! Luego has tenido un pensamiento no bueno, porque me paraba a curar a un gentil; de la misma forma que todo el pueblo había obrado mal negándose a acoger al herido. Por un exceso de misericordia y para tratar de hacer bueno tu corazón, te he curado a tu esposa sin entrar en tu casa. No lo merecías.

Lo he hecho para que sepas que no es necesario que Yo vaya para actuar; basta con que quiera. Pero, en verdad os digo, a todos vosotros, que aquellos a los que despreciáis son mejores que vosotros y saben creer en mi poder más que vosotros. Levántate, mujer. Tú no eres culpable, porque no razonabas. Ve, y que sepas creer de ahora en adelante por gratitud a Señor.

La expresión de los habitantes del pueblo se enfría y se hace altiva ante el reproche de Jesús; lo siguen amoscados hasta la plaza, donde se detiene a hablar, visto que el arquisinagogo no lo invita a entrar en la sinagoga y que ninguna casa se abre para el Maestro.

-Cuando Dios está con los hombres, ellos pueden todo contra la desventura, contra cualquier tipo de desventura.

Cuando Dios, por el contrario, no está con los hombres, ellos no pueden nada contra la desventura. Esta ciudad, en sus crónicas, (Josué l0, 8-ll) recuerda esto más de una vez. Dios estaba con Josué y Josué derrotó a los reyes cananeos, y en este camino Dios le ayudó a destruir a los enemigos de Israel "lanzando del cielo sobre ellos grandes piedras, y fueron más los que murieron por las piedras del granizo que a filo de espada" se lee en el libro de Josué.

Dios estaba con Judas Macabeo, (l Macabeos 3,l3­24) que se asomó a este monte con su pequeño ejército a mirar al ejército poderoso de Serón, jefe de los ejércitos sirios, y Dios confirmó las palabras del caudillo de Israel con una victoria estrepitosa.  

Pero la condición necesaria para tener a Dios con nosotros es moverse por un motivo de justicia.

"En las batallas la victoria no depende del número, sino de la ayuda que viene del Cielo" dice Judas Macabeo. En todas las cosas de la vida, el bien viene no del patrimonio de la potencia o de otra causa, sino de la ayuda que viene del Cielo. Y viene porque se pide ayuda para cosas buenas; "por nuestras vidas y nuestras leyes", sigue diciendo Judas Macabeo. Pero cuando se recurre a Dios para un fin malvado o impuro, vano es invocar su ayuda. Dios no responderá, o responderá con castigos en vez de con bendiciones.

Esta verdad está demasiado olvidada ahora en Israel. Se quiere que Dios ayude y se le invoca para fines no buenos.

No se practican las virtudes, y se observan los mandamientos no con verdadera observancia; o sea, de ellos se hace aquello que puede ser visto o alabado por los hombres.

Pero distinto es lo que sucede detrás de la apariencia. Yo vengo a decir: sed sinceros en vuestras obras, porque Dios ve todas las cosas. Inútiles son los sacrificios y vanas las oraciones hechos por pura ostentación cultual, mientras se tiene el corazón lleno de pecado, de odio, de malos deseos.

Bet-Jorón, no hagan tus habitantes lo que Abdías dice de Edom. Edom, creyéndose seguro, se permitía avasallar a Jacob y exultar por las derrotas de éste. No hagas lo mismo, ciudad sacerdotal. Toma el volumen de Abdías y medita en él. Medita. Medita. Medita. Y modifica tu camino. Sigue la justicia, si no quieres conocer días de horror. No te salvará entonces ni el estar en esta cima, ni el estar, aparentemente, al margen de los caminos de la guerra.

Veo en ti a muchos que no tienen a Dios consigo y que no quieren la presencia Dios. ¿Murmuráis? Yo os digo la verdad. He subido hasta aquí para decírosla. Para salvaros todavía.

¿Nuestro nombre no era uno sólo? ¿No era todo Israel? ¿Por qué, entonces, se ha dividido y ha tomado dos nombres?

¡Oh! Esto verdaderamente me recuerda el matrimonio de Oseas (2, l-2) con la mujer de prostituciones y a los hijos que de su fornicación nacieron. ¿Pero qué dice el profeta? "El número de los hijos de Israel será como la arena del mar... Y entonces en vez  de decirles: “No sois mi pueblo” se les dice: “Sois los hijos del Dios vivo”. Y los hijos de Judá y de Israel se reúnan y elegirán a un solo jefe y desbordarán la Tierra, porque grande es el día de Yizreel".

¿Por qué criticáis, entonces, a Aquel que debe reunir todo y hacer un solo pueblo, un gran pueblo, único como único es Dios; por qué le criticáis el que ame a todos los hijos del hombre, porque todos son hijos de Dios, y el que deba hacer hijos del Dios vivo también a aquellos que actualmente asemejan a muertos?

¿Podéis juzgar mis acciones y su corazón y el vuestro? ¿De dónde os viene la luz? La luz viene de Dios. Pero si Dios me envía a mí con el encargo de reunir a todos bajo un solo cetro, ¿cómo podéis tener vosotros una luz verdaderamente divina que os muestre las cosas contrariamente a como las ve Dios? Y es así: veis lo contrario de lo que ve Dios.

No murmuréis. Es verdad. Estáis fuera de la justicia. Pero aún más que vosotros lo están los que os seducen a la injusticia. Y serán doblemente castigados. Me acusáis de contubernio con el enemigo, con el dominador. Leo vuestros corazones. ¿Vosotros no tenéis contubernio con Satanás haciéndoos seguidores de los que combaten al Hijo del hombre, al Enviado de Dios? Por eso me odiáis. Pero conozco el rostro de quienes os instilan el odio.

Como está escrito en Oseas (2, l-2), Yo he venido con las manos cargadas de regalos, y el corazón de amor; he tratado de atraeros con los más dulces modos para suscitar vuestro amor hacia mí. He hablado a mi pueblo como el esposo a la esposa, ofreciéndole eterno amor y paz, y justicia y misericordia.

Queda un tiempo todavía para evitar que el pueblo que me rechaza y los jefes que agitan al pueblo -Yo los conozco-, se queden sin rey, príncipe, sacrificio y altar. Pero en la guarida, donde más fuerte es el odio y más fuerte será el castigo, se trabaja para comprar las conciencias y encaminarlas al delito. ¡Oh, en verdad, los que desvían y descarrían a las conciencias serán juzgados siete veces siete más severamente que los descarriados!

Vamos. He venido y he hecho un milagro, y os he dicho la verdad para manifestaros quién soy Yo y convenceros de mi realidad. Ahora me marcho. Si de entre vosotros hay uno sólo justo, que me siga, porque triste es el futuro de este lugar donde anidan las serpientes para seducir y traicionar.

Y Jesús se vuelve y vuelve a tomar el camino por el que ha venido.

-¿Por qué, Rabí, les has hablado así? Te odiarán -le preguntan los apóstoles.

-No busco conquistar amor negociando acuerdos, ni mintiendo.

-¿Pero no hubiera sido mejor no venir?
-No. Es necesario no dejar duda alguna.
-¿Y a quién has convencido?

-A ninguno. Por ahora, a ninguno. Pero pronto alguien dirá: "No podemos maldecir a nadie por haber sido avisados y no actuar". Y, si reprochan a Dios el haberlos castigado, su reproche será como una blasfemia.

-Pero a quién querías aludir diciendo...
-Preguntádselo a Judas de Keriot. Él conoce a muchos de este lugar y conoce sus astucias.

Todos los apóstoles miran a Judas.

-Sí. Este lugar está casi en estado de servidumbre respecto a Elquías. Pero... no creo que Elquías... -las palabras mueren en los labios de Judas, que, levantando la mirada de su cinto -se lo estaba colocando para aparentar normalidad-, encuentra la mirada de Jesús. Una mirada tan centelleante y penetrante que parece incluso magnética.

Agacha la cabeza y termina:
-Pero, eso sí, es un pueblo soberbio y odioso, que se merece a quien lo domina. Cada uno tiene lo que se merece. Ellos tienen a Elquías. Nosotros a Jesús. Y el Maestro ha hecho bien haciéndoles saber que no ignora. Ha hecho muy bien.

-No cabe duda de que son malos. ¿Habéis visto? ¡Ni siquiera un saludo después del milagro! ¡Ni siquiera una limosna! Nada -observa Felipe.

-Pues yo siento temor cuando el Maestro los desenmascara así -suspira Andrés.

-Hacerlo o no hacerlo es igual. Lo odian igualmente. ¡Quisiera volver a Galilea! -dice Juan.

-¡A Galilea, claro! -suspira Pedro, y baja la cabeza muy pensativo. Detrás, los que han seguido a Jesús y no lo dejan, comentan, comentan junto con los discípulos.  

   


[Inicio] [ Blog] [Mision] [El Rosario] [Documentos] [Asesorias] [ Política de Privacidad] [Contacto ]

Copyright © 2022 Maria Luz Divina