Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

358- En Pel.la. El jovencito Yaia
y la madre de Marcos de Josías


El camino que de Gadara va a Pel.la recorre una zona fértil extendida entre dos órdenes de collados, uno más alto que el otro. Parecen dos enormes peldaños de una escalera de gigantes fabulosos, para subir del valle del Jordán a los montes de Aurán.

Cuando el camino se junta más al escalón de occidente, la mirada se enseñorea no sólo sobre los montes del otro lado ­creo que son los de la Galilea meridional, y ciertamente los de Samaria -, sino también sobre la verde lindura que hace de ala al río azul por una y otra parte; cuando se separa, acercándose a las cadenas de oriente, entonces pierde de vista el valle del Jordán, pero ve todavía las cimas de las cadenas de Samaria y Galilea recortadas con su verde en el fondo gris del cielo.

En día de sol sería un hermoso panorama, con tonalidades vivas de graciosa belleza. Hoy que el cielo está ya enteramente cubierto de nubes bajas, acumuladas por un siroco que aumenta sin cesar y va empujando nuevas masas de nubes densas para superponerse a las ya existentes, bajando así el cielo con toda esta guata gris y enredada, el panorama pierde la luminosidad de los colores verdes, que aparecen apagados como por una opacidad de niebla.

Llegan a algún que otro pueblecito, y los dejan atrás, sin que suceda nada particular. La indiferencia acoge y sigue al Maestro. Sólo los pordioseros, que van pidiendo limosna, no dejan de interesarse por el grupo de peregrinos galileos. No faltan los ciegos, que en su mayor parte tienen los ojos destruidos por el tracoma, o los casi ciegos, que van con la cabeza baja, soportando malamente la luz, pegados a las tapias, unas veces solos, otras con una mujer o un niño.

En un pueblo, donde se entrecruza el camino hacia Pel.la con el de Gerasa y Bosra hacia el Lago de Tiberíades, hay un grupo numeroso que asalta las caravanas con sus quejidos semejantes a gruñidos de perros, quebrados de tanto en tanto por verdaderos ululatos. Están atentos. Es un grupo de miseria, mugre y harapos, pegado a las tapias de las primeras casas.

Mordisquean cortezas de pan, y aceitunas; o están adormilados, y las moscas pican con toda libertad en los párpados ulcerados. Pero, al primer ruido de cascos o de roces de numerosos pies, se alzan y van -harapiento coro de tragedia antigua -, todos con las mismas palabras y los mismos gestos, hacia los que llegan. Alguna moneda vuela y algún mendrugo de pan, y los ciegos o semiciegos exploran nerviosamente el polvo y la inmundicia para encontrar el óbolo.

Jesús los observa y dice a Simón Zelote y a Felipe:
-Llevadles dinero y pan. Judas tiene el dinero; el pan, Juan.

Los dos se adelantan solícitos a realizar lo que ha sido ordenado, y se detienen a hablar mientras Jesús se acerca despacio, impedido por una fila de asnos que tapa el camino.

Los mendigos se asombran de la forma de saludarlos y de la gracia que les ofrecen los recién llegados, y preguntan:

-¿Quiénes sois, que nos tratáis amablemente?
-Los discípulos de Jesús de Nazaret, el Rabí de Israel, el que ama a los pobres y a los infelices porque es el Salvador, y pasa anunciando la Buena Nueva y haciendo milagros.

-Este es el milagro -dice uno que tiene los párpados atrozmente devastados. Y le da un mordisco a su pedazo de pan limpio; un verdadero animal que no siente y admira sino las cosas materiales.

Una mujer que, al pasar con sus ánforas de cobre, oye y dice:

-¡Cállate ahí, holgazán indecente!

Y se vuelve a los discípulos para decir:

-No es del pueblo. Es pendenciero y violento con sus semejantes. Habría que echarlo, porque roba a los pobres del pueblo. Pero tenemos miedo de sus venganzas -y, en voz baja, verdaderamente una pizca de voz, susurra:

«Se dice que es un ladrón que, durante años, ha robado y matado -bajando de los montes de Caracamoab y Sela, que ahora los dominadores llaman Petra -a los que recorren los caminos de los desiertos. Se dice que es un soldado desertor de aquel romano que fue allí para... que vieran lo que es Roma... Elio, me parece, y otro nombre más... Si le hacéis beber, habla... Ahora, ciego, ha venido a parar aquí... ¿Es aquel el Salvador? -pregunta luego señalando a Jesús, que ha pasado recto.

-Es ése. ¿Quieres decirle algo?

-¡No, no! -dice la mujer con indiferencia.

Los dos apóstoles se despiden de ella y se encaminan para alcanzar al Maestro. En esto, se produce un alboroto entre los ciegos, y se alza un llanto casi de niño. Varios se vuelven. La mujer de antes, que está en el umbral de la puerta de su casa, explica:

-Será ese despiadado que quita el dinero a los más débiles. Siempre lo hace.
También Jesús se ha vuelto, a mirar.

Efectivamente, un niño, o más bien un adolescente, sale sangrando y llorando del grupo y se queja:
-¡Me ha quitado todo! ¡Y mi madre ya no tiene pan!

Unos se muestras compasivos, otros se ríen...
-¿Quién es? -pregunta Jesús a la mujer.
-Un niño de Pel.la. Pobre. Viene mendigando. Todos ciegos en su casa, por una enfermedad cogida los unos de los otros. El padre ha muerto. La madre está en casa. E1 jovencito pide limosna a los que pasan y a los campesinos.

El muchacho se acerca con su bastoncito, secándose con un ribete de su manto desgarrado el llanto y la sangre, que le mana de la frente.

La mujer lo llama:

-¡Párate, Yaia! ¡Te lavo la frente y te doy un pan!
-¡Tenía dinero y pan para varios días! ¡Ahora nada! Mi madre me espera para comer... -se lamenta el desdichado mientras se lava con el agua de la mujer.
Jesús se acerca y dice:

-Yo te doy todo lo que tengo. No llores.
-¿Pero Señor? ¿Por qué? ¿Dónde vamos a hospedarnos? ¿Qué haremos? -dice inquieto Judas.

-Alabaremos a Dios, que nos conserva sanos. Es ya suma gracia.

El muchacho dice:
-¡Sí que lo es! ¡Si yo viera! Trabajaría para mi madre.
-¿Querrías curarte?
-Sí.

-¿Por qué no vas a los médicos?

-Ninguno nos ha curado nunca. Nos han dicho que hay Uno en Galilea que no es médico pero que cura. Pero, ¿cómo vamos a donde Él?

-Ve a Jerusalén. Al Getsemaní. Es un olivar que está en las faldas del monte de los olivos, cerca del camino de Betania. Pregunta por Marcos y Jonás. Todos los del arrabal de Ofel te darán indicaciones. Puedes unirte a una caravana. Pasan muchas. A Jonás pregúntale por Jesús de Nazaret...

-¡Eso! ¡Es ese nombre! ¿Me curará?
-Si tienes fe, sí.

-Tengo fe. ¿Tú a dónde vas, Tú que eres bueno?
-A Jerusalén, para la Pascua.

-¡Llévame contigo entonces! No te daré fastidio. Dormiré al raso, me bastará un pedazo de pan. Vamos a Pel.la ¿Tú vas allí, verdad? Y se lo decimos a mi madre, y luego vamos... ¡Ver! ¡Eres bueno, Señor!... -y el jovencito se arrodilla buscando los pies de Jesús para besarlos.
-Ven. Te llevaré a la luz.
-¡Bendito seas!

Reanudan el camino y la mano de Jesús sujeta de un brazo al niño para guiarlo solícitamente. Y el niño habla:
-¿Quién eres? ¿Un discípulo del Salvador?
-No.
-¿Pero lo conoces al menos?
-Sí.
-¿Y crees que me va a curar?
-Lo creo.

-Pero... ¿querrá dinero? No tengo. ¡Los médicos quieren mucho dinero! Por las curas hemos conocido el hambre...
-Jesús de Nazaret sólo quiere fe y amor.

-Es muy bueno entonces. Pero también Tú eres bueno -dice el jovencito, y, para coger y acariciar la mano que lo guía, palpa la manga de la túnica.

-¡Qué buena túnica llevas! ¡Eres un señor! ¿No te avergüenzas de mí, que voy andrajoso?

-Me avergüenzo sólo de las culpas que deshonran al hombre.

-Yo tengo las de murmurar alguna vez por mi estado, y de desear ropa caliente, pan y, sobre todo, la vista.
Jesús lo acaricia:

-No son culpas que deshonren. Pero trata de no tener ni siquiera esas imperfecciones y serás santo.

-Pero, si me curo, ya no las tendré... ¿O es que no me voy a curar y Tú lo sabes y me estás preparando para mi destino y enseñándome a santificarme como Job?

-Te curarás. Pero después, sobre todo después, tienes que estar siempre contento de tu condición, aun no siendo de las más halagüeñas.

Llegan a Pel.la. Las huertas que siempre preceden a las ciudades exponen la fecundidad de sus cuadros con un pujante verdecer de hortalizas.

Algunas mujeres que están trabajando en los surcos, o en las tinas de la colada, saludan a Yaia y le dicen:
-Vuelves pronto hoy. ¿Te ha ido bien? ¿Has encontrado un protector? Pobre hijo.

Una, anciana, grita desde el fondo de una huerta:
-¡Yaia! Si tienes hambre, hay una escudilla para ti. Si no, para tu madre. ¿Vas a casa? Tómala.

-Voy a decir a mi madre que voy con este señor bueno a Jerusalén para curarme. Conoce a Jesús de Nazaret y me guía a donde Él.

El camino, casi a las puertas de Pel.la, está lleno de gente. Hay mercaderes, pero hay también peregrinos.

Una mujer de buen aspecto, que hace su viaje en un burro, acompañada de una sierva y un siervo, al oír hablar de Jesús, se vuelve; luego tira de las riendas, para al burro, baja, y se dirige a Jesús.

-¿Conoces a Jesús de Nazaret? ¿Vas a donde El? Yo también voy... Para la curación de un hijo. Quisiera hablar con el Maestro porque... -se echa a llorar debajo del tupido velo.

-¿Qué enfermedad tiene tu hijo? ¿Dónde está?
-Es de Gerasa. Pero ahora está camino de Judea. Va como un poseso... ¡Oh!, ¿qué he dicho?
-¿Está endemoniado?

-Señor, lo estaba y fue curado. Ahora... es más demonio que antes, porque... ¡Esto sólo se lo puedo decir a Jesús de Nazaret!

-Santiago, tomad al niño entre Simón y tú, e id adelante con los otros. Esperadme fuera de la puerta. Mujer, puedes decir a los siervos que sigan adelante. Hablaremos entre nosotros.

La mujer dice:
-¡Pero Tú no eres el Nazareno! Yo quiero hablarle sólo a Él. Porque sólo Él puede comprender y tener misericordia.
Entretanto se han quedado solos. Los otros ya se han adelantado por su cuenta. Jesús espera a que la calle se desaloje y luego dice:

-Puedes hablar. Yo soy Jesús de Nazaret.
La mujer gime y hace ademán de arrodillarse.
-No. La gente no debe saberlo por ahora. Vamos. Allí hay una casa abierta. Vamos a pedir un lugar para estar y vamos a hablar. Ven.

Van por una callecita que discurre entre dos huertas, a una casa aldeana en cuya era retozan unos niños.
-La paz sea con vosotros. ¿Me permitís que pueda descansar unos momentos esta mujer? Debo hablar con ella. Venimos de lejos para podernos hablar y Dios nos ha hecho confluir antes de la meta.

-Entrad. El huésped es bendición. Os daremos leche y pan, y agua para los pies cansados -dice una anciana.
-No hace falta. Nos basta un lugar tranquilo para poder hablar.

-Venid -y sube con ellos a una terraza enguirnaldada con una vid en que ya brotan hojas esmeraldinas.
Se quedan solos.

-Habla, mujer. Ya he dicho que Dios nos ha hecho encontrarnos antes de la meta para alivio tuyo.

-¡No hay, no hay ya alivio para mí! Tenía un hijo. Quedó poseído por el demonio. Una fiera entre los sepulcros. Nada lo tenía sujeto. Nada lo curaba. Te vio. Te adoró con la boca del demonio, y Tú le curaste. Quería seguirte. Tú pensaste en mí, su madre, y me lo enviaste. Para que me diera nueva vida y nuevo juicio, que vacilaban por el dolor de un hijo endemoniado. Le enviaste también para que te predicara, dado que quería amarte.

Yo... ¡Oh! ¡Ser madre de nuevo; y además, de un hijo santo, de un siervo tuyo! Pero, ¡dime, dime! Cuándo le dijiste que regresara, ¿sabías que era... que sería otra vez un demonio? Porque es un demonio, que te deja después de tanto bien recibido, después de haberte conocido, después de haber sido elegido para el Cielo... ¡Dímelo! ¿Lo sabías? ¡Oh, estoy desvariando! Hablo y no te digo por qué es un demonio...

Hace algo de tiempo que ha caído otra vez en locura. Pocos días, pero para mí más penosos que los largos años que vivió endemoniado... Y entonces creía que nunca sufriría penas más grandes que ésa... Ha venido... y ha demolido la fe que Gerasa cultivaba hacia ti por mérito tuyo y suyo, diciendo infamias de ti. ¡Y ahora te precede hacia el vado de Jericó, procurándote daño, procurándote daño!

La mujer, que no se ha quitado en todo este tiempo el velo bajo el cual solloza desconsoladamente, se arroja a los pies de Jesús suplicando:

-¡Márchate! ¡Aléjate! ¡No te dejes insultar! Yo me he puesto en camino, de acuerdo con mi marido enfermo, rogando a Dios hallarte. ¡Me ha escuchado! ¡Bendito sea! ¡No quiero, no quiero permitir que Tú, Salvador, seas maltratado por causa de mi hijo! ¿Por qué lo he traído al mundo? ¡Te ha traicionado, Señor! Cita mal tus palabras. El demonio se ha apoderado de nuevo de él. Y... ¡oh, Altísimo y Santo!... ¡piedad de una madre! Y se condenará.

¡Mi hijo, mi hijo! Antes no tenía culpa de estar lleno de demonios. Era una desventura que le había sucedido. ¡Pero ahora, ahora que lo habías liberado, ahora que había conocido a Dios, ahora que Tú lo habías instruido! ¡Ahora ha querido ser un demonio, y ya ninguna fuerza lo liberará! ¡Oh!

La mujer está por el suelo: un amasijo de vestidos y carne agitándose en medio de los sollozos. Y gime:
-Dime, dime qué debo hacer por ti, por mi hijo. ¡Para desagraviar! ¡Para salvar! No. ¡Desagraviar! Ya ves que mi dolor es desagravio. ¡Pero salvar! No puedo salvar al que reniega de Dios. Está condenado... Y, para mí, israelita, ¿qué es esto? Tormento.

Jesús se agacha. Le pone la mano en el hombro.
-¡Álzate, cálmate! Te tengo amor. Escucha, pobre madre.
-¿No me maldices por haberlo generado?

-¡No! No eres responsable de su error. Has de saber, además, para consuelo tuyo, que sí puedes ser causa de su salvación. Los quebrantos de los hijos pueden ser reparados por las madres. Y tú lo vas a hacer. Tu dolor, siendo bueno como es, no es estéril; es fecundo. Por tu dolor será salvada el alma que amas. Expías por él, y expías con una intención tan recta, que eres la indulgencia de tu hijo. Volverá a Dios. No llores.
-¿Pero cuándo? ¿Cuándo será?

-Cuando tu llanto se disuelva en mi Sangre.
-¿Tu Sangre? ¿Entonces es verdad lo que dice él? ¿Que te matarán porque mereces la muerte?... ¡Blasfemia horrenda!
-Es verdad verdadera en la primera parte. Me matarán para haceros dignos de Vida. Soy el Salvador, mujer. La salvación se da con la palabra, con la misericordia y con el holocausto. Para tu hijo es necesario esto. Y lo daré.

Pero ayúdame. Dame tu dolor. Ve con mi bendición. Consérvala en ti para poder ser misericordiosa y paciente con tu hijo, y recordarle así que Otro fue misericordioso con él. Ve, ve en paz.

-¡Pero no hables en Pel.la! ¡No hables en Perea! Te los ha puesto en contra. Y no está solo. Pero yo veo sólo a él y hablo sólo de él...

-Hablaré con un hecho, que será suficiente para anular la obra de otros. Ve en paz a tu casa.

-Señor, ahora que me has absuelto de haberlo generado, ve mi rostro, para saber cómo es el rostro de una madre acongojada -y se destapa la cara diciendo «Aquí ves la cara de la madre de Marcos de Josías, renegador del Mesías y torturador de la que lo engendró» y baja de nuevo el tupido velo para cubrir su rostro devastado por el llanto, y dice gimiendo:

-¡Ninguna otra madre de Israel me igualará en el dolor!
Bajan del lugar hospitalario. Toman la calle otra vez. Entran en Pel.la y se reúnen de nuevo la mujer con los siervos y Jesús con los apóstoles.

Pero la mujer le sigue, como hechizada, mientras Jesús va detrás del muchacho, que se dirige a su pobre casuca: una casa situada en un sótano de una construcción pegada a la ladera del monte, característica de esta ciudad que sube a escalones, de forma que el bajo del lado oeste es el segundo piso del lado este, pero en realidad es un bajo también allí, porque se puede acceder a él desde el camino que pasa por arriba, que está al nivel del último piso.

El muchacho llama con fuerza:
-¡Madre! ¡Madre!
Del interior del antro mísero y oscuro sale una mujer todavía joven, ciega, desenvuelta porque conoce bien el recinto.

-¿Ya de regreso, hijo mío? ¡Tan numerosas han sido las limosnas, que regresas estando todavía alto el día?
-Mamá, he encontrado a uno que conoce a Jesús de Nazaret y que dice que me lleva a donde Él para que me cure. Es muy bueno. ¿Me dejas ir, mamá?

-¡Claro, Yaia! Me quedo sola, pero ve, ve, bendito, ¡y mira también por mí al Salvador!
La adhesión, la fe de la mujer es absoluta. Jesús sonríe. Habla:

-¿No dudas, mujer, ni de mí ni del Salvador?
-No. Si Tú lo conoces y eres amigo suyo, tienes que ser bueno sin duda. ¡Él puede hacerlo! ¡Ve, ve, hijo! No te retrases ni un momento. Vamos a darnos un beso y ve con Dios.

A tientas se encuentran y se besan.
Jesús pone encima de la tosca mesa un pan y unas monedas.
-Adiós, mujer. Aquí tienes con qué procurarte comida. La paz sea contigo.

-Salen. La comitiva reanuda la marcha. Caen las primeras gotas de lluvia.
-¿Pero no nos paramos? Llueve... -dicen los apóstoles.
-En Yabés Galaad nos detendremos. Caminad.
Se echan los mantos por encima de las cabezas. Jesús extiende el suyo sobre la cabeza del muchacho. La madre de Marcos de Josías le sigue con los siervos, en su asno. Da la impresión de que no se puede separar de Él.
Salen de Pel.la. Se adentran en la verde campiña, triste en este día lluvioso.

Recorren al menos un kilómetro. Luego Jesús se para. Toma la cabeza del cieguito entre sus manos, le besa en los ojos extinguidos y dice:
-Y ahora regresa. Ve a decir a tu madre que el Señor premia a quien tiene fe, y ve a decir a los de Pel.la lo que es el Señor.

Lo deja marcharse y se aleja rápido.

Pero no han pasado tres minutos cuando el muchacho grita:
-¡Pero si veo! ¡Oh! ¡No te vayas! ¡Tú eres Jesús! ¡Haz que Tú seas lo primero que vea! -y cae de rodillas en el camino mojado de lluvia.

Por una parte la mujer gerasena y los siervos, por otra los apóstoles, corren a ver el milagro.
También Jesús vuelve, lentamente, sonriente. Se agacha a acariciar al muchacho. -Ve; ve donde tu mamá. ¡Que sepas creer en mí, siempre!

-Sí, Señor mío... ¿Pero a mi madre nada? ¿En la oscuridad ella, que cree como yo?

Jesús sonríe aún más luminosamente. Mira a su alrededor. Ve en el borde del camino una mata de pequeñas margaritas aljofaradas de agua. Se agacha. Las coge. Las bendice. Se las da al niño.

-Pásalas por encima de los ojos de tu madre y ella verá. Yo no vuelvo para atrás. Voy adelante. El que sea bueno que me siga con su espíritu, y que hable de mí a los que vacilan. Tú habla de mí en Pel.la, que titubea en la fe. Ve. Dios está contigo.

Y luego se vuelve a la mujer de Gerasa:
-Y tú síguele. Ésta es la respuesta de Dios a todos los que tratan de disminuir la fe de los hombres en el Cristo.

Que esto refuerce tu fe y la de Josías. Ve en paz.
Se separan. Jesús reanuda la marcha hacia el sur; el niño, la gerasena y los siervos, hacia el norte. El velo tupido del agua los separa como tras una cortina de humo...


   


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