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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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376- Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
Muchos discípulos y discípulas ya se han despedido, y han regresado a las casas que los hospedan, o han tomado de nuevo el camino por el que habían venido.
En la espléndida tarde de este Abril ya avanzado, quedan en la casa de Lázaro los discípulos en el verdadero sentido de la palabra, y especialmente los más consagrados a la predicación, o sea, los pastores, Hermas y Esteban, el sacerdote Juan, Timoneo, Hermasteo, José de Emaús, Salomón, Abel de Belén de Galilea, Samuel y Abel de Corazín, Agapo, Aser e Ismael de Nazaret, Elías de Corazín, Felipe de Arbela, José (el barquero de Tiberíades), Juan de Éfeso, Nicolái de Antioquía.
De las mujeres, quedan, además de las discípulas más conocidas, Analía, Dorca, la madre de Judas, Mirta, Anastática, las hijas de Felipe. Ya no veo a Miriam de Jairo, ni al propio Jairo (quizás ha regresado a donde estaba hospedado).
Pasean lentamente por los patios, o también por la terraza de la casa. Alrededor de Jesús, que está sentado junto al triclinio de Lázaro, están casi todas las mujeres y todas las antiguas discípulas. Lo escuchan mientras habla con Lázaro describiendo los pueblos que han atravesado en las últimas semanas que han precedido al viaje pascual.
-Has llegado justo a tiempo de salvar al pequeño -comenta Lázaro después de la narración de lo del castillo de Cesárea de Filipo, señalando al lactante que duerme feliz en los brazos maternos. Y Lázaro añade: « ¡Es un niño muy bonito! Mujer, ¿me lo dejas ver de cerca?
Dorca se levanta y, silenciosamente, pero triunfalmente, ofrece a su hijo a la admiración del enfermo.
-¡Un niño muy bonito! ¡Precioso! Que el Señor te lo proteja y lo haga crecer sano y santo.
-Y fiel a su Salvador. Si no fuera fiel en el futuro, lo querría muerto, ya ahora. ¡Todo menos que, después de haber sido salvado, sea ingrato con el Señor! -dice Dorca firmemente, y vuelve a su sitio.
-Señor llega siempre a tiempo de salvar -dice Mirta, madre de Abel de Belén -El mío no estaba menos cerca de la muerte que el pequeñuelo de Dorca. ¡Y qué muerte! Pero llegó Él... y salvó. ¡Qué hora tan tremenda!...
Mirta palidece todavía al recordarlo...
-Entonces vendrás a tiempo también para mí, ¿no es verdad? Para darme paz... -dice Lázaro acariciando la mano de Jesús.
-¿Pero no estás un poco mejor, hermano mío? -pregunta Marta. Ya desde ayer te veo mejorado...
-Sí. Estoy asombrado yo mismo. Quizás Jesús...
-No, amigo. Es que vierto en ti mi paz. Tu alma está saturada de esta paz, y ello atenúa el sufrimiento de los miembros. Es decreto de Dios que sufras.
-Y que muera. Dilo, dilo. Bien, pues... hágase su voluntad, como Tú enseñas. Desde este momento no volveré a pedir ni curación ni alivio. He recibido tanto de Dios (y mira involuntariamente a María, su hermana), que es justo que con mi docilidad corresponda a lo mucho que he recibido...
-Haz más, amigo mío. Ya es mucho el que uno se resigne y sufra el dolor. Tú, no obstante, da al dolor un valor mayor.
-¿Cuál, mi Señor?
-Ofrecerlo por la redención de los hombres.
-Yo soy también un pobre hombre, Maestro. No puedo aspirar a ser un redentor.
-Lo dices tú. Pero estás equivocado. Dios se ha hecho Hombre para ayudar a los hombres. Pero los hombres pueden ayudar a Dios. Las obras de los justos serán unidas a las mías en la hora de la Redención; de los justos muertos ya hace siglos, de los que viven y de los futuros. Tú, ya desde ahora, agrega las tuyas. ¡Es tan hermoso unirse a la Bondad infinita, agregar a ella aquello que podamos ofrecer de nuestra bondad limitada, y decir:
"Yo también contribuyo, Padre, al bien de los hermanos"! No puede haber amor más grande, hacia el Señor y hacia el prójimo, que este de saber padecer y morir por dar gloria al Señor y salvación eterna a nuestros hermanos. ¿Salvarse uno para sí mismo? Es poco. Es un "mínimo" de santidad. Hermoso es salvar. Darse para salvar. Impulsar el amor hasta convertirnos en hoguera inmoladora para salvar. Entonces el amor es perfecto. Y grandísima será la santidad del generoso.
-Qué bonito es todo esto, ¿no es verdad, hermanas mías? -dice Lázaro con embelesada sonrisa en su rostro afilado.
Marta asiente, emocionada, con la cabeza.
María, que está sentada en un almohadón a los pies de Jesús, en su postura habitual de humilde y ardiente adoradora, dice:
-¿Cuesto yo estos sufrimientos a mi hermano? ¡Dímelo, Señor, para que mi congoja sea completa!...
Lázaro exclama:
-¡No, María, no! Yo... debía morir a causa de ello. No te claves flechas en el corazón.
Pero Jesús, sincero hasta el extremo, dice:
-¡Sí, ciertamente! Yo he oído las oraciones de tu buen hermano, y los latidos de su corazón. Pero esto no debe producirte una angustia gravosa; antes bien, debe darte la voluntad de ser perfecta, por lo que cuestas. ¡Y exulta! Exulta porque
Lázaro, por haberte arrebatado al demonio…
-¡No yo! Tú, Maestro.
...Por haberte arrebatado al demonio, ha merecido de Dios un premio futuro, por el que hablarán de él las gentes y los ángeles. Y, lo mismo que para el caso de Lázaro, también de otros, y especialmente de otras, que han arrancado con su heroísmo la presa de las manos de Satanás.
-¿Quiénes son? ¿Quiénes son? -preguntan curiosas las mujeres, y quizás todas esperan ser ellas, una por una.
María de Judas no habla. Pero mira, mira al Maestro... Jesús también la mira. Podría darle falsas esperanzas. No lo hace. No la mortifica, pero tampoco le infunde falsas esperanzas. Responde a todas:
-Lo sabréis en el Cielo.
La siempre angustiada madre de Judas pregunta:
-¿Y sí una, a pesar de quererlo, no logra el objetivo? ¿Cuál será su destino?
-El que merece su alma buena.
-¿El Cielo? Pero, Señor, una esposa, una hermana, una madre que... que no lograra salvar a aquellos a quienes ama y los viera condenados, ¿podría tener el Paraíso aun estando en el Paraíso? ¿No crees que esa mujer no tendrá jamás alegría, porque... la carne de su carne y la sangre de su sangre habrán merecido condena eterna? Yo creo que no podrá gozar mientras ve a su amado en atroz pena...
-Estás en un error, María. La visión de Dios, la posesión de Dios, son fuentes de una dicha tan infinita, que para los bienaventurados no subsiste ninguna pena. Diligentes y atentos para ayudar todavía a los que pueden ser salvados, no sufren por los que están separados de Dios y, por tanto, de ellos mismos que están en Dios. La comunión de los santos es para los santos.
-Pero si siguen ayudando a los que pueden ser salvados, es señal de que estos que reciben la ayuda no son todavía santos -objeta Pedro.
-Pero tienen voluntad, al menos pasiva, de serlo. Los santos en Dios ayudan incluso en las necesidades materiales para hacer pasar a aquéllos de una voluntad pasiva a una activa. ¿Me comprendes?
-Sí y no. Te pongo un ejemplo. Si yo estuviera en el Cielo y viera, vamos a suponerlo, un movimiento apenas perceptible de bondad en... digamos Elí el fariseo, ¿qué haría?
-Echarías mano de todos los medios para aumentar sus movimientos buenos.
-¿Y si no sirviera para nada? ¿Después?
-Después, una vez condenado, te desinteresarías de él.
-Y si, como sucede ahora, mereciera completamente la condenación, pero lo estimase -cosa que no sucederá jamás ¿qué debería hacer?
-En primer lugar has de saber que corres peligro de condenarte si dices que jamás lo estimarás; en segundo lugar, has de saber que si estuvieras en el Cielo, formando unidad con la Caridad, pedirías por él, por su salvación, hasta el momento de su juicio. Habrá espíritus que serán salvados en el último momento, después de toda una vida de oración por ellos.
Entra un criado diciendo:
-Ha venido Manahén. Quiere ver al Maestro.
-Que venga. Sin duda querrá hablar de cosas serias.
Las mujeres, discretas, se retiran; los discípulos las siguen. Pero Jesús llama a Isaac, al sacerdote Juan, a Esteban y a Hermas, y de los pastores discípulos, a Matías y a José.
-Conviene que lo oigáis también vosotros que sois discípulos -explica.
Entra Manahén y se inclina.
-La paz a ti -saluda Jesús.
-La paz a ti, Maestro. El sol se está poniendo. Para ti el primer paso después del sábado, mi Señor.
-¿Has tenido una buena Pascua?
-¿Buena? ¡Nada bueno puede suceder donde están Herodes y Herodías! Espero haber comido por última vez el cordero con ellos. ¡A costa de la vida, no prolongo mi permanencia con ellos!
-Creo que cometes un error. Puedes servir al Maestro quedándote -objeta Judas Iscariote.
-Eso es verdad. Y es lo que hasta ahora me ha retenido.
Pero, ¡qué náusea! Podría substituirme Cusa...
Bartolomé le hace una observación:
-Cusa no es Manahén. Cusa es... Sí. Se mueve entre dos aguas. No denunciaría jamás a su señor. Tú eres más franco.
-Eso es verdad. Y es verdad lo que dices. Cusa es el cortesano. Es sensible al hechizo de la realeza... ¿Realeza? ¿Qué estoy diciendo? ¡Del fango regio! Pero se ve rey estando con el rey... Le acongoja la pérdida de la privanza del rey.
La otra noche parecía un lebrel apaleado cuando, casi arrastrándose, se presentó ante Herodes, que lo había llamado tras haber escuchado las quejas de Salomé, a la que Tú habías arrojado de tu presencia. Cusa estaba en un momento muy escabroso. El deseo de salvarse, a toda costa, incluso quizás acusándote a ti, criticándote, estaba escrito en su cara. Pero Herodes...
Quería sólo reírse a espaldas de la muchacha, de la cual ya ha llegado un momento que siente náuseas, como también de la madre de ella. Y se reía como un desquiciado oyendo tus palabras dichas por Cusa. Repetía: "Demasiado, demasiado dulces todavía, para esa joven... (y dijo una palabra tan indecente que no te la digo). Habría debido pisotear sus entrañas insaciables... ¡Pero se habría contaminado!" y reía. Luego, poniéndose serio, dijo:
"Pero... la afrenta, merecida por esa hembra, no se puede permitir para la corona. Yo soy magnánimo (está obsesionado con que lo es, y, dado que nadie se lo dice, pues se lo dice él a sí mismo) y perdono al Rabí, incluso considerando que ha dicho a Salomé la verdad.
Pero quiero que venga a la Corte para perdonarlo del todo.
Quiero verlo, oírlo y hacerle obrar milagros. Que venga y yo me haré protector suyo". Esto decía la otra noche. Y Cusa no sabía qué responder. No quería decirle que no al monarca. Por otra parte, no podía decirle que sí. Porque Tú, ciertamente, no puedes condescender con los caprichos de Herodes. Hoy me ha dicho a mí: "Tú que vas donde Él...
Hazle saber mi voluntad". La hago saber. Pero... ya sé la respuesta. De todas formas dímela, para poder transmitirla.
-¡No!
Un "no" que parece un rayo.
-¿No te crearás un enemigo demasiado fuerte? -pregunta Tomás.
-Y un verdugo también. Pero no puedo responder sino: "no".
-Nos perseguirá...
-Dentro de tres días ya no se acordará -dice Manahén encogiéndose de hombros. Y añade: «Le han prometido unas mimas... Llegan mañana... ¡Se olvidará de todo!...
Vuelve el doméstico:
-Señor -dice a Lázaro -, han venido Nicodemo, José,
Eleazar y otros fariseos y jefes del Sanedrín. Quieren saludarte.
Lázaro mira a Jesús interrogativamente. Jesús comprende:
-Que vengan. Los saludaré de buena gana.
Poco después entran: José; Nicodemo; Eleazar, aquel justo del banquete de Ismael; Juan, aquel del banquete, ya lejano en el tiempo, del de Arimatea; otro, que oigo que le llaman Josué; otro, Felipe; otro, Judas; el último, Joaquín. Saludos sin fin. Menos mal que la sala es grande... si no, ¿cómo habrían podido meter en ella tantas reverencias y tanto abrir de brazos y tantas ampulosidades? Pero, a pesar de ser grande, se llena tanto, que los discípulos deciden desaparecer. ¡Quizás no dan crédito al hecho de no estar bajo el fuego de tantas pupilas de miembros del Sanedrín! Se quedan solamente Lázaro y Jesús.
-Lázaro, sabemos que estás en Jerusalén. ¡Así que hemos venido! -dice el que tiene por nombre Joaquín.
-Me asombra y me alegra. Ya casi que no recordaba tu cara -dice, un poco irónico Lázaro.
-¡Hombre!... ya sabes... Queríamos venir. Pero... habías desaparecido...
-¡Lo cual hubiera sido maravilloso! ¡Efectivamente, es muy difícil visitar a un desdichado!
-¡No! ¡No digas eso! Nosotros... respetábamos tu deseo. Pero ahora que... ahora que... ¿verdad Nicodemo?
-Sí, Lázaro. Los viejos amigos vuelven. Incluso por el deseo de saber noticias tuyas y de venerar al Rabí.
-¿Qué noticias me traéis?
-¡Mmm!... Las cosas de siempre... El mundo... Ya... -miran de reojo a Jesús, que está rígido en su asiento, un poco absorto.
-¿Y cómo es que estáis todos juntos hoy nada más terminar el sábado?
-Ha habido una reunión extraordinaria.
-¿Hoy? ¿Pues qué motivo había tan urgente?...
Los recién llegados miran furtiva y significativamente a Jesús. Pero Él está absorto...
Muchos motivos... -responden luego.
-¿No tienen que ver con el Rabí?
-Sí, Lázaro. También con Él. Pero también se ha juzgado un hecho grave, acaecido mientras estábamos todos reunidos en la ciudad por las fiestas... -explica José de Arimatea.
-¿Un hecho grave? ¿Cuál?
-Un... un error de... juventud... ¡Mmm! ¡En fin! Una grave controversia... porque... Rabí, escúchanos. Estás entre personas honestas. No somos discípulos tuyos, pero tampoco somos enemigos. En casa de Ismael me dijiste que no estaba lejos de la justicia -dice Eleazar.
-Es verdad. Y lo confirmo.
-Y yo te defendí contra Félix en el banquete de José -dice Juan.
-Eso también es verdad.
-Y éstos piensan como nosotros. Hoy hemos sido llamados a decidir... y no estamos contentos de lo que se ha decidido. Porque se han salido con la suya la mayoría, que estaban contra nosotros. Escucha y juzga Tú, que eres más sabio que Salomón.
Jesús los perfora con su profunda mirada. Luego dice:
-Hablad.
-¿Estamos seguros de que nadie nos oye? Porque es... una cosa horrenda... -dice el que se llama Judas.
-Cierra la puerta y corre la cortina, y estaremos en una tumba -le responde Lázaro.
-Maestro, ayer por la mañana dijiste a Eleazar de Anás que no se contaminara por ninguna razón. ¿Por qué se lo dijiste? -pregunta Felipe.
-Porque había que decirlo. Él se contamina, Yo no; los libros sagrados lo dicen.
-Es verdad. Pero ¿cómo sabes que se contamina? ¿Te habló quizás la joven antes de la muerte? -pregunta Eleazar.
-¿Qué joven?
-La que ha muerto después de la violencia, y con ella su madre. Y no se sabe si las ha matado el dolor o si se han matado, o si las han matado con veneno para que no hablaran.
-Yo no sé nada de esto. Veía el alma depravada del hijo de Anás. Sentía su mal olor. Hablé. Ni sabía ni veía más cosas.
-¿Pero qué ha pasado? -pregunta Lázaro con interés.
-Ha pasado que Eleazar de Anás vio a una joven, hija única de una viuda, y... la atrajo a sí con el pretexto de encargarle un trabajo, porque para vivir hacían labores de costura, y... abusó de ella. La joven murió... tres días después, y con ella la madre. Pero, antes de morir, a pesar de las amenazas recibidas, dijeron todo a su único pariente... Y éste fue donde Anás con la acusación. Pero, no contento todavía, se lo dijo a José, a mí y a otros... Anás ha mandado que lo arresten y lo metan en la cárcel.
De ahí pasará a la muerte, o no volverá a ser libre. Hoy Anás ha querido saber nuestra opinión -dice Nicodemo.
-No lo habría hecho, si no hubiera sabido que nosotros ya estábamos al corriente -masculla entre dientes José.
-Sí... Vamos que con una apariencia de votación, con una simulación de juicio, se ha decidido sobre el honor y la vida de tres desdichados y sobre la pena para el culpable -termina Nicodemo.
-¿Y entonces?
-¡Pues entonces! ¡Es natural! Nosotros, que hemos votado por la libertad del hombre y el castigo de Eleazar, hemos sido amenazados y expulsados como personas injustas. ¿Tú qué opinas?
-Que Jerusalén me produce náuseas, y que en Jerusalén el bubón más fétido es el Templo -dice pausada y terriblemente Jesús. Y termina: «Se lo podéis decir a los del Templo».
-¿Y Gamaliel qué ha hecho? -pregunta Lázaro.
-En cuanto oyó el hecho, se tapó la cara y salió diciendo: "¡Venga pronto el nuevo Sansón para acabar con los filisteos depravados!".
-¡Bien ha dicho! Pronto vendrá.
Un momento de silencio.
-¿Y de El no se ha hablado? -pregunta Lázaro señalando a Jesús.
-¡Sí, claro! Antes que de ninguna otra cosa. Ha habido quien ha referido que calificaste de mezquino al reino de Israel. Por eso te han tachado de blasfemo; es más, de sacrílego. Porque el reino de Israel viene de Dios.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo ha llamado el Pontífice al violador de una virgen, al profanador de su ministerio? ¡Responded! pregunta Jesús.
-Es el hijo del Sumo Sacerdote. Porque el verdadero rey allí dentro es Anás -dice, atemorizado por la majestuosidad de Jesús, Joaquín, que está frente a Él, alto, de pie, con el brazo extendido...
-Sí. El rey de la depravación. ¿Y queréis que no llame mezquino a un País en que tenemos un Tetrarca que es un sucio y un homicida un Sumo Sacerdote cómplice de un violador y asesino?...
-Quizás la joven se ha matado o ha muerto de dolor -susurra Eleazar.
-Asesinada, en cualquier caso, por su violador... ¿Y ahora no se hace una tercera víctima con el pariente, encarcelado para que no hable? ¿Y no se profana el altar acercándose a él con tantos delitos? ¿Y no se ahoga la justicia imponiendo silencio a los justos, demasiado escasos, del Sanedrín? ¡Sí, venga pronto el nuevo Sansón, y abata este lugar profanado; extermine para dar nueva salud!...
Yo, a punto de vomitar, por la náusea que siento, no sólo llamo mezquino a este País desdichado, sino que me alejo de su corazón lleno de podredumbre, lleno de delitos sin nombre, cueva de Satanás... Me marcho. No por miedo a la muerte. Os demostraré que no tengo miedo. Me marcho porque no ha llegado mi hora y no doy perlas a los puercos de Israel, sino que se las llevo a los humildes, diseminados por las cabañas, por los montes, por los valles de los pueblos pobres. Lugares donde todavía se sabe creer y amar, si alguien lo enseña; lugares donde, bajo las toscas vestiduras hay espíritus.
Aquí, por el contrario, las túnicas y mantos sagrados, y más todavía el efod y el racional, sirven para cubrir inmundas carroñas y para contener armas homicidas.
Decid a éstos que en nombre del Dios verdadero los consagro a su condena, y, como nuevo Miguel, los arrojo del Paraíso. Y para siempre. Ellos que quisieron ser dioses y son demonios. No necesitan estar muertos para ser juzgados. Ya están juzgados. Y sin remisión.
Los miembros del Sanedrín y los fariseos, antes solemnes, se arrinconan de tal forma, ante la tremenda ira de Cristo, que parecen hacerse pequeños. Jesús, por el contrario, parece hacerse un gigante, de tanto fulgor como hay en sus miradas y de tanta impetuosidad como hay en sus gestos.
Lázaro gime:
-¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!
Jesús lo oye, y, cambiando de tono y aspecto, dice:
-¿Qué te sucede, amigo mío?
-¡No! ¡No con ese aspecto terrible! ¡No eres ya el mismo! ¿Cómo se podrá tener esperanza en la misericordia, si te muestras tan terrible?
-Y, no obstante, así estaré, y más todavía, cuando juzgue a las doce tribus de Israel. Pero, ten valor, Lázaro.
Quien cree en Cristo ya ha sido juzgado…
Se sienta de nuevo. Un momento de silencio. Al final, Juan pregunta: -¿Y nosotros, por haber preferido los improperios a mentir en el ejercicio de la justicia, cómo seremos juzgados? -Con justicia. Perseverad y llegaréis a donde Lázaro ya ha llegado: a la amistad con Dios. Se levantan. -Maestro, nos marchamos. La paz a ti. Y a ti, Lázaro. -La paz a vosotros. Varios suplican: -Que lo que se ha dicho quede aquí. -No temáis. Marchaos. Que Dios os guíe en todos los nuevos actos. Salen.
Se quedan solos Jesús y Lázaro. Después de un poco, éste dice:
-¡Qué horror!
-Sí. ¡Qué horror!... Lázaro, voy a preparar la partida de Jerusalén. Seré huésped tuyo en Betania hasta el final de los Ázimos.
Y sale...
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