Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

383- Discurso sobre la muerte
junto al vado del Jordán


Las orillas del Jordán en las inmediaciones del vado, en estos días de regreso de las caravanas hacia las diversas comarcas de residencia, asemejan en todo a un campamento nómada.

Hay, esparcidas por todas partes, a lo largo de los bosques que forman una orla verde en los lados del río, tiendas, o incluso simplemente mantas extendidas de un tronco a otro, apoyadas en palos hincados en el suelo, atadas a la alta silla de un camello, en definitiva, sujetas de alguna manera, lo suficiente como para poderse meter uno debajo y ampararse del aguazo, que debe ser hasta lluvia en estos lugares por debajo del nivel del mar.

Cuando Jesús llega a las orillas con los suyos, al norte del vado, los campamentos se están despertando lentamente. Jesús debe haber salido de la casa de Nique verdaderamente con los primeros albores, porque todavía no es plena aurora. Ya el aspecto del lugar es bello, fresco, sereno.

Los más diligentes empiezan a salir de las variopintas tiendas y a bajar al río para lavarse, despertados por los relinchos o rebuznos, por los gritos estridentes de caballos, asnos y camellos, y por las peleas o cantos de centenares de pájaros y otras aves que están entre el follaje de los sauces, de los cañaverales, o de los altos árboles que forman galerías verdes sobre las márgenes floridas. Algún lloro de niño y voces dulces de madres hablando a sus hijos.

La vida vuelve en todas sus manifestaciones, a cada minuto. De la cercana Jericó vienen vendedores de todas las especies y nuevos peregrinos, y guardias y soldados con la misión de vigilar y mantener el orden, en estos días en que gente de todas las regiones se encuentran y no se ahorran insultos ni reproches, y en los cuales no deben ser poco frecuentes los robos de rateros que se mezclan con apariencia de peregrinos -en realidad para cometer ladronerías -entre el gentío.

Tampoco faltan las mujeres públicas que tratan de hacer "su" peregrinaje pascual, o sea, sacar a los peregrinos más ricos y lujuriosos dinero y regalos como pago a una hora de placer, en la cual míseramente quedan anuladas todas las purificaciones pascuales...

Las mujeres honestas que están entre los peregrinos junto con sus maridos o sus hijos ya adultos chillan como urracas inquietas para llamar a sus hombres (a los que están embobados -o les parece que lo están a sus mujeres o madres-observando a las meretrices). Éstas ríen con desfachatez, y responden ásperamente a los... apelativos que las honestas les propinan. Los hombres, especialmente los soldados, ríen, y no rehúsan bromear con las mujeres públicas.

Algún israelita, verdaderamente rígido de moral, o sólo hipócritamente, se aleja desdeñado, y otros... anticipan el alfabeto de los sordomudos, porque con gestos se entienden maravillosamente con las mundanas.

Jesús no sigue el camino recto que le llevaría al centro del campamento, sino que baja al guijarral del río, se descalza y camina por donde el agua ya lame la hierba. Los apóstoles lo siguen.

Los más ancianos, los más intransigentes, dicen con enfado:
-¡Y pensar que aquí el Bautista predicó penitencia!
-¡Ya! ¡Claro! ¡Este lugar ahora está más degradado que un pórtico de termas romanas!

-¡Y los que se llaman santos no se desdeñan de buscar aquí su pasatiempo!
-¿Ves también tú?
-También tengo ojos en la cara. ¡Veo! ¡Veo!...

En la cola de la pequeña tropa, que lleva a la cabeza a Jesús, entre Andrés, Juan, Judas y Santiago de Alfeo, van los más jóvenes o los menos severos, o sea: Judas de Keriot, que ríe y mira muy atentamente lo que sucede en los grupos acampados y no se desdeña de contemplar a las guapas descaradas que han venido en busca de clientes; Tomás, que se ríe con ganas al ver las iras de las honestas; los desdenes de los fariseos; Mateo, que, habiendo sido un pecador, no puede hablar severamente contra el vicio y los viciosos, y se limita a suspirar y a menear la cabeza; y Santiago de Zebedeo, que observa sin interés ni críticas, con indiferencia.

El rostro de Jesús está serio, marmóreo, como esculpido en una piedra. Y se pone cada vez más serio cuanto más llegan a Él, desde lo alto del ribazo, frases admiradoras, o conversaciones desvergonzadas entre un hombre poco honesto y una mujer de placer. Mira siempre hacia adelante, fijamente. No quiere ver. Y su intención es muy clara por todo su aspecto.

Pero un joven, muy ricamente vestido, que con otros de su edad está hablando con dos mujeres mundanas, dice fuerte a una de ellas:

-¡Venga, venga! Que nos queremos reír un poco. ¡Ofrécete! ¡Consuélalo! Está triste porque es pobre y no puede comprarse hembras.

A Jesús le afluye por un momento el color rojo a su cara de marfil, que luego palidece de nuevo; pero no vuelve la mirada: la alteración del color es la única señal de que ha oído.

La desvergonzada, toda ella un traqueteo de adornos entre un liviano ondear de vestidos, con un grito zalamero, salta al guijarral desde la parte baja del ribazo, y encuentra la forma, al hacerlo, de mostrar furtivamente muchas secretas bellezas. Cae justo a los pies de Jesús, y toda ella un trino de risas en su bonita boca, y una invitación de ojos y de formas, grita:  

-¡Oh, el más guapo de los nacidos de mujer! ¡Por un beso de tu boca, toda yo gratis!

Juan, Andrés, Judas y Santiago de Alfeo se han quedado inmóviles de escandalizado estupor y no saben hacer ningún gesto. ¡Pero Pedro! Da un salto de pantera y, desde su grupo, se abalanza sobre la malaventurada, que está de rodillas medio echada para atrás, la zarandea, la levanta, la arroja contra el ribazo con un epíteto tremendo, y arremete contra ella para darle el resto.

Jesús dice:
-¡Simón!
Un grito en que hay más que en un discurso.
Y Simón vuelve, rojo de ira, donde su Señor.
-¿Por qué no me dejas castigarla?

-Simón, no se castiga un vestido manchado. Se le lava. Esa mujer tiene por vestido su carne manchada, y su alma está profanada. Debemos orar para limpiarla en el alma y en la carne.

Y lo dice dulcemente, en voz baja, pero no tan baja que no lo pueda oír la mujer; y, reanudando la marcha, vuelve ­ahora sí que la vuelve -un instante la mirada de sus dulces ojos a la desventurada. ¡Una mirada, una sola! ¡Un instante, uno solo! ¡Pero hay en ella toda la potencia del misericordioso amor! Y la mujer agacha la cabeza y sube el velo, se envuelve en él... Jesús prosigue su camino.

Ya está en el vado. Las aguas, bajas, permiten que pasen por ellas a pie los adultos. Basta con subirse la ropa por encima de las rodillas y buscar las piedras anchas y sumergidas que blanquean bajo las aguas cristalinas para hacer de acera a los que vadean el río; mientras que los que van en cabalgaduras pasan río abajo.

Los apóstoles chapotean contentos dentro del agua, que les llega hasta la mitad del muslo. Pedro... no da crédito a ello. Promete y se promete que durante la estancia en casa de Salomón no faltará el modo de regalarse un baño «refrescante», dice él, como compensación de la «tostadura» de ayer.

Ya están en la otra parte. También aquí hay mucha gente, que se pone en movimiento después de la noche o que se seca tras haber vadeado el río.
Jesús ordena:

-Diseminaos para decir que está el Rabí. Yo voy junto a aquel tronco derribado y os espero.
Pronto mucha gente ha sido avisada y ya acude.
Jesús empieza a hablar. Toma como motivo un cortejo que pasa llorando detrás de unas angarillas, sobre las cuales hay uno que se ha enfermado en Jerusalén; ahora, desahuciado por los médicos, lo llevan rápidamente a casa para que muera allí. Todos hablan de él porque es rico y joven todavía. Y muchos dicen:

-¡Pues debe ser un gran dolor el morir con tantas riquezas y tan pocos años!

Y hay quien dice (quizás son personas que ya creen en Jesús):

-¡Le está bien empleado! No sabe tener fe. Los discípulos han ido a decir a los parientes: “Allí está el Salvador. Si tenéis fe y pedís, el enfermo se curará". Pero -el primero él -se han negado a venir al Rabí.

Las críticas siguen a las manifestaciones de compasión. Y Jesús se sirve de todo esto para empezar a hablar.
-¡La paz a todos vosotros!

Ciertamente a los ricos y jóvenes que son ricos y jóvenes sólo en dinero y años les duele morir, pero a los que son ricos en virtud y jóvenes por pureza de costumbres no les duele.

E1 verdadero sabio, desde el uso de razón en adelante, se conduce de forma tal, que su muerte sea plácida. La vida es la preparación de la muerte, como la muerte es la preparación a la Vida más grande que hay. El verdadero sabio, desde que comprende la verdad de la vida y de la muerte, de la muerte para la resurrección, se industria en todos los modos posibles para despojarse de todo lo inútil y para enriquecerse con todo lo útil, o sea, las virtudes y las buenas acciones, y así disponer de un bagaje de bienes ante Aquel que lo llama a su presencia para juzgarlo, para premiarlo, o para castigarlo con justicia perfecta.

El verdadero sabio conduce una vida que lo hace más adulto en la sabiduría que un anciano, y más joven que un adolescente, porque, viviendo con virtud y justicia, conserva en el corazón una frescura de sentimientos que en algunos casos ni siquiera los adolescentes tienen. ¡Qué dulce es entonces morir! Reclinar la cabeza cansada en el seno del Padre, recogerse en su abrazo, decir entre las brumas de la vida que huye: "Te amo, espero en ti, en ti creo", decirlo por última vez en la Tierra para decir después el jubiloso "¡Te amo!", eternamente, entre los fulgores del Paraíso.

¿Duro pensamiento la muerte? No. Justo decreto para todos los mortales, no grávido de angustia sino para aquellos que no creen y están cargados de culpas. Inútilmente el hombre, para explicar las angustias exasperadas de uno que muere y que en su vida no fue bueno, dice: "Es porque no quisiera morir todavía, porque no ha hecho ningún bien, o ha hecho poco bien, y querría vivir más para satisfacer por ello".

En vano dice: "Si hubiera vivido más, habría podido conseguir un premio mayor, porque habría hecho más". El alma sabe, al menos confusamente, cuánto tiempo le es dado: respecto a la eternidad, prácticamente nada. Y el alma incita a todo el yo a actuar.

(El alma sabe... Con una nota en una copia mecanografiada, MV precisa: “Sabe que la duración de la vida terrena es breve y la muerte puede descargar su mano de improviso, incluso en tierna edad o juventud. Por eso incita a obrar bien, enseguida...”)

Pero, ¡pobre alma! La verdad es que en muchas ocasiones se ve oprimida, pisoteada, amordazada para no oír sus palabras.

Esto sucede en los que no tienen buena voluntad. Por el contrario, los hombres justos, desde la niñez, escuchan al alma, obedecen sus consejos, y, laboriosos, obran continuamente. Joven en años pero rico en méritos muere el santo, algunas veces en la aurora de la vida; y no podría ser más santo de cuanto lo es ya, por cien o mil años que se añadieran, porque el amor a Dios y al prójimo, practicados en todas sus formas y con toda generosidad, lo hacen perfecto. En el Cielo no se mira cuántos años ha vivido uno, sino cómo ha vivido.

Se hace duelo ante los cadáveres. Se lloran. Pero el cadáver no llora. Uno tiembla por tenerse que morir, pero esa misma persona no se preocupa de vivir de forma que no haya de temblar en la hora de la muerte. ¿Y por qué no se llora y se hace duelo ante los cadáveres vivos, que son los cadáveres más verdaderos, aquellos que, como en un sepulcro, llevan en el cuerpo un alma muerta? ¿Y por qué los que lloran al pensar que su carne tiene que morir, no lloran por el cadáver que llevan dentro?

¡Cuántos cadáveres veo Yo, y que ríen y gastan bromas y no se lloran a sí mismos! ¡Cuántos padres, madres, esposos, hermanos, hijos, amigos, sacerdotes, maestros, veo que lloran sin sentido por un hijo, un cónyuge, un hermano, un padre, un amigo, un fiel, un discípulo, fallecidos en evidente amistad con Dios, después de una vida que ha sido una guirnalda de perfecciones; y que no lloran ante los cadáveres de las almas de un hijo, cónyuge, hermano, padre, amigo, fiel, discípulo, que está muerto por el vicio, por el pecado, y además muerto eternamente, perdido para siempre, si no se enmienda! ¿Por qué no tratar de resucitarlos? ¡Es amor, ¿sabéis?! Es el más grande amor.

¡Oh, lágrimas sin sentido por algo que era polvo y en polvo se ha convertido! ¡Idolatría del afecto! ¡Hipocresía del afecto! Llorad, sí, pero que sea por las almas muertas de vuestras personas más amadas. Tratad de llevarlos a la Vida. Y os hablo especialmente a vosotras, mujeres, que tanto podéis ante aquellos a quienes amáis.
Ahora, juntos, veamos aquello que la Sabiduría indica como causa de muerte y vergüenza.

No insultéis a Dios haciendo mal uso de la vida que os ha dado, manchándola con malas acciones que deshonran al hombre. No insultéis a vuestros padres con una conducta que arroja fango sobre sus cabellos blancos y espinos de fuego sobre sus últimos días. No injuriéis a quien os hace el bien, para no ser maldecidos por el amor que pisoteáis.

No injuriéis a quien gobierna, porque no es con la rebelión contra los gobernantes como se hacen grandes y libres las naciones, sino que la ayuda del Señor se obtiene con la conducta santa de los ciudadanos, y el Señor puede tocar el corazón de los gobernantes o quitarlos de su puesto o quitarles incluso la vida, como ha enseñado en repetidas ocasiones nuestra historia de Israel, cuando sobrepasan la medida, y, especialmente, cuando el pueblo, santificándose, merece el perdón por parte de Dios y Dios retira el instrumento opresor del cuello de los castigados. No injuriéis a vuestra mujer con la afrenta de adúlteros amores, ni hiráis la inocencia de vuestros hijos con el conocimiento de amores ilícitos.

Sed santos ante aquellos que en vosotros ven, por afecto y por deber, a la persona que debe ser el ejemplo de su vida. No podéis escindir la santidad hacia el prójimo más próximo de la santidad hacia Dios, porque una genera la otra como los dos amores, a Dios y al prójimo, se generan recíprocamente.

Sed justos con los amigos. La amistad es un parentesco del alma. Está escrito: "¡Cuán bello es para los amigos caminar juntos!". Pero es hermoso si se camina por un camino de bien. ¡Ay de aquel que corrompe y traiciona la amistad haciendo de ella un egoísmo, o una traición, o un vicio, o una injusticia! Demasiados son los que dicen: "Te amo" para saber las cosas del amigo y aprovecharlas en propio beneficio. Demasiados, los que usurpan los derechos del amigo.

Sed honestos con los jueces. Todos los jueces. Desde el altísimo, que es Dios, al cual no se le tima ni se le engaña con prácticas hipócritas, hasta el íntimo, que es la conciencia; hasta los amorosos, y dolientes, y atentos con su amor vigilante, que son los ojos de los familiares; hasta el severo, que son los jueces del pueblo. No mintáis invocando a Dios para dar fuerza a la mentira.

Sed honestos en las ventas y en las compras. Cuando vendéis y la concupiscencia os dice: "Roba para conseguir más ganancia", mientras que la conciencia os dice: "Sé honrado porque a ti te dolería que te robaran", escuchad esta última voz, recordando que no se debe hacer a los demás aquello que no querríamos que nos hicieran a nosotros mismos. El dinero que os dan a cambio de un producto muchas veces está bañado del sudor y el llanto del pobre.

Cuesta esfuerzo. Vosotros no sabéis cuánto dolor cuesta ese dinero, cuántos dolores hay detrás de esa moneda que a vosotros, vendedores, os parece siempre demasiado escasa por lo que dais. Niños enfermos, niños sin padre, ancianos escasos de dinero... ¡Oh, dolor santo y santa dignidad del pobre que el rico no comprende, ¿con qué finalidad no sois meditados?!

¿Por qué se vende con honradez al fuerte, al poderoso, por miedo a sus represalias, mientras que se abusa del indefenso, del hermano desconocido?

Ello es un delito más contra el amor que contra la honradez misma. Y Dios lo maldice, porque la lágrima extraída de los ojos del pobre, que sólo posee el llanto como reacción contra el atropello, para el Señor tiene la misma voz que la sangre extraída de las venas de un hombre por un homicida, por un Caín de su propio semejante.

Sed honestos en las miradas, como en la palabra y en las acciones. Una mirada dada a quien no la merece es semejante a un lazo, una mirada negada a quien la merece es como un puñal.

La mirada que se anuda con la pupila desvergonzada de la meretriz, y le dice: "¡Eres guapa!", y responde a su mirada invitante con la suya de adhesión, es peor que el nudo corredizo para el ahorcado.

La mirada negada al pariente pobre o al amigo caído en la miseria es semejante a un puñal clavado en el corazón de estos desdichados. Y lo mismo la mirada de odio para el enemigo, o de desprecio para el mendigo.

Al enemigo se le debe perdonar y amar al menos con el espíritu, si la carne se niega a amarlo. El perdón es amor del espíritu. No vengarse es amor del espíritu. Al mendigo se le debe amar porque ninguno lo conforta. No es suficiente arrojar una limosna y pasar despreciativos.

La limosna sirve para la carne hambrienta, desnuda, sin cobijo. Pero la piedad que sonríe cuando da, que se interesa por el llanto del infeliz, es pan del corazón. Amad, amad, amad.

Sed honestos en los diezmos y en las costumbres. Sed honestos dentro de vuestras casas, sin abusar del siervo sobrepasando la medida y sin atentar contra la sierva que duerme bajo vuestro techo: si bien el mundo ignora el hurto cometido en el secreto de la casa, el hurto a la esposa desconocedora de los hechos y a la sierva a la que deshonráis, Dios conoce vuestro pecado.

Sed honestos en cuanto a la lengua. Y honestos en la educación de los hijos y las hijas. Está escrito: "Haz esto para que tu hija no te haga el hazmerreír de la ciudad". Yo digo: "Haced esto para que el espíritu de vuestra hija no muera".

Y ahora idos. Yo os he dado un viático de sabiduría y también me marcho ahora. El Señor esté con los que se esfuerzan en amarlo.

Los bendice con el gesto y rápido, baja del tronco derribado para tomar un senderillo que hay entre los árboles. Remonta el río y pronto desaparece entre las verdes marañas de frondas.

 La muchedumbre hace animados comentarios, no sin pareceres contrarios.

Naturalmente los contrarios son los pocos ejemplares de escribas y fariseos presentes entre las turbas de los humildes.


   


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