Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

375- La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel


Cuando Jesús entra en el palacio, ve que está invadido por una gran cantidad de personas de servicio que han venido de Betania y se apresuran en los preparativos.

Lázaro, echado en un triclinio y con muchos dolores, saluda con una pálida sonrisa a su Maestro, el cual acelera el paso hacia él y se inclina, todo amor, hacia el triclinio, diciendo:

-Has sufrido mucho con los bamboleos del carro, ¿no es verdad, amigo mío?

-Mucho, Maestro -responde Lázaro, tan postrado que con sólo evocar lo que ha sufrido le vuelven de nuevo las lágrimas a los ojos.

-¡Por culpa mía! ¡Perdóname!

Lázaro coge una de las manos de Jesús y se la lleva a la cara, frota contra ella el carrillo enflaquecido, la besa, y susurra:

-¡No por culpa tuya, Señor! Y estoy muy contento de que celebres conmigo la Pascua... mi última Pascua...

-Si Dios lo quiere, a pesar de todo, celebrarás muchas otras todavía, Lázaro. Y tu corazón siempre estará conmigo.

-Ha llegado mi fin. Me quieres consolar... pero ya es el fin. Y lo siento...
Llora.

-¿Lo ves, Señor? Lázaro no hace más que llorar -dice Marta compasiva -Dile que no lo haga. ¡Se agota!

-La carne tiene también sus derechos. El sufrimiento es penoso, Marta, y la carne llora. Necesita este desahogo. Pero el alma está resignada, ¿no es verdad, amigo mío? Tu alma de justo hace complacientemente la voluntad del Señor...

-Sí... Pero ahora lloro porque Tú, estando tan perseguido, no vas a poder asistirme en la muerte... Me estremece la muerte, tengo miedo de morir... Si estuvieras Tú, no tendría nada de esto. Me refugiaría en tus brazos... y me dormiría así... ¿Cómo voy a lograr morir sin sentir movimientos contra la obediencia a esta tremenda voluntad?

-¡Ánimo, hombre! ¡No pienses en estas cosas! ¿Ves? Haces llorar a tus hermanas... El Señor te ayudará tan paternamente que no sentirás miedo. Son los pecadores los que tienen que tener miedo...

-¿Pero Tú, si puedes, vienes a mi agonía? ¡Prométemelo!
-Te lo prometo. Esto y más todavía.

-Mientras preparan las cosas, cuéntame lo que has hecho esta mañana...

Y Jesús, sentado en el borde del triclinio, con una de las enflaquecidas manos de Lázaro entre las suyas, cuenta can pelos y señales todo lo que ha sucedido, hasta que Lázaro, rendido, se adormece; y Jesús no lo deja ni siquiera entonces; permanece inmóvil para no disturbar ese sueño reparador, y hace señas de que se haga el menor ruido posible, tanto que Marta, después de traer a Jesús algo de comer, se retira de puntillas, corre la tupida cortina y cierra la robusta puerta. El ruido de la casa, toda en movimiento, se atenúa así para transformarse en un susurro apenas sensible. Lázaro duerme. Jesús ora y medita.
Pasan las horas así, hasta que María de Magdala viene a traer una lamparilla, porque cae la tarde y ya se cierran las ventanas.

-¿Duerme todavía? -susurra.  

-Sí. Está muy tranquilo. Le viene bien.
-Hacía meses que no dormía tanto... Creo que mucha de su agitación era el miedo a la muerte. Contigo al lado, no hay miedo... a nada... ¡Qué fortuna para él!
-¿Por qué, María?

-Porque te podrá tener a su lado cuando muera. Pero yo...
-¿Por qué tú no?

-Porque Tú quieres morir... y pronto. Y yo, ¿quién sabe cuándo moriré? ¡Haz que muera antes de ti, Maestro!

-No, debes servirme mucho tiempo todavía.

-¡Entonces tengo razón al hablar de la fortuna de Lázaro!
-Todos los amados tendrán su misma fortuna, y más que él.
-¿Quiénes son? ¿Las personas puras, verdad?
-Los que saben amar totalmente. Por ejemplo tú, María.
-¡Oh, Maestro mío!

María se deja caer al suelo, encima de la estera multicolor que cubre el piso de esta habitación, y ahí permanece en adoración a su Jesús.
Marta, buscándola, introduce la cabeza.

-¡Ven, oye! Tenemos que decorar la sala roja para la cena del Señor.

-No, Marta. Dejad esa sala para los más humildes, para los campesinos de Jocanán, por ejemplo.

-¿Pero por qué, Maestro?

-Porque cada pobre es otro Jesús y Yo estoy en ellos. Honrad siempre al pobre al que ninguno ama, si queréis ser perfectas. Para mí preparad en el atrio. Teniendo abiertas las puertas de las muchas habitaciones que dan a él, todos me verán por igual, y Yo veré a todos.

Marta, no demasiado satisfecha, objeta:
-¡Pero Tú en un vestíbulo!... ¡No es digno para ti! ...
-Ve, ve. Haz lo que te digo. Es dignísimo hacer lo que el Maestro aconseja.

Marta y María salen sin hacer ruido y Jesús se queda, paciente, velando al amigo que descansa.

Las cenas están en pleno desarrollo: con una poca justa distribución de los invitados, según el punto de vista humano, pero con una visión superior, tendente a dar honor y amor a aquellos que el mundo normalmente no considera.
Así, en la espléndida, regia sala roja, cuya bóveda apoya en dos columnas de pórfido rojo, entre las cuales ha sido colocada la larga mesa, están sentados los campesinos de Jocanán, junto con Margziam e Isaac, más otros discípulos, hasta completar el número adecuado.

En la sala en que tuvo lugar la cena de la noche precedente hay otros discípulos de entre los más humildes. En la sala blanca -un sueño de candor -están las discípulas vírgenes, y con ellas, que son sólo cuatro, están las hermanas de Lázaro y Anastática y otras jóvenes; pero la reina de la fiesta es María, la Virgen por excelencia. En la habitación de al lado, que quizás es una biblioteca -porque está recubierta de altas arcas oscuras que quizás contienen rollos, o los contenían ­, están las viudas y las mujeres casadas; presiden el grupo Elisa de Betsur y María de Alfeo. Y así sucesivamente.

Pero lo que impresiona es ver a Jesús en el atrio marmóreo. Es verdad que el gusto señorial de las dos hermanas de Lázaro ha hecho del cuadrado vestíbulo un verdadero salón luminoso, floreteado, más espléndido que una sala. ¡Pero sigue siendo un vestíbulo! Jesús está con los doce; a su lado, Lázaro y con Lázaro Maximino.
Prosiguen las cenas según el rito... Jesús rebosa de alegría por estar en el centro de todos sus discípulos fieles.

Terminada la cena, bebido el último cáliz, cantado el último salmo, todos los que estaban en las distintas salas afluyen al atrio; pero no caben, dada la presencia de la mesa, que ocupa no poco espacio.

-Vamos a la sala roja, Maestro. Corremos la mesa contra la pared y nos ponemos todos alrededor de ti -sugiere Lázaro, y hace una señal a los criados para que así lo hagan.

Ahora Jesús, sentado en el centro, entre dos columnas de preciado valor, bajo la lámpara rutilante, elevado encima de un pedestal hecho con dos triclinios usados para la cena, parece verdaderamente un rey sentado en el trono en medio de sus cortesanos.

La túnica de lino que se ha puesto antes de la cena resplandece como si estuviera confeccionada con hilos preciosos, y parece aún más blanca en el contraste con el rojo mate de las paredes y el rojo brillante de las columnas. Y su rostro es verdaderamente divino y regio mientras habla o escucha a los que tiene alrededor. Los más humildes -a quienes ha querido tener muy cerca -, sintiéndose amados por los demás fraternalmente, hablan con seguridad, manifestando sus esperanzas y congojas con sencillez y fe.

¡Pero el más feliz entre tantas personas felices es el abuelo de Margziam! No se separa ni un instante de su nieto, goza mirándolo y escuchándolo... De vez en cuando, dado que está sentado junto a Margziam, que está de pie, reclina su cabeza cana en el pecho de su nieto, y éste la acaricia.

Jesús ve este gesto varias veces y pregunta al anciano:
-¿Padre, tu corazón se siente feliz?
-¡Muy feliz, mi Señor! Ni siquiera me parece verdad. Sólo quisiera una cosa...

-¿Cuál?
-Morir, si fuera posible, en esta paz. Pronto por lo menos. Porque el máximo bien ya lo he recibido. Más no puede tener una criatura sobre la faz de la tierra...

Irme... no sufrir más... Marcharme... Como has dicho justamente en el Templo, Señor. "Quien ofrece sacrificios con los bienes de los pobres es como quien degüella a un hijo ante los ojos de su padre.” Lo único que retiene a Jocanán para emular a Doras es el miedo a ti. Está empezando a pasársele el recuerdo de lo que le sucedió al otro.

Sus campos prosperan y él los fertiliza con nuestro sudor.

¿No es el sudor, acaso, un bien de los pobres, su propio yo que se exprime en trabajos superiores a sus fuerzas? No nos pega, nos da lo que hace falta para mantenernos fuertes para el trabajo. Pero, ¿no   nos explota más que a los bueyes? Decidlo vosotros, compañeros míos...

Los labriegos de Jocanán -los viejos y los nuevos -asienten.

-¡Mmm! Creo que... Sí, que tus palabras le hacen ser más vampiro que nunca; y a costa de éstos... ¿Por qué las dijiste, Maestro? -pregunta Pedro.

-Porque se las merecía. ¿No es verdad, vosotros de los campos?

-¡Sí! Los primeros meses... fue bien. Pero ahora... peor que antes -afirma Miqueas.

-El cubo del pozo por su propio peso desciende -sentencia el sacerdote Juan.
-Sí, y el lobo pronto se cansa de aparecer como cordero  añade Hermas.
Las mujeres hablan bajo entre sí, compasivas. Jesús, dilatados sus ojos por la compasión, mira a los pobres labriegos, afligido de verse impotente para quitarles este peso.

Lázaro dice:
-Había ofrecido sumas locas para conseguir esos campos y dar a éstos la paz. Pero no he logrado hacerme con ellos. Doras me odia. Es semejante en todo a su padre.

-Bueno... pues moriremos así. Este es nuestro destino.

¡Pero bienvenido será el descanso en el seno de Abraham! ­exclama Saulo, otro campesino de Jocanán.
-¡En el seno de Dios, hijo! En el seno de Dios. La Redención se cumplirá, los Cielos se abrirán, y vosotros iréis al Cielo y...

Alguien golpea vigorosamente el portón. Los golpes

retumban fuertes. Nace la alarma entre los presentes.

-¿Quién es?
-¿Quién está por la calle la noche de Pascua?
-¿Soldados?
-¿Fariseos?
-¿Soldados de Herodes?

Pero, mientras la agitación se extiende, aparece Leví, el guardián del palacio:

-Perdona, Rabí  dice -hay un hombre que pregunta por ti.

Está en la entrada. Parece muy afligido. Es una persona
anciana; del pueblo llano, me parece. Pregunta por ti. Y con urgencia.

-¡Hala! ¡No es ésta la noche más adecuada para milagros! Que vuelva mañana... -dice Pedro.

-No. Todas las noches son tiempo de milagros y de misericordia -dice Jesús poniéndose en pie; y desciende de su sitial para ir hacia el atrio.

-¿Vas solo? ¡Voy yo también! -dice Pedro.

-No. Quédate donde estás.

Sale al lado de Leví.

En el fondo, junto al pesado portón, en el atrio semioscuro -han sido apagadas las lámparas que antes lo iluminaban ­hay un anciano. Está muy nervioso. Jesús se acerca a él.

-Detente, Maestro. Quizás he tocado un muerto y no quiero contaminarte. Soy el pariente de Samuel, el prometido de Analía. Estábamos consumiendo la cena, y Samuel bebía, bebía, bebía... contra lo que es lícito. Pero es que ese joven, desde hace un tiempo, me parece un desquiciado. ¡Es el remordimiento, Señor! Medio borracho y bebiendo más, decía: "Así no me acordaré de que le he dicho que lo odio.

Porque yo, sabedlo, he maldecido al Rabí". Y me parecía Caín, porque repetía: "Mi iniquidad es demasiado grande.

¡No merezco perdón! ¡Tengo que beber! Beber para no recordar. Porque está escrito que quien maldice a su Dios llevará consigo su pecado y es reo de muerte". Deliraba ya así, cuando ha entrado en la casa un pariente de la madre de Analía para preguntar el porqué del repudio. Samuel, medio borracho, ha reaccionado con malas palabras. El hombre, por su parte, lo ha amenazado con llevarlo al magistrado por el perjuicio que causa al honor de la familia. Samuel ha sido el primero en darle una bofetada.

Se han enzarzado... Yo soy viejo, como también es vieja mi hermana, y viejos son el criado y la criada. ¿Qué podíamos hacer nosotros cuatro, y qué podían hacer las dos niñas, hermanas de Samuel? ¡Podíamos gritar! ¡Podíamos tratar de separarlos! Nada más... Y Samuel ha cogido el hacha con que habíamos preparado la leña para el cordero y le ha dado con ella en la cabeza... No le ha abierto la cabeza porque ha golpeado con el reverso, no con al tajo. Pero el otro ha empezado a tambalearse, borbotando, y se ha caído...

Hemos dejado de gritar... para... para que no viniera gente... Nos hemos atrincherado en casa...

Aterrorizados... Esperábamos que el hombre volviera en sí echándole agua en la cabeza. Pero sigue borbotando, borbotando. Se va a morir, está claro. En algunos momentos parece ya muerto. Yo, en uno de estos momentos, me he marchado para venir a llamarte. Mañana... quizás antes, los parientes buscarán al hombre. En nuestra casa, porque sabían que había venido. Y lo encontrarán muerto... Y matarán a Samuel, según la Ley... ¡Señor! ¡Señor! La deshonra ya ha caído sobre nosotros... ¡Pero esto no! ¡Por mi hermana piedad, Señor! El te ha maldecido... pero su madre te ama... ¿Qué debemos hacer?

-Espérame aquí. Voy Yo -y Jesús vuelve a la sala y desde la puerta, dice:

-Judas de Keriot, ven conmigo.

-¿A dónde, Señor? -dice Judas obedeciendo inmediatamente.
-Lo sabrás. Vosotros todos seguid aquí con paz y amor. Volvemos pronto.

Salen de la sala, del vestíbulo, de la casa. Pronto recorren las calles, desiertas y oscuras. Llegan a la casa fatal.

-¿La casa de Samuel? ¿Por qué?...
-Silencio, Judas. Te he tomado conmigo porque tengo confianza en tu buen sentido.

El viejo se ha dado a reconocer. Entran. Suben al comedor, hasta donde han arrastrado al hombre agredido.

-¿Un muerto? ¡Pero Maestro! ¡Nos contaminamos!
-No está muerto. ¿No ves que respira?, ¿no oyes los estertores? Ahora lo voy a curar...

-¡Pero tiene un golpe en la cabeza! ¡Aquí ha habido un delito! ¿Quién ha sido?... ¡Y en el día del cordero!  

Judas está horrorizado.

-Ha sido él -dice Jesús señalando a Samuel, que está en el suelo, en un rincón, hecho un ovillo, más moribundo que el propio moribundo, con estertores de terror como el otro de agonía, cubierta su cabeza con el extremo del manto, para no ver y no ser visto, mirado por todos con horror, por todos menos por la madre, que al horror por el homicida une la angustia por el hijo culpable y condenado ya de antemano por la férrea ley de Israel.

-¿Ves a dónde conduce un primer pecado? ¡A esto. Judas! Empezó siendo perjuro contra la mujer, luego contra Dios; luego se ha hecho calumniador, embustero, blasfemo, luego se ha dado al vino y ahora es un homicida. Así se cae en el poder de Satanás. Judas. Tenlo siempre presente...
Jesús se muestra terrible mientras señala a Samuel con su brazo extendido.

Pero luego mira a la madre, que, agarrada a una contraventana, apenas si se tiene en pie, temblorosa (parece ya cercana a la muerte), y con tristeza dice:

-¡Y así, Judas, se mata, sin más arma que la del delito del hijo, a las pobres madres!... De ella siento compasión. ¡Yo siento compasión por las madres! Yo, el Hijo que no verá compasión hacia su Madre...

Jesús llora... Judas lo mira estupefacto...

Jesús se inclina hacia el moribundo y le pone una mano en la cabeza. Ora. El hombre abre los ojos. Parece como un poco ebrio. Atónito... Pero pronto vuelve en sí.
Hincando los puños contra el suelo, se sienta. Mira a Jesús. Pregunta:

-¿Quién eres?
-Jesús de Nazaret.

-¡El Santo! ¿Por qué aquí junto a mí? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi hermana y su hija? ¿Qué ha sucedido?
Trata de recordar.

-Hombre, tú me llamas santo. ¿Me crees santo entonces?
-Sí, Señor. Tú eres el Mesías del Señor.

-¿Entonces mi palabra es sagrada para ti?
-Sí, Señor.

-Entonces -Jesús se yergue, está majestuoso -...entonces Yo, como Maestro y Mesías, te ordeno que perdones. Has venido aquí y has sido insultado...

-¡Ah! ¡Samuel! ¡Sí!... ¡El hacha! Lo denun...» dice mientras se levanta.

-No. Perdona en nombre de Dios. Te he curado para esto.

Nutres afecto por la madre de Analía porque ha sufrido; pues esta de Samuel sufriría más todavía. Perdona.
El hombre se muestra muy elusivo. Mira con claro rencor al que lo ha herido. Mira a la madre angustiada. Mira a Jesús, que lo domina... No se sabe decidir.

Jesús le abre los brazos y lo arrima contra su pecho, diciendo:

-¡Por amor a mí!

El hombre rompe a llorar... ¡Estar entre los brazos del Mesías, sentir su aliento en los cabellos y un beso que desciende al lugar donde estaba el golpe!... Llora, llora...
Jesús dice:

-¿Sí, no es verdad? ¿Perdonas por amor a mí? ¡Dichosos los misericordiosos! Llora, llora en mi corazón. ¡Salga con el llanto todo rencor! ¡Completamente nuevo! ¡Completamente puro! ¡Así! ¡Manso, manso como debe ser un hijo de Dios!...

El hombre levanta la cara y dice entre lágrimas:
-Sí. Sí. ¡Tu amor es muy dulce! ¡Tiene razón Analía! Ahora la comprendo... ¡Mujer! ¡No llores más! El pasado es pasado. Nadie sabrá nada por boca mía. Goza de tu hijo, si es que puede darte alegría. Adiós, mujer. Regreso a mi casa -y hace ademán de salir.

Jesús le dice:

-Voy contigo, hombre. Adiós, madre. Adiós, Abraham. Adiós, niñas.

No dice una sola palabra a Samuel, el cual, a su vez, no encuentra ninguna palabra.

La madre le quita de la cabeza bruscamente el manto, y, como reacción al momento pasado, se abalanza hacia el hijo:

-¡Da gracias al Salvador, alma dura! ¡Dale gracias, hombre indigno, que no eres otra cosa!...

-Déjalo, déjalo, mujer. Su palabra no tendría valor. El vino lo tiene alelado y su alma está cerrada. Ora por él... Adiós.

Baja las escaleras, alcanza en la calle a Judas y al otro, se libera del anciano Abraham, que quiere besarle las manos, y se pone a andar raudo bajo los primeros rayos de la Luna.

-¿Estás lejos? -pregunta al hombre.
-Al pie del Moria.

-Entonces tenemos que separarnos.
-Señor, me has conservado para los hijos, para mi mujer, para mi vida. ¿Qué debo hacer por ti?

-Ser bueno, perdonar y callar. Jamás, por ningún motivo, debes decir ni una palabra de cuanto ha sucedido. ¿Lo prometes?

-¡Lo juro por el sagrado Templo! A pesar de que me duela el no poder decir que me has salvado...
-Sé un hombre justo y Yo salvaré tu alma. Y esto sí que lo podrás decir. Adiós, hombre. La paz sea contigo.

El hombre se arrodilla, saluda, se separan.
-¡Qué cosas! ¡Qué cosas! -dice Judas, ahora que están solos.

-Sí. Horrendas. Judas, tú tampoco debes hablar.

-No, Señor. Pero, ¿por qué has querido que viniera yo contigo?

-¿No estás contento de mi confianza?
-¡Mucho! Pero...

-Pues porque quería que meditaras sobre esto: a dónde puede conducir la mentira, la avidez de dinero, la crápula y las prácticas inertes de una religión que ha dejado de sentirse, y de practicarse, espiritualmente. ¿Qué era el banquete simbólico para Samuel? ¡Nada! Crápula. Un sacrilegio. Y en él se ha hecho homicida.

Muchos en el futuro serán como él, y con el sabor del Cordero en la lengua -y no del cordero nacido de oveja, sino del Cordero divino -irán al delito. ¿Y por qué sucede eso? ¿Cómo sucede? ¿No te lo preguntas? Pues te lo digo igualmente: porque habrán preparado esa hora con muchos hechos precedentes cometidos, primero por desatenciones, por obstinación después. Recuerda esto, Judas.

-Sí, Maestro. ¿Y qué vamos a decir a los demás?
-Que había uno muy grave. Es verdad.

Tuercen rápidamente por una calle y los pierdo de vista.


   


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