Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

292- Insidia de escribas y fariseos en Bosrá


Bosrá, sea por la estación del año, sea porque está muy concentrada en sus callejuelas, se muestra opaca de niebla por la mañana.

Opaca y muy sucia. Los apóstoles, de regreso de las compras en el mercado, hablan de esto entre sí.

En efecto, la industria hostelera de aquellos tiempos y de estos lugares era tan prehistórica, que cada uno tenía que preocuparse de sus abastecimientos. Se comprende que los dueños no quieren salir perdiendo ni una miaja; se limitan a cocinar lo que los clientes llevan (¡y esperemos que no sisen!). A1 máximo compran para el cliente, o le venden directamente las provisiones de que tienen reservas, haciendo de carniceros, si hace falta, con los pobres corderos destinados a ser asados.

Esto de comprarle al hospedero no le resulta simpático a Pedro. Ahora continúa la divergencia de opiniones entre el apóstol y el hospedero, que tiene una cara muy pícara y que no desaprovecha la ocasión para injuriar al apóstol llamándole "galileo", el cual replica, señalando a un cerdito que acaba de degollar el hospedero por cuenta de unos clientes de paso:

-Yo galileo, tú cerdo; que lo que eres es un pagano. En tu fétida posada no me quedaría ni una hora, si fuera dueño de mí. Ladrón y... -y aquí añade otro término muy... ilustrativo, que dejo en el tintero -Deduzco que entre estos de Bosrá y los galileos hay una de esas muchas incompatibilidades regionales y religiosas de que estaba lleno Israel, o, mejor, Palestina.

El hospedero grita más fuerte:

-Si no fuera porque estás con el Nazareno y porque soy mejor que vuestros repulsivos fariseos, que lo odian sin motivo, te lavaría el morro con la sangre del cerdo; así tendrías que largarte de aquí para correr a purificarte.

Pero le tengo respeto a Él, que ciertamente tiene poder. Y te digo que con todas vuestras historias sois unos pecadores. Somos mejores nosotros que vosotros. Nosotros no tendemos emboscadas, ni traicionamos. Vosotros...

¡Pfff!... Raza de traidores y granujas, que no respetáis ni siquiera a los pocos santos que tenéis entre vosotros.
-¿A quién, traidores? ¿A nosotros? ¡Ah, vive el Cielo que ahora...!

Pedro está enfurecido y a punto de lanzarse contra el hombre; su hermano y Santiago lo sujetan y Simón se pone en medio con Mateo.

Pero, más que esta acción, es la voz de Jesús, que se asoma por una puerta y dice:

-Y ahora tú, Simón, calla, y tú, hombre, también -lo cual hace deponer la ira.

-Señor, el hospedero ha sido el primero que ha tirado una puntada y que ha amenazado.

-Nazareno, el primer ofendido he sido yo.
Yo, él. Él y yo. Se echan la culpa el uno al otro los dos culpables. Jesús se acerca serio y sereno.

-Tenéis la culpa los dos. Y tú, Simón, más que él. Porque tú conoces la doctrina del amor, del perdón, de la mansedumbre, de la paciencia, de la hermandad. Tenemos que hacernos respetar como santos, si no queremos que nos traten mal como a galileos.

Y tú, hombre, si te sientes mejor que los demás, bendice a Dios por ello, y sé digno de ser cada vez mejor. Y, sobre todo, no ensucies tu alma con acusaciones que no son verdaderas: mis discípulos ni traicionan ni actúan subrepticiamente.

-¿Estás seguro, Nazareno? ¿Y entonces por qué aquellos cuatro han venido a preguntarme que si habías venido, que con quién estabas, y otras muchas cosas cucas?

-¡Qué! ¡Qué! ¿Quiénes son? ¿Dónde están?

Los apóstoles se arremolinan, olvidando que al hacerlo se acercan a uno que está embadurnado de sangre de cerdo, lo cual, antes, sobrecogidos, los mantenía distantes.
-Id vosotros a vuestras ocupaciones. Tú puedes quedarte, Misax.

Los apóstoles van a la habitación de la que había salido Jesús. En el patio sólo se quedan: uno frente al otro, Jesús y el hospedero; a unos pasos de Jesús, el mercader, observando la escena con asombro.

-Responde, hombre, con sinceridad. Y perdona si la sangre ha enfurecido la lengua de un discípulo mío. ¿Quiénes son esos cuatro y qué han dicho?

-No sé concretamente quiénes son. Eso sí, escribas y fariseos de la otra parte. No sé quién los ha traído aquí.

No los he visto jamás. Pero están bien al corriente de ti. Saben de dónde vienes, a dónde vas, con quién vas. De todas formas, si venían a mí es porque querían asegurarse. No. Seré un granuja, pero sé mi oficio. No conozco a nadie, no veo nada, no sé nada... para los demás, claro, porque para mí sé todo.

Pero, ¿por qué voy a tener que decir a otros lo que sé?, y menos todavía a los hipócritas. ¿Granuja?, sí. Si fuera menester, ayudaría incluso a unos ladrones. Total, ya lo sabes... Pero no sabría robarte, o tratar de robarte, a ti la libertad, el honor o la vida. Y ésos -dejaría de ser Fara de Tolomeo, si no fuera verdad lo que digo-, ésos te acechan para causarte un mal.

¿Y quién los envía? ¿Uno de Perea o de la Decápolis?, ¿uno de la Traconítida, de la Gaulanítida o de la Auranítida?

No, que nosotros o no te conocemos o, si te conocemos, te respetamos como a un justo, si es que no creemos en ti como santo. ¿Entonces, quién los ha enviado? Uno de la parte tuya, y quizás uno de tus amigos, porque saben demasiadas cosas...

-Saber de mi caravana es fácil... -dice Misax.
-No, mercader, no de ti, de otros que van con Jesús. Yo no sé, ni quiero saber; no veo, ni quiero ver. De todas formas, te digo: si ves que eres responsable, repara; si ves que te están traicionando, toma las medidas oportunas.
-No se trata de culpa, hombre, ni de traición; lo único que sucede es que Israel no me comprende. Pero... ¿y tú, cómo tienes noticias de mí?

-Por un joven. Un calavera que daba que hablar en Bosrá y en Arbela: aquí porque venía a consumar sus pecados, allí porque deshonraba a su familia. Luego se convirtió, se hizo más honesto que un justo. Ahora se ha unido a tus discípulos, se ha hecho discípulo también él, y te espera en Arbela, con sus padres, para rendirte honor. Y va diciendo a todos que le cambiaste el corazón por las oraciones de su madre. Felipe de Jacob tendrá el mérito, si esta región se santifica, de haber sido su santificador; y si en Bosrá hay alguien que cree en ti, es por él.

-¿Dónde están ahora estos escribas que han venido?
-No lo sé. Se marcharon porque les dije que no tenía sitio para ellos. Lo tenía, pero no he querido dar hospedaje a las serpientes junto a la paloma. Se habrán quedado, ciertamente, por los alrededores. Ten cuidado.
-Gracias. ¿Cómo te llamas?

-Fara. He cumplido con mi deber. Acuérdate de mí.
-Sí, y tú de Dios. Y perdona a mi Simón. Algunas veces le ciega el gran amor que me tiene.
-Nada malo. Yo también le he ofendido... Pero la verdad es que hace daño cuando a uno lo insultan. Tú no insultas...
Jesús suspira... y dice:

-¿Quieres ayudar al Nazareno?
-Si está en mi mano...
-Me gustaría predicar en este patio...
-Te dejo que hables. ¿Cuándo?
-Entre la sexta y la nona.

-Ve tranquilo a donde quieras. Bosrá sabrá que predicas. Yo me encargo de ello.

-Dios te lo pague -y Jesús le dirige una sonrisa que ya en sí es paga. Luego se encamina hacia la habitación donde estaba antes. Alejandro Misax dice:
-Maestro, sonríeme igual a mí... Yo también voy a decir a la gente que venga a oír hablar a la Bondad. Conozco a muchas personas. Adiós.

-Que Dios te retribuya a ti también -y Jesús le sonríe.

Entra en la habitación. Las mujeres están alrededor de María -que tiene expresión de pena-, la cual se levanta enseguida y va hacia su Hijo. No dice nada, mas todo en ella es una pregunta. Jesús le sonríe y le responde diciendo a todos:

-Estad libres para la hora sexta. Hablaré a muchos aquí. Mientras tanto, idos todos, menos Simón Pedro, Juan y Hermasteo; anunciadme y dad muchas limosnas.
Los apóstoles se marchan.
Pedro se acerca lentamente a Jesús, que está con las mujeres, y pregunta:

-¿Por qué no voy yo también?
-Cuando uno es demasiado impulsivo se queda en casa.

¡Simón, Simón! ¿Cuándo vas a aprender a dirigir tu caridad al prójimo? Actualmente es una llama encendida, pero toda para mí; es una lámina recta y rígida, pero sólo para mí.

Sé manso, Simón de Jonás.

-Tienes razón, Señor. Ya me ha regañado tu Madre, como sabe hacerlo ella, sin hacer daño. Hasta lo más hondo ha penetrado en mí. Pero... regáñame también Tú, pero... luego no me mires con tanta tristeza.

-Sé bueno. Sé bueno... Síntica, querría hablarte aparte. Sube a la terraza. Ven tú también, Madre mía...

Y por la rústica terraza que cubre un ala del edificio, con el tibio sol que caldea el aire, Jesús, paseando lentamente entre María y la griega, dice:

-Mañana nos separaremos durante un tiempo. Cerca de Arbela, las mujeres, con Juan de Endor, iréis hacia el mar de Galilea y proseguiréis juntos hasta Nazaret. Pero, para no mandaros solas con un hombre casi imposibilitado, os acompañarán también mis hermanos y Simón Pedro. Presiento discrepancias por esta separación. Pero la obediencia es la virtud del justo. Pasando por las tierras que Cusa vigila en nombre de Herodes, Juana podrá disponer de escolta para el resto del camino. Entonces dejaréis partir a los hijos de Alfeo y a Simón Pedro. Y si te he pedido que subieras aquí era para esto: quiero decirte, Síntica, que he decidido que estés un período en casa de mi Madre.

Ella ya sabe. Contigo estarán Juan de Endor y Margziam. Estad allí con amor, formándoos cada vez más en la Sabiduría. Quiero que cuides mucho del pobre Juan. A mi Madre no se lo digo porque no necesita consejos. Tú puedes comprenderlo y sufrir con él, y él puede hacerte mucho bien porque es un experto maestro. Después iré Yo.

¡Pronto! Nos veremos con frecuencia. Espero encontrarte cada vez más sabia en la Verdad. Te bendigo, Síntica, en particular; éste es mi adiós a ti por esta vez. En Nazaret encontrarás amor y odio, como en todas partes; pero en mi casa encontrarás paz, siempre.

-Nazaret no se ocupará de mí ni yo de ella. Viviré alimentándome de la Verdad y el mundo no significará nada para mí, Señor».

-Bien. Puedes marcharte, Síntica. Y, por ahora, guarda silencio. Madre, tú sabes... Te confío estas perlas mías predilectas. Mientras gozamos de paz nosotros, Mamá, haz que tu Jesús encuentre conforte en tus caricias...

-¡Cuánto odio, Hijo mío!
-¡Cuánto amor!
-¡Cuánta amargura, mi querido Jesús!
-¡Cuánta dulzura!
-¡Cuánta incomprensión, Hijito mío!
-¡Cuánta comprensión, Mamá!
-¡Tesoro mío! ¡Mi querido Hijo!
-¡Mamá! ¡Alegría de Dios y mía! ¡Mamá!».

Se besan y luego se quedan juntos, sentados en el banco de piedra que recorre el antepecho de la terraza: Jesús abrazando, protector y amoroso, a su Madre; ella apoyando en el hombro de su Hijo la cabeza, las manos en su mano: beatíficos... El mundo está muy lejos... sepultado bajo olas de amor y fidelidad…
   


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