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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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391- Curación del leproso Eliseo de Engadí
Deben haber adelantado la hora de salida, quizás por consejo de los propios habitantes de Engadí, porque es totalmente de noche y la Luna, que se prepara al plenilunio, ilumina con vivísima luz la ciudad.
Las callecitas son cintas de plata entre los cubos de las casas y las tapias de los jardines, que parecen transformar la cal en mármol escultóreo por el efecto del mágico rayo lunar. Las palmeras y los otros árboles, envueltos en la fosforescencia de la luna, adquieren un aspecto fantasmal.
Las fuentes, los regatillos de agua, son, respectivamente, pequeñas cascadas y collares de diamantes. Y en las frondas los ruiseñores desgranan collares de notas de oro, uniendo sus prodigios a las voces de las aguas, que, en la noche, parecen sonar cada vez más nítidas.
La ciudad duerme. Pero algunas personas están con Jesús, que se marcha: son los hombres de las casas que lo habían hospedado a Él y también a los apóstoles. Algunos otros vecinos se han añadido. E1 arquisinagogo camina al lado de Jesús.
¡No quiere renunciar a acompañarlo, ni siquiera cuando Jesús se lo ruega antes de adentrarse en abierta campiña! Y marchan, en dirección al camino que conduce a Masada: no el camino bajo, el que bordea el Mar Muerto y que oigo que lo catalogan como insalubre y peligroso por la noche, sino el camino del interior, hendido en la ladera montana, casi en las cimas de los collados que bordean el lago.
¡Es espléndido el oasis en la noche de luna! Da la impresión de caminar por un país de ensueño. Luego el oasis, el verdadero oasis, termina, y se hacen más raras las palmeras. Entonces empieza el terreno de monte propiamente dicho, con sus árboles agrestes y sus prados y sus laderas escindidas por cavernas, como casi todos los montes palestinos. Pero yo diría que aquí las cavernas son más abundantes, y sus bocas extrañas -unas longitudinales, otras planas, unas derechas, otras oblicuas, unas redondas, a mitad de la ladera, otras reducidas a una fisura -presentan espantosos aspectos bajo el claro de luna.
-Abraham, el camino está más abajo. ¿Por qué subes de nuevo? ¡Alargas el camino y tomas un sendero impracticable! dice con tono autoritario uno de Engadí.
-Porque tengo que enseñarle al Mesías una cosa, y pedirle que sume una cosa más a los grandes favores que ya ha hecho para nosotros. Pero, si estáis cansados, volved a casa o esperadme aquí. Iré yo solo -responde el viejo arquisinagogo, que va renqueando y jadeando por el sendero difícil y empinado.
-¡No! Vamos contigo. Pero nos da pena tu fatiga. Tu corazón trabaja demasiado...
-No es el sendero... Es otra cosa. Es una espada que me da vueltas dentro del corazón... es una esperanza que lo hincha. Venid, hijos míos, y sabréis cuánto dolor, cuánto dolor había en el corazón del que consolaba todos vuestros dolores. Cuánta... no desesperación, eso no, pero sí... aceptación de que no había que hacerse ya ilusiones de volver a ser feliz había en el que siempre os decía que esperaseis en el Señor, que todo lo puede... Os he enseñado a creer en el Mesías... ¿Os acordáis de la seguridad con que hablaba de Él, cuando podía hacerlo ya sin perjudicarlo? Vosotros decíais:
"¡Pero la matanza de Herodes?". ¡Sí! ¡Era una espina muy grande en el corazón!
Pero me agarraba con todo mi ser a la esperanza... Decía: "Si Dios a tres que no eran ni siquiera de Israel les mandó la estrella para invitarlos a adorar al Niño Mesías, y los guió con ella a la casa pobre ignorada por los rabíes de Israel y los príncipes de los sacerdotes y escribas; si con un sueño les advirtió que no volvieran donde Herodes, para salvar al Niño, ¿no va a haber avisado, con más poder aún, a su padre y a su Madre, de que huyan para poner a salvo la esperanza de Dios y del hombre?".
Y la fe en que se había salvado crecía, inútilmente acosada por la duda humana y por las palabras de otros... y cuando... y cuando el mayor dolor de un padre se apoderó de mí... cuando tuve que conducir a un sepulcro a un vivo... y decirle... y decirle... "Estáte aquí mientras dure tu vida... y piensa que si el deseo de las caricias maternas u otro motivo te impulsaran hacia las casas, Yo tendría que maldecirte, tendría que ser el primero en golpearte, y relegarte al lugar donde ni siquiera ya mi desolado amor podría darte auxilio", cuando tuve que hacer esto... me aferré aún más a la fe en Dios, Salvador de su Salvador; y también cuando tuve que decirme a mí mismo y a mi hijo... a mi hijo leproso... ¿os dais cuenta?, leproso... decir...
"¡Inclinemos nuestra cabeza ante la voluntad del Señor y creamos en su Mesías! Yo, Abraham, y tú, Isaac, inmolado por 1a enfermedad, no por el fuego, ofrezcamos el dolor para obtener el milagro...". Y cada mes, en cada neomenia... al venir aquí a escondidas, cargado de alimentos... de vestidos... de amor... que debía depositar lejos de mi hijo... porque tenía que volver donde vosotros... hijos míos... y donde mi esposa ciega, la esposa que había perdido la razón, cegada y alelada por el tremendo dolor... volver a mi casa que ya no tenía hijos... que ya no tenía la paz de un recíproco consciente amor... a mi sinagoga y hablaros de Dios... de sus grandezas... de sus bellezas esparcidas por la creación... y tenía ante mis ojos la figura corroída de mi hijo... y ni siquiera podía defenderlo cuando llegaban a mis oídos murmuraciones contra él, en que se decía que era un ingrato, o un malhechor escapado de casa... y todos los meses, al hacer este peregrinaje de padre a la tumba de mi hijo vivo, le decía, para sostener su corazón, le repetía:
"El Mesías está entre nosotros. Vendrá. Te curará...". El año pasado, en Pascua en Jerusalén, mientras te buscaba, durante el breve tiempo que estaba lejos de mi mujer ciega, me dijeron: "Es verdad que está entre nosotros. Ayer ha estado aquí. Incluso ha curado a unos leprosos. Va por toda Palestina curando, consolando, adoctrinando". ¡Oh! ¡Regresé tan veloz, que parecía un joven yendo a su boda! Ni siquiera me detuve en Engadí, sino que vine aquí y llamé a mi niño, a mi hijo varón, al fruto mío que se muere, y le dije:
"¡Vendrá!". "Señor... Has beneficiado en todo a nuestra ciudad. Te marchas sin dejar ni siquiera a uno enfermo... Has bendecido incluso nuestras plantas y nuestros animales... ¿No vas a querer?... Me has curado a mi mujer... ¿No vas a tener piedad del fruto de sus entrañas?... ¡Un hijo a la madre! ¡Devuelve un hijo a la madre, Tú que eres el Hijo perfecto de la Madre de todas las gracias! ¡En nombre de tu Madre, ten piedad de mí, de nosotros!...
Lloran todos junto con el anciano, que ha hablado al mismo tiempo con fuerza y con angustia...
Y Jesús lo recibe entre sus brazos mientras él solloza, y le dice:
-¡No llores más! Vamos a donde tu Eliseo. Tu fe, tu justicia, tu esperanza, merecen esto y más todavía. ¡No llores, padre! Bien, no nos demoremos más en liberar del horror a una criatura.
-La Luna se oculta. El sendero es difícil. ¿No podríamos esperar a la aurora? -dicen algunos.
-No. Abundan en torno a nosotros los árboles de resina. Coged unas ramas, encendedlas, y vamos -ordena Jesús.
Suben todavía por un sendero estrecho y penoso; parece el lecho desecado de alguna agua aluvial. Las antorchas crepitan humosas y rojizas, esparciendo un fuerte olor de resinas por el aire.
Una caverna, estrecha de abertura, casi celada tras una frondosa espesura, nacida a los lados de un manantial, muéstrase allende un estrecho rellano dividido en medio por una hendidura en la que aquél vierte su agua.
-Allí está Eliseo, desde hace años... en espera de la muerte o de la gracia de Dios... -dice el anciano en voz baja señalando hacia la gruta.
-Llama a tu hijo. Consuélalo. Que no tenga miedo, sino fe.
Y Abraham llama fuerte:
-¡Eliseo! ¡Eliseo! ¡Hijo mío! -y repite el grito temblando de miedo por el silencio que sólo le responde.
-¿Habrá muerto? -dicen algunos.
-¡No! ¡Muerto ahora, no! ¡A1 final de la tortura! ¡Sin ninguna alegría, no! ¡Oh, mi hijo! -gime el padre...
-No llores. Llama otra vez.
-¡Eliseo! ¡Eliseo! ¿Por qué no respondes al...?
-¡Padre! ¡Padre mío! ¿Cómo es que vienes fuera del tiempo normal? ¿Es que ha muerto mi madre y me lo vienes a... -la voz, primero lejana, se ha acercado, y un espectro separa las ramas que ocultan la abertura, un horrendo espectro, un esqueleto, semidesnudo, corroído... el cual, al ver a tanta gente con antorchas y palos, quién sabe qué se imaginará, y retrocede gritando: «Padre, ¿por qué me has traicionado? No he salido nunca de aquí... ¿Por qué me traes a mis apedreadores?!
La voz se aleja, mientras de la aparición no queda como recuerdo sino el ondear de las ramas.
-¡Confórtalo! ¡Dile que está aquí el Salvador -insta Jesús. Pero el hombre ya no tiene fuerzas... Llora desolado...
Es Jesús el que habla:
-Hijo de Abraham y del Padre de los Cielos, escucha. Se cumple lo que tu justo padre te profetizaba. Aquí está el Salvador, y con Él tus amigos de Engadí y los apóstoles del Mesías, que han venido a gozar de tu resurrección. ¡Ven sin miedo! Acércate hasta la quebraja. Yo también me acerco. Te tocaré y quedarás limpio. ¡Ven sin miedo al Señor, que te ama!
Las ramas vuelven a separarse y el leproso mira adelante lleno de miedo. Mira a Jesús, forma blanca que camina sobre la hierba del rellano y que se detiene en el límite de la quebraja... Mira a los otros... especialmente a su anciano padre, que, como hechizado, sigue a Jesús con los brazos extendidos y los ojos fijos en el rostro de su hijo leproso. Se acerca, ya más tranquilo; cojea mucho, por las llagas de los pies... extiende los brazos con sus manos corroídas... Se pone frente a Jesús... Lo mira... Y Jesús alarga sus bellísimas manos, alza los ojos al cielo, recoge, parece recoger en sí, toda la luz de las infinitas estrellas, e irradiar su esplendor purísimo sobre las carnes maculadas, pútridas, desprendidas, que las antorchas, agitadas para que den más luz, hacen aparecer aún más terribles a la luz roja de las ramas encendidas.
Jesús se inclina hacia la quebraja y toca con el extremo de sus dedos el extremo de los dedos leprosos y dice:
-¡Quiero! -y lo dice con una sonrisa de belleza indescriptible.
Repite:
-¡Quiero! -otras dos veces.
Ora y manda con esa palabra...
Luego se separa, retrocede un paso, abre los brazos en cruz y dice:
-Purifícate y luego predica al Señor porque a Él perteneces. Recuerda que Dios te ha amado para que fueras un buen israelita y un hijo bueno. Ten una esposa e hijos, y edúcalos para el Señor. Tu amarguísima amargura ha quedado anulada. ¡Bendice a Dios y vive gozoso!
Luego se vuelve y dice:
-¡Vosotros, los de las antorchas! Acercaos y ved lo que puede el Señor para los que lo merecen.
Baja los brazos -que, abiertos y cubiertos con el manto, obstaculizaban la visión del leproso -y se separa.
El primer grito es el del anciano, arrodillado detrás de Jesús:
-¡Hijo! ¡Hijo! ¡Hijo, como eras a tus veinte años! ¡Guapo como entonces! ¡Sano como entonces! ¡Guapo, oh, más guapo que entonces!... ¡Oh, una tabla, una rama, algo para pasar adonde estás! -y hace ademán de lanzarse.
Pero Jesús le retiene:
-¡No! Tu alegría no te haga violar la Ley. Antes debe purificarse. ¡Míralo! Bésalo con los ojos y el corazón. Sé fuerte ahora como lo has sido durante tantos años. Y sé feliz...
Efectivamente éste es un milagro completo. No es sólo curación, sino restauración de lo que la enfermedad había destruido, y el hombre, de unos cuarenta años, está intacto como si no hubiera tenido nunca nada; sólo sigue muy delgado: una delgadez que le da un aspecto ascético de una belleza no común y sobrenatural. Y él agita los brazos, se arrodilla, bendice... no sabe qué hacer para decirle a Jesús que le da las gracias. En fin, ve unas flores entre la hierba, las arranca, las besa y las arroja al otro lado de la grieta, a los pies del Salvador.
-¡Vamos! Vosotros de Engadí quedaos con vuestro arquisinagogo. Nosotros proseguimos hacia Masada.
-Pero no sabéis... No veis...
-Sé, sé el camino. ¡Sé todo! Y conozco los caminos de la Tierra y los de los corazones por los que pasan Dios y el Enemigo de Dios, y veo quién acepta a éste o a Aquél. ¡Quedaos! ¡Quedaos con mi paz! Además, pronto se hará de día y con ramas encendidas iluminaremos hasta el alba. Abraham, ven que te dé el beso de despedida. El Señor esté siempre contigo, como lo ha estado hasta ahora, y con los tuyos y con tu ciudad buena.
-¿No vas a volver a ella, Señor?, ¿para ver mi casa feliz?
-No. Mi camino está ya cercano a su meta. Pero en el Cielo estarás conmigo, y los tuyos contigo. Amadme y educad a los pequeños en la fe de Cristo... Adiós a todos. Paz y bendición a todos los presentes y a sus familias. Paz a ti, Eliseo. Sé perfecto por agradecimiento al Señor. Venid vosotros, apóstoles míos...
Y se pone a la cabeza del pequeño cortejo, que lleva en alto ramas encendidas, y camina, y tuerce tras un peñasco saledizo, y desaparece con su indumento blanco; luego desaparecen, uno a uno, los apóstoles; se aleja el rumor de sus pasos; se desvanece la rojura de las ramas encendidas...
Se quedan en el rellano padre e hijo, sentados en los márgenes de la grieta, en mutua contemplación... Y, detrás, en grupo, con bisbiseos de admiración, los de Engadí... Esperan al alba para volver al pueblo con la noticia de la prodigiosa curación.
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